ARGENTINA: EL GOLPE CIVICO
MILITAR DEL 24 DE MARZO DE 1976
Por Sergio Daniel Aronas – 24 de
marzo de 2013
“La
Patria no hace al soldado para que la deshonre con sus crímenes, ni
les da
armas para que comete la bajeza de abusar de esas ventajas ofendiendo
a los
ciudadanos con cuyo sacrificio se sostiene” (Libertador José de San Martín.
Reglamento de derechos militares y penas para los infractores, 1816).
En este artículo me voy a
referir básicamente al día del golpe de estado de 1976, ese 24 de marzo con el
que la Argentina comenzó su diabólica viaje hacia la era de las cavernas que
duró siete años de la más espantosa, desastrosa y espeluznante dictadura
cívico-militar de la historia del país. La Argentina desde el derrocamiento del
gobierno radical de Hipólito Yrigoyen en septiembre de 1930 soportó muchas
tiranías, gobiernos represivos que abolieron las garantías constitucionales,
proscribiendo los partidos políticos, los sindicatos y toda forma de expresión.
Pero nunca el país le tocó vivir la terrible experiencia de este proceso con
sus metodología fascista y terrorista de utilizar la noche para secuestrar,
torturar, asesinar y hacer desaparecer a miles de argentinos por haber tenido
una participación o vinculación en la política, en el movimiento obrero, en los
centros estudiantiles, en la Universidad, en el arte, en el periodismo, en la
ciencia, en las actividades profesionales.
Del golpe de estado que
las Fuerzas Armadas por expreso pedido de la desesperado de la burguesía
capitalista argentina que creía que el país estaba a punto de irse al abismo,
se ha dicho y escrito mucho sobre lo que significó para el pueblo la toma del
poder por los militares y realizar el ajuste de cuentas definitiva contra la
clase obrera argentina que había crecido desde el glorioso Cordobazo de Mayo de
1969 en unidad, organización, experiencia, combatividad y consciencia política
acerca de su papel y su lugar en la historia.
Ese fatídico 24 de marzo
marcó el inicio de la represión más grande realizada contra el pueblo que
abarcó a todos los sectores sociales, en todo el país y hasta en países
limítrofes y de otros continentes. No se salvó nadie de la ferocidad de la
dictadura para liquidar los mejores cuadros sindicales, intelectuales,
científicos, culturales, profesionales, diplomáticos, periodistas y como si
esto fuera poco incluyó el asesinato de importantes sacerdotes que tuvieron una
destacada participación en la lucha por promover el espíritu cristiano en la
opción por los pobres a través del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer
Mundo y con la Teología de la Liberación como herramienta destinada a la lucha
contra las miserias del sistema capitalista en nuestro país y en el continente
americano.
Si para el dramaturgo francés Víctor Hugo,
1871 fue el Año Terrible por la derrota militar ante Alemania y la liquidación
de la Comuna de París, para los argentinos nuestro Año Terrible fue sin lugar a
dudas el maldito 1976 no solo por el derrocamiento del tercer gobierno
peronista sino por la destrucción de toda una generación de luchadores que
constituyó lo mejor del pensamiento y la acción que dio la Argentina en todo el
siglo XX.
El 24 de marzo la
dictadura cívico-militar que tomó el poder en la madrugada de ese día, con la
población descansando y al levantarse para ir a trabajar o a estudiar se
encontraron con una nueva situación que era esperada por muchos porque se sabía
que el gobierno de Isabel Perón no dudaría mucho, sobre todo a partir de la
amenaza realizada en diciembre por el futuro criminal Videla en diciembre de
1976 que exigía un plazo de tres meses al gobierno para arreglar los problemas
del país.
Este golpe criminal por todos
los desastres que causó a la Argentina fue realizado en forma conjunta por las
tres Fuerzas Armadas al unísono. Nunca antes un golpe militar había tenido
participación de todas Fueras Armadas ya que siempre era una o dos la que
derrocaban a un gobierno constitucional para luego unirse la o las restantes.
En marzo de 1976 se dio esa unión golpista que implantó el terrorismo de estado
a escala nacional en una proporción, organización y método jamás realizado en
la Argentina. Para ello a nivel interno contaron con el apoyo irrestricto de
las Cámaras Empresariales que llamaron a los militares a tomar el poder, poner
en caja a los sindicatos e imponer un plan económico de acuerdo a sus
sangrientos intereses. Este apoyo civil decisivo, además de los partidos políticos
afines a la dictadura naciente que le brindaron cuadros y funcionarios para la
administración estatal, provincial y municipal, se le unió la dirección de la
Iglesia Católica Argentina con cuyo horrendo comportamiento fueron el inefable
apoyo, sostén y justificación de las salvajadas cometidas en la represión
ilegal, ilegítima y fuera de toda norma jurídica.
