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sábado, 24 de octubre de 2015

PERÓN SOBRE LA CAÍDA DEL CHE GUEVARA

Por Sergio Daniel Aronas – 24 de octubre de 2015

Esta es una de las cartas menos conocidas del ex triple presidente de la Argentina, el General Juna Domingo Perón, en la que profesa una profunda admiración por Ernesto Che Guevara en este escrito enviado a los compañeros de militancia y en el que a modo de autocrítica aclara varios puntos de su actividad política.
1) Manifiesta estar hermanado con aquellos que la luchan contra la injusticia, la miseria y explotación, cualquiera sea la bandera que sostenga y con la valentía y decisión con que se enfrentan a la voracidad insaciable del imperialismo
2) Lo considera la figura más extraordinaria que ha dado la revolución latinoamericana, lo cual no es poco por alguien que nunca tuvo que ver con los movimientos guerrilleros de origen marxista. Pero a diferencia de los marxistas, sobre todo de los comunistas, está claro que Perón entendía muy bien el carácter de la lucha del Che, pero no sucedió lo mismo que los comunistas argentinos que nunca entendieron al peronismo.
3) Realiza un interesante resumen de la vida del Che Guevara y los sentimientos de tristeza y furia que siente por su trágica muerte, deben ser considerados verdaderos y como un simple acto de condolencias.  
4) Reivindica la necesidad de la revolución como medio para terminar con las oligarquías y el dominio del imperialismo. Cree que es irreversible el camino revolucionario y que es fundamental la unidad de las distintas fuerzas empeñadas en este objetivo estratégico. Llama las cosas por su nombre: Revolución socialista es lo que necesita América Latina y cada país hará la suya con el nombre que sea y que la liberación llegará marcando el triunfo definitivo de los pueblos en lucha.
Este es lo que a nuestro parecer es el contenido de esta carta asombrosa por la forma en que muestra su respeto y admiración por Ernesto Che Guevara, el guerrillero heroico y Comandante de América,

Compañeros:
Con profundo dolor he recibido la noticia de una irreparable pérdida para la causa de los pueblos que luchan por su liberación. Quienes hemos abrazado este ideal, nos sentimos hermanados con todos aquellos que, en cualquier lugar del mundo y bajo cualquier bandera, luchan contra la injusticia, la miseria y la explotación. Nos sentimos hermanados con todos los que con valentía y decisión enfrentan la voracidad insaciable del imperialismo, que con la complicidad de las oligarquías apátridas apuntaladas por militares títeres del Pentágono mantienen a los pueblos oprimidos.
Hoy ha caído en esa lucha, como un héroe, la figura joven más extraordinaria que ha dado la revolución en Latinoamérica: ha muerto el Comandante Ernesto “Che” Guevara.
Su muerte me desgarra el alma porque era uno de los nuestros, quizás el mejor: un ejemplo de conducta, desprendimiento, espíritu de sacrificio, renunciamiento. La profunda convicción en la justicia de la causa que abrazó, le dio la fuerza, el valor, el coraje que hoy lo eleva a la categoría de héroe y mártir.
He leído algunos cables que pretenden presentarlo como enemigo del peronismo. Nada más absurdo. Suponiendo que fuera cierto que en 1951 haya estado ligado a un intento golpista, ¿qué edad tenía entonces?  Yo mismo, siendo un joven oficial, participé del golpe que derrocó al gobierno popular de Hipólito Yrigoyen. Yo también en ese momento fui utilizado por la oligarquía. Lo importante es darse cuenta de esos errores y enmendarlos. ¡Vaya si el “Che” los enmendó!
En 1954, cuando en Guatemala lucha en defensa del gobierno popular de Jacobo Arbenz ante la prepotente intervención armada de los yanquis, yo personalmente di instrucciones a la cancillería para que le solucionaran la difícil situación que se le planteaba a ese valiente joven argentino; y fue así como salió hacia México.
Su vida, su epopeya, es el ejemplo más puro en que se deben mirar nuestros jóvenes, los jóvenes de toda América Latina.
No faltarán quienes pretendan empalidecer su figura: el imperialismo, temeroso del enorme prestigio que ya había ganado en las masas populares; otros, los que no viven las realidades de nuestros pueblos sojuzgados. Ya me han llegado noticias de que el Partido Comunista Argentino, solapadamente, está en campaña de desprestigio. No nos debe sorprender, ya que siempre se ha caracterizado por marchar a contramano del proceso histórico nacional. Siempre ha estado en contra de los movimientos nacionales y populares. De eso podemos dar fe los peronistas.
La hora de los pueblos ha llegado y las revoluciones nacionales en Latinoamérica son un hecho irreversible. El actual equilibrio será roto porque es infantil pensar que se pueden superar sin revolución las resistencias de las oligarquías y de los monopolios inversionistas del imperialismo.
Las revoluciones socialistas se tienen que realizar; que cada uno haga la suya, no importa el sello que ella tenga. Por eso y para eso, deben conectarse entre sí todos los movimientos nacionales, en la misma forma en que son solidarios entre sí los usufructuarios del privilegio. La mayoría de los gobiernos de América Latina no van a resolver los problemas nacionales sencillamente porque no responden a los intereses nacionales. Ante esto, no creo que las expresiones revolucionarias verbales basten. Es necesario entrar a la acción revolucionaria, con base organizativa, con un programa estratégico y tácticas que hagan viable la concreción de la revolución. Y esta tarea, la deben llevar adelante quienes se sientan capaces. La lucha será dura, pero el triunfo definitivo será de los pueblos.
Ellos tendrán la fuerza material circunstancialmente superior a las nuestras, pero nosotros contamos con la extraordinaria fuerza moral que nos da la convicción en la justicia de la causa que abrazamos y la razón histórica que nos asiste.
El peronismo, consecuente con su tradición y con su lucha, como Movimiento Nacional, Popular y Revolucionario, rinde su homenaje emocionado al idealista, al revolucionario, al Comandante Ernesto “Che” Guevara, guerrillero argentino muerto en acción empuñando las armas en pos del triunfo de las revoluciones nacionales en Latinoamérica.

