El imponente Cerro de los Siete Colores en Purmamarca, Jujuy (Argentina)

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sábado, 12 de octubre de 2013

SOBRE LA CONFERENCIA DE GUAYAQUIL (III)


LA ENTREVISTA DE GUAYAQUIL DE 1822 (III)

Por Sergio Daniel Aronas – 12 de octubre de 2013

La tercera parte de este meduloso y documentado trabajo es la parte más larga y más importante e interesante porque se trata de las referencias que tanto los protagonistas principales de la entrevista de Guayaquil como sus colaboradores más cercanos e influyentes, hicieron sobre lo tratado y conversado en esta reunión. Debe ser uno de los encuentros que más polémicas ha desatado entre las academias de Historia de Sudamérica con repercusión mundial ya que historiadores de otros continentes también han escrito e investigado qué pasó en Guayaquil en julio de 1822.

En el primer punto de esta tercera parte, el autor analiza de acuerdo con la visión de quienes  estuvieron cerca de los Libertadores, si el encuentro fue a puertas cerradas como creen la gran mayoría de los historiadores o si contó con testigos presenciales que iban tomando nota de los temas que se trataban. En esta cuestión no hay una opinión unificada, pero de acuerdo a los testimonios que se vuelcan en esta investigación, la entrevista de Guayaquil fue secreta, a puertas cerradas. Y llega a esa conclusión luego de comparar las opiniones de los principales allegados a los Libertadores que siguieron de cerca los acontecimientos.

El segundo capítulo es el más importante, más largo y más detallado de todo este estudio e investigación sobre la entrevista de Guayaquil donde el autor se mete en el barro para intentar desentrañar de qué hablaron los grandes libertadores que es el gran misterio y enigma aun no resuelto. Para ello trabaja en cinco campos: los testimonio de los dos protagonistas de esta historia, por las confidencias que ellos hicieron a sus camaradas más íntimos sobre que pasó en Guayaquil por parte de San Martín y lo bueno de todo esto su contrastación para saber dónde está la verdad o al menos intentar tener una idea de lo que sucedió y se habló en las reuniones del 26 y 27 de julio de 1822. Es un análisis que no puede dejar de leerse por lo muy bien que está escrito y porque desde el punto de vista metodológica ayuda mucho a entender ese momento histórico decisivo de la guerra de la independencia.
La parte substancial y que está más elaborada es el tema referido a la carta del 29 de agosto de 1822 que San Martín supuestamente le escribió a Bolívar y que en la historia de la guerra de la independencia sudamericana se la conoce con nombre de “Carta de Lafond” en honor al marino francés Gabriel Lafond de Lurcy quien la publicó en francés por primera vez en un libro en 1843 sobre sus viajes a América del Sur. Esta carta ha sido la causa de una profunda división entre las academias de historia de Venezuela y de Argentina, de encendidas polémicas que aún permanecen porque hay historiadores que impugnan esta carta calificándola de apócrifa y otros la consideran auténtica. En este debate, el profesor Paredes realiza un abundante análisis entre los autores que están de un lado y del otro, destacando los méritos y fundamentos de peso para sostener sus posturas como así también sus puntos débiles, en un muy buen manejo de la documentación y el rigor histórico que merece el estudio de esta carta que ha recorrido un largo camino de casi 170 años y los debates no terminan. Como ejemplo de esto último, podemos nombrar a dos importantes historiadores argentinos que han escrito sendas biografías de San Martín que fueron muy aceptadas por la crítica en general y por sus colegas en particular, pero que a la hora de tomar posición frente a la carta de Lafond, para uno esa carta es apócrifa mientras que la otra es auténtica. Se trata de Norberto Galasso y Patricia Pasquali, dos excelentes historiadores argentinos: el primero, la rechaza mientras que la segunda la toma como válida. Aunque el profesor Paredes no nombra a estos investigadores argentinos en su escrito, sirve de base para poner de manifiesto que esta polémica no ha cesada y ya estamos en pleno siglo XXI. El profesor Galasso dice al respecto:
“En el intento de ofrecer una interpretación cierta, que no se base en fuentes dudosas, se ha preferido desechar la siguiente documentación: (…) 2) La supuesta carta de San Martín a Bolívar de fecha 29 de agosto de 1822, publicada por el marino  Gabriel Lafond de Lurcy (…) Las razones para su exclusión son las siguientes: a) No existe el original en el archivo de Bolívar; b) No existen borradores –como en otras cartas- en el archivo de San Martín; c) En ningún momento de sus vidas, ni Bolívar ni San Martín, han hecho referencia a esta carta; d) La Academia Nacional de Historia de Venezuela la juzga apócrifa; e) Un historiador argentino prestigioso como A.J. Pérez Amuchástegui, en su libro “La carta de Lafond y la perspectiva historiográfica”, también se pronuncia en contra de la autenticidad de ese documento. Manifiesta Pérez Amucháustegui que la carta de Lafond ofrece varias inexactitudes que llevan a suponer un fraude: San Martín afirma ahí que el general Arenales quedará encargado del mando de las fuerzas argentinas, lo cual constituye un error porque en ningún momento es confiado el mando a Arenales, sino al general Alvarado; San Martín actúa, en esta ocasión, como Protector del Perú y de ninguna manera se referiría a las fuerzas argentinas, denominación que habitualmente no emplea, ni siquiera estrictamente para los Regimientos de las Provincias Unidas. San Martín se refiere con gran desdén a Torre Tagle –débil e inepto-, lo cual llama la atención porque no es su opinión y aunque la fuera, proverbial prudencia para tratar estos asuntos no se condice con esta adjetivación innecesaria y gratuita. También asombra que San Martín vuelva sobre el tema de la autodeterminación de los guayaquileños cuando ha asegurado que, si bien no opina en ese sentido, no intervendrá en ese asunto” (Galasso Norberto. Seamos libres, lo demás no importa nada, páginas 411 y 412). Este es el criterio impugnador de Norberto Galasso. El otro enfoque, diametralmente opuesto, es el de la profesora Patricia Pasqualli que ha escrito dos importantes libros sobre San Martín. En su biografía “San Martín: la fuerza de la misión y la soledad de la gloria” (Ed. Planeta, Buenos Aires, 1999) en la página 388 considera que la carta de Lafond (aunque no la nombra con ese nombre) es la “piedra angular de la historiografía sanmartiniana”.

