SERIE DE ARTÍCULOS SOBRE LA SITUACIÓN
EN VENEZUELA (I)
Por Sergio Daniel Aronas – 12/08/2017
La situación política,
económica y social en la República de Venezuela es hoy campo de amplios,
extensos y duros debates por parte de todas las fuerzas políticas del país e
internacionales tanto por las que quieren ver el fortalecimiento de la
Revolución Bolivariana como por los que propugnan su derrocamiento. Y en entre
estas últimas aparece con clara identificación la oposición encarnada en el
Movimiendo de Unidad Democrática (MUD) que no tiene nada de unitario y mucho
menos de democrático por los métodos violentos y agresivos que utiliza para
derrocar al gobierno del Presidente Nicolás Maduro-
El inicio de las acciones
violentas comenzaron durante la campaña para elegir diputados a la Asamblea Nacional
Constituyente donde esa oposición fascistas, terrorista y agresiva se lanzó a
las calles con el fin de provocar un caos que lleve al derrocamiento de la
revolución bolivariana. Y una revolución tiene el alto honor de llevar ese
nombre, ella tiene sentido cuando es capaz de defender como lo explicaba Lenin.
El caso es que sobre Venezuela
le han pegado todo tipo de críticas tan de la derecha como de la izquierda pero
por sobre todas de los medios masivos comunicación tanto de la prensa escrita y
como la digital. La campaña para desprestigiar al gobierno de Maduro llega a
niveles sin precedentes donde confluyen, además de las fuerzas opositoras, los
países de la región, las potencias capitalistas de Europa, los Estados Unidos,
la oposición que aplica métodos violentos y terroristas y haciéndose las víctimas
de un gobierno al que tildan injustificadamente de “dictadura”. Justo ellos,
que perdieron casi todas las elecciones, que no quisieron presentarse a la gran
mayor parte de las convocatorias electorales porque saben que pierden siempre.
Justo ellos, que pertenecen a las clases capitalistas privilegiadas que
vivieron de los ingresos de la industria del petróleo despilfarrando millones
de recursos en sus lujos y consumos suntuarios. Justo ellos, que en febrero de
1992 lanzaron el brutal ajuste contra el pueblo y la reacción de las clases
pobres y trabajadoras fue sanguinariamente reprimida con la muerte de 3.000
personas. Ya todos se olvidaron de esto. Y se atreven a llamar “dictador” a un
hombre que gobierna con el pueblo, para el pueblo y por el pueblo. En estas
horas críticas donde deberá verse el temple revolucionario del proyecto
iniciado en 1998 por el comandante Hugo Chávez, de gloriosa memoria.
Como escribiera en una nota del blog en octubre de 2012: “Un fantasma
recorre Latinoamérica: el fantasma del presidente de Venezuela Hugo Chávez y
todos los enemigos de la revolución bolivariana se han unido en santa alianza
para acosar a ese fantasma: las fuerzas imperialistas de los Estados Unidos, la
oligarquía criolla venezolana, los medios de comunicación y los antiguos amos
de la podrida Europa”. Claro que ahora gobierna Nicolás Madura pero nada ha
cambiado en cuanto a las fuerzas que están empeñadas en destruir a Venezuela
incluso recurriendo a la invasión militar como lo promueve el imperialismo según
las mismas palabras de la bestia bruta de Donald Trump. Increíble que un
analfabeto de esta calaña presida a la nación más poderosa del planeta.
En esta primera serie de artículos tomados del sitio Rebelión, publicamos
los puntos de vista de los siguientes autores:
4)
Terroristas travestidos en demócratas. Aram Aharonian (11-08-2017)
5)
¿La izquierda bolchevique contra la purga
estalinista de Nicolás Maduro? Iván
Montero (10-08- 2017)
7)
Ángeles Diez Rodríguez (10-08-2017)
9) La izquierda y Venezuela. El retroceso
“nacional-estalinista”. Pablo
Stefanoni (09-08-2017)
10) La Oposición
está metida en un "trancazo", Clodovaldo
Hernández (09-08-2017)
11) Una
Revolución Bolivariana defendida. Carlos Meneses Reyes (09-08-2017)
UN BROTE DE LO NUEVO
Chris Gilbert - -Semanario Brecha – 12/08/2017
Una de las grandes ironías de
finales del siglo pasado es que en el momento preciso en que el establishment
declaró que no hay alternativa a su consenso neoliberal (Tina, There is
no alternative), también inició una campaña demagógica para “promover la
democracia” en el mundo. Ambas campañas despegaron a inicios de los años
ochenta; la primera se asocia, sobre todo, con Margaret Thatcher, y la segunda
con la administración de Ronald Reagan.
Sin embargo, la pregunta obvia es
¿por qué es necesaria la democracia si en verdad no hay alternativa? De hecho,
ese era precisamente el punto: con las formas neoliberales capitalistas
firmemente, incluso dogmáticamente, consagradas, el establishment había puesto
todo lo importante de su mundo a salvo de la democracia, y, a la inversa, había
confeccionado una democracia totalmente inofensiva para su proyecto.
Aquí es donde Venezuela y su
nueva Asamblea Constituyente vienen a colación. Con este paso se ha levantado
el espectro de una forma de democracia que no es del todo inofensiva y “segura”
desde el punto de vista de los lineamientos del establishment, una forma de
democracia que podría cuestionar unos cuantos de sus dogmas. Es por eso que
temen esta iniciativa mucho más que una dictadura –forma de gobierno en la que,
a decir verdad, suelen encontrar algunos de sus mejores aliados–, e insisten en
confundir la una con la otra.
Así, esta Constituyente está en
el centro de un debate, pero un debate que tiende a estar mal planteado.
Aplicando sólo una pizca de teoría política se puede demostrar que en verdad la
disputa gira más en torno al Estado de derecho (o sea, al marco legal del
Estado) que a la democracia. En la modernidad, el Estado de derecho ha ido
restringiendo cada vez más el alcance de lo que está sujeto a la toma de
decisiones por vías democráticas. Si tomamos como referencia la democracia
ateniense –en la que básicamente todo estuvo abierto a consideración–, podemos
observar una caída libre que comienza con el nacimiento de la democracia
estadounidense a finales del siglo XVIII. Es un desplome marcado por la
extracción, en forma progresiva, de más y más elementos del ámbito de la res
publica para llegar a la situación actual, en la que la democracia
liberal es prácticamente impotente para efectuar cambio significativo alguno.
Ahora Venezuela ha comenzado a
buscar a tientas una salida a este laberinto. El mayor temor del establishment
mundial y de la oposición venezolana no es en realidad la dictadura, sino “el
gobierno de las turbas”: es decir, la mayoría actuando fuera de su control. Sin
embargo, debido a que no pueden admitir que temen a las mayorías, denominan
“dictadura” los primeros pasos inexpertos de las masas. Pero no debemos
dejarnos engañar. De la mayoría históricamente excluida de la democracia no se puede
esperar delicadeza y elegancia en sus primeros pasos de estreno en la palestra,
pero ¿quién dijo que la democracia ha de ser elegante?
En Venezuela los problemas que
hoy enfrentamos son de larga data. Bolívar, siempre profético, luchó
constantemente contra el dogmatismo liberal y la actitud leguleya, yendo hasta
el extremo de cuestionar, en una carta al mariscal Sucre, el valorar leyes por
encima de los líderes, y principios por sobre los hombres. Hoy en día, cuando
los estados parecen incapaces de resolver los grandes problemas del mundo, las
ansias de los poderosos de matar en la cuna una nueva forma de organizar la
democracia lucen muy sospechosas. En contraposición, el espíritu bolivariano
–la búsqueda creativa de nuevas formas que superen los marcos jurídicos
existentes para así confrontar tareas difíciles– merece nuestros aplausos.
Bolívar se calificó como el “hombre de las dificultades”, pero en eso quedó corto. De hecho, aquel hombre enfrentó situaciones más o menos imposibles. Por ejemplo, cuando tras la gesta independentista se empeñó en unir un continente desgarrado por localismos empedernidos, en aras de resistir la dominación europea y estadounidense. También cuando se esforzó por adaptar modelos de gobierno ajenos, de origen europeo, para servir las necesidades propias de los latinoamericanos. Tratando de salir al paso de estas y otras aporías, sus armas principales fueron la creatividad y la constancia.
Bolívar se calificó como el “hombre de las dificultades”, pero en eso quedó corto. De hecho, aquel hombre enfrentó situaciones más o menos imposibles. Por ejemplo, cuando tras la gesta independentista se empeñó en unir un continente desgarrado por localismos empedernidos, en aras de resistir la dominación europea y estadounidense. También cuando se esforzó por adaptar modelos de gobierno ajenos, de origen europeo, para servir las necesidades propias de los latinoamericanos. Tratando de salir al paso de estas y otras aporías, sus armas principales fueron la creatividad y la constancia.
En muchos sentidos, la situación
continental y venezolana hoy no difiere significativamente de la de aquel
entonces. Se presentan situaciones “imposibles” que nos convocan a buscar
arreglos con creatividad y constancia. Podemos describir el dilema venezolano
como el de un país periférico que, aun atado inexorablemente al mundo por la
naturaleza de su economía, busca alcanzar su soberanía. Por supuesto, lo que
luce imposible en términos sociales y políticos es, en gran medida, relativo a
los esquemas que uno tenga a mano. El esquema más restrictivo hoy en día es el
de la democracia liberal. En Venezuela el movimiento bolivariano lucha
constantemente por deshacerse de esta camisa de fuerza. Otro escollo se puede
presentar con el marxismo esclerótico (que precisamente por eso no es
marxista). Por estas razones, un socialismo creativo, inquebrantablemente
anticapitalista pero sin absolutos, parece ser el mejor antídoto “bolivariano”
para ambos atolladeros.
Esta Asamblea Constituyente no ha
tenido un parto fácil. Las sombras de la violencia opositora (incluyendo sus
linchamientos racistas y atentados aterradores), junto con el posicionamiento
agresivo de la Casa Blanca y de varios países de la región son las amenazas más
obvias. Sin embargo, también hay grandes obstáculos internos; el más notable de
éstos es el control de las cúpulas a expensas de las organizaciones de base
insuficientemente representadas en la Constituyente. Es obvio que estas cúpulas
intentarán mantener el control de la nueva instancia de poder y limitarla a
cumplir funciones mínimas que sirvan a sus intereses particulares.
Vale la pena recordar que este
año es el del centenario de una revolución en la que las nuevas formas
democráticas asumieron un papel protagónico. El estatus de los propios soviets
(consejos) estaba sujeto a un continuo tira y afloja no sólo frente a las fuerzas
de la derecha sino también a las de la izquierda. Precisamente en el mes de
agosto se cumplen cien años del momento en el que los obreros rusos, en una
campaña para derrotar el golpe del general Kornilov, retomaron la consigna
“Todo el poder a los soviets” que la dirección bolchevique había intentado
retirar del juego. A decir verdad, este tipo de forcejeo será necesario a gran
escala si nos proponemos que la Constituyente tome vuelo y realmente sirva a
las aspiraciones populares.
Sin lugar a dudas hoy enfrentamos
un mundo desgarrado por grandes contradicciones. Son las contradicciones de un
capitalismo en crisis crónica que tienden a ser exportadas y magnificadas en
los países periféricos, donde operan como fuerzas centrífugas que no pueden ser
contenidas bajo la débil fuerza centrípeta de un Estado liberal. El resultado
inevitable es que, para evitar el caos, una rama del gobierno tiende a dominar
a las otras.
Cabe resaltar que, desafortunadamente, entre los esfuerzos por superar este dilema, versiones de la derecha, como las democracias iliberales de Viktor Orbán y Recep Tayyip Erdogan, son las más visibles. Siendo así las cosas, es difícil comprender por qué hay tanto desprecio –incluso desde ámbitos progresistas– por el esfuerzo casi único de un pueblo sudamericano que se propone una superación por la izquierda del Estado liberal.
Chris Gilbert es profesor de estudios políticos en la Universidad Bolivariana de Venezuela.
Cabe resaltar que, desafortunadamente, entre los esfuerzos por superar este dilema, versiones de la derecha, como las democracias iliberales de Viktor Orbán y Recep Tayyip Erdogan, son las más visibles. Siendo así las cosas, es difícil comprender por qué hay tanto desprecio –incluso desde ámbitos progresistas– por el esfuerzo casi único de un pueblo sudamericano que se propone una superación por la izquierda del Estado liberal.
Chris Gilbert es profesor de estudios políticos en la Universidad Bolivariana de Venezuela.
VENEZUELA: CLAVES
PARA ENTENDER LA CONSTITUYENTE
SHAILA FERNÁNDEZ - MILITANTE DE ASKAPENA -11/08/2017 -
La izquierda revolucionaria de Euskal Herria tiene
una responsabilidad política con los proyectos antiimperialistas, progresistas
y revolucionarios que habitan el mundo, tiene el deber de proteger las
periferias que están siendo capaces de desestabilizar la hegemonía.