Juan Domingo Perón


Madrid, 24 de octubre de 1967


lunes, 19 de octubre de 2015

LA MUERTE DEL CHE GUEVARA

Por Sergio Daniel Aronas – 19 de octubre de 2015

En un nuevo aniversario del asesinato a sangre fría de Ernesto Che Guevara por orden directa del gobierno de los Estados Unidos y que siendo prisionero de guerra fue acribillado a balazos en abierta violación a las convenciones de Ginebra, claro que para realizar semejante barbarie obligaron a un soldado a emborracharse de ginebra para cometer tan acto salvaje.

Vale la pena reproducir el análisis que hizo Víctor Marchetti, un ex funcionario de la CIA y que en 1974 publicó el libro: “La CIA y el culto del espionaje” que cobró notoriedad por haber el primer libro censurado en la historia de los Estados Unidos por un tribunal federal que le suprimió 339 párrafos. Sin embargo, la parte dedicada al Che está íntegra entre las páginas 148 a la 154. Este libro no figura en la bibliografía de muchas prestigiosas investigaciones sobre la vida del Che Guevara. En el capítulo “El caso del Che” comienza cuando desaparece de la vida pública de Cuba y la CIA no tenía la menor idea de lo que le había sucedido porque la informaciones que recibían sobre su paradero eran de una “endeblez desesperante” tanto que no pudieron localizarlo en su incursión africana ni en su regreso a Cuba desde el Congo. Los servicios clandestinos de la CIA estaban obsesionados con Guevara e incluso le tenían cierto temor.  En parte les recordaba constantemente y de un modo irritante su fracaso de invasión de Cuba. El problema de los servicios clandestinos  era que, como no podían dar suelta a su frustración y a su irritación contra los funcionarios norteamericanos que habían hecho inútil aquel esfuerzo desesperado contra los funcionarios del régimen cubano, ni podían hallar satisfacción directamente, acabando con el propio Fidel o con sus aliados soviéticos o chinos, no les quedaba más remedio que rumiar constantemente su fracaso … hasta que el Che se puso a su alcance. Con ello, Ernesto Guevara se presentaba ante la CIA como un blanco sumamente atrayente; su muerte o su captura servirían hasta cierto punto para vengar pasados fracasos”.

De que ahí la cacería implacable contra el Che y su grupos de combatientes haya sido dirigida por expertos consejeros de la agencia entre los cuales se encontraban veteranos cubanos derrotados en Playa Girón en la bahía de Cochinos y que formaban parte del contingente de fuerzas especiales del Ejército de los Estados Unidos enviados a Bolivia desde la zona del Canal de Panamá para instruir a los Rangers bolivianos en las tácticas de lucha antisubversiva y de contrainsurgencia.

Cuando el Che Guevara desapareció de la vida pública de la Revolución cubana, se tejieron miles de teorías acerca de las causas que motivaron su abrupto final como dirigente de la nueva nación que estaba realizando una profunda transformación política, económica y social en abierto enfrentamiento con el imperialismo de los Estados Unidos cuyos gobiernos iniciales tanto de la Administración Eisenhower como la de Kennedy y Johnson tomaron todo tipo de medidas para destruir a Cuba, a su proceso revolucionarios y a sus líderes máximos. En este contexto, la salida del Che significó para el imperialismo determinar que había pasado: si había sido asesinado, encarcelado o desterrado. Se decía que el Che había perdido la razón y que al no tener cura para este mal fue encerrado en una quinta para su atención. Otros informes que manejaba la CIA aseveraban que el Comandante Guevara había reunido un pequeño contingente de soldados para hacer otra revolución en algún del mundo.

Recordemos que en su carta de despedida dirigida a Fidel Castro y que escribiera en marzo de 1965, le expresaba otras tierras reclaman el concursos de sus modestos servicios ya que a Fidel no se le podía pedir eso, debido a su responsabilidad al frente de Cuba, del gobierno y de la revolución. De modo que la razón de su separación era la de poder cumplir en otros campos de batalla la principal misión de todo revolucionario que es luchar contra el imperialismo en aquel lugar donde este se encuentre. Y como nada legal lo ataba a Cuba, renunciaba su condición de comandante, a la dirección del Partido y su puesto de Ministro.

