DOCUMENTOS SOBRE LA DEUDA EXTERNA III
SUR, CASA DE
ESTUDIOS DEL SOCIALISMO
JUBILEO 2000 PERÚ
LA DISCUSIÓN
SOBRE DEUDA EXTERNA A INICIOS
DEL SIGLO XXI:
UNA REVISIÓN CONCEPTUAL Y PROPOSITIVA
Por: Oscar Ugarteche [1]
Primero:
El
tema de las dificultades con la deuda
externa es tan antiguo como la formación de las repúblicas latinoamericanas. Es
una invitación para estudiar la relación entre políticas económicas y uso del
crédito; corrupción y contratos crediticios; crecimiento macroeconómico y
ahorro externo; y el imperialismo entendido como la interferencia externa sobre
el acontecer en un Estado Nación. Es un
tema que abre horizontes y perspectivas.
El
Capital se expande buscando mercados y sale en forma de créditos a los mercados
emergentes. Aparentemente cuando la
tecnología ofrecida se vuelve obsoleta, se saturan los mercados y se abre la
necesidad de nuevas tecnologías en las economías líderes en simultáneo. Esto
presiona sobre la demanda de crédito dentro de las economías lideres y expresa
un desplazamiento en la demanda de materias primas observándose una baja en sus
cotizaciones y un alza en las tasas de interés en las economías líderes. Este
fenómeno se observa en los cuatro ciclos del crédito estudiados en este
trabajo.
El
primer ciclo corresponde a la independencia y le tocaría al Perú ser un actor
al final del ciclo. Los créditos cesan en 1825 y la Bolsa de Londres sufre de
un colapso alrededor de fines de 1825.
La restauración del crédito será en 1849 para observarse un auge entre 1852 y 1870.
Dificultades con los precios del guano y dificultades en emitir bonos de largo
plazo dan pie a un auge de créditos de corto plazo que finalmente son la
antesala de la cesación de pagos de 1876 al mismo tiempo que se expresa una
crisis en la Bolsa de Londres. Será en 1886 que Mr. Grace viajará al Perú para
ofrecerle al mariscal Cáceres los bonos peruanos a cambio de la entrega de los
ferrocarriles y los derechos de navegación en los ríos y lagos del país. Tomará
cuatro años la decisión y finalmente el gobierno entrante de 1890 es el que firma
el Contrato Grace restableciéndose así el crédito que será esencialmente para
re-equipar a las fuerzas armadas así como desarrollar algunos proyectos de
infraestructura urbana y de irrigaciones en la costa. Será en 1930 cuando la
caída del precio de las materias primas aunando al cese de los créditos induzca
a la consideración sobre una moratoria. Esta no es decidida sino hasta que en
Estados Unidos se establece el año Hoover para los países líderes en junio de
1931. La moratoria durará hasta 1946 en que se llega a un acuerdo
controvertido, incluso ahora, por el que se colocan topes en el servicio de la
deuda en el presupuesto y se ignoran los pagos no efectuados entre el inicio de
la moratoria y el momento del acuerdo en octubre de 1946. El acuerdo no reinstala
el crédito automáticamente sino que restablece las condiciones de inversión
extranjera en el país. El crédito se restablece a mediados de la década del 60
para todos los países latinoamericanos y se observará un auge crediticio desde 1964 hasta 1978 en
que dificultades con los precios de las materias primas y alzas en las tasas de
interés llevaron a un cambio en las políticas crediticias de los bancos y se
trasladaron de los créditos de largo plazo a los de corto plazo, En agosto de
1982 terminaron con el cese de pagos de
México y el Perú entró en moratoria en mayo de 1983 con la banca comercial y en
abril de 1984 con los gobiernos miembros del Club de París.
Lo
que sigue en la década del 90 debería de ser el final del cuarto ciclo y el
inicio del quinto ciclo del crédito. Aparentemente lo que se aprecia a fines
del Siglo XX son los estertores del cuarto ciclo, empero o es un quinto ciclo
muy breve. El cese de pagos de inicios de los años 80 llevó a modificaciones en
las reglas del juego internacionales, Se estableció una emisión de bonos que
llevan como nombre el de su autor, el ex Secretario del Tesoro de Estados
Unidos Nicolás Brady para resolver la deuda impaga con la banca de la década
del 80. Se establecieron los acuerdos definitivos en el Club de París, con
plazos y costos análogos a los bonos Brady y se decidió que la crisis de la
deuda había terminado en 1991. Lo que se constata en el inicio del siglo nuevo
es que la crisis de la deuda terminó para los acreedores pero que los deudores
que se acogieron a los mecanismos señalados con los términos indicados sufren
crecientemente de dificultades ante el alza de las tasas de interés
internacionales y la baja en los precios de las materias instaladas luego de la
llamada “crisis asiática”. (WB, 2000)
Segundo:
El tema de la
deuda externa es recurrente a lo largo de la historia de América Latina y a lo
largo de la peruana. Fue un problema en la Europa de la entreguerras. También
recorre el ancho del mundo y las fuentes del crédito. Está claro, que los
problemas recurrentes tienen las mismas características pero que las soluciones
no son iguales. Las discusiones sostenidas a raíz de la deuda alemana por
reparación de la primera guerra mundial y la deuda interaliada en 1926 llevaron
a modificaciones en las reglas del juego financiero internacional, como por
ejemplo el año Hoover. Con el avance de la historia se han ido inventando
soluciones imaginativas para resolver lo que parecía imposible de remontar,
como fue el acuerdo alemán en Londres en 1953. Han sido las voluntades
políticas aunadas a ingeniosos banqueros y gobernantes los que dieron solución,
cada vez, a lo impensable: la imposibilidad de pagar lo adeudado por razones de
una crisis internacional o porque la carga de la deuda impedía el desarrollo de
la nación. El problema de los países europeos fue la destrucción de su base
productiva por guerras. En los países en desarrollo, la caída en los precios de
las materias primas, el alza de la tasa de interés internacional y el repliegue
de los créditos ha precipitado regularmente una crisis de gran magnitud en los
países en vías de desarrollo o antes a las economías europeas.
