UN
NUEVO DOCUMENTO SOBRE LA ENTREVISTA DE GUAYAQUIL
Por Sergio
Daniel Aronas – 21 de septiembre de 2013
El descubrimiento de un nuevo documento sobre la famosa entrevista
de Guayaquil de julio de 1822 entre los Libertadores Generales Simón Bolívar y
José de San Martín, nos ha interesado esta noticia y hemos decidido subir a
nuestro blog en forma íntegra tres notas al respecto: 1) La nota editorial de
la revista “Procesos”, publicación semestral de historia de la Universidad
Andina Simón Bolívar de Ecuador; 2) El artículos del historiador colombiano
Armando Martínez, descubridor del documento en cuestión; y 3) El texto de la
carta descubierta con fecha 29 de julio de 1822 y una nota completaría del día
siguiente.
Este acontecimiento ha tenido una amplia cobertura en todos los
medios latinoamericanos y es una prueba más de aun debe haber mucha más
documentación oculta y por revelarse en la medida que las academias de historia
de todos los países por donde estuvieron los dos grandes América del Sur, se
pongan a investigar y trabajar codo a codo para encontrarlos. Y no solo las de
nuestro continente sino de los países europeos por donde vivieron. En el caso
del General San Martín no sólo vivió en Francia, sino también en Bélgica (los
revolucionario belgas sabiendo de su presencia en el país y conociendo su
historia libertadora le pidieron si estaría dispuesto a ayudarle a lucha por la
independencia del reino de Holanda en 1830) y en Inglaterra (cuando salió de
España).
Esta es la primera nota sobre este tema porque hay unas
declaraciones del descubridor en un reportaje publicado en internet que
subiremos al blog y que merecen algunas aclaraciones. Aunque no soy historiador
profesional, si soy un gran admirador y profundo lector de toda la historia de
las guerras de la independencia latinoamericana y cuento con una vasta y amplia
biblioteca de toda esta época gloriosa que es la más importante de toda la
historia de Nuestra América. Por esa razón, cada nueva noticia relacionada con
la emancipación latinoamericana del siglo XIX llama nuestra atención porque aun
no cesan los debates entre las academias y sus representantes sobre una
cuestión crucial: ¿porqué terminó como terminó la lucha por la independencia
con el retiro del General San Martín? ¿No hubo otra opción o si ambos hubiesen
seguido la lucha juntos, habría terminado en un enfrentamiento entre los dos
grandes libertadores? Estas cuestiones son de una palpitante e inquietante
actualidad y ojalá que los investigadores se junten a debatir estos con
espíritu de buenas intenciones de avanzar en el esclarecimiento de todos los
hechos y dejar de lado las grandes disputas que a lo largo del tiempo
sucedieron entre los especialistas.
RELACIÓN
DE LA ENTREVISTA ENTRE BOLÍVAR Y SAN MARTÍN
Revista Procesos 37, I semestre 2013 – 125 - Documento
Nota
editorial
Sobre
el contenido de la entrevista que sostuvieron en Guayaquil en julio de 1822, el
Protector del Perú, José de San Martín, y el Libertador-Presidente de Colombia,
Simón Bolívar, ha existido un antiguo, y de alguna manera, inconcluso debate.
Por lo general, se asume que fue “secreta”, que lo que allí se dijo sus
protagonistas se llevaron a la tumba. Pero hay muchas especulaciones y
deducciones. Sobre todo, hay una cuestión de énfasis respecto de las actitudes
concretas de los personajes, ya que los resultados del encuentro quedaron
bastante claros y se conocieron desde el principio.
Hay
una inmensa cantidad de fuentes citadas, referencias más o menos indirectas,
documentos apócrifos preparados para el efecto, versiones de ficción literaria
sobre el hecho. Pero existe una breve y sustancial relación de la entrevista.
Se trata del informe que el secretario general de Bolívar, José Gabriel Pérez,
redactó el 29 de julio de 1822 en Guayaquil, dando cuenta del contenido de las
discusiones entre los libertadores. La relación de Pérez no podía ser
exhaustiva y no recoge todas las conversaciones. Pero es un documento de
“primera mano”, suscrito por un secretario, es decir por quien tenía
precisamente la responsabilidad de redactarlo y dar fe de los hechos.
