El imponente Cerro de los Siete Colores en Purmamarca, Jujuy (Argentina)

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viernes, 24 de mayo de 2013

ENTREVISTA A NIKOLAI LEONOV



Nikolai Leonov fue un oficial de la inteligencia soviética que trabajó casi toda su vida en la República de Cuba como traductor de la embajada por su excelente dominio del idioma español como pueden ver tanto en la pronunciación como en el manejo de palabras, modismos y fluidez. Tuvo muy buenas relaciones con el Che Guevara y aunque en este reportaje no lo dice, en otra entrevista realizada a finales de los noventa contaba que intercambiaron libros y él le regaló al Che la novela de Boris Polevoi, "Un hombre de verdad" en la relata la hazaña del aviador Alexei Meresiev. Es una excelente nota que vale la pena escuchar atentamente.

En una entrevista realizada el año pasado por la agencia de noticias rusa Ria Novosti hizo estas declaraciones referidas a la Revolución Cubana.

Se cumplen 45 años desde la muerte de Ernesto Che Guevara, el revolucionario latinoamericano que llegó a ser una personalidad importante en el gobierno cubano como compañero de armas del líder de la revolución, Fidel Castro.

Che Guevara llegó a ser una leyenda en vida: era amado y respetado por millones de personas y odiado por los poderosos. Ante él se inclinaban como ante un nuevo Jesucristo y lo consideraban un Don Quijote del siglo XX. Su filosofía y la idea central del Che –que acabaría costándole la vida- fue hacer el bien.

Sobre la corta pero intensa vida de Che Guevara se han escrito decenas de libros y memorias y se han rodado documentales y películas de ficción. Y sin embargo en torno a su figura continúan circulando muchas especulaciones, falsificaciones y mentiras intencionadas.

Sobre cómo era en persona Che Guevara, quién ordenó su muerte y sobre otros aspectos de su vida, ha hablado en una entrevista en exclusiva para RIA Novosti el teniente general del Servicio de Inteligencia ruso Nikolai Sergueevich Leónov. Leónov conoció a Che Guevara mucho antes incluso del triunfo de la Revolución Cubana. Con él ha conversado Valeri Yarmólenko, de RIA Novosti.
-Nikolai Sergueevich, han pasado 45 años desde la muerte de Che Guevara. En su opinión, ¿qué valoración cabe hacer hoy en día de su personalidad y sus hazañas? ¿Qué valor tiene su figura para las nuevas generaciones: para la juventud, para la que seguramente se ha convertido en un símbolo de la cultura de masas?

-Es posible que la juventud actual desconozca el significado de la figura de Che Guevara y, mucho más, los detalles concretos de su biografía. Las encuestas muestran que, por desgracia, la juventud moderna es cada vez más ignorante. En general no da la impresión de tener un cierto nivel intelectual y conocer la Historia. Suele ser presa de distintas formas de populismo y se queda con las últimas novedades, sin ser capaz de analizar la actualidad.

En nuestra época la juventud era más seria y se hacía preguntas serias. En el momento en el que el Che estaba realizando sus hazañas revolucionarias y cuando murió, la juventud en realidad tampoco sabía demasiado. El pico de su popularidad coincidió con los acontecimientos del mayo del 68 en París, cuando los estudiantes se convirtieron en una fuerza política digna de consideración en Francia.

Hoy en día, la popularidad de Che Guevara es en gran medida una cuestión de simple imagen. Incluso en Cuba, donde se puede encontrar una gran abundancia de imágenes relacionadas con el Che. Los mismos cubanos ven esta popularidad como una parte de un cierto turismo político, pero que a fin de cuentas les pilla un poco lejos. Y es algo que se puede entender. Por eso es importante ver la figura de Che Guevara no sólo desde el punto de vista de la juventud.

No pertenece solo a la juventud: es lo suficientemente compleja para que se puedan identificar con ella todas las generaciones. Ernesto murió a los 39 años, que es la edad de un hombre maduro y no de un jovenzuelo. Su persona recuerda fuertemente personajes de la literatura y la mitología, que siempre han ejercido un gran atractivo para la gente. Recuerda por ejemplo a Jesucristo y a Don Quijote.

-¿Se podría decir que Che Guevara fue el Don Quijote del siglo XX?

-Yo suelo comparar estas dos figuras. Buscaban en realidad lo mismo: cómo ayudar a la gente, cómo salvarla. Su existencia en la Tierra no tenía otro objetivo. Y de aquí sacaban su fe, su amor y su deseo de hacer el bien. El Che tenía precisamente esta filosofía: un deseo mesiánico de liberar a la inmensa mayoría de las personas de los vicios y males a los que está sometido el cuerpo humano, de suprimir las injusticias de las que está llena nuestra vida.

Su sueño vital era librar al hombre de verdad de sus ataduras. Por eso fue capaz de renunciar a sus intereses personales en favor de esos objetivos más altos. No es posible encontrar en todo el mundo un ejemplo como éste, el de una persona que, estando en lo más alto del poder, lo abandona todo para buscar aventuras revolucionarias, en un momento de crisis absoluta y además en un lugar en que el éxito era prácticamente imposible.

Hay que recordar que era padre de cuatro hijos menores de edad. Deja todo eso en Cuba y se embarca en una expedición que no promete nada, excepto una muerte dolorosa. Leer su carta de despedida, dirigida a Fidel Castro, es imposible sin que te embargue un gran sentimiento. Es difícil encontrar en el mundo un ejemplo así de entrega; quizá sólo comparable al de la madre Teresa, que lo dio todo por los enfermos y los huérfanos.

En el caso del Che, esta entrega tuvo su propia forma. Se puede decir que se ha hecho un héroe de nuestro tiempo convertido en mito; y esta imagen perdurará hasta que aparezca otro Don Quijote capaz de eclipsarle. Pero el Che continuará siendo una especie de pequeña llama eterna.

-Muchos tienden a demonizar la imagen de Che Guevara, hurgando en su vida y sacando a relucir únicamente los hechos que, según ellos, prueban su crueldad y la disposición de solucionarlo todo por vía violenta, sin buscar fórmulas con compromiso con  sus rivales. ¿Qué impresión tuvo usted en el contacto con él?

-Su imagen se intenta inevitablemente empañar, se cuentan cosas inverosímiles y simplemente nimiedades, porque estorbaba a los estadounidenses, de quien fue enemigo desde el principio. Lo que ocurre que toda su vida transcurrió bajo el lema de “hay que crear para Estados Unidos uno, dos, tres Vietnam”. Y EEUU buscan vengarse por todos los medios. Por esta razón siguen los intentos de estropear su imagen.

