El imponente Cerro de los Siete Colores en Purmamarca, Jujuy (Argentina)

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El imponente Cerro de los Siete Colores en Purmamarca, Jujuy (Argentina)

sábado, 12 de octubre de 2013


SAN MARTÍN Y BOLÍVAR EN GUAYAQUIL (IV)

Jorge G. Paredes M. - jgparedesm@yahoo.com - Lima - Perú

PARTE CUARTA: NUESTRA VISIÓN SOBRE LA ENTREVISTA

El análisis de la documentación, así como los aportes de prestigiosos estudiosos de esta entrevista nos permiten concluir, en primer lugar, que ella no fue una simple visita de cortesía sin objetivos fijos, como se desprendería si unilateralmente solo tuviéremos en cuenta la versión de Bolívar, de sus allegados e historiadores que llevados por su admiración al libertador caraqueño no reflexionan sobre los múltiples aspectos que quedarían sin una adecuada explicación. Así por ejemplo, carecería de toda explicación coherente el retiro de San Martín del Perú en momentos que aún no había concluido la guerra, cuando su situación interna militar y política era tan crítica, como lo ha analizado tan concienzudamente Timothy E. Anna en su libro citado “La caída del gobierno español en el Perú”. Con esto no queremos decir que Bolívar fuera el responsable de la decisión tomada por San Martín. Innegablemente los análisis de T.E. Anna demuestran que lo que el historiador canadiense denomina «fracaso de San Martín» se debió a tres causas: Cometió el error de supervalorar la posesión de Lima e intentar realizar la guerra separatista del centro hacia el interior. Su resquebrajada salud durante su estadía en el Perú a consecuencia de la tuberculosis y la administración de opio, remedio prescrito por su médico como el único analgésico que se disponía en aquellos tiempos. Y en tercer lugar, pero solo en cuanto a orden de mención, la política económica que agravó la situación que se vivía en el Perú y muy especialmente en Lima. Pero como lo dice el propio T. Anna: “Los hechos de la realidad llevaron a este hombre pragmático a darse cuenta que la ayuda proveniente de fuera del Perú era necesaria para completar la lucha por la independencia. El movimiento de Bolívar, apoyado como lo fue por la renuente, pero no obstante impresionante ayuda de la Gran Colombia, continuaba siendo la mejor posibilidad” (Op. cit; pp. 276-277)
Esta argumentación reafirma nuestra posición en el sentido que San Martín, como gran militar que era, fue a Guayaquil llevando como objetivo el conseguir la unión de los dos ejército libertadores y que en última instancia el podía ceder el mando supremo de lo que sería el ejército libertador unido. Los documentos son certeros en el hecho de que San Martín viajaba con un plan preconcebido. El secretario de Bolívar, J.G. Pérez consigna que San Martín le expresó a Bolívar “que pocas horas en tierra serían suficientes para explicarse”. Discrepamos con los historiadores que distorsionan la posición de Bolívar frente a este anuncio. Me estoy refiriendo a aquellos que señalan que el libertador caraqueño no quiso brindar la ayuda solicitada porque él quería coronar la hazaña. Ello a pesar de que Bolívar en varias oportunidades le había prometido ayuda militar a San Martín en su lucha por la independencia del Perú.
Es cierto que el Libertador en cartas a San Martín habíale hablado de una ayuda mutua. En carta fechada el 23 de agosto de 1821 Bolívar le decía: “...Quiera el cielo que los servicios del ejército colombiano no sean necesarios a los pueblos del Perú, pero él marcha penetrado de la confianza de que, unido con San Martín, todos los tiranos de la América no se atreverían ni aun a mirarlo” (1).
Y en la misiva fechada desde Quito el 17 de junio de 1822, le expresa: “...Pero no es nuestro tributo de gratitud un simple homenaje hecho al gobierno y ejército del Perú, sino el deseo más vivo de prestar los mismos, y aún más fuertes auxilios al gobierno del Perú, si para cuando llegue a sus manos de V.E. este despacho, ya las armas libertadoras del sur de América no han terminado gloriosamente la campaña que iba a abrirse en la presente estación. Tengo la mayor satisfacción en comunicar a V.E. que la guerra de Colombia está terminada, que su ejército está pronto para marchar donde quiera que sus hermanos lo llamen, y muy particularmente a la parte de nuestros vecinos del sur, a quienes por tanto títulos debemos preferir como los primeros amigos y hermanos de armas”. (2)
Lo que también está claro es que Bolívar no pensó en aunar ambos ejércitos y bajo una sola jefatura dirigir la guerra contra los españoles en el Perú. De su correspondencia con Santander de los meses de junio y julio de 1822 se desprende que él consideraba la posibilidad de enviar contingentes auxiliares. En carta fechada desde Quito el 21 de junio de 1822, le dice: “...He prometido mandar tropas al Perú, siempre que Guayaquil se someta y no nos dé más cuidados”. Y más adelante escribe: “...Si Guayaquil se somete mandaré un par de batallones al Perú, como lo indica Mosquera, primero, para que no sean más generosos que nosotros nuestros vecinos; segundo, para auxiliar al Perú antes de una desgracia; tercero, por economía, pues aquí no tenemos con que mantener tanta tropa; cuarto, para empezar a llenar las ofertas de recíprocos auxilios; quinto, sexto y séptimo, porque creo que así conviene para que de allá nos manden tres batallones de Perú en reemplazo de ellos terminada la guerra”. (3)
Francisco A. Encina (4) sostiene, basado asimismo en la correspondencia del Libertador, que en julio de 1822 había éste desistido de pasar personalmente al Perú, dejando, de esta manera, a un lado su deseo, manifestado con anterioridad, de llevar a cabo dicha tarea. Esta nueva actitud se debía, según el citado autor, a cinco factores:

1° La negativa del congreso colombiano a darle licencia.
2° Imposibilidad de formar en esos momentos un ejército bastante poderoso como para aniquilar al realista.
3° La inestabilidad de la situación en Quito, Guayaquil, Loja, Cuenca y Pasto. La tambaleante situación de Colombia, que podía exigir de un momento a otro su pronto regreso a Bogotá.
4° La conciencia del escaso valer del ejército libertador del Perú y de las dificultades que para la cooperación opondrían la logia, la camarilla y los jefes argentinos y peruanos, todos antibolivarianos exaltados.
5° La intuición del sentido negativo que empezaba a tomar la violenta irrupción del nacionalismo, que podía llevar, como sucedió en la realidad, a hacer causa común con los realistas para expulsar del suelo peruano al nuevo intruso.
Innegablemente la propuesta de San Martín debió desconcertar a Bolívar, al no haber pensado en dicha posición. Al ser tan directa y exigir una respuesta inmediata el desconcierto era la normal reacción. San Martín debió sentir desánimo de no encontrar la respuesta que él esperaba, porque él era consciente de su crítica situación en el Perú. Debe considerarse además, algo en lo que pocas veces se incide, que mientras San Martín tenía todos los poderes en el Perú, ejercía una verdadera dictadura con el título de Protector, en cambio Bolívar, con todo su prestigio e influencia, era Presidente de Colombia y por lo tanto sometido a las leyes de ese país. Había jurado dicho cargo el 3 de octubre de 1821 (Debe recordarse que el congreso de Cúcuta había promulgado, el 30 de agosto de 1821, la primera constitución de Colombia y el día 7 de setiembre eligió como Presidente a Bolívar y como Vicepresidente a Santander). En cambio San Martín ejercía todos los poderes como se señala en la parte considerativa de su Estatuto provisional de 8 de octubre de 1821: “Mientras existan enemigos en el país, y hasta que el pueblo forme las primeras nociones del gobierno por sí mismo, yo administraré el poder directivo del Estado, cuyas atribuciones sin ser las mismas, son análogas a las del poder legislativo y ejecutivo”. El freno que representa una Carta Constitucional estaba representado por el Estatuto Provisorio y este era hechura personal de San Martín. Del Protector dependía totalmente el gobierno del Perú y su voluntad, en teoría por lo menos, no tenía legalmente freno, salvo sus propios ideales y su recta conciencia. En cambio Bolívar estaba supeditado al Congreso y a la Constitución, la cual en su título V, sección II, referíase a las funciones del Presidente de la República y allí encontramos los siguientes artículos, que en su letra y espíritu debieron aflorar a la mente del Libertador:
“Art. 117: Tiene en toda la República el mando supremo de las fuerzas de mar y tierra, y está exclusivamente encargado de su dirección; pero no podrá mandarlas en persona sin previo acuerdo y consentimiento del Congreso”.
“Art. 120: Celebra los tratados de paz, alianza, amistad, treguas, comercio, neutralidad y cualesquiera otros, con los príncipes, naciones o pueblos extranjeros; pero sin el consentimiento y aprobación del Congreso no presta ni deniega su ratificación a los que están ya concluidos por los plenipotenciarios”.
“Art. 132: El Presidente no puede salir del territorio de la república durante su presidencia, ni un año después sin permiso del Congreso”.
Resultaba pues muy diferente la situación de uno y otro libertador en la entrevista. Ello explica, en gran parte, la tónica de la misma. El Protector podía comprometerse porque él era el gobierno del Perú, en tanto que Bolívar con toda la influencia que realmente poseía, sin embargo en última instancia dependía del Congreso.
Todo esto nos permite comprende mejor la apelación al Congreso, por parte de Bolívar, que aparece tanto en la versión de San Martín y de sus confidentes como en la del edecán y secretario privado de Bolívar. Tomás Cipriano de Mosquera señala que frente a la propuesta militar de San Martín, Bolívar le repuso “que tendría mucho gusto de hacerlo si la República se lo permitía...”. Felipe Larrazabal también se refiere a este hecho al sostener que el Libertador al ser invitado por San Martín para que pasase al Perú y tomase la dirección de la guerra, le repuso: “que no podía hacer ni una cosa ni otra sin la autorización del Congreso”.
Y muy bien sabemos que cuando tiempo más tarde el Libertador solicitó permiso para pasar al Perú, en el congreso colombiano muchos se mostraron contrarios a darle la autorización. Santander en carta de 21 de mayo de 1823 le decía al Libertador: “El senado ha dudado mucho del partido que debía tomar en orden a permitir el viaje de Ud. al Perú y senadores hubo que aventuraron la opinión de que ya Ud. se había ido sin esperar la resolución”. (5)
