DOCUMENTOS SOBRE LA DEUDA EXTERNA I
Por Sergio Daniel Aronas - 17 de abril de 2016
Iniciamos una serie de publicaciones y
artículos dedicados al tema de la deuda externa de palpitante actualidad en los
tiempos que corren. Se trata de trabajos de investigación de se dieron a
conocer entre 2001 y 2016 referente a la historia de este grave problema que ya
no es solo de índole económica sino que se ha convertido en un tema política de
la más alta relevancia en todos los niveles que se estudie: de cada país,
bilaterial, regional o global y que abarca a las finanzas y relaciones internacionales,
a la diplomacia y también a la seguridad mundial.
El propósito es mostrar como ha ido
evolucionando el análisis de la deuda no sólo en un país en particular sino a
escala planetaria, las distintas etapas de este problema, las nuevas tendencias
y en qué se ha convertido hoy.
Si vemos el proceso histórico desde sus
comienzos en 1973 cuando el alza de los precios del petróleo inunda de dólares
los bancos multinacionales de los Estados Unidos y de otros países capitalistas
desarrollados y éstos los invierten en préstamos a países en desarrollo, se
inicia el endeudamiento que no era necesario para América Latina sino para
multiplicar las ganancias de los bancos que no podían dejar inmovilizados en
sus reservar los millones de dólares provenientes de los exportadores del
crudo.
El primer trabajo que presentamos es el de
Alejandro Teitelbaum “La deuda externa” donde plantea una definición de qué es
el tema en cuestión, sus orígenes, cómo se llegó a esa situación, cómo se
saqueó a los países pobres, las políticas de ajuste y su influencia en el
ingreso, en la salud, educación, en el medio ambiente y en otros aspectos de la
vid; luego estudia el problema de la deuda en África como el continente más
afectado y cierra el trabajo planteando qué hacer con la deuda desde el punto
de vista de encontrar una solución razonable, justa y equitativa
.
LA DEUDA EXTERNA
Alejandro Teitelbaum – REDH – Red para el Desarrollo Humano – Rebelión -06/11/2001
I) ¿QUÉ ES UNA DEUDA EXTERNA?.
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Un país necesita
tener medios de pago internacionales (divisas) para afrontar diversos tipos de
obligaciones:
a) el pago de
los insumos importados necesarios para sus industrias locales;
b) el pago de la importación de artículos de consumo (alimentos, productos
manufacturados, etc.)c) el pago de las regalías que se deben a empresas
extranjeras por la utilización de patentes y marcas
d) el pago de
intereses y amortizaciones de préstamos contraídos en el extranjero
e) la remisión al
exterior de los beneficios obtenidos en el país por empresas extranjeras
y
f) por último, el
pago de los armamentos adquiridos en el extranjero, que a veces alcanzan
sumas enormes y desproporcionadas, en detrimento de las necesidades
económicas y sociales del país.
Para obtener las
divisas necesarias destinadas a afrontar todos esos pagos o remisiones de
divisas al extranjero, un país espera contar con distintas fuentes:
a) en primer lugar el
producto de sus exportaciones;
b) algunos países
(los económica y financieramente más desarrollados) pueden contar con las
regalías cobradas en el extranjero, con las remisiones de beneficios de
sus empresas implantadas en el extranjero, con los intereses de los préstamos
concedidos a otros países, etc.;
c) otro recurso para
obtener medios de pago es el ahorro interno, es decir el ahorro de los
ciudadanos, el del Estado por medio de los impuestos y el de las empresas
en forma de beneficios. Para que exista un monto apreciable de
ahorro interno es necesario que la economía del país dado marche más o
menos bien y que el nivel de ingresos de la población sea suficientemente
alto, como para permitirle ahorrar;
d) para los pagos
internacionales puede también recurrirse a las reservas de divisas que tiene el
país;
e) y, si finalmente
esas fuentes no son suficientes o están indisponibles' el país
recurre a nuevos préstamos en el exterior para cumplir con sus obligaciones
internacionales.