Fui el primer soviético en conocerle en 1956 en México, mucho antes del triunfo de la Revolución Cubana. Lo vi como un simple hombre, los dos éramos unos jóvenes como otros cualesquiera. Pero nunca y nadie de quienes trabajaron con él mencionó ninguna muestra de crueldad por su parte.

-Ahora hay mucha información, incluida la negativa, sobre Che Guevara. Se llega a asegurar incluso que fue rival de Fidel Castro.

-No es la primera vez que lo oigo: supuestamente su rivalidad con Castro llevó a que Che Guevara fuera mandado por fuerza a la expedición a Bolivia. Por supuesto, se pueden seguir inventando cosas, pero nunca ocurrió. Que los interesados juzguen por los documentos, porque el periodismo imparcial parte precisamente de los hechos reales. Recientemente se ha editado en Argentina un libro sobre la correspondencia no publicada de Fidel Castro y Che Guevara. Se aborda el período cuando en el que el Che estaba combatiendo en Congo, en 1965. Se cita el texto del telegrama en el que se dice “Che, déjalo todo, no saldrá nada de esta idea, vuelve a Cuba que te necesitamos por aquí”.

La respuesta fue “Fidel, no he agotado todavía todas las posibilidades, necesito otro par de meses”. Era la nota dominante de la correspondencia, ¿de qué sirve inventar que estos dos hombres se odiaban? Habría que cuestionar la profesionalidad y la honestidad de los que dicen lo contrario.

-La hermana de Fidel y Raúl Castro, Juanita, que conocía bien al Che, contó después de escapar a Estados Unidos que era una persona propensa a destruir a sus rivales al surgir la más leve discrepancia.

-Apenas se debería prestar la mínima atención a este tipo de declaraciones. Al oír las palabras “traidor”, “escapar” no me cabe la menor duda de que alguna gente tiene que justificar sus actos. Por ejemplo, nuestro agente, el general de la KGB, Oleg Kaluguin, también escapó y se inventó unas cosas increíbles para justificar su traición. La hermana de Fidel también escapó a Estados Unidos y publicó un libro, pero ¿acaso nos deberíamos fiar de los traidores? Nunca.

-¿Quiere decir que era una persona que dejaba objetar a quienes no estaban de acuerdo y probaba con sus actos la certeza de sus propios criterios?

-Diría que sí. Cuando traducía sus conversaciones con Nikita Jrushchov, Che Guevara lo escuchaba todo con atención, lo sopesaba todo y replicaba. No era de carácter servil, como muchos, era una persona muy íntegra, un político que obraba siempre en interés de Cuba y, en general, en interés de todos los pueblos latinoamericanos.

-¿Cuál es el papel de la CIA en la persecución y la muerte de Che Guevara?

-Los agentes de la CIA que participaron en las operaciones de captura y asesinato del Che no escribieron ni publicaron nada al respecto. En Estados Unidos está prohibido publicar este tipo de memorias, así que nunca se sabrá nada de quienes fueron tras Bin Laden y consiguieron su muerte. Hace poco un marino estadounidense escribió un libro sobre Bin Laden. Y la ley no lo permite, será sometido a persecución judicial, al igual que está ocurriendo con Assange.

-Y ¿por qué Che Guevara después de su captura fue asesinado y no procesado o llevado a la CIA?

-Si lo hubieran dejado con vida, no habrían podido condenarle a la pena capital. Recordaría demasiado la Biblia, no habrían sido capaces. Estados Unidos recordaba bien el comportamiento de Fidel durante el asalto al Cuartel Moncada. En el juicio pronunció un discurso que se convirtió en crucial para la Revolución Cubana. El Che Guevara no era menos elocuente, sabía convencer, superaba con creces a sus hipotéticos jueces. De modo que no habrían tenido ni argumentos ni motivos para condenarle a muerte.

La asistencia de la CIA a las autoridades bolivianas consistió más bien en  asesoramiento, lo han reconocido todos, incluido el ministro de Asuntos Exteriores de Bolivia de aquellos momentos, Antonio Arguedas, que robó los diarios del Che, sacó una copia y la envió a Cuba. Ayudó también para que sus manos cortadas llegaran hasta sus correligionarios y más tarde indicó el lugar donde había sido enterrado. Incluso entonces Arguedas reconocía que los estadounidenses los habían asesorado durante toda la operación de captura del Che.

-Dígame, ¿y se puede asegurar que la orden de asesinar al Che partió de la CIA?

-Formalmente la orden la emitió el presidente de Bolivia, el general René Barrientos Ortuño, pero el respectivo consejo se le dio con mucha insistencia por el representante de la CIA en Bolivia que tenía bajo su control toda la operación. Dijo: “Acaben lo antes posible, no se demoren”. Es por esta razón por la que la captura y el fusilamiento fueron cuestión de escasas horas.

-Es decir, ¿después de la captura del Che los acontecimientos siguieron un ritmo vertiginoso?

-Efectivamente, presentaba un peligro colosal, mayor que una bomba atómica, lanzada por el hipotético enemigo sobre el territorio de Estados Unidos. Su imagen sigue teniendo a Washington en jaque hasta el día de hoy.

-Se reunió con Che Guevara en Moscú. ¿Qué era lo que le impresionó más o, posiblemente, decepcionó de nuestro país?

-Quedó profundamente impresionado por cómo había recibido el pueblo soviético la noticia sobre el triunfo de la revolución en Cuba. Participó en reuniones con las masas y habló en mítines, estableció contacto con la gente, era para él como una especie de revelación.

Le impresionó también la disposición de nuestro Estado de prestar la más amplia ayuda a la Revolución Cubana: no había venido a la URSS en calidad de diplomático, sino para vender dos millones de toneladas de azúcar cubano, para la que estaba prohibida la entrada en EEUU. Era la misión primordial de su estancia en nuestro país.

Recordemos que a la Unión Soviética le costó trabajo adoptar aquella decisión, lo noté en la reacción y los comentarios de Jrushchov. En aquellos momentos no teníamos necesidad alguna de comprar azúcar. Sin embargo, el Gobierno optó por reducir las plantaciones de la remolacha azucarera y comprar 1,2 millones de toneladas de azúcar bajo la garantía de que los suministros ya no se suspenderían. Esas restantes 800.000 toneladas el Che consiguió venderlas entre los países del Pacto de Varsovia y otras 200.000 toneladas se enviaron a China y Corea del Norte. De modo que supo resolver el problema que se le había planteado, un mérito digno de la más sincera admiración.

Además, le sorprendía enormemente que en un país de 260 millones de habitantes se viviera sin afán de lucro ni ganas de aprovecharse del prójimo. Me pidió que le aconsejara algunos libros de autores soviéticos. En ellos se había plasmado su sueño dorado y la gente vivía libre del poder del dinero. El dinero, aseguraba, era una “lapa” que nunca le soltaba a uno.