Ernesto de la Cruz, que también cree, en la sinceridad de Bolívar, cita en apoyo de esto la carta de Bolívar a Páez de 29-5-1823, en la dice: “El gobierno y pueblo de Lima me llaman para que vaya a mandarlos; conozco que hay mucha dificultad para vencer, mas iré si el congreso me lo permite,...”.
El decreto del Congreso Peruano de 14 de mayo de 1823, expresa: “Por cuanto se halla enterado (el Congreso) de que a pesar de la repetida invitación del Presidente de esta República al Libertador Presidente de Colombia para su pronta venida al territorio, la suspende por faltarle la licencia del Congreso de aquella República...” (6)
Para mayor abundamiento sobre las dudas y temores en la concesión del permiso pueden verse fehacientemente en el epistolario de Santander. (7)
Y el propio Bolívar al responder la invitación que le hiciera el Congreso Peruano, mediante oficio fechado el 25 de mayo de 1823, dice: “Ya habría volado a sacar mi espada por nuestros aliados y compañeros de armas, si un religioso respeto a la letra de nuestras instituciones no me hubiese retenido en la inacción que me atormenta”. (8)
También se comprende que San Martín se extrañara, se desconcertara con la actitud para él dubitativa de Bolívar y que por ello se desilusionara con los resultados de la entrevista y decidiera retornar al Perú, al ya no tener mayor sentido las conversaciones. Esto explica también porque Bolívar sintió como que San Martín no había ido con planes y objetivos bien determinados, quedándole la impresión de una simple visita totalmente informal. Por ello en la Relación oficial al gobierno de Bogotá se lee: “Si el carácter del Protector no es de este género de frivolidad que aparece en su conversación, debe suponerse que lo hacía con algún estudio. E. E. no se inclina a creer que el espíritu del protector sea de esta carácter, aunque tampoco le parece que estudiaba mucho sus recursos y modales”.
Podemos comprender porque la versión sanmartiniana se centra solo en el objetivo militar como tema eje de la entrevista. Es obvio que San Martín no iba a viajar a Guayaquil en situaciones tan críticas como las que pasaba para dialogar sobre la situación de Guayaquil o el futuro político de Hispanoamérica. Claro que fueron temas que se trataron, pero fueron temas totalmente secundarios, fruto del desenvolvimiento mismo de la entrevista amigable entre los dos caudillos que se admiraban mutuamente. Como dice José Pacífico Otero: “... en la mente de San Martín predominó como asunto principal la ayuda que Colombia podía y debía prestar al Perú para dar fin a la guerra. Todo lo demás fue secundario, materia de simples diálogos o de cambios de ideas en las conversaciones”. (9)
A pesar del fracaso del objetivo central de San Martín (de ninguna manera derrota personal como muchos suelen considerar), el Protector trató de sacar el máximo provecho de la entrevista en el punto que él consideraba nuclear: la ayuda militar. Los documentos son claros en señalar que el Protector se manifestó a favor de la federación, que era uno de los proyectos políticos más importantes de Bolívar, pero San Martín ve los beneficios militares: “porque juzga que las tropas de un estado al servicio de otro deben aumentar mucho la autoridad de ambos gobiernos con respecto a sus enemigos internos, los ambiciosos y revoltosos. Esta parte de la federación es la que más interesa al Protector y cuyo cumplimiento desea con más vehemencia”. (Relación Oficial al Gobierno de Bogotá).
Debemos referirnos, aunque sucintamente, al Tratado de unión, liga y confederación perpetua entre Perú y Colombia, suscrito en Lima el 6 de julio de 1822. El Libertador había enviado a Joaquín Mosquera como Enviado extraordinario y Ministro Plenipotenciario, el cual llegó a Lima el 5 de mayo de 1822. El día 6 de julio Mosquera por Colombia y Monteagudo por el Perú suscribieron dos tratados. El primero, de unión, liga y confederación perpetua, constaba de 12 artículos y por el se convino:
-La unión de los Estados para sostener con sus fuerzas, su independencia de España y de cualquiera otra nación extranjera.
-Rechazo, en común, de todo ataque o invasión que pudiera de alguna manera amenazar la existencia de los estados firmantes.
-La doble ciudadanía peruano-colombiana, con el único requisito de la residencia.
-La unión comercial.
-El problema limítrofe entre ambos Estados se arreglaría por un convenio particular, después que el primer Congreso constituyente del Perú faculte al poder Ejecutivo para tratar sobre dicho asunto.
-Causa común contra los revoltosos o sediciosos que se levantasen contra los gobiernos legítimamente constituidos y en caso necesario su extradición.
El segundo tratado, que es adicional al primero, y suscrito en la misma fecha, posee nueve artículos, en los cuales se acordaban lo siguiente:
-Formación de una Asamblea de Estados Sudamericanos integrada por dos Plenipotenciarios por cada Estado.
-Interponer, ambos Estados firmantes, sus buenos oficios ante los demás Estados de América para que entraren en el Tratado de Unión, Liga y Confederación.
