LAS NUEVAS GUERRAS DE LOS
IMPERIOS CRIMINALES DE OCCIDENTE
Por Sergio Daniel Aronas - 20 de marzo de 2005
Nota: Escribí este artículo nunca publicado al cumplirse dos años de la invasión a Iraq por la coalición encabezada por los Estados Unidos y Gran Bretaña acompañada por unos 40 países que en casi un mes de guerras devastaron y destruyeron todo un país, al que saquearon sin miramientos,
especialmente sus museos y tesoros históricos. Nada ha cambiado en la política global del imperialismo que ahora apunta sus cañones contra la República Democrática Popular de Corea, más conocida como Corea del Norte en una escalada bélica que reafirma el pensamiento de Adam Smith sobre la guerra moderna. Espero que sea del agrado de los lectores del blog
"En la guerra moderna, los elevados costos
en armas de fuego dan una clara ventaja a la nación que esté en mejores
condiciones de permitírselas y, por consiguiente, a los pueblos ricos y
civilizados. En la antigüedad, los ricos y civilizados tenían problemas para
defenderse de los pueblos pobres y bárbaros. En los tiempos modernos, los
pueblos pobres y bárbaros tiene dificultades para defenderse de los ricos y
civilizados". (Adam Smith, La riqueza de las naciones, Libro V, Cap. I, 1776)
"Así pues, las
guerras deben ser a veces nuestro destino; y lo mejor que podemos hacer es
evitar la mitad de ellas que se deberían a nuestras tonterías y nuestros actos
injustos; y prepararnos lo mejor que podamos para la otra mitad". (Thomas
Jefferson, Notes sobre el Estado de Virginia).
Los EE.UU y el Reino Unido, es decir, los
imperios criminales de Occidente, se han lanzado a la agresión armada contra
Iraq para provocar un cambio radical y profundo de largo alcance en la
estructura política, económica y militar del Medio Oriente y sus zonas de
influencia conforme a la doctrina esbozada por Jimmy Carter, ya que en esta
región se concentran las mayores reservas del petróleo. El gran objetivo es
dominar y controlar las rutas del petróleo, el cual se ha convertido en la
mercancía más importante del sistema capitalista porque es la que mueve su
economía, abastece la máquina de guerra del imperio y es la que más ganancias
brindan a sus empresas multinacionales. Para el imperialismo, la necesidad del
petróleo se ha convertido en una cuestión de seguridad nacional de primer orden
ya que la mínima posibilidad del cese o la reducción de su suministro es considerada
por el gobierno de los Estados Unidos como una grave amenaza a su existencia.
El desarrollo actual de EE.UU. se orienta hacia
la creación de un poderoso estado militarista promotor de una política exterior
expansionista y que por sus fines y métodos en muy poco se diferencia de los
objetivos geopolíticos de la Alemania nazi. Mientras la dictadura fascista
hitleriana proclamaba el espacio vital en el territorio de Europa Central y
Oriental, la Administración Bush II impulsa a su país y a la OTAN a expandirse
por todo el planeta, tendiente a la formación de un vasto imperio que por la
extensión del territorio que pretende tener bajo su control, dominio y
hegemonía supera al imperio griego, romano, español e inglés en su mayo época de esplendor. Y al comparar
a Bush Jr. con Hitler es para ejemplo de ello son las razones que justificaron
la invasión militar de Irak donde el gobierno de estadounidense se comportó
como Hitler cuando en vísperas del ataque a Polonia en septiembre de 1939 dio
estas órdenes al Alto Mando de la Wehrmacht: "Yo daré el pretexto
propagandístico para iniciar la guerra. No importa si es verosímil o no. Al
vencedor no se le pregunta si dijo la verdad. En el comienzo y conducción de la
guerra lo importante no es el derecho sino la victoria".
Y la mejor manera de entender este peligroso
rumbo del imperialismo consiste en observar la distribución de sus bases
militares en el mundo donde se verifica el fabuloso despliegue bélico de la
mayor potencia imperialista del planeta. En todos los continentes y en todos
los mares se ve el dispositivo de la máquina de guerra del imperio que viene
siendo perfeccionado desde hace 25 años
para movilizarse hasta los rincones más lejanos del globo y hasta el espacio
cósmico mediante el sistema nacional de defensa de misiles.
La dinámica de la
diplomacia de EE.UU. le permite estar en todos lados, elaborar planes para cada
país y el apoyo que reciben sus monopolios transforma a éstos en los árbitros
de la política exterior del gobierno norteamericano y si ésta viene acompañada
con portaaviones, tanques, marines, misiles y armas atómicas las multinacionales
se sentirán más seguras. Porque, al fin y al cabo, esa presencia del Pentágono
en otros estados sirve para garantizar la seguridad de los monopolios en más de cien países.
