El imponente Cerro de los Siete Colores en Purmamarca, Jujuy (Argentina)

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jueves, 3 de octubre de 2013


SAN MARTÍN Y BOLÍVAR EN GUAYAQUIL (II)
                     
Jorge G. Paredes M. jgparedesm@yahoo.com  Lima - Perú

Parte segunda
1. El anhelo de la entrevista.
2. La entrevista frustrada: febrero de 1822 
3. Los caudillos se encuentran.

SEGUNDA PARTE LA ENTREVISTA DE LOS LIBERTADORES

1. EL ANHELO DE LA ENTREVISTA

La entrevista era deseada por ambos libertadores. Fue San Martín quien a poco de haber arribado a las costas del Perú, exactamente el 12 de octubre de 1820, desde Pisco, se dirigió al Libertador expresándole su deseo de reunirse con él. Esta misiva no ha sido hallada, pero se sabe de ella por la respuesta que le diera Bolívar desde Bogotá, el 10 de enero de 1821. El Libertador le dice a San Martín:
“Tengo la honra de acusar a V.E. la recepción del despacho a 12 de octubre, en Pisco del año próximo pasado. Este momento lo había deseado toda mi vida; y sólo el de abrazar a V.E. y el de reunir nuestras banderas puede serme más satisfactorio. El vencedor de Chacabuco y Maipú, el hijo primero de la Patria, ha olvidado su propia gloria al dirigirme sus exagerados encomios; pero ellos le honran porque son el testimonio más brillante de su bondad y propio desprendimiento. Al saber que V.E. ha hollado las riberas del Perú, ya las he creído libres, y con anticipación me apresuro a congratularlo a V.E. por esta tercera patria que le debe su existencia. Me hallo en marcha para ir a cumplir mis ofertas de reunir el imperio de los Incas al imperio de la Libertad; sin duda que más fácil es entrar en Quito que en Lima; pero V.E. podrá hacer más fácilmente lo difícil; y bien pronto la divina Providencia, que ha protegido hasta ahora los estandartes de la Ley de la Libertad, nos reunirá en algún ángulo del Perú, después de haber pasado por sobre los trofeos de los tiranos del mundo americano” (1)
El 24 de junio de 1821 Bolívar obtuvo la victoria de Carabobo sobre las fuerzas realistas al mando del Mariscal de Campo Miguel de la Torre, y dicho triunfo le permitió ingresar triunfalmente en la ciudad de Caracas, el día 28 de aquel mismo mes. Desde Trujillo, con fecha 23 de agosto de 1821, Bolívar se dirigió a San Martín y recordando aquel gran triunfo de Carabobo, le expresaba:
“Mi primer pensamiento en el campo de Carabobo, cuando vi mi patria libre, fue V.E., el Perú y su ejército libertador. El contemplar que ya ningún obstáculo se oponía a que yo volase a extender mis brazos al libertador de la América del Sur, el gozo colmó mis sentimientos... “ (2)
De su regreso de Huanchaco, en donde recibió documentos remitidos por miembros de la Junta de Guayaquil así como también por el representante peruano ante dicho gobierno, en los cuales además de informársele sobre los últimos acontecimientos se le trasmitían las opiniones y decisiones de Bolívar sobre la suerte de Guayaquil. San Martín creyó conveniente comunicarse epistolarmente con Bolívar para darle a conocer sus ideas sobre el problema en cuestión y proponerle una reunión que debería servir para tratar de solucionar ese y otros problemas. Esta misiva fue suscrita en Lima, a 3 de marzo de 1822, y en ella le dice:
"Yo no puedo ni quiero dejar de esperar que el día en que se realice nuestra entrevista, el primer abrazo que nos demos transigirá cuantas dificultades existen y será la garantía  de la unión que liga a ambos Estados, sin que haya obstáculo que no se renueve definitivamente. Entre tanto, ruego a V.E. se persuada de que la gloria de Colombia y la del Perú son un solo objeto para mí, y que apenas concluya la campaña, en la que el enemigo va a hacer el último experimento reuniendo todas sus fuerzas, volaré a encontrar a V.E. y a sellar nuestra gloria, que en gran parte ya no depende sino de nosotros mismos" (3)
El Libertador recibió con mucho retardo esta misiva, según él mismo lo dice "a causa de las dificultades que presentaba para las comunicaciones el país
de Pasto". La respuesta que a ella dio Bolívar lleva la huella indeleble del triunfo de Pichincha, así como de la toma de Pasto y Quito. Desde éste último lugar, el día 22 de junio de 1822 el Libertador se dirige al Protector en contestación a la carta que hemos mencionado, y en bellas expresiones le renueva sus ansias de conocer y abrazar al amigo, al libertador del sur:
"Mas, dejando aparte toda discusión política, V.E. con el tono noble y generoso que corresponde al jefe de un gran pueblo, me afirma que nuestro primer abrazo sellará la armonía y la unión de nuestros estados, sin que haya obstáculo que no se renueva definitivamente. Esta conducta magnánima por parte del Protector del Perú fue siempre esperada por mí. No es el interés de una pequeña provincia lo que puede turbar la marcha majestuosa de la América Meridional, que, unida de corazón, de interés y de gloria, no fija sus ojos sobre las pequeñas marchas de la revolución, sino que eleva sus miras sobre los más remotos siglos, y contempla con gozo generaciones libres, dichosas y anegadas en todos los bienes que el cielo distribuye a la tierra, bendiciendo la mano de sus protectores y libertadores.
La entrevista que V.E. se ha servido ofrecerme, yo la deseo con mortal impaciencia, y la espero con tanta seguridad, como ofrecida por V.E." (4)
Un día antes de zarpar del Callao rumbo al norte, en búsqueda del Libertador, San Martín volvió a escribirle para comunicarle su viaje, que tendría como fin hallarlo en Quito para "combinar en grande los intereses" que les habían confiado los pueblos: "Ansioso de cumplir mis deseos frustrados en el mes de febrero por las circunstancias que concurrieron entonces, pienso no diferirlos por más tiempo... Mi alma se llena de pensamientos y de gozo cuando contemplo aquel momento: nos veremos, y presiento que América no olvidará el día en que nos abracemos". (5) El Protector no se equivocaba: Hispanoamérica no podrá olvidar nunca la reunión de sus libertadores en Guayaquil.
Y a escasos días del arribo de San Martín a Guayaquil, e ignorando Bolívar que unos dos días después tendría oportunidad de abrazar y conversar con su par en tierra guayaquileña, le escribió el 23 de julio una misiva en la que la renovaba su deseo de conocer al hermano en la causa libertadora de América: "...tengo el placer de asegurar que al acercarme al Perú me hallo más fuertemente animado del deseo de conocer a V.E. y de emplearme en servicio de la nación peruana".(6)
NOTAS 

(1) Lecuna, V. "Cartas del Libertador". Tomo II, p. 298 Instituto Sanmartiniano "Epistolario entre los libertadores San Martín y Bolívar", pp. 12 - 13

(2) Lecuna, V. Op. Cit.  Tomo II, p. 30 Instituto Sanmartiniano, obra citada, páginas 15 - 16.