-La asamblea en mención se encargaría de “comentar de un modo, el más sólido, y establecer las relaciones íntimas que deben existir entre tos y cada uno de ellos, y que le sirva de consejo en los grandes conflictos, de punto de contacto en los peligros comunes, de fiel intérprete de sus tratado públicos, cuando ocurran dificultades, y de juez y árbitro y conciliador en sus disputas y diferencias”.
-Colombia sugería el istmo de Panamá como punto de reunión de la Asamblea.
-El tratado no interrumpía de manera alguna el ejercicio de la soberanía nacional de cada  una de las partes.
-Colombia se comprometía a sostener y mantener en pie una fuerza de cuatro mil hombres armados y equipados, a fin de concurrir a la ayuda militar mutua. También su marina participaría en dicha cooperación.
-El Perú contribuiría con sus fuerzas marítimas y con igual número de tropa que Colombia.
Estos dos tratados fueron ratificados por el Perú el 15 de julio de 1822. En cambio Colombia vino a aprobarlo, pero después de muchos remilgos, el 12 de julio de 1823. (10) En las conversaciones entre los dos libertadores también fue visto lo referente a estos tratados. Incluso San Martín propuso Guayaquil como sede de la Federación.
Todo esto nos lleva la conclusión que el tema militar fue el punto central de la entrevista y que al producirse el desencuentro se produjo también el desencanto. Ambos personajes no quedaron satisfechos con la entrevista y es por ello que en sus testimonios se trasluce ese desconcierto y esa desilusión.
También fue tema de las conversaciones lo concerniente a la forma más conveniente para los estados hispanoamericanos nacientes. San Martín argumentó su posición contraria al sistema republicano y defendió el monarquismo constitucional, con un príncipe de una de las dinastías europeas reinantes. Bolívar defendió la superioridad del sistema republicano, debiendo señalar que la base del sistema político “debe ser la soberanía del Pueblo, la división de los poderes, la libertad civil, la proscripción de la esclavitud, la abolición de la monarquía y de los privilegios”. Que para él, el sistema ideal era un gobierno unitario, con un Ejecutivo poderoso, una Cámara de Representantes elegido por el voto, un Senado hereditario, un poder judicial totalmente autónomo y un Poder Moral encargado del importante aspecto, en estos nacientes Estados, de la virtud de la sociedad. (11)
Para San Martín el sistema republicano no calzaba con la realidad y la idiosincrasia de Hispanoamérica, donde la ignorancia estaba tan generalizada en el pueblo. Además él consideraba que el sistema republicano sólo generaría una “espantosa anarquía” y ello llevaría a la tiranía. Fueron pues principios los que explican el monarquismo de San Martín y no intereses personales. Y de ello estuvo convencido el propio Bolívar, como lo manifiesta en sus testimonios personales.
Pero no todo fue desacuerdo entre las opiniones de los dos libertadores. En un punto en el cual si estuvieron de acuerdo fue el concerniente a la inconveniencia del sistema federal en los nacientes estados de Hispanoamérica, al cual consideraban el más nefasto para esta región y la prueba la tenían en las Provincias Unidas del Río de la Plata.
Temas tales como el problema limítrofe entre Perú y Colombia, la negociación de paz con España, la situación política en ciertos países de Hispanoamérica fueron también motivo de conversación durante las seis horas que aproximadamente duraron las entrevistas.
El tema limítrofe debería tratarse como estaba establecido en el Tratado de Unión, Liga y Confederación perpetua. Referente a las negociaciones con España ambos estuvieron de acuerdo en pactar el fin de la guerra pero sobre la base de asegurar la independencia, la integridad territorial de los Estados, así como también la evacuación del ejército español.
Cuando las conversaciones entraron al análisis del curso de la revolución separatista en México, que culminara con la coronación de Iturbide, Bolívar quedó con la impresión que San Martín estaba poco informado al respecto. En cambio San Martín se mostró muy preocupado por los graves problemas que atravesaba las Provincias Unidas del Río de la Plata, donde reinaba una gran anarquía. Manifestó el Protector su admiración por Bernardo O’Higgins.
Sabemos, por último, y por la propia versión de Bolívar, que San Martín le advirtió de un grupo quiteño que le había manifestado sus ideas separatistas. Bolívar repuso no estar preocupado por ello, aunque en el fondo tuvo que quedarse un tanto intrigado y preocupado. Ese hecho no fue consignado en las Relaciones Oficiales enviadas a los gobiernos de Bogotá y Quito, pero si en su misiva dirigida a Santander el 3 de agosto de 1822, porque lo consideraba un hecho grave como para que pasase “por las manos de los dependientes y secretarios”.

