LA
PAZ EN COLOMBIA
Por
Sergio Daniel Aronas – 30 de junio de 2016
Después
de 52 años de guerra, se ha firmado la paz en Colombia entre el gobierno y las
FARC. Es un acontecimiento importante para América Latina. Esperemos que no
repita la trágica experiencia de la Unión Patriótica. Este debió ser la gran
noticia del día. Sin embargo todos los medios pegaron el grito de alarma por el
referéndum en Gran Bretaña cuyo resultado favoreció por la salida de la Unión
Europea.
Se
trató de un acuerdo de cese del fuego entre el Ejército Nacional de la
República de Colombia, históricamente adiestrado, armado, financiado y
protegido por el gobierno de los Estados Unidos y el grupo guerrilleros más
antiguo de Sudamérica, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército
del Pueblo que controla más del 40% del territorio del país.
El
apoyo que los diferentes gobiernos de los Estados Unidos dieron a los de
Colombia para destruir a la guerrilla se vio con total claridad cuando la
Administración Clinton presentó con bombos y platillos el tristemente célebre
Plan Colombia en el año 1999 para combatir la insurgencia, las drogas y el
narcotráfico.
Del sitio web de las FARC tomamos este párrafo: “Desde
el 27 de mayo de 1964, cuando se produce el primer combate entre el Ejército y
los campesinos organizados en autodefensa en la colonia agrícola de
Marquetalia, comienza la larga historia de 52 años continuos de enfrentamientos
armados entre las guerrillas comandadas por Manuel Marulanda Vélez, que
adoptaron el nombre de Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), y las
fuerzas armadas regulares del Estado colombiano.
Resulta imposible precisar hoy el número exacto de los
combates librados, los cuales tomaron diversas formas como asaltos, emboscadas,
golpes de mano, choques, combates a campo abierto y bombardeos aéreos o con
artillería convencional o hechiza. A tales hechos habría que añadir las
acciones armadas cumplidas por redes urbanas en distintas ciudades y
poblaciones del país, así como los golpes propinados a las mismas por los
organismos de seguridad del Estado.
Y desde luego, esos que casi nadie conoce, librados
por guerrilleras
o guerrilleras caídos en manos del enemigo y torturados inútilmente para
arrancarles información. A todo lo anterior habría que agregar también los
centenares de combates librados por las FARC contra los grupos paramilitares
que las fuerzas armadas oficiales y sectores civiles reaccionarios promovieron
en amplios sectores de la geografía nacional, incluidas las cárceles del país.
Quizás jamás se tenga un conocimiento preciso del
número de bajas por muertes, heridas o capturas resultantes de la confrontación
de más de medio siglo. Pero además también hacen parte de esta lista trágica
los hombres y las mujeres de la población civil que terminaron siendo víctimas
como consecuencia de la dinámica misma de la confrontación, o porque fueron
convertidos en objetivo militar en virtud de la concepción de Seguridad
Nacional o de Enemigo Interno con que las fuerzas armadas oficiales asumieron
el conflicto.”
El gobierno de Colombia y las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia (FARC-EP) anunciaron ayer en un comunicado (ver más
abajo) la conclusión con éxito de las conversaciones de paz que se
desarrollaron en La Habana, lo que pondrá fin a décadas de enfrentamientos
armados y estableciendo las garantías de seguridad y lucha contra homicidios.
Ambas partes confirmaron que el acuerdo será firmado
este jueves 23 de junio en un acto público que contará con la presencia del
presidente Juan Manuel Santos, el comandante de las FARC-EP, Timoleón Jiménez,
y los países garantes.
En la misiva leída por representantes de las
delegaciones, informaron que se alcanzó con éxito el Acuerdo para el Cese al
Fuego y de Hostilidades Bilateral Definitivo, así como la dejación de armas
y las garantías de seguridad y lucha contra las organizaciones criminales
responsables de homicidios y masacres.
A la ceremonia también asistirá el secretario General
de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-Moon.
Celebración en Colombia
Cuando a las 11 de la mañana de hoy en La Habana,
Cuba, la delegación de paz de las FARC y del Gobierno Nacional anuncien la
firma del acuerdo del cese al fuego, en Bogotá diferentes partidos, sectores y
fuerzas sociales y comunitarias se hallarán celebrando una concentración para
respaldar este trascendental paso que pone fin a décadas de confrontaciones
armadas.
A partir de las 10 de la mañana se darán cita en la
Carrera Séptima con Avenida Jiménez, centro de Bogotá, y en otras ciudades para
expresar el apoyo a la lucha por la paz con justicia social.
