PARA ENTENDER LA SITUACION EN UCRANIA
G.Kriuchkov
es miembro del CC del PCU y ha sido diputado de la Rada en la III y IV
legislaturas.
http://www.gazeta-pravda.ru/index.php/component/k2/item/39-kakie-politicheskie-sily-stoyat-za-majdanom
Etiquetas:
Josafat: una ventana a la nueva Unión Soviética
_________________________________________________________________________
Ucrania está
sufriendo seguramente una de las etapas más complicadas y delicadas desde la
proclamación de su independencia. Los continuados actos de protesta están
sacudiendo el país. Ha habido días en los que Maidán ha congregado a cientos de
miles de personas. Radicales exigencias en forma de ultimátum, todo tipo de
excesos, amenazas, la ocupación de instituciones gubernamentales, paralización
del trasporte, desorganización del trabajo de los órganos estatales, de los
sistemas de mantenimiento de los servicios básicos, actos de vandalismo
cavernario, cuyo principal exponente fue el derribo del monumento a Lenin en
Kiev… En los enfrentamientos entre manifestantes y miembros de las Fuerzas de
Seguridad, de los antidisturbios, se ha derramado sangre. Decenas de personas
entre manifestantes y policías antidisturbios, han terminado en el hospital con
heridas graves. Han volado las primeras cabezas: por abuso de sus atribuciones
han sido apartados de su cargo el Jefe de la administración de Kiev, Popov y el
vicesecretario del Consejo de Seguridad Nacional y Defensa de Ucrania,
Sivkovich, entre otros.
En la superficie,
podría parecer que estamos ante una protesta espontánea del pueblo ucraniano
que unánimemente aspira a integrarse en Europa y que está indignado por la
decisión del gobierno de detener el proceso de ratificación del acuerdo de
asociación y de su inclusión en la zona de libre comercio con la Unión Europea.
Pero de no haber surgido complicaciones a la hora de elegir el vector hacia el
que debe orientarse la política exterior de integración, hubieran encontrado
otra excusa. El agravamiento de la situación era inevitable. El trasfondo y sus
causas son mucho más profundas.
La sociedad
ucraniana, después de 20 años tras la proclamación de su independencia sigue
estando profundamente fracturada. Es una división que se manifiesta en varias e
importantes direcciones:
-Con relación al
golpe de 1991 y la instauración del nuevo orden socioeconómico, o lo que es lo
mismo la restauración del capitalismo;
-Con relación a los
acontecimientos y protagonistas del pasado, especialmente a aquellos
relacionados con la presencia de Ucrania como parte integrante del imperio ruso
y de la URSS, con la Segunda Guerra Mundial y su componente central: la Gran
Guerra Patria;
-Con relación a la
orientación de la política exterior de Ucrania.
-Con relación a los
valores de la civilización eslava oriental y de
la civilización occidental;
-Por motivos del
uso de la lengua.
Y por supuesto, la
fractura es fruto de la formación en nuestra sociedad tras el golpe
antisocialista de 1991, de una estructura social fuertemente polarizada por
ingresos y nivel de vida, una estratificación por nivel de ingresos, cada vez
más profunda. Es cierto que no hay todavía un carácter de clase claramente
definido en la conciencia popular de esta contradicción. Al mismo tiempo
asistimos a una lucha encarnizada entre la burguesía y la nueva clase de
terratenientes latifundistas nacida bajo el sol de aquel golpe y que se ha
hecho con el poder político y económico en el país, que lucha por hacerse con
con esas empresas y sectores todavía propiedad del Estado, por el reparto de la
propiedad que ya ha sido privatizada y por el acceso a ese “comedero” estatal:
a las palancas del poder que obran el que ese poder se transforme en propiedad.
En cuanto a la relación social de clase, los grupos enfrentados son frutas del
mismo árbol y las diferencias habría que buscarlas en el nivel de avaricia,
agresividad y demagogia populista.
