GRANADA: LA INVASIÓN IMPERIALISTA QUE NO SE RECUERDA
Por Sergio Daniel Aronas – 25 de
octubre de 2018
El 19 de octubre de 1983, un día
como hoy hace treinta y cinco años se producía el lamentable asesinato de
Maurice Bishop, secretario General del movimiento Nueva Joya y líder de la
Revolución de la isla de Grenada que en abril de 1979 tomó el poder y empezó el
amanecer y surgimiento de una vida independiente para el pueblo granadino en un
país de apenas 400 kilómetros cuadrados. La muerte de Bishop quien fuera, un
gran amigo de la República de Cuba y de su líder histórico Fidel Castro Ruz y
de la Revolución cubana, abrió las puertas para la contrarrevolución interna y externa
hasta que el 25 de octubre de ese año el presidente de los Estados Unidos,
Ronald Reagan ordenó la invasión militar a la isla por que la consideraba
"una grave amenaza para la seguridad nacional de los Estados Unidos",
una mentira tan grande como el universo. Pero el universo de las falsedades del
imperialismo no tiene límites, ni razones ni justificaciones para cometer toda
clase de crímenes contra los pueblos pequeños.
Esta invasión fue el estreno
oficial de las Fuerzas de Despliegue Rápido (FDR), creadas por el
"pacifista" Jimmy Carter en 1979, pocos meses después del triunfo
revolucionario en Grenada.
La invasión de los Estados Unidos
fue realizada bajo el nombre de operación “Furia Urgente” donde quedó plasmada
la furia criminal imperialista en todos sus niveles y la urgencia de derrocar a
un gobierno auténticamente popular cuyas divisiones en la cúpula dirigente dejó
al país en un vacío de poder, pese al apoyo que contaba en el pueblo y sirivió
de base y razón para que el imperialismo desencadenara su furia y urgente
invasión como castigo para cualquier nación que se atreviera a desafiar el
poder capitalista y mucho más en una región como el Mar Caribe, declarada
unilateralmente por los Estados Unidos como zona de su exclusiva influencia y
de la defensa de sus “intereses vitales”, piedra angular de la política
exterior del imperio a lo largo del siglo XX.
De la Wikipedia que este tipo de
artículos da buena información, damos a conocer el despliegue del orden de
combate de las fuerzas invasoras para tengan idea de la fabulosa movilización
bélica para derrocar a un gobierno de un país que ni en broma podía representar
amenaza a la seguridad nacional imperialista.
Fuerzas
de EE. UU. y fuerzas aliadas terrestres[
Estados
Unidos – Fuerzas terrestres.
22.ª Unidad Expedicionaria de Marines
82.ª División Aerotransportada
75.º Regimiento Ranger
Equipos SEAL 5 y 6
Fuerza Delta
160.º Regimiento de Aviación de
Operaciones Especiales
Fuerzas
navales de Estados Unidos]
Escuadrón
Anfibio Cuatro
USS Guam
USS Barnstable County
USS Manitowoc
USS Fort Snelling
USS Trenton
Grupo
de Tareas Independientes
USS Independence
USS Richmond K. Turner
USS Coontz
USS Caron
USS Moosbrugger
USS Clifton Sprague
USS Suribachi
Además,
los siguientes buques apoyaron las operaciones navales:
USS America
USS Aquila
USS Aubrey Fitch
USS Briscoe
USS Portsmouth
USS Recovery
USS Saipan
USS Sampson
USS Samuel Eliot Morison
Resumiendo, la invasión contó con
7.000 marines transportados en 21 buques más un contingente de 300 mercenarios
formado por tropas de Barbados y Jamaica para agredir a la lisla de Granada.
Uno de los mejores documentos que
explican la barbarie imperialista es el trabajo de Fidel "Reagan, un
criminal en Grenada" donde se analizan con detallan todos los pormenores
de esta agresión armada, sus causas y consecuencia- Bishop fue un notable
dirigente revolucionario de enorme relevancia en la historia del siglo XX y al
que recordamos con toda justicia en esta era de contrarrevolución.
En esta oportunidad presentamos
el discurso íntegro del Comandante en Jefe y presidente del Gobierno de la
República de Cuba, Fidel Castro, donde despiden a los cubanos muertos en la
invasión yanqui y dando precisas explicaciones sobre este acontecimiento
trágico para historia de la revolución mundial.
ANEXO DOCUMENTAL
DISCURSO PRONUNCIADO POR EL
COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITE CENTRAL DEL
PARTIDO COMUNISTA DE CUBA Y PRESIDENTE DE LOS CONSEJOS DE ESTADO Y DE
MINISTROS, EN EL ACTO DE DESPEDIDA DE DUELO A LOS HEROES CAIDOS EN DESIGUAL COMBATE
FRENTE AL IMPERIALISMO YANKI EN GRANADA, CELEBRADO EN LA PLAZA DE LA
REVOLUCION, EL 14 DE NOVIEMBRE DE 1983, "AÑO DEL XXX ANIVERSARIO DEL
MONCADA".
(VERSIONES TAQUIGRAFICAS -
CONSEJO DE ESTADO)
Compatriotas:
Hace algo más de siete años, el
15 de octubre de 1976, nos reunimos en este mismo sitio para despedir el duelo
de 57 cubanos vilmente asesinados en el sabotaje aéreo de Barbados, llevado a
cabo por hombres que habían sido entrenados por la Agencia Central de
Inteligencia de Estados Unidos. Hoy venimos de nuevo para despedir a 24 cubanos
que en Granada, otra isla no lejos de Barbados, murieron como consecuencia de
las acciones militares de Estados Unidos.
Granada era uno de los Estados
independientes más pequeños del mundo, tanto en territorio como en población.
Si Cuba, a pesar de ser un país pequeño y subdesarrollado, podía ayudar mucho a
Granada, era precisamente porque nuestros esfuerzos, cuantitativamente modestos
pero cualitativamente elevados, significaban mucho para un país de apenas 400
kilómetros cuadrados de territorio y algo más de 100 000 habitantes.
