LAS ELECCIONES PRIMARIAS EN
LA ARGENTINA:
LA DERECHA SIGUE DOMINANDO
Por Sergio Daniel Aronas – 14 de agosto de 2015
1)
Introducción
Los resultados de las elecciones primarias para presidente arrojaron estos
resultados: votos afirmativos: 21.936.472 que son los que valen para computar a
cada partido y si sumamos los nulos, en blancos e impugnados en total votaron
23.204.024 el 724% del padrón electoral y la abstención fue del 27,6%
(8.833.299 que no votaron). La derecha arrasó olímpicamente con más de
11.700.000 votos (53,365) y si le sumamos los del Frente para la Victoria cuyo
candidato es bien de derecha llegan casi a los 22 millones de votos (el 92%).
En cambio la izquierda toda junta superó los 925 mil votos (un 4,2% del total)
y que no es un resultado tan malo como muchos creen, ya que casi duplican los
votos de las paso presidenciales de 2011 cuando obtuvieron 527.237 votos
(2,46%). Ese año el FIT fue la única fuerza de izquierda que se presentó. Y en
las generales de 2011 alcanzaron 503.372 sufragios (el 2,30%). En esta elección
solamente el FIT llegó a los 726.054 votos (3,31%). Habrá que seguir remando
duro, unirse y dejar de pelearse por historias que hoy no le importan a nadie.
Como dijera el camarada Don José: “Hay que trabajar y no gemir” y en sentido
vale la idea de Samora Machel, el gran luchador africano de Mozambique: “La
paciencia es la madre de la victoria”.
Para algunos o muchos politólogos y analistas
no les gusta habla en términos de derecha e izquierda por considerarlos
“perimidos” y esos son los candidatos bien de derecha, partidarios del ajuste
estructural para que la Argentina “vuelva a los mercados” y de la represión
para disciplinar a la clase obrera como fue el caso de la protesta y lucha de
los trabajadores de la empresa más del tramsporte público de pasajeros.
2)
La votación a presidente
Quince candidatos representando a ocho frentes
y/o alianzas se presentaron para disputar las primarias para presidente y vice,
en la que, la fórmula más votada de cada una de dicha alianzas pasa a ser el
candidato a las presidenciales generales y definitivas del 25 de octubre. Aquí
se votan fórmulas, de modo tal que está prohibido realizar cambios en las
mismas y por otro lado los candidatos vencidos en una misma agrupación, no solo
quedan afuera de la competencia para octubre sino que tampoco puede formar una
nueva agrupación que los lleve como candidatos. Así es como funciona el sistema
argentino
.
Los resultados de la votación arrojó un
triunfo de la fórmula oficialista que se presentó sola en todos los distritos
del país, ya que la Presidenta Cristina Fernández impuso como candidato la
fórmula Daniel Scioli y Carlos Zanini y “recomendó” que los otros precanditatos
se retiren y dejen el camino a la fórmula bendecida por la Señora Presidenta,
que si bien puede ser interpretado como símbolo de unidad, lo que realmente se
vio, es un fuerte predicamento poco democrático y bastante autoritario al
impedir la participación de otras fórmulas en la interna del Frente para la
Victoria.
La inextricable alianza de la UCR con el
partido del empresario evasor del PRO, fue una jugada política que a nivel
nacional selló la muerte y desaparición del partido más antiguo de la
Argentina, en una movida que apuntó a una alianza opositora entre candidatos y
partidos que se odiaban mutuamente. Pero como son de la derecha, tienen la
virtud de unirse cuando defienden intereses comunes como baluartes de las
clases explotadoras y expropiadoras, los que van a las fiestitas del campo a
saludar a las vaquitas de la Sociedad Rural, a decirle al juez Thomas Griesa
que castigue a la Argentina y que no se preocupen por el país, pues cuando
seamos gobiernos acataremos sus resoluciones sobre el pleito con los fondos
buitres, son los que hablan en el lenguaje de los mercados, aunque el Sr. Macri
no sabe decir una palabra que se le entienda, ni tampoco puede hablar en
público porque no domina el arte de la elocuencia, pero sí para hacer grandes
negocios y esa será su característica como presidente, si llega a ser elegido.
