A SETENTA AÑOS
DE LA GRAN VICTORIA DE LA UNION SOVIÉTICA
Por Sergio Daniel Aronas – 02 de mayol de 2015
Al cumplirse hoy 70 años de la
terminación de la
Segunda Guerra Mundial no cesan los debates sobre el
significado histórico universal de la gran victoria sobre el nazi fascismo
alemán y el militarismo japonés y quien se atribuye los mayores méritos en la
derrota de la Alemania
nazi, su sistema de poder y sus siniestras organizaciones. Del triunfo militar
en los campos de batalla se ha pasado a la lucha ideológica en el campo del
estudio, la historia y la investigación y que, a la luz de nuevos documentos
que se dan a conocer a la opinión pública, se profundiza cada vez más determinar
cuáles fueron las causas que originaron la mayor matanza de todos los tiempos,
cuáles fueron las distintas etapas en el desarrollo de la lucha, cuáles fueron
los momentos decisivos y porque, cuáles fueron sus consecuencias políticas,
económicas, sociales, jurídicas, geográficas, étnicas, diplomáticas y demográficas
y desde este punto de vista, indagar cómo han evolucionado las relaciones entre
los distintos países y continentes: entre los que combatieron en la guerra y
los que no participaron y en ese devenir histórico en qué se ha convertido en la
actualidad el mundo en que vivimos. La guerra finalizada en 1945 continúa en el
campo de la historia política y militar y en los tribunales de la justicia
nacional e internacional.
Para un enfoque de esta naturaleza, se
debe partir de la base que jamás terminarán las polémicas y discusiones sobre la Segunda Guerra
Mundial mientras las bestias derrotadas sigan reivindicando a los monstruos que
la desencadenaron y no se resuelvan las principales cuestiones que la guerra
trajo aparejada durante aquellos seis terribles años vividos entre las que
podemos mencionar y que son objetos de intensos debates en la actualidad:
1) Que se oculte, mienta y se minimice
el papel fundamental que cumplió la Unión Soviética y el Ejército Rojo en la
destrucción de toda la maquinaria de guerra alemana y en la liberación de los
países de Europa Oriental. Toda la propaganda imperialista se esfuerza por
demostrar que las operaciones militares fundamentales y que decidieron el
resultado final de la guerra tuvo lugar en cualquier región, menos en el frente
oriental ahí donde soviéticos y alemanes se enfrentaron a una contienda sin
precedentes en la historia porque el mismo Hitler se lo planteó así a sus
generales y aprobó las directivas para la guerra de exterminio. Fue en el
frente oriental en Europa donde murió más del 60% de las víctimas entre 1941 y
1945 y todavía hay libros, encuestas, folletos, artículos, comentaristas y
políticos que siguen ocultando lo evidente y que es la contribución gigantesca
del pueblo soviético a la derrota del fascismo alemán. Es tan poderosa la
verdad de este hecho irrebatible que los imperialistas aun no pueden creer en
esta hazaña inmortal de la Unión Soviética.
Fue en el frente oriental donde tuvo
lugar el enfrentamiento militar más grande, violento, encarnizado no sólo de la
guerra sino la historia mundial de todas las guerras que se desencadenaron
desde Alejandro Magno a nuestros tiempos, entre la Unión Soviética y los
invasores fascistas. Y ahí fue el lugar donde fue destrozado el 80% de los
ejércitos nazis y 75% de su equipamiento militar y que, en definitiva, se
analice la Segunda
Guerra Mundial como si las operaciones militares principales
y que decidieron su curso victorioso se hubiesen desarrollado en cualquier otro
lugar menos en el frente soviético-alemán;
Es bien sabido que ante el empuje de las
fuerzas soviéticas, los alemanes que huían a la desbanda, preferían rendirse o
entregarse como prisiones a los países occidentales y no caer en manos de los
soviéticos porque sabían que serían fusilados en el lugar donde los encuentre a
esos criminales a medida que se iban descubriendo las tremendas atrocidades
cometidas por los fascistas en las ciudades y pueblos liberados por el Ejército
Rojo.
La matanza de 27 millones de soviéticos
cometidas por las tropas invasoras alemanas parece que en Occidente no es un
dato a destacar como tampoco son de reconocer el hecho de que la Segunda Guerra
Mundial fue el más severo, serio y criminal intento del imperialismo
internacional para aniquilar a la Unión Soviética, el primer estado socialista
del mundo, utilizando a la Alemania de Hitler como fuerza de choque
fundamental, para la cual la ayudaron a armarla hasta los dientes con lluvia de
créditos, dólares, apoyo financiero y económico por las empresas
estadounidenses, británicas, francesas y suizas, entre otras. Durante tres
larguísimos años que van desde junio de 1941 cuando Alemania invade la Unión
Soviética hasta junio de 1944 cuando se produce el desembarco en Normandía, los
gobiernos de los Estados Unidos e Inglaterra no hicieron nada en aliviar la
situación en el frente oriental negándose a abrir el segundo frente por razones
ridículas. La verdadera razón era el deseo ferviente de que Alemania derrote a
la URSS y el socialismo desaparezca del mundo y luego repartirse entre los
países imperialistas los restos del país soviético. Pero estos planes
delirantes no se cumplieron por la impresionante y fabulosas resistencia y
tenacidad combativa de todas las repúblicas que formaban la Unión Soviética y
por el general invierno como argumentaba la propaganda nazi a través de
Goebblels y que luego toda la historiografía antisoviética la puso como la
causa principal de la derrota alemana. Estos historiadores siguen lamentándose
no de la victoria del pueblo soviético sino de la derrota de Alemania, sino no
se explica que sigan escribiendo biografías de los criminales nazis y de sus
instituciones criminales de gobierno como si hubieran ganado la guerra. En este
sentido, que estos mismos historiadores escriban sobre la hazaña de la Unión
Soviética: no, eso no se puede.
2) Que nunca se haga referencia a la
participación crucial de los soviéticos en la derrota del ejército imperial
japonés sobre cuyo aporte se habla muy poco al punto tal que casi ni se
menciona la intervención soviética en esta etapa de la guerra que, obviamente,
es tapada por los bombardeos atómicos sobre Hiroshima y Nagasaki y la posterior
rendición japonesa el 2 de septiembre de 1945 a bordo del acorazado Missouri.
