UN PLAN PARA DERROCAR
AL GOBIERNO DE EVO MORALES EN BOLIVIA
Por Sergio Daniel Aronas – 17
de mayo de 2013[1]
Los intentos por derrocar al
gobierno constitucional de Evo Morales Ayma en Bolivia comenzaron aun antes de
que asumiera la primera magistratura de su país. En este artículo comentaremos
una nota escrita por el Copresidente del Centro sobre Terrorismo,
Contraterrorismo y Seguridad Nacional del Instituto para la Investigación sobre
Política Exterior (FPRI – Foreign Policy Research Institute) de los Estados
Unidos, el politólogo Michael Radu (1947-2009), con fecha 21 de diciembre de
2005 en su página de internet (http://www.fpri.org/enotes/20051221.latin.radu.endofbolivia.html)
donde se evidencia el actual estado de locura que impera en las fundaciones y
centros de estudios y análisis de los tanques pensantes norteamericanos con
motivo de los importantes cambios políticos que se vienen dando en América
Latina a raíz de las victorias electorales de diversas formaciones de izquierda,
que en el lenguaje de los ideólogos de la derecha estadounidense suelen
llamarlos habitualmente como “manifestaciones del populismo”.
Es probable que esta institución
FPRI no sea muy conocida para los lectores, pero lo que sí tienen que saber es
que estas organizaciones son unos de los instrumentos que tienen a su alcance
tanto el partido Republicano como el Demócrata para reclutar a los funcionarios
que actuarán en los puestos de gobierno. Son importantísimas a la hora de fijar
la agenda de interés público de los asuntos del estado, la política económica,
la política social y sobre todo en materia de política exterior, defensa y
seguridad interna y externa. Por esta razón, ya se habla del complejo
militar-industrial-universitario ya que estos cuadros políticos, graduados en
las distintas universidades del país, trabajan para dichas fundaciones que
elaboran planes, programas y proyectos que contribuyen de manera decisiva a la
conformación de la ideología de la estructura del poder imperial y global de
los Estados Unidos. Esta institución ya tiene más de 50 años predicando las
posturas que deben tener los gobiernos de los Estados Unidos y por las
características de la ideología que defienden están más cerca de las posiciones
del Partido Republicano que del Demócrata, aunque como sabemos poco se
diferencia uno y otro en las cuestiones de las relaciones internacionales ya
que en la política de línea dura los demócratas no se quedan muy atrás de su clásico
rival electoral. Cuenta con un presupuesto anual de 5 millones de dólares y
está ubicado en el puesto 33 entre las instituciones de análisis político de
los Estados Unidos.
El artículo que vamos a
comentar a continuación tiene por título entre signos de interrogación ¿“El fin
de Bolivia”? que para el autor es lo que se producirá en el país del Altiplano
como consecuencia del triunfo de Evo Morales. La activación de las fuerzas
reaccionarias para impedir la llegada al gobierno de partidos o frentes de
izquierda y/o para complicarle los planes de gobierno una vez instalados en el
poder, tiene una larga y negra historia en América Latina y que siempre ha contado
con el inefable apoyo de los Estados Unidos a la hora de derrocar gobiernos
ajenos a sus intereses. De cómo logre neutralizar a las temibles fuerzas de la
poderosa oligarquía y de los intereses extranjeros en la economía boliviana para
poner en práctica sus planes de transformación político, económico y social que
promete llevar a cabo al frente de su próxima presidencia será el tipo de
relaciones que marcarán el ulterior desarrollo del gobierno de Evo Morales. Y
ante la peligrosidad que para los Estados Unidos encara su figura, lanza un plan
para que la pandilla de criminales de guerra de la administración Bush la aplique
sin pérdida de tiempo contra el futuro presidente boliviano aún antes de asumir
el mando para impedir que ejerza sus funciones y pueda cumplir con el programa
que el pueblo votó. La plataforma del Movimiento al Socialismo que llevó a la
presidencia a Evo Morales no significará en absoluto el fin de Bolivia como
pronostican esta paranoica fundación, sino que va significar el fin del estado
colonial, el fin del dominio imperialista y de la oligarquía en Bolivia, el fin
de la opresión de las clases marginadas por los sectores derrotados en las
elecciones del 18 de diciembre.