El actual
agravamiento de la situación política viene determinado por el hecho de que en
las elecciones del 2012 al parlamento de Ucrania, ninguna de las partes
enfrentadas alcanzarse su objetivo. Los regionales, que aspiraban a conseguir
la mayoría constitucional en el parlamento (300 escaños), no pueden contar
siquiera con la mayoría simple. La denominada “oposición”, tampoco conquistó la
mayoría. Pero en las regiones occidentales de Ucrania (ante todo en el Lvov,
Ternopil, Ivano-Frankovskaya) las fuerzas nacionalistas prácticamente han
instaurado sus gobiernos, negándose a cumplir las decisiones que vienen del
centro, con la aspiración de imponer su visión nacional-chovinista, rusófoba, a
todo el país. El gobierno está claramente perdiendo la capital también.
La Rada de Ucrania
se ve incapacitada para asumir las funciones que le otorga la Constitución. Sus
sesiones plenarias a cada rato se ven interrumpidas por la “oposición”,
boicoteadas, convirtiendo el parlamento en un organismo incapacitado para
legislar. La situación se agrava más, por el hecho de que en el parlamento ha
entrado una fuerza abiertamente neonazi como es el partido “Svoboda”, que hasta
no hace mucho se autodenominaba social-nacionalista. A éste se le ha unido
“Batkivschina” y el partido “UDAR” de Klichko, creando en la Rada una oposición
unida nacionalista de derechas, cuyo núcleo ideológico representa Svoboda. Una
figura conocida dentro de “Batkivschina”, como Tomenko, en un arranque de
sinceridad calificó al grupo como “OMON (antidisturbios) de la oposición”.
Ahora ya hemos podido ver todos qué clase de “OMON” era ese.
En Ucrania se ha
creado una amenaza real de fascistización de la vida social. Tras las elecciones
parlamentarias, la oposición demostró que no se detendría hasta lograr hacerse
con todo el poder en el país. Tirándose por la máxima “cuanto peor mejor”, los
opositores han elegido el curso que lleva a la provocación de la
desestabilización de la situación y del descontento en la sociedad.
Cómo podría
hablarse de espontaneidad en los actos de protesta, cuando todo estaba
perfectamente organizado al detalle con anterioridad. De la periferia, sobre
todo las regiones occidentales se trajeron a la capital a miles de personas,
pronto empezaron a destacar los “comandantes de campo”, con galones y
experiencia desde el Maidán del 2004. Tenían preparadas una gran cantidad de
tiendas de campaña militares, resuelta la logística de la comida, de la
calefacción, de los lugares donde pasar la noche. Todos los detalles estaban
pensados incluso la creación de un servicio jurídico y la puesta en marcha de
una milicia interna. En aquellos lugares donde surgían situaciones
conflictivas, “en el momento necesario”, aparecían sin falta periodistas y
cámaras de televisión… Se deja sentir claramente una mano experimentada en todo
este guion de la provocación.
Pero sería
imposible comprender en profundidad la esencia real de esta lucha de ahora, sin
contar con el factor externo. Los acontecimientos en Ucrania se están
desarrollando en unas condiciones de agudización de las contradicciones
permanentes entre occidente y Rusia; una confrontación que no desapareció con
la caída de la URSS, ni con la restauración del capitalismo en el espacio
postsoviético. Los esfuerzos de occidente están encaminados a arrancar a
Ucrania de Rusia a cualquier precio, a impedir su acercamiento. No ha faltado
la consabida quinta columna, una parte de la cual fue ya cultivada en el
subsuelo del PCUS. Los EE.UU. y sus aliados están llenos de determinación para
impedir a toda costa el renacimiento, sea en la forma que sea, de la unión de
antiguas repúblicas que componían la URSS, y el ingreso de Ucrania en esa
unión. A Ucrania la están empujando claramente hacia la OTAN. Ya en noviembre
de 1996 en una resolución acordada por ambas cámaras del Congreso
norteamericano, la resolución nº 120, en respaldo a la independencia de
Ucrania, había directrices muy claras sobre lo que debería hacer el presidente,
el gobierno y el parlamento de la
Ucrania independiente.