(3)    Instituto Sanmartiniano, obra citada, páginas 25 - 26.

(4) Lecuna, V. Obra citada, tomo III, página 50 Instituto Sanmartiniano, obra citada, páginas 31 - 33. Rojas, Ricardo "Entrevista de Guayaquil" páginas 27 - 29. Otero, José Pacífico "Historia del libertador D. José de San Martín" tomo III, páginas 675-676. Pino Ycaza, G. "Derecho territorial ecuatoriano" tomo I, páginas 603 - 604. Aranda, Ricardo. "Colección de los tratados..." tomo III, páginas 73 - 75.

(5) Esta misiva apareció en la Gaceta del Gobierno, del día miércoles 17 de julio de 1822. Ha sido reproducida, entre otros, por: De la Cruz, Ernesto. "La entrevista de Guayaquil" páginas 46 -47. Otero, J.P. Obra citada, tomo III, páginas 692 - 693
Pino Ycaza. G. Obra citada, tomo I, páginas 605. Instituto Sanmartiniano. Obra citada, páginas 29 - 30.
(6)    Otero, J. P. Obra citada, tomo III, página 706.

2. LA ENTREVISTA FRUSTRADA (FEBRERO DE 1822) 

La entrevista de los libertadores pudo haberse llevado a cabo en febrero de 1822, pues en aquel mes, como lo veremos a continuación, San Martín fue en búsqueda de Bolívar. El estudio de "entrevista frustrada" tiene una importancia singular para poder dilucidar acerca del verdadero fin o fines de la tan anhelada reunión.
El 19 de enero de 1822 San Martín delegó el mando político en el marqués de Torre Tagle. En el decreto  respectivo, en su parte considerativa, el Protector explicaba que era la "causa del continente americano" la que lo llevó a encargarse del mando supremo, y que ahora una tarea trascendental obligábalo a abandonar momentáneamente dicho mando, el cual lo delegaba en el citado marqués: "..., porque tiempo ha que no me pertenezco a mí mismo, sino a la causa del continente americano. Ello exigió que me encargase del ejercicio de la autoridad suprema y me sometí con celo a 4este convencimiento; hoy me llama a realzar un designio, cuya contemplación halaga mis más caras esperanzas; voy a encontrar en Guayaquil al libertador de Colombia; los intereses generales de ambos estados, la enérgica terminación de la guerra que sostenemos y la estabilidad del destino a que con rapidez se acerca la América, hace nuestra entrevista necesaria, ya que el orden de los acontecimientos nos ha constituido en alto grado responsable del éxito de esta sublime empresa. Yo volveré a ponerme al frente de los negocios públicos en el tiempo señalado para la reunión del congreso..." (1)
Como se habrá podido apreciar, en esta parte considerativa el Protector delínea en forma clara y terminante los objetivos de su entrevista con Bolívar: "... los intereses generales de ambos estados, la enérgica terminación de la guerra que sostenemos y la estabilidad del destino a que con rapidez se acerca la América, hacen nuestra entrevista necesaria, ..."
San Martín se embarcó rumbo a Guayaquil en la goleta Macedonia, el 1 de febrero. Tuvo que ser en dicho día porque ese mismo día Luis de la Cruz le escribía Bernardo O'Higgins informándole sobre este viaje. Pocos días después llegó al puerto de Huanchaco, en forma totalmente inesperada, pues dicha escala no estaba prevista. Algunos historiadores señalan erróneamente que lo hizo en la goleta Moctezuma, pero Leguía y Martínez aclara que la Moctezuma en esos momentos ya no era nave peruana sino del gobierno chileno. El arribo a Huanchaco debió ser antes del 11 de febrero, porque el día 12, desde Trujillo San Martín le escribe a Torre Tagle y le hace referencia sobre su llegada a Huanchaco. (Mas adelante transcribiremos textualmente la misiva en mención.) Lo cierto es que la casualidad del arribo a Huanchaco le permitió a San Martín recibir allí comunicaciones enviadas por la Junta de Guayaquil y del representante peruano ante dicho gobierno. San Martín decidió volver nuevamente a Lima,  a donde llegó los últimos días de febrero. Es necesario señalar que Leguía y Martínez, tan acucioso en cuanto a los datos, señala que el arribo se produjo el 3 de marzo, pero esto es un error, porque el 27 de febrero la Gaceta de Gobierno comunicaba la llegada del Protector. En la Gaceta del Gobierno del miércoles 27 de febrero leemos: "S.E. el Protector del Perú ha regresado desde el puerto de Guanchaco, donde recibió noticias oficiales, comunicadas por el Gobierno de Guayaquil y por el general Sucre, de que S.E. el Libertador de Colombia marchaba sobre Juanambú con cuatro mil hombres, sin duda para concluir la guerra de la revolución en Colombia..." (2)
¿Qué motivó el regreso de San Martín? Los historiadores han dividido sus opiniones al respecto. Para algunos lo fue el hecho de haberse informado, en Huanchaco, que el Libertador abriría campaña por Pasto, por lo que no podrían encontrarse en Guayaquil. En cambio otros consideran que la verdadera causa de la decisión de San Martín fue el haber tomado conocimiento, por intermedio de las comunicaciones que le enviaran la Junta Guayaquileña así como el peruano Francisco Salazar, acerca de los planes de Libertador de pasar a Guayaquil para poner fin al problema de esta provincia. Como, según esta interpretación, el Protector realmente perseguía con su presencia en Guayaquil influenciar para que dicho territorio se anexase al Perú, al saber que Bolívar se le había anticipado, resultaba totalmente inútil su viaje a Guayaquil. Esta segunda opinión es compartida por los historiadores venezolanos, con Vicente Lecuna al frente de todos ellos. La primera, en cambio, lo es por los argentinos. Los historiadores de otras nacionalidades dividen sus opiniones al respecto.
Para el eximio historiador venezolano que fuera Vicente Lecuna, San Martín en febrero de 1822, al igual que en julio, no salió del Callao en búsqueda de Bolívar, sino que realmente su objetivo era Guayaquil: decidir a esta provincia su anexión al Perú. En cambio para historiadores como G. Masur, J.C. Chávez y J.M. Goenaga, para no mencionar historiadores argentinos, el objetivo de San Martín en febrero y también en julio de 1822 fue Bolívar y no Guayaquil, de allí que al informarse que el Libertador no se encontraría en Guayaquil resolvió volver a Lima.
Tratemos de analizar un poco más detenidamente este suceso de la entrevista frustrada para poder encontrar la verdadera causa del regreso de San Martín.