Así, por ejemplo, el valor de
nuestro aporte a Granada en proyectos, trabajos de construcción y materiales
para el nuevo aeropuerto, a precios internacionales, ascendía a 60 millones de
dólares, es decir, más de 500 dólares por habitante. Es como si Cuba, con su
población de casi 10 millones, recibiera como donación una obra de 5 000
millones de dólares. Aparte de esto, estaba la colaboración de nuestros
médicos, maestros y técnicos de diversas especialidades, a la que se añadía una
contribución anual de productos cubanos por valor aproximado de 3 millones de
dólares. Esto significa un aporte anual adicional de 40 dólares por habitante.
Es imposible para Cuba ayudar en esa magnitud material a países que tienen una
población y un territorio significativamente grandes, pero sí podíamos ayudar
mucho a un país como la pequeña Granada.
Muchas otras naciones pequeñas
del Caribe se admiraban de la generosa ayuda de Cuba a ese pueblo hermano.
Acostumbrados al grosero interés económico y estratégico del colonialismo y el
imperialismo, tal vez les resultaba extraordinaria esta acción desinteresada de
Cuba; incluso es posible que a algunos, en medio de la sucia propaganda del
Gobierno de Estados Unidos, no les fuera fácil comprenderla.
La amistad de nuestro pueblo con
Bishop y Granada era entrañable, y nuestro respeto al país y su soberanía tan
intachables, que jamás nos aventuramos a emitir siquiera opiniones sobre lo que
allí se hacía y cómo se hacía. Aplicábamos a Granada el mismo principio que
practicamos con todos los países y movimientos revolucionarios: respeto
absoluto por su política, sus criterios y sus decisiones; emitir puntos de
vista sobre cualquier tema únicamente si se nos solicita. El imperialismo es
incapaz de comprender que el secreto de nuestras excelentes relaciones con los
países y movimientos revolucionarios del mundo, se basa precisamente en ese
respeto.
El Gobierno de Estados Unidos
despreciaba a Granada y odiaba a Bishop. Quería destruir el proceso y el
ejemplo de Granada; había incluso preparado planes militares para invadir la
isla, como denunció Bishop hace casi dos años, pero no encontraba pretextos.
A decir verdad, la situación
económica y social de Granada marchaba satisfactoriamente. El pueblo había
recibido numerosos beneficios a pesar de la política hostil de Estados unidos,
y el producto bruto de su economía crecía a buen ritmo en medio de la crisis
mundial. Bishop no era un extremista, aunque sí un verdadero revolucionario, consciente
y honesto. Lejos de estar nosotros en desacuerdo con su política inteligente y
realista, la veíamos con plenas simpatías, porque se adaptaba rigurosamente a
las condiciones concretas y las posibilidades de su país. Granada se había
convertido en un verdadero símbolo de independencia y de progreso en el Caribe.
Nadie habría sido capaz de
imaginarse la tragedia que se avecinaba. Toda la atención se concentraba en
otras partes del mundo. Fueron desgraciadamente los mismos revolucionarios
granadinos quienes desataron los acontecimientos que abrieron las puertas a la
agresión imperialista.
De las propias filas
revolucionarias surgieron hienas. Nadie puede asegurar hoy todavía si quienes
clavaron el puñal del divisionismo y el enfrentamiento interno, lo hicieron de
"motu proprio" o inspirados y alentados por el imperialismo. Es algo
que, o lo hizo la CIA, o de lo contrario no habría podido hacerlo más perfecto.
Lo cierto es que se usaron argumentos presuntamente revolucionarios, invocando
los principios más puros del marxismo-leninismo e imputando a Bishop la
práctica del culto a la personalidad y de apartarse de las normas y métodos
leninistas de conducción.
Nada más absurdo a nuestro juicio
que atribuir a Bishop tales tendencias. Era imposible imaginar a nadie más
noble, modesto y desinteresado. Su culpa no fue jamás el autoritarismo, y si
algo se le quisiera imputar como un defecto, fue su exceso de tolerancia y de
confianza.
¿Eran acaso los que conspiraron
contra él en el seno del Partido, del Ejército y de la Seguridad de Granada, un
grupo de extremistas intoxicados de teoricismo político? ¿Se trataba
simplemente de un grupo de ambiciosos, oportunistas, o incluso agentes enemigos
que quisieron hundir la Revolución granadina? Solo la historia podrá decir la
última palabra. Pero no sería la primera vez que en un proceso revolucionario
haya ocurrido una cosa o la otra.
Según nuestro criterio,
objetivamente el grupo de Coard hundió la Revolución y abrió las puertas a la
agresión imperialista. Sean cuales fuesen sus intenciones, el atroz asesinato
de Bishop y sus compañeros más fieles y allegados constituye un hecho que jamás
podrá justificarse ni en esa ni en ninguna otra revolución. Como expresó la
Declaración del Partido y el Gobierno de Cuba el 20 de octubre, "ningún
crimen puede ser cometido en nombre de la revolución y la libertad".
Bishop, a pesar de sus vínculos
estrechos y familiares con la Dirección de nuestro Partido, jamás dijo una sola
palabra sobre las disensiones internas que se desarrollaban. Por el contrario,
en su última conversación con nosotros, se expresó en términos autocríticos
sobre su trabajo en relación con la atención que debía brindar a las fuerzas
armadas y a las organizaciones de masas. Prácticamente toda la Dirección de
nuestro Partido y nuestro Estado compartió con él largas, fraternales y
amistosas horas en la noche del 7 de octubre, antes de su partida de regreso a
Granada.
El grupo de Coard nunca tuvo con
nosotros tales relaciones, ni tal intimidad, ni tal confianza. Es más, ni siquiera
sabíamos que ese grupo existía. Lo que puede señalarse en honor de nuestra
Revolución es que no obstante la profunda indignación que produjo entre
nosotros la destitución y el arresto de Bishop, nos abstuvimos en absoluto de
inmiscuirnos en los asuntos internos, a pesar de que nuestros constructores y
demás colaboradores en Granada, que no vacilaron en enfrentarse a los soldados
yanquis, con las armas que el propio Bishop les había entregado para su defensa
en caso de agresión exterior, podían haber sido un factor decisivo en los
acontecimientos internos. Pero jamás se supuso y jamás habríamos aceptado que
esas armas se utilizasen en conflictos internos de Granada, y nunca habíamos
estado dispuestos a derramar con ellas una sola gota de sangre granadina.