De
la relación de Pérez se conocen dos versiones. Una, la comunicación de 29 de
julio al secretario de Relaciones Exteriores de Colombia, y otra, de igual
fecha y contenido, al general Antonio José de Sucre, entonces intendente de
Quito, seguida de una corta nota de advertencia de que se trataba de un asunto
reservado. Esta versión, que Bolívar dispuso se envíe a Sucre, fue citada por
Vicente Lecuna en medio de una polémica con historiadores argentinos sobre la
actitud de San Martín. Pero ambas versiones han tenido escasa divulgación y
atención.
Ahora,
por suerte, ha aparecido un nuevo documento original: el asiento de la carta a
Sucre y la corta nota subsiguiente, que constan en el libro “copiador” del
secretario general de Bolívar. El libro original se halla en el Archivo
Nacional del Ecuador en Quito. Los libros “copiadores”, como sabemos, son
aquellos que se conservaban en la oficina de origen como respaldo de la
correspondencia, en épocas en que no había papel carbón, fotocopias o
microfilms.
El
descubrimiento lo ha hecho el investigador colombiano Armando Martínez, en el
marco de su trabajo en el programa de posdoctorado en Historia de la
Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador. De la importancia del documento
no cabe duda. Se trata del registro auténtico, antes desconocido, del
secretario que remitió las comunicaciones. Además de su valor propio, es un
instrumento original para respaldar el contenido de las versiones conocidas
sobre uno de los hechos fundamentales de la historia de América Latina.
Por
ello, Procesos incluye en este número la versión facsimilar y el texto
transcrito del documento, precedidos de una introducción preparada por Armando
Martínez, a quien se debe el importante descubrimiento. Nos satisface que
nuestro programa de posdoctorado haya sido el espacio en que este se produjo, y
que sea la revista Procesos la publicación que lo registre por primera
vez. Con su divulgación aportamos a que se aclare la historia, en medio de la
conmemoración de los doscientos años de la Independencia latinoamericana.
Enrique Ayala Mora - Quito,
junio de 2013
LA
ENTREVISTA DE GUAYAQUIL: INTRODUCCIÓN Y TRANSCRIPCIÓN
Armando Martínez Garnica - Universidad Andina
Simón Bolívar, Sede Ecuador
Al
comenzar el mes de marzo de 2013 salió a la venta en Bogotá, con el sello de la
Editorial Planeta, una nueva novela sobre la famosa entrevista que los
generales Simón Bolívar y José de San Martín sostuvieron el 26 de julio de
1822, en Guayaquil. Anunciada en la solapa como “una novela fascinante que
recrea lo que solo Bolívar y San Martín supieron que ocurrió”, su autor –el
periodista bogotano Mauricio Vargas– resolvió intitularla Ahí le dejo la
gloria. Se trata de otro ejemplo más del modo como la supuesta naturaleza
secreta de esa entrevista se ha prestado para que, por muchas décadas,
escritores suramericanos afilen sus plumas para ofrecer a públicos ansiosos de
novelerías algunos relatos imaginarios sobre los temas que allí se conversaron
y para que los historiadores armen polémicas entre sí sobre los resultados políticos
que se habrían derivado de aquella entrevista.
Incluso
en 1844 fue publicada en París una carta apócrifa, incluida en los Vóyages
autour du Monde et Naufrages Célébres, datada el 29 de agosto de 1822 y
atribuida por el autor de ese libro, Gabriel Lafond de Lurcy, al general San
Martín, en la cual se expresa un desprendimiento altruista de su parte ante la
negativa de Bolívar de brindarle apoyo y ponerlo bajo sus órdenes. Hasta hoy no
se ha podido probar la existencia de su original en parte alguna ni el
Libertador de la llamada Gran Colombia la guardó en sus archivos. Pese a ello,
en 1950 la Academia Nacional de la Historia de la República Argentina dictaminó
por unanimidad la autenticidad de esa carta y, por otro lado, se obstaculizó en
ese país la circulación del libro en el que el venezolano Vicente Lecuna la
sometió a la crítica histórica: La entrevista de Guayaquil. Restablecimiento
de la verdad histórica (1952).