En un autobús con destino a Ocumare, pueblo
pesquero del estado de Aragua, rodeada de un gentío estridente y el
onmipresente Reaggeton; Carlos, un trabajador del sector turístico, hombre
joven y humilde, me decía firme y claro «Antes como ñoña que votar a un
capitalista». Con esta afirmación breve y lúcida se resume la encrucijada que
vive Venezuela; la defensa del proyecto bolivariano y progresista frente al
proyecto neoliberal de la oposición que pretende enviar al país a las
condiciones coloniales y subalternas a las que se ha pretendido perpetuar a
América Latina desde 1492.
La izquierda revolucionaria de Euskal Herria tiene
una responsabilidad política con los proyectos antiimperialistas, progresistas
y revolucionarios que habitan el mundo, tiene el deber de proteger las
periferias que están siendo capaces de desestabilizar la hegemonía, y tiene la
tarea de defender las soberanías nacionales que por no atender a los intereses
del capital transnacional, están siendo violadas de manera sistemática, véase el
caso de Irak en el 2003, Libia en el 2011, la actual guerra en Siria y el
presente conflicto en Ucrania que, entre otros, han respondido a la lógica del
imperialismo norteamericano y su fiel escudero europeo: promover la
desestabilización interna y una subsiguiente intervención como consecuencia a
no responder a los intereses hegemónicos del capital.
No se puede entender lo que ocurre en Venezuela sin
estudiar la relación de golpes de Estado, intervenciones militares y
desestabilizaciones internas que llevan asolando América Latina, África y
Oriente Medio desde que, tras la segunda guerra mundial, EEUU decidió imponer
su imperio de manera unilateral. Tampoco se puede hacer un análisis
riguroso sin estudiar la concatenación de estados fallidos, golpes de Estado, y
gobiernos corruptos y neoliberales que proliferaron en el país tras su
independencia del Reino de España en 1810. Así mismo, es necesario entender la
crisis energética mundial que ha generado un descenso significativo del precio
del barril del petróleo (fuente principal de ingresos del país) que pasó de
150$ en su mejor momento hasta los 52$ actuales, llegando hasta los terribles
24$ en el primer trimestre del 2016 y que entre otras razones, está llevando al
país a una crisis económica devastadora. Es decir, la simplicidad y la falta de
rigurosidad con la que los medios de comunicación hegemónicos están tratando la
situación de Venezuela, sólo favorecen la construcción de corrientes de opinión
tolerantes con las apuestas neoliberales que hay para este rico y fértil país
que ha cometido el valiente error, de declararse soberano y antimperialista en
un escenario donde las normas las ponen los grandes lobbies financieros.
El presidente Nicolás Maduro tomó posesión de su cargo en abril del 2013, tras unas elecciones urgentes motivadas por el fallecimiento del comandante Hugo Chávez, elecciones que apenas se ganaron con un margen del 2% sobre la corriente opositora. Desde ese momento, el nivel de agresión a la legitimidad del gobierno ha sido una constante. La oposición aprovechó el exiguo margen de victoria del PSUV para agitar la calle, llamar a un golpe de Estado, organizar y financiar las guarimbas y convocar manifestaciones de alto contenido confrontativo y violento en las que más de 43 personas llegaron a morir. Henrique Capriles y Leopoldo López, mártires de la oposición, aclamados y defendidos por todas las democracias burguesas del mundo, están directamente relacionados con el golpe de Estado del 2002, posteriores intentonas golpistas auspiciadas por EEUU, el Estado español y Colombia y la estructuración de organizaciones de explícito carácter fascista que están proliferando en Venezuela y están actuando como fuerzas de choque de la burguesía y oligarquías nacionales.
El presidente Nicolás Maduro tomó posesión de su cargo en abril del 2013, tras unas elecciones urgentes motivadas por el fallecimiento del comandante Hugo Chávez, elecciones que apenas se ganaron con un margen del 2% sobre la corriente opositora. Desde ese momento, el nivel de agresión a la legitimidad del gobierno ha sido una constante. La oposición aprovechó el exiguo margen de victoria del PSUV para agitar la calle, llamar a un golpe de Estado, organizar y financiar las guarimbas y convocar manifestaciones de alto contenido confrontativo y violento en las que más de 43 personas llegaron a morir. Henrique Capriles y Leopoldo López, mártires de la oposición, aclamados y defendidos por todas las democracias burguesas del mundo, están directamente relacionados con el golpe de Estado del 2002, posteriores intentonas golpistas auspiciadas por EEUU, el Estado español y Colombia y la estructuración de organizaciones de explícito carácter fascista que están proliferando en Venezuela y están actuando como fuerzas de choque de la burguesía y oligarquías nacionales.
En estos cuatro años de legislatura, la tendencia
política de la MUD (coalición amplia de partidos de la oposición que recoge
desde partidos socialdemócratas hasta organizaciones de marcado pelaje
fascista) ha sido confrontar, rechazar y deslegitimar las propuestas del
Gobierno. Ni siquiera en las elecciones de diciembre del 2015 donde
consiguieron mayoría en la Asamblea Nacional y tenían garantías
constitucionales para convocar un referéndum revocatorio del presidente Nicolás
Maduro y llamar a nuevas elecciones, consiguieron llegar a un acuerdo que les
permitiera avanzar políticamente y acabar con el PSUV. Es decir, la
constitución venezolana y la correlación de fuerzas dieron la oportunidad a la
oposición de organizarse y acabar con la legislatura del presidente Nicolás
Maduro, pero sus propias contradicciones internas les hicieron perder la
oportunidad de consolidar su hegemonía y acabaron optando por la confrontación
violenta en la calle y el desarrollo de prácticas golpistas.
Este bloqueo al diálogo por parte de la oposición,
al puro estilo chileno anterior al golpe de Estado del 1973, sumada a la crisis
económica que asola el país, han generado un contexto de profunda
desestabilización que en los últimos 4 meses se ha acabado expresando en
violencia y enfrentamientos en las calles, paros y corte de carreteras por
parte de la oposición.
Estas intentonas movilizadoras no responden a intereses democráticos, sino que están vinculadas a políticas desestabilizadoras que quieren acabar con Nicolás Maduro a sangre y plomo. ¿Qué pasa en la calle, entonces? En primer lugar, las fuerzas de choque violento, que actúan a través de las guarimbas, no están compuestas por militantes de los partidos de la MUD, ni estudiantes o jóvenes indignados, sino malandros a sueldo, delincuentes y mercenarios que cobran por quemar caucho en las carreteras y quemar vivos a simpatizantes del chavismo, lo que recuerda ligeramente a la composición social de los «rebeldes sirios». En segundo lugar, recurren al foquismo. Las guarimbas y cortes de carreteras son espectáculos performativos que tienen lugar en zonas periféricas y en su mayoría de población opositora, donde se concentran las principales agencias de comunicación porque saben que el relato de lo que dicen que pasa, impacta más en el país que lo que realmente pasa. Por eso, el centro de Caracas sigue su curso normal de vida, pero los barrios del Este, donde viven ricos y opositores, son las zonas donde se presencia mayor confrontación con la policía. Se quiere lograr un relato que cambie la correlación de fuerzas. Los medios de comunicación del Estado español hablan de guerra civil en las calles de Caracas, mientras que la realidad demuestra que el pueblo organizado y simpatizante del Proceso Bolivariano llamó al voto pacífico a la Asamblea Nacional Constituyente, mientras la oposición, a través de sus afrentas, se ha cobrado alrededor de 150 víctimas, la mayor parte de ellas, miembros de la Guardia Nacional Bolivariana, que es sistemáticamente atacada con explosivos y armas de fuego.
Estas intentonas movilizadoras no responden a intereses democráticos, sino que están vinculadas a políticas desestabilizadoras que quieren acabar con Nicolás Maduro a sangre y plomo. ¿Qué pasa en la calle, entonces? En primer lugar, las fuerzas de choque violento, que actúan a través de las guarimbas, no están compuestas por militantes de los partidos de la MUD, ni estudiantes o jóvenes indignados, sino malandros a sueldo, delincuentes y mercenarios que cobran por quemar caucho en las carreteras y quemar vivos a simpatizantes del chavismo, lo que recuerda ligeramente a la composición social de los «rebeldes sirios». En segundo lugar, recurren al foquismo. Las guarimbas y cortes de carreteras son espectáculos performativos que tienen lugar en zonas periféricas y en su mayoría de población opositora, donde se concentran las principales agencias de comunicación porque saben que el relato de lo que dicen que pasa, impacta más en el país que lo que realmente pasa. Por eso, el centro de Caracas sigue su curso normal de vida, pero los barrios del Este, donde viven ricos y opositores, son las zonas donde se presencia mayor confrontación con la policía. Se quiere lograr un relato que cambie la correlación de fuerzas. Los medios de comunicación del Estado español hablan de guerra civil en las calles de Caracas, mientras que la realidad demuestra que el pueblo organizado y simpatizante del Proceso Bolivariano llamó al voto pacífico a la Asamblea Nacional Constituyente, mientras la oposición, a través de sus afrentas, se ha cobrado alrededor de 150 víctimas, la mayor parte de ellas, miembros de la Guardia Nacional Bolivariana, que es sistemáticamente atacada con explosivos y armas de fuego.
Todas estas formas de organización de la oposición
son técnicas golpistas estudiadas y fomentadas por Estados Unidos y teorizadas
por Gene Sharp en su manual golpista "De la dictadura a la
democracia", que ya han sido activadas en otros países, permitiendo
desgastar gobiernos que no interesan a través de la desestabilización interna y
que en última instancia llegan a justificar una intervención.
A la oposición no le sale rentable la batalla
dialéctica en la asamblea nacional, tiene el apoyo de agencias mediáticas
internacionales y las oligarquías extranjeras para crear una crisis violenta y
desestabilizadora en el país que justifique medidas internacionales como las
que quiere imponer EEUU a través de las sanciones. A la oposición no le hace
falta jugar limpio porque su juego sucio y parafascista es blanqueado y
justificado por los medios de comunicación hegemónicos. Insisto en la idea de
que «lo que dicen que pasa tiene más potencial movilizador que lo que realmente
pasa», es por ello, que la responsabilidad de medios estatales como "El
País", "La Razón", "ABC" o "El Correo" en la
crisis violenta que está sufriendo Venezuela es absolutamente explícita y
directa.
Sin embargo, dentro de estas variables que
pretenden explicar lo que ocurre en Venezuela, también tenemos que situar la
crisis económica. La economía venezolana es muy frágil en tanto dependiente de
la renta del petróleo, con la bajada del precio del mismo a límites casi
históricos han dejado de entrar divisas al país que están condicionando el
volumen de las importaciones, esto sumado a la gestión acaparadora y
especulativa de la burguesía rentista está generando un aumento de los precios
y el control interesado de los productos de primera necesidad. Aún así, no ha
dejado de haber una profundización en las políticas progresistas y populares
por las que apuesta el proceso bolivariano, como las misiones sociales, ejemplo
de ello, son las 1.700.000 viviendas entregadas o la reciente subida del
salario mínimo. Es más, tras la agudización de la crisis económica el estado ha
garantizado la distribución subsidiada de comida a través de los CLAP (Comités
Locales de Abastecimiento y Producción) y se han activado diferentes medidas de
protección y seguimiento de las necesidades del pueblo, como el carnet de la
Patria que es una cédula de identificación dónde se censan las necesidades y
perfiles de los y las ciudadanas para facilitar el seguimiento y la cobertura
de las demandas puntuales y potencialmente cronificables de la población,
estas medidas se añaden a la prácticamente gratuidad de los servicios básicos
como la luz, el agua, el gas o, incluso, el alquiler. Bendita dictadura que
garantiza aún en un contexto de guerra económica y mediática las necesidades
más básicas de su población.
Dado este escenario de guerra económica, cerco
mediático, y una oposición beligerante y golpista, Nicolás Maduro, apelando a
los artículos 347 y 348 de la Constitución de 1999, el 1 de mayo de este año
decide convocar la Asamblea Nacional Constituyente, que es una fórmula
constitucional que sitúa al pueblo como el depositario legítimo del poder
constituyente originario. Esta medida viene dada por la situación de desacato
en la que se encontraba la Asamblea Nacional por no haber aceptado la sentencia
del Tribunal Superior de Justicia al considerar fraudulenta la elección de los
3 diputados del Amazonas que reclamaba la bancada opositora, este desacato,
insisto, es fruto del boicot opositor y tiene consecuencias legales previamente
advertidas, impide a la Asamblea Nacional tomar decisión alguna a no ser que
cumpla con las exigencias del TSJ y rechace la cooptación de los diputados del
Amazonas. Dentro del contexto de desacato se produce una escalada de violencia
que Nicolás Maduro decide resolver llamando a la Asamblea Nacional
Constituyente, que más allá de una fórmula para reformar la constitución para
garantizar las misiones, consejos comunales y dinamizar proyectos de Ley
relativos al desarrollo de la soberanía económica del país entre otros
objetivos que alcanzan 9 puntos estratégicos, es una fórmula para garantizar
una coyuntura de paz y diálogo que permita oxigenar la situación del país. En
conversaciones con Julio Borges, líder de la MUD, se propone a la oposición
participar presentando a sus propios constituyentistas. La oposición no sólo
rechaza esta medida sino que intenta boicotear el proceso de votación,
dificultando el acceso a los colegios electorales, amenazando a las personas
votantes, y creando conflictos violentos en las zonas electorales próximas,
apenas hubo detenciones a pesar de lo que supone para una democracia vulnerar
los derechos electorales de las personas, el Estado procuró centros electorales
de contingencia donde la gente podía desplazarse para protegerse de la
guarimba. Los medios de comunicación burgueses no estaban presentes en el
Poliedro, donde acudían decenas de miles de votantes, ni en las escuelas del 23
de Enero, ni siquiera en el centro de Caracas donde la gente paseaba tranquila
como un domingo electoral cualquiera en cualquier país del mundo, tampoco
estaban en la plaza Bolívar escuchando el cierre de jornada por Nicolás Maduro.
