El imponente Cerro de los Siete Colores en Purmamarca, Jujuy (Argentina)

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El imponente Cerro de los Siete Colores en Purmamarca, Jujuy (Argentina)

martes, 12 de marzo de 2013

A LA MEMORIA DE HUGO CHAVEZ FRÍAS (I)


RECOPILACION DE ARTICULOS DEDICADOS A LA MEMORIA DEL PRESIDENTE
DE LA REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA COMANDANTE
HUGO RAFAEL CHÁVEZ FRÍAS EN EL SITIO REBELION (II)

3) ARTICULUS Y COMENTARIOS PUBLICADOS EL DIA 08 DE MARZO

Acompañar a Chávez: el día después
Reinaldo Iturriza López

            La noche del 5 de marzo transcurrió en calma. No una calma tensa, como la que antecede a las grandes conflagraciones, sino “simplemente calma”, como supo precisar mi hermano. Una calma lenta, insomne, dolorosa. La misma que percibimos cuando salimos, en familia, a la calle este miércoles de despedida. La calma posterior al desenlace. Eran las 12:05 de la tarde y el sol golpeaba fuerte. Caminando en dirección al Metro nos fuimos haciendo parte de algo más grande. Abordamos el tren rumbo a Teatros. Ya en nuestro destino, nos resultó imposible acceder a la Avenida Lecuna: la multitud agolpada en la salida (y en todas partes) nos lo impedía. Dimos marcha atrás, hasta Nuevo Circo. En cuestión de minutos ya caminábamos por la Lecuna, en dirección oeste, de donde provenía un rumor como de río crecido. Decidimos apostarnos frente a la esquina El Rosario, diagonal a la estación de bomberos, exactamente en el punto donde el cortejo se desviaría para tomar la Avenida Fuerzas Armadas. Y esperar. A la 1:05 de la tarde nos reencontramos con el comandante. Cuántas veces, en tantas manifestaciones, lo vimos pasar igual de cerca, saludando, siempre sonriente, y ese remolino inevitable a su alrededor. Hoy volvimos a verlo, convertido en bandera bañada de flores. Cuánto dolor. Llanto, gritos ahogados. Alguien entonó el himno nacional y lo seguimos, pero rápidamente quedó a medio camino. Hay cosas más urgentes. Déjame verlo. Déjame grabar este momento en mi memoria. Déjame decirle que aquí estuve, acompañándolo una vez más, porque era lo mínimo que podía hacer. Después de todo. Después de tanto. Después del aluvión, y cuando ya lo habíamos perdido de vista, bajamos poco a poco hasta la Fuerzas Armadas. Era difícil caminar, colarse entre la gente. El sol apretaba y Ainhoa Michel dormía. El comandante avanzaba lentamente, en medio de una lluvia de flores. Nos detuvimos a mirar aquello. Seguimos. Poco a poco. Sin apuro. Me crucé con un amigo colombiano, que me abrazó y lloró. Algunas personas gritaban que los restos del comandante debían reposar junto a Bolívar en el Panteón. Me parece que Chávez se sentiría más cómodo en el Cajón de Arauca. ¿Cuál habrá sido su última voluntad? Lo cierto es que el comandante ya entró en el panteón de nuestros héroes populares. Chávez, el invicto. Chávez, el que murió Presidente. Chávez, el que jamás le dio el gusto a la rancia oligarquía. Donde quiera que esté, nos está guiñando el ojo. Mientras tanto, la oligarquía, que tiene noción muy clara de que Chávez reposa desde ya entre nuestros inmortales, deseando no ver. Casi en la Avenida Nueva Granada conversé telefónicamente con un periodista brasileño. No alcancé a escuchar su nombre. Las preguntas de rigor. Le expliqué que la continuidad de la revolución bolivariana estaba plenamente garantizada. Que Chávez no podía entenderse sin el chavismo, y que el chavismo estaba en la calle. Hablamos cerca de diez minutos. Decidí interrumpir la entrevista cuando me habló del “personalismo” y de la “adoración” al comandante. Antes me había preguntado si sería posible ver emerger una figura del mismo calibre de Chávez. “No en esta generación”, le respondí. De la manera más amable que pude le expliqué que si continuábamos pensando la política latinoamericana en términos de “caudillos” y “masas enardecidas” que les siguen ciegamente, no entenderíamos nunca nada. Le pedí que me disculpara, que prefería seguir acompañando a la “persona” Chávez. Avanzamos a lo largo de una Nueva Granada repleta de gente y el aliento nos alcanzó hasta La Bandera. Poco después de las 3 ya estábamos en casa.
            Provoca cierta desazón, pero sobre todo alivio, leer al antichavismo “ilustrado”. En el justo momento en que acompañábamos a Chávez en la calle, protagonizando uno de esos episodios indelebles de la historia patria, ellos denunciaban la “inconstitucionalidad” de Maduro como Presidente. Vaya puntería.
Lo que viene es simple y no hacen falta ni los “expertos” ni los obviólogos para saberlo: habrá elecciones y las ganaremos. Nicolás Maduro tendrá el honor de ser el primer Presidente chavista después de Chávez. Eso en cuanto corresponde al cortísimo plazo. Ahora bien, qué será de la revolución bolivariana, eso es otra cosa. La cuestión no es si seguirá habiendo, sino cómo. Ese es el asunto que debe pasar a ocuparnos. ¿Qué rumbo seguiremos? El comandante Chávez ha aportado unas cuantas “pistas” al respecto.
            Ellos seguirán hablando de “inconstitucionalidad“, de “militarismo“, de tercermundismo, de lo realmaravilloso, desgajarán el legado del caudillo Chávez, la revista Time le dedicará su portada. Allá ellos. No perdamos el tiempo nosotros. Como repetía con mucha frecuencia Chávez durante los primeros años de revolución, siguiendo a Jesús de Nazareth: “Dejad que los muertos entierren a sus muertos”.´

Chávez, ¿Por quién doblan las campanas?
Pedro L. Angosto - nuevatribuna.es

            No doblan, redoblan, repican, y no a muerto, de alborozo, en Wall Street, en la City, en los salones de las grandes corporaciones, en el Vaticano, en la vecina Colombia, portaviones del Pentágono, en el Budestag y el Bundesrag, en el Reichtag, en casa de Merkel, en casa de Aznar, del Borbón, por fin te has callado, qué ordinariez tu palabra, tu “demagogia”, tus cánticos, tus rezos, tu fe en el pueblo, en los más desfavorecidos, en América toda bajo el signo de Bolívar, Martí, Ernesto. Eras parte del eje del mal, sí una mosca cojonera en el patio trasero de los Estados Unidos del Norte, una mancha de aceite que se expandía por todo el continente con la velocidad de las grandes ideas liberadoras. No, no eras un ideólogo, ni un intelectual, un militar que se rebeló contra ese grandísimo demócrata que fue Carlos Andrés Pérez, el amigo de todos los enemigos de Venezuela, el amigo de su propia hacienda, el enemigo de la hacienda de los necesitados. Y dirán que sí, que fuiste un golpista, que tu momentáneo sustituto lloró como Arias Navarro al anunciar la muerte del genocida Franco, aunque tú no mataste en masa, aunque tú no fusilaste a los derrotados, aunque te sometieras a más consultas populares –repletas de observadores internacionales- que todos los presidentes del “Eje del bien”. Con su pan se lo coman, las mentiras atragantan, indigestan y terminan por reventar.
            Al fin y al cabo, eras poca cosa. Presidente de un pequeño país de América del Sur, poco poblado, lleno de riquezas naturales, pero pequeño, diminuto, insignificante en la escena mundial. Sin embargo, hay que ver las ganas que te tenían, la de páginas que te dedicaron periódicos otrora progresistas como El País, Público, Le Monde, The Independent y tantísimos otros. Parecía que pesaras más que Merkel porque ni siquiera a ella le ofrecieron tantos artículos de fondo, tantas críticas, tantos pronósticos, tantas acusaciones falsas a sabiendas, tanta atención. No, no eras el emperador de la China, ese país que lo produce todo a cien y se está cargando los derechos sociales de todos los trabajadores del mundo gracias a la deslocalización industrial programada por Occidente con tal fin; ni el jefe de la Amazonía; ni siquiera el rey de España, ni tenías su abolengo, ni su pedigrí, ni su encantadora familia. Tampoco fuiste tú quien montó el campo de exterminio de Guantánamo, ni quien decretó el absurdo y disparatado bloqueo a Cuba, ni quien tiene a miles de personas en los corredores de la muerte, ni invadiste Irak causando cientos de miles de muertos por petróleo, ni azuzaste la primavera árabe que es el más gélido de los inviernos, ni eres íntimo del rey saudí que condena a la crucifixión a jóvenes que robaron cuanto todavía no lo eran. No, no fuiste ninguno de esos, eso no está en tu currículum, pero se empeñaron en subirte a los altares, y ojalá sigan por ese camino, lo conseguirán.
            Te acusan de dejar un país dividido, cuando hace tan sólo unos meses, en unas elecciones celebradas bajo la atentísima mirada de la buena gente, sacaste el sesenta por ciento de los sufragios; de eliminar la prensa disidente –en España ha tiempo que no existe- cuando cualquiera puede mirar en la red lo que se publica en tu país contra tu gobierno; quienes están desmontando los contenidos esenciales de la democracia europea, dicen que no eres un demócrata porque cantabas, bailabas y hacías payasadas en la televisión mientras callan la enorme cantidad de escuelas construidas desde que llegaste al poder, mientras silencian la diminución de la pobreza extrema en tu país o la ayuda inmensa que prestaste a otros países necesitados como Bolivia, Ecuador, Argentina, Uruguay o Cuba, que garantizaste el suministro de petróleo a Nueva Orleans cuando el Katrina mientras la Administración Bush se hacía la manicura con las bayonetas de los fusiles que sembraban la muerte en el mundo.
            Sí, en verdad eras el demonio, o algo peor que todavía no tiene nombre. Sería un magnífico trabajo encerrarse por unos días y recopilar todo lo que la prensa de las “grandes democracias” han dedicado a tu persona, tu gobierno y tu país desde hace diez años. Nunca Venezuela, ni América Latina, ocuparon tantas portadas ni gastaron tantos adjetivos despectivos. Sus razones tenían. No se puede mandar a paseo al Fondo Monetario Internacional, desobedecer sus órdenes de obligado cumplimiento, poner en duda la supremacía de la voluntad de los mercados y los mercaderes, e incitar a los países vecinos a que hagan lo mismo sin que te pasen factura. Sin embargo, fuiste el primero en hacerlo y sembraste la semilla que poco a poco ha ido creciendo en América, y hoy esa parte del continente es más libre, más independiente y menos pobre de lo que lo ha sido en su historia, mucho más que cuando los yanquis y los europeos eran dueños y señores, mucho más que cuando los parientes de Capriles y su Santa Compaña de hombrecillos vestidos de Armani tenían aquel inmenso trozo del planeta convertido en una colonia imperial dónde todas las perversiones y depravaciones tenían cabida. Entonces vosotros erais los “PIGS”.
            Desde una Europa en plena decadencia por decisión de políticos de medio pelo cortoplacistas que descreen en los valores esenciales de la democracia; desde la España neofranquista e indolente, sometida como un pelele –como vosotros hace unos años- a la dictadura del FMI, Alemania y su BCE, desde este viejo y sufrido país que no es más viejo ni más sufrido que el tuyo, surge un grito que un día escribiera uno de nuestros más grandes poetas y que hoy te dedico: “Yunques sonad, enmudeced campanas”.

Hugo Chávez y el sueño bolivariano
Rafael de la Garza Talavera
La Voz

Estamos comenzando a mirar lo que el padre libertador
imaginaba: una gran región donde debe reinar
la justicia, la igualdad y la libertad.

31 de Marzo de 2006, durante la inauguración de la Central  Hidroeléctrica Caruachi, Edo. Bolívar, Venezuela

            La muerte del presidente electo de Venezuela, Hugo Chávez, obliga a una reflexión sobre la historia de Latinoamérica a partir del legado de Simón Bolívar pero también de la revolución cubana y de las luchas por la autodeterminación de los pueblos. La relación ideológica que parte de los procesos de independencia a sur del río Bravo, pasa por la gesta de Martí y luego la de Fidel Castro para desembocar en pleno siglo XXI en la revolución bolivariana. Los esfuerzos de los países de la región por conformar una alianza que les permita navegar con cierta gracia por las embravecidas aguas de la coyuntura internacional forman parte del sueño bolivariano.
             Si bien las distancias entre el siglo XIX y el actual son enormes, en ambas épocas se planteó claramente la idea de que los países latinoamericanos estrecharan relaciones para evitar así el dominio de los imperios, hoy convertidos en voraces corporaciones internacionales. En la mente de Bolívar no estaba solamente la viabilidad económica sino también la cultural, base de la riqueza y particularidad de la región. Hoy, a casi dos siglos de la gesta del libertador, las cosas no han cambiado mucho, más bien han empeorado, por lo que su proyecto cobra una dimensión mayor.
            A la muerte de Bolívar, la antorcha del latinoamericanismo fue sostenido por José Martí, ese gigante que en su infinito amor por Nuestra América, como llamaba a nuestros países, logró mantener viva la llama; su trágica muerte dejó la simiente de la revolución cubana. La enorme influencia de este proceso en toda la región articuló la resistencia a las ambiciones yanquis de dominación y, contra todo pronóstico, se mantuvo vigente. Cuba estuvo presente en los últimos cincuenta años y su pueblo ofreció una lección de valor y autonomía que fructificó allende las fronteras de Latinoamérica. Su crítica al imperialismo y su modelo socioeconómico es y debe ser criticado, pero sus logros no pueden medirse sólo por su éxito o fracaso en términos de desarrollo económico. Su gran aportación al sueño bolivariano fue haberlo mantenido vivo, vigente, siendo solidario con todos los movimientos populares que se fundaron en la certeza de que la libertad no puede vivir sin la igualdad; que los destinos de un pueblo no pueden ser diseñados en una oficina de algún país del primer mundo.
            La prueba de lo anterior fue precisamente la revolución bolivariana en Venezuela, que inspirada en tales ideales, ofreció al mundo la prueba de que el modelo cubano seguía dando frutos. Pero además, el aporte venezolano a este proceso fue enorme pues logró llegar al poder por la urnas y no por la guerrilla foquista; manteniendo relaciones comerciales con EEUU y con el mundo, evitando así el infame bloqueo que no pudo poner de rodilla al pueblo cubano. Y si bien en un principio intentó un golpe de estado, el fracaso demostró y exigió otra forma de llegar al poder, más acorde con los tiempos.
            El socialismo venezolano fue entonces un avance en la resistencia al imperialismo pues anuló la posibilidad de una invasión yanqui con el pretexto de salvaguardar la democracia. El pueblo venezolano dio una gran lección de madurez política al mundo, manteniendo las formas y al mismo tiempo, abriendo la puerta a un proceso social que aun no termina. En medio de todo eso, la figura de Hugo Chávez se levanta y se impone. Sin negar que los procesos históricos son producto de todos, el liderazgo, la voluntad y la confianza de Chávez en el sueño de Bolívar lo pone la altura de sus antecesores en la búsqueda de un mundo más justo.
            Proveniente del pueblo llano, Chávez nunca renegó de su origen; lo utilizó para enfrentar una y otra vez los ataques y descalificaciones de la burguesía local y sus patrones. Y si bien podemos compartir o no su estilo y sus desplantes, su alegría y su empuje, los resultados están a la vista de todos: Venezuela es hoy un país más justo y su pueblo goza de un nivel de vida que muchos pensaron imposible. Pero además ha mantenido viva la llama del viejo proyecto del libertador de América. Les ha dado a los pueblos de Latinoamérica la esperanza en el futuro y al sueño bolivariano lo ha actualizado y vuelto realidad en nuestros días. Por eso exclamo sin rubor: ¡Hasta siempre comandante Hugo Chávez!