Existe una misiva de O'Higgins al Brigadier Luis de la Cruz, fechada desde Santiago a 6 de marzo de 1822, que es respuesta a la que el brigadier la Cruz le enviara el 1° de febrero, en la que leemos lo siguiente: "... helado me ha dejado su apreciable de 1° del mes pasado acerca del viaje del Protector, nuestro amigo, a Guayaquil, a verse con el general Bolívar, y tanto mayor es mi sorpresa, cuanto sé hasta la evidencia que este Jefe ni piensa ni menos puede, según la situación que ocupa, venir al punto esperado". (3)
Si O'Higgins es tan enfático en señalar la imposibilidad de imaginar siquiera que Bolívar pudiera constituirse en Guayaquil, ¿cómo pudo San Martín concebir una entrevista con Bolívar en dicha ciudad? ¿No sería esto una prueba, como lo sostenía Destruge, que San Martín realmente maquinaba la anexión de dicha provincia al Perú? En verdad consideramos que ello es infundado, pues conocemos que el propio San Martín explicó el 19 de enero los objetivos del viaje y luego, a su regreso, explicó la causa de la frustración del mismo. Ya hemos consignado que en la nota aparecida en la Gaveta del 27 de febrero se dijo que el Protector había regresado "por haber recibido noticias en el sentido de que Bolívar marchaba sobre Juanambú", es decir por la ruta interior. Y en la parte considerativa del decreto de 3 de marzo por el cual encargaba a Torre Tagle seguir encargándose del mando supremo, expresaba el Protector: "Acontecimientos imprevistos nos han obligado a diferir la entrevista que resolví tener con el Libertador de Colombia: yo arribé casualmente a Huanchaco, cuando me dirigí a Guayaquil, y supe que antes de venir el general Bolívar al lugar de mi destino, había determinado buscar en la campaña de Quito el sitio de Carabobo, que él no duda encontrar donde quiera que despliegue los colores del arco iris". (4)
Si bien es cierto que en Huanchaco  el Protector recibió comunicaciones escritas que informábanle de los planes de Bolívar de pasar a Guayaquil, no es menos verdad que allí recibió asimismo noticias de la decisión de Bolívar de ya no marchar a Guayaquil sino abrir campaña por Pasto. Masur es quien ha puesto de realce este punto, haciendo recordar que los cambios de planes del Libertador se realizaron también en los primeros días de enero de 1822, por lo que no hay razón para pensar que San Martín no recibiera informaciones sobre este hecho; y, lo que es más importante, el propio Protector así lo consigna. Sabemos que Bolívar permaneció en Bogotá entre el 2 y el 13 de diciembre de 1821, emprendiendo ese último día viaje hacia el sur. El 1 de enero ya se encontraba en Cali y a los pocos días decidió abrir campaña sobre Quito por Guayaquil, trasladándose con su ejército hacia el puerto de Buenaventura y cuando ya estaba para embarcarse recibió comunicaciones de Sucre informándole de la llegada a Quito de refuerzos realistas al mando de Juan de La Cruz Mourgeón así como también de la sublevación de N. López, el cual con el navío Alejandro y cuatro cañoneras patrullaba las costas. En vista de estos sucesos el Libertador desistió de su plan de pasar a Guayaquil y acordó utilizar la vía interior, por la terrible zona de Pasto. El 23 de enero llegaba a Popayán. Como se podrá apreciar por este esquemático relato de los movimientos de Bolívar, sobre los cuales G. Masur (5) ha puesto énfasis, la decisión de no ir por Guayaquil sino por Pasto el Libertador la tomó los primeros días de enero de 1822, de lo cual resulta perfectamente claro que no se puede argumentar ningún tipo de imposibilidad con relación a que San Martín, en Huanchaco, recibiese informes al respecto. Y esto que parecería ser sólo una posibilidad se convierte en un hecho demostrado, pues en la Gaceta del Gobierno, de 27 de febrero, como ya lo hemos señalado, se dice en forma expresa que San Martín fue informado en Huanchaco que el Libertador marchaba sobre Juanambú para concluir la guerra de la revolución en Colombia, y, en el decreto de 3 de marzo el propio Protector expresó que su retorno se debía al hecho de haberse enterado que Bolívar no podría llegar a Guayaquil por haber “determinado buscar en la campaña de Quito el sitio de Carabobo”. Cabe, a estas alturas, hacerse la pregunta: Si San Martín, como sostienen los bolivaristas, realmente regresó porque se informó que Bolívar se encontraría en Guayaquil, ya que por allí había decidido abrir campaña sobre Quito, ¿cómo es que informó al pueblo peruano  que el Libertador había abierto campaña por el interior, por Pasto? Tal vez podría decirse que expresó esto queriendo justificar su regreso, pero resultaría sumamente curioso que realmente el Libertador no usase la vía marítima sino la terrestre. ¿Simple coincidencia, según los bolivaristas? Por otro lado, debe considerarse que en la Gaceta del miércoles 27 se decía que dicha noticia la había obtenido San Martín tanto de la Junta Guayaquileña como del propio general Sucre. Si en verdad el Protector no hubiese recibido dicha información no se hubiese atrevido a que se consignase esto, incluso tildándolas de “noticias oficiales”, pues cabía la posibilidad de ser desmentido por el mismísimo Sucre. Es por estas razones que consideramos que el Protector sí recibió en Huanchaco noticias de que el Libertador marcharía sobre Pasto, por lo que no podría llegar a Guayaquil; y es por ello que San Martín decidió de inmediato regresar a Lima. El propio Felipe Larrazábal, eximio historiador bolivarista, sostuvo que esta fue la causa del regreso del Protector.
Si el Protector, en febrero de 1822, renunció a llegar a Guayaquil porque allí no se encontraría el Libertador, resulta como consecuencia lógica de aquello que San Martín no había maquinado la anexión de dicha provincia al Perú y mucho menos ir a decidir con su presencia dicho suceso. De allí que J.M. Goenaga dijera: “Si San Martín hubiera tenido algún pensamiento oculto que desarrollar, no habría desperdiciado el momento propicio de encontrarse solo, para haber influido en el ánimo de los habitantes de la provincia de Guayaquil que vivían disputándose Colombia y el Perú” (6) Y en el mismo sentido el historiador J.C. Chaves afirma: “Si el Protector hubiese tenido en vista –como han sostenido algunos historiadores- dar un golpe en Guayaquil, al saber que su rival estaba ausente, lejos de interrumpir su viaje lo hubiese acelerado, pues todo se le facilitaba al poder actuar solo, sin rival, en Guayaquil.  Ninguna prueba más concluyente de que en esa ocasión –enero de 1822- no iba a dar un “golpe” en Guayaquil como tampoco  fue ese su objetivo en julio del mismo año” (7)