Esta situación produjo en la CIA un notable desconcierto porque no sabían dónde estaba el Che  hasta que al cabo de cierto tiempo y no sin sorpresa para ellos, se empezó a sospechar que se encontraba en África, más precisamente en la República Democrática del Congo, que luego se llamó Zaire entre 1971 y 1997 bajo la dictadura del General Mobutu Sese Seko, un gran aliado del imperialismo estadounidense, para luego volver a llamarse como originalmente se lo conoció. En los años sesenta se había producido una insurrección armada en la entonces colonia que todos llamábamos el Congo Belga con participación de combatientes revolucionarios extranjeros que utilizaban tácticas que para los servicios de espionaje de la CIA eran similares a las que empleaba el Che.

Sin embargo y antes de que los informes que manejaba la agencia pudieran confirmarse, ka rebelión que se inició en las regiones orientales del país, terminó rápidamente y en el otoño de 1965, la situación militar estaba en situación no beligerente. Los mercenarios de la CIA que había sido contratado para ayudar al gobierno congoleño a reprimir la insurrección, estaban convencido  al igual que los funcionarios de la agencia desplegada en África de que entre el contingente revolucionario se encontraba el Che Guevara. Este había despistado a sus enemigos al lograr penetrar en el Congo a través de Tanzania en una cantidad de un centenar de soldados cubanos, lugar en el que estuvo seis meses con el fin de encender la llama de la revolución en la región. Pero dado que no pudo cumplir con este objetivo, viendo fracasada su misión porque no logró prender en el pueblo ni en los guerrilleros nativos, decidió regresar secretamente a Cuba. El Che dejó escrito toda esta experiencia en eu trabajo “Paisajes de la lucha revolucionaria”.

La salida del Che de África puso muy nervioso a los agentes de la CIA que volvieron a perder su paradero y creían nuevamente que estaba muerto o estaba desaparecido, ya que no tenían idea de dónde estaba.

A comienzos de 1967, casi un año y medio después de su incursión africana, el Che volvía a sorprender y dejas estupefactos a los imperialistas, cuando las informaciones que empezó a llegar a la agencia estaban relacionadas con un estallido revolucionario en América del Sur, más precisamente en el corazón de Bolivia, un país que ubicado estratégicamente con fronteras con Argentina (país natal del Che), con Brasil, Chile, Perú y Paraguay. Aun cuando la mayoría de los oficiales de los servicios clandestinos de la CIA estaban firmemente convencidos de que el Che Guevara se encontraba detrás del movimiento  rebelde que había estallada en las montañas del sur de Bolivia, varios altos funcionarios de la agencia aun dudaban todavía de su presencia. A pesar de estas vacilaciones, se enviaron a Bolivia personal destacado en operaciones especiales de la agencia a aquel país, para que ayudasen a las fuerzas del ejército boliviano a reprimir este movimiento revolucionario.

Aquí hacemos un alto en el análisis del libro censurado del ex funcionario de la CIA que analiza el caso del Che para dar nuestro propio punto de vista:

El problema del Che Guevara y su grupo fue no lograr el apoyo del Partido Comunista de Bolivia con cuyo Secretario General se reunió para decidir el futuro de la revolución pero no se pusieron de acuerdo en quien debía conducirlo. Y al contar tampoco con el sostén de la población campesina como sí la tuvo en Cuba, prácticamente quedó aislado y sin recursos para sostener el movimiento rebelde.

También es llamativo que sus compatriotas del Partido Comunista de la Argentina que sabía que el Che estaba combatiendo solo en Bolivia contra un ejército armado hasta los dientes, no le haya dado ningún tipo de apoyo, ayuda, medos o refuerzos para sostener la lucha teniendo en cuenta que el Partido Comunista Argentino tenía un potente aparato militar y como prueba de ello es que ninguna dictadura pudo destruir ni a su Comité Central ni mucho a su Comité Ejecutivo o Buro Político que eran los miembros dirigentes fundamentales del Partido. El Che Guevara estaba furioso con ellos a los que llamó “lacayos y cobardes” al calificarlo de aventurero e irresponsable por lanzarse a una insurrección armada en un país que no era el suyo y que desde el dogmatismo de la época era visto como un intento de exportar la revolución. De esa forma, razonaban igual que los imperialistas que viajaron para destruirlo. Al Che lo boicotean, lo denigran, rechazan sus métodos y lo dejan solo en la selva boliviana con ese clima atroz y tan hostil para él sabiendo perfectamente su precario estado de salud. Y el Che no de mandar a otros al frente en el combate. Él mismo se ponía a la cabeza de sus hombres y corriendo todos los peligros, desafiando a la muerte, enfrentaba a sus enemigos peleando con las armas en la mano y dirigiendo la batalla.

Volviendo al libro que fue publicado hace 40 años y que muestra la descripción de los hechos que más tarde se revelaron como ciertos, con la diferencia que el nombre del quien condujo la fuerza represora contra el Che se mantuvo censurado, pero se supo más tarde que fue el agente de la CIA de origen cubano Félix Rodríguez, quien venía de ser derrotado en Bahía de los Cochinos, donde fueron aplastados los cochinos contrarrevolucionarios.