El ejército soviético cumpliendo su compromiso asumido por los acuerdos de
Yalta en febrero de 1945, entró y declaró la guerra al Japón cuyos ejércitos
superaban el millón de hombres y en una operación magistral en diez días
destruyó la columna vertebral de las fuerzas armadas niponas. Los Estados
Unidos nunca hubieron podido realizar semejante proeza y como un intento de
probar su poderío y supremacía militar advirtiendo a los soviéticos lanzaron
esas bombas nucleares que no eran necesarias para culminar la guerra.
El mando militar de los Estados Unidos
conocía perfectamente el número de fuerzas que se componían las fuerzas armadas
japonesas. Y como no podían movilizar a millones de hombres para enfrentarlos,
necesitaba de la ayuda soviética para derrotarlos, pues el Ejército Soviético
tenía una gigantesca capacidad de poner en combate a millones de hombres. Y la
guerra contra el Japón se libró en un frente de 5.500 kilómetros por 600 de
profundidad, enfrentándose los soviéticos a más de 1 millón de soldados.
Durante un mes los soviéticos pusieron fuera de 84.000 japoneses y les tomaron
500.000 prisioneros
3) Que se siga mintiendo al mundo con la
negación del holocausto no sólo con la población judía exterminadas en los
campos de concentración, sino con todos los demás pueblos y minorías invadidos
por las tropas nazis que concluyeron con el asesinato a sangre de fría de
mujeres, niños y ancianos indefensos. Si se trata de medir el verdadero
holocausto en función de la cantidad de víctimas, lo soportó la Unión Soviética con sus 27
millones de muertos, civiles y militares. Fue con los prisioneros soviéticos
con los cuales los nazis empezaron a probar sus métodos de aniquilamientos
masivos y el tratamiento brutal que recibieron, violando todas las convenciones
existentes, los convirtieron en el primer grupo de soldados que también en 6
millones fueron asesinados por la maquinaria alemana.
4) Que se quiera hacer creer que las
bombas atómicas arrojadas por los Estados Unidos fue el hecho decisivo y que llevó
al triunfo de los Aliados y al final de la guerra. Los ataques nucleares
iniciaron la guerra fría entre los Estados Unidos y la Unión Soviética y que
más tarde se fortalecería con el famoso discurso de Winston Churchill en Fulton
en 1946. Las explosiones nucleares no tenían ningún sentido ni necesidad
militar, sino solo mostrar a los soviéticos que empezaban la guerra con las
tropas japonesas estacionadas entre China, Mongolia y Corea, la nueva arma de
destrucción masiva que habían desarrollado los Estados Unidos y con ella
elevarse a la categoría de potencia vencedora
5) Que se oculten la actividad de la
resistencia antifascista en la propia Alemania desde que los nazis llegaron al
gobierno en enero de 1933; porque ésta existió tanto en la sociedad, en los
partidos políticos que aunque fueron exterminados, un minuto de resistencia a un
régimen criminal y terrorista como fue el nazismo merece ser reconocido; y
también en los medios religiosos, en los círculos militares y en el cuerpo
diplomático. El Partido Comunista Alemán fue el primero en combatir al nazismo desde
su aparición en 1923 como el golpe fracasado, como así también en las
elecciones y luego de la llegada de Hitler al poder.
6) Que se oculten el heroico papel de
las resistencia en los territorios ocupados por los ejércitos fascistas, como
fue el caso del Partido Comunista Francés, el partido de los 70.000 fusilados,
de los movimiento guerrilleros donde se destacaron por su combatividad los bravos
partisanos soviéticos, yugoslavos, búlgaros, italianos y albaneses, como así
también a los integrantes de la resistencia checoslovaca, húngara, danesa,
holandesa y noruega; de los valientes diplomáticos y agentes secretos que
infiltrados en las filas enemigas hicieron un aporte substancial en la derrota
del enemigo común. Y que un historiador marxista mundialmente reconocido por
todas las corrientes historiográficas como el inglés Eric Hobsbawm califique a
los movimientos europeos de resistencia como “mitológicos” es verdaderamente
sorprendente y más sorprendente es que casi ningún historiador se han detenido
en este tema para intentar refutar este horrendo calificativo de Hobsbawm (Ver
su libro Historia del Siglo XX, Crítica, 1ª Edición, página 169). Jamás debió
haber usado esa expresión sino que debió haber dicho que fueron “legendarios” y
merecen todo nuestro respeto, admiración y compromiso de que nunca serán
olvidados.
El problema suscitado con esta cuestión es
que todavía no se ha escrito una auténtica historia de los movimientos de la
resistencia y plantear como plantea Hobsbawm, de que su incidencia militar fue
mínima, es correcta porque la resistencia no nació para realizar grandes batallas
campales tipo Kursk. La resistencia dentro de los países ocupados, tenía como
misión el sabotaje, cortar líneas de suministros, volar puentes, destruir
instalaciones, atacar las vías de los trenes, destruir las fuentes de energía.
En definitiva su objetivo era la realización de atentados contra el invasor
nazi y golpearlo en los puntos más débiles o en aquellos que jamás pensaría que
podían ser atacados. Y esas acciones no tuvieron nada de mitológico sino que se
jugaron la vida y sus actos de heroísmo y valentía y por lo tanto debe
preservarse su eterno homenaje.
7) Que se mientan y oculten la epopeya
de los judíos combatientes en la sublevación del Ghetto de Varsovia el 19 de
abril de 1943 y que fue la primera insurrección armada contra la ocupación nazi
en cuatro años de guerra y que no se diga que la liberación de muchos campos de
exterminio fue el avance del ejército soviético y no como dicen los actuales
gobernantes fascistas de Polonia y Ucrania que tienen la desfachatez de negar
la liberación de Auschwitz por el Ejército Rojo sino decir una barbaridad
antihistórica de que la URSS atacó primero a Alemania e invadió Ucrania. Una
mentira que se cae por su propio peso.
