LA POLÍTICA EXTERIOR HACIA LA UNIÓN SOVIÉTICA
Por Sergio Daniel Aronas – 27 de mayo de 2015
Aclaración: Este artículo corresponde al capítulo III de mi
investigación sobre la política exterior de Jimmy Carter al frente de la
presidencia de los Estados Unidos que ya publiqué en dos sendas notas. Esta vez
hago una modificación total del orden temático incorporando una larga
introducción, el punto uno sobre la visión de los Estados Unidos sobre la URSS
y el punto 7 dedicado a la carrera de armamentos haciendo un análisis detallado
del proyecto militarista de la bomba neutrónica. Se amplía con sumo detalle el
estudio del Tratado Salt II como así también el embargo cerealero, el boicot a
los Juegos Olímpicos de Moscú 1980 y las operaciones contrarrevolucionarias que
el imperialismo puso en marcha contra el gobierno de Afganistán para
incitar la intervención soviética.
Quizás haya que agregar un punto más para analizar más detenidamente acerca de
las doctrinas militares de la era Carter.
“Existe un error muy común de
que, presuntamente, América es capaz de disponer de la fuerza imprescindible
para arreglar los asuntos a nuestro antojo. Eso presupone, por ejemplo, que
nosotros, si lo deseáramos, podríamos situarnos por encima de la Unión
Soviética para impedirle que sea una superpotencia. Esta idea caduca tiene que
ver más con la nostalgia que con la realidad que vivimos. La Unión Soviética,
que cuenta con un territorio mucho mayor que cualquier otro país en el mundo,
tiene sus propios intereses y objetivos estratégicos. Una vez superado el
atraso económico y ruina causada por la guerra, la URSS ha creado enormes
recursos militares e industriales.
Nosotros no deberíamos subestimar esos recursos, ni tampoco exagerarlos.
Debemos conservar y afianzar la posición de igualdad aproximada con la Unión
Soviética. Es ingenuo suponer que ellos acepten voluntariamente ocupar el
segundo lugar desde el punto de vista de fuerza militar”.
Cyrus Vance (Primer Secretario de Estado de
la Administración Carter). Discurso pronunciado en la Universidad de Harvard,
el 4 de junio de 1980
ORDEN TEMÁTICO
1) Consideraciones previas
2) La Unión Soviética vista por los intereses del poder global de los
Estados Unidos0
3) El Tratado de Limitación de Armamentos Estratégicos (SALT II)
4) El boicot cerealero a las exportaciones de granos
5) El boicot a los Juegos Olímpicos de Moscú
6) El surgimiento del fundamentalismo islámico
7) La carrera de armamentos
1) Consideraciones previas
La política hacia su principal
enemigo y adversario ideológico y militar, la presidencia de Carter se
caracterizó por su doble rasero. Por un lado intentó mejorar las relaciones
sobre la base del acuerdo sobre el tratado de limitación de los armamentos
estratégicos ofensivos (acuerdos SALT II, por sus siglas en inglés) y por el
otro, realizó todo tipo presión al gobierno soviético encabezado por aquellos
años por Leonid Brezhnev y los demás países socialistas con el tema de los
derechos humanos, cuando en realidad, fue una forma de meterse en los asuntos
internos y creer ingenuamente que a los soviéticos se les podía torcer el brazo
denunciando su ausencia y su mala práctica. Se quiso presentar como el gran
moralizador de las relaciones internacionales cuando realidad desplegó una
diplomacia basada en la presión permanente y no sólo por la cuestión de los
derechos humanos y los opositores internos al gobierno soviético, sino la
presión basada en obligar a la Unión Soviética a invertir en gastos militares
hasta que se agoten sus reservas financieras y produzca su colapso. Y si esto
último no llegara a producirse lo importante era tenerla arrinconada, de modo
tal que no pudiera impedir los planes expansionistas del imperio americano. Los
cálculos de los Estados Unidos bajo la era Carter era que siendo la Unión
Soviética el principal enemigo militar e ideológico, era necesario aislarla y
no permitir que pueda ejercer influencia en los acontecimientos mundiales. Esta
rivalidad se vio reflejada en las relaciones con Cuba, en el nombramiento del
papa polaco Karol Wojtyla como nuevo pontífice de la cada vez más influyente
Iglesia Católica; en el continente africano con motivo de las guerras que
tuvieron lugar en Angola y Mozambique debido a la presencia de contingentes
militares cubanos en apoyo a esos gobiernos revolucionarios que se estaban independizando
del colonialismo portugués y que el gobierno norteamericano nada decía de las
invasiones de las tropas racistas sudafricanas.
El
primer contacto que Jimmy Carter tomó con algún soviético invitándolo a la Casa
Blanca no fue ni con el embajador de la URSS en los Estados Unidos; no fue con
el entonces canciller Andrei Gromyko; ni mucho menos con el presidente Leonid
Brezhnev. El primer encuentro lo tuvo precisamente con un disidente llamado
Vladimir Bukovsky, quien había sido canjeado en Zurich (Suiza) por Luis Corvalán,
el entonces Secretario General del Partido Comunista de Chile, en un
intercambio de prisioneros en plena guerra fría en diciembre de 1976. Al mes
siguiente, Carter asume la presidencia y uno de sus primeros actos, le concede
una audiencia a Bukovsky, lo que provocó una airada protesta del gobierno
soviético que no se hizo esperar. No cabe duda que esta actitud de Carter se
enmarcaba en su política de mostrarse como un hombre altamente preocupado por
los derechos humanos y la existencia de los disidentes soviéticos que ellos
mismo lograron pergeñar, le venía como anillo al dedo para meterle presión al
gobierno soviética como forma de conocer qué tipo de respuesta recibiría de
ellos.
En esta política de “defensa de
los derechos del hombre” era mucho más importante encontrar algún “disidente
soviético” (y si no había lo fabricaban) que condenar los asesinatos de 20.000
latinoamericanos por las dictaduras que los Estados Unidos consiguieron poner
al frente de los gobiernos porque tendrían que denunciar la propio política
exterior imperialista que ayudó a pergeñar.
2) La URSS vista por los intereses del poder global de los Estados
Unidos
Desde el triunfo de la Revolución
de Octubre en 1917, la Rusia Soviética tuvo y ocupó un lugar preponderante en
la formulación de la política exterior de los Estados Unidos. El proyecto
soviético fue el primero a nivel mundial de crear un sistema alternativo al
capitalismo del cual los Estados Unidos eran su principal exponente y ahora
debía enfrentarse a una nación que era la más grande del mundo por extensión
geográfica, con muchos recursos naturales, pero era una economía muy pobre, con
un mar de campesinos analfabetos y una clase obrera numerosa y contaba con el
ejército más grande del mundo en cuanto a soldados de infantería podía poner en
combate.
En el análisis de la Unión
Soviética hay que verlo desde la perspectiva de los Estados Unidos desde tres
puntos de vista: económico, militar y político-ideológico.
Desde el punto de vista
económico, la URSS era el primer productor mundial de petróleo, gas y de acero.
Era una economía planificada en todos los niveles que garantizaba el pleno
empleo, educación y salud gratuita para toda la población hasta en los rincones
más alejados de las principales ciudades (Moscú, Kiev, Leningrado y otras). El
sistema de precios era tal que los alquileres y el transporte no aumentaba
desde 1928 y aunque no sus productos de consumo masivo no eran de gran calidad
ni se exportaban, eran suficientes para abastecer a la población que no conocía
ni la pobreza ni la miseria como se vivía en los países capitalistas
desarrollados. Para la época que Jimmy Carter asume la presidencia de los
Estados Unidos, la Unión Soviética se había convertido en un poderoso país
industrializado, con desarrollos tecnológicos superior al imperialismo como fue
el caso del sector aeroespacial, la fabricación de maquinarias para la
industria pesada, la fabricación de turbinas para las presas y represas
hidroeléctricas, los camiones de alta potencia para las industrias extractivas;
en la actividad naval tenían buques rompehielos a propulsión atómica y por
supuesto todo lo relacionado con la industria militar, desde el diseño de
municiones hasta la construcción de los grandes misiles balísticos intercontinentales.
Su economía exportaba bienes de
capital como maquinarias para industria pesada, turbinas para la industria
hidroeléctrica y sobre todo materias primas para industrias de alta tecnología
como la nuclear, donde la República Federal Alemana era el principal comprador
del uranio enriquecido y del gas natural soviético .
La economía soviética al
garantizar educación para todo el pueblo, creó una grandiosa red de ingenieros
de todas las ramas del saber que la convirtieron en el país con más profesionales
de esta rama de ciencia en todo el mundo. Por esos años, en toda la Unión
Soviética había más médicos y camas por hospitales para atender a los enfermos
que en los Estados Unidos, cuyo sistema privado era un lujo que sólo podían
darse aquellos que tuvieran suficiente dinero para costearse un tratamiento.
El crecimiento económico del PBI
soviético, que tenía otra metodología y otra estructura con relación al de
Estados Unidos, que seguía las recomendaciones del FMI, nunca tuvo crecimiento
negativo como tuvieron el imperio
estadounidense y otros países capitalistas desarrollados. ¿Cuál era la
diferencia principal? Los soviéticos a su PBI lo llamaban Producto Social
Global (PSG) tal como Marx lo denominó a la producción total de los bienes de
producción y los bienes de consumo. Estas grandes divisiones con las Marx
construye PSG soviético en sus años de existencia. Lo fundamental era que el
sector de bienes o medios de producción debía superar en todo momento a los de
los bienes o medios de consumo. Es así que durante muchos años los ciudadanos
soviéticos que tenian buenos ingresos, se encontraban con que no podían comprar
cosas elementales porque escaseaban, o no se fabricaban o su producción se
consumía muy rápida. De ahí la increíble contradicción que mientras podían
construir naves espaciales, satélites artificiales, cohetes, submarinos y
buques atómicos, máquinas-herramientas, no podían abastecer de los productos
elementales para los ciudadanos comunes. Esto el imperialismo lo sabía al
dedillo y buscó todas las formas de debilitar la economía soviética,
arrinconarla, torcerle el brazo y demolerla.
Desde el punto de vista militar,
desarrollo soviético en esta área fue un gigantesco sacrificio para el gobierno
y para el pueblo soviético porque las experiencias de la guerra civil que
siguió a la Revolución de Octubre y las pérdidas descomunales que sufrió
durante la Segunda Guerra Mundial, tronaba como una alerta permanente en la
dirigencia de la Unión Soviética y había que estar preparado para lo peor. Es
así que gracias al trabajo en investigación y a los recursos con que contaban,
pudieron alcanzar y superar al imperialismo en materia de armamentos tanto
convencionales como nucleares, lo suficientemente poderoso para impedir que la
OTAN se lanzara a nuevas aventuras. Haber alcanzado una paridad estratégica con
los Estados Unidos fue un éxito de incalculable valor histórico que hizo
enterrar los planes agresivos de los imperialistas que querían tomarse revancha
de la derrota en la guerra contra la Alemania nazi, país que fue armado por las
potencias occidentales, precisamente para aniquilar a la Unión Soviética. El
imperialismo por tal motivo, vio a los soviéticos como una amenaza a su
seguridad, la cual se ponía en evidencia con todo el fuego de la propaganda
cada año en que se discutía el presupuesto y dentro de éste, cuánto sería lo
destinado a gastos de defensa.
Desde el punto de vista
ideológico, la confrontación contra la Unión Soviética quedó plasmada en el
discurso que pronunciara en la base naval de Annapolis el 10 de junio de 1978,
donde el presidente Carter lanzó sus acusaciones contra la política exterior
soviética debido a sus “designios expansionistas” y por el apoyo decidido que
tuvo en el respaldo a la participación de las fuerzas armadas cubanas en las
guerras de liberación de algunos países africanos contra sus antiguas colonias,
como en Angola y Mozambique. Consideramos necesario analizar en detalle este
discurso que marcó la política exterior de la Administración demócrata durante
esos años que de un período de distensión terminó en la guerra fría total.
Carter empezó destacando la
cooperación con la URSS, con que fueron aliados en la guerra contra el fascismo
alemán y japonés, que los Estados Unidos prestaron ayuda a los soviéticos a través
de sus navíos por la ruta a Murmaks, que las perspectivas de las negociaciones
para la firma del tratado SALT II eran buenas. Pero a continuación comenzó a
hablar sobre los temas que los halcones imperialistas de la guerra querían
escuchar ya que el discurso lo pronunció en la base militar de la Academia
Naval, poniendo énfasis en las “diferencias
significativas entre nosotros. ¿Cuáles son esas diferencias?”
Según Carter esas diferencias son: “Para la Unión Soviética, la distensión parece significar una lucha agresiva continua para obtener ventajas políticas y una mayor influencia en una variedad de maneras. La Unión Soviética aparentemente ve el poder militar y la ayuda militar como la mejor manera de ampliar su influencia en el exterior. Obviotanamente, las zonas de inestabilidad en el mundo proporcionan un objetivo tentador para este esfuerzo, y con demasiada frecuencia parecen listos para explotar cualquier oportunidad.” Esto era inevitable ya que la URSS tenía sus fronteras rodeadas por las bases militares de la OTAN en Europa y de los Estados Unidos en Japón, Gran Bretaña en la isla Diego García y la alianza con China era un cuadro peligroso para la URSS. Que quería el Sr. Carter, ¿Qué no se defendiera? El territorio soviético fue devastado por la guerra y como muy bien aseveró Carter en ese discurso murieron 20 millones de soviéticos y claro que no deseaban la guerra. Carter no hizo ninguna mención a los planes elaborados por el Pentágono en las décadas del cuarenta, cincuenta y sesenta sobre el bombardeo nuclear de la URSS. La memoria soviética tenía muy fresca el derribo del avión espía U-2 en 1960 que fue una agresiva provocación a la URSS y una flagrante violación del espacio aéreo y de la soberanía soviética y de las normas del derecho internacional.
Más adelante afirmaba: “Para otras naciones de todo el mundo, la escalada
militar soviética parece ser excesivo, más allá de cualquier requisito legítimo
de defenderse o defender a sus aliados. Durante más de 15 años, han mantenido
este programa de crecimiento militar, invirtiendo casi 15 por ciento de su
producto nacional bruto total en materia de armamentos, y este crecimiento
sostenido continúa”. Es lo que dijimos más arriba, los requerimientos
defensivos de la Unión Soviética estaban justificados por el cerco imperialista
destinado a reconquistar Rusia y hacer lo que no pudieron los fascistas
hitlerianos. No era una cuestión de armarse porque sí: las amenazas del
imperialismo eran reales y había que estar bien preparado para defenderse y
defender a sus países aliados de Europa y otras regiones. Si el imperialismo se
armaba hasta los dientes, modernizando su flota marítima, aérea y submarina,
Carter pensaban que los soviéticos se iban a quedar mirando y sin hacer nada.
Eso era una falta total de perspicacia y de conocimiento de la política
exterior.