En la página 149 escribe que en abril de 1967 dos acontecimientos de importancia vinieron a dar la razón de una manera espectacular a los miembros de los servicios clandestinos de la CIA, tanto los que estaban destacados en Bolivia como los que se encontraban en el cuartel general de la agencia en Langley, que creían que el Che Guevara dirigía a los rebeldes. El campamento base de los guerrilleros ubicado en Ñancahuzú, fue ocupado por las tropas bolivianas y en su persecución capturaron documentación, diarios y fotografías que los rebeldes abandonaron en su retirada. Entre estos documentos hallaron pruebas acerca de la presencia del Che Guevara cuando analizaron los rasgos de las fotografías encontradas y que resultaron por contrastación con un gran parecido al Che. Al mismo tiempo, lograron determinar que muchos de los integrantes del foco revolucionario fueron combatientes que siguieron al Che en su expedición al África. Pero quizás el segundo acontecimiento decisivo, fue la captura del periodista francés Regis Debray en la zona de Muyupampa junto con dos extranjeros más, sospechosos de haber estado en contacto con los rebeldes. Meses más tarde se supo que Debray se salvó de ser ejecutado sumariamente gracias a la intervención de los hombres de la CIA  que acompañaban a las fuerzas bolivianas que lo capturaron. Estos agentes de la CIA le mostraron pruebas secretas en poder de la agencia que demostraban palpablemente que ésta tenía un conocimiento mucho más amplio en el extranjero y en Bolivia de los que el propio Debray hubiera creído posible. Si bien al principio el periodista francés negó todo, no tardó en acobardarse y accedió a hablar con la intención de salvarse a sí mismo de un juicio que lo llevaría a su ejecución definitiva.

Durante los meses siguientes la guerrilla dirigida por el Che Guevara fue sufriendo una serie continua de derrotas a manos de los rangers bolivianos apoyados por los agentes especiales de la  CIA. Es increíble que al Che lo acusen de “invadir” una nación que no era la suya para iniciar una insurrección continental y nada se diga de la invasión de los criminales imperialistas de la CIA que como lobos de presa se lanzaron en hambrienta jauría para aplastar a la revolución boliviana, a sus combatientes y sobre todo ajusticiar al Gran Comandante de América como escarnio y como advertencia acerca de lo que les espera a cualquier movimiento revolucionario que intente levantarse en armas contra el sistema capitalista y desafiar el poderío del imperialismo estadounidense en el continente.

Tras la eliminación del grupo de Tania y de ella misma en agosto de 1967, seis semanas después el propio Che era rodeado en la Quebrada del Yuro y en un intento combate, fue herido y finalmente capturado en la aldea de la Higuera. Como habían hecho con el caso de Regis Debray, los consejeros de la CIA querían llevarse vivo al Che a La Paz para proceder a su interrogatorio. Pero el comandante de las tropas tenía órdenes de ejecutar a Ernesto Che Guevara. Lo único que llegó a La Paz fueron su cabeza y sus manos, como prueba incontrastable de que el Che había fracasado en su misión y estaba muerto. Mientras los consejeros de la CIA entretenían con pretextos diversos al coronel que mandaba las fuerzas bolivianas, el encargado de la estación de la CIA en La Paz, trataba de convencer al presidente René Barrientos de las ventajas que a largo plazo representaba el traslado del Che desde las montañas a la capital como prisionero de guerra del gobierno boliviano. Pero Barrientos se mostró inflexible con este propuesta debido a lo que pasó con Debray que le provocó muchas dificultades y la larga travesía del Che hacia la capital haría movilizar a muchos estudiantes y fuerzas de izquierda que escaparían del control del gobierno y estaría en condiciones de dominar la situación. Inclusive consultando y pidiendo ayuda a Langley, la sede central de CIA en los Estados Unidos fue inútil porque al igual que el dictador Barrientos querían al Che muerto ese mismo día, sin juicio previo, ni nada.

En este contexto y teniendo en cuenta que no pudiendo cambiar la opinión del dictador Barrientos, el principal oficial de operaciones de la CIA que se encontraba en La Higuera, intentó interrogar al Che. Sin embargo, el líder revolucionario no se prestó a ello. Estaba dispuesto a discutir sobre las distintos filosofías políticas y los movimientos revolucionarios en general, pero se negó a responder a cualquier pregunta relacionadas con sus operaciones en Bolivia o con cualquiera de sus actividades guerrilleras previas en otros países. La CIA se tendría que conformar y contentar con el contenido de su Diario personal, que llevaba consigo en el momento de caer prisionero.

A las pri meras horas de la mañana del 9 de octubre de 1967 llegaron las instrucciones definitivas de la capital. El prisionero, el Che, debía ser ejecutado allí y su cadáver debería ser atado al tren de aterrizaje de un helicóptero hacia Vallegrande, donde sería inspeccionado, en una lavandería de esa localidad (donde se tomó esa foto tristemente célebre del Che muerto rodeado por militares donde señalan las heridas infligidas a su cuerpo, exhibiéndolo como un trofeo de campeonato) por un pequeño número de periodistas y funcionarios del gobierno. A continuación el cuerpo del Che recibiría sepultura en una tumba anónima en las afueras de la ciudad. 

