El imponente Cerro de los Siete Colores en Purmamarca, Jujuy (Argentina)

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lunes, 19 de octubre de 2015

LA MUERTE DEL CHE GUEVARA

Por Sergio Daniel Aronas – 19 de octubre de 2015

En un nuevo aniversario del asesinato a sangre fría de Ernesto Che Guevara por orden directa del gobierno de los Estados Unidos y que siendo prisionero de guerra fue acribillado a balazos en abierta violación a las convenciones de Ginebra, claro que para realizar semejante barbarie obligaron a un soldado a emborracharse de ginebra para cometer tan acto salvaje.

Vale la pena reproducir el análisis que hizo Víctor Marchetti, un ex funcionario de la CIA y que en 1974 publicó el libro: “La CIA y el culto del espionaje” que cobró notoriedad por haber el primer libro censurado en la historia de los Estados Unidos por un tribunal federal que le suprimió 339 párrafos. Sin embargo, la parte dedicada al Che está íntegra entre las páginas 148 a la 154. Este libro no figura en la bibliografía de muchas prestigiosas investigaciones sobre la vida del Che Guevara. En el capítulo “El caso del Che” comienza cuando desaparece de la vida pública de Cuba y la CIA no tenía la menor idea de lo que le había sucedido porque la informaciones que recibían sobre su paradero eran de una “endeblez desesperante” tanto que no pudieron localizarlo en su incursión africana ni en su regreso a Cuba desde el Congo. Los servicios clandestinos de la CIA estaban obsesionados con Guevara e incluso le tenían cierto temor.  En parte les recordaba constantemente y de un modo irritante su fracaso de invasión de Cuba. El problema de los servicios clandestinos  era que, como no podían dar suelta a su frustración y a su irritación contra los funcionarios norteamericanos que habían hecho inútil aquel esfuerzo desesperado contra los funcionarios del régimen cubano, ni podían hallar satisfacción directamente, acabando con el propio Fidel o con sus aliados soviéticos o chinos, no les quedaba más remedio que rumiar constantemente su fracaso … hasta que el Che se puso a su alcance. Con ello, Ernesto Guevara se presentaba ante la CIA como un blanco sumamente atrayente; su muerte o su captura servirían hasta cierto punto para vengar pasados fracasos”.

De que ahí la cacería implacable contra el Che y su grupos de combatientes haya sido dirigida por expertos consejeros de la agencia entre los cuales se encontraban veteranos cubanos derrotados en Playa Girón en la bahía de Cochinos y que formaban parte del contingente de fuerzas especiales del Ejército de los Estados Unidos enviados a Bolivia desde la zona del Canal de Panamá para instruir a los Rangers bolivianos en las tácticas de lucha antisubversiva y de contrainsurgencia.

Cuando el Che Guevara desapareció de la vida pública de la Revolución cubana, se tejieron miles de teorías acerca de las causas que motivaron su abrupto final como dirigente de la nueva nación que estaba realizando una profunda transformación política, económica y social en abierto enfrentamiento con el imperialismo de los Estados Unidos cuyos gobiernos iniciales tanto de la Administración Eisenhower como la de Kennedy y Johnson tomaron todo tipo de medidas para destruir a Cuba, a su proceso revolucionarios y a sus líderes máximos. En este contexto, la salida del Che significó para el imperialismo determinar que había pasado: si había sido asesinado, encarcelado o desterrado. Se decía que el Che había perdido la razón y que al no tener cura para este mal fue encerrado en una quinta para su atención. Otros informes que manejaba la CIA aseveraban que el Comandante Guevara había reunido un pequeño contingente de soldados para hacer otra revolución en algún del mundo.

Recordemos que en su carta de despedida dirigida a Fidel Castro y que escribiera en marzo de 1965, le expresaba otras tierras reclaman el concursos de sus modestos servicios ya que a Fidel no se le podía pedir eso, debido a su responsabilidad al frente de Cuba, del gobierno y de la revolución. De modo que la razón de su separación era la de poder cumplir en otros campos de batalla la principal misión de todo revolucionario que es luchar contra el imperialismo en aquel lugar donde este se encuentre. Y como nada legal lo ataba a Cuba, renunciaba su condición de comandante, a la dirección del Partido y su puesto de Ministro.

