EN EL CENTENARIO DE OCTUBRE DE 1917 - NOTA II
Por Sergio Daniel Aronas - 21 de noviembre de 2017
Continuamos con la serie de notas, artículos y opiniones sobre el acontecimiento internacional más importante de este año: El Centenario de la Gran Revolución Socialista de Octubre de 1917.
En este caso presentamos las Once Tesis sobre la Revolución elaborada por el vicepresidente de la República de Bolivia, el Dr. Álvaro García Linera, una de las mentes más brillantes y más lúcidas de nuestra América en los tiempos actuales de ofensiva capitalista en toda la línea por todo el mundo.
Para García Linera sus once tesis se resumen de la siguiente manera:
El vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera,
participó de una charla organizada por el partido español Podemos con motivo
del centenario de la Revolución Rusa que se va a cumplir en el mes de noviembre
de este año. En ese marco expresó sus tesis respecto a los procesos
revolucionarios.
1) Excepcional e inevitable
En primer lugar Linera sostuvo que “toda revolución es una
excepcionalidad pero a la vez es inevitable”. Se trata de “un hecho
extraordinario, impredecible, poco frecuente, casi nada frecuente en la
historia de los pueblos” que combina “de manera excepcional acontecimientos
irrepetibles”.
En síntesis, es “una sumatoria de sucesos que nunca más
habrán de reproducirse ni en el lugar ni en otro tiempo”. No obstante “son
hechos inevitables en la historia de cada país porque más pronto o más tarde
toda sociedad tiene un momento en que las tolerancias morales de los gobernados
hacia los gobernantes se rompen”.
En el momento en que esas tolerancias morales se rompen,
estas ante un hecho revolucionario”, sentenció.
2) Contingente
Como segunda tesis el vicepresidente boliviano planteó que
“una revolución es una contingencia pero planificable”. Inicialmente es “un
estallido de numerosas casualidades históricas imposibles de prever, que se
mueven al margen del voluntarismo militante, de partidos, de organizaciones o
de activistas”.
“Puede surgir por una intensificación de las carencias, por
la pérdida de algunos bienes anteriormente poseídos y ahora extraídos, por
bloqueo de los procesos de ascenso social o desclasamiento social, puede surgir
por crisis políticas”, dijo.
3) Un proceso territorializado
“La revolución no es un acto”, subrayó Linera. “No es la
toma del Palacio de Invierno, haber ganado una votación electoral, no es una
insurrección, no es una guerrilla”, añadió. “La revolución es un proceso” o,
más precisamente, “un espacio de tiempo territorializado en el cual ha de darse
un desborde democrático de la sociedad”.
4) Democracia absoluta
Una revolución entonces es “una especie de licuefacción de
las tolerancias morales hacia los gobernantes y es un momento de universalidad
de la gente, cuando empieza a preocuparse por los demás”. “A partir de su
agravio, la gente comienza a preocuparse por el resto”, enfatizó.
En el fondo, es “una forma de democratizar, de democracia
absoluta”. Hay revolución “cuando hay gente anteriormente apática, desinteresada
de la vida política, que le comienza a interesar y se siente compelida,
moralmente impulsada a comprender, a participar, a decidir y que su voz sea
tomada en cuenta”.
5) Campo de lucha y sentido común
En este proceso “democrático por excelencia” de
“participación extraordinaria y masiva” de la gente en “los asuntos que le
interesan” se da un “intenso campo de lucha político-cultural”.
Allí en torno a “sus conquistas y objetivos planteados que
se van renovando y modificando”, se dirime “el liderazgo político, moral e
intelectual de su conducción”. “Una revolución es una continua renovación
cognitiva del sentido común de una sociedad”, puntualizó Linera.
6) Momento jacobino
El vicepresidente boliviano analizó que “si bien el hecho
cultural es lo central, y la Revolución Rusa -y todas las demás- muestra que
hay victorias culturales previas a la victoria política, siempre ha de haber un
momento jacobino” en todo proceso revolucionario.
