El imponente Cerro de los Siete Colores en Purmamarca, Jujuy (Argentina)

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sábado, 6 de abril de 2013

LA GUERRA DE MALVINAS I


LA GUERRA DE MALVINAS I: UNA HISTORIA DE TRAICIONES

LA AYUDA DE LOS ESTADOS UNIDOS AL IMPERIO BRITANICO

Por Sergio Daniel Aronas - 06 de abril de 2013

“Lo que no puedo concebir jamás es que haya americanos que por un indigno espíritu de partido se unan al extranjero para humillar a su Patria y reducirla a una condición peor que la que sufríamos en tiempos de la dominación española. Una tal felonía, ni el sepulcro la puede hacer desaparecer” (Libertador José de San Martín, Carta a Juan Manuel de Rosas, 10 de junio de 1839)

            Este mes de abril al conmemorarse el trigésimo aniversario de la recuperación momentánea de las Islas Malvinas cuyo soberanía Gran Bretaña las recuperó en la guerra desatada entre el 1º de mayo con las operaciones aéreas de los aviones Vulcan y el bombardeo a la pista del aeropuerto y que culminarían con la rendición de las fuerzas argentinas el 14 de junio de 1982, lo dedicaremos a la publicación de varias notas de interés analítico político y militar de la guerra del Atlántico Sur.

           La guerra por las Islas Malvinas fue una guerra de traiciones que se evidenciaron en varios momentos y en varios hechos tanto por actitudes de países supuestamente amigos de la Argentina como por parte de los altos mandos de las fuerzas argentinas que recibieron el rechazo unánime tanto de los combatientes como del  público en general.

En primer lugar, mostró la increíble ingenuidad de la dictadura argentina de creer que los Estados Unidos permanecerían neutrales en el conflicto bélico con Gran Bretaña como creyó el General Leopoldo Galtieri ya que siendo considerado por su par norteamericano General Edward Meyer en 1980 como “el general majestuoso” y por los compromisos represivos asumidos para la liquidación de los movimientos guerrilleros en América Central, fueron motivos necesarios para evaluar que el gobierno de Ronald Reagan no intervendría en el conflicto y mucho menos que ayudaría a su histórico aliado.

En segundo lugar, está el papel desempeñado por la dictadura chilena del General Augusto Pinochet que en sus relaciones con Gran Bretaña prácticamente forjaron una alianza que fue reconocida por el Consejo de Asuntos Hemisféricos de Washington. Pero la más clara demostración de esta mancomunidad de intereses fue el terrible agradecimiento que Margaret Thatcher le dio a Pinochet cuando éste estuvo detenido en Londres por orden del juez español Baltasar Garzón que lo acusaba de crímenes de lesa humanidad. La inhumana confesión de la Thatcher dándole las gracias a Pinochet por toda la ayuda brindada a su expedición para reconquistar Malvinas, fue un claro ejemplo de esta guerra de traiciones. La alianza militar chilena-británica quedó consolidada con la venta de un reactor nuclear británico de la National Nuclear Co de 300 megavatios de potencia del tipo Magnus; con la provisión de uranio, de armamentos diversos para que aviones chilenos puedan despegar y realizar ejercicios de entrenamiento desde la base inglesa de Luton. 
Claro que en esa visita la Sra. Thatcher no dijo qué tipo de ayudas recibió de Chile. La más importante y decisiva ya que marcó para siempre el desenlace de la guerra fue dar la ubicación del crucero General Belgrano por medio de un mensaje del Comandante Naval chileno de Punta Arenas en la última semana de abril a partir de la cual se inició la persecución por medio del submarino nuclear Conqueror que lo llevaría al fondo del mar. La información precisaba que el Belgrano estaba saliendo de la zona de exclusión declarada por los propios británicos con el propósito de regresar a sus bases. Esto lo afirma el periodista inglés Robert Fox en su libro “Eyewitness Falklands, editado en Londres en 1982 en la página 346. También Chile ofreció su territorio a la fuerza de tareas inglesas para reaprovisionamiento como fue el caso del helicóptero inglés Sea King que descendió en Punta Arenas en la.operación Mikado, que consistió en destruir los aviones Super Etendard y sus misiles Exocet ambos de fabricación francesa, mediante una acción de infiltración. Finalmente esta operación fue abortada.