John Lynch, un historiador inglés especializado en la historia latinoamericana, puede ser presentado como alguien que tiene una posición neutral, ya que afirma que la carta fue conocida por San Martín pero éste nunca confirmó o desmintió su autenticidad. Y a continuación considera que el hecho de que “la carta de Lafond no sea auténtica no significa que no sea fidedigna” (Ver su libro San Martín: soldado argentino, héroe americano. Ed. Crítica, Barcelona, 2009, página 273).ç
El autor somete a un detallado examen de las situación militar en el momento de la entrevista ya que la carta contiene una afirmación según la cual San Martín le dice a Bolívar que está equivocado en cuanto a las fuerzas realistas que existen en el Perú y a las propias diezmadas por las enfermedades y las contingencias de la guerra. Estudia la composición de las tropas argentinas, peruanas, chilenas y colombianas como fuente importante para conocer como el general San Martín estaba informado de la situación y culmina con la posición de los impugnadores de este tema crucial de la carta de Lafond. Por último el autor termina este punto planteando ocho dudas acerca del contenido de la más polémica carta de la historia de las guerras de la independencia latinoamericana porque nunca un documento suscitó tanta discusión y controversia entre académicos y países.

El cuarto tema analizado son las supuestas cartas que habrían intercambiado San Martín y Bolívar sobre su encuentro en Guayaquil. Esto surgió a partir de la publicación de un libro del historiador Colombres Mármol que en realidad constituyó uno de los fraudes más grandes de la historiografía americana. El autor demuestra el carácter apócrifo de esos “nuevos documentos” aportados por Colombres Mármol a partir de las resultados que obtuvo una comisión creada para investigar dichos papeles. También incorpora las conclusiones a las que llego el historiador venezolano Lecuna quien también demuestra el carácter apócrifo de esos documentos.
El análisis de la versión sanmartiniana de la entrevista de Guayaquil termina con las conclusiones en las que el autor considera que San Martín fue al encuentro con Bolívar para pedir la ayuda del ejército colombiano y unirse al del Perú para terminar en forma conjunta la guerra de la independencia. La presencia de los dos ejércitos implicaría que uno de los dos grandes generales debía ceder el mando y ahí fue que San Martín se ofreció a combatir bajo la conducción de Simón Bolívar, hecho que éste último no pudo o no quiso aceptar. En cuanto al retiro de San Martín del Perú, el profesor Paredes rechaza que haya sido una decisión misteriosa porque estaba tomada mucho antes de la entrevista con Bolívar y lo demuestra con documentación del propio San Martín y de sus compañeros de armas. En este punto corrijo un error de tipeo cuando haciendo referencia a una opinión de Ricardo Rojas, en el trabajo se lee 1847 cuando debe decir 1947 que es el año que se publico su libro  “La entrevista de Guayaquil”. La idea de retirarse del Perú, San Martín la tenía en mente mucho antes que la entrevista de Guayaquil pues no era su deseo asumir el mando político del Perú liberado como ocurrió en Chile, donde la conducción política del Estado quedó en manos de Bernardo O´Higgins y con San Martin al frente del Ejército de Los Andes.
 