8) Que se hable poco y nada del nefasto
comportamiento que tuvo el Vaticano durante la guerra ya que no movió un dedo
en denunciar los planes hitlerianos para el exterminio de los prisioneros en
los campos de concentración y por sus asquerosas relaciones con los nazis
estaban al tanto de todos los hechos que sucedían en la guerra porque si existe
una institución mundial que esté perfectamente informada de todo lo que pasa en
el mundo, esa organización es la Santa Sede, solo que durante la Segunda Guerra
Mundial no fue nada santita. En este punto, no sólo el problema fueran las
relaciones con los nazis, sino que algunos jerarcas de la Iglesia ayudaron a
los criminales de guerra nazis a refugiarse en el Vaticano y luego permitir que
se vayan a otros países con nombres y pasaportes falsos, evitando el merecido
castigo de la justicia por sus aberrantes actos durante la guerra. Además como
son muy celosos y reservados con relación al secretismo, mantienen cerrados
todos los archivos vinculados a esta etapa negra de la historia del Papado.
A los pocos meses de asumir Hitler como
canciller de Alemania firmó el Concordato con el Vaticano en julio de 1933
entre Franz Von Papen, vicecanciller alemán y el Secretario de Estado Eugenio
Pacelli, quien sería en 1939 el Papa Pío XII, por intermedio de su secretario
de Estado cuyo artículo 16 expresa: “Los obispos, antes de
tomar posesión de sus diócesis, prestarán en manos del lugarteniente del Reich
(Reichsstatthalter) en el estado competente o bien en manos del Presidente
del Reich un juramento de fidelidad según la siguiente fórmula: “Delante de
Dios y sobre los Santos Evangelios, juro y prometo, como corresponde a un
obispo, fidelidad al Reich alemán y al Estado... Juro y prometo respetar y
hacer respetar por mi clero el Gobierno establecido según las leyes
constitucionales del Estado. Preocupándome, como es mi deber, del bien y del
interés del Estado alemán, en el ejercicio del sagrado ministerio que se me ha
confiado, trataré de impedir todo daño que pueda amenazarlo”.
Con esto queda demostrado el juramento
de fidelidad y apoyo del Vaticano a la Alemania Nazi. Por este tratado, la
Santa Sede Católica no necesitó ser invadida militarmente sino que quedó
sometida políticamente a los deseos, intereses y designios del fascismo
hitleriano cuyas consecuencias se vieron reflejadas en la obligación de los
católicos alemanes a mantener buenas relaciones con los nazs y no ser un
obstáculo a sus políticas y que no se metiera en la persecución contra los
comunistas, socialistas y judíos, quienes tanto para le nazismo como para la
Iglesia Católica eran sus enemigos a los que había que aplastar.
9) Que se hable muy poco del enorme
desempeño de la resistencia en los campos del concentración, sobre todo en
aquellos donde su liberación fue producto de la insurrección de los prisioneros
y no por la entrada de las tropas de Estados Unidos y del Reino Unido, como fue
el caso del campo de Buchenwald el 11 de abril de 1945 como así también en los
de Sobibor, Treblinka, Bialistok, Vilna y Kaunas. Este tema tiene su
fundamentación para presentar a los ejércitos de los Estados Unidos y de Gran
Bretaña como los grandes libertadores de Europa y que gracias a su accionar fue
derrotada la Alemania Nazi. Y esto está muy relacionada con poderosa propaganda
de los medios de intoxicación y desinformación histórica y masiva con el fin de
hacer creer fue el esfuerzo militar de los aliados los que salvaron a los
pueblos invadidos por los nazis.
10) Que se mienta descaradamente y sin
fundamento alguno con el cuento de que el pacto Ribbentrop-Molotov firmado el
23 de agosto de 1939 entre Alemania y la Unión Soviética y por
iniciativa de la primera, fue la causa que provocó la guerra y no se diga una
sola palabra sobre el verdadero pacto que dejó a los países de Europa servida
en bandeja para los planes invasores de Hitler: el tratado de Munich del 29 y
30 septiembre de 1938 donde los apaciguadores imperialistas con Inglaterra y
Francia a la cabeza, le abrieron las puertas a los ejércitos nazis y a sus
aliados fascistas para iniciar la contienda bélica. Es más, la historiografía
angloamericana justifica la firma de dicho pacto porque para ellos fue un
intento de limitar las ambiciones territoriales de la Alemania Nazi , como una forma
de asegurar la paz en Europa desmembrando y liquidando a Checoslovaquia, país
que no fue invitado y no participó de esa siniestra conferencia. El pacto
soviético germano – por más que muchos no les guste, por más que a muchos les
hubiese producido asco, incomprensión y que les resulte inaceptable, en la
perspectiva histórica acerca de cómo se desarrollaron los acontecimientos que
terminaron en la guerra mundial, significó de hecho un triunfo de la diplomacia
soviética debido ya que impidió que el imperialismo internacional encabezado
por el trío de los Estados Unidos, Inglaterra y Francia desencadene la guerra con
un ataque alemán contra la Unión Soviética desde el primer momento como era el
deseo de los gobiernos de esos países. Lo que no se dice de ese tratado es que
la URSS recuperó los territorios que perdió en 1918 por el tratado de
Brest-Litovsk. En este punto altamente polémico donde el 99,9% de los libros de
historia dicen que tanto la Alemania Nazi como la Unión Soviética invadieron
Polonia por lo que les debe caber la misma responsabilidad y culpabilidad en el
inicio de la guerra, como hacen los pronazis del Parlamento Europeo y países
como la República Checa, nosotros decimos claramente que no hubo ninguna
invasión soviética a Polonia de ninguna forma, tipo o naturaleza.