Tercero:
En este texto se
presentarán discusiones conceptuales que existen desde 1924 y que fueron
sostenidas por los académicos norteamericanos y europeos de la época, con los
resultados políticos que se explicarán más adelante. Es interesante observar
que no hay ningún argumento nuevo en la década de los años 1980 o 1990 que no
se haya esgrimido en torno al tema de la carga de la deuda como freno al
desarrollo que no fuera explicitado antes. Lo extraordinario es que para los
acreedores entre 1926 y 1931 la preocupación fue Alemania y la deuda
interaliada. Quien introdujo la preocupación fue el Gobierno inglés en 1922 y
fue secundado por el General Pershing quien en 1926 pidió la condonación de la
deuda interaliada abriendo una controversia en Estados Unidos entre las
universidades de Columbia y de Princeton, de un lado, y el Secretario del
Tesoro del otro (Chew, 1927) El tema de la controversia sigue vigente. Más
interesante aun es observar las formas cómo se estimó a raíz de esto la carga
de la deuda y el peso sobre el servicio anual. (Withers, 1931) Las medidas
tomadas frente a Alemania en 1928 son en gran parte resultado de la controversia.(Mendoza,
1930) La suma, naturalmente, es cero. Se le redujo el saldo de la deuda por
reparación de guerra pero se le mantuvo la cuota anual, muy como está haciendo
actualmente el Banco Mundial bajo el esquema HIPC según la evaluación del FMI de
marzo de 1999. Las consecuencias se conocen y son parte de la historia pero
entre 1928 y 1931 se modificó la manera de comprender el fenómeno de la
deflación a partir del traslado de recursos por cobro de deudas pesadas. Al
final, en 1931, los acreedores dejaron de cobrar la deuda y pidieron a todas
las partes que no le cobraran a Alemania la reparación y que no se cobraran
entre sí las deudas, pero era ya tarde, el mundo se había sumido en una
deflación. (HMO Miscellanous No. 19, 1931 y HMO Miscellanous No. 12, 1932) En
estos tiempos del nuevo siglo que se avizora, el texto de Krugman sobre el Retorno
de la economía de la depresión debe ayudar a reflexionar sobre algo que es
mayor y más antiguo que las transacciones comerciales y financieras entre
naciones desiguales, hoy más desiguales que nunca.
Cuarto:
Actualmente la
discusión sobre el ahorro externo no es sobre la racionalidad del uso de los
recursos sino sobre las brechas que se abren en el proceso de desarrollo. La
razón de esto es que hasta la década del 40, hasta el acuerdo de Bretton Woods,
los dos requisitos para considerar un crédito y un acuerdo definitivo en caso
de incumplirse los pagos eran que el gobierno deudor tuviera un excedente
primario de presupuesto y un excedente de balanza comercial idénticos o mayores
al servicio de la deuda. Esto cambió con la creación del Fondo Monetario
Internacional porque se supuso que en tiempos de tormenta, el FMI serviría de
paraguas para capear el temporal, de forma que los déficits externos o presupuestales
eran irrelevantes. Este es un cambio teórico e institucional. De esta manera,
las brechas en lugar de mantenerse relativamente cerradas, o lo más cerradas
posibles, se dejaron abrir. El argumento teórico es que para adelantar la
inversión y acelerar el proceso de desarrollo, era necesario tomar préstamos y
que las brechas externa y fiscal se abren porque el estado invierte en
desarrollo económico, sea en obras de infraestructura o en empresas públicas. A
la postre, estas son rentables y devuelven el préstamo. Los préstamos son
productivos.
Al mismo tiempo, la teoría sufrió un giro en
la década del 70 y se afirmó el supuesto que los banqueros jamás prestarían
para pagar sus propias deudas (esquema Ponzi) La evidencia de la historia
muestra que no sólo prestan para pagar deudas anteriores sino que, dada la
dinámica establecida de no poner límites a las brechas externa y fiscal, no
tienen más remedio que hacerlo. Esto lleva a un razonamiento popularmente
escuchado que es que los países “no quiebran” y que la dinámica razonable es
“tomar prestado para pagar un préstamo”.
Quinto:
El riesgo
crediticio que esto plantea es anulado por la asimilación de las perdidas por
los gobiernos acreedores y deudor respectivamente. Es decir, los acreedores
internacionales prestan porque saben que
serán rescatados en el peor de los casos, si el riesgo se materializa. La
historia así lo demuestra. Es decir, el daño moral (moral hazard) está presente. Esto deja el márgen de riesgo cobrado
sobre la tasa de interés como una renta para el acreedor quien nunca asume el
riesgo ni su costo. Es una interrogante el porqué la teoróa contemporánea asume
la racionalidad crediticia cuando se sabe que los bancos siempre son rescatados
si se encuentran en dificultades. Para asegurarse que los riesgos no fueran
grandes se creó la figura del controlador financiero internacional desde
el siglo XIX. Inicialmente eran los gobiernos inglés y francés y el modo
era directamente dentro del país deudor
administrando sus ingresos aduanales y sus impuestos. Esto se hacía luego de
una breve intervención militar para controlar los puertos. Esta figura
desapareció por acuerdo internacional en 1933 ratificado en 1936. El FMI fue
diseñado en 1934 para reemplazar a los gobiernos en este fin. No se precisa desde
los años 40 del siglo XX intervenir militarmente los puertos. Después de
Bretton Woods, ante dificultades, el deudor pide la ayuda y el FMI cumple con
el servicio. Lo extraordinario es por qué si el FMI fue diseñado con el fin de
servir de interventor y está sentado dentro de los bancos centrales de todos
los gobiernos deudores con el deber de advertir que existen dificultades, no lo
hace. Sirve como cobrador de créditos soberanos y organiza de mejor forma la
recaudación aduanera y fiscal en el Estado deudor, pero no cumple el papel de controlador
financiero internacional que debe advertir a la comunidad nacional e
internacional que algo anda mal dentro de una economía. Es decir, es una institución pública a la que
los contribuyentes de los Estados líderes pagan salarios altos para alertar a
la comunidad financiera internacional sobre posible problemas dentro de una
economía pero no lo hace. En los casos de las grandes crisis de la década del
90 del siglo XX, el FMI permaneció mudo sabiendo que había una crisis en
marcha. En el caso peruano, sabía que el dictador había gastado 5% del PBI en
la campaña el electoral del año 2000 en el pripmer semestre del año 2000 pero
permaneció en silencio. Algunos sostienen que no reaccionan porque si lo
hicieran y advirtieran a la comunidad internacional que hay una crisis en
ciernes, se precipitaría la misma y
sería una profecía autocumplida. El no hacerlo, sin embargo, enfrenta a los
gobiernos de los acreedores finalmente a asumir los costos de las crisis
inicialmente y a trasladarlos a los gobiernos deudores en última instancia.
Esto se hace para evitar que los acreedores pierdan. En lugar de ser parte de
la racionalidad de un sistema que da estabilidad económica mundial parece ser
un organismo que vela por las utilidades de los acreedores y no lo hace muy
eficientemente. Para el gobierno deudor la falta de advertencia tiene un costo
alto y para la población, un costo inaceptable. Esto se apreció en México,
Corea del Sur, Tailandia, Indonesia, Brasil, Rusia, Argentina y algunos otros
países en la década del 90.