Esta situación produjo en la CIA un notable desconcierto porque no sabían dónde estaba el Che  hasta que al cabo de cierto tiempo y no sin sorpresa para ellos, se empezó a sospechar que se encontraba en África, más precisamente en la República Democrática del Congo, que luego se llamó Zaire entre 1971 y 1997 bajo la dictadura del General Mobutu Sese Seko, un gran aliado del imperialismo estadounidense, para luego volver a llamarse como originalmente se lo conoció. En los años sesenta se había producido una insurrección armada en la entonces colonia que todos llamábamos el Congo Belga con participación de combatientes revolucionarios extranjeros que utilizaban tácticas que para los servicios de espionaje de la CIA eran similares a las que empleaba el Che.

Sin embargo y antes de que los informes que manejaba la agencia pudieran confirmarse, ka rebelión que se inició en las regiones orientales del país, terminó rápidamente y en el otoño de 1965, la situación militar estaba en situación no beligerente. Los mercenarios de la CIA que había sido contratado para ayudar al gobierno congoleño a reprimir la insurrección, estaban convencido  al igual que los funcionarios de la agencia desplegada en África de que entre el contingente revolucionario se encontraba el Che Guevara. Este había despistado a sus enemigos al lograr penetrar en el Congo a través de Tanzania en una cantidad de un centenar de soldados cubanos, lugar en el que estuvo seis meses con el fin de encender la llama de la revolución en la región. Pero dado que no pudo cumplir con este objetivo, viendo fracasada su misión porque no logró prender en el pueblo ni en los guerrilleros nativos, decidió regresar secretamente a Cuba. El Che dejó escrito toda esta experiencia en eu trabajo “Paisajes de la lucha revolucionaria”.

La salida del Che de África puso muy nervioso a los agentes de la CIA que volvieron a perder su paradero y creían nuevamente que estaba muerto o estaba desaparecido, ya que no tenían idea de dónde estaba.

A comienzos de 1967, casi un año y medio después de su incursión africana, el Che volvía a sorprender y dejas estupefactos a los imperialistas, cuando las informaciones que empezó a llegar a la agencia estaban relacionadas con un estallido revolucionario en América del Sur, más precisamente en el corazón de Bolivia, un país que ubicado estratégicamente con fronteras con Argentina (país natal del Che), con Brasil, Chile, Perú y Paraguay. Aun cuando la mayoría de los oficiales de los servicios clandestinos de la CIA estaban firmemente convencidos de que el Che Guevara se encontraba detrás del movimiento  rebelde que había estallada en las montañas del sur de Bolivia, varios altos funcionarios de la agencia aun dudaban todavía de su presencia. A pesar de estas vacilaciones, se enviaron a Bolivia personal destacado en operaciones especiales de la agencia a aquel país, para que ayudasen a las fuerzas del ejército boliviano a reprimir este movimiento revolucionario.

Aquí hacemos un alto en el análisis del libro censurado del ex funcionario de la CIA que analiza el caso del Che para dar nuestro propio punto de vista:

El problema del Che Guevara y su grupo fue no lograr el apoyo del Partido Comunista de Bolivia con cuyo Secretario General se reunió para decidir el futuro de la revolución pero no se pusieron de acuerdo en quien debía conducirlo. Y al contar tampoco con el sostén de la población campesina como sí la tuvo en Cuba, prácticamente quedó aislado y sin recursos para sostener el movimiento rebelde.

También es llamativo que sus compatriotas del Partido Comunista de la Argentina que sabía que el Che estaba combatiendo solo en Bolivia contra un ejército armado hasta los dientes, no le haya dado ningún tipo de apoyo, ayuda, medos o refuerzos para sostener la lucha teniendo en cuenta que el Partido Comunista Argentino tenía un potente aparato militar y como prueba de ello es que ninguna dictadura pudo destruir ni a su Comité Central ni mucho a su Comité Ejecutivo o Buro Político que eran los miembros dirigentes fundamentales del Partido. El Che Guevara estaba furioso con ellos a los que llamó “lacayos y cobardes” al calificarlo de aventurero e irresponsable por lanzarse a una insurrección armada en un país que no era el suyo y que desde el dogmatismo de la época era visto como un intento de exportar la revolución. De esa forma, razonaban igual que los imperialistas que viajaron para destruirlo. Al Che lo boicotean, lo denigran, rechazan sus métodos y lo dejan solo en la selva boliviana con ese clima atroz y tan hostil para él sabiendo perfectamente su precario estado de salud. Y el Che no de mandar a otros al frente en el combate. Él mismo se ponía a la cabeza de sus hombres y corriendo todos los peligros, desafiando a la muerte, enfrentaba a sus enemigos peleando con las armas en la mano y dirigiendo la batalla.