11) Mientras todos los que critican con
ferocidad el pacto de no agresión entre Alemania y la Unión Soviética, con la
desfachatada posición de ubicar a los dos países en un mismo plano, tratando de
convencer que sus sistemas políticos y sus sistemas de gobiernos fueron lo
mismo, llama poderosamente la atención que no comenten absolutamente nada acerca
de que quienes impulsaron el rearme de la Alemania nazi y que fueron las principales multinacionales
de los países capitalistas como Estados Unidos, Inglaterra y Suiza, gracias a
los cuales hicieron fabulosos negocios en la preparación bélica del fascismo
alemán antes y durante la guerra: Estados Unidos e Inglaterra fueron quienes
proporcionaron la base material y técnica para el desarrollo industrial de las
fuerzas armadas alemanas y Suiza se convirtió en su agente financiero y
proveedor de los instrumentos de precisión, de medición y de relojería que
necesitaban el armamento de las Fuerzas terrestres de la Alemania nazi;
12) Que nunca asuman los países capitalistas
desarrollados, impulsores del fascismo, su total responsabilidad y culpabilidad
moral y política en las relaciones que establecieron con la Alemania nazi para
alentarla a provocar la guerra mundial y ya en plena guerra seguían tramando
conversaciones secretas cuando los soviéticos exigían desesperadamente la
apertura de un segundo frente en 1942 y 1943. Y aún así, la propaganda
occidental se cree con derecho a pedir a los historiadores rusos que realicen
autocrítica por el pacto de agosto de 1939 y mucho más en la época soviética. ¡Qué
miserables! El movimiento comunista debatió hace rato este tratado y no hay
posiciones unánimes porque hubo partidos que lo apoyaron y otros que lo
criticaron con suma severidad. Y en los últimos tiempos de su funcionamiento la
publicación “Revista Internacional” le dedicó un exhaustivo análisis a este
pacto en su edición de agosto de 1989 al cumplirse sesenta años de su firma. Se
equivocan terriblemente quienes buscan en este pacto la causa de la Segunda
Guerra Mundial. Vayan al Tratado de Munich como lo hizo la edición de tres
tomos sobre la guerra la editorial Reader´s Digest, una publicación muy
comunista.
13) Que se siga hablando sin
justificación alguna que la Conferencia de Yalta realizada entre el 4 y 11 de
febrero de 1945, concluyó con un supuesto reparto del mundo, que resultó
favorable al “imperio ruso” y que las potencias occidentales “capitularon”
frente a la delegación soviética”. Es indudable que la Conferencia de Yalta fue
la más trascendente y relevante de todas las que se llevaron a cabo durante la
guerra porque fue la que decidió cómo se iba a terminar la lucha contra la
Alemania nazi y en caso de vencer las medidas a tomar con las naciones
derrotadas y pensando en el futuro en cuanto a la creación de un sistema
internacional de nacione. Las críticas a los responsables de la política
exterior de los Estados Unidos y Gran Bretaña, sobre todos a sus jefes de
gobierno, Franklin Roosevelt y Winston Churchill, aun siguen dando que hablar
porque según ellos, se sometieron a los planteos de Stalin, claro como si
negociar con las potencias de Occidente era un juego de niños. Una pequeña
prueba fue la disputa en torno a las reparaciones de guerra donde los ingleses
proponían el principio “a cada cual según sus necesidades, de Alemania según
sus fuerzas”; a lo que Stalin le replicó: “Prefiero otro principio: a cada cual
según sus méritos”. Cuando se habla de Yalta lo mejor que puede hacerse es leer
en toda su magnitud los acuerdos que se
firmaron y qué parte cumplió al pie de la letra su contenido.
14) Los revanchistas anticomunistas y
antisoviéticos de nuevo cuño que en los últimos años han salido del basurero de
la historia, han tenido el calamitoso y espantoso atrevimiento de que el
Parlamento Europeo formada por naciones que hoy deben su existencia al papel
desempeñado por la Unión Soviética y la resistencia comunista y partisana, de
establecer con carácter de declaración oficial, la supuesta doble
responsabilidad tanto de la Alemania fascista y de la ex Unión Soviética en el
desencadenamiento de la Segunda Guerra Mundial. Semejante basura de declaración
y hay que tratarla con esta dureza de conceptos porque no se merece otra
expresión, no sólo porque es inaceptable e inadmisible, sino que es una
horrenda falsificación de la historia, un insulto a los 27 millones de
soviéticos caídos en la guerra y una afirmación de la peor calaña que pueda
leerse. Hoy vemos que un grupo de pequeños
países situados en la región del Mar Báltico europeo (Estonia, Lituania y Letonia)
tienen gobiernos que reivindican los crímenes realizados por los invasores
nazis de las Waffen SS, les levantan monumentos, realizan homenajes a esta
banda de asesinos; se atreven a llamarlos “libertadores” y proclaman a viva voz
rechazar los Juicios de Nuremberg. Por último, la “justicia” de este trío de
países en lugar de juzgar a las víctimas del fascismo, ha juzgado y encarcelado
a quienes combatieron la agresión del nazismo y que por su actuación fueron
condecorados en su momento con el título de Héroes de la Unión Soviética,
puesto que también reniegan y condenan los años del poder soviético. En lugar
de hablar de la Segunda Guerra Mundial como la guerra que tuvieron contra la
Alemania nazi, lanzan la estrafalaria idea de que en realidad la guerra fue
contra “la ocupación soviética”, calificando a los ejércitos alemanes con el
nombre de “combatientes de la libertad” ya que vinieron a ayudarlos a liberarse
del “yugo comunista”. A este coro de pronazis se unen Polonia y Ucrania quienes
prohíben la celebración del día de la Victoria y realizan descaradas
manifestaciones de ignorancia absoluta sobre los hechos y acontecimientos de la
Segunda Guerra Mundial que no se pueden creer por su grado de cinismo
exacerbado.
15) Que muchos historiadores, políticos
e investigadores consideren la liberación de Europa Oriental por el Ejército
Soviético como una invasión militar, que derrocaron a las monarquías sostenidas
por el verdadero invasor: la Alemania nazi y que como consecuencia de esta
lucha se impusieron gobiernos comunistas en los países por donde pasó el
Ejército Rojo. Si esto fuera así, si esto fuera cierto, como explican estos
“expertos” en sovietología barata, deberían explicar porque en Austria y
Finlandia, países liberados por las divisiones soviéticas y que el caso
austríaco permanecieron en el país diez años hasta 1955 tras acordar su retirada,
nunca haya habido un gobierno comunista o se haya producido una revolución o
insurrección como sucedieron en Yugoslavia, Checoslovaquia o Rumania- Y la razón
es simple: no existía un partido comunista poderoso ni fuerzas sociales capaces
de llevar a cabo una transformación social de esos países.
Con serie de cuestiones ya tenemos
material para publicar e investigar sobre cada uno de estos temas en profundidad.
Ahora realizaré comentarios acerca de mi punto de vinta sobre la victoria de la
ex Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial, que ellos llaman “La Gran
Guerra Patria”.