1) El autor comienza su nota
con una inaudita definición al calificar con total desparpajo su victoria
electoral como la “llegada del fascismo a Bolivia”. Fíjense el lenguaje: llama
fascismo al triunfo electoral y democrático de un hombre de izquierda, que se
proclama antiimperialista, admirador del Che Guevara y Fidel Castro. Demasiado
para que pueda soportarlo y digerirlo un país como Estados Unidos. Por mucho que
las elecciones hayan sido demoledoras por sus resultados y venciendo miles de
dificultades, proclama que la victoria significa el desembarco del “fascismo en
tierra boliviana” por el simple hecho de que el pueblo no votó al candidato
apoyado, financiado, sostenido y entrenado por el imperio norteamericano y con una mayoría de votos superior a los
propios cálculos de los encuestadores generales, de los propios partidarios de
Evo Morales y donde sus adversarios del comicio reconocieron su triunfo. El problema,
la preocupación y la alarma del contundente resultado electoral ha puesto el
grito del cielo en Washington y aquí tenemos un ejemplo acerca de cómo
interpretan estos imperialistas los cambios inevitables que Latinoamérica
necesita para salir de la crisis, recuperar los derechos soberanos que nos han
sido despojados y terminar con las políticas sustentadas por Estados Unidos que
han llevado al pueblo de Bolivia a una miseria insoportable. Y no es que
Bolivia es una República sin recursos. Los tiene en su suelo rico en minerales
de todo tipo pero su explotación y aprovechamiento está salvajemente
concentrado en muy pocas manos. Para la opinión pública de los Estados Unidos,
a través de las organizaciones llamadas “Think tanks”, la victoria de Evo
Morales provocará un cataclismo político no sólo en Bolivia sino en toda
Sudamérica dada las características del nuevo presidente, su programa, su
partido y su historia. Ya están definiendo a Evo Morales como un peligroso
revolucionario que aplicará los métodos de Salvador Allende para transformar a
su país. Que recuerden el nombre y la
obra del gran Salvador Allende, truncada por el golpe armado por Estados
Unidos, es porque su figura sigue cautivando respeto y admiración en todos los
revolucionarios del mundo en general y en Latinoamérica en particular. Allende
murió por querer cumplir fielmente su compromiso con el pueblo chileno que le
dio su confianza para implantar por la vía constitucional y democrática el
socialismo en estas latitudes. Eso es lo que temen: que surja un nuevo líder que
retome sus banderas y proclame otra vez y con fuerza que la lucha por el
socialismo no sólo no esta muerto sino que vuelve a emerger como la gran
esperanza para todos los pueblos del mundo. De ahí que utilicen todos los
medios disponibles para denigrar -como siempre lo han hecho y no importa los
fines y métodos - a todo aquel que llegue al gobierno y lucha contra los
desastres que Estados Unidos y su sistema neocolonial ha instaurado en suelo
boliviano. El gran problema de Bolivia es que los recursos económicos están en
manos extranjeras y como pretende nacionalizarlos, va a chocar con la
resistencia de los actuales dueños. Por lo tanto tratarán de persuadir a Evo
Morales de que “no cometa desatinos” y recuerde la experiencia de Chile o de la
misma Bolivia en 1952 con Paz Estenssoro y en 1971 con el Gral. Torres.
2) A continuación menciona que
la cantidad de golpes de estado que soportó el pueblo boliviano desde su
independencia en 1825 llegó a los 189 (un promedio de un golpe cada 11 meses) y
culpa con toda desfachatez a Evo Morales, quien al frente de las grandes
movilizaciones de mineros y campesinos obligaron a renunciar a dos presidentes,
uno de los cuales, González de Quesada, apenas hablaba el castellano y fue
traído de su cómodo alojamiento en los Estados Unidos para presidir “su” país
para garantizar el poder de sus amos. Este señor Radu nada dice acerca de la
culpabilidad de la CIA en el derrocamiento de aquellos presidentes que
intentaron implantar un programa de cambios y transformaciones en Bolivia; no
dice absolutamente nada que el único fascismo que ha sufrido el país más pobre
de Sudamérica fueron las tenebrosas dictaduras alentadas y apoyadas por Estados
Unidos. ¿Con qué derecho vino este señor a insultar a los latinoamericanos con
el aberrante adjetivo de fascista porque el Presidente Morales se ha
comprometido en desarrollar su país al servicio de los pobres, oprimidos y excluidos y no al de los terratenientes y saqueadores?
