LA GUERRA DE MALVINAS II: LOS ARCHIVOS BRITÁNICOS
Por Sergio Daniel Aronas – 07 de abril de
2013
"En la
guerra moderna, los elevados costos en armas de fuego dan una clara ventaja a
la nación que esté en mejores condiciones de permitírselas y, por consiguiente,
a los pueblos ricos y civilizados. En la antigüedad, los ricos y civilizados
tenían problemas para defenderse de los pueblos pobres y bárbaros. En los
tiempos modernos, los pueblos pobres y bárbaros tienen dificultades para
defenderse de los ricos y civilizados". (Adam Smith, Investigación sobre
el origen de la riqueza de las naciones, Libro V, Cap. I, 1776)
“Hay que explicar a la gente lo grande que es
el secreto
que se esconde en el
surgimiento de las guerras” (Vladimir Ilich Lenin)
Al
cumplirse el año pasado los treinta años de la guerra por las Malvinas que tuvo
lugar desde el 2 de abril de 1982 cuando tropas argentinas desembarcaron
sorpresivamente en las islas hasta el 14 de junio cuando terminaron los
combates con la derrota de nuestro país, entre todos los análisis que se han
estado haciendo existe particularmente uno que es muy llamativo y sobre el cual
muy poco o casi nunca se habla. Se trata de la decisión del gobierno británico
de declarar como secreto militar todos los archivos del conflicto bélico por el
término de 90 años, de modo que recién podrán conocerse los secretos británicos
de esta guerra el 14de junio de 2072, es decir, cuando todos los protagonistas
que participaron tanto del lado argentino como del británico estarán todos
muertos y ninguno de ellos podrá saber en qué consisten los grandes secretos
que aun el gobierno inglés mantiene tan rigurosamente vedado. Este dato es muy
importante porque es prácticamente desconocido. Nunca antes los británicos
pusieron tanto celo en guardar por tantos años sus archivos militares sobre su
participación en una guerra. Así podemos ver que durante la Segunda Guerra
Mundial, Gran Bretaña tuvo que lamentar la pérdida de más 400.000 personas,
soportó bombardeos, la destrucción de ciudades y de su infraestructura básica,
sus archivos militares entre 1939 y 1945 se mantuvieron guardados durante
cuarenta años y cuando se hicieron público se pudo por ejemplo conocer el plan
Dropshot, es decir, el programa de EE.UU. para la destrucción atómica de la
Unión Soviética con apoyo del Reino Unido. Aun así todavía están cerrados bajo
cuatro llaves los documentos relacionados con la actividad de su Primer
Ministro Winston Churchill mientras estuvo al frente de la dirección político y
militar del gobierno de Gran Bretaña
durante la guerra. Los archivos de la inteligencia militar británica relacionados
con el descifrado de la máquina de órdenes y códigos militares de la Alemania
Nazi conocida con el nombre Enigma estuvieron guardados por 25 años y
recién fueron conocidos en 1970.
¿Por qué
el gobierno inglés decidió guardar por tanto tiempo todos los informes y
documentos oficiales acerca de la
actuación de sus Fuerzas Armadas en un conflicto que duró 74 días y a 12.000
Km. de distancia? ¿Cuál son los grandes secretos que aún no pueden develarse? O
en todo caso ¿Cuál es el gran secreto que se esconde tras semejante medida y
que ninguno de los que pelearon en los combates estará vivo para conocerlos?
¿Qué clase de crímenes y de aberraciones varias veces denunciados habrán
cometido la fuerza de tareas inglesa? ¿Acaso tendrá con ver los sueños
nucleares de la Thatcher? ¿Tendrán que
ver con la participación de Gran Bretaña en futuras guerras? ¿Tendrán relación con el tipo de operaciones militares que se
llevaron a cabo, por errores cometidos como fue el caso del hundimiento del HMS
Sir Galahad y HMS Sir Tristam? ¿Estarán relacionados con el tipo de armas
desplegadas por la fuerza de tareas británicas? Acaso, sus buques ¿no llevaban
armas nucleares? Y de los barcos ingleses hundidos, ¿cuántos tenían el arma
nuclear y en qué proporciones?