Pero los bolivaristas nos dicen que la prueba de que el Protector regresó por la actitud de Bolívar frente al problema guayaquileño la tenemos en el hecho que vuelto a Lima, de inmediato San Martín ordenó que la división de Santa Cruz, que estaba auxiliando a Sucre, retrogradase desde donde se encontrase y se dirigiese sobre Lima. Esta decisión, de la cual a los pocos días el propio gobierno peruano se arrepintió y dio una contraorden al respecto, se explica a la luz de las ideas de San Martín y de los peruanos con respecto a dicho problema. San Martín veía con agrado una posible anexión de dicho gobierno al Perú, pero en última instancia lo supeditaba a la voluntad del pueblo guayaquileño. Informado de los planes del Libertador, ello debió de disgustarle y creyó que debía adoptar una posición que pusiese en salvaguardia la voluntad del pueblo guayaquileño (debe recordarse que la propia junta de Guayaquil se dirigió a él en esta emergencia). Ordenar el retiro de la división de Santa Cruz era abrir un compás de espera para ver cómo iba a decidirse la suerte de Guayaquil; de allí que se ordenase a La Mar (personaje natural de Cuenca) que en caso de solicitar auxilio el gobierno guayaquileño, se le brindase con todas las fuerzas a su disposición. El gobierno peruano (el mando supremo no estaba en poder de San Martín sino del delegado Torre Tagle) pensó que era contraproducente colaborar con fuerzas que podían participar en la maniobra de la anexión de Guayaquil a Colombia, de lo que podía resultar que el propio gobierno peruano participara en esos planes, a los cuales estaba totalmente opuesto. Así se explica las órdenes del gobierno del Perú de 2 y 3 de marzo. Aunque pronto se recapacitó sobre los gravísimos inconvenientes que la orden dada a Santa Cruz crearía, tanto inmediatos como mediatos, por lo que se resolvió, pocos días después, revocar la orden de regreso dada a Santa Cruz.
Podemos concluir diciendo que en Huanchaco San Martín se informó tanto de los planes del Libertador de decidir la agregación de Guayaquil a Colombia, como de su decisión de abrir campaña por Pasto. Que el saber que Bolívar no se encontraría en Guayaquil; cuando él llegase a dicho puerto fue lo que obligó a frustrar su viaje y regresar a Lima. Que la orden del retiro de la división de Santa Cruz respondió a los informes que logró sobre la actitud de Bolívar frente al problema guayaquileño, y estimándose posible una solicitud de auxilio por parte del gobierno y pueblo guayaquileño, era necesario estar en condiciones para cumplir con ello, para lo cual era necesario que la división peruana que estaba auxiliando a Sucre abandonase a éste y se pusiese a órdenes de La Mar, el cual recibió la orden de ayudar a Guayaquil en el caso que se le solicitase auxilio militar. Que meditadas las consecuencias negativas que para las relaciones entre Perú y Colombia e incluso para la causa americana traería la orden de retiro, se optó por dar una contraorden, la cual permitió la gran victoria de Pichincha.
San Martín muy cautamente se había percatado que su presencia en suelo guayaquileño sin la presencia de Bolívar despertaría, necesariamente, recelos y fue ello motivo que también coadyuvó a su decisión de no continuar su viaje en dicha dirección, según se puede apreciar claramente en la siguiente carta dirigida a Torre Tagle.
“Excmo. Sor. Marqués de Torre Tagle Trujillo, Febrero 12, 1822 Compañero y amigo amado.
Una corazonada de las mías me hizo tocar en Huanchaco, por sí un incidente no había permitido el que Arenales pasase a Piura: efectivamente, a mi arribo supe que su salud no le había permitido marchar y de consiguiente me hubiera llevado un gran chasco: aquí he conferenciado con él, y efectivamente veo que su salud no le permite encargarse de aquel mando: en este conflicto he tenido por conveniente nombrar a La Mar general de ella dándole la orden para que inmediatamente pase a encargarse de su mando, pues no he encontrado conveniente ni útil a los intereses del Estado el dejar aquella división en manos de Sucre: de este modo La Mar por su mayor graduación se encargará del mando del todo, y salvamos las dificultades que por la enfermedad de Arenales se nos presentaba.
Consecuentemente a haber ya conferenciado con Arenales y no tener otro objeto, igualmente que por no inspirar confianza a los colombianos, y que no tomen celo los guayaquileños, nos veremos en esa en breves días, para salir enseguida a correr mis aventuras.
Cuidado, cuidado, y cuidado con el Jefe que se nombre para relevar a Arenales: la provincia está en buena tranquilidad, y con buenos deseos, pero se necesita en ella un hombre de una personalidad a toda prueba y de una política capaz de conciliar todos los intereses.
Mañana o pasado mañana me embarco.
Mil cosas a todos nuestros amigos y se repite con los sentimientos de siempre su invariable que lo conoce. José de San Martín. Venga a mí amigo inmediatamente dos buques para llevar la recluta que se halla aquí y que no hace más que consumir”. (8)
Este documento es una prueba más que San Martín en ningún momento pensó en maquinar una decisión violenta de Guayaquil en favor de su anexión al Perú.
Además, para mayor, consistencia en lo que se sostiene, existe otro documento, fechado a 3 de marzo de 1822, dirigido a Bolívar, en respuesta a una de 23 de agosto de 1821 traída personalmente por el coronel Ibarra. En esa carta del 3 de marzo, San Martín le dice a Bolívar: “...la casualidad de haber arribado a Huanchaco cuando salí del Callao con destino a Guayaquil para tener con V.E. una entrevista, hizo que me informarse de la venida de V.E. por Juanambú, con cuyo motivo regresé a ésta, sintiendo tener que diferir la esperanza de aquella entrevista,...” (9)