Hasta aquí todo es
normal o más o menos normal. Es por ejemplo normal que un país contraiga deudas
en el extranjero para realizar inversiones productivas y también es
normal que un Banco internacional le preste porque tiene cierta certeza de que
será reembolsado con los beneficios que produzca la inversión. Pero como en la
economía intervienen diferentes áreas, puede ocurrir que no todo acontezca como
estuvo previsto y el deudor no pueda reembolsar en los plazos estipulados
y deba negociar nuevos plazos a la espera de tiempos mejores.
Pueden crearse, por
ejemplo, situaciones extremadamente difíciles en este terreno
a raíz de guerras internacionales, guerras civiles o grandes
catástrofes naturales.
Pero la
realidad de los hechos ha escapado ampliamente a esta descripción más o menos
teórica de la deuda externa y el planeta está actualmente enfrentado a lo que
se denomina "el problema de la deuda externa", especialmente el de la
deuda externa de los países pobres, llamados poco desarrollados o del
Tercer Mundo.
Dicho problema consiste
en que la deuda de dichos países crece año tras año de manera desmesurada,
que esos países están dentro de una espiral infernal en la cual deben
contraer nuevos préstamos para pagar los intereses de los préstamos anteriores,
(ya casi no se encara la posibilidad de amortizar parte del capital adeudado) y
que sus obligaciones internacionales crecen mucho más rápidamente que la
capacidad de pago generada por su actividad económica interna y por sus
intercambios internacionales, todo lo cual apareja consecuencias sociales
sumamente graves.
II. ¿CÓMO SE HA LLEGADO A ESTA SITUACIÓN?
En julio de 1944, la
Conferencia Monetaria y Financiera de Bretton Woods acordó la creación del
Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Internacional de Reconstrucción
y Fomento (BIRD).
Estas instituciones
"(...) tenían como finalidad fomentar tipos de cambio estables, estimular
el crecimiento del comercio mundial y facilitar la circulación internacional de
capitales...
Hubo una falta de
atención casi inevitable a los intereses de los países en desarrollo. La
mayoría de éstos eran aún colonias y por lo tanto no estuvieron representados
en Bretton Woods...
En general se soslayó
al Tercer Mundo y poco se tomaron en consideración sus intereses"
(Comisión del Sur, 1991, pág. 37).
Ya en 1943, cuando
comenzaba a vislumbrarse el fin de la Segunda Guerra Mundial, los
estadounidenses y los ingleses comenzaron a discutir las bases de la
organización de la economía mundial en la posguerra.
John Maynard Keynes,
encargado por las autoridades británicas de participar en las deliberaciones,
propugnaba la creación de una cámara de compensación mundial (Clearing Union)
que permitiría hacer todas las transacciones internacionales a un tipo de
cambio fijo referido a una moneda internacional emitida por la Clearing House,
el "bancor".
Se trataba de un
verdadero sistema monetario internacional regulador de las finanzas
internacionales, que conservaba la simetría entre las partes, con mecanismos de
control y eventualmente de financiación para los países deficitarios y
una participación de cada país en función de sus capacidades financieras. Sería
una especie de Banco a escala internacional en el que los "clientes"
serían los Estados. Pero esta propuesta no fue aceptada por los Estados Unidos,
en ese momento en la cumbre de su poderío económico como único gran
beneficiario de la Segunda Guerra Mundial, que impuso en Bretton Woods sus
puntos de vista: un sistema de cambios fijos (con una elasticidad del uno
por ciento en más o en menos sobre la paridad establecida entre las monedas) y
la paridad establecida en relación con el oro o con el dólar de los Estados
Unidos (artículo IV de los Estatutos del FMI, antes de la reforma de 1978). Y
en lugar de un Banco o "Clearing House" internacional, un Fondo en el
cual los países miembros depositan una suma (cuota), en parte en oro y en parte
en moneda nacional. Cuando un país miembro se encuentra en dificultades
financieras tiene derecho a recibir en diversas monedas una suma equivalente a
su cuota en oro, sin condiciones. Para recibir una suma superior, debe
ajustarse a las condiciones que le impone el Fondo en materia de política
económica, monetaria y presupuestaria.