El 12 de octubre Bishop es
destituido por el Comité Central, en el que los conspiradores habían alcanzado
una mayoría. El 13 es arrestado en su domicilio. El 19 el pueblo se subleva y
liberta a Bishop. Ese mismo día, el grupo de Coard ordena al ejército disparar
contra el pueblo y son asesinados Bishop, Whiteman, Jacqueline Creft y otros
valiosos dirigentes revolucionarios.
Los imperialistas yankis, apenas
se manifestaron las disensiones internas que salieron a la luz el 12 de
octubre, decidieron la invasión.
Es conocido públicamente el
mensaje enviado por la Dirección del Partido cubano al grupo de Coard el 15 de
octubre, en el que expresábamos nuestra profunda preocupación por las
consecuencias tanto internas como externas de la división surgida, y nuestra
apelación al sentido común, la serenidad, la sabiduría y generosidad de los
revolucionarios. Esta referencia a la generosidad era una apelación a que no se
usase la violencia contra Bishop y sus seguidores.
Este grupo de Coard que tomó el
poder en Granada, se manifestó desde el primer instante con grandes reservas
hacia Cuba, por nuestra conocida e incuestionable amistad con Bishop.
La prensa nacional e
internacional ha publicado nuestra enérgica condena a los hechos del 19 de
octubre, día en que Bishop fue asesinado. La verdad es que nuestras relaciones
con el fugaz gobierno de Austin donde el verdadero jefe era Coard, fueron frías
y tensas, de modo tal que en el momento de la criminal agresión yanki no
existió la más mínima coordinación entre el ejército granadino y los
constructores y colaboradores cubanos. Se han publicado los puntos esenciales
de los mensajes enviados a nuestra Embajada en Granada entre el 12 y el 25 de
octubre, día en que se produce la invasión. Esos documentos quedarán para la historia
como prueba irrecusable de nuestra limpia posición de principios con relación a
Granada.
El imperialismo, por otra parte,
presentaba los acontecimientos como el advenimiento al poder de un grupo de
comunistas de línea dura, fieles aliados de Cuba. ¿Eran realmente comunistas?
¿Eran realmente de línea dura? ¿Podían ser realmente fieles aliados de Cuba? ¿O
eran más bien instrumentos inconscientes o conscientes del imperialismo yanki?
Búsquese en la historia del
movimiento revolucionario, y se verá más de una vez la conexión entre el
imperialismo y quienes asumen posiciones aparentemente extremistas de
izquierda. Pol Pot y Ieng Sary, genocidas de Kampuchea, ¿no son hoy los
más fieles aliados del imperialismo yanki en el sudeste de Asia?
Nosotros, en Cuba, desde que surgió la crisis en Granada, al grupo de Coard,
por llamarlo de algún modo, lo llamábamos el "grupo
polpotiano".
Nuestras relaciones con los
nuevos dirigentes de Granada debían ser sometidas a un profundo análisis, como
se anunció en la Declaración del partido y el Gobierno de Cuba el 20 de
octubre. Expresábamos en ella también que, por una elemental consideración al
pueblo de Granada, no nos precipitaríamos en "dar ningún paso relacionado
con la colaboración técnica y económica que pueda afectar servicios esenciales
e intereses económicos vitales para el pueblo de Granada". No podíamos
resignarnos a la idea de dejar sin médicos a los granadinos, ni dejar sin
terminar el aeropuerto, que era vital para la economía del país. Con toda
seguridad, a la terminación de esa obra nuestros constructores se retirarían de
Granada, y las armas entregadas por Bishop serían devueltas al gobierno. Era
posible, incluso, que nuestras pésimas relaciones con el nuevo gobierno
determinaran la necesidad de marcharnos mucho antes.
Lo que colocó a Cuba en una
situación moralmente compleja y difícil, fue el anuncio de que fuerzas navales
yankis avanzaban hacia Granada. En esas condiciones, nosotros bajo ningún
concepto podíamos abandonar el país. Si el imperialismo tenía realmente
intenciones de atacar a Granada, nuestro deber era permanecer allí. Retirarse
en ese momento era un deshonor y podía incluso estimular la agresión, ahora en
ese país y mañana en Cuba. Los acontecimientos se sucedieron, además, con tan
increíble rapidez, que si se hubiese considerado la evacuación, no habría
habido tiempo de realizarla.
Pero en Granada el gobierno era
moralmente indefendible, y el país, donde se había producido un divorcio del
Partido, el Gobierno y el Ejército con el pueblo, era también militarmente
indefendible, porque una guerra revolucionaria solo es posible y justificable
en unión con el pueblo. Por tanto, solo podíamos combatir si éramos
directamente atacados. No había otra alternativa.
No obstante, debe señalarse que,
¿a pesar de esas circunstancias adversas, un número de soldados granadinos
murió combatiendo heroicamente contra los invasores (APLAUSOS).
Los hechos internos ocurridos,
sin embargo, no justificaban bajo ningún concepto la intervención yanki.
¿Desde cuándo el Gobierno de Estados Unidos ha sido erigido en juez de los
conflictos entre revolucionarios de un país? ¿Qué derecho tenía Reagan a
rasgarse las vestiduras ante la muerte de Bishop, a quien tanto odiaba y
combatió? ¿Qué razones podían existir para su brutal violación de la soberanía
de Granada, un pequeño país independiente, miembro respetado y reconocido por
la comunidad internacional? Es como si otro país se considerase con el derecho
a intervenir en Estados Unidos por el repugnante asesinato de Martin Luther
King y tantos otros terribles abusos que se han cometido contra las minorías
negras e hispanas en Estados Unidos, o intervenir porque John Kennedy fue
asesinado.
Lo mismo puede decirse sobre el
argumento de que 1 000 norteamericanos estaban en peligro. Muchas veces más
norteamericanos hay en decenas de países del mundo. ¿Significa esto acaso el
derecho a intervenir cuando surjan conflictos internos en esos países? Hay en
Estados Unidos, Inglaterra y Trinidad decenas de miles de granadinos. ¿Podría
la pequeña Granada intervenir si surgieran problemas de política interior que
implicaran algún riesgo para sus compatriotas en cada uno de esos países?