Vamos a tratar de dar algunas hipótesis sobre cuáles son
las cuestiones que motivaron al gobierno inglés
para mantener cerrados sus
archivos de la guerra por las islas Malvinas por un período tan prolongado:
1) La urgente necesidad de
reconquistar las islas Malvinas.
Con relación a los grandes secretos o al gran secreto sobre la decisión
británica de poner en acción la flota de tareas en la llamada Operación
Corporate con la que enviaron casi 120 buques de todo tipo para movilizar a
unos 30 mil soldados armados hasta los dientes con el armamento de infantería
más moderno para una guerra de invierno como ser chalecos protectores térmicos,
equipos infrarrojos, lentes especiales para la visión nocturna y toda una
logística altamente planificada para tener a la tropa en condiciones de
combatir aun en los climas más rigurosos, habría que analizar cuidadosamente
que esta decisión se tomó teniendo en consideración la estrategia y la política
de poder global del imperialismo en cuanto a la necesidad de conservar la
fortaleza Malvinas por el hecho de que Estados Unidos en el marco de los
Tratados Torrijos-Carter debía abandonar la zona del canal de Panamá y con el
consiguiente desmantelamiento de todas las bases militares ahí instaladas.
La guerra por el
control de la soberanía en las Islas Malvinas puso de manifiesto con gran
fuerza la determinación de las fuerzas imperialistas de sostener a ultranza el
sistema de alianzas entre EE.UU. y Gran Bretaña para mantener el control de las
islas del Atlántico Sur y de esa forma incorporarlas a sus planes estratégicos de
dominación mundial.
Si todavía
existen dudas respecto al interés de los Estados Unidos por la región austral
es importante poner en conocimiento de un párrafo del documento “Free Oceans
Plan (Plan para el Océano Libre) elaborado por el Consejo Nacional de Seguridad
en enero de 1980 durante la presidencia de James Carter donde se dice:
“Aun cuando EE.UU. pueda contar con un apoyo efectivo y duradero de
la Unión Sudafricana y de Chile, y eventualmente de la Argentina, que facilite
la ejecución de sus planes para el extremo sur de los tres océanos, es
indispensable contar con el apoyo de Gran Bretaña … Este debe ser nuestra
principal aliada en el área, no sólo porque todavía ocupa diversas islas en el
Atlántico Sur que, en caso necesidad, podrían convertirse en bases aeronavales,
de acuerdo al modelo de Diego García en el Océano Indico, o en punto de apoyo
logístico, como la isla de Ascensión (en el Atlántico entre América y África),
las Islas Tristán da Cunha (al oeste del Cabo Buena Esperanza), Georgias,
Sándwich del Sur y Falkland podrían servir de enlace entre las islas del
Príncipe Eduardo (Canadá) y el Cabo de Hornos. Gran Bretaña deber ser alentada
a mantener aquellas islas bajo su soberanía ante cualquier circunstancia,
incluso en las islas que Argentina reivindica para sí, como las Falkland,
Sándwich y Georgias del Sur. Debe persuadirse a Gran Bretaña de que su
permanencia en las Falkland será de gran importancia estratégica para la
seguridad del mundo libre”.
Esto quiere
decir que el imperialismo de los Estado Unidos alentaba a su par británico a
que mantuviera a toda costa el control de las Malvinas, prolongando
indefinidamente cualquier clase de negociación con la Argentina en cuanto a la
disputa por la soberanía e incluso si dada una hipotética circunstancia en la
cual el imperio británico se retirara de ellas por las razones que fuera,
debería facilitarle el camino para que el nuevo dueño de las islas no fuera la
Argentina sino los Estados Unidos. De ahí puede venir la rápida movilización de
la diplomacia estadounidense apenas estalló el conflicto para tratar de mediar
entre la Argentina y Gran Bretaña, donde el Secretario de Estado, Alexander
Haig, ex comandante en Jefe de la OTAN, cumplió dignamente su tarea de distraer
a la dictadura para que en el momento propicio volcaran todo el peso de su
condición de primera potencia mundial a favor del Reino Unido. Vale la pena
traer este documento que se conoce desde junio de 1982 (aunque solo se conoce
lo transcripto) porque es el antecedente a tener en cuenta sobre las razones
que impulsaron al gobierno de los Estados Unidos a dar su apoyo total a Gran
Bretaña, además de las razones de ser su aliado preferencial en la OTAN con el
que comparten mutuos intereses y objetivos imperiales. Y no sólo le brindó
asistencia militar sino que a nuestro país le aplicó sanciones punitivas
económicas y financieras.