Volviendo al libro que fue publicado hace 40 años y que muestra la descripción de los hechos que más tarde se revelaron como ciertos, con la diferencia que el nombre del quien condujo la fuerza represora contra el Che se mantuvo censurado, pero se supo más tarde que fue el agente de la CIA de origen cubano Félix Rodríguez, quien venía de ser derrotado en Bahía de los Cochinos, donde fueron aplastados los cochinos contrarrevolucionarios.

En la página 149 escribe que en abril de 1967 dos acontecimientos de importancia vinieron a dar la razón de una manera espectacular a los miembros de los servicios clandestinos de la CIA, tanto los que estaban destacados en Bolivia como los que se encontraban en el cuartel general de la agencia en Langley, que creían que el Che Guevara dirigía a los rebeldes. El campamento base de los guerrilleros ubicado en Ñancahuzú, fue ocupado por las tropas bolivianas y en su persecución capturaron documentación, diarios y fotografías que los rebeldes abandonaron en su retirada. Entre estos documentos hallaron pruebas acerca de la presencia del Che Guevara cuando analizaron los rasgos de las fotografías encontradas y que resultaron por contrastación con un gran parecido al Che. Al mismo tiempo, lograron determinar que muchos de los integrantes del foco revolucionario fueron combatientes que siguieron al Che en su expedición al África. Pero quizás el segundo acontecimiento decisivo, fue la captura del periodista francés Regis Debray en la zona de Muyupampa junto con dos extranjeros más, sospechosos de haber estado en contacto con los rebeldes. Meses más tarde se supo que Debray se salvó de ser ejecutado sumariamente gracias a la intervención de los hombres de la CIA  que acompañaban a las fuerzas bolivianas que lo capturaron. Estos agentes de la CIA le mostraron pruebas secretas en poder de la agencia que demostraban palpablemente que ésta tenía un conocimiento mucho más amplio en el extranjero y en Bolivia de los que el propio Debray hubiera creído posible. Si bien al principio el periodista francés negó todo, no tardó en acobardarse y accedió a hablar con la intención de salvarse a sí mismo de un juicio que lo llevaría a su ejecución definitiva.

Durante los meses siguientes la guerrilla dirigida por el Che Guevara fue sufriendo una serie continua de derrotas a manos de los rangers bolivianos apoyados por los agentes especiales de la  CIA. Es increíble que al Che lo acusen de “invadir” una nación que no era la suya para iniciar una insurrección continental y nada se diga de la invasión de los criminales imperialistas de la CIA que como lobos de presa se lanzaron en hambrienta jauría para aplastar a la revolución boliviana, a sus combatientes y sobre todo ajusticiar al Gran Comandante de América como escarnio y como advertencia acerca de lo que les espera a cualquier movimiento revolucionario que intente levantarse en armas contra el sistema capitalista y desafiar el poderío del imperialismo estadounidense en el continente.

Tras la eliminación del grupo de Tania y de ella misma en agosto de 1967, seis semanas después el propio Che era rodeado en la Quebrada del Yuro y en un intento combate, fue herido y finalmente capturado en la aldea de la Higuera. Como habían hecho con el caso de Regis Debray, los consejeros de la CIA querían llevarse vivo al Che a La Paz para proceder a su interrogatorio. Pero el comandante de las tropas tenía órdenes de ejecutar a Ernesto Che Guevara. Lo único que llegó a La Paz fueron su cabeza y sus manos, como prueba incontrastable de que el Che había fracasado en su misión y estaba muerto. Mientras los consejeros de la CIA entretenían con pretextos diversos al coronel que mandaba las fuerzas bolivianas, el encargado de la estación de la CIA en La Paz, trataba de convencer al presidente René Barrientos de las ventajas que a largo plazo representaba el traslado del Che desde las montañas a la capital como prisionero de guerra del gobierno boliviano. Pero Barrientos se mostró inflexible con este propuesta debido a lo que pasó con Debray que le provocó muchas dificultades y la larga travesía del Che hacia la capital haría movilizar a muchos estudiantes y fuerzas de izquierda que escaparían del control del gobierno y estaría en condiciones de dominar la situación. Inclusive consultando y pidiendo ayuda a Langley, la sede central de CIA en los Estados Unidos fue inútil porque al igual que el dictador Barrientos querían al Che muerto ese mismo día, sin juicio previo, ni nada.