El líder del
Partido de la Regiones, Yanukóvich, elegido Presidente en el 2009, recibió el
apoyo de la mayoría de los electores principalmente por sus promesas de
recuperar las relaciones de buena vecindad con Rusia, de restablecer el estatus
de lengua oficial para el ruso, de enfrentar al agresivo nacional-chovinismo, y
de impedir que Ucrania fuese arrastrada hacia la OTAN. Esos compromisos
quedaron fijados en los acuerdos con el bloque de izquierdas, donde el papel
principal le correspondía al Partido Comunista. En la práctica lo que ha
ocurrido es que se ha asentado el régimen “yuschenkista sin Yuschenko”, cuando
la integración europea pasó a convertirse en el eje principal de la política
exterior e interior de Ucrania, pasando por la firma del acuerdo de asociación
y la zona de libre comercio con la Unión Europea. Los lemas del gobierno
“blanquiazul” pasaron a ser: “Europa es nuestra casa, Rusia nuestro vecino”. La
Unión Económica Euroasiática no es nuestra elección. Se repetía insistentemente
que no se puede hablar del ingreso de Ucrania en la Unión Aduanera. Se
intensificó la cooperación con la OTAN.
El Partido
Comunista desde el principio se mostró partidario, de que en una cuestión de
tal relevancia como la elección de la orientación de integración exterior,
fuese tenida en cuenta la opinión del pueblo, mediante la celebración de un
referéndum nacional. El gobierno se mostró abiertamente contrario a estas
propuestas, haciendo caso omiso a las advertencias de destacados especialistas,
científicos, y expertos independientes. El gobierno violó descaradamente la
Constitución y la ley sobre la convocatoria de un referéndum. A pesar de todos
los obstáculos que se nos pusieron, los comunistas conseguimos reunir más de
tres millones y medio de firmas en apoyo a la celebración del referéndum. El
trabajo para recabar firmas iba acompañado de una activa explicación de las
consecuencias catastróficas que tendría para nuestro país el ingreso de Ucrania
en la Unión Europea.
A medida que se
iban conociendo los detalles del proyecto de acuerdo de asociación y de la zona
de libre comercio con la UE, iba quedando claro la amenaza frontal que
representaba para la seguridad nacional de Ucrania. En la sociedad comenzó a
crecer la preocupación. Se empezaron a oír voces discordantes, provenientes del
mundo empresarial, directores de empresa que ven como la firma del acuerdo de
asociación representaría una drástica caída de la producción, lo que supondría
un notable aumento del desempleo en el país. Como resultado el gobierno se vio
obligado -a falta de pocos días para la cumbre de Vilna en la que estaba
previsto se ratificase el acuerdo-, a adoptar la decisión de detener el proceso
de integración europea.
Occidente activó
inmediatamente el escenario de desestabilización de la situación en Ucrania. En
su realización tomaron parte activa senadores y altos funcionarios del
Departamento de Estado de los EE.UU., ministros y fracasados presidentes de una
serie de países europeos, con amplia experiencia en la ejecución de “revoluciones
de colores”, y gente por el estilo. Estos comienzan a entrometerse
descaradamente en los asuntos internos del país, llamando abiertamente a luchar contra el gobierno
legítimo. Sin embargo ni por parte del Presidente, ni del gobierno, ni del Ministerio
de Relaciones Exteriores de Ucrania, no hubo ni una sola voz de condena ante
tan evidente violación de las normas del derecho internacional.
No puede
sorprendernos que el rasgo que mejor caracteriza la actual situación en el
país, sea la pérdida de confianza hacia todos los órganos de gobierno y de la
sociedad. Es algo que refleja convincentemente la investigación sociológica que
anualmente realiza el Instituto de sociología de la Academia Nacional de
Ciencias. La encuesta se celebró en julio de 2013, antes de los masivos actos
de protesta.
En los tres últimos
años el índice de confianza hacia el Presidente Yanukóvich ha descendido del
30,8% al 10,9%, o lo que es lo mismo se
ha reducido a casi la tercera parte. Nunca se había producido una caída así en
la confianza hacia un Presidente a lo largo de su mandato.