Dejando a un lado la falacia y la mentira de tales pretextos utilizados para
invadir Granada, ¿es realmente esto una norma internacional que pueda
sostenerse?
Mil lecciones de marxismo no
podrían enseñarnos mejor la entraña sucia, pérfida y agresiva del imperialismo,
que la agresión desatada contra Granada al amanecer del 25 de octubre y su
conducta ulterior.
Para justificar la invasión de
Granada y sus actos posteriores, el Gobierno de Estados Unidos y sus voceros
dijeron 19 mentiras, y de ellas las 13 primeras que se enumeran fueron
afirmadas personalmente por Reagan:
- Cuba tuvo responsabilidad en el golpe de Estado y la muerte de Bishop (EXCLAMACIONES DE: "¡Mentira!")
- Los estudiantes norteamericanos corrían el peligro de ser tomados como rehenes (EXCLAMACIONES DE: "¡Mentira!")
- El objetivo principal de la invasión fue proteger la vida de los ciudadanos norteamericanos (EXCLAMACIONES DE: "¡Mentira!")
- La invasión fue una operación multinacional a solicitud del señor Scoon y de los países del Caribe Oriental (EXCLAMACIONES DE: "¡Mentira!")
- Cuba pensaba invadir y ocupar Granada (EXCLAMACIONES DE: "¡Mentira!")
- Granada se estaba convirtiendo en una importante base militar soviético-cubana (EXCLAMACIONES DE: "¡Mentira!")
- El aeropuerto en construcción no era civil sino militar (EXCLAMACIONES DE: "¡Mentira!")
- Las armas en Granada servirían para exportar la subversión y el terrorismo (EXCLAMACIONES DE: "¡Mentira!")
- Los cubanos tiraron primero (EXCLAMACIONES DE: "¡Mentira! ")
- Había más de 1 000 cubanos en Granada (EXCLAMACIONES DE: "¡Mentira!")
- La mayoría de los cubanos no eran constructores sino soldados profesionales (EXCLAMACIONES DE: "¡Mentira!")
- Las fuerzas invasoras se cuidaron de no destruir ni causar bajas civiles (EXCLAMACIONES DE: "¡Mentira!")
- Las tropas norteamericanas estarán una semana en Granada (EXCLAMACIONES DE: "¡Mentira!")
- Se estaban construyendo silos para cohetes en Granada (EXCLAMACIONES DE: "¡Mentira!")
- El barco "Viet Nam Heroico" transportaba armas especiales (EXCLAMACIONES DE: "¡Mentira!")
- Cuba fue advertida de la invasión (EXCLAMACIONES DE: "¡Mentira!")
- Quinientos cubanos combaten en las montañas de Granada (EXCLAMACIONES DE: "¡Mentira!")
- Cuba ha dado instrucciones de realizar represalias contra ciudadanos norteamericanos (EXCLAMACIONES DE: "¡Mentira!")
- La prensa fue excluida para proteger la seguridad de los periodistas (EXCLAMACIONES DE: "¡Mentira!")
(APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE:
"¡Mentirosos!", "¡Fidel, seguro, a los yankis dales duro!",
"¡Fidel, aprieta, que a Cuba se respeta!")
Ninguna de estas afirmaciones
pudo ser probada, ninguna era cierta y todas absolutamente han sido desmentidas
por los hechos. Esta forma cínica de acudir a la mentira para justificar la
invasión de un pequeño país, recuerda los métodos de Adolfo Hitler en los años
en que se gestó y desató, al fin, la Segunda Guerra Mundial.
Los propios estudiantes y
funcionarios norteamericanos de la Escuela de Medicina que radica allí han
reconocido que recibieron garantías absolutas para los ciudadanos de Estados
Unidos y las facilidades necesarias para salir del país a los que desearan
hacerlo. Cuba, por otro lado, había informado al Gobierno de Estados Unidos el
22 de octubre que ningún ciudadano extranjero, incluidos los cubanos, había
sido molestado; y ofrecía su cooperación para resolver cualquier dificultad que
surgiese de forma que los problemas se solucionaran sin violencia ni
intervenciones en el país.
Ninguno de los ciudadanos
norteamericanos habían sufrido la menor molestia al producirse la invasión, y
si algo los puso en peligro fue la propia guerra desatada por Estados Unidos.
Las instrucciones dadas por Cuba al personal cubano de no interferir ninguna
acción para evacuar ciudadanos norteamericanos por el área de la pista en
construcción cercana a la Universidad, contribuyeron a evitar riesgos a los
civiles norteamericanos residentes en el país. La referencia que hizo Reagan al
peligro de que ocurriera en Granada lo de Irán, para apelar a la sensibilidad
norteamericana humillada por aquel episodio, es un argumento demagógico,
politiquero y deshonesto.
La afirmación de que el nuevo
aeropuerto tenía carácter militar, vieja mentira sobre la que había hecho mucho
hincapié la administración Reagan, fue desmentida categóricamente por la propia
empresa capitalista inglesa que suministraba y montaba los equipos eléctricos y
técnicos de esa instalación aérea. Los técnicos ingleses de la compañía
Plessey, conocida en la esfera internacional por su especialidad en este campo,
trabajaban conjuntamente con los constructores cubanos, cuyo carácter de
trabajadores civiles atestiguan. En el aeropuerto cooperaban, de una forma u
otra, varios países de la Comunidad Europea miembros de la Alianza Atlántica.
¿Puede alguien imaginarse que cooperasen con Cuba en Granada para construir un
aeropuerto militar?
Por otro lado, la idea de que
Granada se estuviese convirtiendo en una base soviético-cubana, es desmentida
por el hecho probado de que en la isla no había ni un solo asesor militar
soviético.