Estados Unidos sigue manteniendo un
altísimo gasto militar y que comprende una parte preponderante de su
presupuesto total y en lugar de desintegrar la OTAN han logrado su ampliación
con la incorporación de Polonia, Hungría, la República Checa, los países
Bálticos, han integrado a su mecanismo militar a las ex repúblicas soviéticas
de Uzbekistán, Turkmenistán y Tayikistán; se están lanzando a la conquista de
Ucrania para separarla de Rusia, romper a ésta y someterla por separado.
En América Latina han impuesto el
plan Puebla Panamá para tener bajo su égida el tráfico por el mar Caribe y el
control del canal de Panamá; viene aplicando el Plan Colombia para
"vigilar" el negocio del narcotráfico del que ellos son los
principales impulsores y culpables de su existencia. Se multiplican las
amenazas contra Cuba y Venezuela y cuando estos gobiernos con el apoyo de sus
pueblos defienden su integridad territorial e independencia, los salvajes
gobernantes de Washington - utilizando el lenguaje del Libertador José de San
Martín - se creen autorizados para exterminar hasta la raza de los revolucionarios
por esgrimir éstos los derechos que sus gloriosas revoluciones vienen
consiguiendo y son defendidos por un pueblo movilizado y que han sido
refrendados en sendos actos electorales que los EE.UU. no vacilaron en
volcarlos a favor de sus intereses. A Cuba, a Venezuela o a cualquier otro
pueblo que no siga la línea del imperio, EE.UU. - volviendo al pensamiento del
Libertador San Martín - "les hace la guerra sin respetar en nosotros el
sagrado derecho de gentes y no se embarazan en derramar a torrentes la sangre
de los infelices americanos". Con el firme objetivo de destruir los
acuerdos de cooperación e integración económico y social entre las Repúblicas
sudamericanas, fomentan los tratados de libre comercio en forma bilateral con
cada nación por separado creyendo así las burguesías gobernantes que pondrán
tener un futuro mejor para sus países.
Esta estrategia es la que viene aplicando los EE.UU. como medio para
imponer el ALCA a todo el continente.
Estados Unidos ha declarado a
América Latina "zona de sus intereses vitales" para lo cual alienta
la realización de ejercicios militares conjuntos, exige a los gobiernos que se
manifiesten sobre las amenazas a la seguridad hemisférica por el terrorismo
para que adopten los métodos que ellos aplican y quieren que nos embarquemos en
sus aventuras imperialistas participando en sus ejércitos invasores y así
aparecer ante los ojos de la opinión pública como cómplices y partícipes de los
crímenes de lesa humanidad que la soldadesca yanki está cometiendo en el mundo.
Para justificar un gasto militar de
semejante envergadura implica necesariamente encontrar una forma y un lugar
donde poner a prueba los resultados de la inversión armamentista, la eficacia
de los nuevos métodos de destrucción masivos y la capacidad de maniobra de la
política militar y diplomática. A este nivel de abstracción es necesario llegar
para entender que las invasiones y bombardeos estadounidenses a Afganistán e
Irak tras la fachada de los atentados del 11/09/2001, apuntan a todo el globo para
que vean que las aspiraciones imperialistas de Estados Unidos de dominar al
mundo están intactas conforme a la doctrina nuclear preventiva del primer golpe
y que los sueños atómicos de la era reaganiana de destruir a la ex Unión
Soviética han sido volcados para aplastar a los países del Tercer Mundo en los
que abundan recursos energéticos muy importantes e imponerle su voluntad.
Precisamente, la necesidad de tener a su locomotora económica en pleno
funcionamiento mediante el abastecimiento constante, permanente y sin
interrupciones del petróleo ha transformado al estado imperial norteamericano
en una Parecerá temeraria la idea de suponer que por las pérdidas sufridas en
las bolsas a raíz de la crisis de 1997 y 1998 tenga como respuesta la opción
militar por la única potencia capaz de hacerlo. No obstante, no debemos olvidar lo increíble de grande que
es el secreto detrás del cual se esconde el surgimiento de una guerra y tampoco
que nada es casual en política y mucho
menos en el imperio de las altas finanzas. A medida que arreciaban los ataques
a Yugoslavia, la bolsa de Wall Street crecía a ritmos vertiginosos, batiendo
records históricos en el cierre de su índice Dow Jones. Quien no lo ve así es
porque no considera la importancia que tiene el complejo militar-industrial en
la política interna y externa de Estados Unidos, quienes, siempre que se
discute el presupuesto en el Capitolio,
empujan con la venia del Pentágono, a que se eleve la parte militar del mismo.