Confían en la Rada
únicamente el 4,6% de los encuestados, frente al 14,2 % de hace tres años. En
el Consejo de ministros de Ucrania confía un 8,1% (era del 19,6%), en los
órganos locales del poder un 13,8% (era 17,9%). En los últimos 10-15 años los
órganos de gobierno no habían tenido un nivel tan bajo de confianza entre la
población. En la policía, en julio, antes de los incidentes, mostraban su
confianza absoluta solo un 0,8% de los encuestados, en la Fiscalía y la
Inspección fiscal, un 0,9%. En estos más de diez años no había habido nunca un
nivel tan bajo de confianza en los partidos políticos (6,6%), sindicatos (15%),
bancos, compañías de seguro, directores de empresa estatales, empresarios
privados.
Nunca había habido
un total descreimiento y desconfianza como ahora en la sociedad ucraniana. Pero
motivos para que esto sea así hay más que suficientes. El empeoramiento de la
situación en la economía y en la esfera financiera, el crecimiento del
desempleo, la pobreza generalizada, una estratificación social cada vez más
profunda, le imposibilidad de miles de personas de satisfacer sus necesidades
vitales más acuciantes, la práctica liquidación de la sanidad y educación
gratuitas, la imposibilidad en muchos casos de obtener en los organismos de
gobierno la defensa de los derechos legales, unos niveles de corrupción sin
precedentes que inexorablemente provocan un absoluto descontento de la mayor
parte de la ciudadanía con el estado de las cosas, con su vida misma. Todo esto
unido se ha convertido en premisa objetiva para la participación masiva de
ciudadanos en los recientes actos de protesta. Pero quien se ha aprovechado de
ello, ha sido la oposición nacionalista de derechas, prooccidental y agresiva.
Sobre el estado de
ánimo que prevalece en la sociedad, hablan bien a las claras los datos de los
estudios sociológicos. El 82,7% de los encuestados, consideran que el gobierno
no resuelve o toma únicamente medidas de maquillaje de los problemas relacionados
con la subida del nivel de bienestar de la población y el descenso de la
desigualdad social. Más del 68% están convencidos de que el gobierno no
defiende los intereses nacionales, ni refuerza la unidad y la concordia en la
sociedad. El 42,5% de los encuestados están convencidos de que la Fiscalía
ucraniana está al servicio de aquel que lo pueda pagar. Un 49,1% opina lo mismo
de la policía, y un 55,5% de los jueces. En opinión de casi una quinta parte de
los participantes del estudio, los Cuerpos de Seguridad sirven al Presidente, a
otros dirigentes de los órganos de poder, pero no el pueblo.
Tres cuartas partes
de los ciudadanos encuestados consideran imposible el control de la sociedad
sobre la actuación de los órganos de gobierno. Se ha multiplicado por dos en
comparación con el año 2010 el porcentaje de aquellos que consideran que en
Ucrania la gente no puede expresar libremente sus opiniones políticas (era un
12,2%, ahora un 28%). Como en años anteriores, un 44% considera que Ucrania no
necesita un sistema pluripartidista. Un 45,1% de los encuestados no ve entre
los actuales partidos políticos existentes en el país y movimientos, ninguno al
que se le pueda confiar el gobierno de la nación. Un 48,7% considera que en el
país no hay líderes políticos capaces de dirigir con eficacia el Estado (en el
2010 era el 30,3%), mientras que un 28,3% no pudo o no quiso responder a esa
pregunta.
Un 50,5% de los
participantes en el estudio califican como insatisfactoria su actual situación
en la sociedad, mientras que casi una tercera parte no supo qué responder. Uno
de cada cuatro se situaba en los dos escalones más bajos de la escala social
(de siete escalones), se considera desecho social. Según los datos del estudio,
la gente no sólo se queja de que no pueda adaptarse a las nuevas realidades de
la vida, también se quejan de no poder alimentarse tal y como les gustaría, de
que no tienen una vivienda en condiciones, de que no pueden disfrutar de su
tiempo libre, de la imposibilidad de poder tener unas vacaciones, etc. Eso
piensa entre una tercera parte y la mitad de los encuestados.
Solo un 11,1%
piensa que en el país “no está todo tan mal” y que “se puede vivir”. Mientras
que casi la tercera parte de los encuestados manifiesta que es imposible seguir
soportando una situación tan dura. Según datos del estudio la gente teme ante
todo una subida los precios (79,6%), el desempleo (78,1%), el no poder cobrar
los salarios, las jubilaciones, los subsidios (75,4%), el crecimiento de la
delincuencia (49,3%), la propagación de infecciones peligrosas para la vida
(36,6%), el cierre de empresas (36,4%), el hambre (29,8%), la falta de
calefacción en las viviendas (28,4%), los desórdenes callejeros (18,6%), la
instauración de una dictadura en el país (18,3%).
