EL ESTADO BARBÁRICO DE LA CONDICIÓN DE LA MUJER EN LA ARGENTINA
Por Sergio Daniel Aronas - 02 de abril de 2018
Continuamos con nuestras investigaciones sobre
la situación de la mujer trabajadora en la Argentina porque ellas vienen
desempeñando un enorme papel y ocupan un destacado lugar en todos los
quehaceres de la vida social, política, económica y cultural y sin embargo su
aporte no es ni bien reconocido ni bien remunerado como lo merecen las mujeres
de nuestro país.
En un sector tan decisivo como las relaciones
laborales ahí se verifica con gran
fuerza todo el peso de la desigualdad tanto en la valoración del trabajo, en
sus capacidades y de ahí se deriva que existan tantas diferencias en el ingreso
que perciben con relación a los hombres, como asimismo se ven impedidas de
llegar a los puestos más altos de la dirección de las empresas sean grandes o
pequeñas, de la industria o de los servicios-
El peor de los problemas que enfrenta la mujer
en nuestro país es la violencia que se ejerce contra ellas, violencia que ha
producido una cantidad de asesinatos que ya tiene niveles alarmantes en la
Argentina por que la mortíferas estadísticas revelan que cada 30 horas se
produce un crimen contra una mujer en algún rincón del territorio nacional.
Algunos datos de la situación barbárica que
viven las mujeres argentina lo dan estas cifras:
Hay 47 femicidios en 60 días.
El 20% había denunciado previamente.
El 17% tenía medidas de protección.
El 44% fue asesinada por su pareja.
El 52% eran madres.
El 51% de los asesinatos tuvieron lugar en la
casa de la mujer
Son cifras que alarman, perturban y dan miedo
por la ferocidad y saña con que muchas mueren. Y más aun si tomamos el período
que va de 2003 a 2017 la cantidad de mujeres que fueron asesinadas asciende a
la escalofriante cantidad de 2.679.
De acuerdo a un análisis realizado por el Equipo Latinoamericano de
Justicia y Género (ELA) sobre trabajo no remunerado extraen estas conclusiones:
I) las mujeres
destinan un tiempo sustantivamente mayor que los varones al TNR;
II) las jornadas de
TNR de las mujeres se incrementan en la edad central, cuando son cónyuges,
cuando hay menores de 6 años en el hogar, cuanto menor es la jornada de trabajo
en el mercado laboral, y cuanto peor es el nivel de ingreso del hogar en el que
viven;
III) aun cuando las
mujeres desocupadas e inactivas destinan mayor cantidad de tiempo al TNR, las
mujeres ocupadas destinan un tiempo sustantivo (casi 6 horas diarias), lo que
se expresa en jornadas de trabajo total muy prolongadas diariamente, lo que les
limita la disponibilidad de tiempo “para sí” (dedicadas al autocuidado, al esparcimiento
o la capacitación);
IV) la situación
ocupacional, el nivel de ingreso, la posición en el hogar, el nivel educativo,
la edad, no producen ninguna modificación en la cantidad de tiempo que los varones
destinan al TNR;
V) la única razón por
la cual los varones incrementan moderadamente su dedicación al
TNR es ante la
presencia de menores de 6 años en el hogar, pero siempre en proporciones
sustantivamente menores a las mujeres;
VI) la desigualdad en
el uso del tiempo y en la intensidad del tiempo dedicado al TNR es una
experiencia socio-económicamente estratificada, que se convierte por tanto en un
vector reproductor de desigualdades.
“Esta situación
desafía a las políticas públicas, necesarias para ampliar la libertad de las personas
para elegir la manera en que quieren utilizar su tiempo. La posibilidad de una distribución
más equitativa del tiempo requiere la redistribución simultánea del trabajo tanto
remunerado como no remunerado.
Para ello se requiere
un plan integral de políticas públicas que aborde las cuestiones macroeconómicas
que determinan la generación de oportunidades laborales para varones y mujeres,
la manera de garantizar ingresos suficientes y protección social, el fortalecimiento
del nivel educativo y la formación permanente de las personas para el empleo,
la expansión de servicios de cuidado accesibles y adaptados a las necesidades diversas
de la población, la transformación de los estereotipos de género”.