En Bogotá voceros del frente amplio por la paz invitan
a la ciudadanía a hacerse presentes con todas sus energías, con pitos,
tambores, disfraces, para integrarse a la jornada cultural y democrática. Habrá
una pantalla gigante en el sitio para seguir de cerca la firma del acuerdo en
la mesa de La Habana.
Comunicado Conjunto #75.
Acuerdo para el Cese al Fuego y de Hostilidades
Bilateral y Definitivo.- El gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarios
de Colombia (FARC) anunciarán este jueves en La Habana la fecha en que firmarán
los acuerdos de paz.
A continuación el texto completo
La Habana, Cuba, 22 de junio de 2016
Las delegaciones del Gobierno Nacional y de las
FARC–EP informamos a la opinión pública que hemos llegado con éxito al Acuerdo
para el Cese al Fuego y de Hostilidades Bilateral y Definitivo; la dejación de
las armas; las garantías de seguridad y la lucha contra las organizaciones
criminales responsables de homicidios y masacres o que atentan contra
defensores de derechos humanos, movimientos sociales o movimientos políticos,
incluyendo las organizaciones criminales que hayan sido denominadas como
sucesoras del paramilitarismo y sus redes de apoyo, y la persecución de las conductas
criminales que amenacen la implementación de los acuerdos y la construcción de
la paz.
El evento estará encabezado por el Presidente de
Colombia, Juan Manuel Santos, el comandante de las FARC-EP, Timoleón Jiménez, y
por los países garantes. Por Cuba, el Presidente Raúl Castro y por Noruega el
Canciller Borge Brende. También estarán en representación de los países
acompañantes la Presidenta de Chile, Michelle Bachelet, y de Venezuela el
Presidente Nicolás Maduro.
La ceremonia contará con la presencia, como invitado
especial, del Secretario General de las Naciones Unidas Ban Ki-Moon, quien
estará acompañado por el Presidente del Consejo de Seguridad y el Presidente de
la Asamblea General.
Igualmente asistirá el Presidente de la República
Dominicana, en calidad de Presidente de la CELAC; el Presidente de El Salvador
y los enviados especiales para el proceso de paz de los Estados Unidos y de la
Unión Europea.
Los acuerdos se darán a conocer el 23 de junio al
mediodía en el salón de protocolo de El Laguito.
A continuación reseñamos una buena parte de los partes
militares de diversas acciones que quedaron registradas en los archivos de las
FARC-EP.”
Presentamos dos informes: el primero es el análisis del
escritor colombiano Alfredo Molano, quien se refiere con relación al cese
bilateral al fuego a las condiciones para que sea verificable y debe tener el
acompañamiento internacional. El segundo informe son las palabras del Jefe
de las FARC-EP con motivo del acuerdo alcanzado con el gobierno del Presidente
Juan Manuel Santos en La Habana, Cuba
Intervención de Alfredo
Molano
El presidente colombiano Juan Manuel Santos pidió este martes a los
negociadores en Cuba hacer un esfuerzo para lograr esta semana el acuerdo del cese al fuego definitivo con las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia - Ejército del Pueblo (FARC-EP) y llegar a la firma
final de la paz.
Para el analista y escritor colombiano Alfredo Molano el cese bilateral
al fuego requiere de unas condiciones para que sea verificable y debe tener el
acompañamiento internacional.
En una entrevista para Contagio Radio, Molano explicó que debe haber
unas condiciones para que el cese bilateral funcione eficazmente.
Respecto a las zonas de campamentos, es decir, sitios específicos donde
se concentrarán los integrantes de la guerrilla de las FARC. Estas deben estar
alejadas de las zonas de conflicto con el ELN y del paramilitarismo para
garantizar la seguridad de los miembros de las FARC.
En cuanto a las condiciones de seguridad, las zonas temporales de
campamentos (así lo explican los integrantes de las FARC) deben contar con
cordones de seguridad de tres niveles. Uno será controlado por integrantes de
las FARC, otro con presencia de organizaciones internacionales y el tercero con
la fuerza pública.
Por último, el cese bilateral debe ser verificable objetivamente. Para
Molano la firma del acuerdo no significa que se va implementar de una vez sino
que inicia la aplicación de los mecanismos establecidos en el acuerdo.
Luego de la firma viene la implementación y la definición de un tiempo
determinado para la concentración de las tropas de las FARC. Durante ese lapso
deben afinarse los mecanismos de verificación y llegarán los delegados de la
ONU y la Unasur para garantizar este proceso.
