“CEO”: UNA SIGLA MUY DE MODA Y MUY MOLESTA
Por
Sergio Daniel Aronas – 09 de febrero de 2017
El uso de la sigla “CEO” que los periódicos,
suplementos y revistas de economía utilizan para designar al Director
Ejecutivo, Director General, Presidente Ejecutivo de las empresas se ha
convertido con una execrable moda que le gusta mucho a nuestra clase dueña de
los medios e instrumentos de producción para quedar bien con sus socios
empresarios de las grandes compañías multinacionales, ya que de esa forma se
sienten o creen que están en el mismo nivel de status empresarial. La principal
ventaja es que les ahorra tinta y palabras para nombrarlos. Además queda muy
lindo decir “CEO” a esta o aquella gran empresa.
Nuestra idioma es tan amplio, tan rico y tan
bello que no hay necesidad de recurrir a tan estúpida e insípida expresión que
solo indica apariencia, como la de creerse que están en el “primer mundo”. Claro:
queda muy bien, eleva el status y el prestigio de quien lo es tanto en su
Curriculum Vitae como en su escritorio o en la puerta de la oficina. Una forma
de “ser alguien”, “estar bien con uno mismo”; una forma de mirar a los demás
desde arriba, como si se tratara de un ser superior otros y esa supuesta
superioridad puede engendrar –en palabras de Friedrich Engels- el germen de su
propia ruina.
Continúen llamándose “CEO”; para nosotros
seguirán siendo lo que siempre fueron: empresarios capitalistas, fanáticos
explotadores e insaciables hombres en busca de la ganancia fácil si es posible
o por la ganancia máxima, aplastando a todo el mundo y violando las leyes de la
naturaleza. Son evasores, lavadores de dinero, defraudadores del fisco y
llorones hasta la eternidad como los terratenientes del campo.
El CEO está de moda y a ellos los medios de
comunicación recurren incesantemente para que hablen de todos los temas de
actualidad: de política, economía, ciencia, arte, deportes, espectáculos,
música, hasta de matemática, química y física atómica. Pululan en los diarios,
revistas, publicaciones, informes, papers y cuando van a la justicia a declarar
por alguna causa, todos nos preguntamos: -“Mirá a quien llaman a declarar a los
Tribunales”. Porque el CEO es hombre respetable, intachable, un caballero, un
gentleman, un hombre público que se muestra preocupado por su trabajo, su
empresa y su entorno. Ahora cuando de ahí vamos al ámbito privado, su figura se
transforma en un ser abominable o también puede ser un estupendo padre de
familia, buen marido y que siempre está en todo para solucionar todo.
Hoy el CEO parece que se ha convertido en un
ejemplo a imitar los jóvenes imberbes que trabajan en grandes multinacionales,
estudian en Universidades privadas y quieren formarse a su imagen y semejanza
porque tras él viene el dinero, esa prostituta del género humano, según
palabras de William Shakespeare.
Hoy los podemos ver muy bien en la actual
composición del gabinete de ministros del actual gobierno argentino, como así
también en las reuniones de altos ejecutivos de las diversas centrales empresarias
que los agrupa cuando patalean a viva voz: “Tenemos que recudir los costos
laborales”; “los impuestos nos están matando”.
Todos sabemos cuál es la esencia de este
perimido discurso que hasta el viejo y querido camarada Adam Smith (por el que
Karl Marx sentía respeto y admiración) los refutó hace 240 años. El problema de
estos CEO””es que no lo han leído en forma completa y lo invocan sin saber lo que
realmente escribió cuando describe a los fabricantes y mercaderes preocupados
por las ganancias de los otros y no se preocupan de los efectos perniciosos de
sus propios beneficios. Lean esa cita que es muy recomendable..