¿Acaso hace falta recordarle que fueron los Estados Unidos quienes instauraron
a los genocidas del pueblo boliviano como Banzer y García Meza? Para los
Estados Unidos la democracia solamente es válida y verdadera cuando triunfan
los candidatos financiados y sostenidos por ellos, pero cuando los pueblos
eligen al candidato antiimperialista, de izquierda y que promete terminar con
el dominio de los monopolios e impulsar una reforma agraria y minera, para
poder sacar al país de la miseria y la pobreza estructural que la viene
condenando desde hace décadas, entonces, se escucha el bramido de los escribas
del imperio que dicen: “Eso no es democracia, eso es fascismo”. ¡Qué maravilla
de pensamiento! Ni Fukuyama podría expresarlo mejor (Un muerto vivo que
reaparece del basurero de la historia para que diga “ahora necesitamos al
estado”).
3) El autor sigue agraviando a
Bolivia calificándola como “el agujero negro en el corazón de Sudamérica” y
cómo son países económicamente inviable – utilizando la inmunda terminología
del Banco Mundial – más vale despedazarla y que se la repartan las repúblicas limítrofes
dada su posición e importancia estratégica
que el autor nos recuerda y que dicha ubicación geográfica fue la que tuvo en
cuenta Ernesto Che Guevara para lanzarse a la revolución en los años sesenta
para terminar con el dominio imperialista en Sudamérica. Bolivia no es ningún
agujero negro en el continente y su importancia estratégica está dada el hecho
de ser el primer productor de coca que es un mercancía muy apreciada por la
“avanzada” sociedad de los Estados Unidos y el verdadero temor de los
narcotraficantes del imperio es el plan de Morales de legalizar su producción
con lo cual se les arruina el negocio, ya que para Estados Unidos la única
manera de combatir las drogas ilegales es la destrucción de los campos fumigando
con herbicidas o su quema. La existencia de una fuerte producción de coca, ha
sido la excusa para la instalación de tropas norteamericanas no sólo en
Bolivia, que muchos se han olvidado, sino especialmente en Colombia, cuyo plan
del mismo nombre, presentado por el bombardero Bill Clinton ha sido un fracaso
completo. Por otra parte, la experiencia colombiana debe ser tenida muy en
cuenta sobre los desastrosos resultados
de esta política. Y el otro elemento que hace sonar la alarma en la
Administración Bush es el intento del nuevo gobierno boliviano de nacionalizar
el gas, recurso natural de vital importancia para la economía de Bolivia ya que
posee la segunda mayor reserva de Sudamérica (detrás de Venezuela) y hoy se ha
convertido en su principal producto de exportación. Como así también los
recursos mineros. La propiedad de las reservas bolivianas del gas están en
manos de empresas extranjeras que controlan el 85% y sólo el 15% están en manos bolivianas. La zona
rica en gas está situada en los departamentos de Santa Cruz de la Sierra,
Tarija y Beni cuyos propietarios –una poderosa oligarquía terrateniente pro
imperialista- fue la que promovió un intento de secesión y desmembramiento del
territorio de Bolivia para proclamarse república independiente y como siempre
apoyados desde el exterior por la maquinaria propagandística de la CIA. Esta es
la tremenda desigualdad con la que quiere terminar el gobierno de Evo Morales,
la existencia de una pequeña pero poderosa clase muy rica viviendo con un mar
de pobres que constituyen la inmensa mayoría de la población.
4) El profesor Radu manifiesta la
pena que embarga al gobierno de Estados Unidos porque no triunfó su candidato
Jorge Quiero, es decir, un ingeniero industrial graduado en la Universidad de
Texas, casado con una ciudadana norteamericana. Un perfecto cuadro formado en los
Estados Unidos sirviendo a IBM y proclive al “libre mercado”, al “libre
comercio y control de la coca” y de la
cooperación con los Estados Unidos. Evo Morales, en cambio, es un indio aymara
que no terminó el colegio secundario, como si un título secundario o para aquel
que llega a graduarse en la Universidad es una condición necesaria y suficiente
como para estar capacitado para desempeñarse en la primera magistratura de un
país. Los millonarios que gobernaron a Bolivia en los últimos 15 años
profundizaron las desigualdades, la miseria, la pobreza, el hambre y el
desempleo crónico del país cuyos presidentes eran todos abogados. Evo Morales
es producto de las condiciones sociales a la que sido sometido Bolivia durante
siglos, donde una ínfima parte de los bolivianos tiene acceso a la educación
media y superior. Es un hombre que viene de la pobreza y como tal conoce mejor
que nadie que es lo que necesita Bolivia y su pueblo para vivir mejor. Porque
en un país como Bolivia los cambios estructurales que beneficien al pueblo y
garanticen el porvenir de su patria no sólo son necesarios sino que deben
producirse. Allí se verá la verdadera talla de Evo Morales como estadista,
líder y revolucionario cabal.