Así es como en la
práctica se institucionalizó el dólar como moneda internacional, obligando
a todos los países a acumular reservas en dólares para hacer frente a las
fluctuaciones de sus respectivas monedas, resultante del estado de su balance
de pagos. Con este sistema, la Reserva Federal de los Estados Unidos no tiene
necesidad de defender el dólar ("un dólar siempre es un dólar") pues
los Bancos Centrales de los otros países tienen que hacerlo para mantener la
paridad de su moneda respecto del dólar.
"El Banco
Central de los Estados Unidos no tiene que defender el tipo de cambio del
dólar: los otros lo hacen en su lugar. ¿Esto sigue siendo cierto en caso de
déficit del balance de pagos estadounidense? Absolutamente. ¿En caso de déficit
muy importante? Lo mismo. ¿En caso de déficit ilimitado?
También. ¿Qué ocurre
si los Estados Unidos están en déficit? En primer lugar, ellos pagan a sus
acreedores en dólares, mientras que los otros países en general no pueden pagar
con su moneda nacional.
Pero esto no es lo
importante. Si el acreedor exige que se le pague en marcos, el Banco
estadounidense venderá dólares contra marcos.
Lo importante es que
los dólares destinados a pagar el déficit pesarán sobre el tipo de cambio
dólar-marco, dólar-yen, dólar-franco, etc.
Esta presión bajará
la cotización del dólar por debajo de la paridad oficial, y cuando se
llegue al punto de intervención obligatoria del Banco Central interesado, éste
comprará dólares con su moneda nacional. El déficit estadounidense puede,
literalmente, ser ilimitado. Por convención, por regla de juego, los dólares
emitidos para financiarlo deben ser adquiridos a tipo de cambio fijo por los
Bancos centrales de los países que tienen un excedente frente a los Estados
Unidos" (Denizet, 1980, pág. 6).
El sistema de Bretton
Woods estableció pues un privilegio exorbitante a favor de los Estados Unidos
en materia de pagos internacionales, que en los hechos, sirvió para que el
resto del mundo financiara su déficit presupuestario "La creación de
dólares está al servicio de la política económica estadounidense, sin tener en
cuenta su impacto sobre las relaciones internacionales" (Lelart, 1993,
pág. 55).
Los Estados Unidos
tenían en 1992 una deuda neta de 521 mil millones de dólares y una deuda bruta
de más de 2 billones 500 mil millones de dólares (total de los dólares
transferidos a no residentes) que corresponde a una creación de moneda
internacional por los Estados Unidos, que ha progresado a un ritmo anual del 14
por ciento de 1978 a 1992 (Lelart, págs. 95-97).
"Si los Estados
Unidos importan más de lo que exportan, es porque consumen más de lo que
producen, gastando un ingreso que no han ganado... Es así como el país más rico
se alimenta del ahorro de los otros, incluido el de los países en vías de
desarrollo, cuando estos llegan a reembolsar una parte de su deuda"
(Lelart, pág. 97).
Esta fue la base de
un desorden creciente del sistema monetario internacional que se
institucionalizó en 1975 con el abandono del sistema de tipos de cambios fijos
(reforma del artículo IV de los Estatutos del FMI, vigente desde 1978), que un
economista especializado definió con la frase: "usted puede hacer todo lo
que quiera con la condición de avisar con una nota al cuartel general del
FMI" (Pascallon, citado por Lelart).
Es decir, se abandonó
un principio ordenador del sistema monetario (el sistema de cambios fijos) pero
se mantuvo en los hechos al dólar como moneda internacional, de manera que todo
el resto del mundo continuó subvencionando la economía de los Estados Unidos,
pues los Bancos centrales de los otros países siguieron interviniendo para
evitar la baja del dólar.
Es cierto que las
intervenciones de los Bancos centrales son cada vez más inocuas, pues poco
pueden hacer frente a las sumas fenomenales puestas instantáneamente en juego
en el mercado financiero internacional para especular con las monedas nacionales.