Las cámaras de la CNN y demás prensa burguesa estaban en los puntos donde
actuaba la guarimba, ¿Casualidad? Lo dudamos. ¿Manipulación de la opinión
publica? Rotundamente.
Finalmente, los resultados dan una participación de
8.089.320 personas, sin contar los votos indígenas ya que tienen votaciones que
responden a sus especificidades culturales y se realizan otro día. Este
resultado, legitima y fortalece el proceso bolivariano por primera vez desde
las elecciones del 2012. El juego sucio de la oposición y la lucha por la
conservación de los derechos y conquistas del proceso a pesar de las
dificultades económicas han afirmado con rotundidad que «Antes comer ñoña que
votar a un capitalista».
Desde el pasado del 30 de julio, a pesar de la
opinión internacional y de los esfuerzos de la oposición por deslegitimar este
proceso electoral y la práctica del Consejo Nacional Electoral (que en el 2015,
cuando les dio la mayoría en la AN, parecía impecable), lo que se respira en la
calle es otra oportunidad para que los 18 años de proceso bolivariano sigan
suponiendo una ventana revolucionaria y antiimperialista , no sólo para el
pueblo venezolano, sino los pueblos del mundo que quieren revertir las relaciones
de poder hegemónicas que favorecen al imperialismo. Maduro tendrá que saber
aprovechar de forma inteligente la legitimidad que le ha dado el pueblo para
seguir avanzando, con los que supone la injerencia imperialista y la ofensiva
de la burguesía nacional e internacional que quiere destruir este hermoso y
revolucionario país por todos los medios, pero ha quedado demostrado que en
este país, la única dictadura, la ejerce el pueblo libre y soberano.
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VENEZUELA POST
VICTORIA CONSTITUYENTE
Manuel
E. Yepe - Diario ¡Por esto! (Mérida) – 11/08/2017
Figuras dirigentes de la
oposición belicosa aseguraban que habría un 90% de abstención y 25% de votos
anulados y que los votantes no llegarían a 2 millones. Tales cálculos súper
optimistas no se basaban en aproximación responsable y seria alguna en cuanto a
enfrentar, de manera pacífica y pactada, la convocatoria. El rechazo a la
confrontación prevaleció como patrón de conducta desde el primer día en que
jugaron la carta de la violencia callejera sostenida con miras a dos grandes
objetivos: Provocar una fractura significativa en las Fuerzas Armadas
Bolivarianas con vistas a precipitar una salida golpista exitosa, y crear un
efecto mediático intimidatorio sobre los sectores dispuestos a salir a votar
capaz de traducirse en un reforzamiento del tradicional abstencionismo.
“Cualquiera de estos dos empeños,
distó mucho del anuncio reiterado de la oposición de que disponían del 85% del
respaldo popular. En cuanto a los pronósticos de la oposición, el 90% de
abstención no se produjo y el propósito de provocar una fractura en las FFAA,
devino un fiasco total por cuanto el Gobierno de Maduro continúa teniendo en la
unión cívica-militar uno de sus pilares”.
Tales son los antecedentes que
cita un sustantivo análisis de la situación post votación de la Constituyente del
analista cubano radicado el Miami, Domingo Amuchástegui.
En cuanto a la legitimidad o no
de la convocatoria el analista reconoce que el Gobierno de Maduro estaba en su
perfecto derecho de acometer una ANC y quienes lo cuestionan incurren en una
seria violación del derecho internacional.
Respecto al anuncio de la
participación efectiva de 8 millones de electores de un total próximo a los 20
millones facultados para serlo (41%), el periodista considera que el
oficialismo debe haberse fijado una titánica tarea por articular una votación
superior al 50%. Pero no se puede olvidar ni minimizar la gravitación negativa
de un sector de la oposición que fue capaz de desplegar sostenidamente acciones
violentas de todo tipo, respaldadas y validadas por una importante concertación
de fuerzas hemisféricas encabezadas por EEUU desde la administración Obama y
continuada por Trump.
La impugnación por los sectores
más violentos de la oposición de la cifra de 8 millones de participantes fue
instantáneamente desestimada por todos los factores legítimamente imparciales
dado el prestigio de pureza de los procesos electorales organizados por el
chavismo desde que ganó limpiamente su primera elección presidencial, cuando
aún las instituciones propiciantes eran las mismas de la constitución de 1961.
Bajo el amparo de la nueva constitución (1999), ganó otras dos presidenciales y
otros tantos referendos, amén de la mayoría abrumadora de las gobernaciones de
los 23 Estados y las municipalidades. Perdió un solo referendo y lo reconoció;
no recurrió a ningún fraude.
“Es más, bajo el chavismo los
índices tradicionales de elevado abstencionismo comenzaron a descender de
niveles superiores al 50%, a porcentajes de 30% y 25%, reflejando una mayor
motivación cívica y confiabilidad en el ejercicio electoral. Y si ahora se
registra un repunte del abstencionismo más allá del 50%, las causales de ello
hay que buscarlas, ante todo, en la crisis económica existente y las tácticas
intimidatorias de la violencia opositora”, dice el analista.
Cuando en la primera elección
presidencial tras la muerte de Chávez, Maduro ganó por un estrecho margen y,
como presidente en ejercicio y con todos los recursos del gobierno en sus
manos, si hubiera querido violentar los numeritos, no hubiera sido difícil asignarse
una cifra más elevada frente a su oponente y en el número de diputados a la
Asamblea Nacional. No lo hizo así, reconociendo el muy estrecho margen en la
presidencial y los resultados bien adversos de las legislativas. “¿Por qué
habría de cometer fraude ahora en una cifra que no altera la situación en lo
esencial?”, razona Amuchástegui.
“Nadie puede desconocer o ignorar
la fuerza de la oposición, que se ha nutrido y fortalecido con los efectos del
colapso petrolero y las debilidades al seno del gobierno”, considera el
periodista. Pero es un hecho innegable la extrema polarización social y
política que vive hoy la sociedad venezolana, escindida en dos bloques con muy
limitados espacios intermedios o de convergencia.
Pero en dicho contexto es válido
preguntarse: ¿Por qué si cuentan con el 90 ó el 85% del apoyo popular no
pudieron impedir el proceso electoral conducente a la ANC? ¿Por qué si disponen
de tan enorme apoyo popular no participaron de la elección de los más de 6 mil
candidatos a constituyentitas? ¿Por qué si ellos ensayaron su ilegal maniobra
plebiscitaria el 16 de julio, no podían el Gobierno legítimo de Maduro y los
sectores de la sociedad que lo apoyan acometer una iniciativa absolutamente
constitucional y legal como la de convocar a una ANC asistidos de amplia
sustentación popular además de la razón y la ley?
TERRORISTAS
TRAVESTIDOS EN DEMÓCRATAS
Los principales partidos de la
variopinta oposición venezolana vienen anunciado su eventual participación en
los procesos electorales regionales previstos para diciembre de este año, luego
de participar activamente en violentos actos desestabilizadores y terroristas
por cuatro meses, una vez se produjeran discretas conversaciones de su
dirigencia y representantes del gobierno.
El anuncio más llamativo vino de
la mano de Freddy Guevara, dirigente del partido Voluntad Popular, integrante
de la cúpula que activamente ha promovido la violencia en los meses recientes.
Ha señalado al "camino electoral" como la alternativa para consagrar
los objetivos del antichavismo en Venezuela. No obstante, hay que revisar estos
anuncios desde una perspectiva más amplia, pero no por eso menos detallada.
Es evidente la incrongruencia de
la narrativa de la oposición. Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo, Avanzada
Progresista , Acción Democrática e incluso Voluntad Popular transitarán ahora
los caminos electorales, después de desconocer el gobierno de Nicolás Maduro,
lo que no garantiza que abandonen los caminos de la violencia. El partido Vente
Venezuela de María Corina Machado y Alianza Bravo Pueblo de Antonio Ledezma,
han sido tajantes en no participar.
Pero el pragmatismo es evidente:
la posibilidad de conquistar gobernaciones y alcadías le daría a la oposición
no solo presencia y poder territorial sino acceso a presupuestos. Y hoy no hay
forma de predecir cuáles –o cuántas- gobernaciones o alcaldías quedarán en
manos de la oposición.
Los dirigentes de la oposición
–quizá por estar sobreexpuestos a la información de la prensa internacional-
sobrestimaron su propia fuerza y credibilidad, subestimaron la conciencia del
pueblo chavista y leyeron en inglés qué significa ser combativo (o sea el
estado de ánimo de la gente). Y eso trae primero pase de facturas, cambios,
huídas y cambios de posiciones, dentro de una dirigencia de clase alta lejana
(siempre) a la realidad y con directivas emanadas desde el exterior.
Y quedaron atrapados en sus propias
redes (las sociales), confundiendo la posverdad (las mentiras que ellos
lanzaban sobre la radicalización de la población) con la realidad y la verdad,
y en la especulación del derrame de los cuadros de la Fuerza Armada Nacional
Bolivariana, pero héte aquí que ésta se mantuvo firme.
La oposición desconoció el
resultado, la realidad-real, pero igual debió asumir el golpe, lo que obligó a
un cambio de táctica –incuso poner en duda el tan cacareado “empate” entre
oficialistas y opositores- y de estrategias sobre la marcha: ahora participarán
en las elecciones regionales comandadas por el mismo Consejo Electoral al que
acusaron de ilegítimo, ilegal, fraudulento, manipulador…
Travestidos de demócratas
Acuden a elecciones tras el
fracaso estrepitoso de su estrategia abierta del desplazamiento violento del
gobierno, a través de movilizaciones, trancas, paros, plantones, guarimbas y
violencia articulada y paramilitarizada, que dejaron más de un centenar de
muertos y más de 1.500 heridos en cuatro meses, que tratarán de barrer debajo
de la alfombra ante el electorado. Tampoco puede descartarse que la violencia
–reducida- continúe, pero ya sin responsables políticos visibles…
Las inscripciones de candidaturas
a gobernaciones expirará el 17 de agosto. No se sabe si las candidaturas de la
oposición serán unitarias o si los partidos de la MUD irán separados
desmembrándose electoralmente. Las pugnas internas son entre los partidos que
promovieron activamente la violencia (Voluntad Popular y Primero Justicia) y
los que no (Acción Democrática, Avanzada Progresista y Un Nuevo Tiempo),
considerados como ala moderada de la oposición.
Henry Ramos Allup, dirigente de
Acción Democrática (AD), criticó a aquellos sectores que pretenden salir del
gobierno, pero “obstaculizan los mecanismos de participación” o los que se
escudan en los “caídos durante las manifestaciones”, para no participar en el
proceso electoral. “Si no inscribimos un candidato, más rápido que
inmediatamente, el gobierno hace esas elecciones y se llevan las 23 gobernaciones
y nos quedamos sin oposición”.
AD es el agrupamiento
socialdemócrata histórico, que acompañó la escalada de violencia, pero que
apuesta al desgaste del gobierno, sobre todo por el efecto de los ataques
económicos. Tiene representatividad en casi todos los estados y intenta ganar
gobernaciones y alcaldías acumulando en votos el descontento popular.
En el otro extremo están los
grupos alineados en la “resistencia” que rechaza la traición de los dirigentes
que aceptaron ir a las elecciones, junto a la reivindicación de las acciones de
violencia, Se mueve a través de redes sociales, muchas de ellas manejadas desde
Miami. Algunos analistas señalan que no es más que otro nombre de partidos como
Primero Justicia y Voluntad Popular, que los habilita a transitar por ambos
caminos: el del terror y el de la democracia a la vez..
Episodios similares al ataque al
fuerte Paramacay y/o el bombardeo del helicóptero robado a instituciones
públicas, pueden repetiré, pero ya estaríamos hablando de hechos más profesionales
y paramilitarizados. Incluso en este escenario electoral, la violencia
beneficia a la MUD, pero sobre todo a aquellos que financian la
desestabilización que lleve a una intervención extranjera en busca de las
riquezas nacionales.
Y quedaron descolocados al
consolidarse la Asamblea Nacional Constituyente sin participación de la
oposición, por decisión propia. Es más, la MUD ya había anunciado que no
participaría de las elecciones regionales y la revocatoria de esa decisión que
pone nuevamente en el camino civilizado a una masa opositora que fue convencida
de que la aventura violenta sería exitosa.
La narrativa sigue siendo
incoherente y difícil de rearmar. Gastaron tiempo, esfuerzo, presiones,
desestabilización para deslegitimar a nivel nacional –pero sobre internacional-
tanto al Consejo Nacional Electoral como al proceso electoral constituyente,
sin lograrlo. Es más, legitimando a ambos, algo bastante difícil de explicar a
la masa opositora, que no entiende tanta consigna contradictoria. Los medios han
sobrepasado ampliamente la canalización de la información, para extenderse a la
misma producción de acontecimientos políticos, hasta convertirse en los
principales movilizadores y operadores políticos.