La brecha de recursos y la brecha de
moneda extranjera
A lo largo del
pensamiento económico, el papel del ahorro externo ha sido discutido y
planteado numerosas veces. En la contabilidad nacional, como se sabe, la
definición más básica es que el ahorro externo es el complemento del ahorro
interno para sostener una tasa de inversión. La tasa de inversión se define
como el acervo de nuevo capital provisto a la economía nacional en un momento
dado. Visto desde el punto de vista de balanza de pagos, ahorro externo es lo
que se requiere para financiar la diferencia entre los desequilibrios de
comercio y los desequilibrios de capital externo. Es decir es lo requerido para
financiar el déficit en la balanza de pagos sin modificar el nivel de reservas
internacionales. El déficit en cuenta
corriente es igual al incremento de la
deuda externa. (ver apéndice 1)
El análisis neoclásico
Esto es elaborado
por Blanchard y Fischer (1992) donde se
incorpora la función de consumo en una economía cerrada. Lo que se supone es
que nadie toma prestado para pagar deudas anteriores (esquema No Ponzi[2]) y que
una familia tomará prestado lo suficiente para mantener un nivel de consumo tal
que la utilidad marginal del consumo sea cero (o un nivel infinito de consumo
si la utilidad marginal es siempre positiva) y permitir que las restricciones
presupuestarias dinámicas determinen la conducta dinámica del consumidor a. (Blanchard y Fischer, 1992: 49) Esto
lleva a niveles crecientes de endeudamiento lo que no es razonable. Por lo
tanto se asume como una condición natural que la tasa de endeudamiento de la
familia no crecerá más que la tasa de interés. Esto se conoce como una
condición de juego No Ponzi. (Blanchard y Fischer, 1992: 49)
El papel del
Gobierno en este cuerpo teórico parte del principio que el gasto público se
determina de manera exógena y que el financiamiento del gasto es través de la
tributación y de los préstamos. El nivel de consumo por habitante se reduce por
el nivel de tributación por habitante. (Blanchard y Fischer: 53) En estado de
equilibrio estático, el gasto público hace un crowding out del consumo privado pero no tiene ningún impacto en el
acervo de capital. Si la economía está equilibrada para comenzar, el cambio en
el gasto de gobierno se verá reflejado de manera instantánea en el consumo sin
efectos dinámicos sobre la acumulación de capital. Sí la economía no está en
equilibrio, el efecto transitorio sobre el consumo dependerá de las
características de la función de la felicidad. (ver apéndice 2) Según estas
consideraciones el país tomará prestado hasta que la utilidad marginal del
consumo sea cero y luego tomará prestado en exceso para el pago de intereses
sobre su deuda. “Es poco probable que los acreedores estuvieran dispuestos a
seguirle prestando a un país si el único medio de seguir pagando la deuda anterior es tomar nuevos préstamos”. (60)
Definiciones y
supuestos desde la teoría monetaria sostienen que los bonos externos sirven
para estabilizar el tipo de cambio al incrementar la oferta monetaria en
momentos de disturbio en la oferta domestica. Se parte del supuesto que el
tomador de créditos es privado y que la suma de tomadores de créditos privados,
en momentos de disturbios monetarios internos que aumentan la tasa de interés
tomará créditos del exterior y así lograran aumentar la oferta crediticia
interna bajando por tanto la tasa de interés. (Turnovsky and Eaton, 1982) Es
decir, cualquier agente económico puede tomar prestado en cualquier mercado y
arbitrar el tipo de cambio como la tasa de interés. El crédito externo por lo
tanto sirve para determinar el tipo de cambio.
Se va a apreciar que en la historia, de la evidencia obtenida, el esquema
Ponzi sí está vigente; que los agentes económicos no pueden arbitrar porque los
mercados se abren y cierran por razones ajenas al deudor y que la tasa de
inversión no está vinculada necesariamente al uso del crédito externo. El
crédito externo tiene tres fuentes: el mercado internacional de capitales, los
gobiernos, y las instituciones financieras internacionales (IFI’s).
Adicionalmente existe la inversión extranjera directa.
Ciclos de
crédito, refinanciaciones y ceses de pago
Suter (1992) propone a partir de su estudio de doscientos años de uso del
crédito que el estado natural de las cosas son los estados de cesaciones de
pagos (defaults) y que lo extraordinario es lo inverso.
El resultado más común de los préstamos externos ha sido la bancarrota
nacional que ha durado años y a veces décadas. Esto es cierto tanto para los
países de la periferia europea (como Grecia, Portugal, España y los Balcanes)
como para casi todos los Estados de América Latina y los asiáticos
independientes en el siglo XIX o XX, como el Imperio Otomano, la China o
Liberia. (Suter, 1)
Del universo de países de su estudio que va de 1820 a 1988, 130 casos de
cesaciones de pagos son observados, lo cual indica que lo que se observa para
el Perú es cierto para el universo mostrado por Suter. Él separa los ciclos del crédito en tres
partes. 1. La expansión del crédito externo. 2. El surgimiento de la crisis de
pagos. 3. La negociación de los acuerdos definitivos entre países deudores y
sus acreedores. Ubica igualmente cuatro ciclos del crédito desde 1800 hasta la
década de los ochenta de este siglo. El número de países en cesación de pagos
por ciclo con relación al total e países soberanos es de 29% (1820´s), 37% (1870´s), 40% (1930´s) y
27% (1980´s). (Suter, 2)
Antes de la primera guerra, dice, los gobiernos cesaban los pagos sobre sus
bonos soberanos. Como resultado de estos actos unilaterales, el flujo de
créditos cesaba porque los acreedores
frenaban a su vez el otorgamiento de nuevos préstamos. Los acuerdos definitivos
se lograban luego de periodos largos de negociaciones. Después de la segunda
guerra mundial estos problemas se postergaron al crearse los mecanismos
multilaterales de refinanciación. A través de estos los gobiernos tienen
alivios temporales inmediatos al
reestructurar los vencimientos. Como las refinanciaciones podían llevarse a
cabo antes de las cesaciones de pagos, el flujo de créditos no cesó, dice
Suter. Propone que los ciclos del crédito llegan a la cesación de pagos cuando
el crecimiento del ciclo de Kondratieff
llega al estancamiento. (Suter, 4). La evidencia de América Latina, sin embargo
indica que en la década de 1980, hay una reversión en los flujos de capitales y
que el incremento de la deuda es resultado de la capitalización de intereses,
lo cual no podría ser considerado de ninguna manera como el mantenimiento de los
flujos de crédito, aunque es cierto que se mantuvieron muy recortadas algunas
líneas de comercio de corto plazo y eventualmente los organismos público
multilaterales otorgaron algunos créditos, centralmente de ajuste estructural
en la segunda mitad de dicha década. Se cerraron los flujos de crédito de largo
plazo de la banca comercial internacional y los flujos totales se volvieron
negativos. No se congelaron.