En los propios documentos
supuestamente secretos que cayeron en poder de Estados Unidos y que fueron
publicados por el gobierno yanki días después de la invasión, se señala el
acuerdo entre los gobiernos de Cuba y Granada, en virtud del cual nuestro país
enviaría 27 asesores militares que podían aumentarse más tarde hasta 40, cifras
que coinciden con las publicadas por Cuba sobre el número de asesores, que
ascendían a 22 el día de la agresión, a los que se añadía una cantidad similar
de traductores y personal de servicios de la Misión. En ninguna parte de esos
cacareados documentos aparece nada que tenga que ver con la idea de bases
militares en Granada, y lo que sí consta en los mismos es que las armas
suministradas por la Unión Soviética al Gobierno de Granada para el ejército y
las milicias estaban sujetas a una cláusula que prohibía la exportación a
terceros países, desmintiendo la idea de que Granada estaba convertida en un
arsenal para suministrar a organizaciones subversivas y terroristas, como gusta
llamar la actual Administración de Estados Unidos a todos los movimientos de
liberación nacional y revolucionarios. De Granada no salió nunca un arma para
otros países y esto, por tanto, Reagan jamas podrá probarlo.
La afirmación de que Cuba estaba
próxima a invadir y a ocupar Granada es tan irreal, absurda, loca y ajena a
nuestros principios y nuestra política internacional, que no merece ninguna
consideración seria. Lo que está probado es la forma absolutamente escrupulosa
con que nos abstuvimos de inmiscuirnos en los asuntos internos del país, a
pesar de nuestra profunda simpatía por Bishop y nuestro rechazo total a la
conspiración y el golpe de Coard y su grupo, que solo podían servir a los
intereses del imperialismo y a sus planes de destruir la Revolución granadina.
Los mensajes con instrucciones precisas y categóricas a nuestra Embajada en
Granada, divulgados ampliamente por el Gobierno de Cuba, constituyen una
demostración irrebatible de la limpia posición de principios mantenida por la
Dirección de nuestro Partido y nuestro Estado, en relación con los sucesos
internos de Granada.
El carácter civil de la casi
totalidad de los colaboradores cubanos en Granada, ha quedado demostrado ante
el mundo entero por los cientos de periodistas extranjeros que los vieron
llegar a nuestro país y tuvieron posibilidades de entrevistarlos, a todos y cada
uno de ellos, cuyas edades casi en un 50% rebasa los 40 años. ¿Quién podría
cuestionar su condición de colaboradores civiles y de obreros con largos años
de experiencia en su trabajo?
Cuando los voceros del Gobierno
de Estados Unidos afirmaban que había en Granada, al producirse la invasión,
entre 1 000 y 1 500 cubanos y que cientos de ellos continuaban luchando en las
montañas, Cuba publicó la cifra exacta de los ciudadanos cubanos que se
encontraban en Granada el día de la invasión: 784, incluido el personal
diplomático con sus familiares e hijos. Se señalaron igualmente los
organismos de donde procedían, las actividades a las que se dedicaban, las
instrucciones que recibieron de combatir en sus áreas de trabajo y campamentos
si eran atacados, y la imposibilidad, por las informaciones que poseíamos, de
que pudieran quedar cientos en las montañas.
Más tarde se publicaron los
nombres y oficios de cada uno de los colaboradores y la situación conocida o
probable de cada cual. Los hechos han demostrado que la información de Cuba se
ajustaba rigurosamente a la verdad. No existe un solo dato de esa voluminosa
información que haya podido ser desmentido.
Es igualmente mentirosa y cínica
la afirmación de que los cubanos iniciaron las acciones hostiles. Lo cierto, lo
irrefutable es que a la hora en que se produce el desembarco aéreo en la pista
y en los alrededores de los campamentos, el personal cubano dormía y las armas
se encontraban almacenadas; no habían sido distribuidas. En medio del
desembarco aéreo, fue cuando se distribuyeron las armas, que no alcanzaban para
todos los colaboradores, y el personal cubano ocupó los lugares asignados para
esa emergencia. Aun así nuestro personal, ya organizado y armado, tuvo tiempo
de ver cómo se reagrupaban en la pista los paracaidistas norteamericanos y cómo
aterrizaban los primeros aviones; era el momento más débil de los invasores. Si
los cubanos hubiesen disparado primero, habrían ocasionado decenas y quizás
cientos de bajas a los norteamericanos en esas primeras horas (APLAUSOS). Lo
rigurosamente histórico, lo rigurosamente cierto es que los combates se
iniciaron cuando las tropas de Estados Unidos avanzaron hacia los cubanos en
son de guerra; como también es cierto que cuando un grupo de colaboradores que
estaban desarmados fueron capturados, se les utilizó como rehenes y fueron
llevados delante de los soldados norteamericanos.
La invasión de Granada se produjo
en forma sorpresiva y traicionera, sin ningún tipo de aviso o advertencia
previa, estilo Pearl Harbor, estilo nazi. La nota del Gobierno de Estados
Unidos al Gobierno de Cuba el martes 25 de octubre, con la que se pretendía
responder a nuestra nota del sábado 22, fue entregada a las 8:30 de la mañana,
tres horas después del desembarco, y cuando hacía hora y media que sus tropas
atacaban a nuestros compatriotas en Granada. Incluso en horas de la tarde del
día 25, el Gobierno de Estados Unidos envió una nota engañosa al Gobierno de
Cuba que hizo concebir la posibilidad de que los combates cesaran de una forma
razonable y honrosa, evitando mayores derramamientos de sangre. A pesar de que
esa nota fue respondida de inmediato aceptando esa posibilidad, lo que hizo el
Gobierno de Estados Unidos fue desembarcar en la madrugada del día 26 la 82
División Aerotransportada, y atacar con todas sus fuerzas la posición cubana
que quedaba resistiendo. ¿Es esa la conducta de un gobierno serio? ¿Es esa la
forma de advertir sobre el ataque?
¿Era esa la forma de evitar mayores
derramamientos de sangre?
El señor Scoon declaró paladinamente
que él estaba de acuerdo con la invasión, pero que no le había solicitado
previamente a nadie que invadiera Granada. Varios días después del desembarco
es cuando el señor Scoon, que estaba albergado en el portahelicópteros
"Guam", firma una carta en la que solicita oficialmente la
intervención. Reagan no acertaba a demostrar una sola de sus falsas
afirmaciones.