Carter habló del plan soviético que durante más de 15 años se estuvieron
armado. Lo que nunca dijo y escondió muy bien fue que a partir de este discurso
de Annapolis, empezó a configurarse la alianza con la República Popular China y
que rienda suelta permitiendo que la OTAN comience su proyecto también a 15
años para el pertrechamiento de hombres y armas que incluye 1.300 aviones,
18.000 misiles antitanques y 5.000 tanques y que además contemplaba combatir a
las fuerzas que contaban con el apoyo y respaldo soviético y cubano como fue el
caso de Jonas Savimbi quien dirigiendo la Unidad Total para la Liberación de
Angola (UNITA) se oponía al Movimiento para la Liberación de Angola (MPLA) de
Agostino Neto, lo que desató una guerra civil con participación del gobierno
racista de Sudáfrica.
Siguió hablando y le tocó el turno a los derechos humanos que fue una forma
de intromisión en asuntos internos soviéticos porque hablar de libertad para
los enemigos de la libertad no tiene ningún sentido y además porque permitir la
existencia de partidos que la Revolución barrió del mapa, no era otra cosa que
permitir la reinstalación de la burguesía, de la vieja monarquía zarista cuyos
descendientes por línea indirecta (ya que la familia real había sido ejecutada
por completo) reclamaban el trono de la Rusia Imperial. Y Carter lo decía de
esta manera que irritó al gobierno soviético: “El abuso de los derechos humanos
básicos en su propio país, en violación del acuerdo al que se llegó en
Helsinki, les ha ganado la condena de personas de todo el mundo que aman la
libertad. Por sus acciones, que han demostrado que el sistema soviético no
puede tolerar ideas o nociones de oposición leal y la libre circulación de los
pueblos expresados libremente.”
Después habla del mito de que la URSS tiene como objetivo la exportación de
la revolución:
“La Unión Soviética se intenta exportar una forma totalitaria y represiva
del gobierno, lo que resulta en una sociedad cerrada. Algunas de estas
características y objetivos de crear problemas para la Unión Soviética. Ha sido
una norma histórica de la URSS que así como jamás exportó su revolución se
opuso vehementemente y en todos los foros internacionales a la importación de
la contrarrevolución, que fue lo que hizo Estados Unidos con el derrocamiento
de Mossadeq en Irán, de Jacobo Arbenz en Guatemala, la invasión militar en la
República Dominicana en 1965, en Chile para derrocar a Salvador Allende en
1973. De la imposición del modelo estadounidense a sangre y fuego, Mr. Carter
no dice nada como siempre.
Carter intenta crear una imagen que la URSS nunca tuvo: “Fuera de un bloque
muy controlado, la Unión Soviética tiene relaciones políticas difíciles con
otras naciones. Sus lazos culturales con los demás son pocos y deshilachados.
Su forma de gobierno es cada vez mensos atractivo para otras naciones, por lo
que los grupos incluso marxistas-leninistas ya no se ven en la Unión Soviética
como un modelo a imitar”. Esto fue totalmente falso debido a que esos grupos
seguían precisando de la ayuda soviética y en abril de 1978 había triunfado la
Revolución afgana que parece que Carter no se había dado cuenta del tipo de
gobierno que se había instalado.
A continuación Carter habla del papel que desempeñaba Cuba en el movimiento
de países no alineado que el presidente estadounidense no parecer saber que
significa ser no alineado, ya que para presidirlo, debió ser elegido por sus
integrantes o por su gran mayoría. Y Carter despotricaba por preocupaciones que
nunca existieron en ese conglomerado de países:
“Muchos países se están volviendo muy preocupados de que el movimiento no
alineado está siendo subvertido por Cuba, que obviamente está estrechamente
alineado con la Unión Soviética y depende de los soviéticos para el sustento
económico y para los militares y la orientación política y la dirección”.
Uno podía recordarle a Carter que el régimen racista de Sudáfrica siendo no
alineado y no pertenecía a este grupo de países por su política del apartheid,
era sostenido económica y militarmente por los Estados Unidos ayudándole a
mantener un salvaje aparato represivo para combatir a la guerrilla del Congreso
Nacional Africano y aun Nelson Mandela seguía encarcelado junto a otros
miembros del CNA y del poderoso Partido Comunista Sudafricano.
Le dedica a continuación a los problemas económicos soviéticos afirmando que a pesar de ser la segunda economía más grande del mundo, su crecimiento se está desacelerando y que el nivel de vida de los soviéticos no se compara con otras naciones. Pura propaganda ya que la estadística revela que dicha desaceleración se dio a partir de 1982/83 y que el ritmo de crecimiento de la economía soviética era más elevado que en muchos países capitalistas desarrollados e incluso más que en Estados Unidos.
En otro párrafo comete un feroz desatino al decir que: “Nosotros, en
nuestro país estamos en una posición mucho más favorable. Nuestra base
industrial y la productividad son incomparables. Nuestra capacidad científica y
tecnológica es superior a todos los demás. Nuestras alianzas con otras naciones
libres”. La Unión Soviética también tenía una poderosa y tecnificada base
industrial que podía competir con la de los Estados Unidos no sólo en el campo
militar sino en la industria aeroespacial, de la que eran pioneros, sino
también en maquinaria pesada, construcciones navales, aviones de gran porte,
camiones de carga. Para 1980 Naciones Unidas había establecido que el 40% de
los científicos del mundo eran soviéticos.
La parte más importante de su
discurso es cuando define los objetivos de la política exterior de los Estados
Unidos hacia la Unión Soviética. Los elementos principales pronunciar por
Carter fueron los siguientes:
“Vamos a seguir
manteniendo la fuerza nuclear equivalente, porque creemos que, en ausencia de
desarme nuclear a nivel mundial, tal equivalencia es el menos amenazante y la
situación más estable para el mundo”. Esto es lo que muchos politólogos e
investigadores denominaron el equilibrio del terror como una forma de asegurar
a través del incremento y del poderío de las armas nucleares, que ninguno se
atreverá a utilizarlas, manteniéndose un estado de paridad tal que sabiendo la
capacidad que tienen de destruirse mutuamente, este equilibrio al filo de la
navaja, coadyuva a evitar el inicio de una guerra atómica. El equilibrio del
terror es definida por el conocido especialista italiano Norberto Bobbio en
estos términos:
“En cuanto doctrina de las relaciones
internacionales, la doctrina del
equilibrio del terror (balance of terror) recoge, repite, prolonga y, si acaso,
conduce a sus consecuencias extremas la tradicional doctrina del equilibrio de
poderes (balance of powers), según la cual el único modo para mantener una paz
relativa entre entes respectivamente independientes en una situación
considerada permanentemente conflictiva es el equilibrio de fuerzas"[1].
El segundo elemento de su plan hacia la Unión Soviética fue mantener el
gasto militar en forma prudente y sostenido: “Vamos a mantener un nivel
prudente y sostenido del gasto militar, introducido a una OTAN más fuerte, más
fuerzas móviles, y su presencia no ha disminuido en el Pacífico. Nosotros y
nuestros aliados debemos y seremos capaces de afrontar cualquier reto inmediato
para nuestra seguridad de cualquiera de las fuerzas nucleares estratégicas o de
las fuerzas convencionales delanteras. América tiene la capacidad para cumplir
este compromiso sin sacrificio excesivo por parte de nuestros ciudadanos, y que
el compromiso con la fuerza militar será honrado”.
Fueron palabras premonitorias porque hay varias cuestiones que debemos ver
más en detalle. En primer lugar, el gasto militar aumento considerablemente a
partir de 1979 como consecuencia de la no ratificación del tratado SALT II y a
los fines de cumplir con esos objetivos. En segundo lugar, fortalecer a la
OTAN, como lo indicamos más arriba, es un momento donde ya se estaban
elaborando los planes para la instalación OTAN en diciembre de 1979. En tercer
lugar; la idea de fuerzas más móviles y capaces de movilizarse en forma
inmediata, es un claro indicio de el Pentágono venía trabajando en la
posibilidad de crear una unidad especial que más tarde se la llamó “Fuerza de
Despliegue Rápido” (FDR). En cuarto lugar, establece que todo requerimiento o
solicitud del departamento de Defensa será satisfecho, poniendo como eje
central del presupuesto federal los gastos militares en todo concepto.
Preocupado por la situación en África debido a las luchas liberadoras de varios países para acabar con el colonialismo de las potencias europeas y que son firmes aliados de los Estados Unidos, Carter habló como si fuese un presidente cuyo país no tuvo nada que ver en el mantenimiento de la explotación y el saqueo de las riquezas africanas. Parece un comunista hablando de esta forma y es por eso que algunos lunáticas militaristas e imperialistas lo llamaron el marxista Carter:
“En África, nosotros y nuestros amigos africanos queremos ver un continente que está libre de la dominación de las potencias extranjeras, libre de la amargura de la injusticia racial, libre de conflictos, y libre de las cargas de la pobreza y el hambre y la enfermedad. Estamos convencidos de que la mejor manera de trabajar hacia estos objetivos es a través de políticas afirmativas que reconozcan las realidades africanas y que reconocen sus aspiraciones”.
El siguiente párrafo de su discurseo está dedicado a la presencia cubano y soviética en las luchas liberadoras en Etiopía, Angola y Mozambique, luchas internacionalistas que el gobierno cubano se jugó todo su prestigio, capacidad de movilización, destreza y habilidad e inteligencia de sus cuadros militares. El imperialismo nunca se imaginó un grado de compromiso tan grande como de Cuba hacia esas naciones africanas a la que ayudó de manera decisiva a derrotar a los ejércitos colonialistas y la contrarrevolución interna.
“La participación militar persistente y cada vez mayor de la Unión
Soviética y Cuba en África podría negar esta visión esperanzadora. Estamos
profundamente preocupados por la amenaza a la paz regional ya la autonomía de
los países en los que estas tropas extranjeras parecen permanentemente a estar
estacionadas. Es por eso que he hablado sobre este tema en la actualidad. Y es
por eso que el pueblo estadounidense a apoyar los esfuerzos de África para
contener tales intrusiones, como lo hemos hecho recientemente en el Zaire”. Más
claro imposible. Ayudó y sostuvo en el poder al dictador Mobutu con lluvia de
dólares, armas, instructores militares, convirtiéndolo en uno de los
principales baluartes del anticomunismo en África y usar su país como base para
las agresiones contra sus vecinos, provocando una guerra durante treinta años.
Y el Sr. Carter hablaba de mantener la paz. De no haber sido por la presencia y
existencia de Cuba como muy bien lo reconoció y agradeció Nelson Mandela a
Fidel Castro el fin del apartheid que Estados Unidos contribuyó a sostener,
difícilmente se hubiera producido.
Después le pidió a la Unión Soviética a unirse a los Estados Unidos para
coordinar esfuerzos con vistas a encontrar una “solución pacífica y una
transición rápida al gobierno de la mayoría en Rhodesia y en Namibia” como así
también en otros países
Termina su discurso haciendo un llamado para “evitar la proliferación de
armas nucleares entre esas naciones no ahora que tienen esta capacidad”; que
van a seguir negociando el acuerdo de limitación de armamentos estratégicos que
justo un año después en Viena daría origen al SALT II que terminó en la nada
porque la parte estadounidense no ratifico le tratado.
Finalmente lanza un desafío a la Unión Soviética instándola a que elija entre la confrontación o la cooperación para lo cual les dice que los Estados Unidos “se prepara adecuadamente para satisfacer una u otra opción.”
Con este discurso, Carter pretendió negociar con los soviéticos desde posiciones de fuerza utilizando el lenguaje de la guerra fría cuando estaban en marcha las tratativas por un nuevo acuerdo de limitación de armamentos estratégicos. Habló de resolver todas las controversias sin apelar a la violencia cuando sostenía a sangre y fuego a la dictadura terrorista y fascista de Anastasio Somoza brindándole todo tipo de equipo militar que la guardia nacional de Nicaragua utilizaba para reprimir al pueblo y al Frente Sandinista. Toda América Latina estaba gobernada por dictaduras militares apoyadas y financiadas por los Estados Unidos que llenaban las cárceles de presos políticos, mandaban al exilio a miles, asesinaban a montones, mediante el terror más despiadado y al Sr. Carter le preocupaba la presencia militar de Cuba en Etiopía en la guerra de Ogadén, pero lo que sucedía al sur del río Bravo, bien cerquita de sus fronteras no decía una palabra. Sobre América Latina no dijo nada y los derechos humanos que promovía en defensa de la libertad, importaba sólo en la Unión Soviética y en otros países socialistas.
El problema principal que se escondía tras el discurso de James Carter y
que ocultaba y minimizaba, era la fuerza ideológica que representaba la Unión
Soviética en el mundo; el modo de vida socialista, la idea de la revolución y
la posibilidad de construir una sociedad alternativa al capitalismo, era el
principal desafío político con se enfrentaba el imperialismo en aquellos años y
ellos, los diseñadores de la propaganda exterior de los Estados Unidos, lo
sabían perfectamente y tenían muy en claro la importancia que tenía la Unión
Soviética en esa época.
La configuración de una alianza militar entre Estados Unidos, la OTAN y China puso a los soviéticos en estado de alerta máxima porque se sentía rodeada por poderosos enemigos y se lo hicieron saber al mismo presidente Carter al día siguiente de su discurso en Annapolis.
La visión que los Estados Unidos tenían sobre la Unión Soviética era común
a todas las administraciones y la de Carter no era una excepción: un enemigo
duro que había que combatirlo en todos los frentes.
Para terminar esta sección, vayamos a la cita que encabeza la visi´n de
los Estados Unidos sobre la Unión Soviética. En un discurso pronunciado en la
Universidad de Harvard, Cyrus Vance, el primer secretario de Estado de Jimmy
Carter y que renunciara al cargo luego de conocerse el estrepitoso fracaso de
la operación de rescate de los rehenes en Irán, llegó a la conclusión de que
era necesario obligar al gobierno de los Estados Unidos a que acceda a
reconocer el derecho que le correspondía a la entonces Unión Soviética el
derecho a gozar de derechos equitativos en los asuntos internacionales. Claro,
el muy arrepentido lo dijo cuando se fue del gobierno pero cuando estuvo
dentro, no hizo nada para concederle ese tratamiento. Recordemos sus palabras
pronunciadas el 5 de junio de 1980 y reproducidas por el New York Times:
La administración
Carter creyó que podía hablar con los soviéticos y sus aliados desde posiciones
de fuerza con la idea de imponerle una superioridad militar que acompañada de
las afirmaciones de que la URSS mentía en todas sus declaraciones y propuestas,
constituía todo un conjunto de elementos que formaron parte de la guerra
psicológica del imperialismo en que se incluía la presión económica a través
del embargo para la exportación de cereales, para la importación de equipos de
alta tecnología, discriminarla comercialmente, medidas que finalmente
resultaron un boomerang porque terminaron perjudicando a los propios productores
de granos norteamericanos.
3) El Tratado de Limitación de Armamentos Estratégicos (SALT II)
El acuerdo alcanzado para el
Segundo Tratado de Limitación de los Armamentos Estratégicos Ofensivos (SALT
II) firmado en Viena con la entonces Unión Soviética representado por Leonid
Brezhnev, Secretario General del CC del Partido Comunista la y Presidente del
Presidium del Soviet Supremo de la URSS, el 18 de junio de 1979 fue el logro
más importante entre las dos superpotencias durante la presidencia de Carter.