Ataques económicos e
internacionales
De todas formas, este análisis
quedaría cojo si no se tienen en cuenta otras dos “fuerzas” de la derecha, la
desestabilización económica y el frente internacional-diplomático. Pero la
desestabilización sigue y desde el exterior el primer frente de ataque sigue
siendo el económico, inflando desproporcionadamente el valor del dólar,
tratando de recrudecer el ciclo de malestar popular. Junto al frente económico,
el internacional -con Donald Trump como comandante en jefe- no logra sumar
triunfos, pese a la ferviente coordinación de de México y Colombia de los
gobiernos subordinados de la región.
La nueva ofensiva del Dolar
Today, precedida por un acoso particularmente agresivo por el establishment
estadounidense y sus repetidores locales, piensa cosechar en diciembre los resultados
de una hiperinflación en puertas, de no producirse un cambio en la política
financiera, en medio de un creciente intento de aislamiento internacional,
comandado por Donald Trump desde Washington y Juan Manuel Santos desde Bogotá,
y bloqueo financiero que afectan las fuentes de abastecimiento. En estas
circunstancias, en Caracas sorprende el cambio de canciller, pese a los buenos
resultados de Samuel Moncada.
Tras declarar que la convocatoria
constituyente agravaría el cuadro de crisis política en Venezuela, varios
gobiernos optaron por medidas unilaterales, concertadas o no con otros países.
Declaraciones, congelación de haberes y prohibición comercial para altos
funcionarios (como hizo Estados Unidos), retiro de embajadores y anuncios de
preocupación o de condena por la realización de la constituyente. Brasil,
Argentina, Canadá, Chile, Colombia, Estados Unidos, México, Panamá, Paraguay,
Perú y un nutrido grupo de naciones europeas condenaron el proceso y anunciaron
que no reconocen esa asamblea constituyente. Perú convocó a una nueva reunión
de gobiernos americanos sobre el tema Venezuela, y fue un nuevo fracaso.
La mayoría de las críticas del
exterior se centraron en el “carácter corporativista” de la elección, pues los
nuevos asambleístas fueron electos sobre una base territorial (364
asambleístas), con un representante por municipio, lo que implicó una
sobrerrepresentación de zonas poco pobladas donde el oficialismo es fuerte, y
sobre la base de listas de grupos sociales escogidos en la convocatoria (181):
trabajadores, pensionados, campesinos, estudiantes, consejos comunales,
empresarios, personas con discapacidad e indígenas.
El proceso regional
Los partidos autorizados para
participar en los próximos comicios son Partido Socialista Unido de Venezuela
(Psuv), Independientes Por el Progreso (IPP), Unidad Política Popular 89 (UPP
89), Mesa de la Unidad Democrática (MUD), Partido Unión y Entendimiento
(Puente), Nueva Visión para mi País (Nuvipa), Partido Comunista de Venezuela
(PCV), Tendencias Unificadas para Alcanzar el Movimiento de Acción
Revolucionaria Organizada (Tupamaros), Acción Democrática (AD), Un Nuevo Tiempo
Contigo (UNTC) y Movimiento Primero Justicia (MPJ).
A ellos hay que sumar Avanzada
Progresista (AP), Voluntad Popular (VP), Movimiento Al Socialismo (MAS), Por la
Democracia Social (Podemos), Organización Renovadora Auténtica (ORA), Patria
Para Todos (PPT), Movimiento Electoral del Pueblo (MEP), Nuevo Camino
Revolucionario (NCR), Copei, Movimiento Político Alianza Para el Cambio (MPAPC)
y Unidad Popular Venezolana (UPV).
En las elecciones del 10 de
diciembre están convocados a participar un total de 18 millones 094.065
venezolanos. En estos comicios no estarán incluidos los votantes de Distrito
Capital, por poseer un régimen especial de gobierno que no prevé la elección de
gobernador o de consejo legislativo, ni los venezolanos residenciados en el
exterior. Por ello, la data de votantes es menor al total de inscritos en el
Registro Electoral, que son 19 millones 854.437 personas.
Rehacer la cultura democrática
Hoy, con una votación de 8
millones, el chavismo es nuevamente la mayoría electoral del país, pero los
resultados del 30 de julio derrotaron la violencia y la lógica de confrontación
permanente. Desde el mismo días siguiente se abrieron las compuertas del
diálogo, tímido aún, entre gobierno y oposición, par atender los problemas
urgentes de la sociedad. Hoy por hoy no hay convicción –me atrevería a decir en
ninguno de los lados- de la necesidad del entendimiento político.
Antes se debiera avanzar en el
respeto mutuo y en la construcción de consensos mínimos y de una agenda común;
que reencauce una cultura política para el fortalecimiento de la democracia.
Difícil lograrlo mientras desde Washington se insiste en derrocar al gobierno (ya
sin preguntarle a los opositores) e imponer sanciones a funcionarios, ahora por
el delito de apoyar la Constituyente.
Detrás de esa desesperación están
los fondos de inversión, la banca trasnacional, y las corporaciones
trasnacionales mineras y petroleras como ExxonMobil, representada por el
secretario de Estado estadounidense. Los intereses en el suelo y subsuelo
venezolanos están plenamente expresados en la política del senador Marco Rubio
y del presidente Trump contra Venezuela. Ellos siguen apostando por la
continuidad de la violencia para desestabilizar el panorama político
venezolano.
¿LA IZQUIERDA BOLCHEVIQUE CONTRA LA
PURGA
ESTALINISTA DE NICOLÁS MADURO?
Iván Montero – 10/08/2017
Rebelión / Centro de Estudios,
Documentación y Análisis Materialista (CEDAM)
Desde la izquierda se han hecho
comentarios críticos hacia el gobierno venezolano, eso no debe sorprender. La
cuestión es que mientras más se crispa el conflicto, la izquierda ultraradical
comienza a tomar partido y termina por descartar al chavismo como una fuerza
anticapitalista.
Al respecto, en un artículo
reciente, Zibechi ha criticado al gobierno venezolano [1], pero sin aportar las
pruebas necesarias que requiere la teoría crítica.
De su lectura se puede desprender
sin dificultad que en el ejecutivo se encuentra una burocracia procapitalista
recubierta con retórica socialista. Con esta deducción en la mano, fácilmente
se puede pasar a estigmatizar el proceso bolivariano como una vertiente propia
del totalitarismo y, con ello, lograr un argumento de autoridad para que la
izquierda ultra radical (algunos trotskismos, marxismos, anticolonialismos,
etc.) pueda reducir aquel proceso a uno de dimensiones meramente
“geoestratégicas” entre potencias capitalistas, (haciendo un paréntesis, quien
construyó este estigma no fue la izquierda crítica, sino la misma ideología
imperialista que interesadamente viene imponiendo a las clases dominadas la
idea de que cualquier intento por construir una sociedad anticapitalista es
imposible y quien así lo intentara no tendrá más fin que el totalitarismo
estalinista.)
Con esta operación analítica se
logra extirpar cualquier contenido socialista de las contradicciones principales en
Venezuela. Es decir, si existiesen propuestas anticapitalistas y socialistas en
aquel país, estas serían determinaciones secundarias que enturbian las
determinaciones principales del conflicto, como nuevamente Zibechi parece
indicar en otra de sus intervenciones [2].
Así, las contradicciones
principales, hacia el exterior, estarían inscritas en la lucha por los recursos
energéticos, el petróleo venezolano, lo cual no es un asunto cualquiera. En
donde Estados Unidos ha perdido el control debido a que la crisis estructural
del capital ha permitido colocar a las potencias emergentes (como Rusia y
China) como contrapesos, forzando el capitalismo contemporáneo a una
multipolaridad geoeconómico-política. Y hacia el interior, en una lucha
intestina entre una burguesía “nacionalista” en formación (la boliburguesía) y
una burguesía tradicionalmente neoliberal, ambas por supuesto capitalistas.
La teoría crítica socialista no
puede desconocer estos hechos. Sin embargo, reducir el chavismo radical a un
instrumento ideológico-retórico de la boliburguesía, significa dejar en el
limbo explicativo cómo es que éste ha puesto en el espectro político e
ideológico mundial el viejo “fantasma del socialismo” y con ello la alternativa
anticapitalista.
¿Será que la inocencia política
de la burguesía ha regresado al siglo XXI y esta podría invocar su espectro sin
temor a desatar sus fuerzas efectivas? ¿Las burguesías usarán arbitrariamente
está ideología socialista como demagogia para engañar al pueblo en su apetencia
de cambio? ¿Le jugarán al aprendiz de mago?
Preguntas como estas tendrían que
ser resueltas, no sin lidiar con la experiencia histórica de la revolución
soviética de 1917 en donde la burguesía mundial por primera vez en su historia
avizoró aterrorizada el hundimiento del capitalismo y desde entonces han
intentado enterrar por todos los medios y en todos los reductos las propuestas,
aunque sólo sean ideológicas, que apunten más allá del capital. De no resolver
esto, una interpretación así resultaría ser un absurdo que sólo podrían
sostener teorías reduccionistas como las instrumentalistas del ayer o las del
complot de hoy.
Es por ello que negar el
contenido radical presente en el socialismo chavista y reducirlo a bravatas
retóricas es alejarse del movimiento histórico real y, con ello, remar para el
otro lado.
Sin embargo, siendo un poco
condescendientes con esta interpretación, suponiendo que hay una buena voluntad
en ella, podemos pedir prestados algunos argumentos: se trataría de un régimen
burocrático cuya clase social emergente precisa de una “industrialización
forzada” y la retórica socialista amolda para su dominación. (Este argumento,
vertido en las interpretaciones del estalinismo, puede verse desarrollado por
Carlos Pérez Soto en Para una crítica del poder burocrático [3]).
Así, si el estalinismo creó una
retórica “comunista” como cemento ideológico para constituir un régimen de
capitalismo burocrático o capitalismo de Estado, fue porque se elevó a cierta
conciencia histórica de su propia clase (una clase burocrática). El “pequeño”
problema fue que pudo recurrir a esta retórica porque detrás de sí había
tendido un proceso real de emancipación humana en el que se
pudo montar simbólicamente. Es decir, la historia muestra que por muy
“inteligente” o “torpe” que sea una figura política, un gabinete, un grupo
social o una clase, la retórica dominante no se puede sostener en el aire, solo
por la voluntad de sus voceros. Cuando es así, está no se sostiene y los
mecanismos de dominación ideológica tienen que legitimase y compensarse por
otros medios.
Por ello, desdeñar el proceso
bolivariano y atribuirle a la ideología del engaño el peso de la espada de
Damocles es igual de mítico como la leyenda.
Si la boliburguesía recurre
simbólicamente al chavismo es porque existe un proceso de lucha de clases y un
proyecto emancipador que le subyace. De lo contrario, el chavismo sería
insostenible a nivel discursivo, sobre todo teniendo en cuenta el monumental
ataque mediático internacional [4].
Pero si le subyace, quiere decir
que está vivo y hasta el día de hoy no se conocen en Venezuela las “purgas
antibolcheviques” que lo entierren, a menos que se considere a los terroristas
Henrique Capriles como el Trotsky venezolano, a Leopoldo López, Julio Borges o
Ramos Allup como los héroes bolcheviques martirizados por Maduro, el aprendiz
estalinista.
Si algunas “izquierdas” quieren
sepultar prematuramente al chavismo por no encajar en sus gustos autonomistas,
localistas o no ser suficientemente dogmático para derrocar al Estado burgués e
instalar los soviets obrero-campesinos, entonces nuestras alternativas se van
reduciendo a esperar –como los quiliastas– la resurrección de Lenin o que un
localismo davítico detenga con piedritas anti-poder la
dominación goliática del imperialismo del capital.
El chavismo radical es una fuerza
crucial de las luchas de clases y populares en América Latina. No reconocerlo
es obnubilar el sentido real de la lucha por la emancipación.
cdamcheguevara.wordpress.com
Notas:
[1] Zibechi, Raúl, Cuando la izquierda es el problema, http://www.rebelion.org/noticia.php?id=225420
[2] Zibechi, Raúl, La mirada de China sobre
Venezuela, http://www.jornada.com.mx/2017/08/04/opinion/017a1pol
[3] Pérez Soto, Carlos, Para una crítica del poder
burocrático, https://www.cperezs.org/cps2/wp-content/uploads/2014/11/poder_burocratico.pdf
[4] Boron, Atilio, La canalla mediática y la
violencia,
Roitman Rosenmann, Marcos, Venezuela: sumisión,
guerra y periodismo de encubrimiento, http://www.jornada.unam.mx/2017/08/05/opinion/022a1mun.
PARAPERIODISTAS
ESPAÑOLES ANTE LA CONSTITUYENTE VENEZOLANA
CÓMO NO DAR UNA
NOTICIA
Ángeles Diez Rodríguez - forocontralaguerra.org – 10/08/2017
30 de julio tuvo lugar un
acontecimiento político de gran trascendencia histórica: un pueblo asediado
internacionalmente y sometido a la violencia paramilitar interna, ha salido a
la calle para expresar su doble rechazo a la injerencia internacional y las
aspiraciones de las élites locales de recuperar el poder.