Cuando se dijo que el buque
"Viet Nam Heroico", que se encontraba en el puerto de Saint George’s
el día de la invasión, llevaba armas especiales, como un pretexto para que no
fuera utilizado como medio de transporte para la evacuación de los rehenes
cubanos en Granada, se indagó de inmediato con su capitán si llevaba por
casualidad algún armamento a bordo, y lo que pudo precisarse es que solo llevaba
un arma temible, su nombre: "Viet Nam" (APLAUSOS).
La calumniosa imputación de que
Cuba había dado instrucciones de realizar acciones contra ciudadanos
norteamericanos en otros países, recibió adecuada y digna respuesta oficial y
pública de nuestro Gobierno, basada en el hecho real y probado por la historia
de la Revolución de que Cuba siempre ha sido opuesta a los actos de represalia
contra personas inocentes.
El Gobierno de Estados Unidos no
se ha dignado ofrecer el número de detenidos ni el total de bajas granadinas,
incluyendo las bajas de la población civil. Un hospital de dementes fue
bombardeado causándose la muerte a decenas de enfermos.
¿Y dónde quedó la promesa del
señor Reagan de que las tropas norteamericanas se retirarían en una semana? El
propio presidente Reagan, en su primera alocución al pueblo norteamericano a
las 8:30 de la mañana del día de la invasión, en un discurso elaborado antes
del desembarco, afirmó que la situación había sido dominada. Sus propios
voceros ese mismo día describían la resistencia de que eran objeto las tropas
invasoras. El paseo militar planificado por el Pentágono para ser ejecutado en
cuatro horas, no contaba con la resistencia tenaz y heroica de los
colaboradores cubanos y de soldados granadinos (APLAUSOS).
¿Quiénes han dicho la verdad y
quiénes han mentido cínicamente sobre los hechos de Granada? A los periodistas
extranjeros no se les permitió presenciar e informar sobre los acontecimientos
en el terreno. Ni siquiera a la prensa norteamericana. Es superficial y
ridícula la argucia de que se trataba de simples medidas de seguridad para los
periodistas. Lo que se pretendía obviamente era monopolizar y manipular la
información, mentir sin obstáculo alguno a la opinión pública mundial y al
propio pueblo de Estados Unidos. Era esta la única forma de divulgar mentiras
deliberadas y falseadas de todo tipo, que después de su impacto inicial y su
efecto en el pueblo de Estados Unidos, no serían fáciles de aclarar y rebatir.
Hasta en eso, el método empleado por la Administración de
Estados Unidos fue
fascista.
¿Qué queda hoy en pie
objetivamente de aquellas 19 afirmaciones? ¿Dónde están los silos para
proyectiles estratégicos que se construían en Granada? Sin embargo, todas
aquellas mentiras en las que el mundo no creyó, dichas por su Presidente y sus
voceros, produjeron un evidente impacto en la opinión pública de Estados
Unidos.
Al pueblo norteamericano se le
presentó, además, la invasión a Granada como una gran victoria de la política
exterior de Reagan contra el campo socialista y el movimiento revolucionario.
Se asoció el hecho con la trágica muerte de 240 soldados norteamericanos en
Beirut, con el recuerdo de los rehenes en Irán, con la humillante derrota de
Viet Nam y con el resurgir del poderío y la influencia de Estados Unidos en el
mundo. Se apeló de una forma sucia y deshonesta al patriotismo norteamericano,
al orgullo del país, a la grandeza y la gloria de la nación. Así se logró que
una mayoría de la opinión pública norteamericana, se dice que el 65% primero, y
después el 71%, apoyara el monstruoso crimen de invadir sin justificación
alguna un país soberano, el repugnante método de atacar por sorpresa, la
censura a la prensa y demás procedimientos similares empleados por el Gobierno
de Estados Unidos para justificar la invasión de Granada. Hitler no actuó de
otra forma en 1938 cuando ocupó Austria y se anexó el territorio de los Sudetes
en Checoslovaquia, en nombre también del orgullo alemán, la grandeza y la
gloria alemana, la felicidad y la seguridad de los súbditos alemanes. Si se
hubiese hecho entonces una encuesta en la Alemania hitleriana, en medio de la
ola chovinista desatada por los nazis, un 80% o un 90% de la población habría
aprobado esas agresiones.
El hecho real, lamentable y
verdaderamente peligroso, no solo para los pueblos del Caribe, Centroamérica y
América Latina, sino para todos los pueblos de la Tierra, es que cuando la
opinión mundial condenaba unánimemente la acción guerrerista, agresiva,
injustificable, violatoria de la soberanía de los pueblos y de todas las normas
y principios internacionales, la opinión mayoritaria de Estados Unidos,
manipulada, desinformada y engañada, apoyó el monstruoso crimen cometido por su
Gobierno.
Hay algo más preocupante: al
producirse este giro interno de la opinión pública, muchos políticos
norteamericanos que inicialmente se opusieron a los hechos, terminaron
plegándose a la acción de Reagan, y la prensa, censurada, humillada y mantenida
al margen de los acontecimientos, terminó moderando sus quejas y sus críticas.
¿Son estas acaso las virtudes de
una sociedad donde la opinión y las instituciones políticas y de información
pueden ser groseramente manipuladas por sus gobernantes, como lo fueron en la
época del fascismo en la sociedad alemana? ¿Dónde están la gloria, la grandeza
y la victoria de invadir y conquistar uno de los países más pequeños del mundo,
sin ninguna significación económica ni estratégica? ¿Dónde está la proeza de
luchar contra un puñado de obreros y colaboradores civiles, cuya heroica
resistencia, a pesar de la sorpresa, la escasez de parque, la desventaja del
terreno, de las armas y el número, frente a las fuerzas de aire, mar y tierra
del país imperialista más poderoso del mundo, lo obligó a lanzar la 82 División
Aerotransportada, cuando el último reducto era defendido al amanecer del 26 de
octubre por apenas 50 combatientes? (APLAUSOS) Ni desde el punto de vista
político, ni militar, ni moral, Estados Unidos obtuvo victoria alguna. En todo
caso, una victoria militar pírrica y una profunda derrota moral, como
señalábamos en otra ocasión.