A pesar de las recurrencias periódicas de los ciclos, cada uno tiene
características específicas. Durante la primera mitad del siglo XIX, la
duración de la crisis de la deuda parece ser mayor que en la segunda mitad.
Después de la segunda guerra mundial, el sistema financiero internacional
pareció estar más resistente a una
crisis de deuda por la introducción de
mecanismos de refinanciación multilaterales – es decir de los varios
subconjuntos de acreedores: proveedores, bancos privados y gobiernos –. Al
igual que otros (Marichal, 1989; Ugarteche, 1989) sostiene que los ciclos de
créditos individuales están vinculados al auge y caída de los poderes
hegemónicos.
El Cese de Pagos
Hay dos escuelas
teóricas sobre los ceses de pagos. La escuela de los deudores y la de los
acreedores. “Los gobiernos no quiebran”
fue el argumento que se usó en la década de 1970 para restaurar
plenamente los flujos crediticios cerrados en América Latina desde 1930. La
cuestión de la quiebra está directamente relacionada a la ejecución de
garantías. Frente a una quiebra comercial, el o los acreedores embargan los
bienes de la empresa y proceden a venderlas hasta cubrir las acreencias. Este
es un proceso normal de quiebra.
Algunos de los
clásicos de la escuela de los deudores afirman que cuando el crédito es soberano, no existe más
garantía que el honor del estado soberano. A esto se le conoce como la Doctrina
Drago, por el Ministro de Relaciones exteriores argentino Luis Drago. En 1907
Drago dijo que los préstamos nacionales implican un contrato que crean
obligaciones sobre el estado que toma prestado.
Sin embargo, que no sólo los
contratos crean obligaciones y que en todo caso son contratos especiales con
signos diferenciales bien marcados dentro de ellos y que están en una categoría
por sí mismas. (The Proceedings of the
Hague Peace Conferences, The Conference of 1907 citado en Borchard, 1951:
5) Hugo en 1819 (Borchard: 5) afirmó que una quiebra nacional no es ilegal y la
determinación de si es inmoral o poco sabia depende de las circunstancias. No
se le puede pedir a la generación actual, dice, que pago por el despilfarro y
poco seso de la generación anterior porque de otro modo el país terminaría
siendo inhabitable por la masa de su deuda pública. Zachariae en 1830 afirmó
que el Estado podría reducir sus deudas o repudiarlas enteramente, si es que ya
no está en condiciones de obtener fondos para pagar los intereses y el
principal de la deuda pública sin afectar el gasto corriente. (Borchard: 5). Un
gobierno tiene una función más importante que el pago de sus deudas, cual es
mantener con vida a sus ciudadanos, y los acreedores deben ser dejados de lado
cuando no hay alternativa. Distingue entre acreedores voluntarios e
involuntarios. Dice “sólo bajo fuerza
mayor se puede considerar al Estado como intitulado a desconocer los pagos
a los acreedores involuntarios. (Borchard: 5) K. Von Bar en 1889 afirmó que el
estado tiene el beneficium competentiae en el sentido más amplio y debe primero
preservarse a sí mismo y luego con los pagos de sus deudas. (Borchard: 6) Politis en 1894 afirmó que la contratación de
una deuda por el Estado constituye un acto político que el Estado concluye en su capacidad soberana como un poder
público en el nombre y el interés del pueblo. (Borchard: 6) En el juicio sobre
la deuda de Egipto en París, (Negrotto v.
Gobierno Egipcio, Gazette des Tribunales Mixtes, XXVI, 121 en Borchard: 7)
se resolvió que las cortes mixtas no tienen jurisdicción en asuntos de deuda
pública si el acto de emitir los bonos se considera un acto soberano o si la
decisión de las autoridades egipcias de violar el contrato de crédito se puede
considerar un actor soberano. Préstamos nacionales emitidos en Francia por un
gobierno extranjero son actos políticos de soberanía que involucran la
inmunidad de los gobiernos prestamistas de juicios en el país del prestatario.
(Borchard: 7)
Las teorías de
los acreedores giran en torno al principio que cuando el estado contrata un
préstamo, tácitamente renuncia a su soberanía y se somete voluntariamente a a las
reglas del derecho privado. En los hechos, todos los contratos firmados por el
estado sean con las IFIs o con la banca comercial están al amparo del derecho privado
y de las cortes federal americana, o corte de Londres dependiendo del origen
del acreedor. Ocasionalmente de las cortes de París. Es decir, los Estados
renuncian a su soberanía y se someten a la jurisdicción del acreedor privado,
sea este efectivamente privado u organismo multilateral de crédito. Borchard
(8) afirma que no es evidente que cuando el Estado contrata un préstamo
renuncia a su soberanía y jurisdicción y que esa afirmación es gratuita y sin
evidencia. Ante un cese de pagos, el tenedor de bonos afectado por el impago
podrá someterse al derecho internacional público para protegerse de mala fe, o
discriminación por nacionalidad. (9) Los de la escuela de los derechos de los
acreedores afirman que frente a una quiebra (cese de pagos del estado) el
acreedor no es una víctima indefensa del acto soberano sino que tiene derechos
al arbitraje de sus créditos según la ley.
Thol escribió en
1879 que la circunstancia que el deudor sea un Estado no afecta legalmente el crédito, más allá de las excepciones
planteadas por el derecho positivo. Son obligaciones de carácter privado
(Borchard: 9) Cosack sostuvo en 1900 que el bono al cambiar de mano del Estado
al acreedor convierte a éste en el tenedor de un bono al portador. Frente a eso
el deudor no tiene defensa. Freund escribió en 1907 que las relaciones legales
entre el estado e individuos privados son de carácter de derecho privado. El
estado actúa, afirmó, en su capacidad empresarial, no en el ejercicio del poder
público como cuando cobra impuestos. (Borchard: 9) Esta visión la suscriben
Ruff, 1912; Guggenheim, 1925; Sack, 1927; Von Daehne, 1907; y la aplica la Corte federal Suiza en 1936 en
el caso de los tenedores de bonos alemanes contra el gobierno alemán (Borchard:
11) Un antecedente de este principio sostenido por Pflug en 1898 se usó para el
caso del Tribunal Arbitral Franco Chileno en 1901. Fue la decisión del tribunal
de El Cairo en 1925 en referencia al caso mencionado. Lewandowski en su clásico
De
la protection des capitaux empruntés en France (Paris, 1898) afirmó que
un préstamo público es un contrato privado. Que cuando un Estado va a tomar un
préstamo se deshace de sus derechos
soberanos y entra en el campo de las operaciones privadas, sujetándose al
derecho contractual. Concede que en las quiebras estatales, si el estado Deudor
actuó de mala fe, el acreedor puede hacer muy poco y por lo tanto es únicamente
la obligación moral del deudor. (Lewandowski: 27, 32-33)
Ha prevalecido la
escuela de los acreedores durante el siglo XX aunque se mantiene que cuando un
Estado cesa pagos es muy difícil hacerlo cumplir legalmente las obligaciones.