NOTAS

(1) Documentos de Archivo de San Martín. Tomo XI, páginas 577 – 579.

(2) Gaceta del Gobierno del miércoles 27 de febrero de 1822.

(3)Vicuña Mackenna, B. “El Jeneral (sic) D. José de San Martín, considerado según documentos enteramente inéditos”. (1863); páginas 45 – 46.

(4) Gaceta del Gobierno del miércoles 6 de marzo de 1822.

(5) Masur, G. “The conference of Guayaquil”.

(6) Goenaga, J.M. “La entrevista de Guayaquil”. Página 9

(7)  Chaves, J.C. “La Entrevista de Guayaquil”  Página 29

(8) Correspondencia entre San Martín y Torre Tagle. Prólogo, recopilación y ordenamiento de Javier Ortiz de Zevallos, Lima 1963; página 102.

(9)   Leguía y Martínez, Germán. Op. cit.; tomo VII, página 220.

3) LOS CAUDILLOS SE ENCUENTRAN (JULIO DE 1822)

LAS FUENTES BÁSICAS SOBRE LA ENTREVISTA

La bibliografía sobre la entrevista de Guayaquil es vastísima, pues como acontecimiento rodeado de una aureola de misterio, ha incitado a los estudiosos a intentar profundizar sobre tal suceso histórico. No podemos dejar de señalar que la división entre sanmartinianos y bolivaristas, en países que no son ni Argentina ni Venezuela, así como la intromisión del nacionalismo en el enfoque de este hecho entre los historiadores argentinos y venezolanos, no han hecho sino enmarañar este suceso. Sin embargo, en estos últimos años se han publicado estudios que podemos caracterizarlos por su espíritu imparcial, en el sentido de que han superado el falso nacionalismo y la idolatría deformante hacia uno u otro de los libertadores.
Actualmente contamos con un número considerable de las que podemos denominar fuentes primarias o básicas sobre la entrevista de Guayaquil, constituidas tanto por las versiones directas y personales de los propios libertadores como por las versiones indirectas de los mismos, entendiendo por estas últimas a todas aquellas que no aparecen rubricadas por los libertadores pero que se nos dan como confidencias hechas por ambos a sus amigos íntimos y que éstos las consignaron ya en memorias, crónicas o simples testimonios. La distinción entre versiones directas  e indirectas es sustancial, pues las fuentes indirectas, desde un punto de vista eminentemente metodológico, no deben ser equiparadas con las versiones personales, porque tienen necesariamente que ser confrontadas y comparadas con las directas para poder ser apreciadas en su justo valor. Las fuentes directas están constituidas por todos aquellos documentos –relaciones, misivas, oficios, etc. – firmados (o escritos bajo el dictado de ellos aunque firmado por secretarios) por los libertadores que versen, ya íntegra o parcialmente sobre la entrevista.
La versión personal de Bolívar la encontramos en los siguientes documentos: a) Las dos relaciones oficiales y reservadas sobre la entrevista enviadas por José Gabriel Pérez, secretario de Bolívar, por orden del Libertador, al Secretario de Relaciones Exteriores del Gobierno de Colombia y a don Antonio José de Sucre, Intendente del Departamento de Quito, fechada ambas desde el cuartel general en Guayaquil, el 29 de julio de 1822. b) Las misivas enviadas por el Libertador a Santander desde Guayaquil, con fecha 29 de julio de 1822, la primera, y 3 de agosto de 1822, la segunda. c) El memorándum u oficio enviado por J.G. Pérez, por orden Bolívar, a los Ministros de Estado y Relaciones Exteriores de Perú y Chile, suscritos en el cuartel general en Cuenca, el 9 de setiembre de 1822. d) Carta a Peñalver con fecha 26 de setiembre de 1822. e) Nota de Bolívar al Editor del “Correo Mercantil”. f) Artículo satírico firmado bajo el seudónimo de Juan Vanitas y Pedro Divermano.
Entre los testimonios que han quedado sobre la entrevista de Guayaquil escritos por allegados de Bolívar, tenemos a los de O’Leary, Restrepo, T.C. Mosquera, Heres y M.A. López.
La fuente directa sanmartiniana está constituida por los siguientes documentos: a) Misiva de San Martín a Guillermo Miller, fechada en Bruselas, el 19 de abril de 1827. b) Misiva de San Martín a Ramón Castilla, de 11 de setiembre de 1848. c) Proclama del Protector del Perú al pueblo peruano, informándole sobre su entrevista con Bolívar. d) La “discutible “discutida” misiva de San Martín a Bolívar de 29 de agosto de 1822, conocida con el nombre de “Carta de Lafond”.
Los testimonios indirectos, aparecidos como confidencias, por parte de San Martín, son varios, a diferencia de lo ocurrido con Bolívar que si hizo confidencias sobre la entrevista, que debió hacerlas entre sus allegados más íntimos, éstos no especificaron que se trataba realmente de confidencias. Recibieron confidencias de labios de San Martín el general Tomás Guido, el brigadier Cruz, Enrique Martínez, Juan Manuel Iturregui, Mariano Balcarce y D.F. Sarmiento.
Fuente valiosa para el estudio sobre todo del aspecto externo de la entrevista, constituye la Relación del edecán de San Martín don Rufino Guido, que estuvo en Guayaquil acompañado, en calidad de Edecán al Protector del Perú. Sobre la base de los apuntes de Rufino Guido preparó Jerónimo Espejo una versión sobre la entrevista de Guayaquil.