Y esta firme decisión de reconquistar las islas Malvinas queda evidenciado en este análisis realizado en un documento presentado en un seminario realizado en abril de 1984 dedicado al estudio de las guerras desde 1945 en adelante, en el que se puede leer lo siguiente:
“Potencialmente, las islas Malvinas podrían contribuir más a una nación a quien las controle que la lana que pudiera obtenerse. La distancia que cubre la ruta de navegación por el cabo de Hornos entre los océanos Atlántico y Pacífico, las islas podrían servir como una base para proteger o perturbar el envío de tráfico a lo largo de esta importante ruta marítima. También, puesto que una de las cuencas sedimentarias inexploradas más grandes de mundos se encuentra en el océano al este de las Islas Malvinas, las islas podrían proporcionar acceso a enormes cantidades de petróleo y gas natural. Así, las Malvinas podrían para ser estratégicamente vvaliosa en el futuro”. (Major Timothy J. Hannigan, USMC. British Triumph on East Falkland. War since 1945 Seminar, 2 April 1984).
2) La movilización de la
diplomacia de los Estados Unidos.
La rápida movilización del Departamento de Estado de los Estados Unidos durante
la guerra para intentar ser un mediador que evite el derramamiento de sangre,
tuvo como fundamento principal la relación
especial que siempre han tenido norteamericanos y británicos a lo largo de su
historia y en esta guerra en particular obraron de modo tal para convencerlos de
que no vayan a la guerra sino todo lo contrario: llevar a cabo un poderosa
expedición punitiva y recuperar para la OTAN ese territorio tan apreciado, tan
importante y tan vital para las vías de comunicación por su cercanía a la
Antártida, otro territorio fuertemente en disputa. No olvidemos ni por un
instante que el Secretario de Estado de los Estados Unidos durante la guerra de
Malvinas venía de ser el Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas de la OTAN,
es decir, un general con experiencia de combate en Vietnam y qué conocía muy
bien las Fuerzas Armadas británicas que tenían asignadas la defensa del flanco
Norte de la Alianza Atlántica en caso de un hipotético ataque de los países
miembros del Pacto de Varsovia que encabezaba la entonces temible Unión
Soviética.
El decidido apoyo de los Estados Unidos a Gran Bretaña
durante la guerra de las Malvinas brindándole asistencia de todo tipo de
materiales y equipos que solicitaran, fue una clarísima venganza contra la
dictadura militar argentina que en enero de 1980 rechazó adherirse al embargo
cerealero proclamado por el entonces presidente Jimmy Carter contra la Unión
Soviética debido a su incursión en Afganistán a finales de diciembre de 1979.
3) Las relaciones de los Estados
Unidos con América Latina. La
guerra de Malvinas destapó para siempre quienes son los amigos y quiénes son
los enemigos de la Argentina en particular y de América Latina en general. Los Estados
Unidos, como la nación dominante en el continente y sin importarle la doctrina
Monroe de 1823, sin importarle la existencia del Ministerio de la Colonias que fue
la Organización de Estados Americanos, sin importarle los acuerdos defensivos
del continente como el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, ni el
pacto de Río de Janeiro, no se obligó en cumplir con los artículos del TIAR que
llamaban a defender a la Argentina por ser país americano que estaba siendo
atacado por un potencia extracontinental. Lo
único que le importaba y lo primero que saltó a la vista para la
diplomacia de los Estados Unidos era la necesidad fundamental de recuperar las
islas por y para el imperio británico sobre la base de la diplomacia de las
cañoneras. Así como todo el sistema interamericano estalló por los aires y
provocó una profunda crisis entre Estados Unidos y los países latinoamericanos
del continente porque quedó en evidencia la complicidad del imperialismo
norteamericano por sostener la agresión británica contra la Argentina.