Fuente: Elaboración propia sobre la base de la
información de www.elecciones.gob.ar
Dentro de la alianza “Cambiemos”, una denominación
muy curiosa para la derecha que se atreve a usar nombres de izquierda con el
fin de confundir al pueblo que vota y engañarlo con la maquinaria
propagandística con la que cuentan, la
fórmula del procesado por las escuchas ilegales y por haber sido acusado con
juicio por evasor de impuestos, el empresario de la clase dominante Mauricio
Macri y Gabriela Michetti, ganaron con más del 80% destrozando a sus dos
rivales. ¿Qué pueden cambiar esta derecha oligárquica, proimperialista, evasora
y con su máximo referente procesado por las escuchas y el espionaje ilegal a
familiares víctimas del atentado a la Asociación Mutual Israelita Argentina
(AMIA)?
En primer lugar, Ernesto Sanz como presidente
de la Unión Cívica Radical, uno de los partidos más antiguos de la Argentina,
ya que fue fundado en 1890, ha provocado la desaparición de esta agrupación con
esta alianza esquizofrénica y hoy se estarán preguntando muchos radicales que
será de su partido centenario.
En segundo lugar, la victoria del oficialismo
no fue tan holgada como ellos pensaban ya que estimaban arrimar o superar
apenas el 40% y es aquí donde se verá como juega la maquinaria electoral del
gobierno para lograr un triunfo decisivo en octubre y que evite ir a una
segunda vuelta, donde el resultado final puede ser para cualquiera de los dos.
No cabe duda, lamentablemente que entre estos candidatos de la derecha se
definirá la elección presidencial.
El lunes 10 de agosto, al otro día de
conocerse los resultados, la Bolsa de Valores, que refleja el termómetro de las
empresas más poderosas de la Argentina, manifestaron su inocultable alegría,
aumentando el panel líder en más del 6%. No es un dato menor para subestimar
porque en nuestro país la derecha espera pacientemente recuperar la presidencia
para continuar la macabra obra del terror económico y financiero iniciada por
la dictadura entre 1976 y 1983 y el gobierno de diez años de Menem (1989-1999)
En tercer lugar, la alianza Una Nueva
Argentina hizo una elección peor de las primarias de 2012 cuando el niñito peronista
Sergio “Semillita” Massa donde en su primera primaria, si bien fue para
diputados, logró en aquella ocasión un poco más de 3 millones de votos que
representaron el 13,5% y en esta primaria del domingo 9 de agosto, en su
alianza con el gobernador de Córdoba, el también peronista José Manuel de la
Sota, alcanzó los 3.121.589, un poco más
que en 2013 y que representa un 14% ubicándose en el tercer lugar de las
preferencias de la ciudadanía.
Un total de 17 partidos se integraron a la UNA
entre ellos el Frente Renovador, el Movimiento de Integración y Desarrollo, el
Partido Demócrata Cristiano, varios en representación del peronismo ortodoxo o
tradicional y en el que se les sumó el fascista Partido Nacionalista
Constitucional, un miembro de esta colación que no se lo nombra para no
provocar cosquillas en los candidatos. Esta alianza intentó romper la
polarización entre los candidatos Daniel Scioli del gobernante Frente para la
Victoria y su rival más inmediato el actual Jefe de Gobierno de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires, Mauricio Macri, representante de la derecha vernácula
y por primera vez desde 1983 que puede llegar a la presidencia, algo que no
consiguió el más derechista y proimperialista Álvaro Alsogaray.
En cuarto lugar, no puede ni debe pensarse que
los votos logrados se repetirán en octubre porque habrá una dura batalla por
disputarse los sufragios conseguidos por José Manuel De la Sota en la UNA
(1.400.000), los de los radicales en Cambiemos (algo más de 1.240.000) y sobre
los casi 9 millones de personas que no fueron a votar y que constituyó una
abstención del 28%, que si bien es una medida frecuente en las elecciones
argentinas, no puede dejarse de lado el hecho de lo que significan esta
cantidad inmensa de votos.
En quinto lugar, debemos señalar el voto a las
alianzas que consideramos de centroizquierda representados por el Frente
Progresistas, que surgió para las presidenciales de 2011 como una un revuelto
de partidos que apenas se formaron empezaron sus peleas internas por lo que su
duración en el tiempo fue tan efímera que no sorprende a nadie. Los votos que
consiguieron fueron de alrededor de 880 mil sufragios que le dan un 4% del
total. Esta coalición fue un conglomerado de partidos donde estuvieron
radicales, socialistas, integrantes del Movimiento Libre del Sur
En sexto lugar, si sumamos los resultados de
quienes alguna vez fueron candidatos por la Unión Cívica Radical (Sanz, Carrió
y Stolbizer) hubieran logrado casi 2.040.000 votos (un 9,3%) lo que significa
haber mantenido el piso histórico de esa agrupación. Este dato que parece
trivial y que nadie lo menciona, puede servir de ejemplo acerca los perniciosos
efectos que tiene ir divididos y no solo para el radicalismo sino para todas
las fuerzas políticas, especialmente la izquierda de nuestro país cuyo grado de
unidad sigue siendo una materia pendiente pese a la existencia del FIT que
superó elección de 2011.