Desgraciadamente, los círculos más imperialistas y militaristas de los Estados
Unidos dentro y fuera del Congreso promovieron una feroz campaña contra el
tratado, negándose desde su inicio a no ratificarlo jamás porque, de acuerdo a
los falaces argumentos de los senadores de ambos partidos que se unieron en
santa alianza para boiotear este tratado, los Estados Unidos había hecho
demasiadas concesiones a los soviéticos y que de ser ratificad iba a provocar
un serio debilitamiento de la seguridad nacional del imperio USA, lo cual no
era cierto cuando veamos los datos de las negociaciones de los diferentes tipos
de armas que se limitaron. El año 1979 había sido un año terriblemente duro
para el imperialismo por la derrota sufrida en Irán cuya revolución los sacó de
una zona rica en recursos energéticos, en Afganistán una revolución había
derrocado el poder feudal y faltaba apenas un mes para a la victoria del Frente
Sandinista en Nicaragua. En ese marco tan adverso para las posiciones
dominantes del imperialismo, resultaba inaceptable e inconcebible firmar
semejante tratado con la Union Soviética. Sin embargo, los acontecimientos se
dieron de un modo que desesperaron al gobierno de Jimmy Carter quien encontró
en la crisis de Afganistán con la intromisión soviética a finales de diciembre
de 1979 el pretexto y la respuesta del presidente Jimmy Carter para retirar del
Congreso el tratado cuando se prestaba a iniciar su debate y por lo tanto nunca
fue ratificado por el Capitolio de los Estados Unidos
Cuando se firmó el SALT II la
comisión para asuntos exteriores del Senado de los Estados Unidos emitió una
declaración en noviembre de 1979 en la que apoyaba el acuerdo decía: “El
objetivo principal del Tratado entre EE.UU. y la URSS sobre la limitación de
los armamentos estratégicos ofensivos y el protocolo anexo al mismo, aunados
bajo el nombre de SALT-2 sirve a los intereses de los EE.UU. en el terreno de
la seguridad nacional y la política exterior y los protege”.
Por su parte, el Comité de
Servicios Armados del Senado de los Estados Unidos acordó en forma unánime,
recomendar a la Cámara Alta la no ratificación del tratado con la Unión
Soviética sobre la limitación de los armamentos estratégicas ofensivo (SALT
II). Este comité está compuesto mayoriariamente por expertos considerados
“duros”. Por diez votos a favor y ninguno en contra, dichos senadores aprobaron
un informe en el que manifiestan que el acuerdo suscrito con los soviéticos no
favorece la seguridad nacional norteamericana. Según el comité, el acuerdo firmado
con la Unión Soviética es equívoco, imperfecto e inverificable, además de
ambiguo. El Comité de Servicios Armados declara la necesidad de realizar
cambios sustanciales en el acuerdo bilateral, en salvaguarda de «los intereses
comunes en materia de defensa», precisó el informe. El comité declara que es
esencial la realización de esas reformas en el tratado. Así informaba el diario
español El País en su edición del 21 de diciembre de 1979, seis días antes de
que los soviéticos entraran en Afganistán dándoles a los imperialistas la
excusa que buscaban para no ratificar este acuerdo.
Este Comité no tenía fuerza legal
sobre el Tratado, dada la composición de sus miembros tenía una enorme
influencia en la toma de decisiones sobre los demás integrantes del Senado
respecto a la qué posición debería tomar: si aceptaba los acuerdos y los
argumentos del entonces Secretario de Defensa, Harold Brown o se decidían por
rechazarlo de plano. Harold Brown al inicio de los debate afirmaba: “Estados
Unidos está capacitado para darse cuenta de cualquier incumplimiento del
acuerdo por parte de la URSS, con tiempo suficiente para reaccionar
adecuadamente a la amenaza”.
El presidente de este Comité John
Stennis (demócrata por Mississippi, que debería apoyar las política de su partido)
fue el que encabezó su oposición al tratado, declarando votar en contra del
pacto firmado en Viena por Jimmy Carter y Leonid Brezhnev, logando obtener el
apoyo de los representantes republicanos ultraconservadores Tower y Barry
Goldwater (por Texas y Arizona respectivamente) para dar su voto negativo. Pero
no solo estuvo el senador demócrata Stennis a la cabeza de la oposición contra
el SALT II, también se unió Henry Jackson en calidad de vocero del complejo
militar-industrial quien no solo rechazó los acuerdos SALT I y SALT II, sino
que boicoteó todo tipo de relaciones entre los Estados Unidos y la Unión
Soviética cualquiera sea el nivel y tipo de vínculo que pudieran establecerse.
Los argumentos esgrimidos fue la situación de los derechos humanos de los
disidentes soviéticos, un motivo absolutamente falaz porque dichos “disidentes”
fueron activistas financiados y sostenidos por los mismos Estados Unidos para
presentarlos como supuestos luchadores de las libertades y de la democracia ya
que coincidía con la política global de Carter sobre esa cuestión que no era
otra cosa que entorpecer las relaciones entre ambos países y como un modo muy
efectivo para impulsar el anticomunismo en toda la línea de su política
exterior, calificando toda acción o decisión de la Unión Soviética como una
manifestación de su expansionismo y esto era la base de lo que la propaganda
imperialista llamaba la “amenaza comunista”.
No es casual la durísima oposición
del Senado dado que ahí se encuentran los sectores que representan los
intereses más imperialistas y militaristas de los monopolios de los Estados
Unidos, sectores que creen que la firma del tratado implica un debilitamiento
de la posición del imperio frente a la Unión Soviética en el sentido de
reducirse sus posibilidades de ampliar sus sistemas de defensa, de creer
disminuir los gastos militares, los contratos para los consorcios fabricantes
de armas por las limitaciones que les imponen el acuerdo, con lo cual, en
definitiva, significó una reducción de las ganancias de estas multinacionales
de la guerra- Como pudimos ver dos estamentos del mismo Senado de los Estados
Unidos tuvieron posiciones diametralmente opuestas, triunfando los sectores más
militaristas contando con la propia ayudita soviética que, sin quererlo, exacerbaron
al máximo los espíritus anticomunistas de muchos senadores estadounidenses.
Dada la importancia que tuvo este
acuerdo, vamos a detallar los principales puntos que se establecieron pero que
lamentablemente nunca entró en vigor debido a que el Senado de los Estados
Unidos nunca lo ratificó y en segundo lugar, el presidente Carter lo enterró
definitivamente como represalia por la intervención soviética en los asuntos de
Afganistán. No obstante, fue el acuerdo más importante que la presidencia
Carter firmó con su par soviético en un tema de elevada trascendencia ya que
fue el resultado de casi siete años de duras negociaciones de marchas y
contramarchas cuando caducó el primer tratado SALT y por la que pasaron tres
presidentes de los Estados Unidos (Nixon, Ford y Carter). Estos tratados, como
su nombre lo indica, pone límites a la cantidad que cada parte puede disponer
de los armamentos estratégicos ofensivos, básicamente los nucleares en sus
diversas formas y sistemas de emplazamiento. En los tratados SALT no se tuvo en
cuenta a las fuerzas convencionales ya que formaron parte de otro tipo de
tratativas y negociaciones entre las partes, sobre todo, a las fuerzas que
estuvieron desplegadas en Europa.
3.1) Características y puntos
fundamentales del tratado SALT II
El tratado SALT II como su nombre
lo indica fue básicamente un acuerdo de limitación de los armamentos
estratégicos ofensivos que podía disponer los Estados Unidos y la Unión
Soviética en sus territorio como así también en submarinos, es decir, no apuntaba
al desarme completo, sino a un ritmo de fabricación más lento, como una manera
de contener la carrera armamentística de los medios de destrucción masiva. En
esos años, ya se usaba ese concepto (los soviéticos hablaban de “armas de
exterminio masivo o en masa), pues el poderío nuclear que ambos países poseían
a la firma del tratado representaba el 70% de los arsenales atómicos mundiales
y el dato que más impacta es que el poder destructivo de dichos arsenales
equivalían a 60 kilotones de los países de la OTAN y el Pacto de Varsovia. ¿Qué
significa esto? Significa que un misil balístico intercontinental (ICBM, por
sus siglas en inglés: Inter Continental Balistic Missile) del tipo SS-18
soviético tal como lo identifican en Occidente está equipada con 10 ojivas MIRV
(vehículo de reentrada múltiple contra objetivos independientes) cada uno de los cuales tiene una diabólica capacidad
de destrucción de unps 1.000 kilotones, por lo tanto su poderío total de 10.000
kilotones lo convierte en un arma terrible. Si lo comparamos con la bomba
atómica de Hiroshima que “solo” tenía 20 kilotones y arrasó a toda la ciudad
que ni la mente más imaginativa puede llegar a describir lo que un misil de
estas características hubiera podido aniquilar. Se sabía que cualquier ataque
nuclear podía causar 100 millones de muertos.
En el
Cuadro II presentamos, la estructura militar en cuanto al personal en servicio
y a las fuerzas que disponían ambos país al momento de firmarse el Tratado
evidencia dos conceptos, dos ideas completamente diferentes del modo de encarar
la guerra: para los Estados Unidos siempre lo decisivo es el poder aéreo y
tienen toda una doctrina de esta postura. De ahí la enorme cantidad de aviones
tácticos (faltan los estratégicos capaces de llevar armares nucleares). Por el
lado soviético, su doctrina afirma que el arma principal son los cohetes y
proyectiles como medida defensiva y de disuasión ante un inminente ataque del
imperialismo y por las enseñanzas de la Segunda Guerra Mundial las fuerzas
desplegadas en tierra son las más importantes y las que definen el combate
estratégico. Por esa razón, se advierte la enorme cantidad de hombres, de
tanques y artillería.
CUADRO I: ESTRUCTURA MILITAR ESTADOS
UNIDOS/URSS 18/06/1979
TIPO DE ARMA
|
ESTADOS UNIDOS
|
UNIÓN SOVIETICA
|
1) Personal uniformado
|
2.026.000 hombrs
|
4.400.000 hombres
|
2) Aviones tácticos
|
5.364
|
8.0000
|
3) Artillería de combate
|
1.700
|
20.000
|
4) Portaviones
|
13
|
2
|
5) Tanques
|
12.100
|
50.000
|
6) Cruceros, destructores. Fragatas
|
161
|
284
|
7) Submarinos de ataque
|
85
|
195
|
Utilizando
como fuente el libro “EE.UU: Economía política y militarización de la economía”
el cuadro sobre el balance nuclear vemos que los bombarderos estratégicos de
Estados Unidos en 1978 eran 412 y en 1979 aumentó en pequeña cantidad a 414;
mientras que los soviéticos bombarderos estratégicos mientras que los
soviéticos tenían respectivamente para esos años 204 y 221 (página 278)
CUADRO II: ARSENALES ESTRATEGICOS DE LOS
ESTADOS UNIDOS
Y LA UNION SOVIETICA Y LO QUE PROPONIA EL
TRATADO SALT II
ARSENAL ESTRATÉTICO
EE.UU. AL 18/06/1979
|
ACUERDOS ESTABLECIDO POR EL SALT II
|
ARSENAL ESTRATEGICO DE LA URSS 18/06/1979
|
2.060
|
Máximo de 2.250.
Para todos los
sistemas estratégicos de lanzamiento nuclear
|
2.570
|
1046
|
Máximo de 1.320.
Para todo tipo de
misiles MIRV
|
975
|
1046
|
Máximo de 1.200.
MIRV, SLBM e ICBM
|
725
|
550
|
Máximo de 820.
MIRV ICBM
|
600
|
0
|
Congelados al nivel
existente.
Todos los MIRV ICBM
pesados (como el soviético SS-18)
|
308
|
Notas
aclaratorias:
1)
MlRV: Múltiple Independently targetable
Re-entry Vehicle (cohetes con múltiples cargas nucleares dirigidas a varios
blancos individuales o independientes).
2)
MIRV SLBM: Sea Launched Ballistic Missile (cohetes lanzados desde submarinos
con cargas MIRV).
3)
MIRV ICBM: Intercontinental Ballistic Missile (cohetes intercontinentales con
cargas MIRV).
4)
SS-1B: el más poderoso ICBM soviético armado hasta con 10 MIRV de 1.000
kilotones de carga nuclear al firmarse el SALT II.
Fuente: Elaboración propia sobre la
base de datos de Gustavo Lagos. SALT II y las élites de la muerte. Comentario
Internacional. Mensaje Número 280, julio de 1979.
De este cuadro se deprende que
había dos grandes cuestiones en el SALT II: las limitaciones y las
prohibiciones. En cuanto a las limitaciones abarcaba los siguientes armamentos
estratégicos ofensivos:
a) Rampas de Lanzamiento de misiles
balísticos intercontinentales, de misiles lanzados desde submarinos,
bombarderos pesados: hasta 2.400 y 2.250 desde el 01/01/1981, que no se alcanzó
porque la parte norteamericana no ratificó el tratado.
b) Rampas de lanzamiento de misiles
balísticos intercontinentales con MIRV: a 820
c) Rampas de lanzamiento de misiles
balísticos intercontinentales y misiles lanzados desde submarinos con MIRV: a
1.200
d) Rampas de lanzamiento de misiles
balísticos intercontinentales con MIRV, bombarderos pesados con misiles
cruceros: a 1.320.
Se prohíbe:
a) Construir rampas de lanzamiento
de misiles balísticos intercontinentales adicionales; modificar rampas de
lanzamiento de misiles balísticos intercontinentales ligeros en rampas de
lanzamiento de misiles pesados;
b) Aumentar el número de ojivas en
los tipos de misiles balísticos intercontinentales existentes.
c) Realizar ensayos y despliegue de
misiles balísticos lanzados desde submarinos con más de 14 ojivas.
d) Tener en los tipos de
bombarderos pesados existentes más de 20 misiles crucero de alcance; tener como
promedio más de 28 misiles crucero de gran alcance en cada bombardero pesado
capaz de llevar esos misiles.
e) Crear, ensayar y desplegar
nuevos tipos de misiles balísticos intercontinentales, salvo un nuevo tipo de
misil ligero, rampas de lanzamiento móviles de misiles balísticos
intercontinentales pesados.
Siguiendo el análisis del cuadro III,
el total de armamentos estratégicos ofensivos, es decir, rampas de lanzamiento
de misiles balísticos intercontinentales (ICBM), de los misiles balísticos
lanzados desde submarinos (SLBM) y los bombardeos pesados o estratégicos, el
SALT II estipulada reducirlos de 2.400 a 2.250 a partir del 1º de enero de
1981. Pero debido a que el Senado de los Estados Unidos nunca ratificó el
tratado estos niveles de paridad no pudieron alcanzarse.
En este tratado se acordó por
primera vez las cantidades máximas para las cargas nucleares, es decir, en la
cantidad de ojivas en los misiles balísticos como así también en la cantidad de
los misiles cruceros con un alcance superior a los 600 kilómetros emplazados en
los bombarderos pesados. Se acordó que la cuestión de los misiles cruceros de
gran alcance con emplazamiento naval y terrestre se negociarían posteriormente.