En
un breve cuento titulado “Guayaquil”, incluido por Jorge Luis Borges en
el pequeño volumen que se conoce como El informe de Brodie (1970), el
afamado escritor bonaerense construyó una singular ficción: relata una exhumación
de ciertas cartas de Bolívar que habían permanecido en el archivo personal de
un tal doctor Avellanos, cuya obra inédita Historia de cincuenta años de
desgobierno había sido publicada por su nieto en 1939. En una de tales
cartas, fechada en Cartagena el 13 de agosto de 1822, el propio Libertador de
esa nueva nación habría referido los detalles de su entrevista con el general
San Martín.
Se
trata de un diálogo imaginario del doctor Zimmermann con el narrador, un
experto conocedor de la letra de Bolívar, quien observó secamente que en el
evento de Guayaquil el general San Martín había renunciado a su ambición y dejado
el destino de Suramérica en manos del Libertador de Colombia. Ante tanta
seguridad, el exilado historiador judío, de lentes ahumados y bigote de corte
militar, replicó: “–Las explicaciones son tantas… Algunos conjeturan que San
Martín cayó en una celada; otros, como Sarmiento, que era un militar europeo,
extraviado en un continente que nunca comprendió; otros, por lo general
argentinos, le atribuyeron un acto de abnegación; otros, de fatiga. Hay
quienes hablan de la orden secreta de no sé qué logia masónica”.1
En ese conjunto de hipótesis reunidas por Borges se juegan los
debates de los historiadores, interesados en recuperar las palabras precisas
dichas en la entrevista por cada uno de los actores, si bien los más
pragmáticos suponen que las palabras intercambiadas acaso fueron más triviales
de lo que se supone, pues no estaba en juego una dialéctica particular sino la
supremacía de quién contaba con mayor voluntad política.
La
ficción de Borges fue una respuesta alegórica a la ansiedad por resolver el
enigma histórico del contenido de la entrevista de Guayaquil, que según
Mauricio Vargas se dio “en un ambiente cargado de intrigas y espionaje”, donde
dos hombres excepcionales con disímil visión política intentaron compartir “sus
planes para el continente” en una “compleja relación”. Con ello, una lectura
del cuento borgiano inspirada en la promesa de una representación histórica
resulta defraudada, pues los datos falseados y las ironías del escritor no
apuntan a una resolución de la necesidad del saber histórico.2
Pero hay que tener en cuenta que, cuando Borges centró el
resultado práctico de la entrevista en “la mayor voluntad” de uno de los dos
hombres, hizo que Zimmermannn recordase sus lecturas del filósofo Arthur
Schopenhauer, con lo cual hemos de suponer que se refiere a su obra magna: El
mundo como voluntad y como representación (1819).
El
guiño de Borges se dirigía al historiador Bartolomé Mitre, cuya Historia de
San Martín y de la emancipación sud-americana (1890) estableció la interpretación
hegemónica argentina sobre la entrevista de Guayaquil: frente a una actitud de
San Martín “más correcta”, pero “imprudente y sin sentido político ni militar”,
contrastaba la actitud “soberbia y provocativa” de Bolívar. En el choque de
las políticas distintas de los dos hombres, Mitre sentenció que “debía
triunfar la que estuviese animada de mayor impulsión”. Como de parte de Bolívar
estaban “la razón y la fuerza, no era dudoso cual sería el resultado”. La
“mayor voluntad” que se impuso en Guayaquil fue la del Libertador, dado que
para él se trataba de una “cuestión de poder nacional y de preponderancia
americana encarada sin vacilaciones”. 3
Esta
interpretación histórica de Mitre,4 intuida
perfectamente por el personaje ficticio de Borges, estaba fundada tanto en los
recuerdos del edecán de San Martín, el general Rufino Guido, como los del
coronel Manuel Rojas, secretario de la Legación Peruana. Es así como el
desenlace final, en palabras de Mitre, habría sido el siguiente: embarcado
hacia la medianoche en su goleta Macedonia, el Protector del Perú “parecía
preocupado, y permanecía silencioso (…) paseándose por la cubierta del buque
exclamó: ¡El Libertador nos ha ganado de mano!”.5 En
esta singular interpretación, el Libertador le habría “ganado de mano” el mando
sobre Guayaquil al Protector en el escenario de la entrevista, animado por su
mayor fuerza de voluntad.6 Pero,
¿acaso antes de ella ya Bolívar no había dado el “golpe de Estado” a la Junta
Superior de Gobierno de Guayaquil?