Hasta aquí hemos hecho el relato de la muerte del Che sobre la base del libro indicado añ comienzo de esta nota. Vale la pena recalcar la fecha de su publicación en 1974 y que concuerda con las buenas biografías acerca de la vida del Comandante de América.

El capítulo termina con las peripecias que devino la publicación del Diario del Che en Bolivia que rápidamente llegó a La Habana y fue inmediatamente publicado. En los Estados Unidos la editorial Ramparts lo difundió con gran disgusto de la CIA que consideraba el diario personal del Che como un trofeo de guerra que debía quedar guardado sus los archivos secretos.

El fusilamiento del Che fue un acto de barbarie peor que los métodos criminales del nazismo y que en el marco de la guerra fría fue una venganza del imperialismo para escarmentar en el Che todos los fracasos de Eisenhower y Kennedy para destruir la Revolución Cubana y en consecuencia a todo movimiento revolucionario en el mundo. La lista de crímenes del imperialismo es muy grande y forma parte del Acta de Acusación contra este sistema oprobioso que sigue sembrando guerras, matanzas, destrucciones y refugiados en varias regiones del planeta.   

El movimiento comunista internacional que encabezaba la Unión Soviética y cuya publicación que reunía a todos los partidos comunistas jamás publicaron un artículo relacionado con el Che desde que murió y recién en septiembre de 1989 cuando el socialismo en Europa empezaba a tambalear, le permitieron al Partido Comunista de Cuba que escribiera una breve biografía del Che Guevara, anunciado en la tapa como el “Comandante de América”, expresión utilizamos en varias partes de este artículo. Nadie más que Cuba reivindicó y defendió como ningún otro país al Che y escuchar a los simples ciudadanos de la isla hablar del Che me causó una profunda conmoción porque se trataba de alguien cuya actividad política y su pensamiento ideológico estaba prohibido para la militancia de aquellos años y era prácticamente desconocida. Del Che solo sabíamos de él por la canción de Carlos Puebla.

En la Argentina la reivindicación oficial del Che Guevara por ell Partido Comunista que le negó la ayuda tan necesaria para su lucha revolucionaria en la América del Sur, fue en junio de 1984 para el aniversario de su nacimiento cuando la dirección de la Federación Juvenil Comunista (FJC) realizó un homenaje solemne en la ciudad de Rosario, la ciudad natal de Ernesto Che Guevara y que la Dirección del Partido tuvo que tragárselo sin más remedio.

En esta era de la globalización todos quieren adueñarse de la figura del Che incluso sus adversario ideológicos y biógrafos que aprovechando la “nueva onda” quieren hacer su América escribiendo su vida haciéndose lo que nunca fueron, ni son ni serán: ni comunistas ni revolucionarios. Se podrán decirse de izquierda, pero de ahí a llamarse comunista y defender el marxismo-leninismo como lo defendió y lo estudió el Che hay un larguísimo océano de distancia.       


                

viernes, 24 de mayo de 2013

ENTREVISTA A NIKOLAI LEONOV



Nikolai Leonov fue un oficial de la inteligencia soviética que trabajó casi toda su vida en la República de Cuba como traductor de la embajada por su excelente dominio del idioma español como pueden ver tanto en la pronunciación como en el manejo de palabras, modismos y fluidez. Tuvo muy buenas relaciones con el Che Guevara y aunque en este reportaje no lo dice, en otra entrevista realizada a finales de los noventa contaba que intercambiaron libros y él le regaló al Che la novela de Boris Polevoi, "Un hombre de verdad" en la relata la hazaña del aviador Alexei Meresiev. Es una excelente nota que vale la pena escuchar atentamente.

En una entrevista realizada el año pasado por la agencia de noticias rusa Ria Novosti hizo estas declaraciones referidas a la Revolución Cubana.

Se cumplen 45 años desde la muerte de Ernesto Che Guevara, el revolucionario latinoamericano que llegó a ser una personalidad importante en el gobierno cubano como compañero de armas del líder de la revolución, Fidel Castro.

Che Guevara llegó a ser una leyenda en vida: era amado y respetado por millones de personas y odiado por los poderosos. Ante él se inclinaban como ante un nuevo Jesucristo y lo consideraban un Don Quijote del siglo XX. Su filosofía y la idea central del Che –que acabaría costándole la vida- fue hacer el bien.

Sobre la corta pero intensa vida de Che Guevara se han escrito decenas de libros y memorias y se han rodado documentales y películas de ficción. Y sin embargo en torno a su figura continúan circulando muchas especulaciones, falsificaciones y mentiras intencionadas.

Sobre cómo era en persona Che Guevara, quién ordenó su muerte y sobre otros aspectos de su vida, ha hablado en una entrevista en exclusiva para RIA Novosti el teniente general del Servicio de Inteligencia ruso Nikolai Sergueevich Leónov. Leónov conoció a Che Guevara mucho antes incluso del triunfo de la Revolución Cubana. Con él ha conversado Valeri Yarmólenko, de RIA Novosti.
-Nikolai Sergueevich, han pasado 45 años desde la muerte de Che Guevara. En su opinión, ¿qué valoración cabe hacer hoy en día de su personalidad y sus hazañas? ¿Qué valor tiene su figura para las nuevas generaciones: para la juventud, para la que seguramente se ha convertido en un símbolo de la cultura de masas?