La CNUCED en su informe anual publicado en septiembre de 1995 se refirió a los
"riesgos sistémicos de los productos financieros derivados" y
"el peligro que encierran de provocar una crisis que podría desorganizar
completamente el sistema financiero"... (CNUCED, 1995).
Este es el sistema
financiero – cuyas ideas centrales son la desregulación y la libre circulación
de capitales- que acompañó un cambio profundo de la economía mundial a partir
del decenio de 1970, momento que marca el fin del estado de bienestar,
caracterizado por la producción en masa y el consumo de masa,
impulsado este último por el aumento tendencial del salario real, de la
seguridad social y de otros beneficios sociales.
Es lo que los
economistas llaman el modelo fordista, de inspiración keynesiana.
El agotamiento del
modelo del Estado de bienestar obedeció a varios factores entre los que cabe
citar que la expansión económica iniciada con la reconstrucción de la
posguerra encontró sus límites, el consumo de masas tendió a estancarse lo
mismo que los beneficios empresarios y al mismo tiempo entraron en escena
las innovaciones tecnológicas (robotización, microelectrónica, etc.).
Se hizo necesario
entonces incorporar la nueva tecnología a la industria para dar un nuevo
impulso a la economía y eso requirió grandes inversiones de capital.
Se inicia así la
época de la austeridad y de los sacrificios (congelación de los salarios
y aumento de la desocupación) que acompañaron a la reconversión
industrial. Al mismo tiempo, la revolución tecnológica en los países más
desarrollados impulsó el crecimiento del sector servicios y
se produjo el desplazamiento de una parte de la industria
tradicional a los países periféricos, donde los salarios eran –y son- mucho
más bajos.
Con la incorporación
de las nuevas tecnologías la productividad aumentó enormemente, es decir
que con el mismo trabajo humano la producción pasó a ser mucho mayor.
Se abrieron entonces
dos posibilidades:
O se incitaba el
consumo de masa de los bienes tradicionales y de los nuevos bienes a escala
planetaria con una política salarial expansiva, una política social al
estilo del Estado de bienestar, se reducía la jornada de trabajo en función del
aumento de la productividad para tender a una situación de pleno empleo y
se reconocían precios internacionales equitativos a las materias primas y
productos de los países pobres, o se tendía a aumentar los márgenes
de beneficio manteniendo bajos los salarios, el nivel de ocupación y los
precios de los productos de los países del Tercer Mundo.
Quienes detentan el
poder económico y político a escala mundial eligieron esta última
alternativa, con lo que se cerró la puerta a la posibilidad de
aumentar significativamente la inversión productiva, aumentar así la
producción en general y facilitar la colocación de ésta
aumentando la capacidad adquisitiva global de los consumidores.
Hay que precisar que
esta opción tuvo como rasgo dominante acentuar las desigualdades sociales
en el interior de cada país y en el plano internacional, con lo que creó
una neta diferenciación en la oferta y demanda de bienes y servicios. La
producción y oferta de bienes se orientó no a la gente en general sino a los
llamados clientes solventes. Fue así como la oferta de bienes de lujo aumentó
enormemente y la oferta de nuevos productos como ordenadores y teléfonos
portátiles encontró una gran masa de clientes en los países ricos y
muchos clientes en la primera periferia no demasiado pobre.
Los bienes esenciales
para la supervivencia (alimentos, salud, medicamentos) quedaron
prácticamente fuera del alcance del sector más pobre de la población mundial.
La idea de servicio público y de un derecho irrevocable a los bienes esenciales
para vivir con un mínimo de dignidad, fue reemplazada por la afirmación de que
todo debe estar sometido a las leyes del mercado.
La distribución
geográfica de estas desigualdades es compleja, pero se podría esquematizar
diciendo que está formada por círculos concéntricos con un centro que consume
hasta el despilfarro (aunque en él hay áreas más o menos grandes de pobreza) y
sucesivos círculos exteriores en los que la satisfacción de las necesidades
básicas por parte de la mayoría de la población es cada vez menor ( y las áreas
de pobreza y extrema pobreza son cada vez mayores) hasta un círculo final
que es un verdadero océano de extrema pobreza en los que hay pequeños islotes
de riqueza (e incluso de enorme riqueza).