En este contexto y teniendo en cuenta que no pudiendo cambiar la opinión del dictador Barrientos, el principal oficial de operaciones de la CIA que se encontraba en La Higuera, intentó interrogar al Che. Sin embargo, el líder revolucionario no se prestó a ello. Estaba dispuesto a discutir sobre las distintos filosofías políticas y los movimientos revolucionarios en general, pero se negó a responder a cualquier pregunta relacionadas con sus operaciones en Bolivia o con cualquiera de sus actividades guerrilleras previas en otros países. La CIA se tendría que conformar y contentar con el contenido de su Diario personal, que llevaba consigo en el momento de caer prisionero.

A las pri meras horas de la mañana del 9 de octubre de 1967 llegaron las instrucciones definitivas de la capital. El prisionero, el Che, debía ser ejecutado allí y su cadáver debería ser atado al tren de aterrizaje de un helicóptero hacia Vallegrande, donde sería inspeccionado, en una lavandería de esa localidad (donde se tomó esa foto tristemente célebre del Che muerto rodeado por militares donde señalan las heridas infligidas a su cuerpo, exhibiéndolo como un trofeo de campeonato) por un pequeño número de periodistas y funcionarios del gobierno. A continuación el cuerpo del Che recibiría sepultura en una tumba anónima en las afueras de la ciudad. 

Hasta aquí hemos hecho el relato de la muerte del Che sobre la base del libro indicado añ comienzo de esta nota. Vale la pena recalcar la fecha de su publicación en 1974 y que concuerda con las buenas biografías acerca de la vida del Comandante de América.

El capítulo termina con las peripecias que devino la publicación del Diario del Che en Bolivia que rápidamente llegó a La Habana y fue inmediatamente publicado. En los Estados Unidos la editorial Ramparts lo difundió con gran disgusto de la CIA que consideraba el diario personal del Che como un trofeo de guerra que debía quedar guardado sus los archivos secretos.

El fusilamiento del Che fue un acto de barbarie peor que los métodos criminales del nazismo y que en el marco de la guerra fría fue una venganza del imperialismo para escarmentar en el Che todos los fracasos de Eisenhower y Kennedy para destruir la Revolución Cubana y en consecuencia a todo movimiento revolucionario en el mundo. La lista de crímenes del imperialismo es muy grande y forma parte del Acta de Acusación contra este sistema oprobioso que sigue sembrando guerras, matanzas, destrucciones y refugiados en varias regiones del planeta.   

El movimiento comunista internacional que encabezaba la Unión Soviética y cuya publicación que reunía a todos los partidos comunistas jamás publicaron un artículo relacionado con el Che desde que murió y recién en septiembre de 1989 cuando el socialismo en Europa empezaba a tambalear, le permitieron al Partido Comunista de Cuba que escribiera una breve biografía del Che Guevara, anunciado en la tapa como el “Comandante de América”, expresión utilizamos en varias partes de este artículo. Nadie más que Cuba reivindicó y defendió como ningún otro país al Che y escuchar a los simples ciudadanos de la isla hablar del Che me causó una profunda conmoción porque se trataba de alguien cuya actividad política y su pensamiento ideológico estaba prohibido para la militancia de aquellos años y era prácticamente desconocida. Del Che solo sabíamos de él por la canción de Carlos Puebla.

En la Argentina la reivindicación oficial del Che Guevara por ell Partido Comunista que le negó la ayuda tan necesaria para su lucha revolucionaria en la América del Sur, fue en junio de 1984 para el aniversario de su nacimiento cuando la dirección de la Federación Juvenil Comunista (FJC) realizó un homenaje solemne en la ciudad de Rosario, la ciudad natal de Ernesto Che Guevara y que la Dirección del Partido tuvo que tragárselo sin más remedio.

En esta era de la globalización todos quieren adueñarse de la figura del Che incluso sus adversario ideológicos y biógrafos que aprovechando la “nueva onda” quieren hacer su América escribiendo su vida haciéndose lo que nunca fueron, ni son ni serán: ni comunistas ni revolucionarios. Se podrán decirse de izquierda, pero de ahí a llamarse comunista y defender el marxismo-leninismo como lo defendió y lo estudió el Che hay un larguísimo océano de distancia.