Ahora mostramos como les fue a los candidatos
en forma individual en las elecciones del domingo pasado. Quienes fueron solos
y no obtuvieron el mínimo del 1.5% no
pueden participar en octubre como así tampoco lo pueden hacer los que perdieron
en las internas como los radicales y Altamira en el Frente de Izquierda y los
Trabajadores (FIT)
3)
El voto de la izquierda
En esta elección primaria la izquierda, como
viene sucediendo en cada comicio, se presentó en forma dividida, con cuatro
partidos, frentes o alianzas que desde el punto de vista ideológico no tienen
diferencias substanciales ya que todos son marxistas y socialistas, pero la
verdad es que son trotzkystas que nunca se van a poner esa condición porque
consideran que es piantavotos y que el votante no entendería que se trata el
trotzkysmo. Es llamativo que se escuden en el marxismo para esconder su propia
identidad ideológica. Así es como se presentaron esta izquierda, que la que hoy
está mejor organizada, perfilada, pero que no pueden sacarse esas diferencias
que impiden la creación de una poderosa fuerza de izquierda, no para el gusto
de las clases dominantes que lo ven como una expresión del “pluralismo político”
y de la “convivencia democrática”. No es ese el planteo, sino el hecho de
construir esa fuerza de izquierda para la toma del poder, para conquistar la
verdadera democracia y realizar los cambios políticos, económicos y sociales
para transformar a la Argentina en un país para todos los trabajadores,
campesinos, estudiantes y profesionales.
Nuestra izquierda aun no habla de revolución,
no habla de construir una nueva sociedad sobre nuevas bases y esa sociedad
puede tener diversos nombres que eso es lo de menos. Lo fundamental en el
programa de una fuerza de izquierda revolucionaria es tener claro que
únicamente una revolución puede cambiar de raíz la situación por la atraviesan
millones de argentinos. Es hora de tomar el toro por las astas y saber que la
unidad es la característica más importante de la izquierda, pero los actuales
dirigentes siguen comportándose como patrones de estancia, como caciques de sus
propios partidos y no ven que el futuro de la izquierda reside en la unidad y
en el programa de transformaciones revolucionarias.
Las tres fuerzas de izquierda que se
presentaron fueron:
1) El Frente de Izquierda y de los
Trabajadores
2) El Movimiento al Socialismo
3) Movimiento Socialista de los Trabajadores -
Nueva Izquierda)
El FIT se conformó por una amplia coalición de 16 partidos de izquierda
tanto a nivel nacional como provincial y local que pasamos a nombrar:
De los Trabajadores Socialistas (La Pampa)
De los Trabajadores socialistas (San Luis)
Izquierda por una opcion socialista (Nacional)
De los Trabajadores por el socialismo (Nacional)
Obrero (Nacional)
Obrero (Santa
Cruz)
Obrero (Rio Negro)
Izquierda de los trabajadores (neuquen)
Obrero (Salta)
Obrero (Catamarca)
Obrero (Tierra del Fuego)
Izquierda de los trabajadores (Jujuy)
Obrero (Formosa)
Izquierda del trabajador por el socialismo (Mendoza)
Obrero (Mendoza)
Cordobés del Obrero (Córdoba)
El Movimiento al
Socialismo fue solo con su agrupación y su férrea militancia, mientras que el
MST estuvo acompañado por la llamada Nueva Izquierda:
En este cuadro hay dos columnas de porcentajes:
la primera se refiere a los votos obtenidos a nivel nacional y la segunda
columna a los votos dentro de las fuerzas de izquierda, donde el FIT ganó con
abrumadora mayoría. Los candidatos del MAS y del MST quedaron fuera de las
presidenciales de octubre porque no alcanzaron el piso legal del 1,5% de los
votos.
En su conjunto la izquierda realizó una buena
elección ya que superó el piso del 2% que históricamente venía consiguiendo y
por otra parte, la oferta electoral estrictamente de izquierda se concentró en
estas tres agrupaciones ya que otros partidos están fuera de órbita apoyando al
gobierno actual, como es el caso del Partido Comunista, un de los más antiguo
partidos revolucionarios y que hoy está en un limbo ideológico y político peor
que en los tiempos del primer peronismo de 1946. La izquierda tiene una nueva oportunidad
al presentarse nuevamente para disputar la presidencia, de demostrar que puede
y debe gobernar en una forma como nunca se vio en la Argentina que lleva más de
100 años de gobiernos de la burguesía y que está a la vista de todos que no
pueden seguir dirigiendo los destino de nuestro país.