5) El autor menciona a Salvador
Allende por la forma en que tomó su victoria electoral en 1970. Allende al
ganar con el 30% de los votos interpretó que esto –según el modo de analizar
por el articulista- era “un mandato para la revolución” y eso es lo que hará
Morales. En realidad, ese es el terrible miedo que golpea a la Casa Blanca y a la
CIA: el miedo a la transformación revolucionaria de la sociedad que rompa con
el dominio extranjero en la economía y en la política. A su vez, trata de
mostrar al mundo que Estados Unidos no ha olvidado cómo se derroca a un
gobierno aun antes de asumir la primera magistratura; no ha olvidado cómo se
boicotea los derechos soberanos de una nación que se propone llevar un programa
contrario a los intereses imperialistas que en el caso de Bolivia son muchos y
de gran envergadura. Y que llegado la hora no vacilarán en derribarlo del como
cuando intentaron derribar a Hugo Chávez en abril de 2002 y la movilización del
pueblo y los militares fieles derrotaron el golpe fascista.
6) Además de llamar al futuro
gobierno de Morales como “fascista”, a él tiene la osadía de calificarlo como
“indio racista”. Esta definición es sencillamente una bestialidad y una
barbaridad inadmisible e inaceptable que solamente un salvaje como Hitler puede
usar un lenguaje tan inmundo y descarado y que todos deben repudiar. Será
porque los gobiernos de los Estados Unidos quienes ordenaron masacrar a tantos
pueblos indígenas en su propio país, la asunción de un hermano de los pueblos
originarios a la presidencia, ponen los pelos de punta a los arios y puros
blancos civilizados del imperio. Y encima llama a que las regiones de Bolivia
donde la población india no es la mayoría, se separen del territorio nacional
para constituir otro país, si que el gobierno de Morales se empeña en su plan
de nacionalizaciones y desplazar del poder a las clases explotadoras que llevaron
a Bolivia a ser históricamente la nación más pobre de Sudamérica, una situación
que los distintos gobiernos de los Estados Unidos avalaron, apoyaron e
impulsaron por los enormes intereses que tenían que defender en la nación
boliviana.
7) Evo Morales retoma las
profundas raíces originarias de su pueblo, se siente orgulloso de ellas y como
los pueblos indígenas son politeístas, aspira a que sus dioses le den la
fuerza, el coraje, la valentía y la sabiduría para que Bolivia resurja como una
nueva nación y digna de ser respetada. A la reivindicación de sus raíces
indígenas y la proclamación de un socialismo indiano, ahora a eso el Sr. Radu lo
llama racismo. Quienes han sido verdaderos racistas y fascistas son los
gobernantes norteamericanos que no sólo se ve con el ejemplo de la
administración Bush, sino que toda la historia de los Estados Unidos ha sido la
historia de las masacres en la liquidación de las tribus indígenas originarias
de su país en el siglo XIX en la mal llamada conquista del Oeste; es la
historia de las permanentes invasiones militares en Centro y Sudamérica,
instaurando feroces dictaduras, reprimiendo pueblos y conquistando y saqueando
sus riquezas; es la historia de la explotación del indio y del negro; de
Roosevelt que no movió un dedo mientras sus patrióticas multinacionales
financiaban y armaban la maquinaria de guerra del fascismo hitleriano; de
Truman arrojando la bomba atómica sin ninguna necesidad militar al ya derrotado
imperio japonés; de los bombardeos genocidas contra la República Popular de
Corea del Norte entre la guerra entre 1950 y 1953 y como no la pudieron
derrotar aun sueñan con la venganza; de la histeria mccartysta de los años
cincuenta bajo la administraciones de Truman y Eisenhower; de todos los
gobiernos desde John F. Kennedy a Gerald Ford quienes durante trece años
perpetraron crímenes de lesa humanidad en la guerra de Vietnam, país al que
llamaban “la peste amarilla”; de la cruzada de Ronald Reagan contra los
movimientos de liberación nacional y el socialismo europeo, a unos los calificaba
“como organizaciones terroristas” y el otro, como el “imperio del mal” (fuente
de inspiración de Bush de su doctrina de los “estados canallas”) y ahora que en
pleno siglo XXI aparece una figura presidencial verdaderamente que viene de la
pobreza, vuelven a emergen toda a arrogancia agresiva del imperio para impedir
que por primera vez en Bolivia sea gobernado por un ciudadano que representa a
la gran mayoría de la población y que es uno de ellos y no venido desde Estados
Unidos y que ni siquiera habla el español y mucho menos las lenguas
originarias.