Se optó entonces
por ritmos de crecimiento económicos bajos, a causa de que un mercado
relativamente estrecho imponía límites a la producción y surgió el fenómeno de
las grandes masas de capitales ociosos (incluidos los petrodólares), puesto que
no podían ser invertidos productivamente.
Pero para los dueños
de dichos capitales (personas, bancos, instituciones financieras) no era
concebible dejarlos arrinconados sin hacerlos fructificar.
Es así como el papel
tradicional de las finanzas al servicio de la economía, interviniendo en
el proceso de producción y del consumo (con créditos, préstamos, etc.) quedó
relegado por el nuevo papel del capital financiero: producir beneficios sin
participar en el proceso productivo, a través de la especulación financiera, la
especulación con divisas, con los llamados productos financieros derivados, con
las tomas de participación de los fondos de pensiones y de los fondos de
compañías de seguros en las industrias y en los servicios, etc.
El dinero comenzó a
reproducirse sin ayudar a crear valor o, como en el caso de las participaciones
en industrias y servicios, obteniendo una renta muy elevada fundada
en la degradación de las condiciones de trabajo en esas industrias y
servicios. Es bien conocido el fenómeno de que cuando una empresa anuncia
despidos sus acciones suben.
Era la única manera
de que el capital en general mantuviera una alta tasa de beneficios con
un crecimiento económico lento y un mercado restringido, pese a las enormes
posibilidades de expansión económica y bienestar social creadas por las nuevas
tecnologías y los enormes capitales disponibles. Pero el problema es que el
dinero NO ES un valor sino que REPRESENTA un valor. Y que el valor se
crea sólo en la producción y el dinero por sí mismo no puede
generar valor y producir beneficios.
El 26 de junio del
2001, el señor Sergio Tchuruk, presidente de Alcatel, una gran sociedad
transnacional francesa, anunció su intención de crear una empresa sin fábricas.
Comentando esta declaración en el diario francés Le Monde del 3 de julio
de 2001, el señor Jean-Marie Harribey, profesor de ciencias económicas y sociales
de la Universidad de Bordeaux IV, decía que la frase de Tchuruk era la
expresión más exacta de la Utopía capitalista actual, que teoriza sobre
la creación de valor por el accionista.
Tales empresas no son
una utopía sino que ya existen en la realidad: son las que guardan para sí la
actividad financiera y subcontratan o controlan la actividad productiva
que realizan otras empresas.
El profesor Harribey
dice que tales empresas son las que se dice que crean valor por el
accionista, que no es otra cosa que el valor creado por la economía real del
que se apropian las empresas financieras. Esa apropiación de valor, dice
Harribey, adopta dos formas. La primera corresponde a un empeoramiento de las
condiciones de empleo (bajos salarios, horarios de trabajo flexibles,
empleos precarios, desocupación) lo que permite que el aumento de la
productividad no beneficie a los trabajadores y solo redunde en el
aumento de la ganancia del capital.
La segunda forma en
que se produce esa apropiación de valor es a través de una
repartición desigual entre el capital productivo y el capital financiero, en
beneficio de este último. Pues los gestores de capitales financieros que tiene
participaciones en actividades productivas exigen un plafond mínimo de renta
que en muchos casos no pueden obtenerse manteniendo condiciones decentes
de trabajo y una distribución equitativa de los beneficios entre el capital
productivo y el capital financiero.
Hace unos meses que
se viene hablando de que la economía estadounidense ha perdido impulso
por no decir que ha entrado en un período de recesión.
Las cifras de
desocupación o de paro parcial han comenzado a aumentar, incluso en las
industrias de tecnología avanzada. Pero lo curioso es que, por ahora, el
consumo popular no se estanca ni disminuye (Le Figaro Economie Paris ,
7-8 de julio 2001).
Se puede suponer que
la estabilidad de la demanda de las familias en los Estados Unidos (dejando de
lado el efecto negativo sobre la misma producido por los atentados del 11 de
setiembre) se debe a que una parte de la población de Estados Unidos completa
sus ingresos con el beneficio de acciones u otros productos financieros
colocados en industrias extranjeras.