En algunos casos se ha usado la fuerza militar y recientemente, en la última
parte del siglo XX, la coacción.
El repudio de la deuda: el extremo
del cese de pagos
Si la decisión
unilateral de los acreedores de suspender cobranzas es una manera de resolver
impasses generados por problemas ajenos al gobierno deudor, el desconocimiento
de deudas existentes de manera unilateral por el gobierno deudor es una manera
de afirmar que considera que los créditos existentes son ilegítimos. Sea que
fueran utilizados para matar al pueblo (Adams, 1991) que estuvieron teñidos de
corrupción, o que pertenecen a un régimen político anterior y que los recursos
no permanecieron en el país.
Los ejemplos de
desconocimiento de deudas son escasos pero contundentes. Por ejemplo, Benito
Juárez de México en 1867 no reconoció el crédito contratado en 1865 por el Emperador Maximiliano de la
Societé Genérale de París para cubrir los
costos del ejercito de ocupación francés en México. Dice Marichal
“siendo consideradas totalmente fraudulentas dado que Napoleón III utilizó el dinero
proveniente de los préstamos parea financiar la invasión y ocupación de
México”.[3] Un segundo ejemplo clásico es la declaración de deuda odiosa que hace el
gobierno de Cuba después de 1898 en referencia a un préstamo que desconoció con
el argumento que dichos recursos habían
sido utilizados para comprar armas y hacerle la guerra al pueblo de Cuba
durante la guerra de la independencia. En ambos casos hay escenarios de guerra
y nuevos regímenes políticos que heredan los contratos de crédito tomado por el
régimen anterior para asegurarse en el poder. Los recursos en ambos casos
fueron utilizados para dominar a la población del país que queda como deudora
en el nuevo régimen.
El tercer caso de
desconocimiento de deudas es la expropiación que hace el gobierno de las la
Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas en el decreto del 21 de enero de
1918 cuando dicen que “Incondicionalmente, y sin excepciones, todos los
préstamos internacionales están anulados”.[4] Esto se vincula sobre todo a las
deudas contraídas para la realización de
la primera Guerra Mundial y que fueron contratadas en París, Londres y Nueva
York así como a la deuda intergubernamental con el gobierno de los Estados
Unidos. Los argumentos comprendidos en este caso fueron dos: primero,
ideológicamente el Partido Comunista era pacifista y había estado en contra de
la guerra mundial. Segundo, reconocer la deuda del pasado era reconocer la
continuidad con el pasado (casi una deuda con el pasado). El desconocimiento de
la deuda es la expropiación del crédito de los poderes imperiales franceses e
ingleses y al mismo tiempo el rompimiento con el pasado. Esa fue la medida
tomada por Lenin y recién revertida en 1990.
Finalmente existe
la mayor de todas en volumen y en grados de conflicto: el desconocimiento de la
deuda de los Estados Confederados de los Estados Unidos de América. Esta es la
menos citada y estudiada pero es vital para comprender los mecanismos del
desconocimiento de las deudas. Es importante porque además viola los artículos
I y XIV de la Constitución de Estados Unidos misma y por lo tanto muestra el
doble rasero del Gobierno americano en este campo.
Nombre
del Estado
|
Descripción de
la Deuda
|
Monto
aproximado
en cese de pagos (US$)
|
Alabama
Arkansas
Florida
Georgia
Louisiana
Mississippi
Carolina del Norte
Carolina del Sur
Total
|
Garantías para
ferrocarriles, etc
Garantías para
ferrocarriles, etc
Bonos emitidos para
establecer bancos y Garantías para ferrocarriles, etc
Garantías para
ferrocarriles, etc
Baby bonds, Garantías
para ferrocarriles, y certificados de reclamos bajo el Acuerdo de 1874.
Bonos del Planter’s
Bank 1831-33, US$ 2,000,000
Bonos del Union Bank
1838 US$ 5,000,000
Bonos de impuestos
especiales y garantías de ferrocarril.
Bonos de conversión
|
13,000,000
8,700,000
8,000,000
13,500,000
7,000,000
13,000,000
6,000,000
75,200,000
|
Fuente: Corporation
of Foreign Bondholders , 1911, p. 395
Nota: Los bonos
señalados no incluyen los bonos de guerra o Bonos Confederados. Los intereses
adeudados en cada caso que están en el vecindario de 6% anual no están
computados. Los pagos de las deudas fueron cesadas entre 1860 (inicio de la
Guerra Civil) y 1890 (cuando se establece la reforma constitucional de USA para
incorporar a los Estados Confederados y los del Oeste quitados de México)
La interrogante
es porque se desconocen estos. La evidencia histórica muestra que los bonos de
Estados Unidos no ingresan a los registros de la Corporación de Tenedores de
Bonos y que recién en 1904 aparecen las primeras noticias de estos impagos. En
1911 se hace por primera vez un detalle de uno de los bonos, del Estado de
Mississippi y que se toma como un caso para ver la causa del desconocimiento de
la deuda. Esto es importante porque muestra el doble rasero sobre créditos
internacionales. Depende de quien sea el deudor que el discurso y la reacción
se modifica:
La deuda se
generó con la emisión de bonos para la creación del Planter’s Bank (Banco de
los Hacendados) en 1830, con dos emisiones de bonos por 2 millones de dólares
en total. El Estado hizo la emisión de bonos y por tanto se convirtió en
accionista del banco por ese momento. Eran bonos al 6% pagaderos
semestralmente. Se pagó intereses hasta enero de 1840. Por una ley, en 1939 se
transfirieron las acciones del banco a la Compañía Ferrocarrilera de
Mississippi. Con una provisión en el libro de actas que las acciones del Estado
en dicha compañía y todas las acciones de los inversionistas privados deberían estar comprometidos en pagar los
bonos del Estado emitidos a cuenta del banco. En 1842 una ley autorizó al
gobernador a tomar posesión del ferrocarril y todos sus activos y enjuiciar a
la Compañía si el traspaso era rechazado. Dos años más tarde, se emitió una ley
para permitir el litigio contra el banco y la Compañía de Ferrocarriles. No
hubo resultados y recién en 1858 y 1859, muy poco antes del inicio de la guerra
de secesión, se efectuaron dos pagos. La validez de los bonos y la obligación
del Estado de cubrir los pagos no fue jamás puesto en juego. Sin embargo, en
1852, una ley del Estado permitió un referéndum y cada votante pudo responder a
la pregunta de sí estaba en disposición
de pagar con un impuesto directo los
bonos del Planter’s Bank. El referendum tuvo lugar en las elecciones
presidenciales de 1852 y una mayoría de
los electores votó en contra. La gran mayoría de los electores no sabía nada
sobre el monto de los bonos, las circunstancias alrededor de su emisión, o el
tamaño del impuesto que recaería sobre cada uno para el pago de estos bonos.[6] En 1859, el gobernador recomendó a su poder legislativo que se creara una
provisión para el pago de los bonos del Planter’s Bank sin embargo su mensaje
fue enviado a una comisión y la mayoría votó en contra de la recomendación del
Gobernador, a pesar que se habían efectuado dos pagos recientemente. Después de
la guerra civil, en 1875 una enmienda a la constitución fue propuesta y
aprobada por la población en las urnas electorales y modificada la constitución
en 1876 con una cláusula donde se
prohibe específicamente el pago de los bonos del Planter’s Bank y del Union
Bank. Esta reforma constitucional del Estado fue convertida en parte de la
reforma constitucional federal de 1890. [7]
En 1927, a
solicitud del gobierno británico, en la Conferencia para la codificación del
derecho internacional de la Liga de las Naciones (League of Nations, 1929) se
acordó que:
el Estado Federal es
responsable por la conducta de sus estados separados, no sólo si son contrarios
a sus propias obligaciones, sino si es contrario a a las obligaciones
internacionales de esos mismos estados.