Uno de los puntos más importantes
del acuerdo SALT II fue el topo de 1.320 unidades para cada una de las partes
relacionados con los misiles balísticos intercontinentales y con los armados en
submarinos con vehículos de reentrada múltiple (MIRV) contra objetivos
independientes, como así también a los bombarderos pesados portadores de
misiles crucero de gran alcance. Esta limitación junto a la máxima cantidad de
cabezas nucleares que podían incorporarse a los vectores, implicaba – en cierta
forma – un intento de controlar el crecimiento desmesurado de los stocks
nucleares de cada parte. En un acápite veremos en detalle este tema porque no
se cumplió en absoluto.
Teniendo en cuenta los topes de 1.320 para los misiles
tipo MÏRV, las partes acordaron no tener más de 1.200 rampas de lanzamientos
para los ICBM y SSBM Una vez alcanzado ese nivel de 1.200 unidades de esos
armamentos, cada una de las partes podían tener sólo 120 bombarderos pesados
con misiles crucero de un alcance superior a los 600 kilómetros. El Tratado
preveía un compromiso recíproco de no realizar pruebas de misiles balísticos
intercontinentales, con excepción de un solo tipo nuevo de estos misiles tanto
para los Estadis Unidos como para la Unión Soviética.
El Tratado SALT II establecía la
prohibición de toda una serie de armamentos estratégicos ofensivos que se hacía
extensiva a los misiles balísticos con un alcance de más de 600 km emplazados
en medios flotantes que no son submarino, como así también a las rampas de
lanzamiento de los mismos. Se prohíbe colocar en la órbita fuera de la tierra
armas nucleares o cualquier otro tipo de arma de exterminio masivo, incluyendo
los cohetes orbitales. Y como medida de garantizar el cumplimiento del tratado,
se establecía la prohibición expresa de utilizar otros países o Estados para
violar las cláusulas que limitaban los diferentes tipos de armas que se
acordaron incluir en este acuerdo.
Las partes signatarias del tratado
SALT II consideraron que la limitación de los armamentos alcanzados se basó en
el principio de paridad e igual seguridad que garantizaba la existencia de un
equilibrio aproximado en el terreno estratégico-militar, en la que no se
buscaba la superioridad militar porque esto llevaría a una carrera armamentista
infernal y descontrolada con resultados imprevisibles en cuando a la seguridad
internacional, a la falta de confianza, a la creación de un clima de tensión e
inestabilidad que podía llevar a un callejón sin salida. Está claro que el SALT
II no fue todo, pero sí fue un gran paso en la limitación de las armas de
destrucción masiva y era lo máximo que se podía conseguir ya que ambas partes
fueron duros negociadores.
El complejo militar industrial de
los Estados Unidos hizo todo lo posible por impedir la ratificación del tratado
en el Senado y encontraron en los sucesos de Afganistán el pretexto justo para
que el mismo presidente Carter que lo había firmado y defendido, ahora enviara
una carta pidiendo al congreso ordenando detener el proceso de ratificación que
ya había sido considerado en la comisión senatorial como el visto bueno. Carter
se puso del lado de los sectores más militaristas y agresivos del imperialismo
borrando sus compromisos internacionales. La reacción soviética sobre la no
ratificación del Senado fue calificar a los Estados Unidos como un socio
inseguro en las relaciones internacionales, como un estado que inducido por
cualquier clase de antojos es capaz de borrar sus compromisos internacionales.
Así se expresaba Leonid Brezhnev al ser consultado por la prensa de su país,
cuyas declaraciones en el diario Pravda fueron publicadas en la primera semana
de enero de 1980.
CUADRO III: LIMITACIONES PRINCIPALES IMPUESTAS POR EL SALT II
ARMA
TIPO DE VECTOR
|
NUMEROS
|
||||||
Para
el 18/06/1979
|
NIVELES
LÍMITE DE LOS AEO
|
Está
desmontado
|
|||||
Según
el SALT I
|
Según
el SALT II
|
||||||
URSS
|
EE.UU.
|
URSS
|
EE.UU.
|
URSS
|
EE.UU.
|
||
RL – MBI
|
1.398
|
1.054
|
192
|
24
|
72
|
||
RL – MBI MIRV
|
608
|
550
|
NO MAS DE 820
|
||||
RL - MBS
|
950
|
656
|
255
|
128
|
|||
RL - MBS MIRV
|
144
|
496
|
16
|
||||
RL – MBI/MBS MIRV
|
752
|
1046
|
NO MAS DE 1.200
|
||||
BP
|
156
|
573
|
21
|
||||
BP CON MC
|
0
|
3
|
|||||
RL MBI Y MBS MIRV, BP CON MC
|
752
|
1046
|
No más de 1.320
|
||||
TOTAL DE AEO (RL MBI, RL MBS,
BP)
|
2504
|
2283
|
2400, Ratifcado 2.250 para el
01/01/81
|
447
|
152
|
93
|
16
|
Las siglas del cuadro significan lo siguiente:
RL: Rampa de Lanzamiento
MBI: Misil balístico intercontinental
MIRV: Vehículo con reentrada múltiple contra objetivos independientes.
MBS: Misil balístico lanzando desde submarino.
BP: Bombardeo pesado.
BP con MC: Bombardeo pesado con Misil Crucero
AEO: Armamentos Estratégicos Ofensivos..
Fuente: Alexei Platonov. Un paso peligro. Agencia de Prensa Novosti,
páginas 15/19, 1986
En este cuadro IV se revela que las limitaciones del Tratado SALT II se
apoyaron en el principio aceptado por ambas partes acerca de la paridad e igual
seguridad y en su conjunto era un equilibrio aproximado que garantizaba su
cumplimiento. Ese equilibrio estratégico era en esencia lo que consagraba este
acuerdo SALT II y eso quedo reflejado en la declaración conjunta sobre los
resultados de la cumbre soviético-estadounidense, celebrada en Viena en julio
de 1979 (un mes después de firmar el tratado) donde se declaraba que cada una
de las partes no aspiraba ni aspiraría a la supremacía militar, porque solo
podía conducir a una inestabilidad peligrosa, engendrando y provocando una
aceleración de la carrera de armamentos, sin contribuir a la seguridad de ambas
naciones. El mencionado principio de parida e igual seguridad apuntaba a dos
objetivos bien determinados:
1) Reducir significativamente la cantidad de armamentos estratégicos
ofensivos.
2) Limitar cualitativamente los armamentos estratégicos ofensivos, en
cuanto a crear, probar y desplegar nuevos tipos de armas ofensivas y modernizar
los existentes.
Estos principios fundamentales para los halcones imperialistas y belicistas
eran una locura de Carter y su equipo de política exterior, terminantemente inaceptables, improcedentes e irrealizables
porque dañaba los negocios de los monopolios de los fabricantes de armas y
porque consideraban que este tratado favorecía al “imperio ruso”. Todos los
argumentos utilizados para enterrar la ratificación del tratado formó parte de
la llamada “histeria antisoviética” porque les importaba el acuerdo intergubernamental,
sino determinadas situaciones de la vida política interna y externa de la URSS
que no tenían ninguna relación con lo acordado el 18 de junio de 1979.
4) El embargo
cerealero
La segunda medida de importancia
que Carter tomó contra la Unión Soviética por su intervención en Afganistán fue
decretar el embargo cerealero prohibiendo todo tipo de comercio no sólo
bilateral sino que llamó a la naciones de Occidente a plegarse a esta medida.
Entre los principales
exportadores de granos a la URSS estaban Canadá, Australia y el Mercdo Común
Europeo, quienes obedecieron la orden del imperialismo de no realizar ninguna
venta a la Unión Soviética. La otra nación con gran peso en el mercado mundial
de granos era la Argentina, que como todos sabemos, en aquellos años la
gobernaba una sangrienta dictadura que afirmaba pertenecer al “mundo occidental
y cristiano”. Sin embargo, la dictadura de Videla no se adhirió porque le
convenía mantener negocios con el único país que compraba en grandes
proporciones nuestra producción de cereales ya que la Argentina prácticamente
estaba bloqueada y la el gobierno militar se encontraba peleado con todos sus
principales aliados y vecino: con Chile por la disputa de las islas al sur del
Canal de Beagle, con Brasil por la hegemonía en América del Sur; con Paraguay
por el problema de la represa de Yacyretá; con Uruguay por la construcción de
Salto Grande; con los Estados Unidos por la política de Carter sobre los
derechos humanos; con la Comunidad Económica Europa por la represión y la
desaparición de ciudadanas francesas y suecas; con los países socialistas por
su ideología marxista-leninista; con Cuba por pretender (según la dictadura
argentina) exportar la revolución en Sudamérica.
Vamos a entrar en algunos
detalles de este asunto dentro de las relaciones entre los Estados Unidos y la
Argentina porque no fue la única cuestión con la que tuvo diferencias políticas
y económicas. También en el proceso de selección de la tecnología para la
televisión en colores que se le exigía a la Argentina para transmitir al
exterior los partidos del mundial de fútbol 1978, la dictadura eligió el
sistema alemán PAL-N por sobre el sistema estadounidense NTSC.
Esta decisión de la dictadura
fascista de no sumarse al embargo internacional contra la Unión Soviético, a la
larga le saldría muy cara a la Argentina porque no cabe duda que los Estados
Unidos la tuvieron muy en cuenta cuando decidieron apoyar al imperio británico
en su campaña militar para reconquistar las Islas Malvinas entre abril y junio
de 1982 y que sorprendió a la Junta Militar porque estaban convencidos que los
Estados Unidos no iba a intervenir y peor aún creían que era verdad lo que el
general Edwards había dicho de Leopoldo Galtieri como “el general majestuoso”.
El plan de la Administración
Carter consistió en boicotear la exportación de unos 17 millones de granos a la
Unión Soviética, para lo cual convocó a una reunión urgente de los principales
productores de cereales del mundo con el fin de que adhieran a la medida del gobierno
estadounidense, en el convencimiento de que esta medida iba a afectar duramente
las necesidades de alimentación de los soviéticos. Apuntaba a crear una especie
de “frente occidental” contra la Unión Soviética y castigarla por intervenir
militarmente en Afganistán. Carter afirmaba que la acción de Moscú era un
peligro para la paz mundial y que era decisiones más condenables desde el fin
de la Segunda Guerra Mundial. La Administración estadounidense pensaba que con
esta medida podía complicarles la vida tanto al gobierno como a los ciudadanos
soviéticos, pero no estimó en sus cálculos que esos 17 millones de toneladas
apenas representaban un 10% del total de la producción agrícola de la Unión
Soviética que en la campaña 1978/1979 cosechó 178 millones de toneladas, siendo
un verdadero éxito en un sector que históricamente fue muy difícil.
Dada la complicada situación
interna y externa de la Argentina, la dictadura decidió no adherirse al bloqueo
cerealero, pero condenando la invasión soviética, lo que puso a Carter los
pelos de punta que le hicieron borrar su dientuda sonrisa. La posición
argentina se basaba en la idea según la cual las sanciones económicas no pueden
servir como medio para ejercer presión o punición en las relaciones políticas y
económicas entre los estados. Carter intentó convencer por todos los medios a
la dictadura a fin de lograr que modifique su posición y se adhiera al boicot.
Apeló a la condición argentina de país occidental, que en la situación actual
se enfrentaba a una cruzada mundial contra el comunismo, que las naciones
comprometidas con la paz no pueden hacer negocios con la Unión Soviética, a la
que calificaba de invasora y de alterar la paz mundial. Este tipo de
apelaciones, si bien fueron tenidas por la Argentina en cuanto a que se
consideraba como un país “occidental y cristiano” (terminología de la doctrina
de la seguridad nacional vigente por aquellos años), no era motivo para cumplir
directivas para las cuales no había sido consultada.
Carter lo único que hizo fue
decir una perorata tras otra, mezclando sentimientos con cuestiones
relacionadas con decisiones fundamentales de política exterior. Se olvida el
presidente estadounidense que su país ayudó y contribuyó al crecimiento militar
de la Alemania nazi y al presidente Roosevelt nunca se le pasó por la cabeza
boicotear o bloquear a Hitler cuando invadieron y ocuparon Checoslovaquia en
marzo de 1939. Recién se dieron cuenta del peligro que representaba la criatura
fascista que engendraron cuando invadieron Polonia. Así es el imperialismo.
Carter no se quedó tranquilo y
utilizando toda la capacidad movilizadora de su diplomacia, envió a fines de
enero de 1980 al comandante de la
Academia Militar de West Point, general Andrew Jackson Goodpaster para negociar
directamente y lograr un compromiso del gobierno argentino que satisfaga los
planes de Washington. He aquí el hecho de no enviar a un diplomático de carrera
o a un especialista en economía internacional o a algún funcionario del
Departamento de Agricultura: envía a un militar para que ejerza fuerte presión
a la dictadura y les dice que Estados Unidos está mucho más cerca de Argentina
que la Unión Soviética. Fue evidente el fracaso de la misión Goodpaster porque
en el trasfondo de los hechos, la dictadura se niega al embargo cerealero por
la política antiargentina del gobierno de Carter por el tema de los derechos
humanos. Lo llamativo del caso es que las empresas privadas exportadoras de
origen estadounidense participaron en el negocio de las ventas a la URSS
aprovechando este “regalito” que le dejó Carter. Goodparter fue quien aconsejó
a Harry Truman a que lanzara las bombas atómicas contra el imperio del Japón
como forma de terminar la guerra en extremo oriente. Como se puede ver, a la Argentina vino un general
militarista y belicista de primer nivel mundial.
Las empresas exportadoras tanto las de origen
estadounidense como la de otros países y de la capital nacional realizaron sus
ventas convirtiéndose en un mercado altamente rentable para la Argentina dado
que la Unión Soviética pagaba de contado y ese intercambio comercial fue
creciendo con los años con saldos netamente favorables para la Argentina.
Estados Unidos nunca sancionó a sus empresas que no se adhirieron al embargo de
Carter porque sabían que perderían la licencia en la Argentina.
El fracaso total del embargo de
Carter quedó puesto de manifiesto cuando sus más firmes aliados y competidores
del sector cerealero como Canadá, Australia y el Mercado Común Europeo salieron
a vender a los soviéticos porque se dieron cuenta del negocio que se estaban
perdiendo y porque la URSS era un excelente cliente por su forma de pagar. Este
boicot pasó a la historia de los más grandes fracasos de guerras comerciales
porque sólo duro un año y tres meses cuando el nuevo presidente Ronald Reagan
decidió levantar esta medida para que sus “farmers” no se vayan a la quiebra
por falta de ventas y no por una actitud de buena voluntad hacia la URSS a la
que –como todos sabemos- la llama el “imperio del mal”. Fue verdaderamente
ridículo creer que justamente la Unión Soviética iba a quebrar por esta
decisión de la presidencia Carter
Es interesante ver el comercio
exterior argentino bajo la presidencia de Carter durante el embargo cerealero,
gracias al cual la Unión Soviética se convirtió en nuestro principal cliente
sino que al compararlo con los Estados Unidos, la serie estadística muestra
saldo positivo con la URSS entre 1979 y 1981, mientras que con los
estadounidense fue toda negativa. Precisamente el saldo positivo con los
soviéticos compensó el saldo negativo con los Estados Unidos y el saldo seguía
siendo favorable
CUADRO IV: INTERCAMBIO COMERCIAL ARGENTINA-URSS (1976-1983)
Millones
de dólares
AÑO
|
EXPORTACIONES
|
IMPORTACIONES
|
SALDO
|
ACUMLADO
|
1976
|
219,1
|
12,8
|
206,3
|
206,3
|
1977
|
210,7
|
20,3
|
190,4
|
396,7
|
1978
|
385,5
|
11,1
|
374,4
|
771,1
|
1979
|
415,3
|
30,7
|
384,6
|
1.155,7
|
1980
|
1.614,3
|
14,6
|
1.599,7
|
2.755,4
|
1981
|
2.963,0
|
32,4
|
2.930,6
|
5.686,0
|
1982
|
1.586,3
|
33,3
|
1.553,0
|
7.239,0
|
1983
|
1.635,8
|
31,9
|
1.603,9
|
8.842,9
|
Realización:
Elaboración propia a base de información obtenida de las siguientes fuentes:
- Rapoport Mario. Historia económica, política y social de la Argentina
(1880-2003). Cuadro 7.11, página 656. Emecé, 2007
- Zinoviev
Nikolai. Cooperación Económico Comercial, página 169. Ver Argentina: historia y
contemporaneidad. Academia de Ciencias de la URSS. América Latina: estudio de
científicos soviéticos. Redacción Ciencias Sociales Contemporáneas. Moscú 1986
(en castellano).