Entonces vale la pregunta: ¿por qué sucede esto?. Estados Unidos es un país que
cuenta con 1.500.000 efectivos en sus fuerzas armadas (ejército, marina,
aviación y el cuerpo de marines), y
otros 200.000 más de las fuerzas de despliegue rápido, casi 20.000 tanques,
3.600 cazabombarderos, 120 cruceros, destructores y fragatas, 15 portaaviones
diseminados por todos los mares del mundo (y otros 6 de reserva) 40.000 vehículos blindados para el transporte
de tropas, 11.000 cañones, 73 submarinos nucleares de ataque y otros 18 armados
con misiles balísticos. La presencia militar norteamericana se encuentra
desparramada en 900 bases de la armada, 250 del ejército y 214 de la fuerza
aérea, tanto en su propio país, como así también en Guantánamo (Cuba - en
contra de la voluntad del pueblo,
gobierno y constitución de la isla), Islandia, Gran Bretaña, Alemania, Italia,
España, Grecia, Turquía y en las islas de Ascensión, Bahamas, Antillas Menores,
Azores, Reunión, Seychelles, Filipinas, Diego García, Guam, Hawaii, en
Singapur, Corea del Sur y Japón.
Por sus fines y métodos la política exterior de
Estados Unidos en nada se diferencia a los utilizados por la Alemania nazi. Si
tuviésemos que dar una definición del gobierno que dirige los destinos de los
Estados Unidos, podemos utilizar la que Joseph Goebbels dio sobre los métodos
de Stalin cuando en agosto de 1941 escribió en su diario: "Cuando una
pandilla de criminales llega al poder utiliza métodos criminales para poner en
práctica su política".
Al lanzarse a la guerra contra Iraq, Estados
Unidos y Gran Bretaña, es decir, los imperios criminales de Occidente, se creen
autorizados para exterminar a todos los países no que acepten sus políticas y
directivas, amenazándolos con bloqueos y embargos, imponiendo sanciones
unilaterales, pisoteando las leyes internacionales, ejerciendo coacción militar
directa, violando su espacio aéreo y soberanía y cuando estas medidas no
alcanzan para derribar gobiernos, fomentan estúpidos argumentos para
desencadenar la invasión militar.
Detrás del gran pretexto de la supuesta capacidad iraquí para fabricar las armas de
destrucción masivas sean éstas químicas, nucleares y bacteriológicas, está el
deseo de apoderarse de las riquezas y rutas del petróleo. Y lo que se ve no es
solo una guerra entre uno de los principales productores de crudo (Irak) y el
principal importador del mundo (EE.UU) sino que lo que está en juego es quién
tendrá el papel principal en el comercio mundial y quién controlará los
mercados de abastecimientos de materias primas y recursos energéticos. Además
si se trata de hacerle la guerra aquellos países tienen armas de destrucción
masiva deberían atacar a las 12 naciones que tienen programas de desarrollo de
armas nucleares, a las 16 que tienen armas químicas, a las 13 que tienen armas
biológicas o las 36 que poseen misiles balísticos (Ver America at Risk, The
Citizen´s guide to missile defense, by James H. Anderson, Ph.D., The Heritage
Foundation, 1999). Y si no se siente satisfecho que se haga la guerra a sí
mismo, ya que EE.UU. es el primer productor mundial de todas esas armas de
exterminio, posee los mayores arsenales de armas atómicas, la mayor reserva de
armas químicas, bacteriológicas y radiológicas como así también ha encarado
proyectos para la fabricación del arma neutrónica, iniciado durante la
presidencia del pacifista Jimmy Carter cuando el 6 de agosto de 1979 autorizó
los fondos para su producción, es decir, el mismo día del aniversario de la
detonación de la bomba nuclear en Hiroshima.
Gracias a su política armamentista
ha logrado acumular suficiente material con que destruirse, y en ese caso ellos
serían los que morirían, quienes sufrirían las destrucciones y se demostraría
la necesidad de construir un mundo nuevo sobre nuevas bases y que el
hundimiento imperial de los Estados Unidos no arrastre a toda la humanidad a un
cataclismo imprevisible. Se trata, entonces, de que la humanidad no desaparezca
con el fin del imperio norteamericano, sino que sea el imperialismo el que deje
de existir debido a las propias contradicciones insolubles para su mantenimiento
y su sostenimiento. Y si el imperio USA por más fuerte que se sienta o se
parezca cree que puede desafiar las leyes de la historia, evidencia el carácter
aventurero y demencial de sus gobernantes porque deben entender que el suyo es
un imperio que también terminará de la misma forma en que cayeron los grandes
imperios como el griego, romano, persa, español, inglés, francés, alemán, y
japonés. Por lo tanto, el día en que el imperialismo USA desaparezca del orden
geográfico, jurídico y político y su pueblo tome el poder en sus manos,
arrojando al basurero de la historia las salvajes doctrinas de la guerra
preventiva, de la seguridad nacional y la de los intereses vitales, ese día
otro mundo sí será posible.
En esta situación internacional tan
complicada es como debe entenderse la agresión armada de la OTAN a Yugoeslavia
que pone al descubierto cómo recurren a los millones de dólares para su vieja y
nunca olvidada diplomacia imperialista de las cañoneras