Con las tres Fuerzas
Armadas instaladas en el poder decretaron el mismo 24 de marzo el estado de
sitio (comunicado Nº 2 de la Junta Militar), el toque de queda (Comunicado Nº
2) y la ley marcial contra todo aquel que intente actos de resistencia
(Comunicado Nº 2 y 19). La genocida Junta Militar se autodenominó pomposamente
“Proceso de Reorganización Nacional”, suprimiendo por completo la Constitución de
1853 y al reemplazó por las Actas Institucionales de la dictadura cuyo texto
fundamental fue su Estatuto colocado por encima de la Carta Magna. Al mismo
tiempo, se impuso el asueto bancario, cambiario, financiero, educativo,
deportivo, de artes y espectáculos; intervinieron los sindicatos cuyo
cronograma a cada fuerza distribuía los gremios que le correspondía a cada una
de ellas. También intervinieron la Confederación General Económica, la
Confederación General del Trabajo, suprimieron los fueros sindicales; en el
poder judicial el golpe cívico-militar dejó cesantes a 26 jueces y a toda la
Corte Suprema de Justicia que fueron reemplazados por abogados fascistas para
administrar la justicia en los tribunales del país. En ese orden, el Poder
Legislativo fue cerrado, clausurado y todos los congresistas fueron obligados a
dejar sus bancas, muchos de los cuales fueron detenidos, torturados,
encarcelados y asesinados. Con el cierre del Congreso, los militares crearon en
su reemplazo la Comisión de Asesoramiento Legislativo (CAL) que se encargaba de
la redacción y sanción de las “leyes” de la dictadura, algunas de las cuales
son de horrenda memoria, especialmente las relacionadas con la implantación del
plan económico de José Martínez de Hoz, que en calidad de civil, fue la
expresión más aberrante del acompañamiento que los sectores del poder
económico, financiero y bancario brindaron a la dictadura,
La intervención en las
Universidades dejó sin trabajo a miles de profesores que tuvieron que exiliarse
y otros cambiar de profesión y aquí también la represión fue despiadada. Los
centros de salud en todo tipo (hospitales, clínicas y sanatorios) y en los
niveles fueron sometidos a la autoridad militar siendo echados miles de médicos
de todas las especialidades médicas quienes debieron exiliarse para evitar ser
detenidos. La sangría de importantísima cantidad de excelentes cuadros
profesionales de todas las ciencias del saber que se educaron, formaron,
graduaron, trabajaron y desarrollaron proyectos fue un golpe durísimo que aun
si siente porque el vacío que dejaron esos extraordinarios científicos fue
imposible de llenar.
Un hecho poco conocido y
que no se difunde es que el mismo día del derrocamiento del golpe de estado, la
nueva dictadura aprovechó que la selección argentina de fútbol estaba jugando
en Europa cuyo primer partido tuvo lugar el 20 de marzo con un triunfo en la
nieve de Kiev sobre la ex Unión Soviética con gol de Mario Kempes (en ese en
encuentro los soviéticos colocaron un gigantesco cartel de bienvenida que decía
“Saludos a los deportistas argentinos”), transmitió en vivo y en directo el segundo
partido de esa gira contra el seleccionado de Polonia a la que venció 2 a 1 con
goles de Héctor Scotta y René Houseman. Con este triunfo muy celebrado nos
estábamos olvidando que a pocos metros de nuestras casas se estaba gestando la
más violenta y genocida dictadura que conoció la Argentina. Y estos hechos
deportivos no me lo contaron: lo vi y lo viví en carne propia y me acuerdo
perfectamente ese día. Luego del encuentro mi Padre me pidió que lo acompañara
a hacer unas entregas al centro de la ciudad de Buenos Aires: la cantidad que
camiones militares realizando operativos de control y vigilancia y la presencia
de tanques en la zona céntrica de la ciudad nos obligó a regresar porque no se
podía pasar.
La más terrible de las
resoluciones adoptadas por la dictadura para disciplinar a la población e
impedir “la alteración del orden público” fue la implantación de la pena de
muerte establecida el propio 24 de marzo con el comunicado Nº 33 contra todo
aquel intentara en lo más mínimo presentar alguna forma de resistencia y si le
tocaba un tribunal más benévolo podía tocar la pena de reclusión perpetua. La
pena de muerte se instaló bajo la horrenda metodología del secuestro y
desaparición de personas para la cual requirieron entrenamiento y capacitación
de la escuela francesa en la forma de ubicar y localizar al enemigo interno, una
tenebrosa doctrina del imperialismo norteamericano de la que se valieron los
militares para poner en práctica su plan genocida.