Una instancia en que “la política ha de presentarse de forma
descarnada, brutal, pura como un hecho material de correlación de fuerzas”. “Es
que las clases dominantes pueden perder momentáneamente el control del poder
cultural, pero mantienen la propiedad”, analizó.
7) Gramsciana y leninista
Partiendo de esa base una revolución es “una combinación de
momentos gramscianos y momentos jacobinos-leninistas”. En un comienzo hay
“lucha cultural”, luego “momento de fuerza centralizada” y “nuevamente momento
de hegemonía”.
Es que “si solamente te quedas con el momento de hegemonía
cultural gramsciano irradias, gestionas el sentido común, pero es un sentido
común impotente” porque “no tiene la capacidad de mando y organización de la
vida política y económica de un país y mucho menos militar”.
8) Un poder general
La revolución implica “una paradoja estatal insuperable” ya
que por un lado “desorganiza y fragmenta el viejo poder, lo hace democratizando
las decisiones públicas” e incorporando de manera “creciente y masiva” a personas
anteriormente no involucradas en la política. “Es el momento de la
democratización”, señaló Linera.
“Pero a la ves si no unificás esos poderes locales en un
poder general, no solo estás indefenso ante las fuerzas de resistencia, sino
que vas a tener problemas con la organización del nuevo orden de la sociedad”,
opinó.
9) Un sujeto que se construye en el proceso
Para Linera es claro que “no hay ningún sujeto
preestablecido en la revolución”. Estos “se construyen, se forman, se
reorganizan en el propio flujo creativo de la revolución”.
Porque la revolución “es una invención práctica de nueva
socialidad”. “Toda revolución estalla por demandas muy prácticas: pan, tierra,
libertad, agua, respeto, reconocimiento”, apuntó. “Es en esa lucha por cosas
prácticas que se constituyen y se disuelven sujetos colectivos”.
“Se construyen nuevas formas organizativas de liberación.
Nuevas formas de organizar la vida económica, de gestionar la vida política,
las cosas de interés común, nuevas prácticas de afecto y colaboración”, añadió.
10) Tiempo
Toda revolución vista de esta manera es entonces “una forma
de conquistar tiempo”. Tiempo para “ampliar los resquicios de organización
económica y política que la sociedad civil puede o quiere crear en su ímpetu,
participación e involucramiento práctico”.
Tiempo también para desarrollar “nuevas olas revolucionarias
que amplíen la participación en tu país o en otros países cercanos”; “tiempo
para crear nuevas personas capaces de asumir directamente, sin intermediación
del universal estatal, la unificación de necesidades y capacidades humanas”;
“tiempo para impulsar formas de cooperación en la economía, en la política,
formas de afecto cara a cara entre las personas”; y “tiempo para garantizar
estabilidad económica que de tiempo para que puedan surgir estas cosas que
acabamos de decir”.
11) El fracaso
Finalmente el intelectual boliviano dijo: “Pareciera ser que
toda revolución está condenada al fracaso, pero solo en el fracaso la sociedad
y la historia avanzan. Solo en el fracaso los derechos de la gente se amplían”.
“Esta es una tesis muy fuerte: si una revolución que surge
en un país, este proceso amplio de democratización radicalizado que pasa de la
casa a las calles, a las plazas. De las plazas a las empresas, de las plazas a
los parlamentos, de las plazas a los ministerios. Si esto no tiene un correlato
de otros procesos simultáneos en otros países que permitan que el intercambio
económico, sus flujos financieros no se tranquen, no se bloqueen, que la
adquisición de tecnología no quede impedida. Si esto no sucede, una revolución
está condenada al fracaso”, detalló.
Y concluyó: “Ahí el tiempo se convierte en el núcleo del
hecho revolucionario”.
Aquí presentamos la conferencia completa realizada en julio pasado por invitación del partido español "Podemos" para celebrar los magnos Cien años de la Revolución Rusa.