NOTAS

(1) Lecuna, V. “Cartas del Libertador”; tomo II, p. 380.
(2) Lecuna, V. Op. cit., tomo III, pp. 41-42.
(3) Lecuna, V. Op. cit.; tomo III, pp. 45-49.
(4) Encina, Francisco A. “La Entrevista de Guayaquil, fin del protectorado y
defunción del ejército libertador de Chile” (Santiago de Chile: 1953)
(5) Santander a Bolívar: 21-5-1823
-Cortázar, Roberto. “Cartas y mensajes de Santander” (Bogotá: 1954); tomo IV,
doc. N° 1591, pp. 142-144
(6) De la Cruz, Ernesto. “La entrevista de Guayaquil” (1914); p. 50
El decreto de 14-5-1823, en:
-Quirós, Mariano santos. “Colección de leyes, decretos y ordenes...” (Lima:
1831); tomo I, p. 350.
(7) Santander a Sucre: 06-4-1823 y Santander a Bolívar: 21-5-1823
-Cortázar, Roberto. Op. cit.; t. IV.
(8) Oficio de Bolívar al Congreso Peruano de 25-5-1823.
-Delgado, Luis H. “Álbum de Ayacucho” (Lima: 1924); p. 26.
Decreto autorizando a Bolívar a pasar al Perú: 04-6-1823
-Herrera, José H. “El Álbum de Ayacucho” p. 123
(9) Otero, José Pacífico. “Historia del libertador don José de San Martín” (Buenos
Aires: 1932); tomo III; cap. XXIII, p. 716.
(10) Ambos tratados, en:
-Gaceta Extraordinaria del Gobierno, del martes 17 de setiembre de 1822
- Documentos para la historia de la vida pública del Libertador de Colombia, Perú
y Bolivia” (1876); tomo VIII, pp. 453-457.
(11) Ver “Discurso al Congreso de Angostura”
“Simón Bolívar: Escritos políticos” Selección e introducción de Graciela Soriano
(Madrid: Alianza Editorial, 1969