Los historiadores e investigadores
siguen escribiendo nuevos libros, algunos más polémicos que otros y está muy
bien que se siga publicando sobre la Segundo Guerra Mundial, cuya esencia
principal de todos ellos es encontrar nuevos elementos que permitan entender
porqué sucedió esta guerra terrible, si fue o no un acontecimiento inevitable.
La gran mayoría de los autores se dedican a investigar las causas que dieron
origen al nazismo y porque y cómo llegó Hitler al poder. Ponen mucho énfasis en
describir hasta el más mínimo detalle las características y rasgos
fundamentales de la dictadura fascista alemana, pero son muy pocos los que
tienen el empeño de analizar cómo y porque la Unión Soviética logró derrotar a
todos los invasores en la Gran Guerra Patria de 1941 a 1945. Y se debe decir todos
los invasores porque en el ataque a la Unión Soviética junto a las tropas
alemanas, participaron divisiones enteras de los ejércitos de los aliados nazis
como Italia, Croacia, Eslovaquia, Francia, España, Finlandia, Hungría, Bohemia,
Moravia y otros países. Salvo el historiador británico Antony Beevor casi nadie
escribe sobre la participación victoriosa de la Unión Soviética en la Segunda
Guerra Mundial. Entre estos nuevos análisis la mayoría aun tiene miedo, temor,
terror o pavor de decir que la gran victoria sobre el fascismo alemán y el imperio
japonés fue producto del accionar combatiente y aguerrido del pueblo soviético
y su Ejército Rojo. Todavía a 70 años de este triunfo colosal, a la comunidad
de la historia occidental le cuesta horrores reconocer el papel decisivo que
cumplió la Unión Soviética en esta guerra demencial. Esto se debe a que
honestamente creen que las cuatro grandes potencias contribuyeron de igual
manera a la derrota tanto de la Alemania nazi como de Japón en 1945.
Por más que escriban toneladas de libros
y se gasten océanos de tinta, por más que utilicen las matemáticas, las
estadísticas, la física, la química, la ingeniería y todas las ciencias
fácticas y/o sociales para mostrar la cantidad de soldados en lucha, de
tanques, divisiones, ejércitos, de aviones, de buques, de los muertos y
heridos, de la movilización civil, del esfuerzo bélico, de la fabricación de
armamentos, de la ayuda occidental, de la organización económica para la guerra
y por más que se rompan los dientes en intentar demostrar a quien le
corresponde el verdadero mérito de auténtico vencedor de la Segunda Guerra
Mundial, nada ni nadie nunca podrá corromper la historia, no podrán engañar a
nadie, no podrán seguir mintiendo eternamente y no podrán refutar con ningún
motivo, causa, explicación, estudio, análisis, opinión o punto de vista y por
ninguna circunstancia, que el hecho incontrastable, axiomáticamente irrefutable
y que jamás podrá demostrar lo indemostrable que fue la Unión Soviética, la
nación contra la cual se desencadenó la guerra, la verdadera triunfadora, la
vencedora en la guerra más criminal y salvaje que tuvo lugar en la historia de
la humanidad.
Los historiadores occidentales tienen ahora
la ventaja de que la Unión Soviética no existe y por eso se creen autorizados a
escribir cualquier tipo de narraciones sobre los hechos y acontecimientos que
tuvieron durante la Segunda Guerra Mundial y creen como creen que la actual
generación que vive en la Federación Rusa se olvida de lo que hicieron los
imperialistas alemanes y como lucharon y murieron los ciudadanos que
constituían en aquella época la Unión Soviética.
Está claro que en el estudio y análisis
de una transcendencia tan gigantesca para la historia de la humanidad como fue
la Segunda Guerra Mundial, nadie puede quitarse sus concepciones y sus cuerpos
de ideas cuando se pone a escribir los hechos y acontecimientos de esta guerra.
Si no nos podemos sacar dichas nociones, si no podemos dejar de lado nuestro
pensamiento tanto en lo particular como en lo general sobre lo que ocurrió
entre 1939 y 1945, entonces se plantea la cuestión de qué manera se puede ser auténticamente
objetivo si no puedo desprenderme de mi ideología, ni de mi modo de pensar a
través del prisma de la historia. Acaso, ¿se puede estudiar la Segunda Guerra
Mundial al margen de la ideología? Por lo tanto, ¿por qué se le teme tanto a la
ideología? ¿Por qué un determinado enfoque puede ser calificado de ideológico?
¿Cuál es en esencia del problema a estudiar en este caso la Segunda Guerra
Mundial desde un punto de vista ideológico?
Como podrán darse cuenta, yo lo tengo y
jamás voy a renunciar a él. De modo que si nos metemos en el barro para
analizar un tema tan intrincado y tan arraigado en la conciencia de los pueblos
como fue la Segunda Guerra Mundial, la única manera de ser auténticamente
objetivo es que nuestra ideología, nuestra concepciones y puntos de vista no estén
en contradicción con los hechos que se estudian y con los hechos tal como
ocurrieron y solo con documentos y fuentes fidedignas podrán sostenerse todo el
andamiaje de este enfoque.