Del mismo modo, el
Estado protector, es responsable por la conducta del estado protegido en la
medida en que este último es capaz de cumplir con sus obligaciones, y en la
medida que representa al estado protegido ante un tercer Estado (CFB, 1930:39)
En 1930, hubo dos
hechos salientes en el tema de la deuda repudiada: Primero, la propuesta de
Lord Redesdale en la Cámara de los Lores, el 12 de marzo de 1930,[8] para efectuar un canje entre las deudas tenidas por Estados Confederados
de Estados Unidos en la Bolsa de Londres contra deudas tenidas por el Gobierno
Británico con Estados Unidos derivadas de la primera guerra mundial (deudas
ínter aliadas). Segundo, el 13 de marzo de 1930, la Conferencia por la
Codificación del Derecho Internacional, en la que estaba Estados Unidos
representada, se reunió para discutir los temas del repudio de las deudas
externas y la responsabilidad federal por los actos de los estados que lo
componen. (existía una cierta preocupación por las deudas externas de los
estados de Brasil) Lord Ponsonby en la
Cámara de los Lores expresó su indignación que desde 1843 se había tratado de
entablar un diálogo con el gobierno de Estados Unidos y que la postura de dicho
país era que no asumía las obligaciones contraídas por los estados
individualmente, que no tenía el poder para obligar a Estados específicos a
pagar y que no había sido posible tener los listados de los tenedores de bonos
de estas obligaciones. “Ellos (el gobierno de Su Majestad Británica) le han
expresado (al Gobierno de Estados Unidos)
que debería ser la preocupación del Gobierno Nacional (de los Estados
Unidos) asegurar el cumplimiento por los estados protegidos o federados, de lo que
se conoce como la “cláusula contractual” de la Constitución Nacional (Artículo
I, sección 10), que prohibe a ningún Estado pasar leyes que limiten el
cumplimiento de contratos; y del artículo XIV, sección 1, que le prohibe a
ningún Estado quitarle a una persona su propiedad sin un juicio previo.” (CFB,
1930: 38) Lo más saltante es que el
Gobierno de Washington nunca reaccionó frente a las demandas y antes bien,
bloqueó las iniciativas para crear un tribunal internacional de arbitraje donde
se ventilaría este caso al amparo de la Liga de las Naciones. Fueron los
representantes de los Estados del Sur de Estados Unidos los que vetaron dicha
iniciativa. (CFB, 1930: 42) No hubo represalias.
Las deudas
repudiadas son, entonces de carácter “odioso” (Adams, 1991), en referencia a
las armas financiadas por los créditos para mantener el status quo en Cuba antes de la independencia de 1898, o pertenecen
al régimen depuesto y se alega que no tenía el anterior gobierno la potestad de
incurrir en dichos préstamos. Este es el caso del repudio por el gobierno de
Benito Juárez en México, 1867, de la deuda contraída por Maximiliano durante el
Imperio; y los créditos de Huerta de 1913 desconocidos por el gobierno de la
Revolución Mexicana en la negociación de 1922 (Borchard: 129) En el caso de la
deuda Mississippi, o de los otros Estados Confederados, el repudio ocurrió
antes del cambio de régimen (referéndum de 1856) y el nuevo régimen
sencillamente asimila decisiones previas (en la reforma constitucional del
Estado en 1876), a la constitución nacional (en la reforma constitucional
federal de 1890). Borchard propone que en estos casos que la causa es “que el
préstamo no se contrató de acuerdo a la ley, el defecto incluyendo la falta de
autoridad legal de los funcionarios que pretendieron representar al Estado”. (129
y nota 16) El caso es similar para los otros estados confederados sindicados en
el cuadro.
En la segunda
mitad del siglo XX únicamente Cuba ha desconocido las deudas mayormente
interbancarias existentes al 1 de enero de 1959 cuando la revolución cubana
depuso al dictador Batista. El caso de Nicaragua en 1979 revela la nueva visión
sostenida en el plano político. Se reconocieron todas la deuda anteriores
contratadas por el régimen de Somoza y se hizo un estudio sobre la corrupción
demostrándose que existió un banco de inversión que sirvió de intermediario
para los créditos internacibnales entre el gobierno de Somoza y la banca
privada y que dicho banco era de propiedad de Somoza. No obstante esta
evidencia, el gobierno Sandinista optó por renegociar la deuda y no pagar el
acuerdo nuevo. En términos políticos un juicio hubiera sido más trascendental
por el precedente que se hubiera establecido pero la apreciación del gobierno
de la época fue que más importante era no alterar las relaciones y en lugar, no
pagar sencillamente lo pactado.
Nicaragua es importante porque la ley anti-corrupción de Estados Unidos
se promulgó en 1977 y se pasó ante la evidencia que la empresa de aviones
Boeing había pagado a dos jefes de Estado o sus conyugues para que no obstaculizaran
una venta de aviones. Fueron el Príncipe Bernardo de Holanda y el Primer
Ministro del Japón. Boeing fue multada y ambas transacciones fueron anuladas.
Esto estableció el precedente que un crédito teñido de corrupción es un crédito
nulo. No obstante, ninguno de los gobiernos europeos tiene una ley similar ni
tampoco el gobierno japonés, conocido por su corrupción. Antes bien, las
comisiones de ventas son libres de impuestos mientras al mismo tiempo el que
recibe la comisión es “corrupto”.
