El imponente Cerro de los Siete Colores en Purmamarca, Jujuy (Argentina)

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domingo, 22 de septiembre de 2013

HOMENAJE A PABLO NERUDA


A LA MEMORIA DE PABLO NERUDA

Por Sergio Daniel Aronas – 22 de septiembre de 2013

Mañana se cumplirán 40 años del fallecimiento de uno de los más grandes y extraordinarios poetas de la literatura mundial de todos los tiempos cuyas obras continúan publicándose, siendo éste el mejor homenaje que se le puede brindar a un gigante de las letras como fue Pablo Neruda, que al igual los brillantes españoles Federico García Lorca y Miguel Hernández, aunque en distintas épocas, los tres fueron asesinados por el fascismo. Neruda no murió por su enfermedad sino por las mismas balas con que los golpistas del 11 de septiembre truncaron la vida de su gran amigo y compañero que fue el presidente de Chile, Salvador Allende. Vale la pena leer en sus memorias “Confieso que he vivido” el formidable capítulo dedicado a Allende por las esperanzas que abrió a su país a la realización de una revolución basada en la constitución y en la ley, en la defensa de la soberanía y en la democracia como auténtica expresión del nuevo poder popular en construcción. Fueron años de sueños de grandeza y a pesar de la profunda amargura de sentir y ver a su patria traicionada, quedarán imborrables en la memoria de los pueblos por sus aleccionadoras enseñanzas.

Aquí uno de los poemas más hermosos que musicalizó Víctor Heredia en su disco Canto a Neruda de 1974, “El pueblo victorioso” del libro Canto general publicado en 1950. Los versos de este poema fueron premonitorios de lo que vendría años más tarde para el pueblo chileno con el derrocamiento imperialista del gobierno de la Unidad Popular y el baño de sangre que corrió por toda la República de Chile


EL PUEBLO VICTORIOSO

Está mi corazón en esta lucha.
Mi pueblo vencerá. Todos los pueblos

Vencerán, uno a uno estos dolores
 se exprimirán como pañuelos hasta
 estrujar tantas lágrimas vertidas
 en socavones del desierto, en tumbas,
 en escalones del martirio humano.

Pero está cerca el tiempo victorioso.
Que sirva el odio para que no tiemblen
las manos del castigo que la hora
llegue a su horario en el instante puro,
y el pueblo llene las calles vacías
on sus frescas y firmes dimensiones.

Aquí está mi ternura para entonces.
La conocéis.
No tengo otra bandera