El imponente Cerro de los Siete Colores en Purmamarca, Jujuy (Argentina)

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viernes, 30 de junio de 2017

LA “NUEVA” POLITICA DE LOS ESTADOS UNIDOS CONTRA CUBA

Por Sergio Daniel Aronas – 1º de julio de 2017

La política anunciada por el fascista y racista de Donald Trump, un analfabeto total en cuestiones de política exterior, contra la República de Cuba, es una vuelta al lenguaje de la guerra fría asesorado por su grupo de militaristas, lunáticos y fanáticos que sueñan con destruir, aplastar y demoler las grandes conquistar de la revolución y la decisión de los cubanos de seguir defendiendo su soberanía, integridad territorial, independencia y su sistema socialista. Trump se muestra como un hombre completamente inseguro en el manejo de los temas internacionales, como se vio reflejado en la cumbre de la OTAN en Bruselas, como una persona que puede borrar con el codo lo que sus antecesores firmaron con la mano; sigue con la política de agresión, de injerencia que ha demostrado su fracaso total y no cumple el llamado de la ONU de levantar el bloqueo y todo el sistema con el que han pretendido poner de rodillas a Cuba. Esta nueva situación nos hace retomar aquellas palabras que escribiera el Gral. José de San Martín en 1814: “Los enemigos se creen autorizados para exterminar hasta la raza de los revolucionarios” y más adelante agregaba que “creen como creen que aun tenemos el azote de los viejos amos”.
No es lo mismo decir “política hacia” que “política contra” porque en la primera forma se puede aspirar a la posibilidad de establecer una relación basada en la diplomacia, en el respeto mutuo y esto quiere decir reconocer su sistema político, económico y social y sobre esa base intentar mejorar los vínculos que tienen ambas naciones. Los Estados Unidos desde el triunfo de la Revolución de 1959 ha sido inalterablemente una política contra Cuba en toda la línea, aplicando medidas de terrorismo como los atentados, asesinatos, la agresión abierta y encubierta, la infiltración y las amenazas a los dirigentes, al gobierno, a la obra de la Revolución y al pueblo cubano; aplicaron medidas económicas que constituyen delitos de lesa humanidad que tiene como principal exponente el bloqueo a todas las operaciones comerciales y financieras que puede hacer Cuba y contra los países del mundo que quieran comerciar con la isla. A todo esto debe unirse a la implantación de las “leyes” de extraterritorialidad, las del ajuste Cuba y las promovidas por senadores y representantes del Congreso estadounidense para ahorcar, derrumbar y destruir el proceso revolucionario cubano.
Es el típico y tradicional doble rasero del imperialismo. Veamos cómo se aplica contra Cuba de acuerdo con las bravuconadas del Sr. Trump-oso- Por un lado, el ahora presidente Trump grita con tono delirante que quiere una “Cuba libre”, lo cual es una pérdida de tiempo reclamarle algo que ya es: Cuba es auténticamente libre de toda injerencia e intromisión imperialista; ha roto las cadenas de la dominación neocolonial y ha construido una sociedad sobre nuevas bases,  nuevas normas jurídicas, de convivencia y de relaciones con el mundo. No pierdan el tiempo señores imperialistas pidiéndole a Cuba la libertad que ha sabido conseguir y disfrutar, aun con todos sus problemas, errores e inconvenientes.
El Trump-oso se atrevió a exigirle al gobierno cubano que libere a los presos políticos, implante la libertad de expresión, que se respete los derechos humanos y lo más disparatado de su discurso fue que se tolere los grupos disidentes, como forma de establecer el “pluralismo político”. Muy cómica toda esta catilinaria imperialista del magnate de los casinos que se cree capaz de meter miedo en el pueblo de Cuba. No conoce la historia ni el temperamento ni la voluntad y decisión firme de todos los cubanos y cubanos de defender hasta la última gota de sangre su patria porque no hay pueblo más valiente, más combatiente y más internacionalista y revolucionario que el pueblo de Cuba.
El señor imperialista cuando visitó Arabia Saudita, el principal aliado de los Estados Unidos en Medio Oriente, no dijo ni palabra contra el régimen fascista, terrorista y criminales de la teocracia petrolera, gobernada por un criminal que tiene a las mujeres sometidas como en los tiempos de la esclavitud porque en ese país la esclavitud no terminó; además de que no pueden votar ni presencias actos públicos, aplica con rigor hitleriano todos los métodos para reprimir a su pueblo. Así si que no existen ni derechos humanos, ni libertad de prensa y de expresión; ni nada de las cuestiones que le reclamaba a Cuba para que cumpla con las leyes que garanticen las libertades de los ciudadanos.
Recordemos las palabras de Fidel en su vibrante discurso del 7 de diciembre de 1989 para refrescarles la memoria a los imperialistas que hoy gobiernan los Estados Unidos acerca de lo que es Cuba, un pueblo de valientes, de patriotas e internacionalistas:

“En Cuba llevamos a cabo nuestro proceso de rectificación. Sin un partido fuerte, disciplinado y respetado, es imposible desarrollar una revolución o una rectificación verdaderamente socialista. No es posible llevar a cabo semejante proceso calumniando al socialismo, destruyendo sus valores, desprestigiando al Partido, desmoralizando la vanguardia, renunciando a su papel dirigente, liquidando la disciplina social, sembrando el caos y la anarquía en todas partes. Así se puede promover una contrarrevolución, pero no cambios revolucionarios. (…) Cuba no es un país donde el socialismo llegó tras las divisiones victoriosas del Ejército Rojo. En Cuba, el socialismo lo forjamos los cubanos en auténtica y heroica lucha. Treinta años de resistencia al más poderoso imperio de la tierra que quiso destruir a nuestra Revolución, dan testimonio de nuestra fortaleza política y moral. 

Los que estamos en la dirección del país no somos un grupo de advenedizos inexpertos, recién llegados a cargos de responsabilidad. Salimos de las filas de los viejos luchadores antimperialistas de la escuela de Mella y de Guiteras, de las filas del Moncada y del "Granma", de la Sierra Maestra y de la lucha clandestina, de Girón y de la Crisis de Octubre, de 30 años de resistencia heroica a la agresión imperialista, de grandes hazañas laborales y de gloriosas misiones internacionalistas. Hombres y mujeres de tres generaciones cubanas se reúnen y asumen responsabilidades en nuestro aguerrido Partido, en la organización de nuestra maravillosa vanguardia juvenil, en nuestras poderosas organizaciones de masas, en nuestras gloriosas Fuerzas Armadas Revolucionarias y en nuestro Ministerio del Interior. En Cuba, Revolución, socialismo e independencia nacional, están indisolublemente unidos. A la Revolución y al socialismo, debemos hoy todo lo que somos. Si a Cuba regresara alguna vez el capitalismo, nuestra independencia y soberanía desaparecerían para siempre, seríamos una prolongación de Miami, un simple apéndice del imperio yanki, el cumplimiento de aquella repugnante profecía de un presidente de Estados Unidos en el siglo pasado cuando pensaban anexar nuestra isla y dijo que esta caería en manos de ese país como una fruta madura. Para impedirlo hoy, mañana y siempre, habrá todo un pueblo dispuesto a morir. De nuevo cabe repetir aquí ante su propia tumba la frase inmortal de Maceo: "quien intente apropiarse de Cuba recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre, si no perece en la lucha. Los comunistas cubanos y los millones de combatientes revolucionarios que integran las filas de nuestro heroico y combativo pueblo, sabremos cumplir el papel que nos asigne la historia, no solo como primer Estado socialista en el hemisferio occidental, sino también como inclaudicables defensores en primera línea de la noble causa de los humildes y explotados de este mundo. Nunca hemos aspirado a que nos entreguen la custodia de las gloriosas banderas y los principios que el movimiento revolucionario ha sabido defender a lo largo de su heroica y hermosa historia, pero si el destino nos asignara el papel de quedar un día entre los últimos defensores del socialismo, en un mundo donde el imperio yanki lograra encarnar los sueños de Hitler de dominar el mundo, sabríamos defender hasta la última gota de sangre este baluarte.”


Hoy a casi treinta años de ese discurso extraordinario y profético, Cuba sigue siendo el baluarte más poderoso del socialismo, la antorcha de los pueblos libres y que ha sabido cumplir con el programa de los combatientes del Moncada colocando en lo más alto del Turquino la bandera de la estrella solitaria para que la vea todo el mundo.