El imponente Cerro de los Siete Colores en Purmamarca, Jujuy (Argentina)

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sábado, 2 de febrero de 2013

STALINGRADO, LA GRAN VICTORA DEL PUEBLO SOVIETICO


A SETENTA AÑOS DE LA GRAN VICTORIA DE STALINGRADO

Por Sergio D. Aronas – 02 de febrero de 2013

            La batalla de Stalingrado fue el enfrentamiento militar más grande, violento y sangriento de la Segunda Guerra Mundial y de todas las guerras que tuvieron lugar a lo largo de todos los tiempos. Por su carácter, dimensión, importancia estratégica, ferocidad y grado de combatividad no tiene parangón con ninguna otra en la historia de la humanidad y por más que se esfuercen los historiadores por minimizarla, cada año que transcurre esta batalla colosal emerge con gran fuerza como la gran victoria de las fuerzas armadas soviéticas, del pueblo soviético que gracias a su heroísmo sin par, su tenacidad y resistencia, sepultó para siempre los planes delirante de Hitler y de la Alemania nazi de conquistar y derrotar a la Unión Soviética.
            La ofensiva alemana sobre Stalingrado empezó el 23 de agosto de 1942 y terminó cuando el 2 de febrero se rindieron los últimos soldados alemanes al mando del General Strecker, ya que previamente el mariscal de campo Von Paulus al frente del VI Ejército se rindió y fue capturado por los soviéticos el 31 de enero de 1943.          
            En este 70º aniversario de la más transcendental y fundamental batalla donde quedó sepultado los planes y los métodos de la guerra relámpago, el equipo conjunto de los historiadores, publicistas, periodistas, investigadores, aprovechando la circunstancia actual de que la Unión Soviética no existe, se acuerdan de felicitar al pueblo ruso por la victoria conseguida, cuando esos mismo sovietólogos de vieja alcurnia hasta 1991 no paraban de inventar teorías con las cuales tratar de explicar lo que para ellos era inexplicable, inentendible e imposible de lograr: que la URSS venciera al fascismo hitleriano.
            Primero con las batallas de Moscú en diciembre de 1941, con Stalingrado y Kursk en febrero y julio de 1943 respectivamente, quedó enterrado el mito del General Invierno. El vencedor único e indiscutible y que nada ni nadie pueden cambiar, modificar u ocultar fue el pueblo soviético junto a  sus fuerzas armadas dirigidas por el Partido Comunista.    
            No hubo una batalla de estas proporciones en toda la Segunda Guerra Mundial en la que la Alemania nazi intentó el último esfuerzo supremo por aniquilar al Estado soviético pero chocó contra una muralla infranqueable, impenetrable porque la poderosa resistencia soviética, haciendo esfuerzos supremos, convirtió a su ciudad Stalingrado en la tumba del fascismo.
            Esta batalla para los alemanes significó que por primera vez en su historia se rindiera un mariscal de campo ante un ejército enemigo. Fue precisamente el general Fiedrich Von Paulus el que se rindió al ejército soviético, el cerebro que diseñó el plan Barbarroja para la invasión nazi de la Unión Soviética, vio en carne propia como su fastuoso e supuesto invencible ataque se estrelló contra la muralla inexpugnable creada en Stalingrado y tuvo que morder el polvo de la derrota. No solamente se rindió el VI Ejército alemán, sino que fueron completamente derrotados el VIII Ejército italiano y el II Ejército húngaro del Don.
            Para la Unión Soviética, la gran victoria en Stalingrado elevó el prestigio del país ante el mundo, comenzó a ser respetada por las potencias occidentales quien negaban la apertura del segundo frente para que los soviéticos y alemanes se exterminaran entre sí y luego ante la destrucción masiva de estos dos ejércitos, puedan entrar en la contienda con fuerzas frescas y proclamarse vencedores. Esto ya había sido denunciado por Stalin en su informe al XVIII Congreso del Partido Comunista de la URSS en la que condenaba la política de apaciguamiento de Estados Unidos, Francia e Inglaterra, quienes preferían negociar con Hitler en lugar de formar una alianza con la URSS para contener al fascismo y evitar la guerra.
            Stalingrado cambió todo el curso de la guerra cuya dirección estratégica pasó del lado soviético y terminaría hasta que la bandera roja fuera izada en el Reischtag en la toma de Berlín en mayo de 1945. No fue el general Invierno como dicen los que no perdonan a la Unión Soviética el que derrotó al fascismo alemán en los campos de batallas, sino los poderosos cohetes Katyushas que rompieron todas las líneas ofensivas y defensivas de los ejércitos nazis tanto en Stalingrado como en la ofensiva inicial en la batalla de Berlín. El invierno afectó a las dos fuerzas y no sólo a los pobrecitos alemanes, sobre los cuales se muestran cuerpos y material congelado, como si a la población soviética no lo hubiera afectado. Y ahí tienen el número de víctimas provocados por el invierno en la población no combatiente que no tenía ninguna calefacción con la cual protegerse; tampoco tenían sus casas porque la ciudad fue arrasada por los bombardeos despiadados de la aviación alemana. Así no jodan más con el mito del mal llamado general invierno y preocúpense por analizar los verdaderos factores que determinaron la victoria que hoy celebra su 70º Aniversario histórico.
           
            El factor determinante de la gloriosa hazaña soviética fue la increíble movilidad de su economía para abastecer desde sus fábricas con todo el material de guerra a los ejércitos para combatir a los invasores alemanes; está también el alto desarrollo de la ciencia militar alcanzado con los años de experiencia en la guerra ya que además del Katyusha, los soviéticos llevaron al más alto nivel la estrategia y la táctica de la guerra nocturna, inventaron el fusil de asalto más famoso por  Mijail Kalashnikov y cuarto elemento de la tecnología militar que dio el triunfo decisivo al Ejército Soviético fue el tanque T-34 que apareció durante la Gran Guerra Patria, y que fue el terror de las divisiones alemanas. Y hoy sigue siendo considerado el mejor tanque de la historia.
           
         Las pérdidas soviéticas fueron terribles ya que perecieron 1.100.000 civiles murieron por los bombardeos, hambre, frío, deportaciones y/o fusilamiento y ejecuciones alemanes . Los soldados que cayeron en los combates fueron más de 500.000 y a eso se agregan los más de 650.000 heridos. La ciudad quedó devastada pero los objetivos trazados por el Alto Mando Alemán terminaron en un fracaso y en una derrota total de la que jamás se recuperarían.
           
          Las bajas alemanas fueron estimadas en más de 750.000 entre muertos y heridos, 91.000 prisioneros de los sólo 5.000 lograron regresar a su país; entre la tropa rendida está el mariscal de campo Von Paulus, 23 generales y 2.000 oficiales de distinto rango. Los soviéticos tomaron 6.000 cañones, 1.500 tanques, 80.00 vehículos y otros pertrechos militares. Fue una batalla total que enfrentó a dos millones de hombres con 2.000 aviones, 2.000 tanques, más de 30.000 fusiles y morteros. 

            Por todo ello, rendimos homenaje sagrado a los soldados del pueblo soviético por esta resonante victoria que marcó el inicio del derrumbe total del imperialismo fascista, de sus aberrantes teorías racistas de conquista y dominación. Gloria eterna a la Unión Soviética, cuyas victorias en su guerra contra el nazismo perdurarán por los siglos de los siglos.