Elementos nuevos
Después de
Bretton Woods en 1944, los mecanismos de créditos internacional sufrieron una
modificación sustancial. Sí bien durante la primera guerra mundial se
estableció el mecanismo de los créditos de gobierno a gobierno como adicional
al usual de los préstamos gubernamentales a través de emisiones de bonos con
garantías físicas, luego de Bretton Woods se establece el concepto de los
créditos soberanos, es decir sin más garantías que la existencia del Estado que
toma el préstamo. Se establecen igualmente nuevos organismos crediticios con
finalidades claras: el Fondo Monetario Internacional tenía como fin estabilizar
la economía mundial para que no se repitiera la ocurrencia de 1930 de
estampidas de una moneda a otra y corridas de bancos en virtualmente todas las
economías líderes. Préstamos de balanza de corto plazo deberían resolver
presiones devaluatorias y consecuentemente presiones sobre los bancos
nacionales en situaciones críticas. De otro lado, se estableció un Banco
Internacional para la Reconstrucción y el Fomento (de Europa y del Japón) que
al terminar de reconstruir dichas zonas y promocionar actividades económicas
incursionó en las economías en desarrollo. De este modo el cuarto ciclo de
crédito a diferencia de los tres ciclos anteriores tuvo varios agentes.
El Fondo
Monetario vino a reemplazar de forma novedosa el concepto de controlador
financiero internacional antes cumplido directamente por gobiernos acreedores
con la ayuda de sus ejércitos, como en Egipto, Turquía, Nicaragua, Santo
Domingo, etc. Lo extraordinario es que estando el FMI en todos los bancos
centrales e los países miembros que tiene convenios con ellos, no advierten al
público ni a los gobiernos sobre los incumplimientos. Así, por ejemplo, se
produjo una crisis en Tailandia en 1997 y fue una sorpresa, otra en Indonesia
en 1997 y también fue sorpresa, una en México en 1994 y otra en Brasil en 1998,
todas inadvertidas no obstante que el controlador está sentado dentro de lo
Bancos Centrales. ¿Qué controla?
Los organismos multilaterales
con el paso del tiempo trasladaron sus créditos de project based a policy based
y a partir de mediados de los años de 1980 iniciaron campañas crediticias dónde
la “corrección” de las políticas es lo importante. Por “corrección” se entiende
que el gobierno que toma el préstamo hace lo que el banco le pide/exige. De
modo similar, a fines de la década de los años 1970 el Club de París puso como
condición previa para renegociar con los gobiernos que tuvieran acuerdos con el
Fondo Monetario. Todo esto configuró un mundo dónde los gobiernos deudores
deben cumplir con las condiciones impuestas con los acreedores en términos de
política económica pero también de privatizaciones, manejo de la deuda,
eliminación de subsidios y cobro de los servicios de salud y educación de forma
casi universal, cediéndose así la capacidad de gobierno del espacio nacional al
espacio multilateral. Finalmente, no importa quien o qué partido político
gobierne, todos hacen lo mismo en el plano económico al margen de sus discursos.
Este pos imperialismo sé adecua a las demandas del capital transnacional y ata
a los gobiernos de los países en desarrollo, creando o alimentando crisis de
representatividad.
Más aún, las
condiciones o condicionalidades cambiaron de esencia en 1944 cuando el concepto
antes existente para llegar a un acuerdo definitivo de crédito impago era preciso que el deudor tuviera un
superávit comercial y fiscal. Esto se transformó en que para pagar las deudas
no importaba tener superávits fiscal o comercial porque el FMI prestaría los
recursos para cubrir la brecha externa en caso necesario. Es decir el esquema
Ponzi es posible y es fomentado aunque la teoría económica diga lo contrario.
Estos asesores
económicos que ponen condiciones son acreedores además creándose un conflicto
de intereses que es solo posible en banca dentro de Alemania. En el resto del
mundo no puede haber relación entre los asesores de una empresa o país y sus
acreedores porque se pierde la distancia y existe un conflicto de interés claramente.
Las Propuestas sobre el tapete
A raíz del
llamado del Papa al año jubilar en el año 2000, distintas organizaciones han
actuado y tomado de distinto modo el tema de deuda. Lo más saltante es que en
la década del 80 a nadfie le uinterresaba el tema más allá de los expertos y
los políticvos dfe izquierda ed América latina y Africa. Entonces, cuando el
tema era vigente por la existencia de una crisis internacional que se expresó
en América Latina como una suspensión de los créditos –excepción hecha de Nicaragua
que logró multiplicar por 8 su nivel total de endeudamiento entre 1980 y 1989–
hubo dos posturas oficiales de no pagar la deuda sostenida por Fidel Castro en
una conferencia en la habana en julio de 1985 y de pagar el 10% de las
exportaciones declarado por Alan García en julio de 1985 igualmente en la toma
de mando del gobierno peruano. Hubo un
esfuerzo de reunión para formar un Club de Deudores auspiciado por el Grupo de
Río que fue baloteado por los gobiernos de Mexico, Brasil y Colombia por la
presión norteamericana. Entonces, los gobiernos latinoamericanos se enfrentaron
a la caída de los precios de las materias primas, alzas en las tasas de interés
de Estados Unidos a niveles históricamente inexistentes (21%), y el cierre de
los créditos voluntarios. No obstante, con la excepción mencionada, la deuda al
final de la década del 80 era el doble de lo que fue en 1980 únicamente por la
capitalización de intereses impagos. La excepción debe ser tenida en cuenta
porque sirve para contrastar cómo si hay interés en apoyar al algún gobierno,
no obstante los problemas económicos internacionales, dicho gobierno recibe
apoyo. En ese momento a nadie en Europa le interesaba el tema y no era capaz de
movilizar a ninguna organización política del G7. Ni a los más radicales de
entonces.
El tema jubilar
extraordinariamente reabrió el viejo y aburrido tema que estaba cerrado y
considerado como resuelto por los organismos financieros internacionales desde
1991. Aparecieron desde la campaña para la anulación de la deuda del Tercer
Mundo con sede en Bruselas y organizaciones en diversos países del mundo,
pasando por la Coalición Jubileo 2000 y Jubileo Sur. Surgieron reuniones en
Europa sobre todo, pero en estados Unidos igualmente donde se cuestionaron el
funcionamiento del FMI, del Banco Mundial, las condicionalidades, los programas
de alivio a la pobreza. Se formaron coaliciones diversas donde grupos de
distintos intereses se unieron para proponer diversas visiones al tema de la
deuda. Quizás lo más saltante fue que en Europa y Japón salió gente a la calle
a protestar por la deuda del tercer Mundo. Esto es inédito. Máxime una década
más tarde o entre una y dos décadas más tarde que organizaciones políticas
latinoamericanas sacaron masas a las calles con este mismo tema, con la
excepción ya mencionada. Entonces, a nadie en el mundo desarrollado le interesó
el tema al grado que una organización que se formó en Latinoamérica llamada
Fondad (Foro sobre Deuda y Desarrollo) se reconvirtió en Eurodad en 1990 por un
cambio de giro de sus financiadores holandeses. Hay aún un Fondad estrictamente
holandés.