La semilla de Hugo Chávez
 Gilberto López y Rivas - La Jornada

            Ha muerto un hombre de bien, un hombre del pueblo y para el pueblo que luchó por dignificar y dar poder a los humildes de su querida República Bolivariana de Venezuela. Fue un hombre de su tiempo y un adelantado que alcanza la inmortalidad de los predestinados para dejar huella en la historia del mundo de las resistencias y revoluciones. Soñó, como su mentor Bolívar, con una América Latina unida y libre de la dominación imperialista. Como su gran amigo y consejero Fidel, puso en marcha las fuerzas telúricas de los explotados para dejar de serlo y avanzó a contracorriente de inercias, telarañas seculares y conspiraciones.
            Hugo Chávez deja un enorme vacío político –nacional e internacional– por su estatura como dirigente de los de abajo, por su visión de estadista al servicio de una revolución que contra viento y marea ha logrado cambiar al país hasta sus cimientos; por su calidad humana que concitó el apoyo ciudadano mayoritario en los innumerables procesos electorales en los que participó y que lo llevaron a los varios mandatos de una presidencia golpeada sistemáticamente por una derecha recalcitrante, violenta, racista, aliada del imperio, siempre lista para el boicot empresarial, la subversión, el golpe de Estado, y el magnicidio.
            El odio implacable y patológico a Hugo Chávez por parte del gobierno de Estados Unidos, de la oligarquía venezolana, de sus pares en los circuitos de la contrarrevolución y el terrorismo de Estado, en la derecha intelectual de los Varga Llosa, y en los medios de comunicación a su servicio, como el duopolio televisivo en México, o El País, en España, ofrece la medida de lo que el Comandante representa para su pueblo y los pueblos del mundo en esta compleja lucha de clases que tiene lugar en el ámbito planetario, a pesar de los esfuerzos de la dictadura mediática por negarla, ocultarla o trastocarla en su favor.
            El Comandante deja un vacío, pero también una legado de incalculable valor: su confianza en el pueblo pobre y explotado para vencer las adversidades y enfrentar la violencia del imperio y la oligarquía; su capacidad para reaccionar avanzando a cada agresión de sus enemigos; su curiosidad intelectual que lo llevó a un permanente desarrollo de sus alcances teóricos sobre el entorno político e ideológico que le tocó vivir; su lealtad y congruencia para estrechar las alianzas duraderas y confiables, como las mantenidas con el pueblo y el gobierno cubanos.
            También nos deja la lección de la viabilidad de la integración latinoamericana como garantía de independencia y soberanía frente al imperialismo, y en particular con la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de nuestra América (ALBA), el ejemplo concreto de que lejos de la dictadura del capital, los pueblos pueden relacionarse bajo la premisa de la solidaridad y la verdadera hermandad. Su legado político regional también incluye Telesur, Petrosur, Petrocaribe, la naciente Celac, Banco del Sur, entre otras iniciativas que, propias o conjuntas, no podrían pensarse hoy sin la participación del Comandante presidente.
            No tengo la menor duda de que el chavismo logrará salir airoso de la prueba de una Venezuela sin Chávez, si permanece unido a ese legado y si radicaliza aún más la revolución bolivariana en la dirección inequívoca de profundizar la construcción del poder popular, de combatir la corrupción y la doble moral entre sus filas, de ocupar todos los espacios de la territorialidad y la política con hombres y mujeres reconocidos por su fidelidad al pensamiento y la práctica del presidente Chávez.
            Murió un libertario, un irreverente, un comandante del pobrerío, pero queda la semilla de un futuro más promisorio para la Venezuela bolivariana y para la América Latina entera, para otro mundo posible, que sin la acción de hombres de la estatura del Comandante y de los pueblos como el que lo ha acompañado desde hace más de 15 años, no podríamos alcanzar.


El comandante de los pobres
Oración fúnebre por Hugo Chávez

María Toledano - Mundo Obrero

            La muerte del presidente Hugo Chávez, Comandante de los pobres de Latinoamérica, nos encuentra de noche, hastiados tras un día más de miseria cotidiana y pútrido Occidente. Su fallecimiento nos encuentra a oscuras, lloviendo, indígena Caronte mágico, embajador de lo diverso, y de golpe certero, implacable enfermedad, acaba, al menos por unas horas, con la esperanza de los condenados de la tierra. Lágrimas de papel, tristeza y humedad tropical, corren por los barrios de Caracas, lamentos -como infinitas elegías- caen por las laderas, por los cerros, hasta inundar de sincero dolor las avenidas del centro, de Altamira. Bajaron una vez, mujeres y hombres, niños, armados de valor y palos, utensilios de cocina, para salvarte de las garras de la tiranía blanca, del golpe de estado petrolero, Comandante, y bajarán de nuevo, con las plurales tonalidades de lo negro en sus rostros, bajan ya de los cerros, del 23, de todos, a rendirte un homenaje consciente, fraternal. El luto se extiende por América, un luto intenso, del color del petróleo.
            Es imposible explicar el sentido de la revolución democrática bolivariana, su impresionante alcance, sin haber visto, sentido o leído, el alma angosta de las chabolas, los barrios marginales, esos pueblos del interior donde no llegaba la luz ni el agua, los viejos medio ciegos, personas, inexistentes, sin documentación abandonadas a su suerte por la oligarquía financiera, la infancia sin escuela ni médico de proximidad. La muerte de Hugo Chávez, Comandante en Jefe de los otros de Latinoamérica es un misil contra el progreso, lento, con dificultades, de un continente olvidado, el patio trasero, lleno de corrupción y violencia inducida, de EE.UU.
            La prensa libre, desinformación en marcha, le llama, en el mejor de los casos, Caudillo. Docenas de observadores internacionales vigilaron, con penetrante mirada, todas las elecciones: siempre ganaba el caudillo. Hasta Jimmy Carter lo certificó en su día. Algo tenía este personaje, hijo del desasosiego, de las aldeas del barro, que irritaba. Algo tenía este extraño dirigente político, militar contrario a la Doctrina de la Seguridad Nacional, capaz de hablar de Jesucristo y a Negri en el mismo párrafo, cantar en directo, citar a Bolívar y vestir de rojo, girar los mapas –interpretando a Lacoste y Harvey- mostrando que otra geografía es posible, que exasperaba a sus enemigos. Quizá fuera su carácter y fuerza, quizá su imaginación y voluntad. En realidad lo que asustaba al Orden era algo más sencillo: Chávez, con un programa radical y transformador, ganaba las elecciones con el apoyo popular. Esa gente que, millones de votos, nada tiene que perder.
            Y llegó. La esperaban. Llegó la revolución democrática, las sucesivas victorias electorales, los triunfos en los revocatorios, la Operación Milagro, la Misión Identidad, el resto de las Misiones, los programas de intercambio, la cooperación internacional, la construcción de las casas en régimen cooperativo, la ayuda a los desfavorecidos de América, el progreso sanitario y educativo -reduciendo de manera espectacular la tasa de analfabetismo-, la ayuda a la alimentación, los supermercados subvencionados. Y Venezuela cambió, se volvió hacia la mayoría social, 49,4% de pobreza en 1999, 27,8% en 2010, datos de la CEPAL, mientras los vocingleros del orden capitalista, testaferros del odio, sombras del poder, inundaban la prensa mundial, como ahora, de insultos, descalificaciones, mentiras, falsedades.
             Algo había en la acción política de Hugo Chávez, en la idea de participación, en la idea de poder popular, que molestaba a la elegante burguesía local acostumbrada al bipartidismo corrupto, restaurantes de lujo, escuelas privadas, coches de gran cilindrada, aviones particulares y fiestas con guardaespaldas. Caudillo negro, indio, mulato, hijo de la tierra mezclada con las sangres de la explotación histórica, presidente de la otra América, hizo de su retórica antiimperialista, quizá de forma algo teatral, una herramienta de combate apta para ser entendida por todo el mundo. Esa era una de sus fortalezas: se entendía lo que decía. Los bienpensantes lo desacreditan con un nombre: populismo. Y a otra cosa. Cuentan que, en la Cumbre de las Américas, 2009, se cruzó con Barack Obama por los pasillos y le regaló Las venas abiertas de América latina de Eduardo Galeano, todo un ejercicio de historia y política para entender una realidad mutante.
            La muerte de Hugo Chávez, Comandante de los olvidados, deja huérfanos, huérfanas, en Venezuela y en Cuba, en Bolivia, Ecuador y en el resto del maltrecho continente. Es difícil imaginar un “chavismo” sin Chávez, igual que es fácil pensar en el regocijo y suspiro de alivio en EE.UU. y sus aliados estratégicos en la zona. Los hijos de la ira, vidas destrozadas, se han quedado sin su referente político, sin su símbolo real de la acción en marcha. La bibliografía sobre Chávez y el movimiento político bolivariano ha crecido en los últimos años. Es posible que un repaso por sus intervenciones y discursos, del azufre a la geopolítica, sea una forma discreta de homenaje, de oración fúnebre.


¡Que Viva Chávez!
Marea Socialista al Pueblo Bolivariano Civil y Militar
                                                              Marea Socialista - Aporrea

            Sacando fuerzas del dolor, de este sentimiento triste de habernos quedado huérfanos como todo nuestro pueblo. Del pueblo que hoy en la calle acompaña, arropa, sigue cariñosamente al cuerpo de nuestro Comandante para homenajearlo como se merece. Sacando fuerzas de ese dolor, queremos hablarle a ese pueblo, al de los Abriles y Febreros.

            Queremos recordar junto al pueblo bolivariano civil y militar a nuestro Chávez. El Chávez de la lucha por la independencia del imperio. El Chávez de mandar obedeciendo al pueblo. El Chávez irreverente junto a un pueblo rebelde. El crítico y autocrítico. Al Chávez nuestro capaz de hacer levantar vuelo al sueño de la unidad latinoamericana como tiene que ser, socialista. El Chávez nuestro es el del "Golpe de Timón".
            Y queremos recordarlo para marcar a fuego lo que no tenemos que olvidar, lo que tenemos que defender y lo que hay que profundizar. Y el mejor homenaje para él es cambiar todo lo que haya que cambiar.
            Independencia Nacional. Cuando se imponía el neoliberalismo en nuestro continente y en el país, desde los levantamientos del Caracazo y el Por Ahora del 4 de Febrero fue naciendo una unión entre el pueblo civil y militar para buscar, encontrar y luchar por el camino de la segunda independencia. Pero a esa unión popular había que ponerle apellido y liderazgo, entonces ese pueblo se convirtió en Pueblo Bolivariano y parió a su líder, Chávez. Y desde entonces caminamos luchando por consolidar y profundizar las primeras conquistas por nuestra definitiva independencia. Seguir ese camino es nuestro primer compromiso.
            Mandar obedeciendo al pueblo. Una de las cosas que junto a este pueblo aprendimos a lo largo de estos largos años de lucha del proceso bolivariano es que si Chávez mandaba obedeciendo, no debemos aceptar que nunca más un gobernante desobedezca el mandato popular. En esto mismo estaba pensando el Comandante cuando el 8 de diciembre nos pidió que apoyáramos a Nicolás Maduro como nuestro candidato. Eso sí, dijo, siempre acompañando y acompañado por el pueblo.
            Irreverencia y rebeldía. La lucha contra el imperio y la oligarquía que más nunca volverá a gobernar esta tierra, tiene un camino asegurado de irreverencia y rebeldía contra los viejos poderes capitalistas, la construcción de una Latinoamérica unida e independiente no se puede alcanzar sin irreverencia, rebeldía, crítica y autocrítica. Esta es otra clave de nuestro Chávez.
            Con lágrimas en los ojos y el pecho apretado por la emoción y el dolor, acompañamos al hombre y hacemos nuestro compromiso de continuar la obra de la construcción de la Patria Independiente y una Latinoamérica Socialista.
            Hoy ejercemos nuestro derecho al dolor y la tristeza, ejercemos nuestro derecho al homenaje. Y también junto a los millones de compatriotas que han tomado las calles del país asumimos el compromiso de luchar por la vida.

Independencia y Patria Socialista
¡Que Viva Chávez, Carajo!


