CUBA, LA REVOLUCIÓN Y EL SOCIALISMO SON INTOCABLES
Por Sergio Daniel Aronas - 23 de febrero de 2017
Bravo por Cuba. Porque su gobierno ha sabido
sostener su dignidad, su soberanía, independencia y sobre la defensa
inquebrantable e irrenunciable de la gloriosa Revolución que supieron realizar
y su sistema socialista que supieron construir. Los reiterados mensajes
provocadores del Ministerio de las Colonias como la OEA, las agresivas palabras
de la banda de delincuentes fascistas como Sebastián Piñera y otros esperpentos
como el diario español El País, jamás van a modificar un milímetro los
contenidos ni de la política del gobierno cubano como así también su política exterior.
Como dicen en la isla “Con OEA o sin OEA ganamos la pelea”. Resultan ridículos
los intentos de echar a perdurar y presentarse en calidad de guardianes de la
moral internacional por parte de estos elementos que con el lenguaje de la
guerra fría creen como creen que Cuba va a vender, negociar, alquilar o prestar
su Revolución porque no está el Comandante histórico Fidel Castro. Son los que
justifican el mantenimiento del bloqueo contra la isla, los que incitan al
imperialismo a mantener la ocupación ilegal de su base naval de Guantánamo en
contra de la voluntad del gobierno y el pueblo de Cuba y de las normas
internacionales que estos sujetos dicen proclamar-
Por esta razón es que creemos que tiene una enorme importancia para esclarecer los hechos que se vienen produciendo contra la República de Cuba, transcribir el comunicado en toda su extensión del Ministerio de Relaciones Exterior de la nación caribeña
- Declaración del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba
Fracasa provocación anticubana
El plan, tramado en varios viajes entre Washington y otras capitales de la región, consistía en montar en La Habana una abierta y grave provocación contra el gobierno cubano, generar inestabilidad interna, dañar la imagen internacional del país y, a la vez, afectar la buena marcha de las relaciones diplomáticas de Cuba con otros Estados. Tal vez algunos calcularon mal y pensaron que Cuba sacrificaría las esencias a las apariencias.
Al espectáculo serían arrastrados el propio Almagro y algunos otros personajes derechistas que integran la llamada Iniciativa Democrática para España y las Américas (IDEA), la cual también ha actuado de forma agresiva en los últimos años contra la República Bolivariana de Venezuela y otros países con gobiernos progresistas y de izquierda en América Latina y el Caribe.
El intento contó con la connivencia y apoyo de otras organizaciones con abultadas credenciales anticubanas, como el Centro Democracia y Comunidad y el Centro de Estudios y Gestión para el Desarrollo de América Latina (CADAL); y el Instituto Interamericano para la Democracia, del terrorista y agente de la CIA Carlos Alberto Montaner. Además, desde el año 2015, se conoce el vínculo que existe entre estos grupos y la Fundación Nacional para la Democracia de Estados Unidos (NED, por sus siglas en inglés), que recibe fondos del gobierno de ese país para implementar sus programas subversivos contra Cuba.
Al conocer de estos planes y haciendo valer las leyes que sustentan la soberanía de la nación, el gobierno cubano decidió negar el ingreso al territorio nacional a ciudadanos extranjeros vinculados con los hechos descritos.
En un intachable acto de transparencia y de apego a los principios que rigen las relaciones diplomáticas entre los Estados, las autoridades cubanas se pusieron en contacto con los gobiernos de los países desde donde viajarían esas personas e informaron, trataron de disuadir y de prevenir la consumación de esos actos.
Como establecen las regulaciones de la aviación civil internacional, las líneas aéreas cancelaron las reservaciones de los pasajeros al conocer que estos no serían bienvenidos. Unos pocos fueron reembarcados. Hubo quien buscó manipular los hechos en función de estrechos intereses políticos dentro de su propio país, de cara a los procesos internos que en ellos tienen lugar.
No faltaron pronunciamientos de defensores de falsos perseguidos, socios de pasadas dictaduras y políticos desempleados dispuestos a aliarse con vulgares mercenarios, al servicio y en nómina de intereses extranjeros, que no gozan de reconocimiento alguno dentro de Cuba, viven de calumnias insostenibles, posan como víctimas y actúan en contra de los intereses del pueblo cubano y del sistema político, económico y social que éste eligió libremente y ha defendido de forma heroica.
En cuanto a Almagro y la OEA, no nos sorprenden sus declaraciones y actos abiertamente anticubanos. En muy corto tiempo al frente de esa organización, se ha destacado por generar, sin mandato alguno de los estados miembros, una ambiciosa agenda de autopromoción con ataques contra gobiernos progresistas como Venezuela, Bolivia y Ecuador.
En ese período se han redoblado los ataques imperialistas y oligárquicos contra la integración latinoamericana y caribeña y contra la institucionalidad democrática en varios de nuestros países. En una ofensiva neoliberal millones de latinoamericanos han retornado a la pobreza, cientos de miles han perdido sus empleos, se han visto forzados a emigrar, o fueron asesinados o desaparecidos por mafias y traficantes mientras se expanden en el hemisferio ideas aislacionistas y proteccionistas, el deterioro ambiental, las deportaciones, la discriminación religiosa y racial, la inseguridad y la represión brutal.
¿Dónde ha estado la OEA, que siempre ha guardado cómplice silencio frente a estas realidades? ¿Por qué calla? Hay que ser un trasnochado para intentar venderle a los cubanos “los valores y principios del sistema interamericano” frente a la dura y antidemocrática realidad engendrada por ese mismo sistema. Hay que tener escasa memoria para no recordar que, en febrero de 1962, Cuba se alzó solitaria frente a ese “cónclave inmoral”, como lo denominó Fidel en la Segunda Declaración de La Habana. Cincuenta y cinco años después y con la compañía de pueblos y gobiernos de todo el mundo, es menester reiterar, como aseguró el Presidente Raúl Castro, que Cuba nunca regresará a la OEA.
José Martí alertó que “ni pueblos ni hombres respetan a quien no se hace respetar (…) hombres y pueblos van por este mundo hincando el dedo en la carne ajena a ver si es blanda o si resiste, y hay que poner la carne dura, de modo que eche afuera los dedos atrevidos”.
En Cuba no olvidamos las lecciones de la historia.
La Habana, 22 de febrero de 2017