José
de Villamil, uno de los testigos presenciales del momento, relató que el 11 de
julio de 1822 había llegado a Guayaquil el Libertador de Colombia acompañado
por cinco mil soldados veteranos. En ese momento existían tres partidos de
opinión en esa provincia: el “más popular y el más fuerte”, que era partidario
de la independencia absoluta respecto de cualquier otro poder; el que por ese
entonces “no dejaba de ser respetable”, favorable a la anexión al Perú; y el
favorable a la anexión a Colombia, “que era el menos numeroso pero que se
componía de hombres resueltos”. Como este último estaba apoyado por el ejército
de cinco mil hombres que había traído consigo el Libertador, “debía
necesariamente triunfar”, pero no sin que “muchas personas muy comprometidas en
los otros dos partidos se resolvieran a dejar el país”.7
Las
polémicas entre las academias nacionales de historia con los escritores de
ficciones históricas son frecuentes. En Colombia se recuerda la que provocó en
1989 el escritor Gabriel García Márquez con su ficción sobre el último viaje
del Libertador por el río Magdalena hacia su cita con la muerte en la quinta de
San Pedro Alejandrino –El general en su laberinto–, pues parecía
desafiar algunos datos ya establecidos como “realidad histórica”. Pero la
novedad de la reciente novela de Mauricio Vargas es su paráfrasis, ocultada, de
un documento de la mayor pertinencia para el conocimiento de los temas
tratados en la entrevista de Guayaquil. Es ocultada porque en la nota final,
donde su autor identifica a todos los colaboradores y estudios que leyó como
fuentes, no menciona explícitamente el documento más importante para su novela:
un informe escrito el 29 de julio de 1822 por el general José Gabriel Pérez,
secretario general del Libertador, para el general Antonio José de Sucre. Por
lo demás, los capítulos XI y XII de su novela, donde se encuentra el
desenlace, son una paráfrasis del documento del general Pérez en las bocas
tanto del general Bolívar, en su relato a Manuela Sáenz, como del general San
Martín al edecán Rufino Guido. La doble paráfrasis de esta novela, un recurso
legítimo para un escritor de esa clase de artefactos literarios, dispuso de uno
de los mejores testimonios contemporáneos de la entrevista de Guayaquil, velado
al lector.
La
novedad de esta última novela, que apoya la ficción literaria en un testimonio
histórico contemporáneo fiable, contrasta con la ficción de Borges. Pero, más
allá del estudio de los textos literarios sobre la entrevista de Guayaquil, lo
que importa aquí es ocuparnos de las vicisitudes del informe del general Pérez
al general Sucre, a la sazón primer intendente del Departamento de Quito. Es
preciso, entonces, recordar la polémica librada por las Academias de Historia
de Argentina y Venezuela, entre 1942 y 1962, por la autenticidad de la carta
insertada por Lafond de Lurcy en sus Voyages autor du Monde,
supuestamente dirigida por San Martín a Bolívar. El mismo Borges vertió su
ironía sobre esa polémica en el cuento “Guayaquil”, allí donde el
narrador reconoce su membresía en la Academia Nacional de la Historia (de la
Argentina), por oposición al supuesto doctor Ricardo Avellanos, quien se habría
negado a entregar el epistolario de Bolívar a la Academia de la Historia (de
Venezuela) por su tenaz oposición al oficialismo.