La libertad de prensa en Venezuela y España
David Val - kaosenlared

            Durante años, los medios generalistas españoles se han encargado de analizar con lupa la supuesta falta de libertad de prensa en Venezuela. ¿Qué es lo que no nos contaron?
            Ayer murió Hugo Chávez. Hoy, los medios de la derecha más recalcitrante hacen su particular agosto a base de portadas amarillistas y tertulianos atroces. Pero, como bien afirma Pascual Serrano en eldiario.es, “los trece años de presidencia de Hugo Chávez en Venezuela y el desarrollo de la revolución bolivariana pasarán a la historia como el mayor fenómeno político mundial del que más cosas han contado los medios de comunicación para, paradójicamente, desinformar de la realidad”. No me voy a centrar en datos. Datos tan escandalosos como que mientras que en España permitíamos que el 21,1% de la población cayera por debajo del umbral de la pobreza o amparábamos con nuestro apoyo a “gobiernos demócratas” que la pobreza infantil se disparara un 45%, Hugo Chávez consiguió que la pobreza se redujera un 50% en Venezuela, lo que dio lugar a que cinco millones de venezolanos dejaran de ser pobres, tal y como reconoce la ONU.
            Pero no, esos datos los podéis ver y analizar en el completo artículo de Pascual Serrano. Quería centrarme concretamente en esa censura y en la falta de libertad de expresión que muchos medios españoles, algunos tan manipuladores como La Razón o Intereconomía, atribuyeron y atribuyen constantemente al gobierno de Chávez.
            El 1 de agosto de 2009, la Comisión Nacional de Telecomunicaciones de Venezuela (Conatel) retiró la frecuencia a 34 emisoras de radio y televisión. Un día después, Reporteros Sin Fronteras (RSF) publicó un comunicado denunciando el cierre de estos medios “por capricho gubernamental”. Y añadía: “¿Acaso todavía está prohibido emitir públicamente la menor crítica hacia el gobierno bolivariano? Este cierre masivo de medios de oposición, peligrosa para el porvenir del debate democrático, sólo obedece a la voluntad gubernamental de callar las voces discrepantes, y sólo agravará las divisiones en el seno de la sociedad venezolana”. Es decir, para RSF este cierre –o la no renovación de licencias- no sería más que un acto político más de la supuesta agenda chavista para acallar las críticas de la oposición. Esto es lo que vendieron los grandes medios de comunicación mundiales, controlados por muy pocas manos y todavía menos agencias. Porque, como ya publiqué en mi último artículo, Fox News, Time Warner, Disney, Sony, Bertelsmann, Viacon y General Electrico controlan el 70% de los medios de comunicación mundiales y las agencias de noticias de Associated Press, France Press, Reuters y DPA controlan el 90% de la información mundial, por lo que solo ellas deciden qué es noticia y qué no lo es. Como ven, grandioso ejemplo de libertad de expresión.
            Sin embargo, ese pequeño detalle no lo menciona la ONG francesa, al igual que tampoco explican que la decisión de Conatel se habría tomado igual en cualquier país del mundo. Varias de las emisoras de radio cerradas ignoraron una citación de la Comisión destinada a averiguar el estado de la concesión y a actualizar su situación. Es más, tras una investigación, la Conatel descubrió numerosas irregularidades, tales como la existencia de concesionarios fallecidos cuya licencia era utilizada por una tercera pesona, la no renovación de los trámites administrativos obligatorios o, simplemente, la ausencia de autorización para emitir1. Y la ley venezolana, similar a la del resto del mundo, estipula que los medios que no renueven su concesión de licencia en el plazo legal o que emitan sin autorización “perderán su frecuencia y ésta volverá al ámbito público”. Es por esto que treinta y cuatro emisoras que emitían ilegalmente perdieron su concesión.
            Pero, ¿es verdad que el Gobierno de Chávez controla todos los medios de comunicación venezolanos? ¿Es cierto que no hay medios opositores y que se persigue a cualquier iniciativa mediática de carácter privado? Aquí los datos: La memoria y cuenta del Ministerio de Información (Minci) de 2011 refiere que en el país existen 938 radios y televisiones autorizadas. Del total, indica que el 70.36% son privadas, el 25,05% son comunitarias –medios sin ánimo de lucro y gestionados por un colectivo o asociación- y el 4,58% son medios públicos, controlados por el Gobierno. Como se puede comprobar, se persiguen tanto los medios privados que “solo” el 70% de ellos lo son. Además, cabe destacar que el conjunto de medios privados venezolanos está concentrado en manos de 32 familias 2.
            Asimismo, el Gobierno de Chávez permitía que canales tan radicales como Globovisión, que incluso defiende abiertamente dar un golpe de Estado en el país, ya no solo cuando participó activamente en el intento de golpe de estado de 2002, sino también en los últimos meses cuando el presidente venezolano intentaba recuperarse del cáncer que le ha producido la muerte. Es más, en aquel infructuoso golpe, apoyado también por el presidente José María Aznar, Globovisión apoyó el sabotaje petrolero, pidió a los contribuyentes que no pagaran impuestos y llamó a la insurrección y al asesinato del presidente Chávez.
            Es más, este canal también defendió el golpe de Estado en Honduras que acabó con el presidente democrático José Manuel Zelaya y unánimemente condenado por la comunidad internacional. Sin embargo, hoy en día, Globovisión sigue emitiendo sin problemas en Venezuela.

¿Y en España?

            Por otro lado, nuestro democrático país donde, por ejemplo, el jefe de Estado no ha superado ninguna elección –Chávez se presentó a dieciséis y ganó quince- y fue elegido por el dedo de un dictador, ejerce la censura como le parece. Pondré varios ejemplos.
            El primero y más chirriante es el cierre en 1998 del diario Egin, en Euskal Herria. Durante años, este periódico fue acusado de estar al servicio de la organización terrorista ETA, siendo marginado económicamente por las instituciones oficiales. Clausurado en 1998 por orden del democrático juez Baltasar Garzón, no fue hasta el años 2009 que los Tribunales resolvieron contrariamente a la anterior resolución, declarando que su actividad no era ilícita, pero, debido al tiempo transcurrido no fue posible reabrir ni el periódico ni la radio.
            El segundo caso, casualmente, también se dio en Euskal Herria. En 2003, una orden de la Audiencia Nacional ordenó el cierre de Euskaldunon Egunkaria, el único diario que, desde 1990, publicaba íntegramente en euskera. Aunque su línea editorial no tenía un sesgo político claro, el juez Juan del Olmo ordenó su cierre y encausó a cinco directivos del medio por su pertenencia a la organización de ETA. Se cerró el periódico y todos sus bienes fueron embargados por seis meses, pues la sentencia era “de carácter preventivo y temporal”. Los siguientes meses y años transcurren con sucesivas prórrogas de seis meses de clausura de Egunkaria y con constantes recursos por parte de la defensa que fueron desestimados.
            Casualmente, y tras mucho pelear, el 12 de abril de 2010, siete años después de su clausura, la Audiencia Nacional absolvió a los cinco directivos del medio porque no se podía acreditar “ni directa ni indirectamente que el periódico haya defendido los postulados de la banda terrorista, haya publicado un solo artículo a favor del terrorismo o de los terroristas ni que su línea editorial tuviera siquiera un sesgo político determinado”. Sin embargo, al igual que ocurrió con Egin, fue imposible ponerlo en marcha de nuevo.
            Por otro lado, los amigos de TeleK, Canal 33 o iSolidaria TV saben muy bien qué significa esto de la censura previa impuesta por la supuesta democracia de nuestro país. En 2005, Esperanza Aguirre adjudicó las licencias de televisión digital terrestre sin pedir el informe preceptivo al Consejo Audiovisual de la región, tal y como exige la ley. A cambio, el Gobierno de Esperanza Aguirre repartió las emisoras de TDT de Madrid entre grupos de comunicación y empresarios afines del PP. De 30 licencias, la Iglesia Católica obtuvo cinco y cuatro el periodista Federico Jiménez Losantos, que pudo montar su emisora de EsRadio. Otras cuatro fueron a manos de Antena3 y Blas Herrero de Kiss FM recibió dos. El Mundo e Intereconomía recibieron una cada uno y Enrique Cerezo, el presidente del Atlético de Madrid, se llevó diez. El empresario y productor José Frade se llevó las tres restantes.
            Sin embargo, canales locales como Localia o la famosa TeleK de Vallecas, una de las televisiones locales más antiguas de Madrid y que emite ininterrumpidamente desde 1992, no recibieron licencia alguna. Aun así, la tele vallecana decidió mantener sus emisiones y finalmente el Senado le concedió esa licencia en el canal 30 de la TDT. Pero claro, esta decisión no gustó a la Comunidad de Madrid que siguió peleando por la ilegalización de este canal. Tanto que, en mayo del pasado año, mandó un ultimátum a TeleK y a otros dos canales de marcada ideología de izquierdas, Canal 33 y iSolidaridad TV: O cierran inmediatamente o serán multados con 30.000 euros diarios. Finalmente, gracias al apoyo masivo pudieron superar también esta amenaza gubernamental. Todo ello sin olvidar, por ejemplo, el secuestro en 2007 de El Jueves por publicar una caricatura de los príncipes de España. Casualmente, fue el juez del Olmo, el mismo que ordenó el cierre de Egunkaria, quien ordenó la retirada de la revista de los kioscos de todo el país.
            Lógicamente, Chávez cometió muchos errores, pero no era el demonio que los medios intentan hacernos creer. Como ven, en España ocurren cosas más graves, pero esos mismos medios nos las venden como lógicas y normales. Y seguimos siendo un país democrático y ejemplar. Comparen: Felipe González estuvo en el poder 14 años (1982-1996) y solo ganó tres elecciones. Chávez ha estado trece años en el poder y ha ganado quince comicios y referendums, tanto para seguir gobernando como para poder aplicar sus políticas. Aquí, el PP incumple todo su programa electoral y no pasa nada. Pero somos democracia. No tengo mucho más que añadir. Juzguen ustedes mismos y saquen sus propias conclusiones.
Notas

Hugo Chávez y los medios de comunicación privados, Salim Lamrani en Rebelion.org
Thierry Deronne, «Au Venezuela, la bataille populaire pour démocratiser le ‘latifundio’ des ondes», 2 de agosto de 2009. En español: La batalla popular para democratizar el latifundio de las ondas ; Agencia Bolivariana de Noticias , «Medida de Conatel no afectará libertad de expresión e información en Venezuela», 4 de agosto de 2009.


Hasta siempre, mi Comandante
Guillermo F. Parodi – Rebelión - Revisado por Caty R.

            Muchas cosas sabemos, muchas cosas podemos ignorar, pero, mi Comandante, hay tres aportes fundamentales que constituyen un enriquecimiento real de hoy y para siempre del planeta Tierra. A esos aportes contribuyeron también el Comandante Fidel y el presidente Rafael Correa, además del grupo de anónimos expertos. Los aportes son.

1) El ALBA (Alternativa Bolivariana de las Américas), que la tradición dice que ese nombre proviene del momento que cristalizó en las mentes de los dos Comandantes, el alba. Hasta hoy y reafirmado por el fracaso de la UE apenas sufrió una grave crisis, el ALBA es la mejor Institución para la integración que existe en todo el mundo. El ALBA se basa en la concertación y la colaboración. Palabras mágicas que derrumban las, falsamente ponderadas como un gran éxito, uniones basadas en la competencia. Aberración imperdonable, pues todos sabemos que en una pelea gana el más capaz (fuerza y astucia) pero siempre hay ganadores y perdedores y pese a las compensaciones que sí se usaron en la UE pero nunca en el MERCOSUR el fracaso se hizo sentir.

2) El SOCIALISMO DEL SIGLO XXI. Nada más lúcido que la autocrítica, la percepción de que el socialismo histórico fracasó y lo hizo por la falta de espíritu revolucionario, por la falta de entusiasmo y motivación. Frente a ello, no negar lo positivo, pero buscar alternativas no dogmáticas sino pragmáticas provenientes de la experiencia de cada país para construir su socialismo.

3) EL BANCO DEL SUR. Idea que es un complemento necesario del ALBA. Su versión ecuatoriana, que no  fue la aprobada por presiones de Argentina y Brasil, contiene la receta de la independencia económica más clara y entendible de todas las que he escuchado hasta el presente. Fondos de los países, no de los organismos multilaterales. Los préstamos a empresas nacionales, no a las multinacionales y preferencias a la pequeña y mediana empresa.

No es bueno que por querer a alguien lo endiosemos, por eso reconocemos que como ser humano con poder cometiste algunos errores. No podemos borrarlos y habrá aún hoy gente resentida por ellos. Debemos reconocerlos y tomando la palabra del querido Comandante pedir perdón y frente a ese perdón en ese momento de ternura de una reconciliación abrazarnos y acordarnos de que la Patria te necesita compatriota y pedirte que estudies sin prejuicios los humildes aportes que hice y que nos unamos en una Venezuela de iguales y con el mismo rumbo para todos los venezolanos.

Guillermo F. Parodi es escritor, profesor universitario, miembro del Observatorio Internacional de la Deuda y de los colectivos Rebelión, Cubadebate y Tlaxcala ( www.tlaxcala.es ), la red de traductores por la diversidad lingüística.