4) La ayuda chilena a la fuerza de
tareas británica. También el
tema de los archivos puede estar relacionado con el apoyo que la dictadura chilena
de Augusto Pinochet brindó al imperio colonial británico durante la contienda,
como se deprende del efusivo agradecimiento de Margaret Thatcher a Pinochet
durante la detención de éste en Londres. Ahí se rompió un pacto de silencio
entre estos dos gobiernos con las gracias de la ex Dama de Hierro al criminal y
genocida general chileno. Por otra parte, en este video del sitio de internet “youtube”
se puede ver al ex General de la Fuerza Aérea de Chile, Fernando Matthei, muy
suelto de cuerpo y muy contento por haber ayudado a Inglaterra a ganar la
guerra y por haber contribuido a la derrota argentina (http://www.youtube.com/watch?v=sEAX-Mofbrw).
En ese mismo video, el Gral. Matthei confiesa que recibió a un importante jefe
militar británico quien le solicitó ayuda de inteligencia sobre los movimientos
y posiciones de las tropas argentinas. También está el incidente con el
helicóptero Sea King que cayó en el sur chileno realizando no se sabe qué tipo
de tareas: ¿reconocimiento? ¿Espionaje? ¿A quién, contra quién y para quién? Se
cree que formó parte de una operación cuyo nombre en clave fue Mikado con el
fin de destruir los aviones Super Etendard y los misiles Exocet, ambos de
fabricación francesa que resultaron muy efectivos en el hundimiento de varios
buques británicos como el HMS Scheffield y el HMS Atlantic Conveyor.
5) El hundimiento del Crucero ARA
General Belgrano. Es un tema que
no para de provocar polémicas, pero que de nuestra parte argentina no hay
ningún lugar a dudas en calificarlo como un crimen de guerra, ya que el
hundimiento del crucero General Belgrano, navegaba fuera la zona de exclusión, es
decir, que ya había salido del círculo que alrededor de las islas había creado el
mando británico y que determinaba que todo navío o avión que surcara dentro de
dicha zona sería sometido a ataque inmediato por sus unidades de combate. El
cambio de órdenes para autorizar la agresión al crucero argentino fue una
decisión basada en cálculos estratégicos desde el punto de vista militar por la
supuesta amenaza que representaba para la Royal Navy dado el poderío del
alcance de fuego de sus cañones y en lo tocante a la diplomacia fue un hecho
que frustró definitivamente el camino a una solución negociada del conflicto
justo cuando el presidente peruano Fernando Belaúnde Terry hacía conocer su
propuesta de paz. Esta paz se hundió junto con el Belgrano y quedó abierto el
camino de la guerra que precisamente lo que deseaban los imperialistas
británicos y norteamericanos como un modo de escarmentar a un país que se
atrevió a desafiar a una potencia mundial de primer orden.
6) Las armas nucleares en Malvinas. Entre las unidades navales que fueron enviados
a la reconquista de Malvinas, se encontraban seis submarinos, de los cuales
cinco eran nucleares como el Conqueror cuyos torpedos Mark 24 fabricados
durante la Segunda Guerra Mundial hundieron al Belgrano argentino. Otros buques
según denuncias hechas en su momento, como las fragatas HMS Brilliant y HMS
Broadsword portaban armamento nuclear y la entonces primer ministro M. Thatcher
había amenazado con bombardear el territorio continental argentino con armas
atómicas si el presidente de Francia, Francois Mitterando no le daba los
códigos secretos de los aviones Super Etendard y sus precisos misiles Exocet.
Pero los sueños nucleares de la Thatcher no quedaban ahí porque había pensaba
seriamente en bombardear la provincia de Córdoba con un misil atómico y a la
ciudad de Buenos Aires con un misil bacteriológico. A esas ciudades se les
sumaban Rosario y Mar del Plata (esta última por ser puerto y sede de los
submarinos argentinos) como objetivos nucleares para ser bombardeadas. Si los
mandos ingleses se atrevieron a violar sus propias reglas de combate cuando
decidieron hundir al Belgrano, porque no iban a tomar otras diabólicas medidas
quien gobernó su país como fuese una dictadura bajo la máscara de un Parlamento
y un sistema electoral en la que dos partidos hace siglos dirigen los destinos
del imperio británico.
7) Los aviones franceses Super
Etendard y sus misiles Exocet.