El Gobierno imperialista de
Estados Unidos quiso matar el símbolo que significaba la Revolución granadina,
pero el símbolo estaba ya muerto. Lo habían destruido los propios
revolucionarios granadinos con su división y sus errores colosales. A nuestro
juicio, el proceso revolucionario de Granada, después de la muerte de Bishop y
sus más allegados compañeros, después que el Ejército disparó contra el pueblo,
y el Partido y el Gobierno se divorciaron de las masas y se aislaron del mundo,
no podía sobrevivir.
Estados Unidos, queriendo
destruir un símbolo, mató a un cadáver, y a la vez resucitó el símbolo
(APLAUSOS). ¿Desafiar para eso todas las leyes internacionales y ganarse el
repudio y la condena del mundo? ¿Es tal el desprecio que se siente por el resto
de la humanidad? ¿Es verídico hasta tal grado ese desprecio, que no afectó en
lo más mínimo el apetito estomacal del señor Reagan en el desayuno del día 3 de
noviembre, como él mismo declaró a la prensa?
Si todo esto fuera
desgraciadamente cierto, y parece serlo, la invasión de Granada nos debe
conducir a tomar conciencia de las realidades y los peligros que amenazan al
mundo.
El señor O’Neill, presidente de
la Cámara de Representantes, dijo que era pecaminoso que un hombre totalmente
desinformado, ignorante de los problemas internacionales, que no lee siquiera
los documentos, fuera presidente de Estados Unidos. Pero si se toma en cuenta
que Estados Unidos posee poderosos y sofisticados medios de guerra convencional
y nuclear, y el Presidente de ese país sin consultar a nadie puede iniciar una
guerra, no es solo pecaminoso, sino puede llegar a ser verdaderamente dramático
y trágico para toda la humanidad.
Un aire triunfalista reina en la
Administración Reagan. Apenas se han apagado los ecos de los últimos disparos
en Granada y ya se habla de intervenciones en El Salvador, en Nicaragua e
incluso en Cuba.
En el Medio Oriente y en el
Africa Austral, no cesan las injerencias y las agresiones militares del
imperialismo contra los países progresistas y el movimiento de liberación
nacional.
En Europa se instalan ya los
primeros cohetes Pershing y Crucero de los 572 que se proponen desplegar allí
rodeando a la URSS y demás países socialistas de un anillo mortífero de armas
nucleares, que pueden alcanzar sus territorios en cuestión de minutos.
No son solo los países pequeños;
toda la humanidad está amenazada. Las campanas que hoy doblan por Granada
pueden doblar mañana por el mundo entero.
Los científicos y los médicos más
prestigiosos y experimentados aseguran que el hombre no podría sobrevivir a un
conflicto nuclear global. La potencia destructora de las armas de este tipo
acumuladas supera un millón de veces las rústicas bombas que en cuestión de
segundos aniquilaron las ciudades de Hiroshima y Nagasaki. A esto puede
conducir la política agresiva y guerrerista de la Administración Reagan.
Por lo pronto, la carrera
armamentista es ya una realidad en medio de la crisis económica más aguda que
ha conocido el mundo desde los años 30, y cuando están por resolver los
problemas del desarrollo de la inmensa mayoría de los pueblos de la Tierra. ¿A
quién puede inspirar confianza un gobierno que actúa con la precipitación, la
irreflexibilidad y el cinismo con que actuó el Gobierno de Estados Unidos en
Granada? Ni siquiera se dignó Reagan a escuchar los consejos de un gobierno tan
estrechamente vinculado a él en lo político, en lo ideológico y lo militar como
el de Inglaterra. No es extraño que en una encuesta realizada hace breves días,
más del 90% de los ciudadanos ingleses se mostró categóricamente en desacuerdo
con que Estados Unidos tenga la prerrogativa unilateral de emplear los cohetes
Crucero que allí comienzan a instalarse.
En el ámbito de nuestro
hemisferio, hace apenas un año y medio una potencia de la OTAN usó medios
sofisticados de guerra para derramar sangre argentina en las Malvinas. El
gobierno de Reagan apoyó esa acción. Para nada tuvo en cuenta entonces a la
Organización de los Estados Americanos y los llamados acuerdos y Pactos de
seguridad. Los echó a un lado despectivamente. Ahora, apoyándose en la supuesta
solicitud de una fantasmagórica Organización de Estados del Caribe
Oriental" invade Granada y derrame sangre caribeña y sangre cubana. En
Nicaragua, por encima del precio de 40 000 vidas pagadas para conquistar la
libertad, casi 1 000 hijos de ese noble pueblo han muerto ya como consecuencia
de los ataques de las bandas mercenarias que organiza, entrena y suministra el
Gobierno de Estados Unidos. En El Salvador, más de 50 000 personas han sido
asesinadas por un régimen genocida cuyo ejército es suministrado, entrenado y
dirigido por Estados Unidos. En Guatemala pasan de 100 000 los que han muerto a
manos del sistema represivo que instaló la CIA en 1954, cuando derrocó al
gobierno progresista de Arbenz. ¿Y cuántos han muerto en Chile desde que el
imperialismo promovió el derrocamiento y asesinato de Salvador Allende?
¿Cuántos han muerto en Argentina, en Uruguay, en Paraguay, en Brasil, en
Bolivia, en los últimos 15 años?
¡Qué caro ha costado a nuestros
pueblos en sangre, sacrificio, miseria y luto el dominio imperialista y los
sistemas sociales injustos que ha impuesto a nuestras naciones!
El imperialismo se empeña en
destruir símbolos, porque conoce el valor de los símbolos, del ejemplo, de las
ideas. Quiso destruirlos en Granada, quiere destruirlos en El Salvador, en
Nicaragua, en Cuba. Pero los símbolos, los ejemplos, las ideas no pueden ser
destruidos; y cuando sus enemigos creen haberlos destruido, lo que han hecho en
realidad es multiplicarlos (APLAUSOS). Tratando de exterminar a los primeros
cristianos, los emperadores romanos difundieron el cristianismo por el mundo.
Así, todo intento por destruir nuestras ideas solo conseguirá multiplicarlas.
Granada ha multiplicado ya la
convicción patriótica y el espíritu combativo de los revolucionarios
salvadoreños, de los nicaragüenses, de los cubanos (APLAUSOS). ¡Está demostrado
que se puede combatir contra sus mejores tropas y que no se les teme!