Después de Chávez
Juan Gabriel Tokatlian - Página/12

            Ha muerto una de las personalidades políticas del mundo más singulares e influyentes de comienzos del siglo XXI: Hugo Chávez inauguró un régimen político híbrido en su país, Venezuela, y se proyectó -él y su modelo- mundialmente mediante una estrategia de inusitada visibilidad para un país del Sur. Intentó fundar un nuevo orden hegemónico interno recurriendo a una particular mezcla de nacionalismo, populismo y socialismo que aún debe evaluarse con mejores instrumentos de análisis y cierta mayor ponderación, al tiempo que, con un estilo simultáneamente carismático, mesiánico y provocador logró trascender la política venezolana y convertirse en un punto de referencia obligado en el continente y hasta en algunos temas de la política mundial. La aspiración de cambio que enarboló Chávez y su centralidad casi excluyente en el escenario político de Venezuela hacen que, naturalmente, todo sea frágil después de su muerte.
            A partir de ahora habrá una transición política en Venezuela. Nada indica que será una transición de sistema (de presidencialismo a parlamentarismo) o de régimen (de autoritarismo a democracia o de democracia a autoritarismo). Tampoco pareciera que se producirá una transición de partido (una coalición hoy oficial sustituida, en lo inmediato, por una futura coalición opositora). Se trata, en esencia, de una transición de mandatarios (Hugo Chávez será sucedido por un nuevo presidente del "chavismo").
            Sin embargo, el impacto de esa transición supera el nivel personal: la estructura institucional, la política pública, la relación gobierno-oposición y hasta la diplomacia venezolana pueden ingresar en un proceso cambiante y contradictorio de impredecibles consecuencias para el país (y para sus vecinos próximos, aliados políticos y oponentes ideológicos). La experiencia de transición previa que tuvo el país -la de 1958, sellada con el pacto de Punto Fijo- poco tiene que ver con la actual: aquélla representaba la salida del mandato autoritario de Marcos Pérez Jiménez, se firmó entre tres partidos (AD, Copei y URD) democráticos pro-sistema, procuró establecer un gobierno de unidad y asegurar un programa mínimo de gestión. La presente transición no apunta a crear un nuevo régimen, no se da entre partidos relativamente próximos en su orientación, no se guía por la búsqueda de unidad en el manejo del Estado, ni parece dirigida a concertar un programa básico y compartido de gestión gubernamental.
            No hay en América latina muchas "buenas prácticas" de transición de hombres fuertes que autoproclamaron una revolución para su país; sea ese proyecto revolucionario de corte marxista o nacional popular. En realidad, la disolución (vía golpes de Estado y proscripciones políticas, por ejemplo), la contención (vía estrategias coercitivas especialmente auspiciadas por Washington y acompañadas por algunos países del área, por ejemplo) y la reversión (vía "guerras de baja intensidad" y el despliegue de proxies, por ejemplo) -y no la transición- han sido los esquemas más usuales ante experiencias revolucionarias en la región. Por lo tanto, es importante destacar que Venezuela -los venezolanos- deberá nutrirse de pocas experiencias exitosas fuera del continente y aprender de los fracasos que han afectado por años a algunos países del área.
            En esa dirección, hay dos planos claves. En el nivel interno, un proceso electoral solo no dirime, per se, la sucesión de un liderazgo revolucionario y su legado. Es indispensable un doble tipo de acuerdo. Por un lado, uno hacia adentro, en el seno del oficialismo (para controlar el alto nivel de faccionalismo imperante) y otro en el seno de la oposición (para que sus expresiones más moderadas y modernas no queden atrapadas por lo más vetusto del bipartidismo convencional). Por otro lado, un acuerdo de garantías para la oposición (para eludir que se torne antisistémica) y para el propio oficialismo (por ejemplo, respecto de la continuidad de ciertas políticas públicas) y el compromiso en torno de unas pocas reglas de juego fundamentales que profundicen y no socaven la democracia. En esta hora y las próximas los tejedores de potenciales compromisos serán más importantes y valiosos que los protagonistas retóricamente más efusivos, ya sea a favor o en contra de Chávez y sus casi tres lustros de gobierno.
            En el nivel internacional, lo importante es no incidir negativamente en aquella transición (por ejemplo, en el caso de Estados Unidos) y estar dispuesto a facilitar lo que eventualmente pueda pactarse domésticamente (por ejemplo, el aporte de los países de Latinoamérica). En esta dirección, hay que recordar que la incorporación de Venezuela como miembro pleno del Mercosur tuvo menos que ver con el comercio o con una presunta compensación por la suspensión de Paraguay y más con la política y la diplomacia. Lo más probable es que en el cálculo de Argentina y Brasil, principalmente, prevaleciera la idea de prepararse para eludir un eventual clima de descontrol en lo que iba a ser -y hoy ya es- la transición venezolana. Si se produjera allí una situación turbulenta e inmanejable o un quiebre del orden democrático o una reversa revanchista del actual proyecto político, el problema para Sudamérica será monumental. Si, por otro lado, se asentara un "chavismo sin Chávez" aun más radicalizado o se manifestara una pugna feroz en el corazón del chavismo haciendo ingobernable el país, entonces el problema para la región sería igualmente grave. Si Buenos Aires y Brasilia quisieron que Caracas estuviera en el Mercosur, éste es el momento para, con discreción y realismo, contribuir a que Venezuela viva una transición efectivamente incruenta y potencialmente positiva.
            En realidad, para los venezolanos de uno y otro bando y para los actores externos próximos o distantes, aliados u oponentes de Caracas, ésta debiera ser la coyuntura de la mesura y la sindéresis.

Juan Gabriel Tokatlian es Director del Departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Di Tella. http://www.pagina12.com.ar/

Un mensaje póstumo a Hugo Chávez
Marta Harnecker

            ¡Quién iba a pensar querido Hugo que el hombre lleno de vitalidad que conocí hace algo más de 10 años en un avión que nos conducía hacia el Vigía, y que combinaba maravillosamente humanidad y sentido político, iba a partir un día tan cercano a otra morada! ¡Un hombre con tanta, tanta energía y con tantos, tantos proyectos por realizar! Se que el tiempo te apretaba como una camisa estrecha cuando tenías la eternidad por delante, me imagino tu angustia cuando supiste que tenía los minutos contados. Me pregunto una y otra vez por qué ese vendaval que te llevo a la historia te jugó una tan mala pasada, por qué perdiste esta batalla cuando rendirte no estaba en tus planes. Me imagino cuántas cosas pasaron por tu mente antes de partir: los momentos de tu vida en los que te sentiste invadido por el amor de tus seres queridos y por el inmenso amor de tu pueblo y muchos otros pueblos del mundo; las decisiones que tomaste y que ahora, en una nueva perspectiva, tal vez no tomarías; los ritmos de los procesos que acelerarías y aquellos que impulsarías más lentamente; las ganas de tener más tiempo para curar heridas que causaste sin querer.
            Habrás pensado más de una vez en cuán importante es construir una dirección colectiva para asegurar la continuidad del proyecto por el cual has dado la vida. Habrás pedido tiempo para completar esa tarea.
            Estoy segura que hay algo que tiene que haberte reconfortado inmensamente y es la reacción de tu pueblo: constatar cómo había madurado en todos esos años en que fuiste su conductor, cómo había logrado mucha mayor unidad de la que nunca antes había existido, cómo –ocurriese lo que ocurriese— tú estarías siempre presente en su corazón.
            Querido presi amigo, ten la certeza que tu vida no ha sido en vano, tus palabras, tus orientaciones, tu entrega ejemplar a la causa de los pobres, servirán de brújula para tu pueblo y para los pueblos del mundo, y serán nuestro mejor escudo para defendernos de los que pretendan destruir esa maravillosa obra que tú empezaste a construir.
            Yo siempre he dicho que hay que medir al proceso revolucionario venezolano no tanto por las medidas transformadoras adoptadas —que son muchas—, sino por el crecimiento del sujeto revolucionario, y esa obra es ¡tu obra! El proceso podrá tener muchas debilidades —y tú sabes con cuánto dolor yo te abrumaba haciéndotelas notar—, pero lo que tú has logrado con tu pueblo, eso ¡nadie lo podrá borrar jamás!

El presidente Chávez. ¿Presidente?
                                                              Olga Rodríguez - eldiario.es

            Tan solo con decir ‘presidente Chávez’ ya surgen reacciones en las redes sociales de Internet: “¿Presidente? Querrás decir dictador”, escribía anoche un internauta. O: “Hitler también fue elegido en las urnas”.
            La animadversión que Chávez provocaba en algunos sectores de la sociedad española solo se puede explicar teniendo en cuenta hasta qué punto grandes medios de comunicación de masas han solido jugar a la contra del presidente venezolano, demonizándolo y ridiculizándolo mientras elogiaban las políticas de gobernantes como el ex presidente colombiano Álvaro Uribe, en cuyo mandato se registraron de manera ‘sistemática y generalizada’ asesinatos de civiles, los llamados ‘falsos positivos’. O mientras callan ante prácticas ilegales e incluso criminales de otros gobiernos aliados.
            Chávez no fue un dictador, a pesar de lo que ayer mismo se aseguraba en la cadena de televisión CNN, cada vez más proclive a ofrecer información sesgada en los asuntos donde confluyen intereses delicados. Fue un presidente elegido democráticamente en tres ocasiones. Bajo su mandato la pobreza en Venezuela se redujo a la mitad y prácticamente se erradicó el analfabetismo.
            De 1999 a 2010 Venezuela se convirtió en el país con menos desigualdad en la región, según el coeficiente Gini, y fue el segundo país de Latinoamérica que experimentó una mayor reducción de la pobreza, que pasó del 49,4% al 27,8%. Según datos de la UNESCO, los programas de escolarización y alfabetización enseñaron a leer en diez años al 92,5% de la población hasta entonces no instruida. Desde 2003 se impulsaron las ‘misiones’, dirigidas a facilitar asistencia médica básica gratuita, alimentos subsidiados y educación primaria y secundaria.
            Venezuela también escaló puestos en el Índice de Desarrollo Humano del Programa de Naciones Unidas, hasta llegar al 0.735, lo que lo coloca en el decimocuarto lugar de las treinta y tres naciones de América Latina y el Caribe, por delante de Perú, Ecuador, Brasil y Colombia. Que Chávez redujo la pobreza a la mitad lo destacaba esta misma noche el ex presidente estadounidense Jimmy Carter.
            Estos datos no suelen ser muy divulgados y ello, unido a la polarización que provocaba la figura de Chávez, explica que mucha gente confunda la información con opiniones sesgadas.

Un golpe casi celebrado

            Cuando se produjo el golpe de Estado en Venezuela en 2002, varios mass media españoles impusieron una consigna: evitar el término 'golpe de Estado'. "Venezuela fuerza la renuncia de Chávez", tituló el diario El País, "Venezuela derroca a Chávez", fue el titular de la primera página de El Mundo.

            Dos días después, el 13 de abril de 2002, el diario El País salió con un editorial titulado "Golpe a un caudillo", en el que de alguna manera excusaba el golpe, diciendo que 'la situación había alcanzado tal grado de deterioro que este caudillo errático ha recibido un empujón'.
            No se entonó el mea culpa tras la publicación de aquellos titulares que aseguraban que Venezuela forzaba la marcha de Chávez, ni siquiera cuando la realidad se empeñó en mostrar la equivocación de los mismos. Chávez y sus simpatizantes ganaron el referéndum de 2004, las elecciones regionales de 2004, las parlamentarias de 2005, las presidenciales de 2006, con el 62,84% de los apoyos y las de 2012, con el 54,84% de los votos y un elevado porcentaje de participación.

El papel de Chávez en América Latina

            El presidente venezolano cuestionó el modelo neoliberal y fue crítico con el capitalismo. Combatió los privilegios de la elite venezolana rica y blanca, apeló a políticas destinadas a los más pobres y se negó a poner el petróleo de Venezuela en manos extrañas. Mantuvo estrechas alianzas con Cuba, proporcionando crudo a La Habana a cambio de médicos formados, se opuso al Tratado de Libre Comercio ALCA, al que tachó de 'hegemónico e imperialista' e impulsó como alternativa el ALBA, la Alternativa Bolivariana de las Américas.
            En una región marcada por el colonialismo y el neocolonialismo, por las intervenciones extranjeras en el plano político y económico, quiso defender una independencia real para su país, dotándolo de una identidad propia, ajena a los manejos del norte y del poder financiero internacional. Esto explica que haya provocado tanto rechazo entre los grupos de poder europeos y estadounidenses.
            Nacionalizó instalaciones de refinerías de crudo pesado, lo que provocó la salida de dos empresas estadounidenses, Exxon Mobil y ConocoPhilips, que no aceptaron las condiciones propuestas, renacionalizó la siderúrgica Ternium Sidor, estatalizó la mayor empresa de telecomunicaciones del país y la mayor eléctrica privada, y expropió fincas agrarias para acabar con el latifundio. Evidentemente todas estas medidas disgustaban a muchos.
            Entre su legado negativo, hay varias cuestiones que, al contrario que sus aciertos, sí han sido ampliamente difundidas: la inflación, la devaluación de la moneda, el elevado porcentaje de delincuencia en las calles de Venezuela, su personalismo, el haber hecho girar sobre sí todas las cuestiones políticas, o sus relaciones con Siria, país al que siguió apoyando tras el estallido de las revueltas, lo que dañó su imagen en el mundo árabe y le convirtió en aliado de una dictadura que estaba atacando militarmente a su propia población. Sus enemigos le han acusado de delimitar la libertad de expresión y le han tachado de autoritario y sectario.
            Seguramente su retórica y sus errores volverán a ser hoy recordados. Habrá incluso quien sin pudor alguno diga que "la muerte de Chávez recuerda mucho a la de Franco", como ya ha hecho en Twitter Pedro Jota Ramírez. Frente a los ríos de tinta que se han escrito y escribirán al respecto siempre es aconsejable tomar distancia, leer, contrastar y extraer conclusiones propias antes de que el comentario fácil y el adjetivo despectivo nos arrastren desprovistos de contenido y empachados de desinformación.