Actualmente operamos con otras categorías: en primer lugar la gente se interesa por los ingresos, los honorarios y las propiedades, Che Guevara descartaba esta actitud tajantemente.

-Ahora muchos llaman las actividades del Che en Congo, Bolivia y países latinoamericanos “exportación de la revolución”. ¿Podríamos compararlo con lo que presenciamos en estos momentos, es decir, con los intentos de Estados Unidos de exportar las llamadas “revoluciones de colores” a diferentes rincones del mundo?

-No creo que sea correcto trazar paralelos entre quienes exportan las revoluciones de colores y Che Guevara, que tenía unos objetivos sociales muy precisos. Quería hacer mejor la vida para el pueblo, para la gente, para la mayoría. Una señora incluso le mandó una carta preguntando si eran parientes, porque ella también se apellidaba Guevara. Le contesto “Si usted es capaz de llorar por la desgracia ajena, somos familia. Si no, solo llevamos el mismo apellido”.

Nadie de quienes promueven en nuestros tiempos las revoluciones de colores llora al ver el dolor ajeno, pero Che Guevara sí que lo hacía. Por eso viajó al Congo, a Bolivia, a Cuba. Las revoluciones de colores es una categoría completamente distinta, tienen el mínimo contenido social.

Y... ¡Los derechos del hombre! Muchos intentaron comerme la cabeza con este tema. No me da la sensación de que con el régimen de Gaddafi los derechos humanos se vulneraran en mayor medida que en la actualidad. Estuve en Libia y el nivel de servicios sociales que se prestaban al pueblo era muy alto. En el Norte de África no hubo un estado más protegido socialmente que Libia.

Pero allí sí que había un régimen político muy incómodo para Occidente. Y sí, en un momento dado este régimen apoyó al terrorismo. Había que quitarlo y lo quitaron. A nadie le importaron los medios. ¿Cree que el régimen de Al Asad en Siria es o ha sido tan inhumano y cruel como nos dicen? Pues no, visité Siria en numerosas ocasiones, hablé con la gente, estuve en Alepo y Damasco. Sentía una fuerte protección social, nada que ver con Rusia, por eso siempre comparaba el nivel con el de la Unión Soviética. Y en Siria era más alto, sin lugar a dudas. Lo que molesta es el líder.

-¿Cree que Estados Unidos para eliminar a Al Asad está dispuesto a destruir el país?

-Por supuesto, porque detrás de él está su partido, parte del cuerpo de oficiales educado en su mayoría en Rusia. Indudablemente, estamos ante el intento de destruir un Estado con toda su historia.

-Conoció a Che Guevara mucho antes de la Revolución Cubana, ¿fue un encuentro casual?

-Pasaron más de 60 años y puedo decir que no fue casual. Nos vimos en el apartamento donde se hospedaba en México Raúl Castro. A Raúl lo conocía desde 1953. Aquella vez sí que fue casualidad, fuimos vecinos de camarotes en un barco. Cuando Raúl se vio emigrado a México fui a visitarlo como viejo amigo. Yo entonces era becario de la Embajada de la URSS. Raúl no estaba bien y al lado de su cama vi a Che Guevara. Así fue como lo conocí y me lo presentaron como un médico emigrante.

-¿Qué período de la vida de Che Guevara debería considerar el más lleno?

-Destacaría dos etapas, la primera es la guerra revolucionaria en Sierra Maestra. Desde el punto de vista militar la victoria fue posible precisamente gracias a Che Guevara, cuyas tropas partieron de la zona, consiguieron llegar hasta el centro del país y tomaron a finales de diciembre la ciudad de Santa Clara, en pleno centro de la isla. Significó el final de la guerra, al día siguiente Batista abandonó Cuba.

De modo que fue el Che quien forzó a Batista a huir. Fidel Castro tardó una semana en llegar hasta La Habana, siendo el segundo después de Che Guevara en entrar en la ciudad.

 Y la segunda etapa es la del martirio, la de la expedición boliviana, donde demostró su inquebrantable ánimo. Fue grande en su victoria y en su fracaso.

sábado, 18 de mayo de 2013

LA VICTORIA DE LA URSS Y LOS DEBATES SOBRE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL


LA GRAN VICTORIA DE LA UNION SOVIÉTICA
A 68 AÑOS DEL FIN DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

Por Sergio Daniel Aronas – 9 de mayo de 2013
                                  
Al cumplirse hoy 68 años de la terminación de la Segunda Guerra Mundial no cesan los debates sobre el significado histórico universal de la gran victoria sobre el nazi fascismo alemán y el militarismo japonés y quien se atribuye los mayores méritos en la derrota de la Alemania nazi, su sistema de poder y sus siniestras organizaciones. Del triunfo militar en los campos de batalla se ha pasado a la lucha ideológica en el campo del estudio, la historia y la investigación y que, a la luz de nuevos documentos que se dan a conocer a la opinión pública, se profundiza cada vez más determinar cuáles fueron las causas que originaron la mayor matanza de todos los tiempos, cuáles fueron las distintas etapas en el desarrollo de la lucha, cuáles fueron los momentos decisivos y porque, cuáles fueron sus consecuencias políticas, económicas, sociales, jurídicas, geográficas, étnicas, diplomáticas y demográficas y desde este punto de vista, indagar cómo han evolucionado las relaciones entre los distintos países y continentes: entre los que combatieron en la guerra y los que no participaron y en ese devenir histórico en qué se ha convertido en la actualidad. La guerra finalizada en 1945 continúa en el campo de la historia política y militar.
           
Para un enfoque de esta naturaleza, se debe partir de la base que jamás terminarán las polémicas y discusiones sobre la Segunda Guerra Mundial mientras las bestias derrotadas sigan reivindicando a los monstruos que la desencadenaron y no se resuelvan las principales cuestiones que la guerra trajo aparejada durante aquellos seis terribles años vividos entre las que podemos mencionar:

1) Que se oculte, mienta y se minimice el papel fundamental que cumplió la Unión Soviética y el Ejército Rojo en la destrucción de toda la maquinaria de guerra alemana y en la liberación de los países de Europa Oriental;

2) Que nunca se haga referencia a la participación crucial de los soviéticos en la derrota del ejército imperial japonés sobre cuyo aporte se habla muy poco al punto tal que casi ni se menciona la intervención soviética en esta etapa de la guerra que, obviamente, es tapada por los bombardeos atómicos sobre Hiroshima y Nagasaki y la posterior rendición japonesa el 2 de septiembre de 1945 a bordo del acorazado Missouri;

3) Que se siga mintiendo al mundo con la negación del holocausto no sólo de los  judíos europeos, sino de todos los demás pueblos y minorías invadidos por las tropas nazis que concluyeron con el asesinato a sangre de fría de mujeres, niños y ancianos indefensos.  