Los dos estudios que
vamos a presentar son uno referido a la situación de la mujer en el trabajo y
el segundo está dirigido a la cuestión más candente que es la violencia de
género,
I) La situación
de la mujer en el trabajo –
Informe elaborado por Gonzalo Andrés – Fuente: http://www.pausa.com.ar/2018/03/la-situacion-de-la-mujer-en-el-trabajo/
Con fecha 14 de marzo de 2018
La participación femenina en el mercado laboral pasó del 37% en 1990 al
48% en 2017. Sin embargo, aún persiste la desigualdad salarial y un menor
acceso a los cargos de jerarquía.
Es sabido que las
mujeres se encuentran en desventaja con respecto a los varones. Ser mujer y
vivir en una cultura machista es una condición riesgosa. Quizás el indicio más
obvio y cruento de esta situación sean los femicidios, pero también hay otras
formas de desigualdad producto de la estructura social patriarcal, como las
condiciones laborales y las posibilidades profesionales.
A nivel mundial, según
un informe de la Organización de Naciones Unidas (ONU), por cada dólar que gana
un varón, una mujer gana 77 centavos. Esta diferencia salarial radica en que
las mujeres trabajan menos horas remuneradas, lo hacen en sectores peor pagos o
no llegan a ocupar cargos jerárquicos en las empresas. En este contexto, el
panorama en la Argentina no es una excepción: al analizar la situación de la
mujer en el mundo del trabajo, queda claro que el desempleo, la precarización
y, en efecto, la pobreza tienen rostro de mujer.
Precarización y
pobreza
Según el informe “Las
mujeres en el mundo del trabajo”, publicado en enero de 2018 por el Ministerio
de Trabajo de la Nación, la tasa de participación de mujeres en el mercado
laboral creció significativamente: pasó del 37% en 1990 a 48% en el primer
trimestre del 2017.
No obstante, si bien
es cierto que la participación femenina en el mercado laboral creció, ese
aumento se enmarcó en condiciones de informalidad, inestabilidad y con salarios
más bajos que los varones. Es decir, los sectores con mayor participación
femenina son también los de menores ingresos o con mayores índices de empleo no
registrado: servicio doméstico, enseñanza, servicios sociales y de salud,
hotelería y restaurantes, sector textil y confecciones, e investigación y
desarrollo.
Entonces son las
mujeres las que le pusieron el cuerpo al crecimiento de la subocupación y del
empleo informal de las últimas dos décadas en la Argentina. Encima aún la
mayoría de los desocupados son mujeres. De acuerdo con la Encuesta Permanente a
Hogares (EPH) que realizó el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec)
a comienzos de 2017, en el Gran Santa Fe apenas el 37% de las mujeres tiene
empleo y el 60,4% está en inactividad. La situación es peor en Formosa (72%),
Santiago del Estero (72%), Resistencia (69%), San Juan (65%), San Luis (64%),
Comodoro Rivadavia (61%), Tucumán (61%).
Asimismo, siguiendo
los datos del Indec sobre la distribución del ingreso durante el tercer
trimestre de 2017, puede decirse que existe una marcada feminización de la
pobreza. Por un lado, en el 10% de la población con menores ingresos había
1.138.566 mujeres y 529.847 varones. Por otro lado, en el 10% mejor posicionado
económicamente, la proporción era inversa: 1.100.902 varones y 567.389 mujeres.
Brecha salarial
Las desigualdades de
género no se evidencian solamente entre quienes están desocupados o no, sino
también entre aquellos que tienen empleo. Según la misma encuesta del Indec,
entre los asalariados registrados el ingreso promedio de los varones durante el
año pasado se ubicó en $17.038, mientras que para las mujeres la
remuneración era de $13.517, lo que implica una brecha de 21%. Y esa diferencia
llega al 35% en el segmento de los trabajados no registrados.
Los especialistas
marcan que una de las causas de esta desigualdad radica en que las mujeres
trabajan menos cantidad de horas debido a que destinan parte de su rutina
diaria a las labores domesticas (no reconocidas ni remuneradas).
Esta situación no
ocurre solamente en nuestro país sino que es una tendencia mundial. De acuerdo
con una estimación de la ONU, ellas reciben en promedio sueldos inferiores a
los de sus compañeros varones por hacer el mismo trabajo. El dato es
significativo: por cada dólar que gana un hombre, una mujer gana 77 centavos.
Además esta diferencia
salarial se agrava con la edad, especialmente con la llegada de los hijos: se
estima que con cada nacimiento, una mujer pierde 4% de su salario con respecto
a un hombre, mientras que para el padre los ingresos aumentan alrededor de 6%.