Hace menos de veinte años, en el
siglo pasado, un acontecimiento de tal magnitud habría sido la noticia de
portada de todos los informativos del mundo. Los medios masivos, públicos y
privados, lo habrían destacado en sus titulares, sin duda manipuladores, pero
éstos habrían hablado del desafío del pueblo venezolano a las amenazas
imperiales. Habrían mostrado imágenes, no muchas, pero seguramente alguna de
las infinitas colas de pueblo venezolano en los colegios electorales, como las
del Poliedro de Caracas, o a la gente caminando por montes y cruzando ríos en
Táchira, o de Mérida donde los colegios sitiados por guarimberos armados
obligaron a la gente a desplazarse buscando centros de contingencia donde poder
votar, muchos se quedaron sin poder hacerlo. Seguramente los pies de fotos
habrían tergiversado las imágenes y propuesto una lectura acorde con el
desespero de la oposición golpista incapaz de aceptar una derrota. Pero habría
habido alguna imagen, algún comentario, alguna noticia chiquita que hablara de
la voluntad mayoritaria del pueblo venezolano contra todo pronóstico y contra
todo cálculo racional.
Cualquier periodista digno de tal
nombre hubiera querido registrar, analizar, verificar e incluso manipular este
acontecimiento. Más aún en momentos donde las redes sociales hacen circular
infinidad de imágenes que rellenan los vacíos gráficos de las noticias. Donde
los medios masivos ocultan una imagen las redes ponen cientos. Sin embargo, el
día 31 de julio la noticia sobre las elecciones venezolanas a la Asamblea
Constituyente fue esquivada por los medios masivos españoles. Se dio otra
noticia en su lugar.
La no noticia que
suplantó el acontecimiento venezolano fue construida sobre la matriz ya
existente (violencia y caos) y fue: nueva jornada de violencia en
Venezuela. Todos los titulares se dirigieron, con más o menos adjetivación,
a conformar una imagen que se correspondiera con la propaganda destilada
durante los meses anteriores. Después fueron eclosionando las esporas
diseminadas por la no noticia, que ya habían sido distribuidas
por las agencias imperiales: autogolpe, fraude, menos votos de los que dice el
gobierno, opositores nuevamente detenidos, aislamiento internacional…
El acontecimiento de una jornada
electoral que movilizó a millones de venezolanos que fueron a votar a sus
candidatos Constituyentes fue demasiado contundente como para ser silenciado;
los ríos de pueblo venezolano encontraban infinidad de ventanas digitales por
los que emerger. De modo que el sistema de propaganda de guerra de los medios
masivos españoles, que se mantiene muy bien engrasado por las agencias de
prensa estadounidenses, activó uno de sus resortes más sutiles. No enfrentó la
noticia silenciándola, aunque también lo hizo; tampoco manipuló imágenes como
sí lo hizo con el fraudulento plebiscito de la oposición el día 16 de julio (el
diario El país tuvo que rectificar una imagen del ensayo electoral para la
Constituyente a la que puso un pie de foto afirmando que eran colas para votar
en el plebiscito de la oposición). En este caso, la técnica de
propaganda mediática empleada de forma mayoritaria fue sustituir el
acontecimiento noticiable por otro/os que atrajeran la atención de las
audiencias.
Los titulares hablaron de
violencia, dictadura y condena internacional: “En una jornada marcada por la
tensión, manifestaciones, el rechazo internacional y la violencia, los
venezolanos votaron para elegir a los miembros de la Asamblea Nacional
Constituyente” (CNN en español); “Maduro consuma un autogolpe en Venezuela en
la jornada electoral más violenta” (El País); “Condena internacional al
desproporcionado uso de la fuerza en Venezuela. Al menos 10 personas han muerto
en las protestas durante las elecciones a la asamblea constituyente apoyada por
Nicolás Maduro” (Televisión Española).
Ni una sola imagen de los más de
14.500 centros electorales donde más de 8 millones de venezolanos esperaban
turno para votar. Fueron, después de las elecciones presidenciales del 2012 en
las que se eligió a Hugo Chávez, las más concurridas y masivas. Sin embargo, cuando
se consulta el archivo gráfico de las elecciones del diario El País, nos
encontramos con un curioso fenómeno: de 30 imágenes seleccionadas por el
periódico, 7 son de explosiones, barricadas y actos violentos, en 2 aparecen
los opositores, otras 2 el presidente Maduro y el resto aparecen solitarios
venezolanos votando con un primer plano de la urna, pequeños grupos mirando los
listados o sentados esperando para votar; sólo hay una fotografía en la que se
da una visión muy lejana de coches y personas con un pie de foto donde se habla
de “filas” para votar. La misma falta de imágenes significativas se dio en
Televisión Española. Es decir, en los medios masivos españoles, las imágenes,
cuando aludían al acto de votar lanzaban un mensaje contrario a la realidad que
circulaba por las redes sociales, las imágenes decían: pocos venezolanos fueron
a votar. Fueron imágenes seleccionadas cuidadosamente para apoyar la versión de
la oposición y para no dar la noticia del masivo apoyo del pueblo venezolano a
la Constituyente.
En estos tiempos de redes
sociales, donde los políticos no hacen declaraciones, twitean, la volatilidad
de información digital prevalece sobre el papel y las televisiones replican las
redes sociales, las formas de mentir y tergiversar se hacen cada vez más
complejas. Más eficaz que ocultar una noticia es dar otra distinta que ocupe el
lugar de la noticia real. Llamaremos a esto la “no noticia”.
Parece, según se deduce de las
investigaciones del CIS (Centro de investigaciones Sociológicas), que esto es
habitual en los medios españoles. Como antecedente tenemos el informe de junio
de 2016 en el que se señalaba que aunque el paro seguía siendo la mayor
preocupación de los españoles, Televisión española le dedicó la mitad del
tiempo que empleó en hablar de la crisis política en Venezuela (Los telediarios
de ese mes dedicaron 71 minutos a la situación de Venezuela frente a los 31 que
dieron sobre el paro en nuestro país); o el 7 de abril de este año en el que
todos los informativos del mundo abrían con el titular del desarme de ETA y sin
embargo Televisión española hablaba antes de Venezuela que del desarme de ETA.
Esta técnica de propaganda de
guerra usada por los informativos españoles forma parte de otras más
tipificadas como son: El doble rasero, tomar la parte por el todo, las
noticias tóxicas, la parcialidad de las fuentes, la ocultación o la inversión
causa efecto.
Para el caso de la noticia
sustituta, la no noticia, tiene que cumplir ciertas
características. En primer lugar, tiene que ser creíble, es decir tiene que
estar en la misma lógica de la matriz ya conformada; en el caso de las
elecciones a la Asamblea Constituyente esta matriz es: Violencia, golpe de
estado, caos, emergencia humanitaria.
Además, ha de tener como base un
hecho cierto como la quema de algún colegio electoral, algunas barricadas
incendiadas, algún incidente aislado. Este hecho, desde el punto de vista de la
relevancia social es anecdótico o no puede ser generalizado tomando el conjunto
de la evolución de las votaciones. Sin embargo, para no dar la noticia
relevante – la que sí es generalizable cuantitativa y cualitativamente-, es
fundamental contar con este hecho que en manos de la guerra mediática funciona
como los atentados de falsa bandera o autoatentados (esos que
se cometen para poder culpar al enemigo y justificar una intervención). Así, en
la jornada electoral venezolana hubo incidentes provocados por la oposición, un
atentado contra la Guardia Nacional Bolivariana, emboscadas armadas para
disuadir a los votantes y quema de colegios electorales. Pero tomada la jornada
en su conjunto lo relevante fue la actitud pacífica y la determinación de los
votantes para cumplir con su derecho al voto.
En tercer lugar, la noticia
sustituta tiene que tener rango de espectacularidad tanto como la
noticia real con el fin de captar toda la atención. La violencia es siempre una
noticia espectacular en sí misma, es capaz de atraer la atención y relegar
cualquier otro hecho. Por eso, incluso cuando no se dispone de imágenes de
violencia se necesita que el periodista aparezca con chaleco antibalas, máscara
anti-gas y casco, para que nuestro cerebro de credibilidad a los actos
violentos que nos narra el reportero.
En cuarto lugar tiene que ser
capaz de concentrar la atención de los críticos con los medios masivos para que
todo el potencial contrainformativo se dirija hacia la denuncia del “mensajero”
(los medios de comunicación masiva). Los intelectuales y analistas nos
centramos en denunciar la tergiversación de los medios y dejamos de lado la
difusión de la noticia real; por ejemplo, nos hemos centrado en la denuncia del
atentado a la guardia nacional bolivariana que los medios han convertido en la
“represión de Maduro”, o en denunciar la violencia de los paramilitares de la
oposición saboteando las elecciones, en vez de hablar de los venezolanos
elegidos para reformar la Constitución, su extracción social, su compromiso con
las bases, las propuestas iniciales para la reforma de la Constitución, los
problemas de impunidad que pretende resolver la nueva carta magna… En teoría de
la comunicación esto se explica como la Agenda Setting, es decir,
son los medios masivos los que imponen de qué se hablará, qué es lo importante,
qué no debe aparecer en ningún medio, cómo dar la información. La agenda de los
medios masivos se convierte en la agenda de la opinión pública.
Otra no noticia de estos días ha
sido el “aislamiento internacional de Venezuela”. En Naciones Unidas, Venezuela
ha obtenido el apoyo contundente en el Consejo de Derechos Humanos por parte de
57 países que aprobaron una resolución de reconocimiento de la Constituyente
venezolana y demandaron la no injerencia. Entre estos países estaban los más
poblados del mundo y algunos de gran peso internacional como Rusia, China,
Irán, India o Paquistán.
La no noticia que
sustituyó a esta fue “EEUU y los principales países de América Latina condenan
la Constituyente de Maduro” (El País) también aparecida en la mayoría de los
medios españoles el día después de las elecciones.
Pero esa técnica no funciona bien
si no se cuenta con el personal especializado capaz de, casi espontáneamente,
elaborar las no noticias, capaz de mirar para otro lado, bien
pertrechado con el disfraz de “reportero de guerra”. Estos son los paraperiodistas,
y a la cabeza de la profesionalidad internacional, los españoles, tanto de los
medios masivos privados como de los públicos.
El año pasado ya definí qué
entiendo por paraperiodistas: “Si paramilitar dícese de aquella
persona afiliada a una organización civil dotada de estructura o disciplina
militar podemos decir de los paraperiodistas que son aquellos
periodistas afiliados a medios masivos que siguen una disciplina militar
arrojando bombas informativas sobre los objetivos definidos por sus empresas”.
En el caso de los paraperiodistas españoles la plantilla está
bien nutrida tanto en los medios masivos privados como en los públicos. Entre
estos últimos encontramos a Marcos López y Nuria Ramos, corresponsales de
Televisión Española, que sin duda merecen una mención especial por su mal hacer
periodístico, siempre dispuestos a colocarse del lado de los que arrojan
cócteles incendiarios a la guardia bolivariana, capaces de negar con soltura
las imágenes que recogen sus cámaras, dispuestos a hacerse las víctimas –al
igual que la oposición- de la “represión del gobierno bolivariano”.
La gran ofensiva contra el
gobierno de Venezuela por parte de los medios masivos españoles forma parte de
la guerra global contra cualquier proceso que no se discipline ante los
intereses imperialistas. Nuestros paraperiodistas cumplen su
papel como parte del ejército vasallo. Estos días hemos comprobado que la
guerra mediática contra Venezuela es una de las más feroces que se conocen,
quizá porque la escalada bélica hoy no tiene precedentes y en realidad no
existen distintos tipos de guerra sino sólo una que cobra distintos aspectos.
Si como dijera el Papa Francisco estamos ante una Tercera Guerra Mundial de la
que sólo vemos pedacitos, Venezuela es hoy uno de los objetivos de guerra
priorizados por el imperio. La dificultad estriba en que, contrariamente a lo
que nos venden las películas de Hollywood, hoy en día la guerra no se nos
presenta de la misma forma que en el siglo pasado, nos es más difícil reconocer
cómo se desarrolla y quiénes son sus nuevos y viejos ejércitos.
Esta guerra contra Venezuela
trata de combatir los dos pilares sobre los que se asienta la Revolución
bolivariana: la soberanía nacional y la utopía socialista. Se dirige a
minar la imagen de Venezuela en el exterior para contrarrestar dos de los
rasgos más característicos de la revolución bolivariana: la vía
pacífica y democrática para transformar el país y la utilización de sus
recursos naturales para mejorar las condiciones socio-económicas de la
población. Es decir, minar la imagen de un país que construye una
alternativa al Capitalismo. En este sentido, Venezuela ha tomado también el
relevo de Cuba como referente de lucha para otros pueblos. Se ha convertido, lo
mismo que Cuba, en un mal ejemplo.
De ahí que los misiles que son
lanzados constantemente desde los medios masivos para evitar el apoyo a la
revolución bolivariana sean: la violencia y el autoritarismo. Se
trata de dos torpedos que tradicionalmente se han dirigido a la línea de
flotación de cualquier utopía socialista.