La
polémica la abrió un juicioso recopilador de las cartas del Libertador, el
caraqueño Vicente Lecuna Salboch (1870-1954), quien desde 1918 era miembro de
la Academia de Historia de Venezuela y en 1930 había concluido la publicación
de los diez tomos de las cartas del Libertador con ocasión del centenario de su
fallecimiento en Santa Marta. Entre 1942 y 1945 publicó este historiador sus
críticas a la versión de la entrevista de Guayaquil que había defendido Colombres
Mármol, y “en defensa de Bolívar” compiló en dos tomos las “Cartas apócrifas
sobre la conferencia de Guayaquil”. En contrapartida, reunió todas las
relaciones que se habían escrito del famoso evento, hasta publicar en 1952 los
dos volúmenes titulados La entrevista de Guayaquil: restablecimiento de la
verdad histórica, los cuales parecían cerrar definitivamente la polémica.
El hecho cierto es que su crítica documentada a la posición de la Academia
argentina respecto de la carta apócrifa incluyó la publicación del informe del
general José Gabriel Pérez al general Sucre que existe en Caracas, actualmente
en el Archivo digital del Libertador, fuente privilegiada de la novela de
Vargas.
Pero
la Academia Nacional de la Historia de la Argentina dictaminó en 1950, “en
forma terminante”, que la carta insertada por Lafond de Lurcy sí era auténtica.
La polémica se había zanjado entonces contra la norma que en tales casos
aconsejaba tanto la Academia Colombiana de Historia como el insigne
investigador ecuatoriano Jacinto Jijón y Caamaño (1890-1950): veritas ante
omnia. El historiador argentino Antonio J. Pérez Amuchástegui (1921-1983)
se ocupó en 1962 de la crítica a la posición de la Academia argentina en el
opúsculo que publicó en Buenos Aires bajo el título de La “carta de Lafond”
y la preceptiva historiográfica: “ocurre que muchos (…) siguen hoy creyendo
que desvirtuar las ‘tesis nacionales’ constituye, para la nacionalidad del opinante,
un delito comparable a la traición a la Patria. Se confunde penosamente
patriotismo e historiografía”.8
Se
concluye, entonces, que el informe escrito por el general José Gabriel Pérez
sobre el contenido temático de la entrevista de Guayaquil, el 29 de julio de
1822, y remitido al general Antonio José de Sucre, fue publicado originalmente
en el segundo volumen de la compilación documental completada finalmente en
1952 por Vicente Lecuna para demoler unas cartas apócrifas utilizadas en la
Academia argentina, con el propósito de elevar la estatura moral del general
San Martín.
En
el campo de la historiografía ecuatoriana sobre la entrevista de Guayaquil, hay
que reconocer que Julio Estrada Ycaza9 leyó
el informe del general Pérez al general Sucre en la compilación de Vicente
Lecuna.
En
cambio, Camilo Destruge y Roberto Andrade solo conocieron el informe que
remitió el general Pérez al secretario de Relaciones Exteriores de Colombia
desde Guayaquil, el 29 de julio de 1822, que contiene la misma versión de la
carta que fue remitida a Sucre. Este informe fue encontrado en el archivo del
Ministerio de Relaciones Exteriores en Bogotá, casi cien años después, por José
Manuel Goenaga, e incluido por Lecuna en su colección documental.10
Como
la fuente ocultada por Mauricio Vargas para las paráfrasis puestas en la boca
de los generales Bolívar y San Martín –la base de los capítulos XI y XII de Ahí
le dejo la gloria– es la carta del general Pérez al general Sucre que
apareció publicada en la compilación de Vicente Lecuna (1952), podemos agregar
ahora que en el Archivo Nacional de Historia en Quito se encuentra una copia
manuscrita de esa carta, desconocida hasta ahora por la historiografía
latinoamericana.