4) Que se quiera hacer creer que las bombas atómicas arrojadas por los Estados Unidos fue el hecho que llevó al triunfo de los Aliados;

5) Que se oculten la actividad de la resistencia antifascista en la propia Alemania desde que los nazis llegaron al gobierno en enero de 1933; porque ésta existió tanto en la sociedad, en los partidos políticos que aunque fueron exterminados, un minuto de resistencia a un régimen criminal y terrorista como fue el nazismo merece ser reconocido; y también en los medios religiosos, en los círculos militares y en el cuerpo diplomático.

6) Que se oculten el heroico papel de las resistencia en los territorios ocupados por los ejércitos fascistas, como fue el caso del Partido Comunista Francés, el partido de los 70.000 fusilados, de los movimiento guerrilleros donde se destacaron por su combatividad los bravos partisanos soviéticos, yugoslavos, búlgaros, italianos y albaneses, como así también a los integrantes de la resistencia checoslovaca, húngara, danesa, holandesa y noruega; de los valientes diplomáticos y agentes secretos que infiltrados en las filas enemigas hicieron un aporte substancial en la derrota del enemigo común. Y que un historiador marxista mundialmente reconocido por todas las corrientes historiográficas como el inglés Eric Hobsbawm califique a los movimientos europeos de resistencia como “mitológicos” es verdaderamente sorprendente y más sorprendente es que casi ningún historiador se han detenido en este tema para intentar refutar este análisis de Hobsbawm (Ver su libro Historia del Siglo XX, Crítica, 1ª Edición, página 169). El problema suscitado acá es que todavía no se ha escrito una auténtica historia de los movimientos de la resistencia y plantear como plantea Hobsbawm de que su incidencia militar fue mínima, es correcta porque la resistencia no nació para realizar batallas campales tipo Kursk. La resistencia tenía como misión el sabotaje, cortar líneas de suministros, volar puentes, destruir instalaciones, en definitiva su misión era la realización de atentados contra el invasor nazi y golpearlo en los puntos más débiles o en aquellos que jamás pensaría que podían ser atacados. Y esas acciones no tuvieron nada de mitológico sino que se jugaron la vida y sus actos de heroísmo y valentía merecen el eterno homenaje. 

7) Que se mientan y oculten la epopeya de los judíos combatientes en la sublevación del Ghetto de Varsovia el 19 de abril de 1943 y que fue la primera insurrección armada contra la ocupación nazi en cuatro años de guerra;

8) Que se hable poco y nada del nefasto comportamiento que tuvo el Vaticano durante la guerra ya que no movió un dedo en denunciar los planes hitlerianos para el exterminio de los prisioneros en los campos de concentración y por sus asquerosas relaciones con los nazis estaban al tanto de todos los hechos que sucedían en la guerra porque si existe una institución mundial que esté perfectamente informada de todo lo que pasa en el mundo, esa organización es la Santa Sede, solo que durante la Segunda Guerra Mundial no fue nada santita.

9) Que se hable muy poco del enorme desempeño de la resistencia en los campos del concentración, sobre todo en aquellos donde su liberación fue producto de la insurrección de los prisioneros y no por la entrada de las tropas de Estados Unidos y del Reino Unido, como fue el caso del campo de Buchenwald el 11 de abril de 1945 como así también en los de Sobibor, Treblinka, Bialistok, Vilna y Kaunas;

10) Que se mienta y se oculte que fue en el frente oriental donde tuvo lugar el enfrentamiento militar más grande, violento, encarnizado no sólo de toda la guerra sino la historia mundial entre la Unión Soviética y los invasores fascistas. Y ahí fue el lugar donde fue destrozado el 80% de los ejércitos nazis y 75% de su equipamiento militar y que, en definitiva, se analice la Segunda Guerra Mundial como si las operaciones militares principales y que decidieron su curso victorioso se hubiesen desarrollado en cualquier otro lugar menos en el frente soviético-alemán;

11) Que se mienta descaradamente y sin fundamento alguno con el cuento de que el pacto Ribbentrop-Molotov firmado el 23 de agosto de 1939 entre Alemania y la Unión Soviética y por iniciativa de la primera, fue la causa que provocó la guerra y no se diga una sola palabra sobre el verdadero pacto que dejó a los países de Europa servida en bandeja para los planes invasores de Hitler: el tratado de Munich del 29 y 30 septiembre de 1938 donde los apaciguadores imperialistas con Inglaterra y Francia a la cabeza, le abrieron las puertas a los ejércitos nazis y a sus aliados fascistas para iniciar la contienda bélica. Es más, la historiografía angloamericana justifica la firma de dicho pacto porque para ellos fue un intento de limitar las ambiciones territoriales de la Alemania Nazi, como una forma de asegurar la paz en Europa desmembrando y liquidando a Checoslovaquia, país que no fue invitado y no participó de esa siniestra conferencia. El pacto soviético germano – por más que muchos no les guste, por más que a muchos les hubiese producido asco, incomprensión y que les resulte inaceptable, en la perspectiva histórica acerca de cómo se desarrollaron los acontecimientos que terminaron en la guerra mundial, significó de hecho un triunfo de la diplomacia soviética debido a que impidió que el imperialismo internacional encabezado por el trío de los Estados Unidos, Inglaterra y Francia desencadene la guerra con un ataque alemán contra la Unión Soviética desde el primer momento como era el deseo de los gobiernos de esos países.

12) Mientras todos los que critican con ferocidad el pacto de no agresión entre Alemania y la Unión Soviética, con la desfachatada posición de ubicar a los dos países en un mismo plano, tratando de convencer que sus sistemas políticos y sus sistemas de gobiernos fueron lo mismo, llama poderosamente la atención que no comenten absolutamente nada acerca de que quienes impulsaron el rearme de la Alemania nazi y que fueron las principales multinacionales de los países capitalistas como Estados Unidos, Inglaterra y Suiza, gracias a los cuales hicieron fabulosos negocios en la preparación bélica del fascismo alemán antes y durante la guerra: Estados Unidos e Inglaterra fueron quienes proporcionaron la base material y técnica para el desarrollo industrial de las fuerzas armadas alemanas y Suiza se convirtió en su agente financiero y proveedor de los instrumentos de precisión, de medición y de relojería que necesitaban el armamento de las Fuerzas terrestres de la Alemania nazi;

13) Que nunca asuman los países capitalistas desarrollados, impulsores del fascismo, su total responsabilidad y culpabilidad moral y política en las relaciones que establecieron con la Alemania nazi para alentarla a provocar la guerra mundial y ya en plena guerra seguían tramando conversaciones secretas cuando los soviéticos exigían desesperadamente la apertura de un segundo frente en 1942 y 1943. Y aún así, la propaganda occidental se cree con derecho a pedir a los historiadores rusos que realicen autocrítica por el pacto de agosto de 1939 y mucho más en la época soviética. ¡Qué miserables!