Es decir, para
decirlo de manera esquemática, que una parte de las familias de Estados Unidos
mantienen su nivel de consumo recibiendo parte del valor producido por los
trabajadores de industrias europeas, por ejemplo.
Es decir que, como
citábamos hace un rato, el país más rico del mundo se alimenta del ahorro de
los otros.
En síntesis, el
capital financiero transnacional está funcionando como una bomba aspirante
del valor y las riquezas producidas por el trabajo en todo el mundo,
riqueza que de esta manera se concentra en pocas manos y en ciertas regiones
del planeta, particularmente en los Estados Unidos.
Es particularmente
ilustrativo al respecto un artículo de Ronald Mc Kinnon, profesor titular en el
Departamento de Ciencias Económicas de la Universidad de Stanford,
publicado en junio de 2001 en el boletín trimestral Finances
et Développement, del Fondo Monetario Internacional.
Dice el profesor
McKinnon: -Durante el último decenio, el ahorro de las familias [en Estados
Unidos] ha disminuido más de lo que el ahorro público (expresado por los
excedentes presupuestarios) ha aumentado en el mismo periodo.
El enorme déficit del
balance de pagos de las transacciones corrientes de Estados Unidos , de
alrededor del 4,5% del PNB en el año 2000, refleja ese desequilibrio del
ahorro. Para financiar un nivel normal de inversión interior –históricamente
alrededor del 17% del PNB- los Estados Unidos han debido utilizar ampliamente
el ahorro del resto del mundo.
Malas reducciones de
impuestos –las que reducen el ahorro público sin estimular el ahorro privado–
podrían incrementar esa deuda con el extranjero.
Desde hace más de
veinte años, los Estados Unidos recurren ampliamente a las reservas limitadas
del ahorro mundial para sostener su alto nivel de consumo – la de la
administración federal en los años 1980 y la de las familias en los años 1990.
Las entradas netas de capitales son actualmente más importantes que
en el conjunto de los países en desarrollo.
Es así como Estados
Unidos, que era acreedor del resto del mundo a comienzos de 1980, se ha
convertido en el más grande deudor mundial: unos 2 billones 300 mil
millones de dólares en el año 2000. Los balances de las familias y de las
empresas en Estados Unidos muestran el efecto acumulado de los préstamos
privados obtenidos en el exterior desde hace diez años. La deuda de las
familias alcanza ahora un récord de 1,1 veces los ingresos disponibles y la
deuda de las empresas es también muy elevado con relación a su flujo de fondos
(cash- flow). ¿Los estadounidenses deben inquietarse?
Con todo, el dólar
sigue siendo fuerte y los Estados Unidos se encuentran en una situación
única que consiste en que disponen de una línea de crédito
prácticamente ilimitada, en gran parte en dólares, frente al resto del
mundo.
En consecuencia, los
Bancos y otras instituciones financieras de los Estados Unidos están
relativamente al abrigo de los riesgos de las tasas de cambio; sus
activos, que consisten en buena medida en préstamos interiores, y sus pasivos
(depósitos), una parte substancial de los cuales corresponde a inversores
extranjeros, son en dólares. En cambio, otros países deudores deben
acomodarse a las disparidades de las monedas: los pasivos
internacionales de sus Bancos y de otras empresas son en dólares y sus activos
en moneda nacional.
El origen de la
crisis monetaria en Asia en los años 1997-98 es precisamente esta disparidad.
¿La invulnerabilidad de los Estados Unidos a las crisis monetarias se debe
simplemente a la fuerza de sus mercados financieros y a la sabiduría de
sus autoridades de reglamentación? No. No es por azar el hecho de que Estados
Unidos sea el deudor internacional preferido. ¿Cómo se produjo este accidente
de la historia?
A continuación el
profesor Mc Kinnon explica brevemente los mecanismos financieros, a partir de
los acuerdos de Bretton Woods, que llevaron al dólar a convertirse en la
moneda internacional, en una especie de patrón-dólar, tema que hemos
desarrollado en las páginas precedentes.
