LA “NUEVA” POLITICA DE LOS ESTADOS UNIDOS CONTRA CUBA
Por Sergio Daniel Aronas – 1º de julio de 2017
La política anunciada por el fascista y racista de Donald Trump, un
analfabeto total en cuestiones de política exterior, contra la República de
Cuba, es una vuelta al lenguaje de la guerra fría asesorado por su grupo de
militaristas, lunáticos y fanáticos que sueñan con destruir, aplastar y demoler
las grandes conquistar de la revolución y la decisión de los cubanos de seguir
defendiendo su soberanía, integridad territorial, independencia y su sistema
socialista. Trump se muestra como un hombre completamente inseguro en el manejo
de los temas internacionales, como se vio reflejado en la cumbre de la OTAN en
Bruselas, como una persona que puede borrar con el codo lo que sus antecesores
firmaron con la mano; sigue con la política de agresión, de injerencia que ha
demostrado su fracaso total y no cumple el llamado de la ONU de levantar el
bloqueo y todo el sistema con el que han pretendido poner de rodillas a Cuba.
Esta nueva situación nos hace retomar aquellas palabras que escribiera el Gral.
José de San Martín en 1814: “Los enemigos se creen autorizados para exterminar
hasta la raza de los revolucionarios” y más adelante agregaba que “creen como
creen que aun tenemos el azote de los viejos amos”.
No es lo mismo decir “política hacia” que “política contra” porque en la
primera forma se puede aspirar a la posibilidad de establecer una relación
basada en la diplomacia, en el respeto mutuo y esto quiere decir reconocer su
sistema político, económico y social y sobre esa base intentar mejorar los
vínculos que tienen ambas naciones. Los Estados Unidos desde el triunfo de la
Revolución de 1959 ha sido inalterablemente una política contra Cuba en toda la
línea, aplicando medidas de terrorismo como los atentados, asesinatos, la
agresión abierta y encubierta, la infiltración y las amenazas a los dirigentes,
al gobierno, a la obra de la Revolución y al pueblo cubano; aplicaron medidas
económicas que constituyen delitos de lesa humanidad que tiene como principal
exponente el bloqueo a todas las operaciones comerciales y financieras que
puede hacer Cuba y contra los países del mundo que quieran comerciar con la
isla. A todo esto debe unirse a la implantación de las “leyes” de
extraterritorialidad, las del ajuste Cuba y las promovidas por senadores y
representantes del Congreso estadounidense para ahorcar, derrumbar y destruir
el proceso revolucionario cubano.
Es el típico y tradicional doble rasero del imperialismo. Veamos cómo se
aplica contra Cuba de acuerdo con las bravuconadas del Sr. Trump-oso- Por un
lado, el ahora presidente Trump grita con tono delirante que quiere una “Cuba
libre”, lo cual es una pérdida de tiempo reclamarle algo que ya es: Cuba es
auténticamente libre de toda injerencia e intromisión imperialista; ha roto las
cadenas de la dominación neocolonial y ha construido una sociedad sobre nuevas
bases, nuevas normas jurídicas, de
convivencia y de relaciones con el mundo. No pierdan el tiempo señores
imperialistas pidiéndole a Cuba la libertad que ha sabido conseguir y
disfrutar, aun con todos sus problemas, errores e inconvenientes.
El Trump-oso se atrevió a exigirle al gobierno cubano que libere a los
presos políticos, implante la libertad de expresión, que se respete los
derechos humanos y lo más disparatado de su discurso fue que se tolere los
grupos disidentes, como forma de establecer el “pluralismo político”. Muy
cómica toda esta catilinaria imperialista del magnate de los casinos que se
cree capaz de meter miedo en el pueblo de Cuba. No conoce la historia ni el
temperamento ni la voluntad y decisión firme de todos los cubanos y cubanos de
defender hasta la última gota de sangre su patria porque no hay pueblo más
valiente, más combatiente y más internacionalista y revolucionario que el
pueblo de Cuba.
El señor imperialista cuando visitó Arabia Saudita, el principal aliado de
los Estados Unidos en Medio Oriente, no dijo ni palabra contra el régimen
fascista, terrorista y criminales de la teocracia petrolera, gobernada por un
criminal que tiene a las mujeres sometidas como en los tiempos de la esclavitud
porque en ese país la esclavitud no terminó; además de que no pueden votar ni
presencias actos públicos, aplica con rigor hitleriano todos los métodos para
reprimir a su pueblo. Así si que no existen ni derechos humanos, ni libertad de
prensa y de expresión; ni nada de las cuestiones que le reclamaba a Cuba para
que cumpla con las leyes que garanticen las libertades de los ciudadanos.