Ucrania no se ha
convertido ni en un Estado social, ni democrático ni de derecho. Eso es al
menos lo que opina, entre la mitad y las dos terceras partes de los
participantes del estudio. Al señalar que hoy día ya no existen esos valores
morales que se inculcaban en la época soviética (igualdad social, colectivismo,
ayuda mutua y otros) el 48% de los encuestados declaran que no acepta el
sistema de valores, que se ha estado tratando de imponer en Ucrania tras el
golpe de 1991 (el predominio de la propiedad privada, el ansia de
enriquecimiento personal, el individualismo, etc.).
Al valorar la
situación política en el país, un 57,8% de los encuestados la definieron como
tensa, y uno de cada cinco como explosiva. Un 42,5% declararon que es
imprescindible protestar activamente contra el empeoramiento de las condiciones de vida. Sin embargo el
gobierno no se muestra intranquilo ante el incremento de estas alarmantes tendencias en el estado
de ánimo de la sociedad. La naturaleza de esa conducta habría que buscarla
en el carácter mismo del régimen
gobernante. Todos los presidentes y miembros de los gobiernos que han dirigido
la riendas de Ucrania a lo largo de las dos últimas décadas, lo han hecho
expresando los intereses del capital oligárquico-criminal y vendepatrias. No deja
de ser significativo el hecho de que los principales multimillonarios
ucranianos, después de que los representantes de los círculos occidentales
hayan llevado con ellos un “trabajo educativo”, mostrasen públicamente a toda
prisa su respaldo a las “aspiraciones europeas de Ucrania”. A la memoria te
viene la advertencia de Lenin, sobre que “la burguesía traicionará a la patria
y estará dispuesta a cualquier crimen, con tal de imponer su poder sobre el
pueblo y preservar sus beneficios”. Parece que nada han aprendido de los
resultados de ese coqueteo con las fuerzas ultranacionalistas de derecha,
incluidos los neofascistas de Svoboda.
La presidencia de
Yanukóvich ha venido marcada por una “interpretación libre” de la Constitución
y las leyes, por la concentración en manos del Jefe del Estado de enormes
prerrogativas y la instauración prácticamente en el país de un régimen
autoritario, que expresa los intereses de un limitadísimo círculo de oligarcas
a los que se ha venido calificando como
“la familia”.
La política de
nombramientos del régimen mostró también un carácter destructivo. Durante la
época de Yúschenko, se promocionaba a los “queridos amigos” para los altos
cargos, mientras que con el gobierno actual se promociona a los suyos
(principalmente de Donetsk). Esto ha derivado en unos niveles de corrupción sin
precedentes a todos los niveles de los organismos estatales. Se ha puesto de
moda un fenómeno tan vergonzoso, como el pago por la lealtad y el sometimiento
ante aquellos que reparten cargos, condecoraciones estatales o galones de
General. En los Servicios de Seguridad de Ucrania, durante estos años de
independencia se han sucedido doce directores. La mitad de ellos no estuvieron
siquiera ni dos años en el puesto, aunque a cinco les dio tiempo a alcanzar el
rango de General. Por el Ministerio del Interior han pasado diez ministros,
seis de los cuales no llegaron a estar un año en el cargo. El Ministerio de
Desarrollo Económico y Comercio (su denominación ha sufrido innumerables
cambios) lo dirige hoy el ministro número 21. Y el Ministerio de Finanzas el
ministro número 11.
En el gobierno
prácticamente no hay figuras con autoridad respetadas y conocidas por la
sociedad, capaces de tener su propia postura y defender sus principios
consecuentemente. En lo que respecta al entorno del Presidente, a veces uno
tiene la impresión de que en el mismo aparte de los obedientes “veletas” de
turno, hay también “topos” mal disimulados, gente que está trabajando a
conciencia para desacreditar al Jefe del Estado.