La deuda externa es
en parte el resultado de este mecanismo de captación parasitaria de las
riquezas, por un lado y, por el otro, forma parte de dicho mecanismo.
III. LA DEUDA EXTERNA: MECANISMO DE DESPOJO PERMANENTE DE
LOS PUEBLOS DE LOS PAÍSES POBRES.
La deuda externa del
Tercer Mundo llegaba en 1982 a 780 mil millones de dólares, continuó creciendo
los años subsiguientes hasta llegar a un billón trescientos mil millones en
1987, se mantuvo estacionaria hasta 1989 y volvió a crecer desde 1990, llegando
en 1993 a un billón seiscientos mil millones de dólares. Actualmente se estima
la deuda externa de los países del Tercer Mundo en algo más de 2 billones
de dólares.
En 1993 la deuda
externa representaba el 40,6% del PNB en América Latina, el 29,4% en Asia y el
71,4% en África (el 107,3 en África subsahariana) y los servicios de la deuda
el 30,0; 8,6 y el 21,6 por ciento respectivamente, de las exportaciones. La
relación relativamente baja servicios de la deuda-exportaciones en África se
explica porque los países de la región tienen importantes atrasos en el pago de
los servicios.
La deuda externa
tiene como resultado una transferencia neta de recursos del sur hacia el norte:
en 1998 los 41 países pobres más endeudados (PPME) transfirieron al norte 1.680
millones de dólares más de los que recibieron y en el mismo año el conjunto de
los países del Tercer Mundo realizaron una transferencia neta de recursos al
norte de 114.600 millones de dólares (Toussaint, junio 2001, págs. 211-212).
Los mecanismos
específicos del crecimiento acelerado de la deuda a partir del decenio de
1980 fueron básicamente cinco:
1) La oferta
indiscriminada de créditos por parte de los Bancos transnacionales, que
disponían de gran liquidez a causa de la acumulación de petrodólares y de que
los Estados Unidos inundó con sus dólares todo el mundo para que éste
subvencionara su economía.
2) El continuo
deterioro de los términos del intercambio, que obligó a muchos países del
Tercer Mundo a solicitar préstamos para pagar sus importaciones;
3) La inflación;
4) El aumento de la
tasa de interés de los préstamos;
5) Las políticas
proteccionistas de los países desarrollados, que han mantenido cerradas sus
fronteras a muchos productos de los países del Tercer Mundo.
Además, el origen de
una parte de la deuda, es total o parcialmente ilícito: algunos préstamos
fueron ficticios y sólo sirvieron para disimular maniobras financieras
irregulares realizadas de común acuerdo entre los Bancos acreedores y los
supuestos deudores.
Así en
Argentina, las repatriaciones de fondos depositados en exterior (por ejemplo
para financiar un negocio) se hacían aparecer como préstamos, de común acuerdo
entre el propietario de los fondos y el Banco extranjero.
Aparecía así una
deuda particular ficticia. Estas deudas privadas ficticias y otras reales
terminaron estatizándose por medio de diversas mecanismos (seguros de
cambio, etc.). Es decir que distintas maniobras que permitieron el
enriquecimiento de unos pocos, terminaron convirtiéndose en una deuda pública
que tiene que pagar todo el pueblo con su trabajo.
Por otra parte, los
gastos y las comisiones por la negociación de los préstamos alcanzaron cifras
desproporcionadas y también los acreedores impusieron a los deudores cláusulas
contractuales que comportaron vicios del consentimiento, como por ejemplo la
renuncia a la jurisdicción nacional del deudor para las cuestiones litigiosas
que se pudieran suscitar, etc.
También se
establecieron intereses usurarios, muy por encima de la tasa del mercado
financiero internacional: mientras la tasa de interés efectivo a largo plazo en
seis países industrializados fue, como promedio, en el periodo 1985-1989, del
4,35 %, la tasa de interés efectivo sobre la deuda externa pagada como promedio
por seis países deudores en el período 1980-1985, fue del 16,8 % (PNUD). Y
cuando los deudores comenzaron a estar en mora, los intereses adeudados se
acumularon al capital, de modo que los acreedores comenzaron a cobrar intereses
sobre los intereses, lo que en la legislación de algunos países es ilegal.