Con este objetivo, los medios de
comunicación y todo el sistema de propaganda contra Venezuela se dirige muy
específicamente hacia el campo de las campañas electorales y a cuestionar su
democracia. Hay que tener en cuenta que las elecciones son la condición de la
democracia para las élites políticas pero, sí solo sí, se puede garantizar que
la gente vota lo correcto, es decir, si mediante la guerra de los medios de
comunicación se logra convencer a la población de quienes han de ser sus
gobernantes.
Las guerras no son cosa de los
gobiernos, ni de las corporaciones, ni de los medios de comunicación, ni de los
pueblos. Las guerras son el resultado de todos y cada uno de estos elementos.
Los gobiernos declaran la guerra, pero antes, los pueblos asumen que “era
inevitable”, pero antes, las corporaciones echan sus cuentas y hacen el balance
de costes/beneficios, pero antes, los medios de comunicación crean las
condiciones para que no haya resistencia.
Pero no todo está perdido: según
un informe elaborado por la Universidad de Oxford en 2015 y publicado por el
Instituto Reuters para el estudio del periodismo, de los 11 países europeos
estudiados, los medios de comunicación españoles son los menos creíbles. A
nivel mundial, cuando se analizan los públicos de Estados Unidos, Gran Bretaña,
Alemania, Francia, España, Italia, Irlanda, Dinamarca, Finlandia, Brasil, Japón
y Australia, sólo los medios de comunicación estadounidenses tienen menos
credibilidad que los españoles.
Ángeles Diez Rodríguez es
Doctora en CC. Políticas y Sociología, profesora de la Universidad Complutense
de Madrid, España.
Fuente original: https://forocontralaguerra.org/2017/08/09/como-no-dar-una-noticia-paraperiodistas-espanoles-ante-la-constituyente-venezolana/
EL REGRESO DE LOS CRUZADOS
Guillermo
Cieza - La Haine
Capriles y López se presentaron
como dirigentes de Tradición, Familia y Propiedad. Sus seguidores se identifican
como modernos Cruzados que luchan contra el comunismo
La organización Tradición Familia
y Propiedad nació en 1960 en Brasil, inspirada en el libro “Revolución y
Contrarrevolución” de Plinio Correa de Oliveira, que propuso un marco teórico
que bien puede asociarse a los principios del fascismo. La actividad de los
primeros grupos de la organización, que se extendieron a Argentina y Chile y
después a otros países del continente, y también a España y Portugal, confirman
esta orientación. En los distintos países las agrupaciones de Tradición,
Familia y Propiedad fueron fundadas por jóvenes católicos integrantes de las
clases altas, preocupados por las movilizaciones populares y lo cambios
revolucionarios que se empezaron a producir a partir de la Revolución Rusa. Que
se extendían a China, las revueltas anticoloniales en África y a nuestro
continente impulsados por el ejemplo de la Revolución Cubana. Esos cambios, que
estos jóvenes caracterizaban como “avance del peligro comunista”, habían
impactado en la Iglesia católica gobernada por el papa progresista Juan XXIII,
que había mostrado disposición a abrir el debate teológico, político y social,
convocando al Concilio Ecuménico II.
Esta nueva secta, que se presentó
como protagonista de una Nuevos Cruzada contra el comunismo internacional, hizo
una interpretación particular de la Biblia y los evangelios, cuestionando en
particular el décimo mandamiento, “no matarás”, alegando que no podía
interponerse a las decisiones divinas que ellos encarnaban e interpretaban. En
el seno de la iglesia se manifestaron como enemigos de toda iniciativa
progresista y en particular de la Teología de la Liberación. Pero su actividad
no se limitó al terreno eclesiastico. Tuvieron especial preocupación por
influenciar las élites civiles y militares de sus respectivos paises y de
involucrar a jóvenes de clase media en la lucha contra “el comunismo”,
justificando el asesinato politico y la utilización de métodos aberrantes.
En la Argentina, Tradición,
Familia y Propiedad (TFP) fue fundada en 1964 por Cosme Beccar Varela y su
órgano propagandístico fue la revista “Cruzada”. Este grupo estuvo desde el
principio muy vinculado a la sucursal chilena que tempranamente se ocupó de
conspirar contra el “peligro comunista”, representado por la Unidad Popular y
el gobierno de Salvador Allende. De la misma manera que la TFP chilena cumplió
un papel destacado en dar sustento ideológico, desde una perspectiva católica,
a la dictadura de Pinochet, otro tanto ocurrió, aunque ha sido menos
investigado y difundido, con la sucursal argentina con respecto a la dictadura
de Videla.
En tiempos mas recientes la
sucursal colombiana de TFP, ha estado fuertemente vinculada a la formación ideológica
y el financiamiento de los grupos paramilitares liderados por Álvaro Uribe.
Advierto que con estos
antecedentes no resulta difícil identificar a las ideas y las prácticas de esta
organización como fascistas o neo-nazis, y en consecuencia como expresiones
políticas diferenciadas, opuestas y antagónicas a todo pensamiento o práctica
que se identifica como “de izquierda”, o “progresista”. La caracterización de
antagonismo supone que ninguna diferencia entre fuerzas políticas populares
puede tener el peso suficiente para no defenderlas cuando se convierten en
víctimas de estos grupos de inspiración fascista. Entre fuerzas populares se
discute, al fascismo se lo combate.
Sin embargo también me parece
necesario advertir que es mucho mas fácil hacer estas identificaciones y
establecer estas distancias haciendo referencia a hechos del pasado, que cuando
el fascismo esta presente.
En la Argentina tenemos algunas
experiencias que avalan el comentario anterior. En la década del setenta
tuvimos distintas expresiones de la lucha popular en el seno de la izquierda,
dentro y fuera del peronismo que compartían objetivos transformadores, pero
también profundas diferencias políticas. En ese escenario, durante los últimos
meses del gobierno de Perón y durante todo el período que gobernó Isabel
Martínez, irrumpieron bandas fascistas paraestatales, denominadas Alianza
Anticomunista Argentina (3 A), cuya cabeza visible era José López Rega. Esas
fuerzas fascistas dejaron un saldo de 3000 militantes populares asesinados, que
eran miembros de la iglesia progresista, diputados, militantes de
organizaciones populares y activistas de base sindical o estudiantil sin
militancia orgánica.
Los crímenes de las 3 A fueron
repudiados por la casi totalidad de las fuerzas populares y de izquierda, pero
hubo excepciones que sobreactuando sus diferencias con la práctica y la
concepción política de algunas organizaciones con vocación revolucionaria,
omitieron ese repudio o pusieron en el mismo plano las acciones terroristas de
las 3 A con las acciones militares de las organizaciones armadas de izquierda
(teoría de los dos demonios).
Cuando se produjo el golpe
militar que instaló la dictadura genocida del 76, también hubo expresiones de
izquierda que sobreactuando sus diferencias con las fuerzas populares y
apelando a la teoría de “evitar males mayores”, apoyaron a Videla.
La reflexión viene a cuenta de
hacer algunas consideraciones con respecto a los distintos posicionamientos que
desde la izquierda y el progresismo se hacen frente a la situación de
Venezuela.
Es indiscutible que los dos
partidos políticos más influyentes en las últimas acciones violentas de la
oposición, denominadas guarimbas, que dejaron un saldo de más de 140 muertos,
son Voluntad Popular y Primero Justicia, liderados por Leopoldo López y
Henrique Capriles Radonski .
La filiación ideológica de estos
partidos y estos líderes es inocultable, son grupos de ultraderecha de
orientación fascista. Esto no es pura especulación. En 1990, en el programa
televisivo “A Puertas Cerradas”, Capriles y López se presentaron como
dirigentes de Tradición, Familia y Propiedad. Sus seguidores se identifican
como modernos Cruzados que luchan contra el comunismo, utilizan sus símbolos y
han sido protagonistas de la hazaña de quemar vivos a no menos de 19 personas.
Lo de “quemar los cuerpos de los
herejes”, es una practica con antecedentes reconocibles en la quema de las
brujas en Europa por la Inquisición; de hechiceras o valientes guerreras, como
Irupé, en Nuestramérica; con las prácticas del Ku Klux Klan, y también con
quemar los cuerpos de los desaparecidos durante las dictaduras genocidas. Es
inocultable también su vinculación con dirigentes de ultraderecha del Partido
Republicano de EEUU, como Marcos Rubio, que aportan a la financiación de los grupos
operativos. Hay múltiples pruebas y testimonios que vinculan la capacitación
militar y el armamento de los grupos guarimberos a grupos militares y
paramilitares colombianos que responden a Álvaro Uribe.
Con todas esas evidencias sobre
la mesa, que cualquier grupo político medianamente informado no tendría que
desconocer, resulta preocupante que la mayoría de las fuerzas de izquierda y
progresistas del continente no expresen su repudio al fascismo, o peor aún que
pretendan explicar la violencia en Venezuela apelando a la teoría de los dos
demonios, o mucho mas grave aún, que identifiquen el conflicto como la pugna
entre una dictadura que gobierna y los defensores de la democracia que
protestan.
La condena al fascismo y rechazar
toda amenaza a una intervención extranjera instigada o ejecutada directamente
por EEUU, esta por encima de cualquier otro debate político sobre los errores o
aciertos del proceso bolivariano, y de distintas debates como por ejemplo si se
trata de una revolución, o una experiencia que no supera el antiimperialismo,
si su orientación es socialista o neo-desarrollista, o de posturas como las de
afirmar que con Chávez el proceso bolivariano era prometedor, pero que con
Maduro no es igual, etc. etc.
Para analizar esta cuestión desde
una perspectiva histórica me parece conveniente apelar a la referencia del
proceso del Paraguay en el siglo XIX, liderado en distintos periodos históricos
por Gaspar Francia, Carlos Antonio López y Francisco Solano López, que fue
aniquilado en 1870 por la Guerra de la Triple Alianza. La agresión al proceso
soberano del Paraguay por parte de una alianza de países vecinos, Argentina,
Brasil y Uruguay, dejó como saldo de la eliminación física de la cuatro quintas
partes de la población masculina de ese país, y convirtió a la primera potencia
económica y social de Sudamérica, en el país mas atrasado, miserable y
dependiente de la región.
Aún hoy se sigue discutiendo si
la experiencia Paraguaya fue o no una revolución, si fue una experiencia
soberana burguesa paternalista, o un capitalismo de Estado, con fuerte
protagonismo social. Lo que es seguro es que la experiencia paraguaya, que
proponía por aquellos años un modelo distinto de país, constituía un “mal
ejemplo” para los pueblos de la región, y que pagó su osadía con un genocidio
inspirado por Gran Bretaña, la potencia imperial de la época. A ciento
cincuenta años de haberse producido el aniquilamiento del proyecto del
Paraguay, ninguna fuerza de izquierda o progresista, avala esa masacre.
¿Sucederá lo mismo con Venezuela, hostigada por el fascismo interno y amenazada
por el gendarme del orden mundial capitalista? La historia nos juzgará por lo
que dijimos e hicimos aquí y ahora, no por lo que se diremos dentro de ciento
cincuenta años.
Los huevos de la serpiente del
fascismo que se desarrollan en Venezuela no son un fenómeno local o aislado; su
discurso se reproduce en todo el continente. El pensamiento de que resulta
inconcebible ser gobernados por un chofer de autobuses de tez oscura, tiene la
misma filiación ideológica que el pensamiento de quienes les parece
insoportable ser gobernados por un originario. Los calificativos que propinan
al pueblo trabajador son los mismos: vagos, planeros, negros, indios,
enchufados, mujeres que paren hijos para cobrar subsidios, etc. Las soluciones
también son idénticas: meterle plomo a los negros, nafta y fuego, matarlos de
chiquitos para que no se reproduzcan.
Los estímulos para que se
reproduzca la bestia del fascismo son diferentes en distintos países y también
son diferentes las respuestas. En soledad, con más de ocho millones de votos el
pueblo venezolano (y no solo el pueblo chavista, porque hubo opositores que
fueron a votar contra el terrorismo) ha empezado a poner en caja al fascismo.
Pero la bestia existe y seguirá dando pelea, en Venezuela y en todo el
continente. Aunque estemos desprevenidos, o hagamos como el avestruz.
Identificar y denunciar a estos Nuevos Cruzados como la expresión evidente de
un rebrote del fascismo en Nuestramerica, es actuar en defensa propia.
Aparicion con Vida de Santiago
Maldonado
EL RETROCESO DEL "NACIONAL-ESTALINISTA"
Pablo
Stefanoni - Nueva Sociedad
Tras un viaje en 1920 a la Rusia
revolucionaria, junto con un grupo de sindicalistas laboristas, el pensador
británico Bertrand Russell escribió un pequeño libro –Teoría y práctica del
bolchevismo– en el que plasmaba sus impresiones sobre la reciente revolución
bolchevique. Allí planteó con simpleza y visión anticipatoria algunos problemas
de la acumulación del poder y los riesgos de construir una nueva religión de
Estado. En un texto fuertemente empático hacia la tarea titánica que llevaban a
cabo los bolcheviques, sostuvo que el precio de sus métodos era muy alto y que,
incluso pagando ese precio, el resultado era incierto. En este sencillo
razonamiento residen muchas de las dificultades del socialismo soviético y su
devenir posterior durante el siglo XX.