-Es posible que la juventud actual desconozca el significado de la figura de Che Guevara y, mucho más, los detalles concretos de su biografía. Las encuestas muestran que, por desgracia, la juventud moderna es cada vez más ignorante. En general no da la impresión de tener un cierto nivel intelectual y conocer la Historia. Suele ser presa de distintas formas de populismo y se queda con las últimas novedades, sin ser capaz de analizar la actualidad.

En nuestra época la juventud era más seria y se hacía preguntas serias. En el momento en el que el Che estaba realizando sus hazañas revolucionarias y cuando murió, la juventud en realidad tampoco sabía demasiado. El pico de su popularidad coincidió con los acontecimientos del mayo del 68 en París, cuando los estudiantes se convirtieron en una fuerza política digna de consideración en Francia.

Hoy en día, la popularidad de Che Guevara es en gran medida una cuestión de simple imagen. Incluso en Cuba, donde se puede encontrar una gran abundancia de imágenes relacionadas con el Che. Los mismos cubanos ven esta popularidad como una parte de un cierto turismo político, pero que a fin de cuentas les pilla un poco lejos. Y es algo que se puede entender. Por eso es importante ver la figura de Che Guevara no sólo desde el punto de vista de la juventud.

No pertenece solo a la juventud: es lo suficientemente compleja para que se puedan identificar con ella todas las generaciones. Ernesto murió a los 39 años, que es la edad de un hombre maduro y no de un jovenzuelo. Su persona recuerda fuertemente personajes de la literatura y la mitología, que siempre han ejercido un gran atractivo para la gente. Recuerda por ejemplo a Jesucristo y a Don Quijote.

-¿Se podría decir que Che Guevara fue el Don Quijote del siglo XX?

-Yo suelo comparar estas dos figuras. Buscaban en realidad lo mismo: cómo ayudar a la gente, cómo salvarla. Su existencia en la Tierra no tenía otro objetivo. Y de aquí sacaban su fe, su amor y su deseo de hacer el bien. El Che tenía precisamente esta filosofía: un deseo mesiánico de liberar a la inmensa mayoría de las personas de los vicios y males a los que está sometido el cuerpo humano, de suprimir las injusticias de las que está llena nuestra vida.

Su sueño vital era librar al hombre de verdad de sus ataduras. Por eso fue capaz de renunciar a sus intereses personales en favor de esos objetivos más altos. No es posible encontrar en todo el mundo un ejemplo como éste, el de una persona que, estando en lo más alto del poder, lo abandona todo para buscar aventuras revolucionarias, en un momento de crisis absoluta y además en un lugar en que el éxito era prácticamente imposible.

Hay que recordar que era padre de cuatro hijos menores de edad. Deja todo eso en Cuba y se embarca en una expedición que no promete nada, excepto una muerte dolorosa. Leer su carta de despedida, dirigida a Fidel Castro, es imposible sin que te embargue un gran sentimiento. Es difícil encontrar en el mundo un ejemplo así de entrega; quizá sólo comparable al de la madre Teresa, que lo dio todo por los enfermos y los huérfanos.

En el caso del Che, esta entrega tuvo su propia forma. Se puede decir que se ha hecho un héroe de nuestro tiempo convertido en mito; y esta imagen perdurará hasta que aparezca otro Don Quijote capaz de eclipsarle. Pero el Che continuará siendo una especie de pequeña llama eterna.

-Muchos tienden a demonizar la imagen de Che Guevara, hurgando en su vida y sacando a relucir únicamente los hechos que, según ellos, prueban su crueldad y la disposición de solucionarlo todo por vía violenta, sin buscar fórmulas con compromiso con  sus rivales. ¿Qué impresión tuvo usted en el contacto con él?

-Su imagen se intenta inevitablemente empañar, se cuentan cosas inverosímiles y simplemente nimiedades, porque estorbaba a los estadounidenses, de quien fue enemigo desde el principio. Lo que ocurre que toda su vida transcurrió bajo el lema de “hay que crear para Estados Unidos uno, dos, tres Vietnam”. Y EEUU buscan vengarse por todos los medios. Por esta razón siguen los intentos de estropear su imagen.

Fui el primer soviético en conocerle en 1956 en México, mucho antes del triunfo de la Revolución Cubana. Lo vi como un simple hombre, los dos éramos unos jóvenes como otros cualesquiera. Pero nunca y nadie de quienes trabajaron con él mencionó ninguna muestra de crueldad por su parte.

-Ahora hay mucha información, incluida la negativa, sobre Che Guevara. Se llega a asegurar incluso que fue rival de Fidel Castro.