De acuerdo a la información del
Cuadro IV la Unión Soviética por esa única circunstancia derivada del embargo
cerealero se convirtió en el primer destino de las exportaciones argentina
donde los soviéticos llegaron a comprar el 80% de los granos y el 20% de las
carnes argentinas. El saldo ampliamente favorable a la Argentina, los
soviéticos lo quisieron cubrir mediante la provisión de maquinarias y equipos
para la construcción de rutas y autopistas como así también para la industria
energética en la venta de turbina para represas hidroeléctricas,
termoeléctricas y nucleares; para el sector metalmecánico, petrolero, minero,
transporte ferroviario.
Durante dos años, la Argentina fue
un gran proveedor de materias primas de la Unión Soviética En el año 1980 las ventas
argentinas se multiplicaron por tres y la URSS se convirtió en el primer
comprador de la Argentina recibiendo el 20% de las exportaciones totales y el
80% de las de granos, muy lejos de segundo comprador, Brasil. Las importaciones
de la URSS siguieron reducidas, representando ese año el 0,3% del total.
Como dato a
destacarse acerca de la creciente importancia del mercado soviético fue que las
exportaciones argentina de 1979 a 1980 aumentaron por 3 y de 1980 a 1981 casi
el doble. Si medios el trienio 1979 a 1981 las ventas argentinas se
multiplicaron por 7. En el año 1981 las exportaciones argentinas
volvieron a aumentar y la URSS recibió el 32% de las ventas argentinas, en
particular 49,5% de las ventas de trigo, 87,3 de las ventas de maíz, 79,8% de
las ventas de sorgo[2]. En ese mismo año se firmó
un acuerdo por el cual la URSS recibiría 10 millones de toneladas de las
exportaciones argentinas duplicando el volumen anual establecido en el acuerdo
del año anterior. Debido a los acuerdos alcanzados entre las partes, las
exportaciones de granos argentinos siguieron aumentando y en el año 1980 la
URSS compró el 66% del trigo vendido al exterior. En el año 1979 las
exportaciones argentinas a la URSS eran el 5% del total.
Es interesante observar el volumen
de los principales cereales y de soja exportados a la URSS donde se revela la
diversidad de los granos que la Argentina producía, lo poco que participaba la
soja cuando hoy más de la mitad de lo que se siembra es la oleaginosa.
CUADRO V: EXPORTACIONES DE CEREALES Y SOJA A LA URSS 1980/1981 (miles
de toneladas)
PRODUCTO
|
1980
|
%
|
1981
|
%
|
TOTAL
|
%
|
Maíz
|
3.003
|
39,1%
|
8.013
|
50,6%
|
11.016
|
46,9%
|
Sorgo
|
1.493
|
19,5%
|
3.967
|
25,1%
|
5.460
|
23,2%
|
Soja
|
667
|
8,7%
|
758
|
4,8%
|
1.425
|
6,1%
|
Trigo
|
2.436
|
31,7%
|
2.957
|
18,7%
|
5.393
|
22,9%
|
Cebada
|
26
|
0,3%
|
0
|
0,0%
|
26
|
0,1%
|
Avena
|
0
|
0,0%
|
88
|
0,6%
|
88
|
0,4%
|
Centeno
|
51
|
0,7%
|
40
|
0,3%
|
91
|
0,4%
|
TOTALES
|
7.676
|
100,0%
|
15.823
|
100,0%
|
23.501
|
100,0%
|
Fuente: Elaboración propia a base
de datos de Zinoviev Nikolai. Cooperación
Económico Comercial, página 169. Ver Argentina: historia y contemporaneidad. Academia
de Ciencias de la URSS. América Latina: estudio de científicos soviéticos.
Redacción Ciencias Sociales Contemporáneas. Moscú 1986 (en castellano).
En el siguiente cuadro vamos a
comparar cómo fue el intercambio comercial de los Estados Unidos y el de la
Unión Soviética con la Argentina en el contexto del boicot cerealero, donde
está una de las claves del rechazo argentino y que motivó toda la serie de
presiones imperialistas contra la dictadura cuyas ventas a la URSS la salvaron
de una debacle catastrófica.
Esos dos años 1980 y 1981 (hasta
abril que se levantó el embargo) fueron los de mayores compras que la URSS
realizó a la Argentina donde el maíz, el sorgo y el trigo abarcaron el 93% de
los cereales.
CUADRO VI: COMERCIOR EXTERIOR ARGETINO CON ESTADOS UNIDOS Y LA UNION
SOVIETICA ENTRE 1979Y 1986 (millones de dólares)
AÑO
|
ESTADOS UNIDOS
|
UNION SOVIETICA
|
||||
EXP
|
IMP
|
SALDO
|
1614
|
IMP
|
SALDO
|
|
1979
|
569
|
1.049
|
-480
|
415
|
30
|
385
|
1980
|
696
|
2.362
|
-1.666
|
1.614
|
14
|
1.600
|
1981
|
843
|
2.072
|
-1.229
|
2.963
|
32
|
2.931
|
1982
|
1.008
|
1.160
|
-152
|
1.586
|
28
|
1.558
|
1983
|
755
|
973
|
-218
|
1.636
|
31
|
1.605
|
1979-1983
|
3.871
|
7.616
|
-3.745
|
8.214
|
135
|
8.079
|
Fuente: Elaboración propia sobre
la base del libro de Fuente: Rapoport Mario.
Historia económica, política y social de la Argentina (1880-2003). Cuadro 7.11,
página 658, Emecé, 2007. Con relación a este cuadro en el libro hay un error de
tipeo en el saldo del comercio exterior con los Estados Unidos pues pusieron
-840 y en consecuencia la suma total del período 1979-1983 le da en la columna
saldo -3.745. En lugar de +840 debe ir
-480 (569-1049= +480) y la suma correcta en el saldo es -3.745.
Este cuadro revela las diferencias
entre un comercio y otro. Mientras que con los Estados Unidos teníamos déficit
con los soviéticos teníamos balance comercial positivo con lo cual podía cubrir
el saldo negativo con los Estados Unidos y así y todo seguíamos teniendo saldo
favorable. Cuando Romald Reagam levanta el embargo, la Unión Soviética retoma
las compras a los Estados Unidos, país que está cerca de la URSS y con el
consiguiente menor costo del transporte. Esta es la causa por la cual se
reducen las compras soviéticas a la Argentina en los años siguientes y en la
necesidad que tenían por compensar el fuerte déficit que tenían con ellos.
Las conclusiones podemos extraer
del embargo decidido por Estados Unidos y la Comunidad Económica Europea (CEE)
contra las exportaciones de cereales hacia la URSS, en señal de protesta por la
intervención soviética en Afganistán, es bastante negativo tanto desde el punto
de vista económico como político y fue un verdadero fracaso y un duro golpe al
prestigio de la política exterior de los Estados Unidos. Desde el punto de
vista económico, la Unión Soviética no vio perjudicada en absoluto por las
decisiones de Washington y sus aliados europeos. En enero de 1980,
como respuesta a la intervención soviética en Afganistán el presidente
estadounidense Jimmy Carter, decretó un embargo sobre los cereales con destino
a la URSS, pero no incluía las cantidades afectadas por el acuerdo quinquenal
firmado en 1975, por el que los Estados Unidos se comprometió a vender a Moscú
un mínimo de ocho millones de toneladas anuales.
El diario español “El País” en su
edición de mayo de 1981 trazaba el siguiente resultado del fracaso embargo:
“También en enero de 1980, la CEE
decidió no sustituir a Estados Unidos en las exportaciones hacia Moscú y no
superar las entregas tradicionales de productos alimenticios (mantequilla,
leche, carne). Sin embargo, nunca ha importado tanto la URSS como durante las
campañas 1979-1980 y 1980-1981, siguientes al embargo. Las compras alcanzaron
entonces 31,7 y 37,8 millones de toneladas, respectivamente, contra los 15,7
millones de 1978-1979.
Las exportaciones argentinas
pasaron de 1,4 millones, antes del embargo, a catorce millones en la última
campaña. Los australianos, de 200.000 toneladas a 4,1 millones, v los
canadienses, de 2,1 a seis millones. España, Brasil y Tailandia empezaron a
vender a Moscú un millón de toneladas cada uno en 1980-1981.
Durante el mismo tiempo las
exportaciones de la CEE han sido marginales: 300.000 toneladas antes del
embargo y poco más del millón de toneladas en las campañas siguientes.
Por otro lado, ha habido numerosos
fraudes-ventas de piensos compuestos para ganado que en realidad eran cereales,
mezclas de mantequilla que escapaban al control comunitario, venta de harina
norteamericana transformada en la República Federal de Alemania- y cambios de
ruta en el tráfico de cereales teóricamente destinados a otros países del Este
que concluían en la URSS. Sin embargo, el déficit cerealero de Moscú, debido al
embargo, ha sido estimado entre cinco y seis millones de toneladas por año.
En el campo político, el embargo ha
tenido también consecuencias negativas. Los diez (la Comunidad Económica
Europea) han estado divididos sobre
el tema.
Por otro lado, en Bruselas, los
expertos mantienen que las razones que impusieron el embargo permanecen aún.
Por otro lado se subraya que el presidente norteamericano, Ronald Reagan, ha
sacrificado, con el levantamiento de la medida, sus objetivos en política exterior
a los intereses de los granjeros norteamericanos”.
Así quedó demostrado el fracaso
total del presidente Carter de sancionar, castigar y/o destruir la economía
soviética con este bloqueo a las exportaciones de cereales, que ni los propios
funcionarios de los Estados Unidos creyeron que podía darle resultados exitoso
y mucho menos amedrentar o intimidar a la Unión Soviética..
5) El boicot a los Juegos Olímpicos de Moscú 1980
La tercera medida contra la Unión Soviética fue declarar el
boicot a los Juegos Olímpicos de Moscú 1980 por su invasión a Afganistán con lo
que armó un escándalo propagandístico y diplomático de proporciones
demenciales. Uno de los deportistas norteamericanos y que asomaba como la nueva
gran estrella olímpica fue el brillante gimnasta Kurt Thomas quien en los ejercicios
de suelo inventó el dificilísimo movimiento de tijeras con las piernas que pasó
a denominarse el “Thomas Flair” y desde ese momento es obligatorio para todos
los gimnastas realizarlo como parte de su rutina competitiva. En el mundial de
1979 estuvo a la par de sus rivales y más temible para los soviéticos y
alemanes del este. Pero no pudo demostrarlo ante la decisión del gobierno de
Carter no ir a los juegos de Moscú. La Argentina se adhirió al boicot
condenando a toda una generación de deportistas a una nueva frustración.
Las olimpiadas de Moscú se
recuerdan por la división que el imperialismo estadounidense impuso al
movimiento olímpico mundial. Participaron 5.217 atletas (4.043 hombres y 1.124
mujeres) de 81 países, compitiendo en 21 deportes y 204 especialidades.
Los países que boicotearon los
juegos fueron: Alemania Occidental, Antigua y Barbuda, Antillas Holandesas, Arabia
Saudita, Argentina, Bahamas, Bahréin, Bangladés, Barbados, Belice, Bermudas, Bolivia,
Canadá, Chad, Chile, China, China Taipei, Corea del Sur, Costa de Marfil, Egipto,
El Salvador, Emiratos Árabes, Estados Unidos, Fiyi, Filipinas, Gabón, Gambia, Ghana,
Haití, Honduras, Hong Kong, Indonesia, Irán, Islas Caimán, Islas Vírgenes de
Estados Unidos, Israel, Japón, Kenia, Liberia, Liechtenstein, Malasia, Malawi, Marruecos,
Mauricio, Mónaco, Níger, Noruega, Pakistán, Panamá, Papúa Nueva Guinea, Paraguay,
Catar, República Centroafricana, Singapur, Somalia, Suazilandia, Sudán, Surinam,
Tailandia, Togo, Túnez, Turquía, Uruguay y Zaire.
En total sólo 81 países
participaron en los Juegos —la cifra más baja desde los Juegos Olímpicos de
1956—, lo que no impidió que se quebraran gran cantidad de récords, más incluso
que en los anteriores Juegos de Montreal.
Estos fueron los países participantes
en las olimpiadas de Moscú: Afganistán, Alemania Oriental, Andorra, Angola, Argelia,
Australia, Austria, Bélgica, Benín, Birmania, Botsuana, Brasil, Bulgaria, Camerún,
Checoslovaquia, Chipre, Colombia, Congo, Corea del Norte, Costa Rica, Cuba, Dinamarca,
Ecuador, España, Etiopía, Finlandia, Francia, Gran Bretaña, Grecia, Guatemala, Guinea,
Guyana, Hungría, India, Iraq, Irlanda, Islandia, Italia, Jamaica, Jordania, Kuwait,
Laos, Lesoto, Líbano, Liberia (se unió al boicot después de la ceremonia
inaugural), Libia, Luxemburgo, Madagascar, Mali, Malta, México, Mongolia, Mozambique,
Nepal, Nicaragua, Nigeria, Nueva Zelanda, Países Bajos, Perú, Polonia, Portugal,
Puerto Rico, República Dominicana, Rumania, San Marino, Senegal, Seychelles, Sierra
Leona, Siria, Sri Lanka, Suecia, Suiza, Tanzania, Trinidad y Tobago, Uganda, Unión
Soviética, Venezuela, Vietnam, Yugoslavia, Zambia y Zimbabwe.
Este grupo de países: Andorra,
Australia, Bélgica, Dinamarca, España, Francia, Gran Bretaña, Irlanda, Italia,
Luxemburgo, Nueva Zelanda, Países Bajos, Portugal, Puerto Rico, San Marino y
Suiza apoyaron el boicot pero aun así estuvieron en los juegos, aunque bajo la bandera
olímpica o bajo la bandera de su respectivo comité olímpico. Pero igualmente
sus deportistas representaron a sus respectivos países y así quedó reflejada en
la estadística del medallero donde los deportistas que compitieron bajo la
bandera olímpica o su comité nacional, figura el nombre del país de origen.