A cien años de esa gesta
libertaria, no está mal volver sobre estos problemas. Sobre todo porque la
tensión entre democracia y revolución sigue vigente, aunque, por lo general, la
vigencia se manifiesta a menudo más como farsa que como tragedia, al menos si
leemos algunos análisis sobre la actual coyuntura latinoamericana. El caso
venezolano es el más dramático, ya que se trata de la primera experiencia
autodenominada socialista triunfante luego de la Revolución Sandinista de 1979.
Solo por eso, ya amerita prestarle atención. Pero, además, es posible que su
derrota tenga consecuencias similares o peores que la derrota electoral sandinista
de 1990. No obstante, los análisis escasean y son habitualmente reemplazados
por discursos panfletarios que no son más que el espejo invertido de los de la
derecha regional.
La convocatoria a una incierta
Asamblea Constituyente parece una fuga hacia delante de un gobierno, el de
Nicolás Maduro, que fue perdiendo apoyo popular tanto en las urnas como en las
calles. Es cierto que las protestas tienen más intensidad en algunos
territorios que en otros, pero la afirmación de que son solo los ricos de Altamira
o del este de Caracas quienes se oponen al gobierno es desmentida por la
aplastante derrota del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) en las
elecciones parlamentarias de 2015. Por eso después ya no hubo elecciones
regionales (ni sindicales en el caso de la estratégica petrolera PDVSA). Y por
eso la Constituyente fue diseñada de tal forma que el voto ciudadano se
combinara con el territorial y el corporativo, en una viveza criolla revestida
de principismo revolucionario. Que este domingo hayan ido a votar (lo que
equivalía a votar por el oficialismo) más electores que en los mejores momentos
de la Revolución Bolivariana habría sido, en efecto, un “milagro”, como lo
denominó Nicolás Maduro, incluso considerando la enorme presión estatal sobre
los empleados públicos y quienes reciben diversos bienes sociales mediante el
Carné de la Patria.
Si el populismo tiene un
irreductible núcleo democrático pese a que suele tensar las instituciones, este
refiere a un apoyo plebiscitario del electorado. Sin eso, el poder depende cada
vez más del aparato militar, como ocurre hoy en Venezuela (si Maduro tuviera la
mayoría, podría convocar a un revocatorio, ganarlo y cerrar, al menos
transitoriamente, la crisis política, como lo hicieron en su momento Hugo
Chávez y Evo Morales). En Venezuela, el agravante del poder militarizado es que
los militares forman parte de esquemas de corrupción institucionalizados que
incluyen acceso a dólares al tipo de cambio oficial (para luego cambiarlos en
el mercado paralelo con gigantescas ganancias) o el contrabando de gasolina o
de otros bienes lícitos y posiblemente ilícitos.
Y, para peor, la gestión del
Estado devino en un autoritarismo caótico, con desabastecimiento, cortes de
luz, violencia urbana descontrolada y degradación moral del proceso
bolivariano. Atribuir todo a la “guerra económica” resulta absurdo. Nunca puede
explicarse por qué Bolivia o Ecuador sí han podido manejar sus economías
razonablemente bien.
No obstante, una parte de la
izquierda regional defiende al madurismo en nombre de la revolución y de la
lucha de clases. El análisis empírico desapareció y es reemplazado por
apelaciones genéricas al pueblo, al antiimperialismo y a la derecha golpista.
Retomando a Russell: digamos que estamos dispuestos a pagar el precio de los
métodos represivos de Maduro, ¿qué resultado esperamos? ¿Qué esperan quienes,
desde posiciones altisonantes, anuncian que el domingo 30 de julio fue un día
histórico en el que triunfó el pueblo contra la contrarrevolución? ¿Qué cielo
queremos tomar por asalto? Resulta sintomático que la Constituyente no esté
acompañada de un horizonte mínimo de reformas y que se la justifique únicamente
en nombre de la paz, lo que deja en evidencia que se trata de una maniobra y no
de una necesidad de la “revolución”.
Resulta difícil creer que, luego
del fracaso o la marginalidad de las diferentes experiencias “anticapitalistas”
ensayadas desde 2004 (cuando Chávez abrazó el socialismo del siglo XXI), pueda
emprenderse hoy algún tipo de horizonte nuevo de cambio social. No es la
primera vez, ni será la última, que en nombre de la superación de la
“democracia liberal” se anule la democracia junto con el liberalismo. No es
casual tampoco que gran parte de la izquierda que sale a festejar la “madre de
todas las batallas” venezolana sea admiradora de Kadafi y su Libro verde. En
Libia, el “líder espiritual” llevó al extremo el reemplazo de la democracia
liberal por un Estado de masas (Yamahiriya) basado en su poder personal –aunque
no tenía cargos formales– y en una eficaz policía secreta que resolvía el
problema de la disidencia.
Se trata de una izquierda que
podríamos denominar “nacional-estalinista”. Un tipo ideal que permite captar un
más o menos difuso espacio que junta un poco de populismo latinoamericano y
otro de nostalgia estaliniana (cosas que en el pasado se conjugaban mal). De
esa mezcla sale una especie de “estructura de sentimiento” que combina retórica
inflada, escasísimo análisis político y social, un binarismo empobrecedor y una
especie de neoarielismo frente al imperio (más que análisis marxistas del
imperialismo, hay a menudo cierta moralina que lleva a entusiasmarse con las
bondades de nuevas potencias como China o con el regreso de Rusia, por no
hablar de simpatías con Bashar al-Assad y otros próceres del antiimperialismo).
En la medida en que la marea rosada latinoamericana se retrae, el populismo
democrático que explicó la ola de izquierda en la región pierde fuerza y esta
sensibilidad nacional-estalinista, que tiene a algunos intelectuales en sus
filas –varios de los cuales encontraron un refugio en la Red de Intelectuales y
Artistas en Defensa de la Humanidad– gana visibilidad e influencia en los
gobiernos en retroceso o en las izquierdas debilitadas. El nacional-estalinismo
es una especie de populismo de minorías que gobierna como si estuviera
resistiendo en la oposición. Por eso gobierna mal.
Hoy es habitual que se compare la
Venezuela de 2017 con el Chile de 1973. Claro que los gobiernos
democrático-populares enfrentan reacciones antidemocráticas de las derechas
conservadoras muchas veces apoyadas por Estados Unidos y es necesario
enfrentarlas, lo que puede incluir estados puntuales de excepción. Pero la
comparación pasa por alto algunos “detalles”. Primero, Salvador Allende se
enfrentó a unas fuerzas armadas supuestamente institucionales pero hostiles, de
las que salió Augusto Pinochet. En Venezuela, pese a la existencia de sectores
antidemocráticos en la oposición (hay que recordar el golpe fallido de 2002),
las fuerzas de seguridad están hasta hoy del lado del gobierno. Y su capacidad
de fuego sigue intacta.
Por otra parte, el gobierno
chileno no estaba atravesado por la ineficacia y la corrupción interna en los
niveles en que lo está el chavismo actual, donde hoy son estructurales. Quizás
la comparación con Nicaragua puede ser más enriquecedora: allá sí la injerencia
imperial fue sangrienta y criminal, y erosionó muy fuertemente el poder
sandinista. ¿Es comparable con esa ofensiva criminal una sanción económica a
Maduro, quien, sospechamos, no tiene cuentas en EEUU, o la estrategia de los
“golpes de cuarta generación”, que consistirían en la aplicación de un libro
del casi nonagenario Gene Sharp que se puede descargar de internet? El imperio
conspira en todos lados, pero en otros países de la ALBA más o menos bien
administrados no faltan los alimentos en los mercados y, por ejemplo, en el
caso de Bolivia, las cifras macroeconómicas son elogiadas por el Fondo
Monetario Internacional y el Banco Mundial. Mientras los gobiernos mantienen
las mayorías, el populismo democrático mantiene a raya a los
nacional-estalinistas porque conserva los reflejos hegemónicos y democráticos
activos y resiste el atrincheramiento autoritario.
Lo que sí permite trazar puentes
entre el sandinismo tardío y el neochavismo actual es la corrupción como
mecanismo de erosión interna y degradación moral, que en el caso nicaragüense
terminó primero en derrota y luego en un retorno –contra la mayoría de la vieja
guardia sandinista– del matrimonio Ortega-Murillo, hoy atornillado en el poder
tras su conversión al catolicismo provida y a una nueva y estrambótica
religiosidad estatal, combinada con un pragmatismo sorprendente para hacer
negocios públicos y privados –cada vez más imbricados en Nicaragua–. El precio
a pagar en Venezuela ¿sería para tener una especie de orteguismo con petróleo?
¿En favor de eso algunos intelectuales le reclaman a Maduro mano dura contra la
oposición?
Claro que para la izquierda es
importante diferenciarse del antipopulismo –con sus aristas antipopulares,
revanchistas, clasistas y también autoritarias–, pero despreciar la perspectiva
de la radicalización democrática, acusando de liberales a quienes observan los
déficits democráticos efectivos y operando en favor de formas de
neoautoritarismo decadente, solo favorece nuevas derechas regionales. En lugar
de dar una disputa por el sentido de la democracia contra las visiones que la
reducen a la libertad de mercado, la pospolítica o un republicanismo
conservador, los nacional-estalinistas la abandonan y se atrincheran en una
“resistencia” incapaz de regenerar la hegemonía que la izquierda conquistó en
la “década ganada”. Lo que se argumentaba en nombre de un “socialismo del siglo
XXI” acaba en una parodia setentista.
Articular socialismo y democracia
sigue siendo una agenda pendiente para la izquierda: el riesgo contrario, que
ya vivimos, es la defensa de la democracia sin contenidos igualitarios ni
proyectos reformistas capaces de erosionar los procesos actuales de
des-democratización. Por eso, en relación con Venezuela, parte de la
socialdemocracia latinoamericana tampoco puede decir algo que vaya más allá de
su apoyo a la oposición nucleada en la Mesa de Unidad Democrática (MUD). Una
salida pactada en Venezuela no puede basarse únicamente en la normalización de
la democracia política: debe incluir también una defensa de los derechos
económicos populares (una agenda de democracia económica) frente a quienes, desde
la oposición, buscan una salida tipo Temer en Brasil.
Pero frente a los peligros de
“temerización” de Venezuela, los nacional-estalinistas pueden resultar
contraproducentes: el creciente desprestigio del socialismo, gracias al
desgobierno de Maduro y la vuelta de la asociación entre socialismo, escasez y
colas, hace que las salidas promercado ganen terreno y apoyo social. No
obstante, la tentación de construir el socialismo a palos –"si no es con
los votos, será con las armas", Maduro dixit, o “con el mazo dando”, como
Diosdado Cabello bautizó a su programa de televisión–, en nombre de un pueblo
abstracto o contra un pueblo manipulado, sigue captando la imaginación y el
entusiasmo de parte de la izquierda militante continental. Para colmo, no hay
ningún socialismo. Pero los “filtros burbuja” de las redes sociales confirman
convicciones y posverdades, de manera bastante parecida a como operan los
(violentos) espacios de sociabilidad antipopulistas.
Lamentablemente, sin una
izquierda más activa y creativa respecto de Venezuela, la iniciativa regional
queda en manos de las derechas. Analicemos estos procesos con sentido crítico y
hagamos todo lo posible para que Caracas no sea nuestro Muro de Berlín del
siglo XXI.
LA OPOSICION ESTÁ METIDA EN UN "TRANCAZO"
Clodovaldo
Hernández - supuestonegado.com
Como en tantas otras
confrontaciones (desde guerras hasta torneos de naipes, pasando por los
deportes), a veces los participantes se encierran a sí mismos en calles ciegas.
La oposición “venezolana” (bueno, es un decir) se encuentra actualmente en una
de esas situaciones, lo cual no deja de resultar irónico en un movimiento
político que ha puesto de moda los llamados “trancazos” de vías públicas.
Luego de haberse quedado al
margen de los comicios para la Asamblea Nacional Constituyente y de acusar al
Consejo Nacional Electoral de haber ejecutado un fraude, tendrá que decidir si
se somete o no a ese mismo árbitro con miras a las elecciones de gobernadores.
Los plazos, además, son
implacables. Deben asumir una posición esta misma semana, puesto que, según el
cronograma electoral vigente (el mismo que la alianza opositora exigió a
gritos), los candidatos a las gobernaciones deben inscribirse el 7 de agosto.
El escenario electoral está que echa chispas.
Jorge Rodríguez, vocero del
chavismo en el recién concluido proceso electoral, puso el dedo en la llaga al
indicar que la Mesa de la Unidad Democrática tendrá que decidir si anota o no
sus candidatos ante el CNE. En caso de que lo haga, advirtió, estarán avalando
los resultados emitidos por el organismo electoral para la ANC; si no se
inscriben, dejarán nuevamente el campo libre para que las fuerzas
revolucionarias copen el escenario regional en los comicios del 10 de
diciembre. Una situación de no ganancia, un verdadero trancazo autoinfligido.
Rodríguez, quien obviamente
disfruta mucho poniendo a la oposición ante sus propias contradicciones, había
hecho una observación previa al respecto: la MUD se había declarado en
desobediencia total, llegando incluso a designar unos supuestos nuevos
magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, pero no se metió con el CNE. No
lo hicieron, según Rodríguez, porque algunos de los partidos que integran la
alianza están muy interesados en inscribir sus candidatos a las gobernaciones y
no se comprendería que lo hicieran ante un organismo al que, de manera
paralela, están desconociendo abiertamente.
