El imponente Cerro de los Siete Colores en Purmamarca, Jujuy (Argentina)

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jueves, 23 de noviembre de 2017

EN EL CENTENARIO DE OCTUBRE DE 1917 - NOTA II

Por Sergio Daniel Aronas - 21 de noviembre de 2017

Continuamos con la serie de notas, artículos y opiniones sobre el acontecimiento internacional más importante de este año: El Centenario de la Gran Revolución Socialista de Octubre de 1917.

En este caso presentamos las Once Tesis sobre la Revolución elaborada por el vicepresidente de la República de Bolivia, el Dr. Álvaro García Linera, una de las mentes más brillantes y más lúcidas de nuestra América en los tiempos actuales de ofensiva capitalista en toda la línea por todo el mundo.

Para García Linera sus once tesis se resumen de la siguiente manera:

El vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, participó de una charla organizada por el partido español Podemos con motivo del centenario de la Revolución Rusa que se va a cumplir en el mes de noviembre de este año. En ese marco expresó sus tesis respecto a los procesos revolucionarios.

1) Excepcional e inevitable

En primer lugar Linera sostuvo que “toda revolución es una excepcionalidad pero a la vez es inevitable”. Se trata de “un hecho extraordinario, impredecible, poco frecuente, casi nada frecuente en la historia de los pueblos” que combina “de manera excepcional acontecimientos irrepetibles”.

En síntesis, es “una sumatoria de sucesos que nunca más habrán de reproducirse ni en el lugar ni en otro tiempo”. No obstante “son hechos inevitables en la historia de cada país porque más pronto o más tarde toda sociedad tiene un momento en que las tolerancias morales de los gobernados hacia los gobernantes se rompen”.

En el momento en que esas tolerancias morales se rompen, estas ante un hecho revolucionario”, sentenció.

2) Contingente

Como segunda tesis el vicepresidente boliviano planteó que “una revolución es una contingencia pero planificable”. Inicialmente es “un estallido de numerosas casualidades históricas imposibles de prever, que se mueven al margen del voluntarismo militante, de partidos, de organizaciones o de activistas”.

“Puede surgir por una intensificación de las carencias, por la pérdida de algunos bienes anteriormente poseídos y ahora extraídos, por bloqueo de los procesos de ascenso social o desclasamiento social, puede surgir por crisis políticas”, dijo.

3) Un proceso territorializado

“La revolución no es un acto”, subrayó Linera. “No es la toma del Palacio de Invierno, haber ganado una votación electoral, no es una insurrección, no es una guerrilla”, añadió. “La revolución es un proceso” o, más precisamente, “un espacio de tiempo territorializado en el cual ha de darse un desborde democrático de la sociedad”.

4) Democracia absoluta

Una revolución entonces es “una especie de licuefacción de las tolerancias morales hacia los gobernantes y es un momento de universalidad de la gente, cuando empieza a preocuparse por los demás”. “A partir de su agravio, la gente comienza a preocuparse por el resto”, enfatizó.

En el fondo, es “una forma de democratizar, de democracia absoluta”. Hay revolución “cuando hay gente anteriormente apática, desinteresada de la vida política, que le comienza a interesar y se siente compelida, moralmente impulsada a comprender, a participar, a decidir y que su voz sea tomada en cuenta”.

5) Campo de lucha y sentido común

En este proceso “democrático por excelencia” de “participación extraordinaria y masiva” de la gente en “los asuntos que le interesan” se da un “intenso campo de lucha político-cultural”.

Allí en torno a “sus conquistas y objetivos planteados que se van renovando y modificando”, se dirime “el liderazgo político, moral e intelectual de su conducción”. “Una revolución es una continua renovación cognitiva del sentido común de una sociedad”, puntualizó Linera.

6) Momento jacobino

El vicepresidente boliviano analizó que “si bien el hecho cultural es lo central, y la Revolución Rusa -y todas las demás- muestra que hay victorias culturales previas a la victoria política, siempre ha de haber un momento jacobino” en todo proceso revolucionario.