14) Que se siga hablando sin justificación alguna que la Conferencia de Yalta realizada entre el 4 y 11 de febrero de 1945, concluyó con un supuesto reparto del mundo, que resultó favorable al “imperio ruso” y que las potencias occidentales “capitularon” frente a la delegación soviética”. Es indudable que la Conferencia de Yalta fue la más trascendente y relevante de todas las que se llevaron a cabo durante la guerra porque fue la que decidió cómo se iba a terminar la lucha contra la Alemania nazi y en caso de vencer las medidas a tomar con las naciones derrotadas y pensando en el futuro en cuanto a la creación de un sistema internacional de nacione. Las críticas a los responsables de la política exterior de los Estados Unidos y Gran Bretaña, sobre todos a sus jefes de gobierno, Franklin Roosevelt y Winston Churchill, aun siguen dando que hablar porque según ellos, se sometieron a los planteos de Stalin, claro como si negociar con las potencias de Occidente era un juego de niños. Una pequeña prueba fue la disputa en torno a las reparaciones de guerra donde los ingleses proponían el principio “a cada cual según sus necesidades, de Alemania según sus fuerzas”; a lo que Stalin le replicó: “Prefiero otro principio: a cada cual según sus méritos”.

15) Los revanchistas anticomunistas y antisoviéticos de nuevo cuño que en los últimos años han salido del basurero de la historia, han tenido el calamitoso y espantoso atrevimiento de que el Parlamento Europeo formada por naciones que hoy deben su existencia al papel desempeñado por la Unión Soviética y la resistencia comunista y partisana, de establecer con carácter de declaración oficial, la supuesta doble responsabilidad tanto de la Alemania fascista y de la ex Unión Soviética en el desencadenamiento de la Segunda Guerra Mundial. Semejante basura de declaración y hay que tratarla con esta dureza de conceptos porque no se merece otra expresión, no sólo porque es inaceptable e inadmisible, sino que es una horrenda falsificación de la historia, un insulto a los 27 millones de soviéticos caídos en la guerra y una afirmación de la peor calaña que pueda leerse. Hoy vemos que un grupo de pequeños países situados en la región del Mar Báltico europeo (Estonia, Lituania y Letonia) tienen gobiernos que reivindican los crímenes realizados por los invasores nazis de las Waffen SS, les levantan monumentos, realizan homenajes a esta banda de asesinos; se atreven a llamarlos “libertadores” y proclaman a viva voz rechazar los Juicios de Nuremberg. Por último, la “justicia” de este trío de países en lugar de juzgar a las víctimas del fascismo, ha juzgado y encarcelado a quienes combatieron la agresión del nazismo y que por su actuación fueron condecorados en su momento con el título de Héroes de la Unión Soviética, puesto que también reniegan y condenan los años del poder soviético. En lugar de hablar de la Segunda Guerra Mundial como la guerra que tuvieron contra la Alemania nazi, lanzan la estrafalaria idea de que en realidad la guerra fue contra “la ocupación soviética”, calificando a los ejércitos alemanes con el nombre de “combatientes de la libertad” ya que vinieron a ayudarlos a liberarse del “yugo comunista”.

16) Que muchos historiadores, políticos e investigadores consideren la liberación de Europa Oriental por el Ejército Soviético como una invasión militar, que derrocaron a las monarquías sostenidas por el verdadero invasor la Alemania nazi y que como consecuencia de esta lucha se impusieron gobiernos comunistas en los países por donde pasó el Ejército Rojo. Si esto fuera así, como explican, que en Austria, país liberado por las divisiones soviéticas que permanecieron en el país diez años hasta 1955 que acordaron su retirada, nunca haya habido un gobierno comu

Con serie de cuestiones ya tenemos material para publicar e investigar sobre cada un de los en profundidad. Ahora realizaré comentarios acerca de mi punto de vinta sobre la victoria de la ex Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial, que ellos llaman “La Gran Guerra Patria”.

Los historiadores e investigadores siguen escribiendo nuevos libros, algunos más polémicos que otros y está muy bien que se siga publicando sobre la Segundo Guerra Mundial, cuya esencia principal de todos ellos es encontrar nuevos elementos que permitan entender porqué sucedió esta guerra terrible, si fue o no un acontecimiento inevitable. La gran mayoría de los autores se dedican a investigar las causas que dieron origen al nazismo y porque y cómo llegó Hitler al poder. Ponen mucho énfasis en describir hasta el más mínimo detalle las características y rasgos fundamentales de la dictadura fascista alemana, pero son muy pocos los que tienen el empeño de analizar cómo y porque la Unión Soviética logró derrotar a todos los invasores en la Gran Guerra Patria de 1941 a 1945. Y se debe decir todos los invasores porque en el ataque a la Unión Soviética junto a las tropas alemanas, participaron divisiones enteras de los ejércitos de los aliados nazis como Italia, Croacia, Eslovaquia, Francia, España, Finlandia, Hungría, Bohemia, Moravia y otros países. Salvo el historiador británico Antony Beevor casi nadie escribe sobre la participación victoriosa de la Unión Soviética en la Segunda Guerra Mundial. Entre estos nuevos análisis la mayoría aun tiene miedo, temor, terror o pavor de decir que la gran victoria sobre el fascismo alemán y el imperio japonés fue producto del accionar combatiente y aguerrido del pueblo soviético y su Ejército Rojo. Todavía a 68 años de este triunfo colosal a la comunidad de la historia occidental le cuesta horrores reconocer el papel decisivo que cumplió la Unión Soviética en esta guerra demencial. Esto se debe a que honestamente creen que las cuatro grandes potencias contribuyeron de igual manera a la derrota tanto de la Alemania nazi como de Japón en 1945.

Por más que escriban toneladas de libros y se gasten océanos de tinta, por más que utilicen las matemáticas, las estadísticas, la física, la química, la ingeniería y todas las ciencias fácticas y/o sociales para mostrar la cantidad de soldados en lucha, de tanques, divisiones, ejércitos, de aviones, de buques, de los muertos y heridos, de la movilización civil, del esfuerzo bélico, de la fabricación de armamentos, de la ayuda occidental, de la organización económica para la guerra y por más que se rompan los dientes en intentar demostrar a quien le corresponde el verdadero mérito de auténtico vencedor de la Segunda Guerra Mundial, nada ni nadie nunca podrá corromper la historia, no podrán engañar a nadie, no podrán seguir mintiendo eternamente y no podrán refutar con ningún motivo, causa, explicación, estudio, análisis, opinión o punto de vista y por ninguna circunstancia, que el hecho incontrastable, axiomáticamente irrefutable y que jamás podrá demostrar lo indemostrable que fue la Unión Soviética, la nación contra la cual se desencadenó la guerra, la verdadera triunfadora, la vencedora en la guerra más criminal y salvaje que tuvo lugar en la historia de la humanidad.