Lo importante de este hecho del boicot olímpico no tuvo por causa la
intervención soviética en Afganistán. Esa fue la excusa que el presidente
Carter esgrimió para que su país no vaya a Moscú. Y la verdadera razón es que
los Estados Unidos tenía temor a los deportistas soviéticos y de los otros
países socialistas porque venían dominando las principales competencias de los
deportes básicos. La Unión Soviética venía de triunfar en los juegos de Munich
1972 y Montreal 1976. Estados Unidos temía realizar un tremendo papelón en
Moscú y esa fue la razón por la que Carter decidió que su país no participe de
la XXII Olimpiada. Primero lo hizo presionando al Comité Olímpico Internacional
que votó en la gran final por Moscú relegando a Los Ángeles, una derrota
inaceptable para un país tan orgulloso que no se puede dar el lujo de perder en
nada. Luego envió una carta al Comité Olímpico de los Estados Unidos que en una
especie de ultimátum, los obligó a acatar la orden presidencial. Y esa fue la
venganza.
Con fecha 21 de marzo de 1980, el presidente Carter pidió el cambio de sede
o cancelación de la cita olímpica en repudio a la “invasión soviética en
Afganistán” por considerarlo un acto contra el derecho internacional y exigía a
Moscú que en un mes se retiren del país. La furia del presidente estadounidense
fue porque le arruinaron el negocio del tráfico de heroína que habían
construido en la frontera con Pakistán y por el cual abastecían al 60% del
consumo de esa droga en los Estados Unidos. A Carter se lo veía muy preocupado
por la situación y las condiciones de vida de los afganos y por los deportistas
de su propio país a quienes amenazó con quitarles el pasaporte si viajaban a la
capital soviética. Para Carter lo único positivo que contó con el apoyo del 55%
del pueblo estadounidense pero estuvo totalmente en contra su Comité Olímpico,
el que finalmente fue obligado a cumplir la orden presidencial de no ir.
Como parte integrante de la campaña contra los juegos de Moscú, Carter
envió al campeón mundial de los pesos pesados Muhammad Alí a África con el
objeto de convencer a los presidentes de los países del continente para que
acompañen a los Estados Unidos a no participar. En Kenia –que no fue a los
juegos- lo recibieron muy bien, pero en Tanzania, el presidente Julius Nyerere,
que tenía buenas relaciones con la Unión Soviética, protestó enérgicamente
contra Carter por enviar a un simple boxeador a hablar sobre la conveniencia o
no de ir a los Juegos y decidió no recibirlo[3].
Para los deportistas el boicot
olímpico fue un desastre para sus carreras porque mucho buscaban las revanchas
de 1972 y 1976 que finalmente no se dieron.
Carter con su decisión de no participar en la olimpíada de Moscú pretendía
dialogar con los soviéticos con el lenguaje de la guerra fría, a lo que la
dirigencia de la URSS le respondió que por ese camino no llegarán a ningún
lado.
El asunto de la “invasión” a Afganistán fue pura propaganda. Un pretexto
para evitar que los deportistas de los Estados Unidos conozcan el sistema
deportivo soviético y puedan aprender de su máximo competidor. Así quedaría demostrados
8 años después cuando en Seúl 1988 volvieron a enfrentarse soviéticos y
estadounidenses donde la victoria de la Unión Soviética fue apabullante y
abrumadora. Lo peor para los estadounidenses es que salieron tercero ya el
segundo puesto fue para la Alemania del Este, como sucediera en Montreal 1976
donde el deporte olímpico de los Estados
Unidos venía decayendo.
Todo el mundo comenta que en Moscú 1980 participaron muy pocos países. Eso
es verdad pero no es lo decisivo. En un juego olímpico la cantidad de países es
relativa ya que lo fundamental son los deportistas y en Moscú sin la presencia
de Estados Unidos, Alemania Occidental, China (que recién asomaba en el deporte
mundial) y algunos países africanos como Kenia y Marruecos no impidieron y pudieron
evitar que se batieran 74 récords olímpicos y 36 nuevas marcas mundiales. Este
registro aun no fue superado por las olimpíadas que se han disputado entre Los
Ángeles 1984 y Londres 2012. Para terminar con este tema, podemos mencionar la
importancia que han tenido estos juegos de Moscú 1980 es que aún permanecen
vigentes tres récords olímpicos en las siguientes pruebas de atletismo: en 800
metros llanos de la soviética Nadezhda Olizarenko
con un tiempo de 1´53”43; el relevo de 4x100 metros del equipo de Alemania
Oriental con un tiempo de 41´60 y el de la alemana del este Ilona Slupianek en
lanzamiento de peso con una distancia de 22,43 metros.
6) El surgimiento del
fundamentalismo islámico
Está demostrado por numerosas
investigaciones, libros y trabajos científicos de académicos de muchos países
que la guerra en Afganistán fue el campo de batalla donde aparecieron los
primeros grupos islamistas que levantaban al Corán como fuente e inspiración
para ir a la guerra, es decir, una guerra en defensa de la fe musulmana y que
sus inspiradores llamaron “guerra santa”.
Por recomendación de su asesor en
seguridad internacional Zbigniew Brzezinski el 3 de julio de 1979 firma la
autorización para que los servicios secretos de los Estados Unidos y sus
aliados de Pakistán y Arabia Saudita recluten, armen y financien a los
islamistas afganos integristas para boicotear y derrocar al nuevo gobierno de
Afganistán que tenía muy buenos vínculos con los soviéticos. Fíjense bien la
fecha: 3 de julio: cinco meses y medios antes de la entrada de las tropas del
Ejército de la Unión Soviética ya el imperialismo conspiraba contra la
revolución afgana dirigida por el profesor Nur Mohamed Taraki un hombre muy
querido por el pueblo afgano y que estuvo al frente del gobierno revolucionario
desde Abril de 1978m en un movimiento que tuvo una amplia participación de las
masas y sobre todo de las mujeres.
El cuadro de inestabilidad
general en la frontera sur de la URSS, los constantes pedidos de ayuda del
gobierno de Afganistán, el intenso tráfico de armas, el establecimiento de
campamentos y bases de entrenamiento para estas bandas contrarrevolucionarias
en Pakistán, fue la situación fue la que lleva a la ex URSS a caer en lo que se
conoció como “la trampa afgana”, al ingresar unos 80.000 hombres el 27 de
diciembre de 1979. Los grupos de combatientes que resistieron el ingreso del
ejército soviético en Afganistán, los llamados Mujaidines, fueron la base y el
origen del denominado por la prensa Occidente como los “fundamentalistas islámicos”.
La entrada de las tropas
soviéticas en Afganistán fue una poderosa maniobra de provocación que fue
ejecutada por la CIA bajo el nombre en clave de Operación Ciclón, para la
formación de unidades de combatientes, los llamados fundamentalistas islámicos
(muyadines) que se concentraban en la frontera sur de la Unión Soviética para
brindarles financiamiento, ayuda militar de todo tipo (especialmente armas
antiaéreas y antitanques) como así también, asesoramiento, entrenamiento,
adiestramiento a través de Pakistán.
En una entrevista en 1998
realizada por el semanario francés Le Nouvel Observateur, Zbigniew Brzezinski,
el consejero de Jimmy Carter para asuntos de seguridad internacional, dijo que:
“No presionamos a los rusos a intervenir, pero incrementamos a propósito la
probabilidad de que lo hicieran”.
Todo el mundo cree que la participación de los Estados Unidos en los
asuntos afganos comenzó luego de la entrada de los soviéticos a finales de
diciembre de 1979 y que el mismo Brzezinski en ese reportaje revela la
verdadera trama de la historia al declarar que el presidente Carter firmó una
directiva con fecha 3 de julio de 1979 para dar ayuda encubierta a los enemigos
del gobierno afgano de Mur Mohamed Taraki con muy buenas relaciones con la
Unión Soviética a la que viajó varias veces para solicitar entre otros temas
asesoramiento militar y especialmente la necesidad del envío de tropas para
aplacar la contrarrevolución que estaba haciendo estragos en el país. Vale la
pena reproducir un extracto de esa entrevista cuando se le pregunta al ex
consejero si lamentaba aquellas acciones. Esta fue su contundente respuesta:
“¿Si lamento qué? La operación secreta fue una idea excelente. Tuvo el
efecto de atraer a los rusos a la trampa afgana, ¿y quiere usted que lo
lamente? El día que los soviéticos cruzaron oficialmente la frontera, escribí
al presidente Carter diciéndole en esencia lo siguiente: ‘Ahora tenemos la
oportunidad de dar a la URSS su guerra de Vietnam’ ”
El periódico Nouvel Obsertaveur le pregunta nuevamente: “¿Y tampoco
lamenta haber apoyado el fundamentalismo islámico, que ha dado armas y
asesoramiento a futuros terroristas?” A lo que el imperturbable Brzezinski se
despachó sin miramientos: “¿Qué es más importante para la historia del mundo,
los talibanes o el hundimiento del imperio soviético?, ¿unos cuantos musulmanes
agitados o la liberación de Europa Central y el fin de la guerra fría?[4]
Lo que no dice el Sr. Brzezinski es que los norteamericanos se retiraron
de Vietnam derrotados por completo y huyeron despavoridos en helicópteros y a
la desbandada sufriendo una humillación demoledora por la magnitud de la
catastrófica derrota. La retirada soviética de Afganistán fue el resultado de
un acuerdo de partes alcanzado en Ginebra ya que ninguno de los sectores
implicados en esta desastrosa guerra podía vencer. Los soviéticos se fueron por
el mismo camino por el que entraron en pleno día y aun al costo terrible de
casi 15.000 muertos y miles de heridos y mutilados, supieron tener una salida
honrosa.
7) La estrategia militar contra la Unión Soviética
La presidencia de James Carter no
estuvo ajena al fortalecimiento, modernización y desarrollo de nuevos sistemas
de armas con el fin de garantizar y agrandar el poderío militar de los Estados
Unidos en todos los campos de sus fuerzas armadas de tierras, mar y aire. El
objetivo fundamental apuntaba a lograr la superioridad estratégica sobre la
Unión soviética y someterlo a una competencia en la creación de armas más modernas,
obligándolos a distraer recursos financieros que ponga a prueba la capacidad de
resistencia de los soviéticos.
La administración Carter elaboró
un programa político-militarista de largo alcance para el período 1980-1985 que
a través de la intensificación de la carrera de armamentos pueda lograr la
extenuación económica de su enemigo ideológico ya que los Estados Unidos
preveían un gasto militar total de 1 billón de dólares más otros entre 300 y
500 mil millones de dólares con el fin de imponer la supremacía nuclear sobre la Unión Soviética
y obligarla a desviar fondos hacia los expendios en materia de defensa hasta
hacer estallar el sistema soviético ante la imposibilidad de soportar una
inversión tan gigantesca para una economía como la de ex URSS. Si uno lee los
documentos soviéticos de la época, ellos afirmaban que estaban en condiciones
de aceptar el desafío imperialista y que no había arma que no pudieran
desarrollar para mantener el equilibrio estratégico alcanzado entre los años
’60 y ’70. Proyectado en el tiempo, no cabe duda que Estados Unidos salió
triunfante porque obtuvo la rendición de su adversario soviética, dejándole el
camino libre para cometer los desastres que inauguró la nueva época de la
globalización imperialista prevaleciendo su arrogancia militarista y agresiva.
Sin embargo, y contra que muchas opiniones de supuestos “expertos” , no fue ni
la carrera de armamentos ni la guerra en Afganistán lo que provocó el
derrumbamiento soviético ya que infinita riqueza natural le permitió soportar
todos los retos que le impuso el imperialismo. Y en la era Carter comenzaba una
fase completamente distinta en materia de armamentos que entierra por completo
su fantochada de los derechos humanos.
Nuestro enfoque para el estudio
de la estrategia militar durante la Administración Carter estuvo basada en dos
concepciones mutuamente relacionadas y que se complementaban una a la otra: en
primer lugar, aparece la doctrina militar, fundamentadas básicamente en las
Directivas Presidenciales y en segundo lugar, la carrera de armamentos impulsada
por estas concepciones como así también por las declaraciones de los los
círculos más belicitas e imperialistas de los Estados Unidos.
La carrera de armamentos la
estudiaremos desde dos puntos de vistas substanciales: por un lado, la visión
desde los arsenales atómicos medidos por la cantidad de cargas nucleares que
almacenaron en sus stocks y en segundo lugar, lo veremos en la principal
iniciativa que el Presidente Carter impulsó en cuanto a la creación de una
nueva arma de exterminio masivo adelantándose en eso a la Unión Soviética: el
arma neutrónica.
7.2) El poder de las cabezas atómicas
de los Estados Unidos y el de la Unión Svoiética
Cualquiera sea la fuente que se
utilice para determinar la cantidad de cabezas nucleares estrictamente
guardados en los arsenales atómicos, se verá que del lado estadounidense las
diferencias no son tan grande y en el caso soviético en todas las versiones
conocidas las cantidades son las mismas
para todos. Dichas fuentes son cuatro estadounidenses y una británica:
La carrera armamentista no sólo implicó la creación de nuevos tipos de
armas de exterminio masivo, sino que también tiene que ver (aunque, por regla
general, no se lo incluye en los análisis) el estado de la evolución de los
arsenales atómicos medidos por los las cargas o cabezas nucleares disponibles
para ser emplazada en los armamentos que se crean para tal fin.
a) The Bulletin, revista de los
Científicos Atómicos de los Estados Unidos. Es la más antigua y prestigiosa
fuente de investigación que se fundó en agosto de 1945 y tienen el equipo
profesional más apto, adecuado y experimentado para realiza esta investigación
de las cargas nucleares. Todas las demás siguen a The Bulletin.
FIN DEL AÑO
|
EE.UU.
|
URSS
|
Fuente
|
DIFERENCIAS
| |
1977
|
25.722
|
23.044
|
BULLETIN
|
2.678
| |
1978
|
24.826
|
25.393
| BULLETIN |
-567
| |
1979
|
24.605
|
27.935
|
BULLETIN
|
-3.330
| |
1980
|
24.304
|
30.062
|
BULLETIN
|
-5.738
|
b) El Departamento de Estado, que
está mandado por el ministro de relaciones Exteiores de los Estados Unidos, más
conocido como Secretario de Estado.
FIN DEL AÑO
|
EE.UU.
|
URSS
|
Fuente
|
DIFERENCIAS
| |
1977
|
25.542
|
23.044
|
DTO.ESTADO
|
2.498
| |
1978
|
24.418
|
25.393
| DTO. ESTADO |
-973
| |
1979
|
24.188
|
27.935
|
DTO. ESTADO
|
-3.797
| |
1980
|
24.108
|
30.062
|
DTO. ESTADO
|
-5.756
|
c) The Natural Resource Defense
Council (NRDC), que es el Consejo para la Defensa de los Recursos Naturales.