(EXCLAMACIONES Y APLAUSOS) No debe ser ignorado por los imperialistas que
encontrarán feroz resistencia dondequiera que agredan a un pueblo
revolucionario. Ojalá que la pírrica victoria de Granada y la atmósfera
triunfalista que los embriaga no los conduzca a graves e irreversibles errores.
Las peculiares circunstancias de
división entre los revolucionarios y el divorcio con el pueblo que encontraron
en la pequeña Granada, no las encontrarán en El Salvador, en Nicaragua ni en
Cuba (EXCLAMACIONES y APLAUSOS).
Los revolucionarios salvadoreños,
en más de tres años de heroica lucha, se han convertido en combatientes
experimentados, temibles, invencibles. Son miles de hombres que conocen el
terreno palmo a palmo, veteranos de decenas de combates victoriosos,
acostumbrados a luchar y vencer en proporción de uno a diez contra tropas
élites entrenadas, armadas y asesoradas por Estados Unidos.
Su unidad es más
sólida e indestructible que nunca.
En Nicaragua tendrían que
enfrentarse a un pueblo profundamente patriótico y revolucionario, unido,
organizado, combativo y armado, que no podrá ser sometido jamás (APLAUSOS).
Con relación a Cuba, si en
Granada necesitaron una división elite para combatir contra un puñado de
hombres que luchaban aislados en un pequeño reducto, sin fortificación alguna,
a 1 000 millas de su patria, ¿cuántas divisiones necesitarían contra millones
de combatientes en su propio suelo, junto a su propio pueblo? (EXCLAMACIONES Y
APLAUSOS PROLONGADOS)
Nuestro país —lo hemos dicho
otras veces— podrá ser barrido de la faz de la Tierra, pero jamas podrá ser
conquistado y sometido (APLAUSOS PROLONGADOS Y EXCLAMACIONES DE:
"Comandante en Jefe, ¡Ordene!")
En las condiciones actuales de
nuestro continente, una guerra de Estados Unidos contra un pueblo
latinoamericano levantaría el espíritu y volcaría el sentimiento de todos los
pueblos de América Latina contra los agresores. Un abismo insondable se abriría
entre pueblos que, por encontrarse situados en el mismo hemisferio, están llamados
a vivir y cooperar en paz, amistad y respeto mutuo.
Las experiencias de Granada serán
analizadas detalle a detalle, para extraer de ellas el máximo provecho en caso
de que se vuelva a producir una agresión donde se encuentren colaboradores
cubanos, o en nuestra propia patria (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS).
Los cubanos que fueron capturados
y convertidos virtualmente en rehenes, vivieron una experiencia inolvidable de
lo que es un país ocupado por tropas invasoras yankis. El tratamiento físico y
psicológico a los colaboradores prisioneros fue indignante y vejaminoso, y a
cada uno de ellos les ofrecieron, al final, marcharse a Estados Unidos con
promesas de todo género. Pero no pudieron quebrantar su firmeza de acero. ¡Ni
uno solo desertó de su patria! (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS)
No hicimos en nuestro país
ninguna manipulación de las noticias, ni se ocultó nada al pueblo. Todas las
informaciones recibidas directamente de Granada a raíz de la invasión fueron
transmitidas a nuestra población tal como llegaban, aunque las del 26 de
octubre resultaron exageradas. Como principio, en ningún instante se trató de
disminuir la gravedad de los hechos ni la magnitud de los riesgos que corrían
nuestros compatriotas.
Agradecemos profundamente al
Comité internacional de la Cruz Roja (APLAUSOS), el interés que mostró y la
dedicación y el esfuerzo eficaz que realizó para la más rápida identificación y
evacuación de heridos, enfermos, demás prisioneros y muertos. Agradecemos
también a los gobiernos de España y Colombia las gestiones que inicialmente
hicieron en este sentido (APLAUSOS).
Al despedir a nuestros
entrañables hermanos caídos heroicamente en combate cumpliendo con honor sus
deberes patrióticos e internacionalistas, y al expresarles a sus seres queridos
nuestra solidaridad más profunda, no olvidamos que hay madres granadinas y
madres norteamericanas que lloran a sus hijos muertos en Granada (APLAUSOS). A
las madres y demás familiares de los granadinos caídos enviamos nuestras
condolencias, y también a las madres y los familiares de los norteamericanos
muertos, porque ellos, que sufren igualmente la pérdida de seres allegados, no
son responsables sino víctimas de las aventuras guerreristas y agresivas de su
gobierno (APLAUSOS).
Cada día, cada hora, cada minuto,
en nuestros puestos de trabajo, de estudio o de combate, tendremos presente a
nuestros muertos en Granada (APLAUSOS).
Esos hombres a quienes
enterraremos esta tarde lucharon por nosotros y por el mundo. Pueden parecer
cadáveres. En cadáveres quiere convertir Reagan a todo nuestro pueblo, hombres,
mujeres, ancianos y niños; en cadáveres quiere convertir a la humanidad entera.
¡Pero los pueblos lucharán por preservar su independencia y su vida; lucharán
para evitar que el mundo sea convertido en un inmenso cementerio; lucharán y
pagarán el precio que sea necesario para que la humanidad sobreviva!
Sin embargo, ellos no son
cadáveres: ¡son símbolos! Ellos no murieron siquiera en la propia tierra que
los vio nacer. Allá, lejos de Cuba, donde aportaban el noble sudor de su trabajo
internacionalista para un país más pobre y más pequeño que el nuestro, fueron
capaces de dar también su sangre y sus vidas. Pero en aquella trinchera ellos
sabían que estaban defendiendo también a su pueblo y a su patria. No es posible
expresar en forma más pura la generosidad y capacidad de sacrificio del ser
humano. ¡Su ejemplo se multiplicará, sus ideas se multiplicarán y ellos mismos
se multiplicarán en nosotros! ¡No habrá poder, no habrá armas, no habrá fuerzas
que puedan prevalecer jamás sobre el patriotismo, el internacionalismo, los
sentimientos de fraternidad humana y la conciencia comunista que ellos
representaron!
¡Seremos como ellos en el trabajo
y en el combate! (APLAUSOS)
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)