En tercer lugar, las actitudes de los países de la entonces Comunidad Europea de hacer lugar a la causa británica apoyando el envío su poderosa la flota a las islas Malvinas, declarando el bloqueo comercial con la Argentina e impidiéndole toda posibilidad de operaciones. Así es como la Argentina debió apelar a la triangulación para conseguir equipos, repuestos y material de guerra para sostener a sus fuerzas armadas en las islas australes. Ahora bien, los británicos por medio de su ministro de Defensa John Nott calificó y acusó a Francia de “traicionera” por venderle a la Argentino los aviones Super Etendard que mostraron una altísima eficacia en el combate aeronaval. El ministro inglés exigió al gobierno francés que deje de suministrar cualquier clase de ayuda a la Argentina y la presión fue tan grande que los Super Etendard llegaron sin los manuales de instrucciones para el armado, colocación y puesta a punto de los misiles. Los franceses se defendieron diciendo que la asistencia a la Argentina tenía como objetivo, obtener información de inteligencia para saber cómo trabajaban los argentinos, que estaban preparando y como pensaban a aplicarlos a la guerra naval. Y eso fue precisamente lo que hicieron, es decir, pasarle información de los aviones franceses que tenía la Argentina para que los ingleses supiera cómo los usaban los pilotos argentinos y así poder derribarlos o neutralizar al máximo posible su poder de fuego y la creciente combatividad del piloto argentino que por primera vez en la historia participaba en una guerra real y verdadera. De modo que se queden tranquilos los ingleses ya sus amigos franceses cumplieron cabalmente su papel de aliado entregándole detalles de primera mano sobre la actividad de la fuerza aérea argentina.

En cuarto lugar y no menos importante, fue el papel desempeñado por los Estados Unidos en el conflicto donde envió a su Secretario de Estado y ex Comandante Supremo de la OTAN, Alexander Haig a mediar entre las partes. Conociendo perfectamente el sistema militar británico dentro de la alianza atlántica para resguardo de la zona norte de Europa, hizo todo lo posible para contener a la Argentina y dejar las manos libres a los imperialistas ingleses para avanzar con su flota hacia Malvinas. Estados Unidos dejó de lado sus doctrinas de defensa continental en caso de ataque de una potencia extranjera contra un estado americano. 

En Malvinas murieron la doctrina Monroe, el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, el pacto de Río de Janeiro y todo el sistema de la OEA (Organización de Estados Americanos) que como ministerio de las colonias norteamericanas en América Latina, no tuvo ninguna influencia en el desarrollo de la guerra. El gobierno de los Estados Unidos permitió y facilitó la recuperación de las islas por parte del Gran Bretaña cuando decidió enviar su poderosa flota de guerra de más de 110 buques de todo tipo en lo que ellos llamaron la “Operación Corporate”.  

Aquí va la lista de la ayuda que el imperialismo norteamericano, sacándose la careta de los verdaderos intereses que tiene que defender, le entregó al imperio colonial británico para la reconquista de las Malvinas en la guerra contra la Argentina, sin la cual no hubiesen podido vencer en la contiendo como los mismos funcionarios ingleses lo han reconocido. No se sabe si esto fue todo porque los archivos ingleses de la guerra de las Malvinas permanecen guardados en secreto absoluto hasta el 14 de junio de 2072 ya que el gobierno inglés ordenó mantener por 90 años toda la información sobre la guerra. Un hecho inédito para un acontecimiento de solo 74 días pero que seguro que está relacionado con esta historia de traiciones, con el armamento nuclear desplegado hacia las islas, con los errores de la Fuerza de Tareas inglesas y con la ayuda que le dio Chile como lo reconoció la Sra. Thatcher y los distintos gobiernos que sucedieron a la dictadura fascista de Pinochet emitieron alguna declaración sobre este comportamiento respecto de la Argentina.

La revista ultraconservadora inglesa The Economist en su edición del 3 de marzo de 1984, publicó el siguiente listado del material otorgado por Estados Unidos a Gran Bretaña durante su llegada a la Isla Ascensión y que le sirvió para que su gigantesca flota pueda arribar a Malvinas en su travesía de 10.000 kilómetros e iniciar la guerra de reconquista:

Ø  200 misiles aire - aire Sidewinder AIM-9L (Estos misiles diabólicos mataron a la mayoría de los pilotos argentinos, en un 80%). Fue el misil que ayudó al imperio británico a lograr el dominio aéreo.
Ø  Placas de adaptación (Harrier - Sidewinder)
Ø  8 sistemas de misiles tierra-aire Stinger antiaéreos
Ø  Sistemas de cañones de defensa aérea Vulcan Phalanx
Ø  Sistemas de armas, materiales críticos, repuestos de todo tipo
Ø  Misiles antibarcos Harpoon
Ø  Sistemas Snake de radar de rastreo de misiles aire - tierra
Ø  18 contenedores CTU-2A para ser arrojados desde el aire y para lanzamiento de paracaídas
Ø  4.700 toneladas de esterado para campos de aterrizaje
Ø  1 motor para helicóptero C-47
Ø  350 válvulas de exhausión para torpedos
Ø  12.500.000 galones de gasolina para aviones
Ø  Discos para satélites y sistemas de codificación
Ø  Equipos para la detección de submarinos
Ø  Cartuchos para cohetes de señales y sistemas M 130 de señales
Ø  Parque de munición para morteros de 60 mm trazadores
Ø  Parque de munición de 40 MM de alto poder
Ø  Parque de munición variado
Ø  Anteojos para visión nocturna
Ø  Calentadores para campaña
Ø  Raciones para patrullas de larga distancia
Ø  Parte de esta información fue dada a conocer el 14 de abril de 1982, por el Sr. Karl Bernstein, periodista, por la cadena norteamericana "ABC NEWS". Además, debemos incluir la información satelital.
Ø  57 millones de litros de combustible para la aviación
Ø  4.700 t de pistas desplegables metálicas para aeronaves
Ø  Radares para misiles “Sea Word”
Ø  Indicadores de objetivos “laser”
Ø  Misiles antirradar “Strike”
Ø  Facilidades de comunicaciones, criptográficos y de guerra electrónica
Ø  Repuestos para diversos sistemas de armas
Ø  Implementos diversos de campaña (carpas, calefactores, raciones, agua, etc.)
Ø  El 98% de la información de inteligencia que manejó el gobierno británico provino de los satélites de los Estados Unidos que puso a disposición del Alto Mando inglés-
Ø  El 11 de mayo fue puesto en órbita un satélite "Big Bird", equipado como elemento fundamental, con una gran cámara fotográfica con un poder de resolución de 15 centímetros... complementándose además de la acción de los satélites por los aviones de reconocimiento U-2 y SR-71. Se añade además, las facilidades para el uso de la Isla Ascensión (que hemos analizado en la cuestión geopolítica).

A Caspar Weinberger, el Secretario de Defensa de los Estados Unidos al momento de estallar el conflicto bélico, el gobierno de la imperialista Margaret Thatcher le otorgó el título de "Caballero" el 1º de febrero de 1988, distinción que rara vez se otorga a personajes extranjeros, "por haber sido un amigo incondicional de Gran Bretaña, recordado por su apoyo y asistencia durante la Guerra de Malvinas". 

Por otra parte, en un programa de la BBC (TV) de Londres de 1988, titulado “An Ocean Apart”, y que se puede ver en el sitio de internet de www.youtube.com, el conductor del programa, D. Dimbleby, tuvo el siguiente diálogo con el ex Secretario de Marina de los Estados Unidos, John Lehman (1981-1987) al consultarlo sobre la ayuda de Norteamérica a Gran Bretaña durante el conflicto, con lo cual esto es una prueba irrefutable del compromiso del gobierno de los Estados Unidos para ayudar a los ingleses a sostener en su poder las Malvinas como parte de una estrategia global de dominación imperial. Aquí la entrevista:

Lehman. —Entregamos a los ingleses los nuevos misiles Sidewinder. Los ingleses sólo tenían a los pequeños Harriers sin ninguna capacidad de defensa aérea. Los Harriers sólo podían atacar desde corta distancia y cuando ya tenían a los argentinos a la vista. Con el nuevo Sidewinder podían dispa­rar de frente y eso hizo eficaz el accionar de los Harriers. También pudieron obligar a los argentinos a volar a baja altura, apenas sobre las cubiertas de los buques británicos y desde allí arrojar sus bombas. Por esa razón, la mayoría no detonaba. Más de 10 buques británicos fueron perforados por bombas argentinas que no detonaron como consecuencia de obligar a sus aviones a volar a muy baja altura.

Dimbleby: ¿Qué hubiese ocurrido si la administración norteamericana hubiera deci­dido ser estrictamente neutral y no dar más ayuda a Gran Bretaña mientras durara el conflicto?
Lehman: Pienso que Gran Bretaña hubiese tenido que retirarse de las Falklands.

Dimbleby: En otras palabras, sin ayuda de los Estados Unidos, ¿Gran Bretaña hubiese sido derrotada por los argen­tinos?.
Lehman: Sí, esa es mi opinión personal. Cualquiera puede es­pecular. Pero por todo lo que yo sé, esa es mi firme conclusión.