EL ENCUENTRO

Los últimos días de febrero de 1822 el Protector llegó al Callao procedente de Huanchaco. El 3 de marzo decretaba que Torre Tagle continuase al mando de la administración, en tanto él se encargaba de preparar la campaña a puertos intermedios.
En el mes de abril las fuerzas patriotas al mando de General Pío Tristán sufrieron el vergonzoso revés de Macacona. A mediados de enero de 1822 la división patriota v comandada por Tristán habíase situado en Ica. El virrey, con el objeto de derrotar a esta división, ordenó que Valdés –situado en Arequipa- y Canterac, acantonado en Huancayo, marchasen sobre Ica, Tristán al informarse del movimiento de las fuerzas al mando de Valdés, ordenó a Gamarra, Jefe de su Estado Mayor, salir a su encuentro. Pero informándose poco después del movimiento simultáneo de las fuerzas de Canterac, ordenó el regreso de las fuerzas de Gamarra. Tristán y Gamarra optaron por escapar hacia Lima, pero en Macacona fueron cortados en su huida por las fuerzas de Canterac.
El 7 de abril de 1822 las fuerzas patriotas fueron batidas por las realistas capitaneadas por Canterac. Canterac y Valdés se reunieron en Huaitara, desde donde regresaron a sus respectivos emplazamientos.
Antes de marchar a Guayaquil entró San Martín en tratos diplomáticos con La Serna, en búsqueda de una solución pacífica que tuviera como base fundamental el reconocimiento de la independencia. El Protector le argumentaba al virrey, la gran superioridad militar patriota y el aislamiento realista. La Serna señaló no tener poderes suficientes para negociar sobre la base del reconocimiento de la independencia del Perú, y respondiendo a San Martín sobre la pretendida superioridad patriota, le señalaba que aún contaba con abundantes recursos para proseguir la guerra.
El Protector debió meditar sobre la verdadera situación político-militar del Perú. A pesar que con gran júbilo se había proclamado la independencia, en el terreno de los hechos el Perú aún no era realmente libre, toda vez que el ejército realista permanecía intacto en sus acantonamientos del centro y sur del país. Mientras dicho ejército permaneciese en el Perú, no se podía hablar realmente de independencia y libertad. Era pues indispensable derrotarlo, pero para ello era necesario concebir un plan  adecuado y buscar todos los elementos que asegurasen el éxito. Fue así que San Martín concibió su plan a puertos intermedios, el cual requería, para llevarlo a cabo con éxito, de un numeroso y poderoso ejército, que en aquel momento San Martín no disponía. Es por ello que decidió solicitar ayuda de las Provincias Unidas del Río de la Plata, de Chile y de Colombia. Al primero de los estados nombrados envió como comisionado a don Antonio  Gutiérrez de la Fuente, quien fracasó en su gestión a causa de la indiferencia del gobierno de Buenos Aires. Con Colombia el asunto se facilitó, pues el Libertador había enviado al Perú a Joaquín Mosquera, para firmar un tratado de unión. El 6 de julio de 1822 Joaquín Mosquera por Colombia y Bernardo Monteagudo por el Perú, suscribieron dos tratados de "unión, federación y liga" por los cuales quedaban ambas naciones unidas en sus fuerzas, en sus intereses y en sus ciudadanías recíprocas, aunque conservando cada una de ellas su independencia y plena autonomía.(1)
Ya hemos comentado tanto la misiva de 3 de marzo, del Protector al Libertador, como la de 22 de junio, de Bolívar a San Martín, en respuesta a la anterior, donde se expresaban ambos caudillos sus deseos de verse reunidos en algún lugar de América. Asimismo mencionamos que el día 13 de julio el Protector se volvió a dirigir a Bolívar, esta vez para informarle que antes del 18 saldría del Callao rumbo a Guayaquil para de allí pasar a Quito, "a saludar a V.E." y "combinar en grande los intereses que nos han confiado los pueblos para que una sólida y estable prosperidad les haga conocer mejor el beneficio de su independencia".
El 14 de julio el Protector zarpó del Callao a bordo de la goleta "Macedonia", rumbo a Guayaquil. El viaje fue sin contratiempos; al rayar el día 25 la mencionada nave fondeaba en la isla de Puná. Allí recibiría noticias inesperadas. La primera de ellas, que Bolívar se encontraba en Guayaquil desde el 11 de julio (San Martín había pensado que la entrevista se realizaría en Quito, donde suponía que aún se encontraría Bolívar cuando él llegase a Guayaquil). Las otras noticias que recibió, tanto de labios de los depuestos miembros de la junta guayaquileña como de La Mar y Salazar, fueron sobre la deposición de la junta, la agregación fáctica de Guayaquil a Colombia, así como la realización de comicios para legalizar la anexión. Fueron estos personajes citados, los primeros que se entrevistaron con el Protector a bordo de la "Macedonia". San Martín les retribuyó la visita, entrevistándose con ellos a bordo del navío "Protector" que albergaba a los refugiados.
La llegada de la "Macedonia" a Guayaquil fue comunicada por el vigía de la isla Puná. Bolívar, sorprendido totalmente por lo inesperado de este suceso, pues no había recibido la carta de San Martín de 13 de julio, ya que ella había sido dirigida hacia Quito, envió de inmediato una comisión integrada por el coronel Torres y tres edecanes, portando una misiva en la que en forma fidedigna se refleja la sorpresa de la visita:
"En este momento hemos tenido la muy satisfactoria sorpresa de saber que V.E. ha llegado a las aguas de Guayaquil. Mi satisfacción está turbada, sin embargo, porque no tendremos tiempo para preparar a V.E. una mínima parte de lo que se debe al Héroe del Sur, al Protector del Perú. Yo ignoro además si esta noticia es cierta, no habiendo recibido ninguna comunicación digna de darle fe". (2)
San Martín, por su parte, antes de haber recibido a la comisión enviada por Bolívar, envió, ante el Libertador, a su edecán Rufino Guido para comunicarle su arribo a Guayaquil. En la versión de Rufino Guido, que veremos que hay que someterla a un minucioso análisis crítico, se señala que San Martí le dio la misión de "felicitar al general Bolívar por su feliz arribo a aquel punto y asegurarle que al día siguiente iría (San Martín) a tener el gusto de hacerle una visita". Guido fue agasajado con un almuerzo por el Libertador. Ya de regreso a la "Macedonia", dio cuenta, al Protector, de su misión. La versión de Guido adolece de un error, porque hace aparecer como si él hubiese conocido exactamente lo que San Martín le decía a Bolívar, cuando lo que realmente hizo fue entregar al  Libertador una carta del Protector. El historiador J.C. Chaves señala que en dicha carta San Martín debió expresarle al Libertador que si su presencia en tierra guayaquileña podía causar algunos problemas, la entrevista podía realizarse en la propia goleta "Macedonia". Leída por Bolívar esta
comunicación, de inmediato escribió una respuesta, la cual puso en manos de Guido para que se la entregase al Protector. Esta segunda misiva escrita por el Libertador al Protector, el 25 de julio, sería la encargada de convencer a San Martín que debía desembarcar. En esta misiva, leemos:
"Tan sensible me sería que Ud. no venga hasta esta ciudad como si fuéramos vencidos en muchas batallas; pero no, Ud. no dejará burlada el ansia que tengo de estrechar en el suelo de Colombia al primer amigo de mi corazón y de mi patria. ¿Cómo es posible que Ud. venga de tan lejos, para dejarnos sin la posesión positiva en Guayaquil del hombre singular que todos anhelan conocer y, si es posible, tocar? No es posible, respetable migo; yo espero a Ud. y también iré a encontrarle donde quiera que Ud. tenga la bondad de esperarme; pero sin desistir de que Ud. nos honre en esta ciudad. Pocas horas, como Ud. dice, son bastantes para tratar entre militares, pero no serán bastantes esas mismas horas para satisfacer la pasión de la amistad que va a empezar a disfrutar de la dicha de conocer el objeto caro que se amaba sólo por la opinión, sólo por la fama". (3)
Debemos señalar que Leguía y Martínez consideró, erradamente, que esta carta la escribió Bolívar sin saber que San Martín ya había anclado en el Puerto de Guayaquil. El citado historiador la consideró como una respuesta a la carta que San Martín le envió al Libertador el 13 de julio. (Ver: Leguía y Martínez, op. cit., t. VII, pp. 227-228)