Su
origen parece ser el siguiente: durante la década de 1970 se recibió en el
mencionado archivo quiteño una donación de cinco volúmenes de documentos de la
primera mitad del siglo XIX, que fueron agregados al final del fondo especial,
intitulado Presidencia de Quito y, posteriormente, incluidos en las
cajas de archivo numeradas 594 a 596. En la caja 595 se incluyeron los dos
tomos de los copiadores de las comunicaciones remitidas por el general José
Gabriel Pérez, correspondientes al período 1822-1830, cuando ejercía el cargo
de secretario general del Libertador presidente Simón Bolívar. Buena parte de
ellas son órdenes e instrucciones dadas a los intendentes de los departamentos
del Sur de Colombia, escenario de preparativos para las guerras contra la
provincia de Pasto y contra el Perú, que permanecían bajo el dominio de la
Monarquía española o se resistían al dominio de la nueva República.
En
el primer tomo de copiadores de oficios enviados de la caja 595, en los folios
28 al 33, se encuentra el informe manuscrito del 29 de julio de 1822, que José
Gabriel Pérez preparó para el general Antonio José de Sucre, primer intendente
del Departamento de Quito, sobre los principales temas de la entrevista que
sostuvieron tres días antes los generales Bolívar y San Martin en Guayaquil.
Una nota de puño y letra del general Pérez, escrita el día siguiente, advirtió
al general Sucre sobre la naturaleza reservada del informe. Como este documento fue encontrado en el curso
de una investigación para el programa de posdoctorado en Historia de la
Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador, se publica en esta entrega de Procesos:
revista ecuatoriana de historia, pues se trata del manuscrito de una de las
fuentes más pertinentes para la comprensión de la famosa entrevista de Guayaquil,
extraída del copiador de la correspondencia del mismo autor. Aunque su primera
publicación, en 1952, se debe a Vicente Lecuna, las vicisitudes de la polémica
con la Academia Nacional de la Historia de la República Argentina, la novedad
de la novela de Mauricio Vargas y el olvido de su existencia, tanto por la
nueva generación de historiadores como por el público ilustrado de
Latinoamérica, ameritan una nueva aproximación a un acontecimiento que marcó
las opciones políticas de la antigua provincia de Guayaquil, así como su
incorporación forzada al proyecto original y fallido de la nación colombiana,
cuyo centro político fue, sin duda alguna, el Libertador Simón Bolívar.
Trascripción
REPÚBLICA DE
COLOMBIA
SECRETARÍA
GENERAL
Cuartel
General en Guayaquil a 29 de julio de 1822 – [Año] 12.
Al
señor Yntendente del Departamento de Quito [Antonio José de Sucre]
Señor
General.
Tengo
el honor de participar a V. S. que el 26 a las 9 de la mañana entró en esta
ciudad S. E. el Protector del Perú.
El
Protector luego que vio a S. E. el Libertador a bordo del Buque que lo conducía
le manifestó del modo más cordial los sentimientos que le animaban de conocer
al Libertador, abrazarle y protestarle una amistad íntima, sincera y constante.
Felicitó a S. E. el Libertador por la constancia admirable en la causa que
defiende en medio de las adversidades que ha experimentado y por el triunfo
que ha coronado su heroica empresa, en fin el Protector manifestó a S. E. de
todos modos su amistad colmándole de elogios y de exageraciones lisonjeras.
S.
E. el Libertador contestó del modo urbano y noble que exigen en tales casos la
Justicia y la gratitud.
El
Protector se abrió a las conferencias más francas que se redujeron
principalmente a las siguientes:
A
las circunstancias en que se ha encontrado últimamente esta Provincia en razón
de las opiniones políticas que la han agitado. Espontáneamente dijo el
Protector a S. E. que no se había mezclado en los enredos de Guayaquil, en los
que no tenía la menor parte, y que la culpa era de ellos, refiriéndose a los
contrarios. S. E. le repuso que se habían llenado sus deseos de consultar este
Pueblo; que el 28 se reunían los Electores y que contaba con la voluntad del
Pueblo y la pluralidad de los votos en la Asamblea. Con esto varió de asunto el
Protector y siguió tratando de negocios militares y de la expedición que va a
marchar.