La guerra provocada por la Alemania nazi
contra la Unión Soviética no solo fue un bestial enfrentamiento militar sino
que fue como el mismo Hitler lo dijo, fue una guerra ideológica, una guerra
entre dos sistemas, entre dos mundos completamente diferentes, en resumidas
cuentas, una guerra entre dos ideologías absolutamente irreconciliables que se
batieron a muerte como nunca se vio en la historia de la humanidad. Como
ejemplo de este planteamiento, están las órdenes del alto mando alemán para la
liquidación de los comisarios políticos soviéticos tanto del partido
comunista como del ejército soviético, no
importara el rango y nivel que tuvieran. La orden de estricto cumplimiento,
obligaba a las fuerzas invasoras nazis a fusilarlos en el lugar que se
encontraran. Este es el texto de la brutal orden firmada por Hitler:
“- Nº 44822-"ALTO SECRETO".-6-06-1941- ¡Transmisión sólo a
través de oficiales! Directivas para el Tratamiento de los Comisarios
Políticos. Jefe de Oberkommandos Gz.Walter Warlimont En la lucha contra el
bolchevismo no se ha de esperar que el enemigo actúe de acuerdo con los
principios de Humanidad o Ley Internacional. En particular, debe esperarse un
tratamiento vengativo, cruel e inhumano por parte de los Comisarios políticos
de todos los tipos, dado que son ellos los líderes de la resistencia en la
práctica. Las tropas deben darse cuenta de que: 1) En esta lucha, la
indulgencia y la consideración de las Leyes Internacionales están fuera de
lugar el tener que tratar con estos elementos. Ellos constituyen un peligro
para su propia seguridad y la rápida pacificación de los territorios
conquistados. 2) Los creadores de los bárbaros métodos de guerra asiáticos son
los Comisarios políticos. En consecuencia, deben ser tratados con la mayor
severidad, de inmediato y sumariamente. Por lo tanto, serán liquidados de
inmediato cuando sea capturados en combate u ofreciendo resistencia. Para el
resto, se aplicarán las siguientes directivas: I. Zona de combate. 1) Los
Comisarios políticos que se opongan a nuestras tropas serán tratados de acuerdo
con el decreto que establece la aplicación de la ley marcial en el área de
Barbarroja. Esto es aplicable a los Comisarios de cualquier tipo y rango,
incluso si sólo son sospechosos de resistencia, sabotaje o instigación a los
mismos. Tomar como referencia la “Directiva concerniente a la conducción de las
tropas en Rusia.” 2) Los Comisarios políticos como órganos de las tropas
enemigas son reconocibles por una insignia especial con la estrella roja con
martillo y hoz de oro cruzadas sobre las mangas. Han de ser separados de
inmediato, es decir, todavía sobre el campo de batalla, de los prisioneros de
guerra. Es necesario evitar que puedan ejercer su influencia sobre los
prisioneros de guerra de ningún modo. Estos Comisarios no serán reconocidos
como soldados, la protección de prisioneros de guerra por la Ley Internacional
no es aplicable a ellos. Serán liquidados después de separarlos de la tropa. 3)
Los Comisarios políticos que no hayan cometido o no sean sospechosos de ataques
hostiles no serán ejecutados por el momento. Sólo después de una penetración
más profunda hacia el interior del país será posible decidir si los oficiales
que hayan quedado atrás pueden quedarse donde están o si han de ser entregados
a los Sonderkommandos (Comandos Especiales). Preferiblemente estos últimos
deberían decidir sobre este punto. Como principio, al decidir acerca de la
cuestión de si es “culpable o no culpable”, la impresión personal que se pueda
tener a partir de la mentalidad y actitud del Comisario tendrá preferencia
sobre hechos que puede que sean indemostrables. 4) En los casos 1 y 2, se
enviará un mensaje breve sobre el incidente: a) por parte de las unidades
divisionales a los cuarteles generales divisionales (Oficial de Inteligencia).
b) por parte de las tropas directamente a las órdenes de un cuerpo, un
ejército, un grupo de ejércitos o un grupo Panzer, a sus cuarteles generales
respectivos (Oficial de Inteligencia). 5) Ninguna de las medidas mencionadas
arriba deben obstruir las operaciones. Nuestras tropas, por tanto, no llevarán
a cabo registros metódicos ni acciones de rastreo. II. En la Zona de
Comunicaciones. Los Comisarios que sean arrestados en la zona de comunicaciones
como resultado de una actitud dudosa serán entregados a los Einsatzgruppen o
Einsatzkommandos de la Policía de Seguridad (Servicio de Seguridad). III.
Limitaciones de los Consejos de Guerra y de los Tribunales Sumarios. No hay que
encargar a los consejos de guerra y a los tribunales sumarios de regimiento y
otros comandantes la ejecución de las medidas tratadas en los puntos I y II.
-"Te encomendamos a seguir la guía! ¡Viva el Socialismo Nacional"-.
Esto puede denominarse uno de los
primeros documentos que integraron los planes para los asesinatos masivos
emanados del gobierno de la Alemania Nazi. Estos fueron el inicio del criminal
programa de exterminio que implantaron en toda en Europa y no sólo contra los
judíos, sino que con particular saña lo llevaron a la práctica contra la Unión
Soviética. Contra ningún otro país invadido por los nazis hubo una orden de
matar tan salvaje como esta.
Por más ríos de tinta que produzcan con
la puesta en circulación de nuevos libros, artículos, análisis y comentarios
apelando a todos los métodos que habitualmente posee el muy poderoso aparato de
propaganda político y militar del imperialismo, no podrán ni ocultar ni cambiar
jamás el resultado final de la Segunda
Guerra Mundial: Señores: seamos claro y entiéndalo
definitivamente: En la Segunda Guerra Mundial, cuyo escenario principal fue la
guerra entre la Alemana nazi y la Unión Soviética, el resultado final fue este:
venció el ejército soviético, vencieron las fuerzas armadas de la URSS, triunfó
el pueblo soviético dirigido por el partido comunista. A la Alemania nazi la
derroto una sola nación: una nación unida formada por 15 Repúblicas con un alto
grado de sacrificio, de energía, con una voluntad implacable e inquebrantable
de lucha por su independencia y la libertad por construir su modelo de socialismo
y esa nación se llamo la inmortal Union Soviética: gloria eterna a sus hombres
y mujeres, a su obreros y campesinos, a sus soldados, a sus jefes militares y a
sus gobernantes y a todos sus gloriosos eternos 27 millones de muertos. La
Unión Soviética resistió la agresión y el ataque fascista, la combatió en todos
los frentes, aplicando todos los métodos de lucha existentes y disponibles y
triunfé hasta la toma de Berlín, la capital del nazismo y ocupar el mismo
edificio donde los criminales nazis soñaron con conquistar el mundo y fundar su
imperio de 1000 años. Y ahí en ese lugar sagrado al cual ningún ejército había
logrado entrar en casi 150 años, entró el ejército rojo victorioso izando la
bandera roja de la hoz y el martillo que es la que inicia todos los años el
majestuoso desfile de la victoria en la plaza roja de Moscú.
Cuando los militares de las potencias
occidentales ven esta imagen de los soldados soviéticos con su bandera colocado
en los más alto del Reischtag, se les revuelve el estómago y a los neonazis y
neofascistas vomitan su odio porque aun no pueden creer que hayan perdido la
guerra contra una nación “tan inferior y subhumana” como afirmaban los
dirigentes de la Alemania nazi respecto de los pueblos de Europa del este a los
que pretendían borrar de la faz de la tierra. Esta es la principal lección que
la historia nos dejó de la Segunda Guerra
Mundial.