FIN DEL AÑO
|
EE.UU.
|
URSS
|
Fuente
|
DIFERENCIAS
| |
1977
|
25.099
|
23.044
| NRDC |
2.055
| |
1978
|
24.243
|
25.393
| NRDC |
-1.150
| |
1979
|
24.243
|
27.935
|
NRDC
|
-3.828
| |
1980
|
24.107
|
30.062
|
NRDC
|
-6.298
|
d) Center of Studies
International Strategic (CSIS) que es el Centro de Estudios Internacionales
Estratégicos. Se trata de uno de los think-tank más importantes de los Estados
Unidos, especializado en temas de política exterior, defensa y seguridad.
FIN DEL AÑO
|
EE.UU.
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URSS
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Fuente
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DIFERENCIAS
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1977
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25.722
|
23.044
|
CSIS
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2.678
|
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1978
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24.826
|
25.393
|
CSIS
|
-567
|
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1979
|
24.605
|
27.935
|
CSIS
|
-3.330
|
|
1980
|
24.304
|
30.062
|
CSIS
|
-5.758
|
e) La única británica es Pledge
Peace Unit. El compromiso de la Unión de Paz es la más antigua organización
pacifista secular en Gran Bretaña. Desde 1934 ha estado haciendo campaña para
un mundo sin guerras. De las campañas contra los bombardeos durante la Segunda
Guerra Mundial para protestar por los asesinatos de drones militares con mando
a distancia de hoy.
Para nosotros la referencia principal
es la estadística de The Bulletin ya que todas las demás, pese a las
diferencias que existen entre ellas, siguen este modelo. Así podemos ver que
tanto los datos de la PPU coinciden con los de la NRDC, mientras que los del
CSIS se parecen a los del Departamento de Estado (coincidencias que no deberían
sorprender).
Analizando los datos aportados
por The Bulletin, vemos que el primer año del gobierno de Carter la ventaja era
para los Estados Unidos, pero a partir de 1978 el balance estratégico pasa a ser
comandado por los soviéticos con casi 6.300 ojivas más que los Estados Unidos
para 1980 (PPU y NDCR) y alrededor de 5.800 favorable a la URSS (CSIS y
Departamento de Estado). La tendencia que se observa en todos los cuadros es el
aumento anual de los arsenales nucleares soviéticos y un descenso de los mismos
para los Estados Unidos. De todos modos, estas estadísticas evidencia el
tremendo esfuerzo soviético de alcanzar la paridad estratégica con los Estados
Unidos, pero esa diferencia no implica que estén disponibles en vectores o
lanzadores para su utilización. Ni tampoco una cuestión que se tuvo en cuenta
en los dos tratados SALT tanto el de 1972 como el de 1979. Para la doctrina
militar soviética significaba una forma clara de pararse y negociar frente al
poderío militar del imperialismo y sus socios de la OTAN, en el marco de
disuasión defensiva ya que la Unión Soviética varias veces declaró y se
comprometió a renunciar al uso de las armas nucleares y no ser jamás el primero
en utilizarla en cualquier clase de conflicto bélico o para resolver
situaciones graves de tensiones internacionales.
El arsenal nuclear incluye tanto
las ojivas activas e inactivas. Las ojivas activas incluyen tanto las armas
estratégicas como las no estratégicas mantenidas en una configuración
operativa, lista para su uso y emplazamiento en vectores (misiles o ne
submarinos). Estas ojivas que deben estar preparados para un posible despliegue
en un plazo breve de tiempo, abarcando también los repuestos de logística. Están
constituidas en botellas de tritio y otros elementos instalados con una vida de
uso limitada. Las ojivas inactivos se mantiene en un depósito en un estado no
operativo y tienen sus botellas de tritio removidos.
Una cabeza nuclear retirada, se
quita de su plataforma de entrega y ya no es funcional por lo tanto no se la considera
parte del arsenal nuclear. Las armas a la espera de su desmantelamiento constituyen una fracción
importante del conjunto total de ojivas y aumentarán a medida que se implemente
el nuevo tratado START y como ojivas innecesarias son retiradas de los
arsenales. Una cabeza nuclear desmantelada es una cabeza reducida a sus partes
componentes.
Para la Unión Soviética el
desafío geopolítico y geoestratégico era la defensa de su vastísimo territorio y como ya se conocía los diversos planes de
los Estados Unidos para la destrucción atómica de su país, se imponía la
urgente necesidad de contar con poderosos armamentos capaces de poner freno a
las aventuras lunáticos de los maniáticos del Pentágono que soñaban con reducir
a cenizas al país soviético. Se trataba de disuadir, impedir y evitar cualquier
intento imperialista de atacar con bombas nucleares a la Unión Soviética en el
sentido de que la respuesta que recibirán los agresores será terrorífica. Además
el peligro que representaba la futura instalación de los nuevos misiles Cruise
y Pershing II y por la velocidad que tenían en dar en el blanco, reducía
ampliamente el dispositivo de defensa para destruirlos de 30 a 10 minutos, con
lo cual una vez lanzado era prácticamente imposible detenerlo para las fuerzas
militares del Pacto de Varsovia. De ahí la urgente necesidad de desarrollar
nuevos sistemas que pueda contrarrestar la eficacia diabólica de estos misiles
de alcance medio cuya instalación comenzó a realizarse en 1983 bajo la
presidencia de Ronald Reagan.
El alerta principal para el
gobierno soviético fue el conocimiento que tuvo de la Directiva Presidencial Nº
59 que proclamaba la guerra de contrafuerza limitada contra 40.000 objetivos de
la Unión Soviética, y que podían cumplirse dada la existencia de unas 15.000
ojivas nucleares estratégicas de acuerdo a los cálculos elaborados por el Plan
operático único integrado de distribución de objetivos, conforme al cual era
posible una guerra nuclear limitada y con posibilidades de vencer, en la medida
que el primer golpe sea tan demoledor, tan contundente y tan preciso, que dejen
sin posibilidad de respuesta al enemigo soviético. Aquí tienen el encanto de
los derechos humanos: el derecho de las fuerzas imperialistas nucleares de los
Estados Unidos para aniquilar a una nación borrándola de la faz de la tierra
con millones de muertos, destrucciones y enfermedades.
En la
historia de la carrera armamentista, con la que se inicia la guerra fría, le
correspondió a cada Administración de los Estados Unidos la iniciativa en la
creación y puesta en dispositivos para su posterior lanzamiento, de las bombas
más mortíferas que se hayan desarrollado como así también las armas y medios de
transporte de aire, mar y tierra.
Durante
la guerra fría que a nuestro modo de ver, la inició Estados Unidos con los
inútiles y criminales lanzamientos atómicos sobre las ciudades de Hiroshima y
Nagasaki en agosto de 1945 en el marco de la Segunda Mundial y reforzada con el
discurso militarista del Primer Ministro británico Winston Churchill en marzo
de 1946, no fue una excepción en la Administración Carter. La mayoría piensa
que la carrera de armamentos se dio solo en aquellas presidencias donde los
Estados Unidos intervinieron militarmente en guerras y por lo tanto había que
reforzar a las fuerzas armadas. En el caso de Carter, él tuvo la misión de
reorganizar todo el sistema militar de su país después de la gran derrota de
Vietnam y lo hizo de un modo, donde desarrolló todo tipo armas para preparar a
su nación a la realización de nuevas guerras. La principal prueba de ello fue
la creación de las Fuerzas de Despliegue Rápido, que ya vimos en el capítulo II
cuya composición evidenciaba un intento utilizar las más avanzadas y poderosas de
unidades de combate para atacar cuando la situación lo considere pertinente.
La
carrera de armamentos fue el desafío que el imperialismo estadounidense le
impuso a la Unión Soviética luego de los estallidos nucleares con la creación
de nuevas y más mortíferas armas que, como una relación de acción y reacción,
la Unión Soviética devolvía el golpe: a cada arma dada a conocer por los
Estados Unidos, los impulsores y promotores de la carrera de armamnetos, Un
breve repaso de esta secuencia nos encontramos con lo siguiente:
a)
Administración Truman (Demócrata): le corresponde la terminación, las pruebas y
lanzamiento en agosto de 1945 de las bombas atómicas sobre Hiroshima y
Nagasaki. La respuesta soviética llegó recién en agosto de 1949 terminando con
el monopolio nuclear de los Estados Unidos y sus varios planes para la
destrucción atómica de la Unión Soviética.
b)
Administración Eisenhower (Republicano). En 1952 los Estados Unidos detonaron
por primera vez la bomba de hidrógeno o bomba H o termonuclear. Los soviéticos
lo hicieron a finales de 1953. También bajo esta administración, los Estados
Unidos fueron los primeros en disponer misiles balísticos intercontinentales a
partir de 1955, mientras que los soviéticos lograron fabricarlos recién en
1957. A mediados de 1955, los Estados Unidos crearon los primeros bombarderos
estratégicos intercontinentales; la Unión Soviética dispuso de ellos a finales
de la década del ’50. Las últimas joyas de la Administración Eisenhower en la
iniciativa para la creación de nuevos sistemas de armas fueron los submarinos
nucleares: primero entró en servicio USS Nautilus que fue botado en 1955. Su
similar soviético el K-19 apareció recién en abril de 1959, cuatro años más
tarde. El segundo paso fue la instalación en los submarinos de los misiles
intercontinentales que Armada estadounidense los probó con éxito en julio de
1960 y lo hicieron en el çuss George Washington. La versión soviética comenzó a
crearse en 1964.
c)
Administración Kennedy (Demócrata). Durante su presidencia, los Estados Unidos
pusieron en servicio el primer portaaviones nuclear USS Enterprise en noviembre
de 1962. Durante la época de sus años de existencia, no hubo los portaaviones a
energía atómica, sino que recién en 1993 cuando ya no existía la Unión Soviética
como estado jurídica y geográficamente reconocida, su sucesora la Federación
Rusa. El mismo gobierno de Kennedy inició en 1963 los primeros ensayos y
pruebas de laboratorios del arma neutrónica de alta radiación y que recién bajo
la presidencia de Jimmy Carter desataría una nueva espiral de la carrera de
armamentos en un nivel cualitativamente peligroso.
d)
Administración Nixon (Republicano). Bajo su mandato, los Estados Unidos fueron
los primeros en equipar a sus misiles internacionales desde 1970 con las ojivas
múltiples de guiado o reentrada independiente (MIRV en sus siglas en inglés).
Los soviéticos consiguieron el mismo resultado a partir de 1974.
e)
Administración Carter (Demócrata). Tal como dijimos en el capítulo II, a esta
administración le corresponde el tristemente célebre mérito de dar a conocer al
mundo, que habían empezado a desarrollar las primeras partes del arma
neutrónica, siendo esta arma, su “contribución al desarrollo de la carrera
armamentista y que motivó airadas protestas tanto dentro como fuera de los
Estados Unidos hasta que la presión de ambos lados, obligó a Carter a renunciar
de este siniestro proyecto. Políticamente fue un duro revés y que conspiró
contra sus aspiraciones de ser presidente para un segundo mandato ya que una
sociedad tan belicista como la estadounidense no aceptó que su gobierno se
retractara de su iniciativa, lo cual fue visto como una debilidad, pese a que
todo el año 1980 su política exterior se caracterizó por una agresividad y
militarismo extremos.
Siendo
su bomba de neutrones la iniciativa armamentista más relevante de su gobierno
en cuanto a la creación de nuevos sistemas de armas, vamos a desarrollar en el
próximo punto sus características más importantes, la opinión de los
partidarios de construirla y la respuesta soviética a esta bravuconada de los
Estados Unidos. Tres administraciones demócratas fueron las impulsoras de las
mayores iniciativas en la creación de nuevos sistemas de exterminio masivo, con
lo cual, se resquebraja el mito de que los republicanos son más militaristas.
Sino repasemos la historia del siglo XX: la Segunda Guerra Mundial, la Guerra
de Corea y la Guerra de Vietnam la iniciaron gobiernos demócratas. No hay
ninguna duda de eso.
7.3) El desarrollo del arma
neutrónica
La
bomba neutrónica (o bomba N) es un arma de exterminio masivo cuya
característica principal consiste en que provoca una radiación de neutrones
diez veces más elevada que la bomba atómica y la de hidrógeno, pero su efecto
térmico, es decir, el calor que desprende, la fuerza explosiva y la cantidad de
precipitaciones radiactivas en mucho menor que una carga estrictamente atómica
de potencia análoga. Debido que la bomba neutrónica tiene un limitado efecto
explosivo, este artefacto “respeta” manteniendo en pie las construcciones como
los edificios, casas, puentes, establecimientos públicos, escuelas, hospitales
y otros, pero tiene un efecto mortal sobre los organismos vivos, afectando a
las personas que se encuentren entre 1 y 2 kilómetros del centro del punto de
impacto.
La
bomba de neutrones es tipo de bomba nuclear derivada de la de hidrógeno cuyo
objetivo principal apunta a emitir altas dosis de radiación ionizante
(radiactividad), básicamente rayos X y gamma de alta penetración que son 7
veces mayores que la de hidrógeno, en un territorio limitado sin afectar a la
infraestructura básica y sí a los soldados enemigos que deberían ser sometidos
a un bombardeo radiactivo, es decir, a una lluvia de neutrones entre los 6.000 y 8.000 de modo tal que
penetren las capas protectoras de los tanques y producir la muerte inmediata de
sus tripulantes. La radiación emitida es de mucha menor duración. Por esa
razón, fue ideada como un arma táctica para golpear en forma contundente a una
posible invasión de unidades de tanques en el campo de batalla europeo. Es
decir, que la ingeniera militar de la Administración Carter pensó claramente en
diseñarla para aniquilar a las fuerzas acorazadas y blindadas soviéticas en
caso de un ataque de los países del Pacto de Varsovia.
Los
expertos en tecnología nuclear consideran que el empleo de una bomba de
neutrones es mucho más simple que las bombas atómicas o las de hidrógeno porque
puede ser lanzada desde un avión, hacerla explotar a determinada altura sobre
el objetivo, enviarla con un misil o con un proyectil de artillería.
Los
partidarios de la fabricación de la bomba neutrónica que expresaban los
intereses del Pentágono y del complejo
militar-industrial-científico-universitario, argumentaban cinco propiedades de
esta bomba como justificativos para producirlas y instalarla:[5]
a) Es
una bomba “limpia”. Porque tiene la “virtud” de destruir todo lo vivo y lo hace
de una manera “maravillosamente humana” sin dejar ni charcos de sangre ni
montones de huesos esparcidos en la zona de explosión y y gracias a sus
cualidades de construcción y diseño no destruye las edificaciones.
b) Es
una bomba “barata”. Porque no hay que preocuparse por los gastos de
investigación, fabricación y desarrollo, de modo tal que no afecta al bolsillo
de los contribuyentes.
c) Es
una bomba “milagrosa”. Porque por cada millón de dólares mata más personas que
cualquier otra arma de exterminio masiva.
d) Es
una bomba “segura”. Porque se la puede
utilizar en cualquier latitud geográfica con un grado de intensidad que excluye
toda probabilidad de serias réplicas por parte del enemigo.
e) Es
una bomba “defensiva”. Porque –de acuerdo a la opinión del Pentágono- será
utilizada con fines tácticos, que en la jerga militar significa para rechazar
ataques en territorios limitados, particularmente, en Europa Central. Además su
empleo será una forma de atemorizar y ayudar a impedir el desencadenamiento de
un conflicto nuclear global.