Hugo Chávez, el niño pobre de Sabaneta
Luis Hernández Navarro

            Hugo Chávez fue un personaje de carne y hueso sacado de la más fantasiosa novela de Gabriel García Márquez. Niño pobre de Sabaneta (capital del estado de Barinas) que juró no traicionar su infancia de escasez y precariedad, aprendió desde muy pronto a sembrar y vender golosinas. Hijo de maestros de primaria que creció con su abuela Rosa Inés y otros dos de sus hermanos, vivió en una casa de palma, con pared y piso de tierra, que se inundaba con la lluvia. Menor que soñaba con ser pintor y que traía en el alma la fantasía de jugar beisbol en las Grandes Ligas, se nutrió toda su vida de sus orígenes humildes.
            De la mano de su abuela, a la que llamaba Mamá Rosa, aprendió a leer y escribir antes de entrar a primer grado. Al lado de ella supo de las injusticias de este mundo y conoció la estrechez económica y el dolor, pero también la solidaridad. De los labios de ella, extraordinaria narradora, recibió sus primeras lecciones de historia patria, mezclada con leyendas familiares.
            El niño Hugo Chávez viajó por el mundo a través de las ilustraciones y las historias que leyó en cuatro tomos grandes y gruesos de la Enciclopedia Autodidacta Quillet, obsequio de su padre. En sexto grado fue escogido para dar un discurso al obispo González Ramírez, el primero en llegar a su pueblo. Desde entonces le encontró el gusto a hablar en público y a los demás el interés por escucharlo.
            Su ídolo fue Isaías Látigo Chávez, pítcher en las Grandes Ligas. Nunca lo vio, pero lo imaginaba al escuchar los partidos en la radio. El día que su héroe murió en un accidente de aviación, al joven Hugo, de 14 años de edad, se le vino el mundo encima.
            Para ser como el Látigo, el muchacho de monte entró al ejército. Gracias a sus cualidades de pelotero se le abrieron las puertas de la Academia Militar en 1971. Cuatro años después se graduó como subteniente y licenciado en ciencias y artes militares, con un diploma en contrainsurgencia, con una brújula que marcaba como su norte el rumbo del camino revolucionario.
            Su toma de conciencia fue un proceso largo y complejo, en el que se combinaron lecturas, conocimiento de personajes claves y acontecimientos políticos en América Latina. En uno más de los episodios de realismo mágico que marcaron su vida, en 1975, en un operativo el subteniente Chávez encontró en la Marqueseña, Barinas, un Mercedes Benz negro escondido en el monte. Al abrir el maletero con un destornillador se topó con un arsenal subversivo compuesto por libros de Carlos Marx y Valdimir Ilich Lenin, que comenzó a leer.
            En la forja de sus actitudes políticas influyó, decisivamente, su hermano mayor Adán, militante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). También su participación en un experimento educativo de las fuerzas armadas llamado Plan Andrés Bello, preocupado por brindar a los militares una formación humanista. De la misma manera, fue clave en su formación política el descubrimiento de Simón Bolívar y la voracidad intelectual de Chávez, que lo condujo a leer cuanto documento encontró sobre la biografía y el pensamiento del prócer. Más adelante sería definitiva en él la influencia de Fidel Castro, a quien trató como si fuera su padre.
            El derrocamiento de Salvador Allende en 1973 le provocó un gran desprecio hacia los militares de la cuña de Augusto Pinochet, tan extendidos en América Latina. Por el contrario, el conocimiento de la obra del panameño Omar Torrijos y del peruano Juan Velasco Alvarado le mostró la existencia de otro tipo de fuerzas armadas de vocación nacionalista y popular, tan diferentes de los gorilas formadas en la Escuela de las Américas.
            Rebelde ante el atropello, descubrió en servicio los abusos y la corrupción de sus mandos, y como pudo los enfrentó. “Yo vine a Palacio por primera vez –contaba Chávez– a buscar una caja de whisky para la fiesta de un oficial”. Para removerlos, en el aniversario de la muerte de Simón Bolívar en 1982, un pequeño grupo de oficiales del cuerpo castrense, entre los que se encontraba Chávez, hizo el juramento de Samán de Güere, en el que fundaron el Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 (MBR200).
            Casi siete años más tarde se produjo un levantamiento espontáneo de los barrios pobres de Caracas en contra de las medidas de austeridad del gobierno de Carlos Andrés Pérez. El caracazo fue sofocado a sangre y fuego. La rebelión popular dio un gran impulso al movimiento de los militares bolivarianos.
            En 1992, Chávez y sus compañeros se levantaron en armas. La asonada fracasó y Chávez fue a prisión. Frente a los medios de comunicación asumió la responsabilidad. Su popularidad y ascendencia política a partir de entonces fueron en ascenso. Al salir libre su presencia política creció aceleradamente ante el colapso del sistema político tradicional. En las elecciones presidenciales de 1998 triunfó con votación de 56 por ciento. A partir de ese momento nadie lo pudo parar. Una y otra vez ganó casi todos los comicios y referendos en los que participó, al tiempo que sobrevivió milagrosamente a un golpe de Estado y un paro petrolero.
            A lo largo de los casi 20 años que condujo el Estado venezolano, el teniente coronel refundó su país, lo descolonizó, hizo visibles a los invisibles, redistribuyó la renta petrolera, abatió el analfabetismo y la pobreza, elevó increíblemente los índices de sanidad, incrementó el salario mínimo e hizo crecer la economía. Al mismo tiempo, y en la pista internacional, fortaleció el polo de los países petroleros por sobre las grandes compañías privadas, descarriló el proyecto de un área de libre comercio para las Américas impulsado desde Washington, creó un proyecto alternativo de integración continental y sentó las bases para un socialismo acorde al nuevo siglo.
            Hugo Chávez fue un formidable comunicador, un incansable contador de historias, un educador popular. Sus relatos, herencia de los cuentos que Mamá Rosa le obsequiaba en su infancia, mezclaban historia patria, lecturas teóricas, anécdotas personales, con frecuencia en tiempo presente. En todas ellas el sentido del humor estaba presente. “Si tu mujer te pide que te eches por la ventana –jugaba jocoso– es hora de que te mudes a la planta baja...”
            Sus narraciones seguían el modelo clásico de las sonatas musicales, en el que dos temas contrastantes se desarrollan en tonalidades vecinas. En sus discursos echaba mano por igual de la poesía y el canto. “Yo canto muy mal –se justificaba–, pero, como dijo aquel llanero, Chávez canta mal, pero canta bonito”, para, a continuación, interpretar una canción ranchera o una balada.
            Antimperialista, antineoliberal, comenzó a hacer el milagro de construir los cimientos de la utopía en un país que imaginariamente estaba más cerca de Miami que de La Habana. Llanero de pura cepa, fabulador incansable, Chávez soñó revivir el ideal socialista cuando muy pocos querían hablar de él. Y lo hizo, para no traicionar nunca su infancia de niño pobre de Sabaneta.

4) ARTICULOS Y COMENTARIOS PUBLICADOS EL 09 DE MARZO

Chávez deja una estrella roja en el firmamento
Luismi Uharte - Gara

            Simón Bolívar murió en 1830 en el exilio colombiano, traicionado y sin poder ver materializado su sueño de la Patria Grande latinoamericana. Casi dos siglos después, Hugo Chávez ha fallecido en su tierra, arropado por millones de compatriotas y con la tranquilidad de haber sido artífice del mayor proceso de integración latinoamericano de la historia. La talla de estadista del presidente venezolano, se puede equiparar hoy a la del puñado de grandes revolucionarios del continente.
            En consecuencia, su desaparición física supone un contratiempo de proporciones incalculables porque quiebra una combinación virtuosa que pocas veces se da en la historia y que en Venezuela se sintetizaba en la imbricación de 3 factores: liderazgo carismático arrollador, visión estratégica revolucionaria poco común y control de la reserva petrolera más grande del planeta. Esta ha sido una variable fundamental para el actual cambio de época en América Latina.
            Perfil. La figura de Chávez es la expresión, parafraseando a Bertolt Brecht, de uno de «esos imprescindibles» para la historia de las clases populares. Por eso precisamente, la insistencia enfermiza de los voceros de la élite transnacional en etiquetarlo como un líder «populista y autoritario». La obsesión del latifundio mediático planetario en caracterizarlo como un «bufón de circo», oculta deliberadamente la complejidad de un gigante político con grandes virtudes.
            La pasión casi juvenil para la lectura y la autoformación política ha sido un factor clave en la maduración ideológica de Chávez y en la apuesta por un bolivarianismo de corte anticapitalista. A su vez, sus aptitudes pedagógicas han sido un «arma de construcción masiva» para la educación política de miles de venezolanos y venezolanas, a través de los medios de comunicación públicos. La claridad para hacer entender realidades como por ejemplo la «explotación capitalista» o la necesidad de la «propiedad social de los medios de producción», sitúan a Chávez como un educador de primer nivel y como el más efectivo sembrador de conciencia revolucionaria en Venezuela.
            Legado. El legado de Chávez como presidente es extenso y muy diverso, pero nos atreveríamos a sintetizarlo en tres reflexiones. La primera sería la constatación de que «se puede cambiar el rumbo de la historia», es decir, el neoliberalismo como proyecto autoritario y de exclusión social puede ser sustituido por una agenda alternativa, si realmente hay voluntad política.
            La segunda implica la reivindicación de que «se puede volver a soñar», es decir, que los horizontes de utopía son de nuevo instrumentos efectivos para la organización y la movilización de masas. Todavía poca gente es capaz de valorar en su justa medida la importancia que tuvo el discurso de Chávez en el Foro Social de Brasil en 2005, cuando rescató de las catacumbas la necesidad de recuperar el socialismo como proyecto de emancipación para la humanidad.
            La tercera apela a la idea de que «podemos ser libres y soberanos», o lo que es lo mismo, América Latina está iniciando el tránsito hacia su segunda independencia y apostando por superar el interminable ciclo de 500 años de coloniaje.
            Lo más paradigmático del nuevo ciclo no es que se estén creando instrumentos de integración regional autónomos respecto a EEUU, como la CELAC, UNASUR, etc., sino que los países más conservadores de la región (Chile, Colombia...) se ven obligados a formar parte de la nueva dinámica porque no pueden permitirse el lujo de quedarse fuera de la historia.
            ¿Lo irreversible? Resulta un terreno sumamente resbaladizo el debate en torno a la irreversibilidad de algunos cambios en la patria de Bolívar. Sin embargo, sí es cierto que podríamos mencionar un conjunto de transformaciones que por lo menos se pueden considerar sumamente profundos y sólidos.
            Uno de ellos lo podemos ubicar en el plano psicosocial, y es cómo Chávez y el movimiento que ha liderado ha conseguido elevar la autoestima colectiva del pueblo venezolano a niveles inéditos. Las ya conocidas mejoras de las condiciones de vida materiales de millones de seres humanos en el país han ido acompañadas de un proceso de dignificación de los más excluidos de proporciones colosales. La inclusión no solo socio-económica y política sino fundamentalmente cultural, afectiva y simbólica ha sido un eje transversal y constante de la Revolución Bolivariana, y en esta batalla Chávez ha tenido una gran responsabilidad.
            El otro gran aporte es la capacidad para aumentar la conciencia política e ideológica de las masas, y sobre todo, para instaurar, casi tres lustros después del inicio de gobierno, una nueva cultura política que se sustenta en la siguiente ecuación: Estado social, soberanía nacional y participación popular. La campaña electoral de la derecha en las presidenciales de 2012 es el mejor exponente de esto, ya que se vio obligada a diseñar un discurso de campaña de inspiración progresista.
            Chávez abandona el timón de la nave pero las palabras de su último discurso antes de partir a La Habana, quedan para la posteridad como una metáfora que condensa el momento histórico venezolano: «Sea como sea y con esto termino, hoy tenemos Patria, que nadie se equivoque. Hoy tenemos Pueblo, que nadie se equivoque. Hoy tenemos la Patria más viva que nunca».


Murió Chávez. Viva la Revolución Bolivariana
Carlos Carcione - Marea Socialista / Aporrea

            Un mar potente de ojos tristes acompaña desde ayer 5 de marzo, al Comandante Chávez. Desbordó las calles de Caracas y seguirá hasta vaya uno a saber cuándo. Llanto, cantos, determinación se leían en esas avenidas. Más nunca volverán le prometieron a la miserable burguesía venezolana. Los rostros de nuestros camaradas mostraban el dolor y la decisión. Horas bajo este sol caribeño que apretaba como el nudo en la garganta que provoca llorar. Murió Chávez, el hombre al que este pueblo le entregó su lealtad y amor. Al que rescataron en Abril, por el que combatieron en el paro sabotaje, al que llevaron una vez más a la presidencia el 7 de octubre pasado en un impulso heroico. Murió Chávez y su pueblo, el que lo parió, canta honor y gloria para el Comandante de la Revolución Bolivariana.

Lo que defendemos

            El haber acompañado el impulso por derrotar el ALCA, el enfrentamiento con el imperio gringo no ahorita, sino cuando todavía estaba mucho más fuerte. La ruptura de relaciones con Israel y el acompañamiento al pueblo Palestino. La solidaridad con los pueblos humillados del Caribe. Haber ayudado, empujado por el enorme movimiento popular de Nuestra América, a frenar el avance del Neoliberalismo. Haber vuelto a poner a rodar por el mundo la palabra socialismo.

            Que haya llegado hasta el último caserío de los cerros un médico. Que los venezolanos tengan 3 comidas aseguradas al día. Que no haya quedado ni un hombre ni mujer que no sepa leer o escribir. Que Venezuela hoy tenga la quinta matrícula universitaria en todo el mundo. Haber nacionalizado todo lo privatizado, es especial SIDOR. Que en un año apenas, trescientas mil familias hayan recibido una vivienda digna.
            Y como podemos leer en la declaración de Marea Socialista al Pueblo Bolivariano Civil y Militar: “Mandar obedeciendo al pueblo. Una de las cosas que junto a este pueblo aprendimos a lo largo de estos largos años de lucha del proceso bolivariano es que si Chávez mandaba obedeciendo, no debemos aceptar que nunca más un gobernante desobedezca el mandato popular…”

Hoy no nos pueden pedir más

            La página en la que estoy escribiendo pretende obstinadamente quedarse en blanco. Pero la urgencia del cierre obliga a seguir. Del interior del país, llaman y llaman los camaradas, son ríos humanos los que están camino a Caracas, se sumarán a ese mar que desde anoche está rindiendo homenaje a su líder, a todos se les nota la congoja. Nosotros aquí esperando para recibirlos, para que se den un baño y descansen unos minutos del viaje. Por momentos los teléfonos se colapsan, pierden la señal y quedan mudos. Mientras tanto la televisión trasmite una historia que no siempre es la que viven los humildes. Personajes oficiales, repiten clichés o lugares comunes. De vez en cuando se filtra el amor y la pasión del pueblo.
            Nosotros que cuestionamos a la burocracia del Estado, esa que, denunciamos, maltrata al propio pueblo bolivariano. Nosotros que debatimos las medidas que creemos equivocadas como la última devaluación. Nosotros que hace días exigíamos activar al pueblo bolivariano y decíamos que no se debe dejar quieto al que se tiene que moveri. Nosotros que planteamos lealmente las diferencias que tenemos. Y que debatimos el contenido del socialismo que debemos construir. Nosotros, hoy, defendemos nuestro derecho al dolor y al homenaje a este hijo de la América Morena que supo instalarse para siempre en el corazón de su pueblo. Ese por el que hoy un torrente llenó Caracas y el país y que está haciendo su duelo, triste pero alerta. Preparando, estamos seguros, nuevas páginas heroicas de la Revolución Bolivariana. Nosotros también hoy tenemos la necesidad de gritar ¡Viva Chávez, Carajo!


