SOBRE EL GOLPE DE ESTADO DEL 24 DE MARZO DE 1976
Por Sergio Daniel Aronas – 24 de marzo de 2015
Con el golpe de
estado del 24 de marzo de 1976, la dictadura fascista y terrorista cumplió el
gran objetivo de las clases dominantes de destruir el poderío de los
trabajadores argentinos con la represión más salvaje nunca vista y que se
inició esa misma fatídica madrugada y no dejaron de matar hasta que se fueron.
La dictadura
militar que instaló por expreso pedido de las cámaras empresarias, de la
oligarquía terrateniente, el capital extranjeros representados por su empresas
multinacionales, bancos, financieras, acordaron implantaron la ley marcial, la
pena de muerte, el toque de queda, el estado de sitio, suprimieron la
Constitución Naciones y las fuerzas armadas en su conjunto: ejército, marina y
aviación se hicieron dueños de la República y tomaron el control operacional de
los principales lugares como aeropuertos, puertos, rutas, caminos, puentes y
todas la vías de acceso. Por primera vez
en la historia, las tres fuerzas armadas participaron en forma unificada y al
mismo tiempo en el derrocamiento de un gobierno constitucional en la Argentina,
ya que en los anteriores lo realizaba una o dos fuerzas a la que unían las dos
restantes o la que quedaba. En este golpe, las participaron en forma conjunta y
se distribuyeron los puestos de mando.
Impusieron el
horrendo estatuto para el Proceso de Reorganización Nacional que fue el nombre
adoptado por la criminal Junta Militar a su genocidio bajo el amparo de los
Estados Unidos con Henry Kissinger como principal consejero en el plano
internacional. Justamente Kissinger el civil devenido en el mayor criminal de
guerra de la historia con sus siniestros pasados en los bombardeos de Vietnam,
Laos, Camboya, en el derrocamiento de Salvador Allende en Chile y otros sucesos
que forman la execrable foja de servicios de este hombre que no puede salir de
su país.
La siniestra
dictadura intervino en los sindicatos, disolvieron la CGT, prohibieron los
partidos políticos, cerraron el Congreso, las cárceles se llenaron de presos políticos
y crearon una vasta de red centros clandestinos de detención en todo el país,
llenando de torturas a miles de ciudadanos de todas las edades y de todas las
actividades, hombres, mujeres, niños y ancianos sometidos a brutales
tratamientos con un sadismo peor que los nazis, lo cual es mucho decir.
Se repartieron como
botín de guerra los canales de TV, las radios y las gobernaciones e
intendencias provinciales. Establecieron el feriado bancario, financiero,
bursátil, judicial, artístico, deportivo, educativo, paralizando toda actividad
en la Argentina durante la primera semana del asalto al poder, paralizando todo
movimiento en la Argentina.
Se inicia la época del
endeudamiento externo exponencial, la apertura importadora, el cierre de muchas
empresas grandes, medianas y pequeñas generando un elevado desempleo, hambre y
miseria en todo el país. Los bancos, las grandes empresas, la Sociedad Rural y
sus socios festejaban la nueva era del terrorismo de mercado, con la sangre de 30.000
compatriotas y todavía hay energúmenos que discuten esta cifra como los
revisionistas del holocausto.
Los cambios
estructurales en la organización económica de la Argentina llevada a cabo por
la dictadura, sentó las bases de todos los males que vinieron en los años ’90 y
que aun perduran con la nueva política neoliberal al extremo que terminó
explotando en diciembre de 2001 y hoy uno de esos culpables como ideólogo de
esas ideas cavernícolas como el fue el FMI, sigue prestando sus notables conocimientos
a los países periféricos de la eurozona como Grecia para decirles que tienen
que seguir pagando la deuda externa mediante la puesta en marcha de un ajuste
estructural tan demencial que hasta las columnas del Partenón se pueden
derrumbar.
Las clases
dominantes asociados en esas cámaras empresarias, junto con la Sociedad Rural,
la cúpula de la Iglesia Católica que los bendijo, celebraron el golpe de
estado, rindieron homenaje a los militares en las exposiciones de la Rural de
aquellos años, con fuerte aplausos de las damas que con sus capelinas y
perfumes importados, disfrutaban del nuevo despilfarro que su antiguo fundador
los Martínez de Hoz les servían en bandeja.
Y no tuvieron peor idea para perpetuarse en el
poder que reconquistar las Malvinas, enfrentándose no sólo a Gran Bretaña sino
a toda la OTAN en pleno y cuando tuvieron la oportunidad de ver si servían para
algo, como defender nuestra soberanía en el campo de batalla, fueron pésimos en la conducción de la guerra. Salvo honrosas excepciones
de los pilotos navales y aéreos y de los oficiales del ejército de baja graduación (básicamente sargentos, tenientes, subtenientes) que
junto a los soldados conscriptos en el frente pelearon como leones y murieron como
valientes que hasta los ingleses reconocieron que fue así, pero no los mariscales
de la derrota.
Todas las naciones
del mundo reconocieron a la dictadura, con excepción de Cuba. Desde los Estados
Unidos hasta la Unión Soviética y los demás países socialistas del este de
Europa.
Me acuerdo
perfectamente que ese día del golpe se transmitió en vivo y en directo el
partido de la selección nacional de fútbol contra Polonia y todos nos quedamos
en casa mirando el 2 a 1 y sin percatarnos del desastre que se venía.
Esta fue la
dictadura cívico militar genocida que en 7 años destruyó la Argentina pero
tenemos un país tan fuerte que sigue vivo y luchando como puede y un pueblo que
no se olvida de sus verdugos..