Palabras de Timoleón Jiménez en la firma de los Acuerdos de La Habana
Timoleón Jiménez, jefe del
Estado Mayor Central de las FARC-EP, en la Ceremonia de Firma de Acuerdos sobre
Cese al Fuego y de Hostilidades Bilateral y Definitivo, Dejación de las Armas y
Garantías de Seguridad entre el Gobierno de Colombia y las FARC-EP. Foto:
Ladyrene Pérez/ Cubadebate
Discurso del Comandante
Timoleón Jiménez, jefe del Estado Mayor Central de las FARC-EP,
en la Ceremonia
de Firma de Acuerdos sobre Cese al Fuego y de Hostilidades Bilateral y
Definitivo, Dejación de las Armas y Garantías de Seguridad entre el Gobierno de
Colombia y las FARC-EP , La Habana, 23 de junio de 2016, “Año 58 de la Revolución”. (Versiones Taquigráficas –
Consejo de Estado)
Que este sea el último día
de la guerra.
Señor General de Ejército
Raúl Castro Ruz, presidente de la República de Cuba;
Señor presidente de la
República de Colombia, Juan Manuel Santos;
Señor secretario general de
la Organización de Naciones Unidas, Ban Ki-moon;
Señor canciller del reino
de Noruega, Borge Brende;
Señor presidente de la
República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro;
Señora presidenta de la
República de Chile, Michelle Bachelet;
Señor presidente de la
República Dominicana y de la CELAC, Danilo Medina;
Señor presidente de la
República de El Salvador, Salvador Sánchez Cerén;
Señor presidente de la
República de México, Enrique Peña Nieto;
Señor presidente de la
Asamblea General de Naciones Unidas, Mogens Lykketoft;
Señor presidente del
Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, François Delattre;
Señor Bernard Aronson,
enviado especial del gobierno de los Estados Unidos;
Señor Eamon Gilmore,
enviado especial de la Unión Europea;
Señora representante de la
CEPAL, Alicia Bárcena:
Quisiera pedirles, con el
mayor respeto, disculpas, para aprovechar este instante con el propósito de
rememorar a un gran ausente, el Comandante eterno Hugo Rafael Chávez Frías
(Aplausos), un guerrero por la paz de la América Latina y el Caribe, sin cuya
valiosa iniciativa y gestión hubiera sido imposible arribar a este histórico
acto.
Señoras y señores: alguien
sentenció alguna vez que los únicos sueños que logran alcanzarse son aquellos
que se intentan. Hoy más que nunca sentimos que esa sentencia contiene una
verdad indiscutible.
En el año 1964, en medio
del fragor de la desigual lucha armada, la Asamblea de los Guerrilleros de
Marquetalia produjo su programa agrario, en cuya parte introductoria dejó
sentada la siguiente declaración que ahora recordamos: “Nosotros somos
revolucionarios que luchamos por un cambio de régimen, pero queríamos y
luchábamos por ese cambio usando la vía menos dolorosa para nuestro pueblo, la
vía pacífica, la vía democrática de masas; esa vía nos fue cerrada
violentamente con el pretexto fascista oficial de combatir supuestas repúblicas
independientes, y como somos revolucionarios que de una u otra manera jugaremos
el papel histórico que nos corresponde, nos tocó buscar la otra vía, la vía
revolucionaria armada para la lucha por el poder.”
Hoy, 52 años después, los
guerrilleros de las FARC estamos sellando con el gobierno de Juan Manuel Santos
un cese al fuego y de hostilidades bilateral y definitivo, un acuerdo sobre
garantías de seguridad y combate al paramilitarismo, y otro sobre dejación de
armas, que nos dejan a las puertas de concretar, en un plazo relativamente
breve, el acuerdo final que nos permitirá por fin retornar al ejercicio
político legal mediante la vía pacífica y democrática.
Plantearlo antes de la
Operación Marquetalia resultó absurdo para los poderes y partidos dominantes en
la época, que decidieron apelar a la fuerza y el exterminio, animados por la
convicción de que mediante las bombas y los fusiles podían acallar los clamores
populares; eran también los tiempos del apogeo de la Guerra Fría y la filosofía
del enemigo interno que convertían a la fuerza pública en ejército de ocupación
de su propio país y contra su propio pueblo.