En vista de todo esto, quieren que ahora
la Federación Rusa como la heredera jurídica de la ex Unión Soviética rinda
cuentas y explique el accionar de sus fuerzas armadas en la liquidación de los
invasores fascistas, invirtiendo la carga de la prueba sobre el modo en que
llevaron a cabo las batallas para la liberación de su país.
Y esto hay que remarcarlo con
contundencia porque frente a la increíble cantidad de libros que aparecen sobre
la dictadura nazi, las páginas de internet dando lujo de detalle de las
batallas iniciales donde el ejército alemán obtuvo triunfos importantes en la
guerra contra la Unión Soviética, parecería que Hitler ganó la guerra.
El imperialismo que tanto ayudó a
desarrollar el militarismo fascista de la camarilla hitleriana, jamás perdonó a
los soviéticos haber triunfado en la guerra y ellos los países occidentales,
que fueron tan criminales como los nazis al proveerles de todos los materiales
para que construyan en tiempo récord unas potentísimas fuerzas armadas capaces
de poner en combate a casi un cuarto de su población, ahora se presentan como
los inmaculados inocentes de que nada sabían lo que hacían sus multinacionales
y sus asquerosos negocios con los asquerosos nazis.
Ahora resulta ser que como la Unión Soviética ya
no existe como nación jurídica, geográfica y política, aparece cualquier
persona que puede mentir a diestra y siniestra acerca de las causas, desarrollo
y consecuencias de la Segunda Guerra
Mundial porque creen que nadie se acuerda que hubo un país llamado la Unión Soviética
que soportó como ninguna otra nación la devastación de su territorio, la
destrucción del 40% de su economía y la pérdida del casi el 15% de su
población. Los historiadores norteamericanos pueden decir y hablar de todo
porque nunca su territorio fue alcanzado por las bombas alemanas; su país tuvo
la suerte de no sufrir ningún daño ni la destrucción de absolutamente ninguna
casa, puente, camino, escuela, hospital, fábrica, ferrocarriles, astilleros,
usinas, etc, por lo que su población civil no vivió los desastres que pasaron
en los otros continentes por efecto de los ataques alemanes o japoneses.
Entonces, según de qué lado se pare cada uno tiene el derecho a opinar y a
juzgar la actuación de cada país. Pero no pueden negar la historia y explicar
la Segunda Guerra Mundial como si la titánica guerra entre soviéticos y
alemanes hayan tenido un papel secundario en cuanto a la estrategia, e
importancia y objetivos de la guerra. Por eso vale la pena aclarar acerca de qué
estrategia se estarán refiriendo. Seguramente a que la matanza entre alemanes y
soviética sea de una magnitud tan dantesca que les permitiera a Estados Unidos
a entrar como árbitros de los asuntos mundiales e imponer su voluntad a todos
los pueblos, frente a las naciones agotadas por la guerra.
Todos los años publican “nuevas
teorías”, “pruebas irrefutables” de supuestas fuentes fidedignas y confiables
para tergiversar por que triunfó la Unión Soviética sobre la base de los conocidos y
muy retorcidos argumentos según los cuales “Hitler se equivocó” o “falló en sus
cálculos sobre las potencialidades de Alemania para ganar la guerra” o que durante
el desarrollo del Plan Barbarroja para la invasión de la Unión Soviética “nunca
debió emprender la guerra económica por los recursos petroleros sino que debió
continuar su marcha hacia Moscú”; que “el general invierno fue el principal
factor que paralizó y desmoronó los
planes fascistas de guerra relámpago en territorio soviético”. Si vemos en
todos los detalles la preparación del plan de ataque alemán a la Unión
Soviética desde la organización de sus mandos en tres grandes grupos de
ejércitos, la movilización de tropas, su disposición en el frente, el poderío
de fuego, la cantidad gigantesca de armamentos, de tanques, cañones, aviones,
vehículos de transporte y el despliegue de más de 5 millones de soldados, todo
fue perfectamente calculado para una guerra estival y también para una guerra
de invierno. En lo que se equivocó fue en la resistencia del pueblo soviético
que aguantó como ningún otro país la invasión terrestre más grande de la
historia de todas las guerras, quienes al decidirse por la agresión sin previa
declaración de guerra contra la URSS, tenían bajo su dominio un territorio que
albergaban a 290 millones de habitantes en Europa y gracias a los cuales
pudieron fundir 32 millones de toneladas de acero, extraer 400 millones
toneladas de carbón y producir 7 millones y medio de toneladas de petróleo para
ser usado en el frente oriental.
De los quince temas enumerados, hay cuatro
cuestiones que la historiografía de los Estados Unidos y Europa Occidental y
que luego se repite como loros entre los académicos de América Latina siguen
polemizando, cuando en realidad no hay nada que polemizar. En orden a cómo
sucedieron los hechos, tanto los grandes triunfos soviéticos en las batallas de
Moscú en 1941 y en Stalingrado en 1943 fue el fruto no de su impresionante
resistencia y capacidad combativa y no del mal llamado General Invierno.
En segundo lugar, que todavía continúen
embaucando al mundo con que el desembarco aliado del 6 de junio de 1944 en las
costas de Normandía fue el hecho que hundió a la Alemania nazi y marcó el
fin de la guerra en Europa y que gracias a la unión combinada de las Fuerzas
Armadas de los Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá, el ejército y la
resistencia francesa, la Alemania fue derrotada y obligada a firmar la
rendición incondicional. De todos ellos, la resistencia francesa hizo mucho más
por tu Patria invadida por los nazis que lo que pudieron hacer estadounidenses
e ingleses.
En tercer lugar, están las discusiones y
debates en torno a las resoluciones tomadas por las tres potencias aliadas en
la Conferencia de Yalta entre el 4 y el 11 de febrero de 1945 donde,
despotrican las pavadas de que ahí se repartieron el mundo, que cada potencia
quedó a cargo de su zona de influencia y que por lo tanto, nadie debía meterse
en los asuntos que cada país vencedor le toca controlar la parte del mundo,
supuestamente repartido como si se tratara de los métodos del siglo XVIII.