Con la misma metodología, el profesor Paredes estudia la versión bolivariana de la entrevista de Guayaquil con la que empieza el tercer capítulo de la tercera parte de este magnífico trabajo, por medio de la documentación aportados por las cartas de Bolívar a sus principales compañeros de lucha, especialmente a Francisco de Paula de Santander donde expuso sus impresiones sobre San Martín y los resultados de la entrevista. El punto siguiente está dado por los testimonios que los principales colaboradores recogieron de los comentarios realizados por el mismo Bolívar tales como Daniel O’Leary, Tomás Mosquera, Tomas Heres, José Restrepo y Manuel Antonio López. Entre los testimonios de Bolívar se encuentra la relación del general José Gabriel Pérez dirigió al intendente de Quito, General Antonio José de Sucre, con fecha 29 de julio de 1822 donde se dejó constancia de todo lo que conversaron los dos Libertadores. Un documento que ha cobrado mucha notoriedad historiográfica a partir del anuncio del historiador colombiano Armando Garnica Martínez por haber descubierto el original en el libro copiador que se encontraba mal archivado. El profesor Paredes hace expresa mención de este documento haciendo una descripción completa de su contenido y que es coincidente con el descubrimiento de su colega colombiano. En opinión del historiador peruano, el autor de esta carta fue el propio Bolívar.
Según el historiado peruano la versión bolivariana de la entrevista de Guayaquil tiene dos elementos fundamentales: la primera, es mucho más amplia en cuanto a los temas tratados y lo segundo, que Bolívar no le da tanta importancia a la reunión. Esto se revela en la relación de José Gabriel Pérez cuando expresa: “Habiendo venido el Protector como simple visita sin ningún empeño político ni militar, pues ni siquiera habló formalmente de los auxilios que había ofrecido Colombia”. Guayaquil no fue una reunión de amigos ni una visita familiar de cortesía. Estaba en juego la independencia del Perú que era el centro del poder del absolutismo español y el único reducto donde aún permanecían fuerzas considerables y muy poderosas dispuestas a resistir y a sostener la bandera de los Borbones en América del Sur. La versión bolivariana fue la que levantó la discusión en cuanto a la mejor forma de gobierno que convenía al Perú: San Martín era partidario de una monarquía constitucional con el nombramiento de un príncipe de alguna dinastía europea. No debería sorprender esta posición ya que cuando Manuel Belgrano en el Congreso de Tucumán propuso el establecimiento de la monarquía incásica, San Martín le dio su apoyo calificando la idea de genial. Bolívar rechazó esta postura de San Martín prefiriendo la forma republicana de gobierno.

La cuarta parte de la investigación son las conclusiones del autor donde hace un balance de los temas que trataron los libertadores en Guayaquil apoyándose en la documentación y testimonios de la época. Lo principal es que no fue una visita informal y que la cuestión decisiva del encuentro fue el problema militar en el sentido de cómo lograr la unión de los dos ejércitos para concluir la magna obra de la guerra de independencia, terminar con el colonialismo español en América y la formación de los nuevos estados liberados. Si bien no hubo acuerdo en cuanto a la cuestión militar, sí estuvieron de acuerdo en crean una federación de estados en la que San Martín propuso que Guayaquil sea su sede o capital.

La trascendencia histórica de esta entrevista no debe verse en las características personales de los dos Libertadores, sino en el marco de una situación internacional muy complicada que requería de la unión y la cooperación de los dos ejércitos. No pudieron ponerse de acuerdo en ese aspecto central y decisivo y por tal razón no puede considerarse una derrota personal de San Martín ni tampoco un “triunfo” de Bolívar. No se puede estudiar los resultados de la entrevista desde esa óptica. Tampoco la separación de los libertadores provocó un enfrentamiento entre ellos y como ejemplo está la forma en que se despidieron y el hecho de Bolívar le regalara dos retratos y que San Martín los conservara en su habitación durante su estadía en Francia, es una evidencia del respeto que tenía por él. No deben culparse a los dos grandes libertadores sobre las divisiones que surgieron entre las fuerzas independentistas que dieron origen al surgimiento de 9 estados diferentes en Sudamérica. La construcción por parte de San Martín y de Bolívar de la Patria Grande Americana está en sus escritos, en sus cartas, en bandos y proclamas. Por eso lucharon y por eso murieron. Ese es el sagrado legado que los dos hombres más grandes de la historia Latinoamericana nos dejaron como bandera de unidad revolucionaria.