Los muertos, la sangre, la
devastación y el horror que se le hubieran ahorrado a Colombia si en lugar de
atender las voces fanáticas que llamaban irresponsablemente a la guerra, con
apelación a los más absurdos argumentos, se hubiera escuchado a aquellos que
llamaban al diálogo, a la solución que proponía acuerdo de presencia económica
y social del Estado, al tiempo que democratizar el escenario político en un
ambiente de tolerancia y respeto por la diferencia.
Los 48 campesinos
marquetalianos se convirtieron con las décadas en miles de mujeres y hombres
alzados en armas que llegaron a poner en serios aprietos al Estado colombiano,
pero que simultáneamente nunca dejaron de hablar de un acuerdo de paz por la
vía de las conversaciones civilizadas. Fueron varios y dolorosamente frustrados
los intentos por conseguirlo. Pero siguieron intentándolo una y otra vez, y hoy
vemos los frutos de su persistencia.
Porque si de algo dan fe
los Presidentes de los países acompañantes y garantes hoy aquí presentes, así
como el conjunto de las altas personalidades internacionales, inmersas en el
proceso de paz en curso y que nos acompañan aquí, lo que está a punto de
sellarse no es una capitulación de la insurgencia, como querían algunos
obtusos, sino el producto de un diálogo serio entre dos fuerzas que se
enfrentaron por más de medio siglo sin que ninguna pudiera derrotar a la otra.
Ni las FARC ni el Estado
son fuerzas vencidas y por ende lo pactado no puede interpretarse por nadie
como el producto de alguna imposición de una parte a la otra. Hemos discutido
largamente, llegando incluso a callejones que parecían sin salida, que solo
pudieron superarse gracias a la desinteresada y eficaz intervención de los
países garantes, Cuba y Noruega, y las oportunas y sabias fórmulas sugeridas
por la creatividad de los voceros de ambas partes o sus acuciosos asesores.
Más allá de un pobre favor,
hacen un daño inmenso a Colombia, a la vida y a la esperanza de su pueblo,
quienes insisten en negar la trascendental importancia de lo acordado, que solo
por su contenido identifica a las partes sentadas a la Mesa, sin haberlas
fundido o entregada una a la otra.
Estamos seguros de que la
nación colombiana, que ha sufrido la guerra y sus consecuencias, dará la
espalda a quienes la siguen convidando al holocausto quizás con qué oscuro
propósito.
Estamos muy cerca de la
firma del acuerdo final que pondrá el fin al conflicto e iniciará la
construcción de una paz estable y duradera.
Desde el principio
sostuvimos que la firma de este acuerdo es la mejor oportunidad que tendrá
nuestro país para enrumbarse hacia la justicia social y el progreso, sobre la
base de que serán abiertas las compuertas de la democracia verdadera para que
los movimientos sociales y políticos de oposición gocen de plenas garantías, y
para que la voz de las comunidades en los escalones local, regional y nacional
adquiera toda su importancia y pueda jugar un papel determinante en las
decisiones públicas relacionadas con su futuro.
Estamos ciertos de que esa
será una realidad que se abrirá paso, poniendo fin a la tradición de imponer
desde arriba, haciendo abstracción de los intereses populares, las políticas
que gobernantes elegidos con sufragios dudosos consideran más convenientes para
ellos. Hay acuerdos sellados sobre esa materia, y están próximos a definirse en
algunos puntos pendientes, como también en cuestión de reforma rural, integral
y cultivos de uso ilícito. Sobre este último recién se puso en práctica un
proyecto piloto de sustitución en Briceño, Antoquia, que necesariamente habrá
que replicar en otras áreas que padecen el problema. No será todo color de rosa
y seguramente habrá que luchar porque se cumpla integralmente lo firmado,
porque como lo decía en el título de una de sus novelas el escritor colombiano
Álvaro Salom Becerra: “Al pueblo nunca le toca.”
El acuerdo final será la
llave para dar vuelta a esa cerradura, pero requerirá de la organización y
movilización constante de la gente por su cumplimiento. Lo ponen de presente la
insistencia oficial en las cíderes, pese a lo pactado en La Habana y al
reciente Código de Policía, que choca con el acuerdo sobre participación
política suscrito en la Mesa.
El Acuerdo sobre garantías
de seguridad y combate al paramilitarismo tiene que ser una realidad en los
hechos, so pena de conducir el resultado final del proceso al fracaso
histórico.
Duele profundamente y
resulta ya intolerable que a estas alturas tales estructuras sigan asesinando
con plena libertad, como ocurrió entre el 11 y el 13 de este mes en
Barrancabermeja con cuatro jóvenes. Que el SMAD siga triturando colombianos que
salen a protestar con justicia y que el aparato judicial continúe ordenando
privaciones abusivas de la libertad como la del compañero Carlos Arturo
Velandia.