-No es la primera vez que lo oigo: supuestamente su rivalidad con Castro llevó a que Che Guevara fuera mandado por fuerza a la expedición a Bolivia. Por supuesto, se pueden seguir inventando cosas, pero nunca ocurrió. Que los interesados juzguen por los documentos, porque el periodismo imparcial parte precisamente de los hechos reales. Recientemente se ha editado en Argentina un libro sobre la correspondencia no publicada de Fidel Castro y Che Guevara. Se aborda el período cuando en el que el Che estaba combatiendo en Congo, en 1965. Se cita el texto del telegrama en el que se dice “Che, déjalo todo, no saldrá nada de esta idea, vuelve a Cuba que te necesitamos por aquí”.

La respuesta fue “Fidel, no he agotado todavía todas las posibilidades, necesito otro par de meses”. Era la nota dominante de la correspondencia, ¿de qué sirve inventar que estos dos hombres se odiaban? Habría que cuestionar la profesionalidad y la honestidad de los que dicen lo contrario.

-La hermana de Fidel y Raúl Castro, Juanita, que conocía bien al Che, contó después de escapar a Estados Unidos que era una persona propensa a destruir a sus rivales al surgir la más leve discrepancia.

-Apenas se debería prestar la mínima atención a este tipo de declaraciones. Al oír las palabras “traidor”, “escapar” no me cabe la menor duda de que alguna gente tiene que justificar sus actos. Por ejemplo, nuestro agente, el general de la KGB, Oleg Kaluguin, también escapó y se inventó unas cosas increíbles para justificar su traición. La hermana de Fidel también escapó a Estados Unidos y publicó un libro, pero ¿acaso nos deberíamos fiar de los traidores? Nunca.

-¿Quiere decir que era una persona que dejaba objetar a quienes no estaban de acuerdo y probaba con sus actos la certeza de sus propios criterios?

-Diría que sí. Cuando traducía sus conversaciones con Nikita Jrushchov, Che Guevara lo escuchaba todo con atención, lo sopesaba todo y replicaba. No era de carácter servil, como muchos, era una persona muy íntegra, un político que obraba siempre en interés de Cuba y, en general, en interés de todos los pueblos latinoamericanos.

-¿Cuál es el papel de la CIA en la persecución y la muerte de Che Guevara?

-Los agentes de la CIA que participaron en las operaciones de captura y asesinato del Che no escribieron ni publicaron nada al respecto. En Estados Unidos está prohibido publicar este tipo de memorias, así que nunca se sabrá nada de quienes fueron tras Bin Laden y consiguieron su muerte. Hace poco un marino estadounidense escribió un libro sobre Bin Laden. Y la ley no lo permite, será sometido a persecución judicial, al igual que está ocurriendo con Assange.

-Y ¿por qué Che Guevara después de su captura fue asesinado y no procesado o llevado a la CIA?

-Si lo hubieran dejado con vida, no habrían podido condenarle a la pena capital. Recordaría demasiado la Biblia, no habrían sido capaces. Estados Unidos recordaba bien el comportamiento de Fidel durante el asalto al Cuartel Moncada. En el juicio pronunció un discurso que se convirtió en crucial para la Revolución Cubana. El Che Guevara no era menos elocuente, sabía convencer, superaba con creces a sus hipotéticos jueces. De modo que no habrían tenido ni argumentos ni motivos para condenarle a muerte.

La asistencia de la CIA a las autoridades bolivianas consistió más bien en  asesoramiento, lo han reconocido todos, incluido el ministro de Asuntos Exteriores de Bolivia de aquellos momentos, Antonio Arguedas, que robó los diarios del Che, sacó una copia y la envió a Cuba. Ayudó también para que sus manos cortadas llegaran hasta sus correligionarios y más tarde indicó el lugar donde había sido enterrado. Incluso entonces Arguedas reconocía que los estadounidenses los habían asesorado durante toda la operación de captura del Che.

-Dígame, ¿y se puede asegurar que la orden de asesinar al Che partió de la CIA?

-Formalmente la orden la emitió el presidente de Bolivia, el general René Barrientos Ortuño, pero el respectivo consejo se le dio con mucha insistencia por el representante de la CIA en Bolivia que tenía bajo su control toda la operación. Dijo: “Acaben lo antes posible, no se demoren”. Es por esta razón por la que la captura y el fusilamiento fueron cuestión de escasas horas.

-Es decir, ¿después de la captura del Che los acontecimientos siguieron un ritmo vertiginoso?

-Efectivamente, presentaba un peligro colosal, mayor que una bomba atómica, lanzada por el hipotético enemigo sobre el territorio de Estados Unidos. Su imagen sigue teniendo a Washington en jaque hasta el día de hoy.

-Se reunió con Che Guevara en Moscú. ¿Qué era lo que le impresionó más o, posiblemente, decepcionó de nuestro país?

-Quedó profundamente impresionado por cómo había recibido el pueblo soviético la noticia sobre el triunfo de la revolución en Cuba. Participó en reuniones con las masas y habló en mítines, estableció contacto con la gente, era para él como una especie de revelación.

Le impresionó también la disposición de nuestro Estado de prestar la más amplia ayuda a la Revolución Cubana: no había venido a la URSS en calidad de diplomático, sino para vender dos millones de toneladas de azúcar cubano, para la que estaba prohibida la entrada en EEUU. Era la misión primordial de su estancia en nuestro país.