Cuando la Argentina decidió ocupar las islas en abril de 1982, había encargado
la compra de la versión más moderna de dicho misil, la versión AM39 que se
dispara a casi la velocidad del sonido por encima de las olas y a una distancia
de 30 millas cargando su poderosos explosivos. Gran Bretaña sabía de estas
negociaciones pero no creyó que la Argentina podía tener listos en tan poco
tiempo los aviones para el combate. El compromiso francés con Gran Bretaña no
sólo fue acompañarlos en las medidas de embargo económico y financiero, sino
que les proporcionó los aviones Mirages del tipo que tenía la Argentina, de
modo realizar prácticas de ataque y así estar en condiciones para derribarlos
cuando se enfrenten a ellos. Además les proporcionó todos los datos secretos de
estos aviones. De acuerdo con el contrato que estipulaba el viaje de técnicos
franceses para ayudar a los argentinos a acoplar los misiles a los aviones, el
gobierno francés suspendió esta misión y debieron arreglarse solos en el armado
final de los aparatos (Ver todo este tema en “Una cara de la moneda”. La guerra
de las Malvinas, Versión completa del The Sunday times Insight Team, Londres.
Editorial Hyspamérica, Buenos Aires, 1983. Páginas 248 a 250).
8) Las bajas británicas de la
guerra. Debe ser quizás uno de
los secretos mejores guardados y cuyos verdaderos números no quieren que se
conozcan porque la Argentina, en inferioridad de condiciones técnicas y de
experiencia de combate, le produjo a la fuerza de tareas británicas una
cantidad de bajas que aun no quieren reconocer. Sólo admiten que la cantidad de
buques hundidos y/o averiados fue la más grande que le causaron desde la
Segunda Guerra Mundial, pero no dicen nada acerca de los ataques realizados
contra sus dos naves principales: los portaaviones Hermes e Invencibles. En cuanto
a las bajas en sí el dato oficial del gobierno británico es que tuvieron 255
muertos y 777 heridos durante la guerra. Pero estas cifras para muchos son
ridículas dado la violencia de los combates y la ferocidad de la lucha tanto en
las acciones de Pradera del Ganso para la toma del Puerto Darwin entre el 28 y
30 de mayo como en las batallas terrestres siguientes. El capitán de Fragata
Carlos Hugo Robacio que comandó al Batallón de Infantería de Marina Nº 5 en la
defensa de los montes Williams, Tumbledown y Sapper Hill afirmó que los
ingleses sufrieron el triple de bajas que los argentinos en dichos lugares y
que no pueden declararlo públicamente ya que estos datos son secretos militares
y que si se divulgan pueden ser sometidos a Corte Marcial. Gran Bretaña tiene
la obligación y el deber moral de informar las verdaderas bajas que tuvieron en
la guerra y si no lo quieren a dar a conocer es porque deben sentirse
avergonzados que un país subdesarrollado como la Argentina le haya infringido un
daño tan grande como para que recién en 2072 se revelen cuántos muertos y
heridos tuvieron en la guerra. Lo mismo sucede con relación a las pérdidas que
tuvieron durante las operaciones aeronavales, es decir, cuántas fueron
alcanzadas por los ataques argentinos. Todos concuerdan en que hubiesen sido
muchísimos más grandes las pérdidas de buques ingleses si las bombas lanzadas
hubiesen explotado en el punto de impacto ya que muchas atravesaron las naves y
cayeron al mar. Esto lo reconocen los oficiales ingleses si uno mira los videos
de la guerra. Pero el quid está en que el imperio inglés confirme plenamente
los dichos de los comandantes.
Esperemos
que algún día pueda conocerse la verdad de los desastres que causó esta guerra y
que sólo sirvió para mostrar la podredumbre de una dictadura fascista argentina
que se caía a pedazos por la lucha de los trabajadores que tres días antes salió
con valentía a exigir cambios urgentes desafiando la represión sanguinaria y que venía gobernando a sangre y fuego con miles de muertos, presos, exiliados y una economía en bancarrota. Por el otro lado, relucieron las miserias de un gobierno conservador británico sacudido por una ola de
huelgas y por la crisis económica que la golpeaba duramente por las medidas de
privatizaciones neoliberales, que aprovechando el regalito del "majestuoso general borracho", quiso recuperar su vieja estirpe
colonial e imperialista. Los muertos, heridos y mutilados los aportó y soportó
como siempre los pueblos de ambos países.