También se ha llegado al
Acuerdo sobre dejación de armas, que pone en evidencia la suma de invenciones
con las que se pretende engañar a la gente de nuestro país, cuando se asevera
que tras los acuerdos, las FARC pretendemos seguir armadas y haciendo política.
El país podrá conocerlo a
partir de hoy. Claro que las FARC haremos política, si esa es nuestra razón de
ser, pero por medios legales y pacíficos con los mismos derechos y garantías de
los demás partidos (Aplausos).
El Estado colombiano tendrá
que hacer efectivo que a ningún colombiano se le perseguirá por razones de sus
ideas o prácticas políticas. Que la perversa costumbre de incluir en los
órdenes de batalla de las Fuerzas Armadas los nombres de los dirigentes de
movimientos sociales y políticos de oposición tendrá que desaparecer
definitivamente del suelo patrio. Que una vez firmado el acuerdo final
desaparecerán el dispositivo militar de guerra y su anticuada doctrina de
seguridad.
Las Fuerzas Armadas
Colombianas, agigantadas en el transcurso de la guerra, diestras en
contrainsurgencia y acciones especiales están llamadas en adelante a jugar un
importante papel en aras de la paz, la reconciliación y el desarrollo del país.
Fueron nuestras adversarias, pero en lo adelante tenemos que ser fuerzas
aliadas por el bien de Colombia. Su infraestructura y recursos pueden ponerse
al servicio de las comunidades y sus necesidades sin desmedro de sus
capacidades para cumplir la función constitucional de guarnecer las fronteras.
Por otra parte, el
protagonismo de las comunidades ha de representar también la oportunidad para
comenzar a solucionar el grave conflicto que se vive en las ciudades:
desocupación, inseguridad, falta de servicios públicos. Esclavitudes como el
pagadiario y la explotación sexual, microtráfico, crímenes y bandas asociadas a
la mafia y el paramilitarismo requieren atención inmediata. La paz rural debe
significar una transformación participativa de las urbes.
Necesitamos que en nuestro
país se produzca efectivamente una definitiva reconciliación. Basta ya de la
violencia y los delirios por ella. Ella requiere una paciente e intensa labor
de difusión, educación y concientización de lo pactado en La Habana, para que
la gente de Colombia quede clara de su valioso y positivo contenido, y para que
sepa qué puede y debe reclamar del Estado, para que se una y organice por
conseguirlo y solo así haremos una nueva Colombia.
Las FARC EP completamos el
pasado 27 de mayo 52 años de resistencia guerrillera, y hoy vemos el sueño
de la paz mucho más cerca que nunca. Pensamos trabajar por la unidad del
movimiento democrático y popular en nuestro país, sin sectarismos ni posiciones
hegemónicas, en procura de la confluencia de toda la inconformidad con el
modelo actual de las cosas a objeto de generar profundos cambios en la vida
colombiana, pensando siempre en el interés de las mayorías.
La guerra ha costado
cientos de miles de millones de dólares a nuestro país. De hecho la exagerada
partida del presupuesto militar ha tenido como justificación permanente la
existencia del conflicto armado. Un país en paz ya no requerirá de tales
argumentos y podrá destinar una buena parte de esos recursos a menesteres más
sanos y productivos. No es cierto que no exista dinero para la paz ni que todo
tenga que ser ayuda internacional, basta con cambiar prioridades.
Sabemos que nada se
conseguirá fácilmente o rápidamente. Entendemos que los principales
beneficiarios de nuestro esfuerzo serán las generaciones futuras, por eso
extendemos nuestra mano a la juventud, es la llamada a construir el nuevo país
y por tanto la más llamada a defender a la defensa de la paz y la
reconciliación, a la promoción de un nuevo tipo de actividad política, a la
consolidación de la civilidad y la más amplia democracia.
Las FARC siempre hemos sido
optimistas, aun en los momentos más difíciles siempre creíamos que la paz era
posible y decidimos intentarlo cuantas veces fuera necesario, y tuvimos la
razón.
El Acuerdo de cese al fuego
y de hostilidades, bilateral y definitivo, es leído por todo el mundo como el
fin de la confrontación armada en Colombia. Así sea.
Confiamos en celebrar en un
plazo prudencial otro acto solemne: la firma del acuerdo final. ¡Que este sea
el último día de la guerra!
Muchas gracias (Aplausos).