Veremos como van a llegar a octubre el FIT y
sus aliados, debido a que las permanentes discusiones y eternas peleas que
llevan a rupturas inútiles, son la constante en la historia electoral de la
izquierda que cada vez que logra una buena elección, les cuesta horrores
mantener lo conseguido porque se enfrascan en internas que a nada conducen. El
ser de izquierda implica luchar por convencer a este pueblo que nuestro puede y
debe ser gobernado alguna vez por la izquierda. Es una tarea difícil pero no imposible.
Si comparamos el voto por ideología de derecha
e izquierda, abrumadora victoria de la derecha es dominante y avasallante. Los
cinco partidos de la derecha sumados en total obtienen el 54% y si le agregamos
los votos del oficialismo cuyo candidato tiene un origen en la alta burguesía y
siempre defendió los intereses de las clases dominantes, el 38% logrado les da
a la derecha el 92% del total de los votos válidos.
El 8% restante se lo lleva la Izquierda y la
Centroizquierda cada uno en términos redondos con el 4%.
¿Qué pasará en octubre con las presidenciales?
Pueden presentarse tres escenarios. El primer escenario, lo podemos llamar “continuista”
en el caso de que triunfe el Frente para la Victoria, pues su candidato,
golpeado por la gravísima crisis de las inundaciones, se comprometió a seguir
el camino de los Kirchner iniciado en mayo de 2003. Y eso significa, política
de “desendeudamiento”, seguir los intereses de la deuda, mantener el sistema de
políticas sociales mediante los diversos planes, ratificar la política exterior
hacia América Latina, pero como no se conocen los nombres de los futuros
ministros, no se descarta algunas sorpresas en las relaciones con los llorones
del campo, con los Estados Unidos y es ahí donde se verá el temple de este
candidato.
Un segundo escenario que podemos llamar de “catástrofe”
para el caso de que ganara alguno de los candidatos de la derecha tanto
Mauricio Macri como Sergio Massa. Sería terrible para la Argentina que éstos
lleguen a presidente porque volveríamos a la época de los noventa, de las
relaciones carnales y seguramente habría una nueva ola de privatizaciones y el
sueño es que vuelva a gobernar la vieja oligarquía ganadera y terrateniente que
añora con fuerza recuperar el control de la Casa Rosada. Un triunfo de la
derecha dañaría gravemente los buenos vínculos que existen con los demás países
de América Latina a nivel de la UNASUR y del CELAC y en este sentido no sería
temerario pensar que intenten firmar un tratado de libre comercio con los
Estados Unidos, hacer cumplir las resoluciones del juez Thomas Griesa para que
los fondos buitres cobren todo y más de lo que piden, satisfacer las demandas
de las empresas en el marco del CIADI contra la Argentina, volver a pedir
créditos al FMI y endeudarse. Por último, en política interna, aplicar un
violento ajuste contra el pueblo argentino e impulsar una reforma impositiva
que a nivel de las clases dominantes significa que paguen menos los que más
tienen y que paguen más los que menos tienen y de paso derogar las retenciones
o derechos a la exportación de granos y cereales para el deleite y felicidad de
la Sociedad Rural y sus socios del campo, es decir, los dueños de las tierras
argentinas.
Un tercer escenario, puede ser el escenario
optimista, donde si bien la izquierda difícilmente gane las presidenciales,
puede dar una grata sorpresa y dar un gran paso hacia adelante, consiguiendo no
solo un mayor número de votos sino que pueda meter varios diputados y formar
una poderosa banca que pueda mediar, discutir, proponer, debatir y aprobar todo
un conjunto de leyes para mejorar la calidad de vida del pueblo argentino. Todo
dependerá de la propia izquierda, de su capacidad de conducción, de dar el
ejemplo siempre ya que el diputado de izquierda debe ser el portavoz de las
aspiraciones de muchos trabajadores que luchan y que no tienen apoyo de su
sindicato y que son reprimidos por las fuerzas policiales y de la gendarmería.
Fortalecer y agrandar la presencia de los legisladores de izquierda en todo el
país es el gran objetivo de estas elecciones para crear las condiciones de
avanzar hacia las transformaciones que la Argentina necesita para salir de la
crisis capitalista que cada día nos
hunde más en la miseria.