Podría ser, como considera Guillermo Ruiz Rivas, en su "Simón Bolívar, más allá del mito", que fuera el propio edecán Torres, y no Guido, quien llevase la noticia de que el Protector no deseaba desembarcar, y que, asimismo, un edecán del Libertador fuera el encargado de llevarle al Protector la segunda misiva de 25 de julio. Pero sea de una u otra forma, lo cierto es que esta misiva fue escrita como respuesta a una inmediatamente anterior del Protector y esta razón por la que señalábamos que Leguía y Martínez se equivocó al considerar que era una respuesta a la misiva del Protector del 13 de julio.
¿Por qué San Martín, después de tan largo viaje, dudó en pisar tierra guayaquileña? Algunos sostienen que el Protector, en esta oportunidad, había viajado a Guayaquil  para decidir la anexión de este territorio al Perú, pero que al saber que Bolívar se encontraba allí no le quedó otra alternativa  que la de optar por una entrevista informal. Esta versión la encontramos en la Relación de Rufino Guido, quien al respecto dice lo siguiente:
"El general San Martín salió del Callao para Guayaquil, con el objeto ostensible de obtener una entrevista con el general Bolívar; pero muy reservadamente, con el de apoderarse de aquel importante departamento que se había declarado en favor del Perú, anticipándose al general Bolívar, cuyas intenciones y movimientos de sus tropas al efecto, habían llegado a noticia del gobierno peruano".
Y líneas más adelante, continúa:
"Llegados a la Puná, se supo allí con sorpresa que ya el general Bolívar se había apoderado del puerto codiciado, noticia que nos dieron varios jefes y oficiales del ejército argentino, que se habían retirado de Guayaquil con motivo de aquel suceso inesperado para ellos.
Entonces el general San Martín, variando de plan, porque ya no podía llevar a cabo su propósito, se decidió por la entrevista, que era lo que todo el mundo sabía y creía" (4)
En realidad, esta versión primigenia que  aún  se sigue repitiendo, no refleja exactamente la verdad de los hechos. Lo que hizo que San Martín propusiese una entrevista a bordo de la "Macedonia", fue su preocupación por los problemas que podía causar su presencia en la ciudad de Guayaquil. Debemos recordar que los primeros en conversar con el Protector fueron los miembros de la junta depuesta, además de La Mar y Salazar, los cuales debieron pintarle, en forma por demás hostil a Bolívar y a Colombia, así como presentarle
tendenciosamente la situación política de Guayaquil, existiendo -lo que es innegable- un grupo properuanista, y debiendo el pueblo guayaquileño, en pocos días, por decisión de Bolívar, legalizar en las urnas lo que manu militari había hecho el Libertador. El Protector debió pensar que su presencia podía alterar el orden y esto crearle problemas a Bolívar. Para evitar todo ello, consideró San Martín que no debía pisar tierra guayaquileña. Por todo esto resulta falsa la versión e interpretación de Guido, que a pesar de su categoría de Edecán no conocía todos los hechos, e incluso no era informado de todo por el Protector. Tan es así, que Guido no dice nada sobre la duda de San Martín sobre si desembarcar o no, e incluso Guido señala que él fue a decirle al Libertador que San Martín lo iría visitar al día siguiente (26 de julio), cuando sabemos que éste, el Protector, lo decidió sólo al recibir una segunda carta de Bolívar, en la que con palabras llenas de halago y emoción, lo convenció para que bajase a tierra guayaquileña.
En la mañana del 26 de julio, Bolívar visitó al Protector, el cual se encontraba a bordo de la "Macedonia". Esta visita, malintencionadamente, no es mencionada por Rufino Guido, pero está consignada en las Relaciones enviadas por orden del Libertador tanto al gobierno de Bogotá como a la Intendencia de Quito. En la primera de estas Relaciones, se dice, sobre ella, lo siguiente:
"Desde que S.E. el Protector vio a bordo a S.E. el Libertador, le manifestó los sentimientos que le animaban de conocer a S.E., abrazarle y protestarle una amistad la más íntima y constante. Seguidamente lo felicitó por su admirable constancia en las adversidades que había experimentado y por el más completo triunfo que había adquirido en la causa que defiende, colmándolo, en fin, de elogios y exageraciones lisonjeras. S.E. contestó del modo urbano y noble que en tales casos exigen la justicia y la gratitud" (5)
Bolívar debió subir a bordo de la "Macedonia", tal vez pensando en la posibilidad de que el Protector se negaría a entrevistarse con él, en tierra. Consideraba, Bolívar, que su presencia en la "Macedonia" para un diálogo directo, preliminar y de cortesía, convencería a San Martín que no era posible haber ido de tan lejos para no bajar a tierra. Los resultados fueron totalmente exitosos, pues el Protector aceptó la invitación de Bolívar para desembarcar y reunirse en la casa de los Luzurriaga, ese mismo día, al mediodía.
Al mediodía del 26 de julio de 1822, descendió San Martín con su comitiva (acompañábanlo La Mar, Salazar, el coronel Manuel Rojas -Secretario de la legación peruana-, sus edecanes Rufino Guido y Salvador Soyer y una escolta integrada por 25 húsares). Desde el muelle hasta la casa escogida para el encuentro de los dos libertadores, se encontraba formado un batallón de infantería, que en orden de parada hizo, al Protector, los honores que por su alta graduación y rango se le debían" (6)
Al llegar a la mencionada residencia, Bolívar, que lo esperaba al pie de la escalera, se adelantó y estrechándole la mano, le dijo: "al fin se cumplieron mis deseos de conocer y estrechar la mano del renombrado general San Martín" (7) Comenzaron enseguida las felicitaciones de las corporaciones, de las diversas personalidades y de las damas guayaquileñas. Una de ellas, la hermosa guayaquileña Carmen Calderón Garaicoa, fue la encargada de colocarle, al Protector, una corona de laurel esmaltada. San Martín, al cual sorprendió este simpático gesto, apenas coronado y en presencia aún de la señorita Garaicoa, quitóse de sus sienes la corona y le agradeció galantemente a la mencionada dama, expresándole "que él no merecía semejante demostración, que había otros que la merecían más que él, pero que no podía tampoco despojarse de un presente de tanto mérito, por las manos de quien venía y por el patriótico sentimiento que lo había inspirado; agregando que lo conservaría eternamente, como recuerdo de uno de sus más felices días" (8). Debemos señalar que Vicuña Mackenna, en Lima, recogió de la propia Carmen Garaicoa los pormenores del
coronamiento de San Martín, siendo informado que dicho acto fue preparado por el propio Libertador Bolívar. Con esto se desvanece la leyenda, forjada por Rufino Guido en su relación de la entrevista, de la envidia del Libertador ante esta muestra de aprecio hacia la persona del Protector.
Habiendo concluido el ceremonial del recibimiento, ambos libertadores tuvieron su primera entrevista en tierra, la cual fue a puerta cerrada y sin testigos, prolongándose por espacio de hora y media.
En la tarde del mismo 26, el Protector visitó a Bolívar en su casa, teniendo ambos  caudillos una nueva entrevista confidencial, aunque esta vez más corta, pues duró aproximadamente una media hora. Al término de ella, el Protector retiróse a su alojamiento, donde en aquella noche del 26 recibió el saludo de numerosísimas personas.
El día 27, que sería el último de permanencia en Guayaquil, fue sumamente agitado para San Martín. Antes de ir a visitar nuevamente al Libertador, dejó arreglado todo el equipaje, pues debía partir inmediatamente después de su asistencia a una fiesta, que en su honor, se daría esa noche en el Cabildo. Al mediodía el Protector abandonó su alojamiento y se trasladó a casa del Libertador, donde sostuvo con éste una tercera entrevista, tan confidencial como las dos primeras,  y más larga que ellas, pues se prolongó de la una  a las cinco de la tarde. Habiendo concluido la entrevista, ambos libertadores se trasladaron a un gran salón donde se llevó a cabo un banquete en honor del visitante, ofrecido por Bolívar; la reunión se prolongó hasta las siete de la noche.