Todas
estas argumentaciones se refutan por sí solas. En primer lugar, ya que no es
para nada limpia, ni siquiera en el proceso de fabricación y aquí lo que
importa es el resultado en el campo de batalla donde la radiación emitida
durará miles de años. Y además calificar las bombas como limpias y sucias
verdaderamente estúpido como dividir las bombas en destructivas y no
destructivas, en humanas o inhumanas. En segunda lugar, ¿cómo pueden decir que
es un bomba barata? ¿Qué tiene de barato matar personas? Este pensamiento
militarista de la Administración es una flagrante contradicción con su política
exterior de los derechos humanos. De ahí que insistiremos siempre y todas las
veces que sea necesario, que la historia de esta supuesta defensa de los
derechos del hombre fue una mentira gigantesca, puro propaganda imperialista,
que no sirvió absolutamente para nada. Este invento es el resultado de la
perversidad humana como lo son todas las armas nucleares. Pero ésta considerada
como la última superarma del capitalismo pone los intereses y los valores de
las cosas por encima de los intereses y
los valores del hombre. Porque decimos que este bomba hizo estallar en
todas sus direcciones las motivaciones que llevaron a Carter a promover los
derechos humanos. En tercer lugar, decir que es milagrosa es un sinsentido
porque lo que están diciendo, en resumidas cuentas, es reconocer la posibilidad
cierta de que la guerra nuclear es factible con armas de baja intensidad
explosiva y de ahí el paso hacía la guerra nuclear total es muy breve. Y para
los belicistas del Pentágono se les abrió una oportunidad única de cumplir el
sueño de su vida que es la destrucción atómica de la Unión Soviética. En cuarto
lugar, ninguna bomba es segura y menos contra la Unión Soviética que a lo largo
de sus años de existencia, ha mostrado una enorme capacidad para derribar
aviones enemigos gracias al magnífico uso de su artillería antiaérea. Y en
quinto lugar, nunca el imperialismo diseñó ni utilizó armas para uso defensivo.
Una bomba como la neutrónica por las peculiaridades de su estructura, resulta
que es mucho más peligrosa que cualquier otra arma ya que hace concebible que
se puedan utilizar armas atómicas en una guerra y dada violencia y agresividad
de estos armamentos nada ni nadie puede predecir como terminaría un conflicto
como plantea los cerebros de la guerra nuclear limitada. No habrá límites de
nada y las destrucciones y muertes irán aumentando en fuerza, agresividad y
mortandad hasta que el planeta quede totalmente devastado y no habrá quien
quede vivo para reconstruir el mundo.
La
bomba de neutrones por más que sea de pequeñas dimensiones, fácilmente
utilizable y además un bajo efecto explosivo, no le aseguró a los Estados
Unidos ninguna ventaja ni su empleo le dio esa supuesta intimidación al
enemigo. Los soviéticos siempre respondieron en la carrera armamentista a todos
retos y desafíos que le imponían los Estados Unidos y en el caso de la bomba
neutrónica que las autoridades soviéticas afirmaban que no iban a producir, sí
estaban condiciones de hacerlo. La doctrina imperialista de la guerra nuclear
limitada quedan anuladas por la creación de esta bomba monstruosa puesto no
habría forma de controlar ni limitar la moderación de los maniáticos nucleares
en su uso en caso de guerra. La creación de este tipo de armas de exterminio
masivo estuvo pensado para ser utilizado contra la Unión Soviética y esta
nación no se quedó de brazos cruzados sabiendo que detrás de este engendro
militar estaba la suprema convicción del imperialismo de poner de rodillas a
los soviéticos, fomentando una carrera armamentista a un nivel mucho más peligroso
porque se tratada de bombas nucleares, independientemente de las
características que vimos más arriba. Y cada perfeccionamiento de estas armas
lo único que ha hecho fue calentar la temperatura militarista del mundo cuyo
iniciador siempre fueron los Estados Unidos.
Cuando
el gobierno de Carter anunció la fabricación de la bomba de neutrones, parece
ser que no tuvo muy en cuenta donde iban a destinarla ya que en los Estados
Unidos las bombas de alta radiación estaba prohibida desde 1969 y el único lugar
posible para instalarla era Europa Occidental cuyos gobiernos aliados en la
OTAN no iban a aceptar tan fácilmente los órdenes de los estadounidenses para
que la desplieguen en sus países. El debate que se desató en aquellos fue muy
grande porque los europeos consideraron la actitud de los Estados Unidos como
desleal ya que si las destrucciones secundarias provocadas por esta bomba no
eran tan graves ¿por qué los no las instalan en su propio territorio? Y lo más
importante porqué el Pentágono, el mismo que diseñó esta arma, prohibió el uso
de ojivas tácticas de alta radiación
para defender las ciudades estadounidenses.
Este problema se suscitó cuando el ejército de los Estados Unidos
durante los gobiernos de Kennedy y Johnson estaba probando un sistema de
defensa anticoheteril llamado “Sentinel” uno de cuyos componentes era el cohete
balístico de alcance cercano “Sprint” el cual debía destruir los misiles
enemigos cuando se acercan a las ciudades de los Estados Unidos. Esta forma de
contraataque no resulto del agrado del Pentágono precisamente por los efectos
secundarios que el arma neutrónica podía causar en ciudades densamente
pobladas. Este es el regalito que la Administración Carter le quiso dar a sus
socios de Europa Occidental. Barato y eficaz con su insistente empeño por
imponérselos a sus aliados del otro lado del Atlántico.
¿De qué “amenaza soviética” a la seguridad territorial de los Estados
Unidos hablaban Carter y sus consejeros cuando anunciaron al mundo la
fabricación de esta bomba salvaje? Por supuesto que no la había ya no existía
ninguna base militar soviética en territorio ajeno o cercano a las fronteras
terrestres o marítimas de los Estados Unidos. En cambio, los Estados Unidos
tenían 2.500 bases de apoyos militares en 114 países, incluidos alrededor de
unos 388 puntos que rodeaban a la Unión Soviética apuntándoles con misiles que
pueden hacer blanco en cualquier ciudad soviética. El ejemplo más claro lo da
el hecho de que 20 submarinos nucleares (la mitad del total desplegado) que
constituyen parte integrante de las fuerzas estratégicas ofensivas de los
Estados Unidos están en patrulla permanente en orden de combate y en zonas que
les permiten asestar golpes nucleares en diferentes direcciones contra
objetivos dentro del territorio de la Unión Soviética.[6]
Y los imperialista con un cinismo desvergonzada se atrevía a hablar de la
·”amenaza militar soviética”.
7.4)
La respuesta soviética a la bomba de neutrones
La
respuesta de la Unión Soviética al conocerse la decisión de Jimmy Carter de producir
ojivas neutrónicas de alta radiación, fue inmediata en hacer un llamado para la
prohibición total de la bomba de neutrones en todas sus etapas. El 14 de marzo
de 1978 las delegaciones de la URSS, Bulgaria, la RDA, Mongolia, Rumania,
Checoslovaquia, Polonia y Hungría, presentaron conjuntamente al Comité para el
Desarme el proyecto de convención para la prohibición de la producción, la
acumulación, el despliegue y el empleo del arma neutrónica al Secretario
General de las Naciones Unidas, el austríaco Kurt Waldheim.
El 26
de mayo de 1978 en el marco del ciclo especial de sesiones de la Asamblea
General de las Naciones Unidas sobre el desarme, el Ministro de Relaciones
Exteriores de la Unión Soviética, Andrei Gromiko presentó su informe en el cual
una parte está dedicada a la nueva situación que se creó por el intento de los Estados Unidos por fabricar la bomba
neutrónica. El canciller soviético decía lo siguiente:
“El carácter específico del
momento actual estriba en que la carrera de armamentos va cobrando cada vez más
un aspecto cualitativo. De ahí la necesidad esencial de impedir la creación de
nuevos tipos y sistemas de armas de exterminio en masa. Es también una
cuestión, cuya solución podría haber sido iniciada varios años.
Sin embargo, lamentablemente,
las conversaciones en torno a ese problema avanzamos con lentitud. Estamos a
favor de que sean multiplicados los empeños y de que por fin se alcance a un
acuerdo. No se puede permitir que se comience a producir en serie nuevos tipos de armas mortíferas y
despiadadas, que se ponen a punto en laboratorios y oficinas de diseño.
Lo que hoy ocurre con el arma
neutrónica evidencia cuanto se ha acercado la humanidad a este peligro. Algunos manifiestan asombre
por el hecho de que los planes de producir en los Estados Unidos esta arma y de
emplazarla en Europa Occidental haya provocado una poderosa ola de protesta en
el continente europeo y en el resto del
mundo. Empero, los pueblos, la opinión pública mundial, se dieron cuenta pronto
de que es un medio particularmente monstruoso y feroz de exterminio en masa,
orientado especialmente a aniquilar todo lo viviente.
La Unión Soviética está a favor
de la total prohibición del arma neutrónica. Y no es porque no podamos dar la
respuesta que corresponde al reto que nos han lanzado. Ejemplo de ello es la
historia, primero del arma atómica y luego del arma termonuclear. Estamos en
contra en principio, de que se abra una nueva dirección en la carrera de
armamentos.
Mientras no sea tarde,
proponemos llegar al acuerdo de renunciar recíprocamente a fabricar el arma
nuclear neutrónica”.[7]
Están
claros los temores que planteaba el canciller Gromiko acerca de los peligros de
esta nueva arma y las polémicas que provoco entre los Estados Unidos y sus
aliados europeos de la OTAN para quienes iba destinada la bomba neutrónica.
Más
adelante, en el mismo informe, expresaba que:
“La Unión Soviética no se
propone iniciar la fabricación del arma neutrónica, si no lo hacen los Estados Unidos u otro Estado. Nuestro
país habla de ello con absoluta nitidez. El arma neutrónica debe ser prohibida
definitiva e irrevocablemente. Decimos sinceramente a los pueblos de algunos
países, en los cuales se dejan oír voces a favor del arma neutrónica: los
quieren engañar; estén alertas; debe prevalecer la sensatez y no la locura”.[8]
En el
documento presentado en la misma sesión especial titulado “Las vías para el
cese de la carrera armamentista: las propuestas de la Unión Soviética”, el
canciller Andrei Gromiko se refirió en el punto cuarto de su programa a la
cuestión de prohibir la creación de nuevos tipos y sistemas de armas de
exterminio masivo y en particular sobre la bomba neutrónica afirmaba:
“Urge adoptar medidas
internacionales que prevengan definitivamente la aplicación y el despliegue del
arma neutrónica. La polémica acerca de su proscripción transcurrió en los
último meses en los niveles interestatales más diversos, incluidos los más
altos, así como entre la opinión pública mundial y entre los científicos más
destacados del mundo c9 contemporáneo. Los resultados de esta discusión
permiten declarar con toda seguridad:
a) El armar neutrónica es un
medio especialmente antihumano de exterminio en masa;
b) El arma neutrónica
inevitablemente bajará la barrera de la guerra nuclear y, por consiguiente hará
más problemática la conflagración.
c) La inclusión en los
armamentos del arma neutrónica por un grupo de Estados llevará
irremediablemente a que también la incluya en sus armamentos el otro grupo de
Estados (los que no tiene el arma atómica – SDA), y ello abrirá un nuevo cauce
de la carrera de armamentos nucleares, lo mismo que en los años 40 pasó con la
bomba atómica y en los 50 con la termonuclear.
d) La aparición de un tipo
cualquiera de arma neutrónica puede ser solo el comienzo de tal carrera, tras
un primer tipo aparecerán sin falta otros con una capacidad todavía mayor de
destrucción y destinados a cumplir misiones más amplias de lo que ahora se como
las intercontinentales.
De estos hechos indiscutibles
partían los Estados y entre ellos la Unión Soviética, al presentar a examen al
comité para el Desarme el proyecto de Convención internacional para la
prohibición de la producción, acumulación, desarrollo y empleo del arma nuclear
neutrónica.
Debido a que el gobierno de los
Estados Unidos ha aplazado el tomar una decisión definitiva sobre el comienzo
de la producción del arma de neutrones. La Unión Soviética tampoco emprenderá
su producción si no lo hace Estados Unidos. No obstante, la Unión Soviética
sigue siendo partidaria de la total prohibición del arma de neutrones.
Si se parte de los intereses de
la seguridad de los pueblos sería acertado dar prioridad ala examen de la
propuesta sobre la prohibición del arma neutrónica en las labores del Comité
para el Desarme y en el XXXIII período de sesiones de la Asamblea General de la
ONU hacer un balance de las labores realizadas.
Todavía hay tiempo. Aun se puede
cerrar el paso a la amenaza de la muerte neutrónica, impedir que se
materialice. Pero hay que actua sin demora. La Unión Soviética vuelve a
exhortar a ello a todos los estados”.[9]
Hasta
aquí el texto de la posición oficial soviética en aquellos años de duros
debates y polémicas que provocó la iniciativa del gobierno de Jimmy Carter. La
Unión Soviética llamaba a la inmediata prohibición de esta arma de exterminio
masivo por ser un arma nuclear de baja intensidad por su efecto explosivo, pero
altamente mortífera para los organismos vivientes y lo que la hacía más
peligrosa era la posibilidad de hacer cierta la guerra nuclear con sus resultados
calamitosos, impredecibles y devastadores.
La
firmeza de la posición soviética en esta sesión especial fue contundente y se
mantuvo hasta su desaparición como estado libre, independiente, jurídicamente
reconocido y geográficamente existente en todos los mapas del mundo.
.
[1] Norberto Bobbio. El equilirio del terror. Storia e política, XXIII,
fasc . 2, giugno 1984, pp. 284-300.
[2] Nikolaeva Irina
[3] Nicholas Evan Sarantakes Jimmy Carter’s Disastrous Olympic Boycott. February 09, 2014
Ver página web: http://www.politico.com/magazine/story/2014/02/carter-olympic-boycott-1980-103308_full.html?print#.VRsjxOHfEZw
[4] Ver Johnson Chalmers. Blowback. Costos y
consecuencias del imperio americano. Crítica, Barcelona, 2004, página 12,
[5] Ver Rebrote de la epidemia neutrónica. Revista
Internacional. Problemas de la paz y el socialismo. Abril de 1981.
[6] Ver ¿Quiénes amenazan a la paz? Editora Militar Moscú.,
1982. Respuesta de la Unión Soviética al folleto del Pentágono “El poderío
militar soviético·.
[7] Gromiko Andrei. Intervención en el ciclo especial de
sesiones de la Asamblea General de la ONU sobre el desarme, 26 de mayo de 1978.
Editorial Testimonios, Buenos Aires, 1978, páginas 21 y 22.
[8] Gromiko Andrei. Intervención en el ciclo especial de
sesiones de la Asamblea General de la ONU sobre el desarme, 26 de mayo de 1978.
Editorial Testimonios, Buenos Aires, 1978, páginas 23 y 24.
[9] Gromiko Andrei. Intervención en
el ciclo especial de sesiones de la Asamblea General de la ONU sobre el
desarme, 26 de mayo de 1978. Editorial Testimonios, Buenos Aires, 1978, páginas
42/44.