Los historiadores occidentales tienen ahora la ventaja de que la Unión Soviética no existe y por eso se creen autorizados a escribir cualquier tipo de narraciones sobre los hechos y acontecimientos que tuvieron durante la Segunda Guerra Mundial y creen como creen que la actual generación que vive en la Federación Rusa se olvida de lo que hicieron los imperialistas alemanes y como lucharon y murieron los ciudadanos que constituían en aquellos la Unión Soviética.

Está claro que en el estudio y análisis de una transcendencia tan gigantesca para la historia de la humanidad como fue la Segunda Guerra Mundial, nadie puede quitarse sus concepciones y sus cuerpos de ideas cuando se pone a escribir los hechos y acontecimientos de esta guerra. Si no nos podemos sacar dichas nociones, si no podemos dejar de lado nuestro pensamiento tanto en lo particular como en lo general sobre lo que ocurrió entre 1939 y 1945, entonces se plantea la cuestión de qué manera se puede ser auténticamente objetivo si no puedo desprenderme de mi ideología. Acaso, ¿se puede estudiar la Segunda Guerra Mundial al margen de la ideología? Por lo tanto, ¿por qué se le teme tanto a la ideología? ¿Por qué un determinado enfoque puede ser calificado de ideológico? ¿Cuál es en esencia del problema a estudiar en este caso la Segunda Guerra Mundial desde un punto de vista ideológico? Yo lo tengo y jamás voy a renunciar a él. De modo que si nos metemos en el barro para analizar un tema tan intrincado y tan arraigado en la conciencia de los pueblos como fue la Segunda Guerra Mundial, la única manera de ser auténticamente objetivo es que nuestra ideología, nuestra concepciones y puntos de vista no estén en contradicción con los hechos que se estudian y solo con documentos y fuentes fidedignas podrán sostenerse todo el andamiaje de este enfoque. La guerra provocada por la Alemania nazi contra la Unión Soviética no solo fue un bestial enfrentamiento militar sino que fue como el mismo Hitler lo dijo, fue una guerra ideológica, una guerra entre dos sistemas, entre dos mundos completamente diferentes, en resumidas  cuentas, entre dos ideologías absolutamente irreconciliables. Como ejemplo de esto, están las órdenes del alto mando alemán para la liquidación de los comisarios políticos soviéticos no importar el rango y nivel que tuvieran. La orden de estricto cumplimiento, obligaba a las fuerzas invasoras nazis a fusilarlos en el lugar que se encontraran. Este es el texto de la brutal orden firmada por Hitler:

“- Nº 44822-"ALTO SECRETO".-6-06-1941- ¡Transmisión sólo a través de oficiales! Directivas para el Tratamiento de los Comisarios Políticos. Jefe de Oberkommandos Gz.Walter Warlimont En la lucha contra el bolchevismo no se ha de esperar que el enemigo actúe de acuerdo con los principios de Humanidad o Ley Internacional. En particular, debe esperarse un tratamiento vengativo, cruel e inhumano por parte de los Comisarios políticos de todos los tipos, dado que son ellos los líderes de la resistencia en la práctica. Las tropas deben darse cuenta de que: 1) En esta lucha, la indulgencia y la consideración de las Leyes Internacionales están fuera de lugar el tener que tratar con estos elementos. Ellos constituyen un peligro para su propia seguridad y la rápida pacificación de los territorios conquistados. 2) Los creadores de los bárbaros métodos de guerra asiáticos son los Comisarios políticos. En consecuencia, deben ser tratados con la mayor severidad, de inmediato y sumariamente. Por lo tanto, serán liquidados de inmediato cuando sea capturados en combate u ofreciendo resistencia. Para el resto, se aplicarán las siguientes directivas: I. Zona de combate. 1) Los Comisarios políticos que se opongan a nuestras tropas serán tratados de acuerdo con el decreto que establece la aplicación de la ley marcial en el área de Barbarroja. Esto es aplicable a los Comisarios de cualquier tipo y rango, incluso si sólo son sospechosos de resistencia, sabotaje o instigación a los mismos. Tomar como referencia la “Directiva concerniente a la conducción de las tropas en Rusia.” 2) Los Comisarios políticos como órganos de las tropas enemigas son reconocibles por una insignia especial con la estrella roja con martillo y hoz de oro cruzadas sobre las mangas. Han de ser separados de inmediato, es decir, todavía sobre el campo de batalla, de los prisioneros de guerra. Es necesario evitar que puedan ejercer su influencia sobre los prisioneros de guerra de ningún modo. Estos Comisarios no serán reconocidos como soldados, la protección de prisioneros de guerra por la Ley Internacional no es aplicable a ellos. Serán liquidados después de separarlos de la tropa. 3) Los Comisarios políticos que no hayan cometido o no sean sospechosos de ataques hostiles no serán ejecutados por el momento. Sólo después de una penetración más profunda hacia el interior del país será posible decidir si los oficiales que hayan quedado atrás pueden quedarse donde están o si han de ser entregados a los Sonderkommandos (Comandos Especiales). Preferiblemente estos últimos deberían decidir sobre este punto. Como principio, al decidir acerca de la cuestión de si es “culpable o no culpable”, la impresión personal que se pueda tener a partir de la mentalidad y actitud del Comisario tendrá preferencia sobre hechos que puede que sean indemostrables. 4) En los casos 1 y 2, se enviará un mensaje breve sobre el incidente: a) por parte de las unidades divisionales a los cuarteles generales divisionales (Oficial de Inteligencia). b) por parte de las tropas directamente a las órdenes de un cuerpo, un ejército, un grupo de ejércitos o un grupo Panzer, a sus cuarteles generales respectivos (Oficial de Inteligencia). 5) Ninguna de las medidas mencionadas arriba deben obstruir las operaciones. Nuestras tropas, por tanto, no llevarán a cabo registros metódicos ni acciones de rastreo. II. En la Zona de Comunicaciones. Los Comisarios que sean arrestados en la zona de comunicaciones como resultado de una actitud dudosa serán entregados a los Einsatzgruppen o Einsatzkommandos de la Policía de Seguridad (Servicio de Seguridad). III. Limitaciones de los Consejos de Guerra y de los Tribunales Sumarios. No hay que encargar a los consejos de guerra y a los tribunales sumarios de regimiento y otros comandantes la ejecución de las medidas tratadas en los puntos I y II. -"Te encomendamos a seguir la guía! ¡Viva el Socialismo Nacional"-.   