A las nueve de la noche el Protector asistió al gran baile que, en su honor, se realizó en el salón del Cabildo. La fastuosa fiesta, que era engalanada por lo más selecto de la sociedad guayaquileña, así como por jefes y oficiales del ejército colombiano, tenía en San Martín y Bolívar dos estrellas que refulgían más que las lumbres que iluminaban el vistoso salón. A la una de la mañana, del ya 28 de julio, el Protector comunicó al Libertador su retiro, el cual se llevó a cabo en forma sigilosa, sin que nadie se diese cuenta, a través de una puerta excusada. San Martín fue acompañado por el Libertador hasta el muelle, lugar desde el cual  ambos caudillos se despidieron. Nunca más volverían a verse.
Guido nos narra el retiro de la siguiente manera: "...sin despedirse el general sino del libertador  y sin que nadie se apercibiera de semejante despedida, lo que tal vez había sido acordado entre ambos, porque no se alterase el buen humor de la concurrencia, pues que uno solo de sus ayudantes nos hizo salir por una puerta excusada y nos acompañó hasta el momento de embarcarnos..." (9) La despedida en el muelle fue emotiva, porque aunque hubiesen discrepado en diversos puntos y tuviesen ideas diferentes en algunos aspectos, sin embargo, por encima de todo eso, se sentían hermanados en la lucha por la libertad y tenían conciencia del rol  principalísimo que, como jefes del movimiento separatista, jugaban en América. Bolívar al momento de la despedida le hizo entrega a San Martín de un presente, un pequeño retrato suyo (el del propio Bolívar), una miniatura grabada en marfil. El Protector agradeció el presente y en el momento culminante de la despedida le dijo: "Ahora le queda a usted, general, un nuevo campo de gloria, en el que va usted a poner el último sello a la libertad de América". (10) Tanto el presente de Bolívar como las palabras del Protector están confirmadas por éste en carta enviada a Guillermo Miller desde Bruselas, con fecha 19 de abril de 1827.

Después de más de 20 días de travesía, San Martín llegó a su destino, ingresando a la ciudad de Lima el 19 de agosto, siendo aclamado vivamente por el pueblo limeño. (11) A su llegada al puerto del Callao fue informado de una ingrata noticia: la deposición de su ministro Bernardo Monteagudo. El día 21 el Protector aceptó la renuncia, que un día antes le presentara Torre Tagle, estableciendo que él (San Martín)  reasumiría el mando supremo al día siguiente, 22 de agosto de 1822. (12)

NOTAS

(1) Los tratados de federación, en: -Blanco y Azpurua "Documentos para la historia de la vida pública del Libertador..." (Caracas, 1876) tomo VIII; pp. 453 - 457

(2) Lecuna, V. Cartas del Libertador" tomo III; pp.57 - 58 Leguía y Martínez, G. Op.cit; tomo VII, p. 230  García del Real, Eduardo "San Martín" (1984) p. 180

(3) García del Real, Eduardo Op. cit; p.181 Lecuna, V. Op. cit.; pp. 56-57 (En la colección O'Leary esta carta figurada por duplicado. En el tomo XXIX, pp. 210-211 se consigna con fecha 25 de julio de 1821, que es incorrecta; en tanto que en las páginas 250-251 del mismo tomo aparece con su fecha correcta, 25 de julio de 1822)

(4) La Relación de Rufino Guido, en: -Lecuna, V. "La Entrevista de Guayaquil" tomo II; pp. 248-253

(5) La Relación al Gobierno de Bogotá, en: -Lecuna, V. Op. cit; tomo II; pp. 237-244

(6) Relación de Rufino Guido.

(7) Relación de Rufino Guido.

(8) Relación de Rufino Guido.

(9) Relación de Rufino Guido.

(10) Misiva de San Martín a Miller de 19-04-1827, en: -Documentos del Archivo de San Martín; tomo VII; pp. 439 - 443

(11) Ver sobre la llegada de San Martín, en la Gaceta del Gobierno del Miércoles 21/08/1822.

(12) Sobre la renuncia de Torre Tagle y la decisión de reasumir el mando por parte de San  Martín, ver: -"Correspondencia de San Martín y Torre Tagle" Prólogo, recopilación y ordenamiento de Javier Ortiz de Zevallos.