En este marco,
que haya gente que el tema le interese y le mueva políticamente es sumamente
importante. Es un momento interesante para cambiar reglas del juego
internacionales. Frente a esto las propuestas van desde:
1.Cancelación absoluta de toda la deuda del Tercer Mundo sin condiciones
2.Cancelación de la deuda de los países más pobres con condiciones positivas
3.Creación de un tribunal de arbitraje internacional
»Creación de un procedimiento de insolvencia para proteger los niveles de
gasto social utilizando los criterios del Chapter 9 de la ley de quiebras de
Estados Unidos.
»Creación de un tribunal internacional de arbitraje independiente de los
acreedores y deudores que utilice un código financiero internacional, hoy
inexistente. Dicho tribunal además serviría para ventilar y juzgar sobre casos
de corrupción donde hoy no hay donde llevar los casos.
La primera
postura, sencilla y contundente no modifica nada pero extrae recursos del
Primer Mundo. De algún modo fuerza a los acreedores a absorber las pérdidas
incondicionalmente sin modificar las reglas del juego internacionales. Libera
recursos dentro de las economías para que sean gastadas a la voluntad de los
gobernantes y de los gobiernos. Asume, en el mejor sentido, el principio del
Buen Salvaje. “Si es gobierno del Tercer Mundo, debe ser honrado y sabio”. Hay
muy poca evidencia de esto. Los casos de desmanejo de recursos públicos en
Latinoamérica, Africa y Asia son, por decir lo menos, clamorosos. Los sistemas
de control democrático de los presupuestos de la Nación en países con Estados
frágiles son casi inexistentes. De este modo, reducciones de deuda pueden
terminar siendo el principio de la algarabia presidencial para gastos en
subsidios frívolos, compras de aviones presidenciales, re-equipamiento de
ejércitos, o mejor aún, hurto.
De allí la
necesidad de poner condiciones a los gobiernos de parte de la sociedad civil
interesada.
Algunas de estas
condiciones han sido expresadas en la Declaración de Tegucigalpa y otras en
documentos publicados por Jubileo 2000 Gran Bretaña. Entre lo más saltante se
encuentra:
1.Limitar a 3.5% del presupuesto nacional el servicio de la deuda contratada
y renegociada con acuerdos definitivos, siguiendo el precedente del acuerdo de
Alemania de 1950 y 1953.
2.Independizar los acuerdos de comercio de los acuerdos sobre deuda.
3.Que se demande tener superávits comerciales y fiscales como condición
mínima para pagara la deuda estimulando así la compra de productos de países
del tercer Mundo en el mundo desarrollado. La tendencia actual es a la inversa.
4.Que al menos 20% del presupuesto nacional se destine a educación y salud.
Paralelo a estas demandas van:
1.Que el Banco Mundial y los Bancos Regionales reduzcan la deuda sin
condiciones porque el mecanismo actual de reducción de deuda ha incrementado
los condicionamientos convirtiendo el ejercicio en una trampa de imposiciones
que generan y/o agudizan la pobreza en los países llamados “beneficiarios”.
2.Que el BM retorne a su papel de financiador de proyectos, que el FMI se
limite a apoyar créditos de balanza de pagos dentro del marco de un tribunal
internacional de arbitraje.
3.Que se disuelva el Club de París
ante su fracaso histórico.
Sin duda, lo
mencionado arriba no contiene la radicalidad de la primera línea pero sirve
para modificar las reglas del juego a futuro y sobrepasa un evento de una sola
vez, como puede ser, la cancelación de la deuda externa de uno o de todos los
países.
Sobre los
tribunales de arbitraje en sus dos vertientes, la discusión está abierta y en
curso. Se conoce como el FTAP (Fair and Transparent Arbitration Procedure).
A inicios del
Siglo XXI se puede argumentar que la reaparición del tema de la deuda en el
Primer Mundo por efecto del llamado del Papa al año Jubilar no ha tenido ningún
resultado concreto en cuanto reducción de deudas sustantivas. Antes bien,
amarró posturas eclesiales que pueden ser contraproducentes cuando se unen a la
postura enfermiza sobre control de la natalidad y derechos sexuales y
reproductivos donde Roma tiene una postura fundamentalista. En cuanto
organización de la sociedad civil, posiblemente Jubileo 2000 sea la primera
organización que tiene bases militantes en todos los países del G7 menos
Francia. También existen organizaciones en muchos países del Tercer Mundo sobre
todo en Africa, y América Latina. Casi todo se ha reconstruido sobre las bases
de anteriores organizaciones que trabajaban este tema en la década del 80, con
la excepción mencionada, evidentemente. El final del año 2000 no trae ni puede
traer el final de la causa que dio pie al movimiento de Jubileo 2000, quizás
con el peligro de llegar al siglo XXII con el mismo lema y mismo año. Sea que
el consenso esté en la postura maximalista pero que no modifica las reglas del
juego globales, o una gama de todo lo señalado, el debate está abierto y la
presión está resultando en cambios de discurso al menos. La presión debe seguir
y debe hacerse, de preferencia con la ayuda de la sociedad civil del Primer
Mundo. Como bien sabemos, y aprendimos en la década del 80, si la sociedad
civil del Primer Mundo no está involucrada, el mensaje desde el Sur solo, no
llega a los oídos de los gobiernos del Norte. Debe quedar claro que el Sur no
es de interés ni de relevancia para nadie, ni para el Capital, ni para los
Estados del Norte. También debe quedar claro que el costo de la reducción o
anulación de la deuda total del Tercer Mundo (incluidos Argentina, Brasil y
México, los tres deudores mayores) es menos que la cartera pesada de la banca
japonesa. Es decir, que es posible si hay voluntad o si se presiona al grado
necesario. Cuando los gobiernos del G7 entiendan que va en su mejor interés
hacerlo, recién lo harán. En nuestro interés como sociedad civil está que los recursos
se utilicen para cubrir la deuda social de la mejor manera y no de manera libre
por gobernantes impredecibles, salvo error u omisión.
México,
diciembre, 2000
[1] Peruano. Economista. Profesor del Departamento de
Economía de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Asesor de la Comisión
Investigadora sobre los delitos cometidos en el periodo 1990-2001 en el
Congreso de la República del Perú. Autor de varias publicaciones.
[5] En español default tiene una sola traducción en créditos, y es cesar los pagos. S in embargo en este
caso es más que cesar pagos, es repudiar los créditos.