Al respecto, la economista e investigadora del Conicet, Corina Rodríguez
Enríquez, sostiene que esto demuestra que buena parte del problema es el
trabajo familiar no remunerado que realizan las mujeres.
Trabajo
doméstico
De acuerdo con el
informe “Las mujeres en el mundo del trabajo”, las principales fuentes de
empleo femenino en Argentina son el trabajo doméstico, la enseñanza y los
servicios sociales y de salud. Por caso, el 98,7% de los trabajadores del
empleo doméstico remunerado son mujeres.
A esta situación se
suma el trabajo que cada una de ellas realiza en su hogar. En una primera
encuesta sobre la problemática, realizada por el Indec en 2013, se constató que
las mujeres dedican casi el doble de tiempo que los varones en las tareas de
cuidado. Esto es, para el total nacional urbano se estima que las mujeres
destinan diariamente seis horas y medias al trabajo de cuidado, mientras que
los varones sólo tres y media.
Ellas destinan gran
parte del día al cuidado del hogar y de otras personas, mucho más que los
hombres. De hecho, según un informe de la ONU publicado en enero de 2018, el
trabajo hogareño es una de las causas a nivel mundial de que las mujeres
trabajen fuera del hogar menos horas que los varones y, por ende, perciban
menos salario.
Además, en la
Argentina esta desigualdad de género también es social: las mujeres que
pertenecen al 20% de la población de mayores ingresos, destinan cuatro horas
diarias al trabajo doméstico y de cuidado, y las mujeres que pertenecen al 20%
de los hogares de menores ingresos destinan ocho horas.
Por tanto, la mayoría
de las mujeres dedican gran parte de su vida a las actividades domésticas,
remuneradas o no. En un contexto de innumerables conquistas logradas por las
mujeres en pos de su realización personal, laboral y social, el debate sobre
los roles y las funciones dentro del hogar sigue pendiente.
Un techo de cristal
En el informe “Las
mujeres en el mundo del trabajo”, del Ministerio de Trabajo de la Nación, se
presentan datos que demuestran las dificultades de las mujeres para ingresar y
permanecer en el mercado laboral y las marcadas desigualdades de género.
Uno de los principales
resultados refiere a lo que se denomina la segregación vertical: las
dificultades para acceder a puestos jerárquicos y directivos.
El informe indica que
“la participación diferenciada de varones y mujeres en puestos de decisión,
según rama de actividad, muestra en general una mayor concentración de los
varones en puestos directivos y jefaturas intermedias. Esto ocurre en todos los
sectores, excepto en servicios sociales y personales, donde se registra la
relación inversa, dado que la dotación de mujeres en este sector es un 65% y la
de los varones es de un 35%. Aun en los casos en que las mujeres acceden a
puestos jerárquicos, en general son gerencias con menores remuneraciones, como
las de administración o recursos humanos, mientras que los varones suelen
ocupar gerencias financieras, de ventas o productivas, mejor remuneradas”.
Este fenómeno es
conocido como “techo de cristal”: las mujeres se encuentran en algún momento de
su desarrollo profesional con el impedimento de escalar en la jerarquía de
decisión (y por tanto, también de remuneraciones). Esta situación es más
frecuente en ámbitos de empresas privadas y les sucede a las que poseen títulos
terciarios o universitarios.
II) La
violencia de género – Informe de la Casa de Encuentro – Nota realizada por Natalia
Iglesias publicada en el diario Clar
https://www.clarin.com/sociedad/violencia-mujeres-2017-anos-femicidios_0_r1iACUpdM.html
No para la violencia contra las mujeres: 2017 fue uno de los años con más
femicidios
El año pasado se
registraron 295 asesinatos de mujeres. La cifra iguala el récord de los últimos
diez años, alcanzado en 2013
Pasaron diez años
desde que La Casa del Encuentro comenzó a hacer las primeras y únicas
estadísticas de femicidios en el país. El último informe de esa asociación
civil muestra no sólo que los femicidios no han bajado, sino que la violencia
contra las mujeres creció. En esta década han sido asesinadas 2.679
mujeres, un promedio de un femicidio cada 30 horas. Pero en 2008 hubo
208 mujeres asesinadas y en 2017 hubo 295, cifra máxima de las registradas por
año y que solo se había alcanzado en 2013.
Y la saña es mayor:
aumentaron los casos de mujeres apuñaladas, golpeadas, estranguladas,
incineradas, asfixiadas, ahorcadas.