Dimbleby: ¿Por qué llega usted a esa conclusión?
Lehman: Porque dejó decaer su infraestructura durante las décadas de los 60 y 70. Al desatarse la guerra carecían de lo necesario para defenderse en un conflicto prolongado, aun contra una fuerza un tanto primitiva pero bien entrenada y altamente motivada como la de los argentinos.
Sucesivos gobiernos británicos se negaron a invertir dinero en medios de comunicaciones modernos, sistemas de defensa misilísticos, nuevos misiles Sidewinder y radares tridimen­sionales. Lo más estúpido que hicieron fue desarmar los por­taaviones más grandes, otros los vendieron y el Invencible fue salvado a tiempo, cuando navegaba rumbo a Australia. Los británicos no pueden pretenderlo todo. Por un lado, desempeñar el rol de una potencia seria, y por el otro, que ello les salga barato. Entonces compensamos lo que les faltaba.

Muy pocos países estuvieron dispuestos a acompañar a la Argentina en su guerra con Gran Bretaña: solo Perú y Panamá habían ofrecido enviar tropas y equipos para ayudarnos, pero la dictadura rechazó todas estas ofertas y prefirió enfrentarse solo ante la tercera potencia militar del mundo en aquellos años. Fuera del continente americano, solamente la Libia de Muamar Khadafi por medio de la triangulación comercial envió importantes materiales de guerra a la Argentina. Es dable pensar que si en 1982 hubiera habido otro gobierno en el país y no la dictadura secuestradora y torturadora de personas, quizás el apoyo a la Argentina hubiese sido diferente aunque nunca en los 150 años que siguieron a 1833 cuando el imperio británico se apodera por la fuerza bruta de las islas Malvinas, los gobiernos civiles argentinos nunca plantearon la opción militar como método para lograr la soberanía sobre las Malvinas.

Pero todas las traiciones mencionadas, la peor, la más terrible, humillante, inaceptable e inconcebible, fue la traición de los principales altos jefes militares de las fuerzas armadas argentinas que no cumplieron con su papel como comandantes de tropas en el campo de batalla, dejando a su suerte y abandonados a los soldados quienes lucharon como leones hasta agotar sus municiones y muriendo muchos de ellos como valientes en la defensa de las Malvinas. Esos jefes que se hicieron los guapos estaqueando y torturando a la tropa; que les daban alimentos para mantenerse en condiciones mínimas para combatir, siempre recibieron el odio de todos los combatientes porque no podían salir a la calle por temor a ser linchados. Esos fueron los auténticos mariscales de la derrota. Y ni siquiera fueron capaces de pegarse un tiro como es habitual en la tradición militar cuando un general rinde una plaza o todo un ejército para evitar el escarnio y la vergüenza pública de dar explicaciones sobre lo inexplicable, que como oficiales profesionales su lugar es estar junto a los soldados en todos los momentos y más a la hora luchar porque para eso estudió, se graduó y el estado le paga para defender la soberanía del país. En la primera y única vez que los militares argentinos tuvieron la oportunidad de ir a una guerra en el siglo XX, la conducción fue desastrosa. Y ahí está el informe Rattembach que pidió la pena de muerte para los responsables de la derrota de Malvinas.  

Claro que hubo excepciones y el mejor ejemplo lo dio el entonces jefe del Batallón de Infantería de Marina Nº 5, capitán de fragata Carlos Hugo Robacio, cuya conducción fue magistral y extraordinaria ya que siguieron combatiendo aun después que la Argentina se había rendido, defendiendo sus posiciones en los montes Williams, Tumbledown y Sapper Hill. No pudo ser derrotado por los batallones ingleses que reconocieron la destacada actuación de grupo de combate argentino que fueron obligados a replegarse hacia Puerto Argentino. Por sus méritos en la guerra Carlos Robacio fue condecorado con la Cruz de la Nación al heroico valor en combate. Fueron excepcionales los pilotos navales quienes sin ninguna experiencia de combate aéreo, infligieron demoledores ataques a la flota británica gracias a su arrojo, valentía sin límites y una temeridad a toda prueba que causa sorpresa y admiración al enemigo inglés. Por eso hay que recordar a estos héroes tanto los soldados como oficiales y suboficiales de todas las armas y reconocerles que si no hicieron más fue únicamente por falta de medios porque coraje lo tuvieron siempre.