El
Protector se quejó mucho del mando y sobre todo de sus compañeros de armas que
últimamente lo habían abandonado en Lima. Aseguró que iba a retirarse a
Mendoza; que había dejado un pliego anexo para que lo presentasen al Congreso
renunciando el Protectorado y que también renunciaría la reelección que contaba
se haría en él; que luego que ganara la primer victoria se retiraría del mando
militar sin esperar a ver el término de la guerra; pero añadió que antes de
retirarse pensaba dejar bien puestas las bases del Gobierno; que este no debía
ser Democrático porque en el Perú no conviene, y últimamente dijo que debería
venir de Europa un Príncipe solo y aislado a mandar el Perú. S. E. contestó que
en América no convenía ni a Colombia tampoco la introducción de Príncipes
Europeos porque eran partes heterogéneas a nuestra masa, y que por su parte S.
E. se opondría a ello si pudiese, mas sin oponerse a la forma de Gobierno que
cada uno quiera darse. S. E. repuso todo lo que él piensa sobre la naturaleza
de los Gobiernos, refiriéndose en todo a su discurso al Congreso de Angostura.
El Protector replicó que la venida del Príncipe sería para después.
Es
de presumirse que el designio que se tiene en el Perú es el de erigir una
Monarquía sobre el principio de darle la Corona a un Príncipe Europeo con el
fin, sin duda, de ocupar después el trono el que tenga más popularidad en el
pays o más fuerza de que disponer. Si los discursos del Protector son sinceros
ninguno está más lejos de ocupar tal Trono. Parece muy convencido de los
inconvenientes del mando.
El
Protector aplaudió altamente la Federación de los Estados Americanos como la
base esencial de nuestra existencia política. Le parece que Guayaquil es muy
conveniente para residencia de la Federación. Cree que Chile no tendrá
inconveniente en entrar en ella; pero sí Buenos Aires por falta de unión y de
sistema. Ha manifestado que nada desea tanto como el que la Federación de
Colombia y el Perú subsista aunque no entren otros Estados.
El
Protector piensa que el enemigo es menos fuerte que él y que aunque sus jefes
son audaces y emprendedores no son muy temibles. Ynmediatamente va a abrir la
campaña por Yntermedios en una Expedición Marítima y por Lima, cubriendo la
capital con su marcha de frente.
El
Protector desde las primeras conversaciones dijo espontáneamente a S. E. que la
materia de límites entre Colombia y el Perú se arreglaría satisfactoriamente y
no habría dificultad alguna; que él se encargaba de promover en el Congreso,
donde no le faltarían amigos, este negocio.
El
Protector ha manifestado a S. E. que pida todo lo que guste al Perú, que él no
hará más que decir sí, sí, sí a todo y que él espera otro tanto de Colombia. La
oferta de sus servicios y de su amistad es ilimitada, manifestando una
satisfacción y una franqueza que parecen sinceras. La venida del Protector a
Colombia no ha tenido un carácter oficial, es puramente una visita la que ha
hecho a S. E. el Libertador, pues no ha tenido ningún objeto ni político ni
militar, no habiendo hablado siquiera de los auxilios que ahora van de Colombia
al Perú.
Ayer
al amanecer marchó el Protector, manifestándose a los últimos momentos tan
cordial, sincero y afectuoso por su Excelencia como desde el momento en que lo
vio.
El
Batallón Vencedor de Boyacá y el Batallón Pichincha se han embarcado ayer para
seguir al Perú. Antes se había embarcado Yaguachi para el mismo destino. Estos
tres cuerpos ascenderán a mil ochocientos hombres que con cerca de ochocientos
que tiene la antigua Numancia, llamado hoy Voltígeros de la Guardia, formarán
la División de Colombia auciliar del Perú.
S. E. ha dispuesto que el Regimiento de Dragones del Sur, del
mando del coronel Astari, venga a esta ciudad, cuya orden se le ha comunicado
ya.
Dios guarde a
V. S. muchos años.
José Gabriel
Pérez
Adenda.
Mañana
se reúne la Junta Electoral de esta Provincia para decidir formal y
popularmente su incorporación a Colombia. Probablemente no habrá un voto en
contra y aquí los negocios tomarán el curso regular en que deben quedar para
siempre bajo nuestro sistema constitucional. Vale. Pérez.