Recordemos las palabras de Fidel en su vibrante discurso del 7 de diciembre
de 1989 para refrescarles la memoria a los imperialistas que hoy gobiernan los
Estados Unidos acerca de lo que es Cuba, un pueblo de valientes, de patriotas e
internacionalistas:
“En Cuba llevamos a cabo nuestro proceso de rectificación. Sin un
partido fuerte, disciplinado y respetado, es imposible desarrollar una
revolución o una rectificación verdaderamente socialista. No es posible llevar
a cabo semejante proceso calumniando al socialismo, destruyendo sus valores,
desprestigiando al Partido, desmoralizando la vanguardia, renunciando a su
papel dirigente, liquidando la disciplina social, sembrando el caos y la
anarquía en todas partes. Así se puede promover una contrarrevolución, pero no
cambios revolucionarios. (…) Cuba no es un país donde el socialismo llegó tras
las divisiones victoriosas del Ejército Rojo. En Cuba, el socialismo lo
forjamos los cubanos en auténtica y heroica lucha. Treinta años de resistencia
al más poderoso imperio de la tierra que quiso destruir a nuestra Revolución,
dan testimonio de nuestra fortaleza política y moral.
Los que estamos en la
dirección del país no somos un grupo de advenedizos inexpertos, recién llegados
a cargos de responsabilidad. Salimos de las filas de los viejos luchadores
antimperialistas de la escuela de Mella y de Guiteras, de las filas del Moncada
y del "Granma", de la Sierra Maestra y de la lucha clandestina, de
Girón y de la Crisis de Octubre, de 30 años de resistencia heroica a la
agresión imperialista, de grandes hazañas laborales y de gloriosas misiones
internacionalistas. Hombres y mujeres de tres generaciones cubanas se reúnen y
asumen responsabilidades en nuestro aguerrido Partido, en la organización de
nuestra maravillosa vanguardia juvenil, en nuestras poderosas organizaciones de
masas, en nuestras gloriosas Fuerzas Armadas Revolucionarias y en nuestro
Ministerio del Interior. En Cuba, Revolución, socialismo e independencia
nacional, están indisolublemente unidos. A la Revolución y al socialismo,
debemos hoy todo lo que somos. Si a Cuba regresara alguna vez el capitalismo,
nuestra independencia y soberanía desaparecerían para siempre, seríamos una
prolongación de Miami, un simple apéndice del imperio yanki, el cumplimiento de
aquella repugnante profecía de un presidente de Estados Unidos en el siglo
pasado cuando pensaban anexar nuestra isla y dijo que esta caería en manos de
ese país como una fruta madura. Para impedirlo hoy, mañana y siempre, habrá
todo un pueblo dispuesto a morir. De nuevo cabe repetir aquí ante su propia
tumba la frase inmortal de Maceo: "quien intente apropiarse de Cuba
recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre, si no perece en la lucha. Los
comunistas cubanos y los millones de combatientes revolucionarios que integran
las filas de nuestro heroico y combativo pueblo, sabremos cumplir el papel que
nos asigne la historia, no solo como primer Estado socialista en el hemisferio
occidental, sino también como inclaudicables defensores en primera línea de la
noble causa de los humildes y explotados de este mundo. Nunca hemos aspirado a
que nos entreguen la custodia de las gloriosas banderas y los principios que el
movimiento revolucionario ha sabido defender a lo largo de su heroica y hermosa
historia, pero si el destino nos asignara el papel de quedar un día entre los
últimos defensores del socialismo, en un mundo donde el imperio yanki lograra
encarnar los sueños de Hitler de dominar el mundo, sabríamos defender hasta la
última gota de sangre este baluarte.”
Hoy a casi treinta años de ese discurso extraordinario y profético, Cuba
sigue siendo el baluarte más poderoso del socialismo, la antorcha de los
pueblos libres y que ha sabido cumplir con el programa de los combatientes del
Moncada colocando en lo más alto del Turquino la bandera de la estrella
solitaria para que la vea todo el mundo.