Recordemos que a la Unión Soviética le costó trabajo adoptar aquella decisión, lo noté en la reacción y los comentarios de Jrushchov. En aquellos momentos no teníamos necesidad alguna de comprar azúcar. Sin embargo, el Gobierno optó por reducir las plantaciones de la remolacha azucarera y comprar 1,2 millones de toneladas de azúcar bajo la garantía de que los suministros ya no se suspenderían. Esas restantes 800.000 toneladas el Che consiguió venderlas entre los países del Pacto de Varsovia y otras 200.000 toneladas se enviaron a China y Corea del Norte. De modo que supo resolver el problema que se le había planteado, un mérito digno de la más sincera admiración.

Además, le sorprendía enormemente que en un país de 260 millones de habitantes se viviera sin afán de lucro ni ganas de aprovecharse del prójimo. Me pidió que le aconsejara algunos libros de autores soviéticos. En ellos se había plasmado su sueño dorado y la gente vivía libre del poder del dinero. El dinero, aseguraba, era una “lapa” que nunca le soltaba a uno.

Actualmente operamos con otras categorías: en primer lugar la gente se interesa por los ingresos, los honorarios y las propiedades, Che Guevara descartaba esta actitud tajantemente.

-Ahora muchos llaman las actividades del Che en Congo, Bolivia y países latinoamericanos “exportación de la revolución”. ¿Podríamos compararlo con lo que presenciamos en estos momentos, es decir, con los intentos de Estados Unidos de exportar las llamadas “revoluciones de colores” a diferentes rincones del mundo?

-No creo que sea correcto trazar paralelos entre quienes exportan las revoluciones de colores y Che Guevara, que tenía unos objetivos sociales muy precisos. Quería hacer mejor la vida para el pueblo, para la gente, para la mayoría. Una señora incluso le mandó una carta preguntando si eran parientes, porque ella también se apellidaba Guevara. Le contesto “Si usted es capaz de llorar por la desgracia ajena, somos familia. Si no, solo llevamos el mismo apellido”.

Nadie de quienes promueven en nuestros tiempos las revoluciones de colores llora al ver el dolor ajeno, pero Che Guevara sí que lo hacía. Por eso viajó al Congo, a Bolivia, a Cuba. Las revoluciones de colores es una categoría completamente distinta, tienen el mínimo contenido social.

Y... ¡Los derechos del hombre! Muchos intentaron comerme la cabeza con este tema. No me da la sensación de que con el régimen de Gaddafi los derechos humanos se vulneraran en mayor medida que en la actualidad. Estuve en Libia y el nivel de servicios sociales que se prestaban al pueblo era muy alto. En el Norte de África no hubo un estado más protegido socialmente que Libia.

Pero allí sí que había un régimen político muy incómodo para Occidente. Y sí, en un momento dado este régimen apoyó al terrorismo. Había que quitarlo y lo quitaron. A nadie le importaron los medios. ¿Cree que el régimen de Al Asad en Siria es o ha sido tan inhumano y cruel como nos dicen? Pues no, visité Siria en numerosas ocasiones, hablé con la gente, estuve en Alepo y Damasco. Sentía una fuerte protección social, nada que ver con Rusia, por eso siempre comparaba el nivel con el de la Unión Soviética. Y en Siria era más alto, sin lugar a dudas. Lo que molesta es el líder.

-¿Cree que Estados Unidos para eliminar a Al Asad está dispuesto a destruir el país?

-Por supuesto, porque detrás de él está su partido, parte del cuerpo de oficiales educado en su mayoría en Rusia. Indudablemente, estamos ante el intento de destruir un Estado con toda su historia.

-Conoció a Che Guevara mucho antes de la Revolución Cubana, ¿fue un encuentro casual?

-Pasaron más de 60 años y puedo decir que no fue casual. Nos vimos en el apartamento donde se hospedaba en México Raúl Castro. A Raúl lo conocía desde 1953. Aquella vez sí que fue casualidad, fuimos vecinos de camarotes en un barco. Cuando Raúl se vio emigrado a México fui a visitarlo como viejo amigo. Yo entonces era becario de la Embajada de la URSS. Raúl no estaba bien y al lado de su cama vi a Che Guevara. Así fue como lo conocí y me lo presentaron como un médico emigrante.

-¿Qué período de la vida de Che Guevara debería considerar el más lleno?

-Destacaría dos etapas, la primera es la guerra revolucionaria en Sierra Maestra. Desde el punto de vista militar la victoria fue posible precisamente gracias a Che Guevara, cuyas tropas partieron de la zona, consiguieron llegar hasta el centro del país y tomaron a finales de diciembre la ciudad de Santa Clara, en pleno centro de la isla. Significó el final de la guerra, al día siguiente Batista abandonó Cuba.

De modo que fue el Che quien forzó a Batista a huir. Fidel Castro tardó una semana en llegar hasta La Habana, siendo el segundo después de Che Guevara en entrar en la ciudad.

 Y la segunda etapa es la del martirio, la de la expedición boliviana, donde demostró su inquebrantable ánimo. Fue grande en su victoria y en su fracaso.