Hugo Chávez encarna la victoria ideológica de Fidel Castro
Muere un vencedor
René Vázquez Díaz - Sydsvenska Dagbladet

            Hugo Chávez deja trasde sí una Venezuela en profunda transformación política y económica, pero también una conciencia social de importancia histórica altamente explosiva. Habría que remontarse a los días de la victoria de la revolución cubana para encontrar un ambiente semejante de rebeldía, esperanzas de futuro y contradicciones internas.
            Cuando Chávez llegó al poder en 1999 Venezuela era un país resquebrajado por la desunión, con una élite de poder rica y una arrolladora mayoría sumida en la miseria. Esto creaba un espejismo de unidad nacional, ya que antes de Chávez no existía una oposición popular al régimen existente. Cuando millones de gente sencilla, que jamás habían votado ni constituían parte activa de la nación, se unieron a Chávez y entronizaron un nuevo ?nosotros? político, surgió lo que hoy se describe como desunión.
            Chávez era un militar germinado en la tierra venezolana, que reunía todos los atributos que la vieja élite de poder odiaba y que los excluídos amaban: era mestizo y de hablar campechano; era un extraño en los salones finos de la polítiquería y tenía un proyecto de soberanía nacional que chocaba frontalmente con los intereses económicos de Estados Unidos en Venezuela y en todo el continente.
            Chávez logró hacer realidad lo que Fidel Castro venía preconizando desde hacía mucho tiempo. Chávez fue el arquitecto de organizaciones de cooperación como CELAC, ALBA y Mercosur, que convirtieron a la America Latina en un nuevo factor de poder. Esto explica la oleada de luto continental que ahora se extiende por países como Bolivia, Argentina, Brasil, Ecuador y Cuba.
            Su inspiración ideológica provenía del venezolano Simón Bolívar y del cubano José Martí. Bolívar quiso integrar a todo el continente americano en un bloque político y económico en contra de las pretensiones de poder norteamericanas. El pensamiento social de Chávez se resume en esta frase de José Martí: ?La miseria no es una desgracia personal; es un delito público?
            Chávez recuperó más de 2,5 millones de hectáreas de propietarios privados y creó una red nacional de cooperativas. La producción agrícola se incrementó en un 80 % y enormes grupos sociales tradicionalmente marginados se levantaron de la pobreza y empezaron a consumir. Tal vez su reforma más importante fue la llamada segunda nacionalización de la industria petrolera, que ya pertenecía al Estado pero que se desangraba en millones de dólares al año, a causa de la corrupción y la mala gestión. Los cambios que Chávez introdujo en esa empresa crearon las condiciones para financiar una ola de profundas reformas sociales, sin parangón en la historia de América del Sur.
 La oposición ha tildado de dictatorial la intervención de Chávez en el sector privado. Sus seguidores, por su parte, lo llaman socialismo democrático.

René Vázquez Díaz es escritor cubano residente en Suecia. Sú última novela es Ciudades junto al mar, Alianza Edsitorial 2011.

http://www.sydsvenskan.se/kultur--nojen/segrarens-dod/

Hugo Chávez. Ese hombre
Juan Manuel Karg - Rebelión

Pasaron apenas 48 hs del fallecimiento de Hugo Chávez, tiempo insuficiente para elaborar reflexiones trascendentes sobre su legado. Lo que aquí presentamos son algunos puntos para entender, en medio de la conmoción, el significado de su trayectoria política para Venezuela y los pueblos del continente.

1)  Chávez es el hombre de las mil adversidades, de las mil batallas que, aún inconclusas formalmente, tienen la potencialidad de convertirse en victorias potentes para nuestros pueblos  . Un ejemplo es el 4 de Febrero de 1992, con el ya famoso “Por ahora” del levantamiento cívico-militar contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez. Allí, Chávez, en su primera “irrupción pública”, demostró que era posible enfrentar con claridad y firmeza a quienes se proponían ser los mejores alumnos del Fondo Monetario Internacional recortando derechos sociales y propiciando severos ajustes. Ese día no hubo victoria sobre el adversario, pero ese “Por ahora” se impregnó velozmente en la conciencia del pueblo y regó simpatías a lo largo y ancho de un país que, tan sólo tres años antes, había salido a las calles en El Caracazo (27F 1989) para enfrentar las mismas políticas de miseria y hambre de parte del gobierno de CAP.

2) Chávez es el hombre de la democracia participativa, para hacer frente a la crisis de representatividad del puntofijismo. Recoge esa idea del hartazgo colectivo con la “política tradicional”. Este es probablemente uno de los legados más importantes dentro de Venezuela: el derrumbe de Acción Democrática y COPEI –los dos partidos que se alternaban hasta 1998 el poder - no sólo trajo la irrupción del Movimiento V República –armado político/institucional que lleva a Chávez a la presidencia- sino que además significa un profundo quiebre con la “democracia representativa” y su idea de expresarse en política sólo a través del momento del voto. Rompe con la idea de la política hecha por políticos profesionales, para entender la necesaria participación del pueblo en sus problemáticas y en la resolución de sus propias necesidades. La juramentación de Chávez sobre la “moribunda Constitución” es expresión de una renovación política global, que tiene correlato en una profunda politización de la sociedad venezolana de ese tiempo a esta parte.

3)  Chávez es el hombre del “Socialismo del Siglo XXI”, el que intenta siempre reinventar, con gran audacia, una perspectiva de emancipación continental.  Su viaje a Cuba en 1994 es un antecedente fundamental para entender la relación –política, pero también de profunda amistad- que lo une con Fidel, clave para comprender el viraje ideológico del propio Chávez, quien antes pregonaba la idea de una “Tercera vía”. También hay que dar cuenta del nacimiento del ALBA –Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América- que surge como expresión de entender “otra unidad” de nuestros pueblos –económica, claro, pero también política, social, cultural- en un bloque abiertamente antiimperialista, y con horizontes socialistas –con mayor potencial luego del ingreso de Bolivia y Ecuador-. Y, por supuesto, el discurso de Porto Alegre 2005, donde Chávez esboza por primera vez la idea de “Socialismo del Siglo XXI” que lo acompañará hasta el final de sus días. Si eligiéramos una frase que pudiera resumir el significado del socialismo para Chávez, deberíamos decir, junto a el, que  “el socialismo es el único camino a la paz perdurable, a la justicia social, es el único camino para que tengamos patria. La patria o es socialista, o nunca será patria”.

4)  Chávez es el hombre del Poder Popular, los Consejos Comunales y las Comunas.  Aquí hay relación directa con el quiebre institucional, con la búsqueda constante de derribar finalmente la democracia representativa. En la presentación del Programa de la Patria 2013-2019, su última gran obra escrita de puño y letra, Chávez afirma que “para avanzar hacia el socialismo necesitamos de un poder popular capaz de desarticular las tramas de opresión, explotación y dominación que subsisten en la sociedad venezolana”. En el mismo documento, en el denominado “segundo gran objetivo histórico”, Chávez propone “acelerar el cambio del sistema económico, trascendiendo el modelo rentista petrolero capitalista al modelo económico productivo socialista, dando paso a una sociedad más igualitaria y justa, rumbo al socialismo”. Retomar estas líneas en estas difíciles horas es importante para concebir la integralidad de su proyecto. Chávez ha sido, lamentablemente, acusado de “hiperpresidencialista” por analistas políticos que jamás recayeron en la creación de instancias cotidianas de participación como los Consejos Comunales o Comunas. El desconocimiento que hay fuera de Venezuela sobre estas herramientas de Poder Popular es inversamente proporcional a la vigorosa exigencia de Chávez en avanzar hacia el desarrollo de las mismas. Así lo hizo saber el el 20 de Octubre pasado cuando afirmó, en Consejo de Ministros, la frase “Nicolás, te encomiendo esto como te encomendaría mi vida: las comunas, el estado social de derecho y de justicia”, para luego cerrar con un “independencia o nada, comunas o nada”.

A riesgo de –por cuestiones de espacio- haber simplificado demasiado un ideario que habrá indudablemente que estudiar y analizar rigurosamente en los próximos días, meses y años, para comprender su alcance continental y mundial, finalizamos este artículo con la convicción de estar hablando de un hombre que se ha metido de lleno en la historia grande del Siglo XXI. Su talla ya lo ubica, aún faltando casi el 90% del desarrollo del Siglo, entre las personalidades más importantes del mismo, a sabiendas de todo lo que falta por venir. Ese hombre, el de la audacia y el desafío permanente al imperialismo, el que se proponía “descentralizar” el poder estatal para que las masas tomen sus destinos en sus propias manos, el que retomó como nadie el legado emancipador y de unidad de Bolívar y Martí, ya no está físicamente con nosotros. Sus ideas y su política permanecerán intactas, para que las nuevas generaciones venezolanas y latinoamericanas las lleven como bandera hacia la victoria.

El legado revolucionario bolivariano sobrevivirá a Chávez-Un héroe bajo la lluvia
Andrés Martínez Lorca

Como los viejos héroes griegos, Hugo Chávez luchó en pie hasta el final, sin rendirse nunca. Renacían sus energías tras los repetidos embates de la enfermedad, contagiaba su entusiasmo a sus colaboradores mientras los médicos afinaban la terapia, exprimía su organismo en la campaña presidencial con las escasas fuerzas que le quedaban. En el último mitin, rodeado de su pueblo, este soldado de la estirpe de Bolívar quedó solo bajo la lluvia, en pie, las manos cruzadas sobre el pecho y el rostro sereno como quien hace frente al destino. Así se ha ido en silencio el presidente que hizo nacer una nueva Venezuela y que inspiró esa Patria Grande de América Latina que ahora crece entre la admiración de un mundo cada día más expoliado por la rapacidad del capitalismo.

Su legado revolucionario le sobrevivirá

Tras una indecente campaña de mentiras por parte de los medios internacionales, entre los que han destacado el diario global El País y el diario monárquico ABC, la noticia del fallecimiento del presidente Chávez ha dado paso a una cadena de insidias con que se pretende torcer la revolución bolivariana. Coincidentes con el Departamento de Estado estadounidense, la mayoría de la prensa española y los dirigentes del PSOE Alfredo Pérez Rubalcaba y Javier Solana, entre otros políticos del régimen, agitan la palabra “transición” para referirse al futuro inmediato de Venezuela. No se atreven a hablar con claridad del apoyo que planean a la reaccionaria y dividida oposición política derrotada dos veces en las recientes elecciones. Tampoco manifiestan abiertamente, por ahora, su intención oculta de liquidar la revolución bolivariana y restaurar el neoliberalismo volviendo a poner así al gran país hermano bajo la bota del imperialismo. Pero ese es su común propósito y cuando comience la nueva campaña electoral veremos los ataques más furibundos contra el vicepresidente Maduro y los más serviles elogios al candidato antibolivariano de turno. Tiempo al tiempo.

Pero, aunque les pese, la revolución socialista impulsada por Chávez le sobrevivirá. La primera prueba la está dando en las calles el pueblo venezolano que masivamente le llora y al mismo tiempo reafirma su firme voluntad de mantener el profundo proceso de cambio emprendido hace años. La última prueba la dará en las urnas confirmando con Nicolás Maduro la victoria electoral que ya obtuvo un Chávez enfermo.

¿A qué se debe esa decidida actitud del pueblo venezolano a defender su revolución? Muchas y poderosas razones la explican. La primera, que la revolución bolivariana representa la verdadera independencia del país al recuperar éste el dominio de su riqueza nacional y al incorporar por primera vez a las clases populares y a las etnias nativas a la dignidad de protagonistas de su propia historia como ciudadanos de pleno derecho en una república democrática. Otra, la eliminación de la pobreza en que estaban sumidos millones de venezolanos, tratados peor que perros por la oligarquía dominante. También, las importantes inversiones públicas en sanidad, educación y vivienda, la reforma agraria y la potenciación de la ganadería y la agricultura para la mejora de la alimentación popular (los de arriba habían estado desde siempre muy bien alimentados). De no menor importancia ha sido la transformación del ejército en unas nuevas fuerzas armadas orientadas a defender al pueblo y no a reprimirlo como garantes últimos de la independencia nacional frente al imperialismo siempre amenazante.

Por otra parte, la contribución del presidente Chávez a la integración latinoamericana ha sido enorme y así lo reconocen todos al otro lado del Atlántico. La creación del ALBA, la puesta en marcha de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), la consolidación de UNASUR, la colaboración en el proceso de paz en Colombia, la estrecha cooperación económica regional, incluida Cuba, la ayuda a los países más necesitados por catástrofes naturales, como Haití, son ejemplos de su incansable actividad en este aspecto. Que Venezuela esté en primera fila en el proceso de integración del subcontinente se debe en buena parte a la visión de futuro del comandante bolivariano y a su lucha consecuente en tal sentido.

A diferencia de la socialdemocracia europea siempre sumisa al imperialismo y cómplice en las guerras de agresión (Iraq, Afganistán, Libia, Mali) y en contra de los intereses de las transnacionales que saquean las riquezas de los países menos desarrollados, Chávez siempre denunció el expolio y las agresiones que sufren esos pueblos. Firme defensor de los derechos del pueblo palestino, criticó los crímenes del sionismo, mantuvo una posición digna en el seno de la OPEP y estableció lazos de cooperación con Irán, gran país islámico que sufre el cerco del imperialismo por no plegarse a su dominio. Como diría Bertolt Brecht, el comandante Chávez fue perseguido y calumniado “por buenas razones”: puso al desnudo la explotación del capitalismo y las guerras de rapiña del imperialismo en el mundo de hoy.

Tardará mucho en nacer, si es que nace, un venezolano tan amante de su pueblo, tan revolucionario, tan esclarecido, tan digno, tan lleno de coraje y con tanta visión de futuro como Hugo Chávez Frías.

Desde la Península Ibérica ─ desde la España de Picasso, García Lorca, Miguel Hernández, Dolores Ibárruri, Federica Montseny, Enrique Tierno Galván, Ignacio Ellacuría, Alfonso Comín, Marcelino Camacho, Manuel Sacristán, José María Díez-Alegría, Adolfo Sánchez Vázquez y Francisco Fernández Buey ─, también muchos lo lloramos y aprendemos de su lucha por el socialismo y por la paz. No olvidaremos nunca la entereza del héroe americano bajo la lluvia.