Los datos se repiten
año a año, con patrones inamovibles: los asesinos son en su mayoría (62 %)
parejas y ex parejas de las víctimas. Y los femicidios ocurren en las casas
donde viven las mujeres (51 %).
En las estadísticas
surge otro dato: a medida que la violencia de género se fue visibilizando, las
denuncias de las mujeres fueron aumentando, pero luego bajaron. En 2008, de las
mujeres asesinadas, diez tenían denuncias previas, cuando en 2014 fueron 39 las
que habían denunciado y en 2017 sólo 26. Por otra parte, del total de
asesinadas en 2008, sólo cuatro tenían una medida cautelar de la Justicia de
exclusión o prohibición de acercamiento, contra las 21 en la misma situación de
2017. Estos dos indicadores hablan de la falla en la respuesta de la Justicia
en las medidas de protección y de la credibilidad que genera el sistema en las
mujeres.
Otro dato a tener en
cuenta por el Estado: 154 femicidios fueron cometidos por hombres de fuerzas
de seguridad, que poseen armas reglamentarias.
Y se
duplicaron los femicidios con abuso sexual previo: en 2008 fueron 24 casos,
en 2017, 45. Las estadísticas también muestran que 80 de estas mujeres estaban
embarazadas, que 165 eran nenas menores de 12 años, que 101 eran migrantes y 81
eran mujeres en situación de prostitución o víctimas de trata.
“Tenemos muy buenas
leyes pero no se implementan. Acá hay una gran falla de la Justicia. Si una
mujer hizo una denuncia, tiene una prohibición de acercamiento que se viola y
el hombre no es sancionado, el mensaje es malo. Por eso hay un alto porcentaje
de mujeres que no denuncia, porque no confía, porque no se anima, porque no
siente que la van a proteger”, dice a Clarín Ada Rico, al
frente de La Casa del Encuentro.
“Tiene que haber un
trabajo integral. La mujer todavía no sabe cuáles son sus derechos, tiene que
estar asesorada, acompañada. Una denuncia puede ser riesgosa,
primero tiene que estar fortalecida. Tiene que haber un trabajo previo con
psicólogos, asistentes sociales, abogados. Es responsabilidad del Estado”,
agrega Rico, que también habla de la cuestión cultural.
“La repetición de
circunstancias similares en las que se dan los femicidios tiene que hacer
reflexionar a las autoridades con responsabilidad en la ejecución de las
política públicas, en los problemas que hay de articulación entre los
diferentes ámbitos del Estado, la Policía, la Justicia, los municipios, los
espacios de atención de la salud; y tienen que reflexionar a partir del
análisis de cuáles fueron las oportunidades fracasadas del Estado. Cada
femicidio es un fracaso. Es el fracaso de la actuación deficiente de
las políticas públicas de atención de una persona en situación de violencia.
Hay que desandar ese camino y ver cuántas veces, dónde y de qué maneras fracasó
el Estado en sus distintas instituciones, para dar una respuesta eficiente”,
asegura Natalia Gherardi, del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género
(ELA).
“Realmente es
frustrante que diez años después y con tanta mayor sensibilidad social y tanto
mayor compromiso de varios espacios del Estado finalmente los resultados no
sean distintos, no sean mejores. Es un enorme llamado de atención para el
Estado y para la sociedad. Pero principalmente para el Estado, que es el que
tiene la responsabilidad”, opina Gherardi.
Además del informe de
femicidios, desde La Casa del Encuentro se hicieron varios reclamos:
presupuesto para políticas de género en todas las dependencias del Estado tanto
a nivel nacional, provincial y municipal; estadísticas oficiales unificadas y
completas; capacitaciones obligatorias para jueces, fiscales, abogados y
fuerzas de seguridad en materia de género; la sanción a nivel nacional de la
“Ley de Reparación económica para niñas, niños y adolescentes víctimas
colaterales de Femicidio” (Proyecto de Ley con media sanción de Senado);
efectiva implementación de la “Ley de paridad de género en ámbitos de
representación política” (Ley 27.412); creación de Fueros Especializados en
Violencia de Género en el ámbito de la Justicia y sistema de turnos las 24
horas; plena implementación del “Abogado del niño, niña y adolescente” (Ley
14.56); asignación de un subsidio económico equivalente a una jubilación mínima
por tres años a las mujeres en situación de violencia; inclusión de la
“Licencia por violencia de género” en la Ley de Contrato de trabajo y Convenios
Colectivos de Trabajo y la incorporación de la temática de violencia sexista en
todas las currículas educativas de los diferentes niveles.