Y en cuarto y último lugar, que la
rendición del ejército imperial japonés de más de 1 millón de hombres
dislocados en la frontera chino-soviética, fue debido a las inútiles e
innecesarias bombas atómicas lanzadas contra la población civil de Hiroshima y
Nagasaki el 6 y 9 de agosto de 1945.
Nada más falso que esto porque incluso
después del desembarco en Normandía la guerra continuó decidiéndose en el
frente germano-soviético. Lo que siempre llamó la atención fue la asombrosa
lentitud de los ejércitos de Estados Unidos e Inglaterra tanto en Francia como
en Italia para realizar operaciones militares de importancia que aliviaran la carga
de la guerra en la Unión Soviética ,
quien venía desde hace tres años combatiendo sola contra los ejércitos nazis,
dando así a las divisiones alemanes la oportunidad de seguir resistiendo al
Ejército Rojo y masacrar poblaciones. La verdad histórica es que fue la Unión Soviética
quien salvó a los aliados de una paliza demoledora en las Ardenas en diciembre
de 1944, cuando Churchill desesperado le pidió con urgencia a Stalin que
acelere su ofensiva para descomprimir la situación de las tropas aliadas a punto
de ser aniquiladas. Y aquí es importante detenerse en este hecho porque los
historiadores nunca hablan del general invierno con el mismo énfasis con el que
intentan explicar porqué la Alemania
nazi fue derrotada en Moscú y en Stalingrado, ni tampoco mencionan que el
ataque del Ejército Soviético – pedido con suma urgencia por el gobierno
británico y también por carta expresa del Presidente de los Estados Unidos,
Franklin D. Roosevelt - en toda la línea del frente oriental lanzado el 12 de
enero de 1945, fue el que paralizó la ofensiva alemana en el oeste pues los
obligó a trasladar su 5º y 6º ejército blindado para resistir la ofensiva
soviética. Por lo tanto, cuando explican su victoria en las Ardenas afirman que
se debió únicamente a la “tenacidad” del mando aliado, a una mejor disposición
de los recursos y a los “errores de cálculo” de los generales nazis. Pero en la
batalla de las Ardenas nunca hablan del General Invierno, cuando en diciembre
de 1944 un frío escalofriante sacudió la zona montañosa donde ocupaban
posiciones las fuerzas aliadas y las alemanas lista para entrar en batalla.
La guerra pudo terminar sin el Día D y
la cortina de hierro que tanto preocupaba a Churchill fue construida por las
fuerzas de desembarco en Francia para contener a los soviéticos, quienes por sí
solos, podían liberar a toda Europa del fascismo. Es más, los ingleses y
norteamericanos que siempre manifestaron su odio sagrado a la URSS , hacían cálculos
precisos para ver cuando sería derrotada por el nazismo. Uno de los
descubrimientos más importantes relacionados con la forma en que terminó la
Segunda Guerra Mundial, fue el llamado Plan Impensable por el cual las fuerzas
británicas y estadounidenses tomarían unidades del derrotado ejército alemán
para entre los tres desencadenen otra guerra contra la Unión Soviética para “imponer
a Rusia la voluntad de los Estados Unidos y del Imperio Británico. A pesar de
que <la voluntad> de estos dos países se pudiera definir como no más que
un trato justo para Polonia, que no necesariamente limitan el compromiso
militar”, como se expresa en los documentos que se conocen hasta ahora. Esto
fue elaborado por el propio Winston Churchill cuyos archivos sobre la Segunda
Guerra Mundial siguen secretamente guardados como documentos reservados y no
pueden darse aun a conocer. Los soviéticos conocían las maquinaciones de los
imperialistas que no dudarían en traicionar a su aliado ya que sabían de la realización
de reuniones secretas de alto nivel entre británicos y funcionarios de la
Alemania nazi. El general George Patton era uno de los militares más furibundos
antisoviéticos y anticomunistas del Ejército Norteamericano era el elegido para
encabezar la ofensiva del Plan Impensable desde entre Berlín como base de
operaciones pasando por Polonia como punto principal del ataque. De ahí, que el
mando militar soviético iniciara el feroz bombardeo en abril de 1945 para la
conquista de Berlín al precio que sea posible como forma de demostrar lo que
era capaz de hacer el Ejército Rojo tanto en el plano militar como lo
psicológico y sobre todo a nivel político e ideológico y al costo de 120.000
soviéticos caídos en los combates.
El mundo le debe mucho a la Unión
Soviética por su victoria en la guerra contra el fascismo alemán y la derrota del
ejército imperial japonés, en esta última en una campaña que fue una auténtica
proeza militar, que abrió las puertas para la liberación de Mongolia, China y
la península de Corea.
Quien quiera conocer
más en detalle sobre la pérdidas que sufrió la Unión Soviética durante la
guerra, pueden consultar mi investigación en este blog “Pérdidas sufridas por
la URSS durante la Segunda Guerra Mundial” de junio de 2013.
Para terminar es
importante referirse a los milagros económicos que sucedieron luego de la
finalización de la guerra. El plan Marshall puesto en marcha por el
imperialismo estadounidense a mediados de 1947 estuvo destinado, básicamente, a
reorganizar y poner en marcha la capacidad productiva y económica de Alemania
Occidental, para utilizarla como fuerza de contención contra el comunismo
soviético y establecer la hegemonía de los Estados Unidos en Europa. Con este
plan y con las medidas puestas en vigor ya en la Alemania Occidental, se
difundió el gran mito del milagro alemán por su rápida recuperación del país
por sus elevadas tasas de crecimiento, etc. Se puede aceptar este milagro, pero
también está el otro y verdadero milagro: el milagro soviético que en el mismo
período que los alemanes lograron levantar casi todas las ciudades y aldeas
destruidas, sus fábricas, puentes, puertos, centrales hidroeléctricas y en 1957
sorprendieron a todo el mundo colocando el primer satélite artificial en el
espacio y cuatro años más tarde, el primer hombre en viajar en una nave
espacial fue también soviético. Estos dos hechos muestran a las claras cuál fue
el auténtico milagro, donde la URSS lo hizo sola sin créditos ni ayuda de plan
Marshall, ni acuerdo stand-by del FMI o del Banco Mundial porque ya existían
desde julio de 1945 y empezaron a funcionar a finales de diciembre. Por esta
razón, estudien bien de qué milagro estamos hablando.