Chávez: el legado y los desafíos
Boaventura de Sousa Santos - Carta Maior / Rebelión
Traducido por Antoni Jesús Aguiló y José Luis Exeni Rodríguez

            Ha muerto el líder político democrático más carismático de las últimas décadas. Cuando esto ocurre en democracia, el carisma crea una relación política entre gobernantes y gobernados particularmente movilizadora, porque junta a la legitimidad democrática una identidad de pertenencia y unos objetivos compartidos que van mucho más allá de la representación política. Las clases populares, habituadas a ser golpeadas por un poder distante y opresor (las democracias de baja intensidad alimentan este poder), viven momentos en que la distancia entre representantes y representados casi se desvanece. Los opositores hablarán de populismo y de autoritarismo, pero rara vez convencen a los electores. Y es que, en democracia, el carisma permite niveles de educación cívica democrática difícilmente alcanzables en otras condiciones. La difícil química entre carisma y democracia profundiza ambos elementos, sobre todo cuando se traduce en medidas de redistribución social de la riqueza. El problema del carisma es que desaparece con el líder. Para continuar sin él, la democracia debe ser reforzada con dos componentes cuya química es igualmente difícil, sobre todo en un inmediato periodo postcarismático: la institucionalidad y la participación popular.
            Al gritar en las calles de Caracas “¡Todos somos Chávez!”, el pueblo es lúcidamente consciente de que Chávez hubo sólo uno y la revolución bolivariana tendrá enemigos internos y externos lo suficientemente fuertes como para poner en cuestión la intensa vivencia democrática que durante catorce años les proporcionó. El expresidente Lula de Brasil también fue un líder carismático. Después de él, la presidenta Dilma aprovechó la sólida institucionalidad del Estado y de la democracia brasileña, pero ha tenido dificultades para complementarla con la participación popular. En Venezuela, la fortaleza de las instituciones es mucho menor, mientras que el impulso de la participación es mucho mayor. Es en este contexto que debemos analizar el legado de Chávez y los desafíos en el horizonte

El legado de Chávez

            Redistribución de la riqueza. Chávez, al igual que otros líderes latinoamericanos, aprovechó el boom de los recursos naturales (sobre todo el petróleo) para llevar a cabo un programa sin precedentes de políticas sociales, particularmente en las áreas de educación, salud, vivienda e infraestructuras, que han mejorado sustancialmente la vida de la inmensa mayoría de población. Algunos ejemplos: educación obligatoria gratuita; alfabetización de más de un millón y medio de personas, lo que llevó a la UNESCO a declarar a Venezuela “territorio libre de analfabetismo”; reducción de la pobreza extrema del 40% en 1996 al 7,3% actual; reducción de la mortalidad infantil del 25 por 1000 al 13 por mil en el mismo periodo; comedores populares para los sectores con escasos recursos; aumento del salario mínimo, hoy el salario mínimo regional más alto, según la OIT. La Venezuela saudita dio paso a la Venezuela bolivariana.
            La integración regional. Chávez fue un artífice incansable de la integración del subcontinente latinoamericano. No se trató de un cálculo mezquino de supervivencia y hegemonía. Chávez creía como nadie en la idea de la Patria Grande de Simón Bolívar. Las diferencias políticas sustantivas entre los varios países eran vistas por él como discusiones en el seno de una gran familia. Cuando tuvo la oportunidad, trató de reanudar los lazos con el miembro de la familia más renitente y proestadounidense, Colombia. Procuró que los intercambios entre los países latinoamericanos fueran mucho más allá de los intercambios comerciales y que se pautasen por una lógica de solidaridad, complementariedad económica y social y reciprocidad, y no por una lógica capitalista. Su solidaridad con Cuba es de sobra conocida, pero fue igualmente decisiva con Argentina, durante la crisis de la deuda soberana en 2001-2002, y con los pequeños países del Caribe. Fue un entusiasta de todas las formas de integración regional que ayudasen al continente a dejar de ser el backyard [1] de Estados Unidos. Impulsó el ALBA (Alternativa Bolivariana para las Américas), después el ALBA-TCP (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos) como alternativa al ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas) promovida por Estados Unidos, pero también quiso ser miembro del Mercosur (Mercado Común del Sur). La CELAC (Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe) y la UNASUR (Unión de Naciones Suramericanas) son otras instituciones de integración de los pueblos de América Latina y el Caribe a las que Chávez dio impulso.
            Antiimperialismo. En los momentos más decisivos de su gobierno (incluyendo su resistencia al golpe de Estado del que fue víctima en 2002), Chávez se enfrentó al unilateralismo más agresivo de Estados Unidos (George W. Bush), que alcanzó su punto más destructivo con la invasión de Irak. Chávez estaba convencido de que lo que estaba sucediendo en Oriente sucedería un día en América Latina si ésta no se preparaba para tal eventualidad. De ahí su interés por la integración regional. Pero también estaba convencido de que la única manera de frenar a Estados Unidos pasaba por alimentar el multilateralismo, fortaleciendo lo que quedaba de la Guerra Fría. Por eso su acercamiento a Rusia, China e Irán. Sabía que Estados Unidos (con el apoyo de la Unión Europea) seguiría con la determinación de “liberar” a todos los países que pudieran desafiar a Israel o ser una amenaza para el acceso al petróleo. De ahí la “liberación” de Libia, seguida de Siria y, en un futuro próximo, de Irán. De ahí también el “desinterés” de Estados Unidos y la UE por “liberar” el país gobernado por la dictadura más retrógrada, Arabia Saudita.
            El socialismo del siglo XXI. Chávez no consiguió construir el socialismo del siglo XXI al que llamó el socialismo bolivariano. ¿Cuál sería su modelo de socialismo, sobre todo teniendo en cuenta que siempre mostró una reverencia por la experiencia cubana que muchos consideraron excesiva? Me conforta saber que en varias ocasiones Chávez se refirió con aprobación a mi definición de socialismo: “Socialismo es democracia sin fin”. Es cierto que eran discursos y las prácticas resultan ciertamente más difíciles y complejas. Quiso que el socialismo bolivariano fuese pacífico, pero armado, para que no le sucediera lo mismo que a Salvador Allende. Frenó el proyecto neoliberal y acabó con la injerencia del FMI en la economía del país; nacionalizó empresas, lo que causó la ira de los inversores extranjeros que se vengaron con una impresionante campaña de demonización de Chávez, tanto en Europa (sobre todo en España) como en los Estados Unidos. Desarticuló el capitalismo que existía, pero no lo sustituyó. Por ello las crisis de abastecimiento y de inversión, la inflación y la creciente dependencia de los rendimientos petroleros. Polarizó la lucha de clases y puso en guardia a las viejas y nuevas clases capitalistas, que durante mucho tiempo tuvieron casi el monopolio de la comunicación social y siempre mantuvieron el control del capital financiero. La polarización llegó a la calle y muchos consideraban que el gran aumento de la criminalidad era producto de ella (¿dirán lo mismo del aumento de la criminalidad en São Paulo o Johannesburgo?).
            El Estado comunal. Chávez sabía que la máquina del Estado construida por las oligarquías que siempre dominaron el país haría todo para bloquear el nuevo proceso revolucionario que, al contrario de los anteriores, nacía con la democracia y se alimentaba de ella. Por eso procuró crear estructuras paralelas caracterizadas por la participación popular en la gestión pública. Primero fueron las misiones  y las grandes misiones, un extenso programa de políticas gubernamentales en diferentes sectores, cada una de ellas con un nombre sugestivo (por ejemplo, la Misión Barrio Adentro para ofrecer servicios de salud a las clases populares), con participación popular y la ayuda de Cuba. Después fue la institucionalización del poder popular, un ordenamiento territorial paralelo al existente (Estados y municipios), teniendo la comuna como célula básica, la propiedad social como principio y la construcción del socialismo como objetivo. Al contrario de otras experiencias latinoamericanas que procuraron articular la democracia representativa con la democracia participativa (como el caso del presupuesto participativo y de los consejos populares sectoriales), el Estado comunal asume una relación de confrontación entre las dos formas de democracia, lo cual sea quizás su gran debilidad.

Los desafíos para Venezuela y el continente

 A partir de ahora comienza la era posChávez. ¿Habrá inestabilidad política y económica? ¿La revolución bolivariana seguirá adelante? ¿Será posible el chavismo sin Chávez? ¿Resistirá al posible fortalecimiento de la oposición? Los desafíos son enormes. Veamos algunos de ellos.
            La unión cívico-militar.  Chávez asentó su poder en dos bases: la adhesión democrática de las clases populares y la unión política entre el poder civil y las fuerzas armadas. Esta unión fue siempre problemática en el continente y, cuando existió, fue casi siempre de orientación conservadora e incluso dictatorial. Chávez, él mismo un militar, consiguió una unión de sentido progresista que dio estabilidad al régimen. Para ello tuvo que dar poder económico a los militares lo que, además de ser una potencial fuente de corrupción, puede volverse mañana contra la revolución bolivariana o, lo que es lo mismo, subvertir su espíritu transformador y democrático.
            El extractivismo. La revolución bolivariana profundizó la dependencia del petróleo y de los recursos naturales en general, un fenómeno que lejos de ser específico de Venezuela, está hoy presente en otros países gobernados por gobiernos que consideramos progresistas, sean de Brasil, Argentina, Ecuador o Bolivia. La excesiva dependencia de los recursos está bloqueando la diversificación de la economía, destruye el medio ambiente y, sobre todo, constituye una agresión constante a las poblaciones indígenas y campesinas donde se encuentran los recursos, contaminando sus aguas, despreciando sus derechos ancestrales, violando el derecho internacional que obliga a la consulta previa a las poblaciones, expulsándolas de sus tierras y territorios, y asesinando a sus líderes comunitarios. La semana pasada todavía asesinaron a un gran líder indígena de la Sierra de Perijá (Venezuela), Sabino Romero, una lucha con la que soy solidario desde hace muchos años. ¿Sabrán los sucesores de Chávez enfrentar este problema?
            El régimen político. Incluso cuando sea elegido democráticamente, un régimen político a la medida de un líder carismático tiende a ser problemático para sus sucesores. Los desafíos son enormes en el caso de Venezuela. Por un lado, la debilidad general de las instituciones; por otro, la creación de una institucionalidad paralela, el Estado comunal, dominada por el partido creado por Chávez, el PSUV (Partido Socialista Unificado de Venezuela). Si el vértigo del partido único se instaura, será el fin de la revolución bolivariana. El PSUV es un agregado de varias tendencias y la convivencia entre ellas ha sido difícil. Desaparecida la figura unificadora de Chávez, es necesario encontrar modos de expresar la diversidad interna. Solo un ejercicio de profunda democracia interna permitirá al PSUV ser una de las expresiones nacionales de profundización democrática que bloqueará el asalto de las fuerzas políticas interesadas en destruir, punto por punto, todo lo que fue conquistado por las clases populares en estos años. Si la corrupción no es controlada y si las diferencias son reprimidas por declaraciones de que todos son chavistas y de que cada uno es más chavista que el otro, estará abierto el camino para los enemigos de la revolución. Una cosa es cierta: si hay que seguir el ejemplo de Chávez, entonces es crucial que no se reprima la crítica. Es necesario abandonar de una vez el autoritarismo que ha caracterizado a amplios sectores de la izquierda latinoamericana.
            El gran desafío de las fuerzas progresistas en el continente es saber distinguir entre el estilo polémico de Chávez, ciertamente controvertido, y el sentido político sustantivo de su Gobierno, inequívocamente a favor de las clases populares y de una integración solidaria del subcontinente. Las fuerzas conservadoras harán todo para confundir ambos. Chávez contribuyó decisivamente a consolidar la democracia en el imaginario social. La consolidó donde es más difícil de ser traicionada, en el corazón de las clases populares. Y donde también la traición es más peligrosa. ¿Alguien imagina a las clases populares de tantos otros países del mundo derramar por la muerte de un líder político democrático las lágrimas amargas con que los venezolanos inundan las televisiones del mundo? Este es un patrimonio precioso tanto para los venezolanos como para los latinoamericanos. Sería un crimen desperdiciarlo.

Notas

[1] Patio trasero, en inglés. (N. T.)
Artículo original del 6 de marzo de 2013.
http://www.cartamaior.com.br/templates/colunaMostrar.cfm?coluna_id=5999

Boaventura de Sousa Santos es sociólogo y profesor catedrático de la Facultad de Economía de la Universidad de Coímbra (Portugal).