8) El autor de la nota vuelve a
cometer tremendos desatinos en las relaciones de los países limítrofes con
Bolivia. Por un lado, dice que las empresas brasileñas y argentinas con fuertes
intereses en industria del gas en Tarija están amenazadas de ser nacionalizadas
con pérdida de sus activos con lo cual se violarían los contratos. Nacionalizar
empresas forma parte de una política de estado y que para llevarla a cabo debe
ser realizada conforme a las leyes bolivianas votadas por su Congreso y no por
decreto presidencial. Así se ha hecho históricamente en Latinoamérica. La riqueza
del subsuelo pertenece a la nación y no a las empresas extranjeras que la
explotan. El gobierno de Morales tiene el derecho, la razón y el deber de
modificar el régimen de propiedad para terminar con el saqueo de su nación. Y
si al señor imperialismo eso le duele, que le duela, porque esa es la voluntad
del pueblo boliviano. Por otra parte, en el Perú se vive una situación similar
donde el candidato a Ollanta Humala promueve una plataforma política similar a
la de Evo Morales y como también es indio, también impondrá una orientación
–fíjense el término- “socialismo indio racista”. Una locura total por parte del
Sr. Radu. Y como si esto fuera poco, vaticina un enfrentamiento militar entre
Chile y Bolivia por la pérdida de este último de su litoral marítimo en la
guerra del Pacífico librada entre 1879 y 1884 y que pese a contar –
supuestamente - con el apoyo de Venezuela, saldría igualmente derrotada. Aquí
se ve un típico mecanismo de creación de conflictos artificiales entre países
latinoamericanos, para fomentar las discordias nacionales por disputas
territoriales que sólo pueden y deben resolverse en el marco de negociaciones y
acuerdos bilaterales, reestableciendo la confianza entre estos países hermanas
hasta encontrar una solución mutuamente beneficiosa para las dos Repúblicas. El
camino que debe seguir Latinoamérica es el camino de la unidad antiimperialista
como lo forjaron nuestros antepasados héroes de las luchas por la
independencia. Las posiciones del Sr. Radu expresan claramente la visión de que
América del Sur debe seguir siendo el patio trasero de los Estados Unidos y que
no se tolerará ninguna política que modifique esta correlación de fuerzas-
9) Como corolario de todo este
mamarracho, el Sr. Radu como un auténtico Ministro de las Colonias imperiales,
sugiere una serie de medidas que el gobierno de los Estados Unidos debería
aplicar inmediatamente contra el gobierno de Evo Mor.ales con el fin de impedirle
primero que asuma y si no lo logran, una vez instalado en el Palacio de
Quemado, deben poner en práctica medidas golpistas y terroristas para aislar a
Bolivia, torcer el brazo al nuevo gobierno y someterlo definitivamente. El
cóctel propuesto continúa la línea impuesta en su momento contra el gobierno de
Salvador Allende en Chile, entre las cuales se encuentran: en primer lugar,
cortar todo tipo de ayuda en cualquiera de sus formas. Esto significa lisa y
llanamente, cortar los créditos de las institucionales multilaterales, como así
también del propio gobierno de los Estados Unidos; en segundo lugar, obligar al
gobierno de Evo Morales a que respete las normas internacionales sobre la
propiedad. Se apunta a amenazar al nuevo gobierno que tenga mucho cuidado con
tomar alguna medida que viole la propiedad, que no es más ni menos que la
defensa imperial de las empresas de los Estados Unidos. Y no solo eso, porque
en Bolivia está estacionado una división de las tropas norteamericanas para
luchas supuestamente contra las drogas. En realidad, están ahí para permitir el
tráfico de la coca hacia los Estados Unidos y por eso siempre exigen a las
naciones donde la horrenda presencia de estos militares yanquis es una fuerza
invasora, tenga total impunidad en sus actos y nunca puedan ser juzgados por la
justicia del país sometido. En tercer lugar, el amigo Radu, propone severas
sanciones contra la República de Bolivia que incluye la retirada del embajador,
el no reconocimiento a las nuevas autoridades, prohibir los viajes de
funcionarios, lo cual implicaría que el Presidente Evo Morales no pueda
participar de la Asamblea de las Naciones Unidas y someter en los tribunales
norteamericanos a funcionarios bolivianos implicados en el tráfico de coca.