El 24 de marzo con las
Fuerzas Armadas unidas y con el control operacional táctico y estratégico del
país, lanzaron cambiar de raíz la estructura productiva de la Argentina,
destruir en todas sus formas las industrias pesadas y de base y que acompañada
del cierre de fábricas con la concentración y centralización del capital en
pocas manos, lograr la demolición numérica de los trabajadores industriales con
la desaparición de miles de comisiones interna y delegados de base. Hacia eso
apuntó el plan económico del principal mentor de la barbarie que fue ese plan
bajo la dirección de Martínez de Hoz, descendiente del fundador de la Sociedad
Rural Argentina, presidente de varias multinacionales y conspicuo agente de los
intereses norteamericanos que vieron con muy bueno ojos la presencia de este siniestro
personaje al frente de la cartera económica. Y para que nadie tenga dudas
pueden ver los videos de las inauguraciones de la exposición rural durante
1976 y 1983 donde se aprecia con toda
claridad la alegría y algarabía de esos furibundos patriotas que son los “amigos
del campo”. Hoy a 37 siguen añorando al Super Ministro que dejó a la Argentina
en una situación calamitosa.
Se pueden enumerar con la
ayuda de las estadísticas las consecuencias de los siete años del Proceso con
el fin de fortalecer la memoria y no olvidar y perdonar los crímenes aberrantes
cometidos. Y acá hay que señalar una cuestión de vital importancia y que si la
causa del golpe fue terminar con los grupos guerrilleros, éstos ya estaban prácticamente
fuera de combate y militarmente vencidos e impedidos de realizar alguna acción
de envergadura luego de la derrota sufrida en Monte Chingolo en diciembre de
1975 con lo cual eso fue una simple excusa porque operativamente los grupos
guerrilleros quedaron desarmados y sin capacidad de respuesta. De modo que las
causas que llevaron a las fuerzas armadas a tomar el poder fue poner en acción
toda la máquina represiva del estado a los efectos de imponer el nuevo
paradigma económico que los grupos empresarios exigían para terminar con el caos
y la crisis. Con este lenguaje que vino seguido de una propaganda de
demonización de las luchas emprendidas los años anteriores por los sectores
populares, se implantó la disciplina del terror, la disciplina del miedo y el
control social en toda la República. La publicidad de la dictadura mostraba la
imagen de una país supuestamente en paz y en concordia, donde una voz en off de
un conocido locutor se alegraba “por la derrota de los grupos
marxistas-leninistas” gracias a lo cual la Argentina vivía en felicidad y
armonía.
Las cifras de la represión
que los jóvenes de 21 a 30 años constituyeron más del 68% de los desaparecidos
(la franja de 21 a 25 fue el 37,62% y la comprendida entre 26 y 30 años fueron
el 25,90%). Si sumamos los jóvenes de 31 a 35 años que entre los desaparecidos
fueron el 12,26%, quiere decir que el grupo entre los 21 y 35 años, formaron
parte del 70% de todos asesinados por la dictadura. En este sentido, si tomamos
por su profesión y/o ocupación, los obreros encabezaron el sector población más
afectado por la represión con el 32%, seguido de estudiantes, 21%, empleados:
17,9% y los profesionales el 10,7%. La brutalidad de los métodos empleados dejó
al país en una crisis de una profundidad de dimensiones gigantescas como lo
prueba la deuda externa que dejó completamente condicionado al nuevo gobierno
democráticamente elegido el 30 de octubre de 1983.
Recordar el 24 de marzo es
una severa lección para toda la Argentina por las enseñanzas que ha dejado la
derrota al gran movimiento de masas y de la lucha del pueblo que el Cordobazo
comenzó a impulsar y porque debe servir como una seria alarma y advertencia contra
los inspiradores de nuevas aventuras. Y esta vez sí que los golpistas no
pasarán.
Algunos libros recomendados
Eduardo Luis Duhalde. El estado terrorista argentino.
CONADEP. Nunca más.
Eduardo Blaustein y Martín Zubieta. Decíamos ayer.
Salvador María Lozzada, Julio Viaggio, Carlos Zamorano y Eduardo Barcesat.
Inseguridad y Desnacionalización. La “doctrina” de la Seguridad Nacional.
Prudencio García. El drama de la autonomía militar
Emilio Mignone. Iglesia y dictadura.