La esperanza de una revolución inacabada
Ángeles Diez - publico.es

            El día 8 de octubre de 2011, el día después de la última victoria electoral del presidente Chávez, me encontraba en la plaza Simón Bolívar de Caracas con un compañero alemán. Ambos habíamos decidido tomarnos la mañana libre para pasear por el centro de la capital y sentir de primera mano el ambiente. La plaza estaba llena de pequeños grupos de gentes conversando, familias con niños, transeúntes. El ambiente era distendido, se hablaba del comandante, de la victoria, de la oposición; no había discusiones acaloradas y sí había un sentimiento unánime de tranquilidad democrática, de legitimidad y aceptación del resultado electoral. También, el orgullo de haber sido reconocidos internacionalmente —la fundación Carter— como el sistema electoral más seguro y limpio del mundo por encima del de Estados Unidos.
            Al lado de la estatua ecuestre de Bolívar un venezolano sesentón con gorra y librea conversaba con un joven fornido. Nos acercamos para preguntarles cómo habían visto el resultado electoral. Con una amplia sonrisa el señor se dirigió a mí —"¿es española verdad? ¡qué lástima de España! ¿no piensan los españoles hacer nada?"—. Con cierta tristeza le contesté que nosotros no teníamos a Chávez. "Señorita, tampoco nosotros lo teníamos. Chávez nació del pueblo queriendo cambiar las cosas".
            No he dejado de recordar aquellas palabras cuando el Presidente venezolano, al poco de ganar las elecciones, tuvo que volver a La Habana. Las recuerdo cuando compañeros muy próximos se entristecen más de la cuenta hablando de la revolución bolivariana sin Chávez. Y las tengo aún más presentes cuando reflexiono sobre la guerra del imperio y sus socios contra América Latina. Una guerra que, desde la segunda guerra mundial sigue un protocolo claro: personalizar, demonizar y eliminar. Los medios de comunicación, como la aviación en las guerras modernas, se encargan de "limpiar" el terreno —léase nuestras conciencias— para que puedan actuar las agencias de inteligencia, los mercenarios y las oposiciones. Anne Morelli, descubre un principio básico de la propaganda de guerra que ha sido abundantemente utilizado contra Venezuela; nos dice que no se puede odiar globalmente a todo un grupo humano, no es posible presentarlo como enemigo. De modo que lo más eficaz es concentrar ese odio sobre su líder convirtiéndolo en enemigo.
            Desde el triunfo de Hugo Chávez en 1998 los medios de comunicación, es decir, las corporaciones mediáticas, emprendieron una campaña sistemática, unánime, sin fisuras, sin apenas matices formales, contra la persona del presidente. Dibujaron un perfil acorde con los rasgos de un líder autoritario para concentrar en su figura los problemas de Venezuela. El karma mediático ha sido Chávez dictador, independientemente de los más de 14 procesos electorales ganados, de las incontables manifestaciones del pueblo venezolano apoyando a Chávez, del respaldo de los pueblos y líderes regionales, de la solidaridad internacional. Focalizar en el presidente venezolano la viabilidad de la revolución bolivariana permite, como estrategia de guerra, apostar a que la eliminación de Chávez resuelva el problema real del imperio: la revolución bolivariana y los procesos soberanistas de la región. No ha importado que los verdaderos golpistas estuvieran en la oposición —Capriles participó en el asalto a la embajada cubana en el golpe contra Chávez del 2002—, ni que la falta de libertad de expresión proviniera del control privado del 80% de los medios venezolanos. Las mentiras, las medias verdades y la inducción de sentimientos de rechazo hacia el líder venezolano han calado incluso en sectores progresistas. Las imágenes del tsunami humano acompañando al féretro de su presidente no han hecho retroceder el discurso mediático de las dos mitades, ni siquiera ante la evidencia de las mayorías electorales. El pueblo venezolano, verdadera víctima de la guerra imperial, ha estado ausente. La oposición y los discursos pre-construidos contra el presidente venezolano han monopolizado y usurpado el imaginario sobre Venezuela. No ha habido debates sino tertulianos recreando y retroalimentando las descalificaciones y los juicios preestablecidos.
            Los pecados del presidente Chávez han sido imperdonables. Colocó a Venezuela en el mapa mundial y al imperio en el punto de mira, lideró la unidad regional cambiando la correlación de fuerzas del continente, en definitiva, hizo nuevamente probable la posibilidad revolucionaria en América Latina.
            La muerte del presidente Chávez nos deja una tarea y una esperanza, la tarea de seguir acompañando al pueblo venezolano y la esperanza de que la revolución latinoamericana está aún inacabada.


Los esfuerzos integracionistas en la era del postchavismo
Guillermo Almeyra - Rebelion

             Hugo Chávez era, con mucho, incluso con sus errores y carencias tan grandes como su figura histórica, el más radical y firme de todos los llamados gobiernos “progresistas” de América Latina y de todos los políticos de dicho sector en nuestro continente. Era capaz de evolucionar, se sentir la influencia popular, de responder a las adversidades con lucha y tenacidad y, aunque se apoyaba en un aparato –en especial, en las fuerzas armadas- no dependía del mismo ni para llevar a cabo la política que se trazaba ni para hacer política. En un continente de caudillos, y siendo él mismo un caudillo que medía todo con referencia a su persona y veía la organización de los trabajadores como emanación propia (por eso decía que “los sindicatos son contrarrevolucionarios”), no era sólo un caudillo.
            A diferencia de Rafael Correa, Cristina Fernández, Dilma Rousseff o José Mujica, era anticapitalista e intentaba, desde el poder, producir -y controlar- un todavía vago “poder popular” (que las fuerzas armadas y el aparato se encargaban de asfixiar). A diferencia de Evo Morales, no era un edificador de un Estado capitalista más moderno, desarrollista y extractivista pues, aunque aplicaba una política en la que todo sigue basado en la exportación de petróleo a Estados Unidos y aunque promovía la industrialización, buscaba a tientas y sin todavía lograr mucho un Estado no capitalista, estructurado sobre bases más democráticas, que él denominaba vagamente “socialismo del siglo XXI” y que se diferenciaba del neodesarrollismo y a la vez del sistema burocrático soviético, cubano, chino, vietnamita. Por eso su desaparición se hará sentir no sólo en Venezuela sino también en toda América Latina y, en particular, en las organizaciones que él impulsó.
            El Mercosur, semifrenado por los intereses rivales de un gran país –Brasil- que ve a otro mucho más débil-Argentina- como un mercado y no como un socio y también por los esfuerzos vanos de Buenos Aires por contrarrestarlo, podría salir de ese empantanamiento si Venezuela con sus excedentes petroleros desempeñase en su seno un papel importante a pesar de la reticencia brasileña ante el proyecto chavista de BancoSur que Brasilia ve como competidor de su propio Banco de Desarrollo.
            Si para afianzarse en el poder el nuevo grupo, que depende del chavismo nacionalista y conservador de las fuerzas armadas, optase por reforzar el clientelismo y la dependencia total de la renta petrolera (que son lastres de la economía venezolana que Chávez combatía) para hacer una política de subsidios, asistencialismo e importaciones indiscriminadas, es posible que ese sector logre mantener una popularidad que Chávez buscaba, en cambio, en medidas renovadoras, pero fortalecerá la boliburguesía y la corrupción y pondrá sordina a los esfuerzos integradores en el plano latinoamericano.
            Ese peligro amenaza también al ALBA, a las relaciones con los países caribeños, al apoyo a Cuba para que tenga combustible más barato y pueda comprar alimentos. Sobre todo porque en el ALBA ningún país está en condiciones de reemplazar a Venezuela en su papel de locomotora y ningún líder político tiene la talla o el prestigio necesarios para sustituir a Chávez como animador político de esa organización.
            Lo mismo sucede con UNASUR que se basa sobre el trío Brasil- Argentina- Venezuela y que si pierde una de las patas del trípode se reduciría casi a acuerdos bilaterales. En la UNASUR, Rafael Correa, y sobre todo Dilma Rousseff, son los que desde el punto de vista político están más firmes en el poder. Pero el primero tiene una economía muy débil y, además, dolarizada y la segunda depende demasiado de una burguesía muy fuerte a la que satisface continuamente (lo cual hace que algunos hablen, tontamente, de subimperialismo brasileño a pesar de que Brasil tiene roces constantes con Washington para preservar, justamente, su propio margen de acción capitalista).
            En cuanto a Cristina Fernández, muy probablemente no podrá lograr la modificación de la Constitución que le autorice un tercer mandato consecutivo. Su gobierno parece ya un pato rengo y un posible sucesor surgido de la tribu que por ahora la reconoce como Caudillo en versión femenina muy probablemente será más derechista que ella. Además, con un gobierno paraguayo de derecha pero constitucional y, por lo tanto, readmitido en la organización, Chile en crisis política pero sin grandes cambios y con una crisis política en Colombia que dificulta al presidente Juan Manuel Santos, que apostó a la distensión con Venezuela, en su combate contra el regreso del ultrarreaccionario Álvaro Uribe, el panorama de la UNASUR cambiará mucho con respecto al imperante cuando Chávez era una fuerza impulsora.
            Todo depende pues, en muy gran medida, del desenlace del postchavismo oficial en Venezuela y, sobre todo, de la reacción popular para defender palmo a palmo las conquistas y la participación de los trabajadores y los pobres y crear y ampliar el llamado poder popular dándole fuerza e ideas a la autogestión, a la lucha por la unidad sindical, a la organización de comunas que administren el territorio y le quiten así base a la derecha oligárquica y proimperialista, que ahora está calma porque teme despertar una ola hostil pero reaparecerá a la luz, y a los sectores verticalistas y burocráticos ddel chavismo oficial que buscarán hacerle concesiones a esa derecha y a la boliburguesía.
            Lo mejor del legado de Chávez –osar, insubordinarse- pasado el momento de gran duelo estará al orden del día así como una discusión-balance sobre lo que hay que cambiar y sobre cuál debe ser la estrategia para el futuro próximo. Sólo la preparación de las bases del socialismo podrá mantener la independencia nacional y los progresos materiales realizados en tiempos de Hugo Chávez.

Nuestro Chávez
Claudio Katz - Rebelión

            Aunque el final era esperado siempre quedaba una esperanza. Muchas voces pedían “que aguantara porque lo necesitamos”. No ocurrió y la tristeza embarga a millones frente a lo irreparable. Se ha ido un indispensable y ningún homenaje compensará la pérdida. Cada conmemoración elige un perfil: el líder, el comunicador, el tribuno, el volcán de energías, el osado. Pero algunos homenajes disuelven su revulsivo legado del socialismo y el ALBA.
            Chávez cuestionó a viva voz al capitalismo y recuperó un proyecto de emancipación que parecía sepultado. Retomó conceptos censurados, recordó a los marxistas olvidados, denunció a la burguesía y declaró su admiración por Cuba. Transmitió ideas de igualdad social y democracia real que provocaron un terremoto en la conciencia de oprimidos. No defendió vagamente la dignidad y los derechos de los humildes. Convocó a imaginar una sociedad sin explotación, competencia, ni lucro.
             Esta dimensión no sólo incomoda a los partidarios del “capitalismo serio”. También molesta a los sectarios, irritados con cualquier planteo desviado de su receta. Objetan la distancia entre el proyecto y su concreción, como si ellos hubieran probado alguna capacidad para acortar esa brecha. Chávez rescató al socialismo de los libros de historia, para situarlo nuevamente entre las posibilidades del futuro.
            Volvió a demostrar que ese horizonte es compatible en América Latina con el patriotismo revolucionario. Repitió la trayectoria de los militares antiimperialistas que se radicalizaron convergiendo con las luchas sociales. Y logró una sintonía con su pueblo y un impacto continental, que nunca consiguieron Torrijos o Velazco Alvarado.
            Con más cuidado hay que tomar las analogías con el peronismo. Es cierto que lideró la misma irrupción de mayorías silenciadas y la misma obtención de conquistas sociales. Pero Chávez seguía un camino de Cuba totalmente contrapuesto al orden conservador. Por eso nunca avaló la gestación aparatos tan regresivos como el justicialismo. En lugar de confrontar con la juventud movilizada propiciaba la Patria Socialista.
            Chávez impulsó la integración regional, pero no idealizaba los negocios y las ganancias empresarias. Los aceptaba como un dato del escenario actual y los concebía como instrumentos de recuperación de soberanía. Su proyecto era el ALBA: la unidad por medio de la cooperación. Comenzó propiciando el intercambio de petróleo por educadores con Cuba y terminó auspiciando incontables campañas de solidaridad con los desamparados de Haití, los desposeídos de Centroamérica y los necesitados de Bolivia. Estas iniciativas fueron interpretadas como “maniobras de petro-diplomacia” por quiénes sólo conciben acciones guiadas por la codicia.
            El ALBA ensaya otra construcción latinoamericana, con menos funcionarios y más movimientos sociales. Chávez lo concibió retomando la experiencia de Bolívar. Si la guerra de la Independencia se expandió liberando esclavos y eliminando servidumbres, la batalla actual contra el imperio exige mayor intervención de los sujetos populares. En la preparación de esa confrontación, no ahorró denuncias de la prepotencia estadounidense.
            América Latina ha perdido la voz de radicalidad que sobresalía en todos los foros, para pavimentar una estrategia antiimperialista. Se ha creado un gran vacío regional que no tiene sustituto (por el momento). Cuando se discute si Cristina o Dilma cuentan con el carisma suficiente para reemplazarlo se olvida el contenido del liderazgo vacante. El comandante decía la cruda verdad porque no temía desafiar a los poderosos. Por eso se burlaba de los diplomáticos yanquis y de los reyezuelos europeos que intentaron acallarlo.
            Chávez supo combinar consecuencia con inteligencia en la evaluación de las relaciones de fuerza. Esa capacidad fue muy visible en el último período, cuando delegó el gobierno, forjó un equipo, posicionó a Maduro y debilitó a Capriles. Así conjuró el vacío de poder que tanto añora la derecha. Pero aceleró su propio final, con las energías desplegadas en la campaña electoral.
            El resultado de esos comicios ha sido indigerible para los custodios del orden republicano que digitan los poderosos. Cuestionan al terrible autoritario, que arrasó en 13 elecciones cristalinas y al espantoso censor, que siempre pudieron insultar desde los medios de comunicación. La sobriedad profesional en el manejo posterior de la enfermedad presidencial debería servir de modelo, a todos los negociantes del periodismo, que lucran con la tragedia de un paciente terminal.
            La disputa entre profundizar o congelar el proceso venezolano se ha tornado más incierta. Hay una tensión cotidiana con los burócratas que utilizan el disfraz bolivariano para enriquecerse, recreando el rentismo exportador y el consumo improductivo. Bloquean la construcción de una economía industrial, eficiente y auto-abastecida en alimentos. Acumulan fortunas con la intermediación de las divisas del fondo petrolero, agigantan el déficit fiscal y preservan el ciclo de las devaluaciones.
            Por su parte muchos los opositores reconocen, ahora, el gran cambio perpetrado en la distribución de la renta petrolera. Aceptan que esos recursos fueron provechosamente canalizados hacia la alimentación, la educación, la salud y la vivienda popular. Nunca explican por qué razón, ningún presidente anterior concretó esa transformación.
            Las conquistas logradas están a la vista y son muy significativas. Pero no alcanzan y podrían perderse si se pospone la radicalización del proceso económico. Ya no hay un conductor y llegó el momento para conformar direcciones más colectivas y electas por la base. Esta evolución es posible por el carácter inesperado de los procesos históricos. Nadie imaginaba, por ejemplo, hace diez años el giro que introduciría el movimiento bolivariano.
            Chávez ingresa en la historia por la puerta grande para ocupar un lugar junto al Che. Guevara fue el símbolo de una revolución ascendente que despertó grandes expectativas en la expansión inmediata del socialismo. Chávez apareció en otro contexto. Expresó las rebeliones que conmovieron a Sudamérica al comienzo del siglo XXI y encarnó los triunfos contra el neoliberalismo. Dos figuras excepcionales para dos momentos de un mismo recorrido hacia la igualdad, la justicia y la emancipación.