LA RENDICIÓN ARGENTINA FRENTE A LOS FONDOS BUITRES
Por Sergio Daniel Aronas
La madre de todas las batallas que vienen
sosteniendo contra nuestro país los mercenarios fondos buitres y todo el
siniestro sistema sobre el cual se han estructurado los diversos mecanismos de
endeudamiento público y externo como así también sus refinanciaciones, tienen
su origen en las reiteradas renuncias del estado argentino a la inmunidad
soberana, línea de pensamiento que determinan las relaciones entre los países creado
por el gran jurista Carlos Calvo (1824-1906). Los contratos que implican
renuncia a la soberanía tiene graves incidencias en el derecho constitucional
de nuestro país y en el funcionamiento de los poderes del estado y la doctrina internacional,
básicamente en resoluciones de Naciones Unidas, se ha manifestado acerca de si
es legal esta cláusula de supresión de la soberanía porque es evidente que,
en el caso argentino, vulneran los
principios de la Constitución en los artículos 22, 27, 29 y 75 (incisos 2, 4, 6
y 19) puesto que para firmar este tipo de acuerdos debe tener aprobación
parlamentaria. Y todo lo referido a la deuda es competencia del Congreso. Esta
renuncia a nuestra soberanía, a nuestro derecho y a nuestros tribunales
significa que el Estado argentino está siendo sometido a juicios en el
extranjero y que no tendrían lugar y si los demandantes estuvieran obligados a
agotar todas las vías judiciales en nuestro país conforme a la doctrina Calvo.
Y esos juzgados de países imperialistas son los que le dan de comer, permitan
que existan y le dan razones nulas de nulidad absolutos a esos fondos buitres
que viven de la carroña capitalista bajo la fachada de que se deben cumplir con
reglas contractuales como si la Argentina hubiera firmado acuerdo con ellos a la
manera en que lo hacía con la banca privada o con el FMI cuando se endeudaba
con créditos. Y esto ha sido una constante histórica de todos los gobiernos
luego de la dictadura en la que por una caprichosa interpretación de la
continuidad jurídica de los estados, ninguno se atrevió a repudiar todo lo
actuado entre 1976 y 1983 y el país se encuentra en las garras de un sistema
destructivo cuya explosión en diciembre de 2001 no ha sido asimilada por
quienes nos gobiernan y creen como creen que arreglando con los dinosaurios,
recibiremos millones de dólares.
Ningún programa de reestructuración o arreglo
de deuda externa realizados desde 1982 hasta la fecha no resolvió nunca este
problema sino que lo fue agravando, complicando y perjudicando seria y severamente
toda la estructura del aparato financiero, económico y administrativo del
estado argentino y provocando violentos ajustes que terminaron con la explosión
de diciembre de 2001. Y la historia económica argentina muestra que cada diez
años estalla una crisis de deuda con la particularidad que cada nuevo ciclo es
más grave que el anterior: 1982: estatización de la deuda privada; 1992:
ingreso al Plan Brady (transformación de la deuda comercial en deuda
financiera. Los bancos privados le pasan sus pasivos al gobierno federal de los
Estados Unidos) y 2001: explota el modelo del endeudamiento masivo. ¿Por qué
puede surgir una nueva crisis de deuda? Por que las dimensiones de la deuda
pública y la deuda externa son colosales (vean los informes del FMI sobre
Argentina y los del Ministerio de Hacienda y Finanzas del II y III Trimestre de
2015); porque la Argentina tiene compromisos de pagos de deuda hasta el año
2089, es decir, que pasará más de un siglo.
La historia de todos los arreglos y
refinanciaciones de la deuda externa argentina ha tenido dos momentos: uno de
tragedia: solicitar créditos para pagar deudas anteriores y seguir endeudándose
como si la capacidad de pago de nuestro país fuese una máquina exportadora de
dólares que no fabricamos y la farsa, el creer que como consecuencia de los
magníficos acuerdos alcanzados, van a caer torrenciales lluvias de dólares para
inversiones productivas. Pero como este gobierno está cebado con la estupidez
de que estamos “volviendo al mundo de los mercados”, éstos va a venir volando.
Vayan a las estadísticas de la Cepal y miren cuanto hubo de inversión
extranjera directa entre 1989-1999 y 2003-2015 así podrán conocer las virtudes,
bondades y supuestas ventajas de endeudarse como si no hubiese otra forma de
obtener financiación.
El Senado de la Nación aprobó el plan de pago
a los mercenario fondos buitres gracias a 51 beneméritos servidores de la
patria. Por primera vez en la historia económica mundial y la de la deuda en
particular, un país va a pagarle a un grupo de pistoleros y asaltantes de
caminos, bandidos por naturaleza, que jamás le prestaron a la Argentina, sino
que compraron bonos a precio de remate y como el negocio les salió mal, se
creen que tienen derecho a reclamar una deuda que no existe. Miren Uds
justamente los Estados Unidos vienen a presentarse en calidad de guardianes de
la moral internacional y de los principios de los contratos cuando todavía
deben desde 1842 a los descendientes de los tenedores de bonos del estado de
Mississipi que repudió esa deuda; desde 1865 al término de la guerra de
Secesiódel n, los estados esclavistas del sur también repudiaron sus deudas y
nunca las pagaron; en agosto de 1971 el imperio bajo la presidencia de Richard
Nixon decretó la inconvertibilidad del dólar al oro y estafó al mundo en 500
mil millones de dólares. Fueron los mismos EE.UU. quienes impulsaron la
condonación del 97% de la deuda alemana luego de la Segunda Guerra Mundial en
febrero de 1953 para que esté en mejores condiciones de rearme, entrar a la
OTAN en 1955 y ser airete del imperialismo en su guerra contra la ex URSS. Esta
es la historia que no se conoce y quieren que nuestro país sigan siendo
eternamente pagador serial de deudas fraudulentas y nulas de nulidad absolutas.
Ni siquiera nuestros congresistas conocen la doctrina del Gral. San Martín que
en 1828 anticipó un siglo antes la teoría de la deuda odiosa. Suficiente cuerpo
doctrinario para arrojar al basurero de la historia a los fondos buitres y los
malditos jueces que los apañan. Y sino lean El Tomo I de El Capital donde Marx
desarrolla con meridiana claridad cómo surge la deuda y adónde conduce.