Este es uno de los puntos clave
del dilema de la coalición opositora: el interés por las regionales es más de
unos partidos que de otros. Entre los dolientes están Acción Democrática,
varios cuadros de Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo y los movimientos que
respaldan a los actuales gobernadores de Lara y Amazonas, Avanzada Progresista
(de Henri Falcón) y Movimiento Progresista de Venezuela (de Liborio Guarulla).
Otro sector de Primero Justicia, los partidos del ala pirómana (Voluntad
Popular, Vente Venezuela, Alianza Bravo Pueblo) y los que no tienen candidatos
a gobernador con chance (el resto de la MUD), optan por seguir en la línea de
desobediencia y no participación electoral. ¿Cuál postura se impondrá?
Como ya se ha hecho frecuente,
cualquiera sea la decisión que tomen, una parte de la dirigencia y militancia
opositora quedará descontenta y sentirá que la dirección es errática. Mientras
tanto, el chavismo, acicateado por el reciente resultado positivo, podrá
enfocarse en ese siguiente proceso electoral, aunque, lógicamente, tendrá que
superar las típicas confrontaciones internas por los liderazgos estadales.
Otras elecciones en
perspectiva
Más allá de las elecciones
regionales, están en perspectiva otros dos procesos electorales cruciales: el
referendo aprobatorio de la nueva versión de la Constitución Nacional
Bolivariana que surja de la ANC y las elecciones presidenciales de 2018.
El momento de la primera consulta
dependerá, naturalmente, de cuánto tiempo le tome a la ANC realizar el trabajo
que tiene por delante. En 1999, la ANC se instaló en agosto y ya en diciembre
tenía listo el proyecto de Constitución. Sin embargo, hay que considerar que el
cuerpo deliberante elegido el domingo es mucho más voluminoso (545 miembros
frente a 131 de su antecesora de 1999), lo que hace suponer que requerirá de
más tiempo, aunque solo sea para las intervenciones en plenarias.
Adicionalmente, se sabe que la ANC asumirá una serie de tareas extras, adicionales
a la elaboración del nuevo texto constitucional, tales como la aprobación de
leyes constitucionales y la investigación de la violencia política (Comisión de
la Verdad). Un cálculo somero indica que el referendo sobre la nueva Carta
Magna podría realizarse a principios o mediados de 2018.
Para la oposición sería
fundamental participar en ese proceso electoral aún hipotético, pues brindaría
la oportunidad de anular las modificaciones hechas por la ANC a la Constitución
y deslegitimar las otras decisiones que haya tomado. Igualmente, en medio del
ambiente electoral presidencial, una victoria en una elección como esa podría
tener el efecto fulminante que la MUD tantas veces ha pretendido invocar, sin
éxito en otro tipo de elecciones. Sin embargo, nuevamente, solo podrá anotarse
en ese referendo si desiste de la postura de desconocer al Poder Electoral.
Al final del cronograma –aunque
ya no tan lejos- está la gran pugna por Miraflores, una que requiere, más que
ninguna otra en un país presidencialista, de que todos los factores
participantes reconozcan al árbitro electoral. Para ese entonces, ¿habrá salido
la oposición de la calle ciega en la que está metida ahora respecto al CNE?
¿Habrá levantado ya su propio trancazo? Se oyen apuestas.
UNA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA DEFENDIDA
Hoy, ante el triunfo de la
Revolución Bolivariana al instalar una Constituyente Comunal y Popular,
rememoro como antecedente, un artículo de mi autoría, publicado por el portal
internacional www.rebelion.org , el 12 de diciembre de 2015: “Una Revolución NO
Defendida”, en el que con la pluma apoyada sobre la realidad, intentaba
analizar el resultado de las elecciones del 6 de diciembre de ese año, el día
6D, en que la oposición de derecha logró la mayoría de Diputados a la Asamblea
Nacional Bolivariana. Iniciaba: “ Imposible desconocer que el panorama de los
efectos nefastos con la derrota electoral del pasado 6D, al obtener la
oposición venezolana la mayoría absoluta y calificada del poder legislativo en
la Asamblea Nacional Bolivariana; se centra en el análisis de la errada
concepción política económica y no en desvío alguno de la esencia protectora
del Estado de Derecho, en la observación de los Derechos Humanos Fundamentales
y en el ejercicio consolidado de la participación ciudadana electoral”.
Y acotaba: “ En honor a la
brevedad dejaré en el tintero, pero no olvidados, tres temas palpitantes: Uno.
Lo referente al por qué Leopoldo López es un político-preso. Dos. El triste
papel de la conspiración de los ex presidentes iberoamericanos, ninguno libre
de culpas, contra sus gobernados, en un engranaje de las danzas de los millones
y las agencias internacionales del imperio. Tres. El derrotero fantasioso del
ensañamiento opositor por la salida del presidente Nicolás Maduro, expresada en
las abortadas 1. “La Operación Salida”. 2. “La Operación Jericó”. y 3. La ahora
previsible “Operación Legislativa”, que, a nuestro modesto modo de ver,
atomizaría aún más a la pírrica victoria opositora de 29 grupos y partidos
minoritarios sin ninguna cohesión ideológica y política. ¡Amanecerá y veremos!”
Y como a los analistas populares
de izquierda no los guía intereses pecuniarios, ni la divina providencia, sino
las fórmulas políticas objetivas del “análisis concreto de la situación
concreta”, asistimos a la derrota política de la dictadura mediática y el
vasallaje arrodillado de las burguesías dominantes a favor del imperio.
No encuentro ningún artículo, de
los consultados en el ámbito iberoamericano y el eco estereotipado de la
comunidad europea, que sustente la afirmación que la constituyente popular y
comunal fue un acto dictatorial del presidente Maduro. ¿Que se fisieron –
a lo quijotesco- los doctos “constitucionalistas” de la otrora pléyade de
juristas colombianos y latinoamericanos? Todos los voceros gubernamentales, pro
imperio desgatado de Trump, gritan al unísono, cual Fuente Ovejuna:
“Desconocemos la Constituyente en Venezuela”. Comenzando con el gobierno de
Colombia, añadieron los gobiernos de Panamá, Perú, Argentina, Brasil, México,
Costa Rica, Suiza, Chile, España y Estados Unidos, en la lista de países que no
aceptaron la convocatoria a la Constituyente y peor aún, no aceptar los
resultados de las elecciones para la Constituyente Bolivariana Comunal y
Popular triunfante. Algo totalmente inédito en el ejercicio del Derecho
Internacional Público, de violentar el principio universal de la libre
determinación de los pueblos. En el escenario diplomático, o incluso en un
ejercicio figurado del desempeño de la diplomacia por los voceros o cabeza de
las relaciones internacionales de los países, se mantiene, no solo una
apariencia, sino real cortesía y manejo desinteresado en el desempeño de las
interrelaciones entre las naciones. Ese comportamiento civilizado lo echaron
por la borda los países citados, bajo la imposición de la “diplomacia de las
cañoneras” del dislocado Trump. Existe el que un país califique de ilegitimo el
gobierno de otro país. Pero que un país rechace el ejercicio del poder soberano
electoral de otro país, con un proceso electoral a ojos vista desarrollado,
resalta el carácter injerencista de la derecha neoliberal e imperialista del
continente y del mundo contra la política local de un país soberano. Olvidan
que a la República Bolivariana de Venezuela la respalda el ALBA y los países
del Caribe, por no resaltar a la invencible y soberana Cuba y que Venezuela
preside el grupo de Países No Alineados, que son dos tercios de los países del
mundo. Pero todo ello demuestra que en realidad los que rechazan a la
Constituyente y sus exitosos resultados, es la dictadura mediática continental
y los gobiernos lacayos del imperio y ¡no sus pueblos!
Por lo mismo sorprende el
inusitado y descabellado traspiés diplomático del Vaticano, que desfigura al
Papa Francisco, ad portas de su visita “por la Paz a Colombia”. La fineza y
buen comportamiento del Estado Vaticano, queda en entredicho, cuando fuera de
tiempo y de lugar, lanza un Comunicado, pidiendo la suspensión de la Asamblea
Constituyente, cuando a la hora de Venezuela, ya el pueblo venezolano acudía a
las calles a apoyar la Asamblea Constituyente y el Presidente Evo Morales
enviaba su solidaridad con la Asamblea Constituyente. ¿Cómo toma esa
injerencia, siendo un Jefe de Estado, con el que mantiene relaciones
diplomáticas y además es el líder espiritual de 25 millones de venezolanos?!
¡Ver para creer!
VENEZUELA COMO PROYECTO DISTINTO.
Pero para que llover sobre
mojado. El experimento de la revolución bolivariana, lo es de todo el campo
latinoamericano, como alternativa de poder popular, ante la decadencia del
modelo injerencista del neoliberalismo capitalista salvaje. A ello le temen las
oligarquías locales y el imperio.
La académica Pascualina Curcio,
profesora de la Universidad Simón Bolívar, resalta que en la lucha del imperio
contra la asediada Venezuela, la estrategia de las corporaciones capitalistas y
los grupos oligárquicos locales, propiciaron el desconocimiento de los éxitos
del gobierno chavista en superar las tasas de desocupación , de desnutrición y
pobreza; la erradicación del analfabetismo y ocupar el quinto lugar en el mundo
por el porcentaje en matriculas para estudiantes universitarios, que agrego,
obviamente, no son los hijos de papi y de mami que están en las barricadas
callejeras, como ya es conocida “ la rebelión de los ricos”. A la imposición de
una guerra económica asistiendo el desabastecimiento programado de mercancías y
productos esenciales; el embargo comercial encubierto; el boicot en el
suministro de bienes de primera necesidad; el bloqueo financiero internacional;
la inflación inducida y-agrego- el descarado deterioro de la divisa bolivariana
en la frontera colombo-venezolana, permeada por la doble economía y/o economía
subterránea, alentada por el fallido narco-estado colombiano.
DE LA INCONSISTENCIA DE LA
RUPTURA DEL ORDEN CONSTITUCIONAL EN VENEZUELA.
La causa de todo el debate lo
ocasionó la posesión de tres Diputados del estado del Amazonas, cuya
ilegitimidad fue declarada por el Consejo Nacional Electoral(CNE). Pese a ello,
la Asamblea Nacional, mayoritaria en su composición, les dio posesión para
contar, en forma torticera, con la mayoría absoluta y calificada. El artículo
259 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CB) indica que
la jurisdicción contenciosa administrativa corresponde al Tribunal Supremo de
Justicia(TSJ), encargado de la declaración de nulidad de los actos
administrativos. Fue así como declaró nula esas posesiones; pero la arrogancia
de la oposición mayoritaria desconoció tal fallo y en consecuencia fue
declarada en desacato la Asamblea Constituyente y, por ende, nulas todas sus
actuaciones, desde ese inicio y hasta el día de hoy. Todos los órganos del
Estado emanan de la soberanía popular y a ella están sometidas (Articulo 5 CB),
para que con engañifas argumenten que solo los particulares pueden ser
declarados en desacato.
Los corifeos imperialistas, ante
la decisión soberana del presidente Maduro de Convocar la Asamblea
Constituyente Comunal y Popular Bolivariana, alegaron que de previo se debía
someter a un referéndum esa iniciativa. El artículo 348 CB, dice: “La
iniciativa de convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente podrán tomarla
el Presidente o Presidenta de la República en Consejo de Ministros;” Eso fue,
lo que el gobierno, en pleno, decidió el histórico 1 de mayo de 2017, como
salida política al caos insurreccional incitado por la derecha iberoamericana,
injerencista en Venezuela. “La iniciativa de convocatoria” a un referéndum
popular es propia del Presidente, lo consagra sabiamente el artículo 71 CB, y
en modo alguno suple la voluntad del pueblo de Venezuela como depositario del
poder originario (Artículo 347 CB), como raya en mala fe la “interpretación”
falsaria del gobierno colombiano y su sequito latinoamericano. Olvidan que en
la República Bolivariana de Venezuela impera la democracia directa y
participativa y no el remedo de representación democrática indirecta, nido de
voracidad de clientelismo politiquero, ínsito en el sistema de resto de países
latinoamericanos. Invocan el artículo 2 CB, sobre la existencia del Estado de
Derecho y los artículos 62 CB sobre la participación en democracia directa de
todos los ciudadanos y el artículo 63 CB, sobre el derecho al sufragio, con la
impertinencia del engaño y la estafa informativa; desconociendo la realidad de
un pueblo, como el venezolano, viviendo y padeciendo un verdadero tránsito de
proceso revolucionario.
Concluyo con desenmascarar a los
pobres vergonzantes de la academia, desde la “izquierda” y la intelectualidad,
de asumir, en la práctica, el papel de cajas de resonancia del amplio espectro
publicitario de las políticas del Pentágono en la labor propia de información y
desinformación. Hacen eco del fuego enemigo de las posiciones de derecha que
pretenden aislar internacionalmente al gobierno legítimo popular. Olvidan que
son solo los venezolanos y venezolanas quienes pueden invocar el sagrado legado
de ¡Gloria al Bravo Pueblo de Bolívar!