Miren esto: el gran demandante y consumidor de cocaína se convierte ahora en
Madre Santa defensora de los pobres envenenados por las drogas y el campeón
mundial de la lucha contra la producción de esta planta en toda la región. Pero
¡qué maravilla! No sabíamos de esta devoción de los Estados Unidos por
protegernos. Pregunten a los hermanos colombianos que nos cuentes los
brillantes resultados conseguidos en el combate contra las drogas bajo los
auspicios de la Casa Blanca. Y se regocija con que el fin de Bolivia puede
llegar pronto con estas medidas. No reconoce que el triunfo de Evo Morales fue
con el voto mayoritario del pueblo y tiene el desparpajo de considerar el
triunfo de Evo como una manifestación de la antidemocracia y por lo tanto, un
insulto al sistema democrático. Esto no es otra cosa que una visión racista del
Sr. Radu que no puede tolerar que un indio pueda ser presidente de un país. De
los desastres que causaron los presidentes formados en la Universidades de los
Estados Unidos, con títulos y masters, lógicamente se calla la boca y mucho
menos habla de los múltiples golpes de estado que los gobiernos de Estados
Unidos apoyó abierta y descaradamente. Para el Sr. Radu la presidencia de Evo
Morales será la destrucción de la democracia, lo cual es una falacia absoluta
porque este nuevo presidente promoverá la más alta participación del pueblo en
los asuntos del estado y ojalá lo logre.
10) Otra de las increíbles
sandeces de este profesor, supuestamente bien informado, es la de acusar a
Morales de golpista por las grandes movilizaciones que encabezó y que
provocaron las renuncias de Gonzalo de Lozada primero y luego su vice en
ejercicio de la presidencia, Carlos Mesa, quienes cometieron actos de
asesinatos contra los manifestantes durante las jornadas de protestas contra la
política de ajuste salvaje que impusieron a Bolivia los presidentes predilectos
del imperialismo.
La fundamentación de estas
medidas estriba que según el Sr. Radu, en que Morales pretende realizar grandes
sumas de dinero con el negocio de la coca, lo cual demuestra el estado de
desesperación de los pensadores estratégicos de la política exterior de los
Estados Unidos hacia América Latina. Y nuevamente acusa a Evo por reivindicar
el cultivo de la coca como lo habían hecho sus antepasados incas y a
continuación dice sin fundamentación alguna que la coca no es un cultivo
tradicional del país. Esto evidencia el total desconocimiento de la historia de
los pueblos originarios de Bolivia y su ignorancia es tan brutal que afirma que
no es indios masticar coca porque para llegar a semejante conclusión pasó
completamente por alto la génesis y el origen místico que entre los incas tenía
la hoja de coca y porque se le rendía tributo. Niega totalmente la historia de
la coca en el país aseverando que lo único que le importa a Evo Morales es el
dinero que puede obtener y que todo eso encierra una máscara para traficar con
la coca. Una verdadera burrada por parte de quien se considera un experto en
relaciones internacionales.
Seguramente la presidencia de
Evo Morales chocará fuertemente con los funcionarios de la embajada de los
Estados Unidos en Bolivia, con el gobierno de los Estados Unidos y la
oligarquía minera boliviana que hará todo lo posible para que este presidente
de origen indio y humilde, sin grandes títulos académicos, defienda los
intereses de los más pobres de Bolivia y puedan ser por primera vez en su
historia sujetos partícipes de una revolución verdadera.
[1] Quiero aclarar que esto lo escribí a finales de diciembre de 2005 en vísperas de la toma de la presidencia de la República de Bolivia por Evo Morales Ayma y
ahora que lo subo al blog le hice algunas correcciones de redacción.