Esto puede denominarse uno de los primeros documentos que integraron los planes para los asesinatos masivos emanados del gobierno de la Alemania Nazi. Estos fueron el inicio del criminal programa de exterminio que implantaron en toda en Europa y no sólo contra los judíos, sino que con particular saña lo llevaron a la práctica contra la Unión Soviética. Contra ningún otro país invadido por los nazis hubo una orden de matar tan salvaje como esta.   

Por más ríos de tinta que produzcan con la puesta en circulación de nuevos libros, artículos, análisis y comentarios apelando a todos los métodos que habitualmente posee el muy poderoso aparato de propaganda político y militar del imperialismo, no podrán ni ocultar ni cambiar jamás el resultado final de la Segunda Guerra Mundial: Señores: seamos claro y entiéndalo definitivamente: EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL, CUYO ESCENARIO PRINCIPAL FUE LA GUERRA ENTRE LA ALEMANA NAZI Y LA UNIÓN SOVIÉTICO, EL RESULTADO FINAL FUE ESTE: VENCIO EL EJERCITO SOVIETICO, VENCIERON LAS FUERAS ARMADAS DE LA UNION SOVIETICA, TRIUNFO EL PUEBLO SOVIETICO DIRIGIDO POR EL PARTIDO COMUNISTA. A LA ALEMANIA NAZI LA DERROTO UNA SOLA NACION: UNA NACION UNIDA CON UN ALTO GRADO DE SACRIFICIO, DE ENERGIA, CON UNA VOLUNTAD IMPLACABLE E INQUEBRANTABLE DE LUCHA POR SU INDEPENDENCIA Y LA LIBERTAD POR CONSTRUIR SU MODELO DE SOCIALISMO Y ESA NACION SE LLAMO LA INMORTAL UNION SOVIETICA: GLORIA ETERNA A SUS HOMBRES Y MUJERES, A SU OBREROS Y CAMPESINOS, A SUS SOLDADOS, A SUS JEFES MILITARES Y A SUS GOBERNANTES Y A TODOS SUS GLORIOSOS ETERNOS 27 MILLONES DE MUERTOS. LA UNION SOVIETICA RESISTIO LA AGRESION Y EL ATAQUE FASCISTA, LA COMBATIO EN TODOS LOS FRENTES, APLICANDO TODOS LOS METODOS DE LUCHA EXISTENTES Y DISPONIBLES Y TRIUNFO HASTA LA TOMA DE BERLIN, LA CAPITAL DEL NAZISMO Y OCUPAR EL MISMO EDIFICIO DONDE LOS CRIMINALES NAZIS SOÑARON CON CONQUISTAR EL MUNDO. Y AHÍ EN ESE LUGAR SAGRADO AL CUAL NINGUN EJÉRCITO HABÍA LOGRADO ENTRAR EN CASI 150 AÑOS, ENTRÓ EL EJERCITO ROJO VICTORIOSO IZANDO LA ETERNA BANDERA ROJA DE LA HOZ Y EL MARTILLO QUE ES LA QUE INICIA TODOS LOS AÑOS EL MAJESTUOSO DESFILE DE LA VICTORIA EN LA PLAZA ROJA MOSCÚ. Cuando los militares de las potencias occidentales ven esta imagen de los soldados soviéticos con su bandera colocado en los más alto del Reischtag, se les revuelve el estómago y a los neonazis y neofascistas vomitan su odio porque aun no pueden creer que hayan perdido la guerra contra una nación “tan inferior” como afirmaban los dirigentes de la Alemania nazi respecto de los pueblos de Europa del este a los que pretendían borrar de la faz de la tierra. Esta es la principal lección que la historia nos dejó de la Segunda Guerra Mundial. En vista de todo esto, quieren que ahora la Federación Rusa como la heredera jurídica de la ex Unión Soviética rinda cuentas y explique el accionar de sus fuerzas armadas en la liquidación de los invasores fascistas, invirtiendo la carga de la prueba sobre el modo en que llevaron a cabo las batallas para la liberación de su país.

Y esto hay que remarcarlo con contundencia porque frente a la increíble cantidad de libros que aparecen sobre la dictadura nazi, las páginas de internet dando lujo de detalle de las batallas iniciales donde el ejército alemán obtuvo triunfos importantes en la guerra contra la Unión Soviética, parecería que Hitler ganó la guerra.

El imperialismo que tanto ayudó a desarrollar el militarismo fascista de la camarilla criminal hitleriana, jamás perdonó a los soviéticos haber triunfado en la guerra y ellos los países occidentales, que fueron tan criminales como los nazis al proveerles de todos los materiales para que construyan en tiempo récord unas potentísimas fuerzas armadas capaz de poner en combate a casi un cuarto de su población, ahora se presentan como los inmaculados inocentes de que nada sabían lo que hacían sus multinacionales y sus asquerosos negocios con los asquerosos nazis.

Ahora resulta ser que como la Unión Soviética ya no existe como nación jurídica, geográfica y política, aparece cualquier persona que puede mentir a diestra y siniestra acerca de las causas, desarrollo y consecuencias de la Segunda Guerra Mundial porque creen que nadie se acuerda que hubo un país llamado la Unión Soviética que soportó como ninguna otra nación la devastación de su territorio, la destrucción del 30% de su economía y la pérdida del casi el 15% de su población. Los historiadores norteamericanos pueden  decir y hablar de todo porque nunca su territorio fue alcanzado por las bombas alemanas; su país tuvo la suerte de no sufrir ningún daño ni la destrucción de absolutamente ninguna casa, puente, camino, por lo que su población civil no vivió los desastres que pasaron en los otros continentes por efecto de los ataques alemanes o japoneses. Entonces, según de qué se pare cada uno tiene el derecho a opinar y a juzgar la actuación de cada país. Pero no pueden negar la historia y explicar la Segunda Guerra Mundial como si la titánica guerra entre soviéticos y alemanes hayan tenido un papel secundario en cuanto a la estrategia. Por eso vale la pena aclarar acerca de qué estrategia se estarán refiriendo. Seguramente a que la matanza entre alemanes y soviética sea de una magnitud tan dantesca que les permitiera a Estados Unidos a entrar como árbitros de los asuntos mundiales e imponer su voluntad a todos los pueblos.   