Una instancia en que “la política ha de presentarse de forma descarnada, brutal, pura como un hecho material de correlación de fuerzas”. “Es que las clases dominantes pueden perder momentáneamente el control del poder cultural, pero mantienen la propiedad”, analizó.

7) Gramsciana y leninista

Partiendo de esa base una revolución es “una combinación de momentos gramscianos y momentos jacobinos-leninistas”. En un comienzo hay “lucha cultural”, luego “momento de fuerza centralizada” y “nuevamente momento de hegemonía”.

Es que “si solamente te quedas con el momento de hegemonía cultural gramsciano irradias, gestionas el sentido común, pero es un sentido común impotente” porque “no tiene la capacidad de mando y organización de la vida política y económica de un país y mucho menos militar”.

8) Un poder general

La revolución implica “una paradoja estatal insuperable” ya que por un lado “desorganiza y fragmenta el viejo poder, lo hace democratizando las decisiones públicas” e incorporando de manera “creciente y masiva” a personas anteriormente no involucradas en la política. “Es el momento de la democratización”, señaló Linera.

“Pero a la ves si no unificás esos poderes locales en un poder general, no solo estás indefenso ante las fuerzas de resistencia, sino que vas a tener problemas con la organización del nuevo orden de la sociedad”, opinó.

9) Un sujeto que se construye en el proceso

Para Linera es claro que “no hay ningún sujeto preestablecido en la revolución”. Estos “se construyen, se forman, se reorganizan en el propio flujo creativo de la revolución”.

Porque la revolución “es una invención práctica de nueva socialidad”. “Toda revolución estalla por demandas muy prácticas: pan, tierra, libertad, agua, respeto, reconocimiento”, apuntó. “Es en esa lucha por cosas prácticas que se constituyen y se disuelven sujetos colectivos”.

“Se construyen nuevas formas organizativas de liberación. Nuevas formas de organizar la vida económica, de gestionar la vida política, las cosas de interés común, nuevas prácticas de afecto y colaboración”, añadió.

10) Tiempo

Toda revolución vista de esta manera es entonces “una forma de conquistar tiempo”. Tiempo para “ampliar los resquicios de organización económica y política que la sociedad civil puede o quiere crear en su ímpetu, participación e involucramiento práctico”.

Tiempo también para desarrollar “nuevas olas revolucionarias que amplíen la participación en tu país o en otros países cercanos”; “tiempo para crear nuevas personas capaces de asumir directamente, sin intermediación del universal estatal, la unificación de necesidades y capacidades humanas”; “tiempo para impulsar formas de cooperación en la economía, en la política, formas de afecto cara a cara entre las personas”; y “tiempo para garantizar estabilidad económica que de tiempo para que puedan surgir estas cosas que acabamos de decir”.

11) El fracaso

Finalmente el intelectual boliviano dijo: “Pareciera ser que toda revolución está condenada al fracaso, pero solo en el fracaso la sociedad y la historia avanzan. Solo en el fracaso los derechos de la gente se amplían”.

“Esta es una tesis muy fuerte: si una revolución que surge en un país, este proceso amplio de democratización radicalizado que pasa de la casa a las calles, a las plazas. De las plazas a las empresas, de las plazas a los parlamentos, de las plazas a los ministerios. Si esto no tiene un correlato de otros procesos simultáneos en otros países que permitan que el intercambio económico, sus flujos financieros no se tranquen, no se bloqueen, que la adquisición de tecnología no quede impedida. Si esto no sucede, una revolución está condenada al fracaso”, detalló.

Y concluyó: “Ahí el tiempo se convierte en el núcleo del hecho revolucionario”.

Aquí presentamos la conferencia completa realizada en julio pasado por invitación del partido español "Podemos" para celebrar los magnos Cien años de la Revolución Rusa.