El gobierno
prácticamente ha cedido a la “oposición” el espacio informativo. Incluso los
medios de información del Estado (canales de televisión, emisoras de radio,
publicaciones escritas) en esta situación, parece que trabajan más para
favorecer un golpe de estado. En algo sí que coincide el gobierno y la
oposición: en desatar la histeria anticomunista, en esa aspiración por
descalificar el pasado soviético. Pero al mismo tiempo el gobierno se queda
claramente atrás con respecto a la “oposición”, en ese empuje, en esa
actividad, en ese saber influir en el estado de ánimo de la gente, en la
capacidad para organizar actos de masas. El actual gobierno parece no querer
escuchar en absoluto la voz del pueblo, ni tener en cuenta las conclusiones y
propuestas de los expertos.
Hoy nuestro pueblo
tiene que pagar por la fracasada política económica y social del actual
gobierno y de los gobiernos precedentes, por el incumplimiento de las promesas preelectorales, por ese
incapacidad y negativa a querer tener en cuenta en la actividad práctica, los
más y los menos, los riesgos de las decisiones adoptadas y los acuerdos
alcanzados (especialmente los que tienen relevancia estratégica). “Maidán dos”,
no es más que un producto de unas reformas
que no fueron meditadas (reforma de las pensiones, de la sanidad, etc.) y que
han supuesto el empeoramiento de la situación de millones de personas. Es
el precio por adoptar un estilo de gobierno autoritario, y una actitud
desdeñosa con la legalidad. “Maidán dos” es la consecuencia de la pérdida de
confianza del gobierno entre el pueblo.
La situación en el
país es muy complicada. Al gobierno se enfrenta un adversario agresivo,
organizado y respaldado abiertamente por occidente. Esa “oposición”, está
encabezada por gente que en absoluto encaja en el papel de líder nacional. Pero
sin embargo están peligrosamente cargados de ese ansia de poder que les hace no
detenerse ante nada, con tal de lograr sus objetivos. Su llegada al poder
significaría el establecimiento en el país de un régimen de tipo fascista. Sus
primeros pasos serían la prohibición del Partido Comunista, la eliminación de
la ley que sienta las bases de la política interior y exterior y el carácter
del curso de política exterior de neutralidad, de no pertenencia a ningún bloque;
la inclusión de Ucrania en la OTAN, la denuncia de los acuerdos de Járkov, la
expulsión de la flota de la Federación de Rusia del mar negro de territorio
ucraniano, el establecimiento de una
ideología nacional chovinista como ideología del Estado, con todas las
consecuencias que de ello se derivan.
La tarea principal
ahora es explicar a la gente todos los peligros que encierra esa amenaza del
desarrollo de los acontecimientos.
Los estudios
sociológicos demuestran, que una parte significativa de la población de Ucrania
se encuentra en la oposición con respeto al actual orden socioeconómico, es
decir al capitalismo. La gente comienza a plantearse todo aquello que se ha
perdido con la liquidación del socialismo, y que es lo que les ha traído ese
capitalismo tan alabado. La mayoría de nuestros conciudadanos no terminan de
aceptar un modelo económico en el que domine la propiedad privada. Los
ciudadanos de Ucrania se muestran reticentes a privatizar la tierra, apuestan
por el reforzamiento del papel del Estado en la regulación de las relaciones
socio-económicas. Un 41,3% de los encuestados se mostró partidario de
complementar el sector estatal con el privado, y un 27,2% apuesta por la vuelta
a la planificación de la economía sobre la base del control estatal absoluto.
La mayoría de la
población percibe la situación en el país, y los procesos que se están
produciendo en él, desde unas posiciones cercanas a las del Partido Comunista.
De lo que se trata ahora es de poder utilizar de un modo más eficaz todas esas premisas
objetivas, para atraer a los trabajadores hacia las posiciones del partido.
Hay que reforzar la
organización de las estructuras partidistas, se necesita un notable incremento
de savia joven en nuestras filas, un mayor empuje en nuestro actuar. Esas son
las principales tareas que tenemos por delante a día de hoy y que quedaron
reflejadas en el último pleno del Comité Central del PCU, celebrado
recientemente.