REPÚBLICA DE COLOMBIA
SECRETARÍA
GENERAL
Cuartel
General en Guayaquil a 30 de julio de 1822 – [Año] 12.
Al
señor Yntendente del Departamento de Quito [Antonio José de Sucre]
Señor
General.
Ayer participé a V. M. la llegada a esta ciudad del Protector del
Perú, y di a V. M. una relación sucinta de las principales questiones que se
ofrecieron entre S. E. el Libertador y el Protector. Como algunas de estas
especies son de una alta gravedad y consecuencia, no sé si el oficial encargado
de escribir la comunicación le puso la palabra Reservada. Si así fuese digo a V. M. de orden de S. E. que mi comunicación
de ayer relativa a las sesiones entre S. S. C.C. el Libertador y el Protector
son de esta naturaleza, y que V. M. les debe dar toda la mayor reserva, de modo
que no sea conocida de otro que de V. M.
Dios guarde a
V. M. muchos años.
José Gabriel
Pérez
Notas
1. Jorge Luis
Borges, “Guayaquil”, en El informe de Brodie, Caracas, Biblioteca de Ayacucho,
1986, p. 215.
2. Para un
análisis del cuento de Borges puede leerse a la fallecida Alicia Chibán y a
Martina Guzmán Pinedo en “Guayaquil de Jorge Luis Borges: un espacio
para el enigma”, en Alicia Chibán y Elena Altuna, comps., En torno a
Bolívar: imágenes, imágenes, Salta, Universidad Nacional de Salta, 1999,
pp. 105-113
3. Bartolomé
Mitre, Historia de San Martín y de la emancipación sud-americana, Buenos
Aires, Lajouane, 1980 [1890], tomo 3, p. 591.
4. Elba Olmos
de Douthat, “La entrevista de Guayaquil en la historiografía de Mitre”, en
Alicia Chibán y Elena Altuna, comps., En torno a Bolívar: imágenes, imágenes,
pp. 320-330.
5.
Bartolomé Mitre, Historia de San Martín y de la emancipación sud-americana,
p. 623.
6.
Esta versión del “golpe de mano” dado por Bolívar proviene del edecán Rufino
Guido: “¿Qué le parece a usted cómo nos ha ganado de mano el Libertador Simón
Bolívar? Pero confío que no se quedará en Guayaquil para agregarlo a Colombia,
cuando el pueblo en masa quiere ser anexado al Perú: de grado o de fuerza lo
será, luego que concluyamos con los chapetones que aún quedan en la Sierra.
Usted ha visto la alegría y entusiasmo de ese pueblo y los vítores al Perú y a
mi persona”.
7. José de
Villamil, Reseña de los acontecimientos políticos y militares de la provincia
de Guayaquil desde 1813 hasta 1824 inclusive [1863], en Pensar, habitar
el bicentenario, compilación de Carlos Paladines, Quito, Casa de la
Cultura Ecuatoriana, 2009, pp. 79-120.
8. Antonio J.
Pérez Amuchástegui, La “carta de Lafond” y la preceptiva historiográfica,
Buenos Aires, Siglo XX, 1962, p. 20.
9. Julio
Estrada Ycaza, La lucha de Guayaquil por el Estado de Quito, Guayaquil,
Banco Central del Ecuador/Archivo Histórico del Guayas, 1984, tomo 2, cap. 34.
Procesos 37, I semestre 2013 132
10. Camilo
Destruge, “La entrevista de Bolívar y San Martín en Guayaquil”, en Estudios
básicos sobre la nacionalidad ecuatoriana, Quito, Centro de Estudios
Históricos del Ejército, 1998, pp. 301-353. Roberto Andrade, “Entrevista de
Bolívar y San Martín”, en Historia del Ecuador, Guayaquil, Reed and
Reed, 1937. Roberto Andrade, “Entrevista de Bolívar y San Martín”, en Historia
del Ecuador, segunda parte, Quito, Corporación Editora Nacional, 1983, pp.
43-68. El informe enviado al secretario de Relaciones Exteriores de Colombia
puede ser leído en
[http://www.archivodellibertador.gob.ve/escritos/buscador/spip.php?article5915]