Todos los años publican “nuevas teorías”, “pruebas irrefutables” de supuestas fuentes fidedignas y confiables para tergiversar por que triunfó la Unión Soviética sobre la base de los conocidos y muy retorcidos argumentos según los cuales “Hitler se equivocó” o “falló en sus cálculos sobre las potencialidades de Alemania para ganar la guerra” o que durante el desarrollo del Plan Barbarroja para la invasión de la Unión Soviética “nunca debió emprender la guerra económica por los recursos petroleros sino que debió continuar su marcha hacia Moscú”; que “el general invierno fue el principal factor que  paralizó y desmoronó los planes fascistas de guerra relámpago en territorio soviético”. Si vemos en todos los detalles la preparación del plan de ataque alemán a la Unión Soviética desde la organización de sus mandos en tres grandes grupos de ejércitos, la movilización de tropas, su disposición en el frente, el poderío de fuego, la cantidad gigantesca de armamentos, de tanques, cañones, aviones, vehículos de transporte y el despliegue de más de 5 millones de soldados, todo fue perfectamente calculado para una guerra estival y también para una guerra de invierno. En lo que se equivocó fue en la resistencia del pueblo soviético que aguantó como ningún otro país la invasión nazi quienes al decidirse por la agresión sin previa declaración de guerra contra la URSS, tenían bajo su dominio un territorio que albergaban a 290 millones de habitantes en Europa y gracias a los cuales pudieron fundir 32 millones de toneladas de acero, extraer 400 millones toneladas de carbón y producir 7 millones y medio de toneladas de petróleo para ser usado en el frente oriental.

Hay cuatro cuestiones que la historiografía de los Estados Unidos y Europa Occidental y que luego se repite como loros entre los académicos de América Latina siguen polemizando, cuando en realidad no hay nada que polemizar. En orden a cómo sucedieron los hechos, tanto los grandes triunfos soviéticos en las batallas de Moscú en 1941 y en Stalingrado en 1943 fue el fruto no de su impresionante resistencia y capacidad combativa sino del mal llamado General Invierno. En segundo lugar, que todavía continúen embaucando al mundo con que el desembarco aliado del 6 de junio de 1944 en las costas de Normandía fue el hecho que hundió a la Alemania nazi y marcó el fin de la guerra en Europa y que gracias a la unión combinada de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá, el ejército y la resistencia francesa, la Alemania fue derrotada y obligada a firmar la rendición incondicional. De todos ellos, la resistencia francesa hizo mucho más por tu Patria invadida por los nazis que lo que pudieron hacer estadounidenses e ingleses. En tercer lugar, están las discusiones y debates en torno a las resoluciones tomadas por las tres potencias aliadas en la Conferencia de Yalta entre el 4 y el 11 de febrero de 1945 donde, despotrican las pavadas de que ahí se repartieron el mundo, que cada potencia quedó a cargo de su zona de influencia y que por lo tanto, nadie debía meterse en los asuntos que cada país vencedor le toca controlar la parte del mundo, supuestamente repartido como si se tratara de los Y en cuarto y último lugar, que la rendición del ejército imperial japonés de más de 1 millón de hombres dislocados en la frontera chino-soviética, fue debido a las inútiles e innecesarias bombas atómicas lanzadas contra la población civil de Hiroshima y Nagasaki el 6 y 9 de agosto de 1945.   

Nada más falso que esto porque incluso después del desembarco en Normandía la guerra continuó decidiéndose en el frente germano-soviético. Lo que siempre llamó la atención fue la asombrosa lentitud de los ejércitos de Estados Unidos e Inglaterra tanto en Francia como en Italia para realizar operaciones militares de importancia que aliviaran la carga de la guerra en la Unión Soviética, quien venía desde hace tres años combatiendo sola contra los ejércitos nazis, dando así a las divisiones alemanes la oportunidad de seguir resistiendo al Ejército Rojo y masacrar poblaciones. La verdad histórica es que fue la Unión Soviética quien salvó a los aliados de una paliza demoledora en las Ardenas en diciembre de 1944, cuando Churchill desesperado le pidió con urgencia a Stalin que acelere su ofensiva para descomprimir la situación de las tropas aliadas a punto de ser aniquiladas. Y aquí es importante detenerse en este hecho porque los historiadores nunca hablan del general invierno con el mismo énfasis con el que intentan explicar porqué la Alemania nazi fue derrotada en Moscú y en Stalingrado, ni tampoco mencionan que el ataque del Ejército Soviético – pedido con suma urgencia por el gobierno británico y también por carta expresa del Presidente de los Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt - en toda la línea del frente oriental lanzado el 12 de enero de 1945, fue el que paralizó la ofensiva alemana en el oeste pues los obligó a trasladar su 5º y 6º ejército blindado para resistir la ofensiva soviética. Por lo tanto, cuando explican su victoria en las Ardenas afirman que se debió únicamente a la “tenacidad” del mando aliado, a una mejor disposición de los recursos y a los “errores de cálculo” de los generales nazis. Pero en la batalla de las Ardenas nunca hablan del General Invierno, cuando en diciembre de 1944 un frío escalofriante sacudió la zona montañosa donde ocupaban posiciones las fuerzas aliadas y las alemanas lista para entrar en batalla.
           
La guerra pudo terminar sin el Día D y la cortina de hierro que tanto preocupaba a Churchill fue construida por las fuerzas de desembarco en Francia para contener a los soviéticos, quienes por sí solos, podían liberar a toda Europa del fascismo. Es más, los ingleses y norteamericanos que siempre manifestaron su odio sagrado a la URSS, hacían cálculos precisos para ver cuando sería derrotada por el nazismo. Uno de los descubrimientos más importantes relacionados con la forma en que terminó la Segunda Guerra Mundial, fue el llamado Plan Impensable por el cual las fuerzas británicas y estadounidenses tomarían unidades del derrotado ejército alemán para entre los tres desencadenen otra guerra contra la Unión Soviética para “imponer a Rusia la voluntad de los Estados Unidos y del Imperio Británico. A pesar de que <la voluntad> de estos dos países se pudiera definir como no más que un trato justo para Polonia, que no necesariamente limitan el compromiso militar”, como se expresa en los documentos que se conocen hasta ahora. Esto fue elaborado por el propio Winston Churchill cuyos archivos sobre la Segunda Guerra Mundial siguen secretamente guardados como documentos reservados y no pueden darse aun a conocer. Los soviéticos conocían las maquinaciones de los imperialistas que no dudarían en traicionar a su aliado ya que sabían de la realización de reuniones secretas de alto nivel entre británicos y funcionarios de la Alemania nazi. El general George Patton era uno de los militares más furibundos antisoviéticos y anticomunistas del Ejército Norteamericano era el elegido para encabezar la ofensiva del Plan Impensable desde entre Berlín como base de operaciones pasando por Polonia como punto principal del ataque. De ahí, que el mando militar soviético iniciara el feroz bombardeo en abril de 1945 para la conquista de Berlín al precio que sea posible como forma de demostrar lo que era capaz de hacer el Ejército Rojo tanto en el plano militar como lo psicológico y sobre todo a nivel político e ideológico y al costo de 120.000 soviéticos caídos en los combates.

El mundo le debe mucho a la Unión Soviética por su victoria en la guerra contra el fascismo alemán y la derrota del ejército imperial japonés, en esta última en una campaña que fue una auténtica proeza militar, que abrió las puertas para la liberación de Mongolia, China y la península de Corea.