En algunos países
(Brasil, México) los préstamos se utilizaron, por lo menos en parte, en
inversiones productivas, pero en la mayoría de ellos se utilizaron en la
especulación financiera, en la acumulación de enormes fortunas personales en
Bancos extranjeros (Marcos, Mobutu, Duvalier, etc.) en inversiones suntuarias e
improductivas y, por supuesto, en el pago de los intereses usurarios,
comisiones y amortizaciones de la misma deuda.
En materia de
transferencia de capitales del Sur al Norte, a fines de 1985, el valor de
los activos que poseía el Sur en el Norte ascendía a 511.000 millones de
dólares, de los cuales 278.000 millones correspondían a países con problemas a
causa de la deuda externa (Sabri Abdalla, 1989).
Según el Morgan
Guaranty Trust Co., entre 1977 y 1987, los cinco países más endeudados del área
latinoamericana transfirieron a Bancos extranjeros más de 210.000 millones de
dólares en depósitos privados. Los mayores montos correspondieron a México
(84.000 millones) Venezuela (58.000 millones) y Argentina (46.000 millones)
(Revista Comercio Exterior, 1989, pág. 411).
Según la misma
fuente, si no hubiera habido fuga de capitales, la deuda externa de
Argentina sería de sólo unos 1.000 millones de dólares.
Desde 1984 hasta 1990
la transferencia neta de recursos financieros Norte-Sur fue negativa para
el Sur. Pero en 1991 y 1992 se invirtió la tendencia, con un flujo neto
favorable al Sur del orden de los 50 mil millones de dólares (sin tener en
cuenta el intercambio desigual: materias primas y productos del Tercer Mundo
baratos por productos, tecnología y servicios caros de los países altamente
industrializados. Teniendo en cuenta este aspecto, el balance siguió siendo
desfavorable para el Sur).
Pero discriminando
por región se advierte que la mayor parte de las transferencias financieras
(siete octavos) en 1991 fueron a Asia occidental especialmente a Kuwait y
Arabia Saudita, a fin de hacer frente a los gastos de la guerra del Golfo y a
la reconstrucción de Kuwait. El conjunto de Africa, en cambio, tuvo en 1992 una
transferencia negativa de 1600 millones de dólares (Africa subsahariana tuvo un
saldo positivo de 10000 millones) y América Latina y el Caribe una
transferencia positiva de 6900 millones (Naciones Unidas, 1993, págs. 98-99).
El saldo positivo de
6900 millones en América Latina y el Caribe se explica por las privatizaciones.
Dichas privatizaciones (aconsejadas por el FMI) que se hacen en condiciones
extremadamente desfavorables para el patrimonio nacional de los países donde
tienen lugar (se venden empresas y fuentes de recursos naturales a precios muy
por debajo de su valor real), cuentan con el asesoramiento técnico y la
financiación del Banco Mundial.
En Argentina, entre
1989 y 1993 se recaudaron como resultado de las privatizaciones 9910 millones
de dólares en efectivo y 13.239 millones en títulos de la deuda, que
representan 5270 millones en efectivo (39,8% del valor nominal de los títulos).
Si se hubiera utilizado el efectivo también rescatar títulos de la deuda, ésta
tendría que haber disminuido de 57.000 millones de dólares en 1989 a
20.000 millones en 1994. Sin embargo, la deuda externa de Argentina no
disminuyó sino que aumentó, pues alcanza actualmente a más de 150.000 millones
de dólares. Es decir que la deuda externa en Argentina se ha casi triplicado en
12 años.
En el período de
acumulación acelerada de la deuda, muchos gobiernos de los países deudores (en
no pocos casos dictaduras abiertas o encubiertas) actuaron de manera
irresponsable y en el sólo beneficio de minorías corruptas, endeudando a sus
respectivos países mucho más allá de su reales posibilidades de reembolso.
El Fondo Monetario
Internacional, que según el art. 1 de sus Estatutos debe : ..."facilitar
el crecimiento equilibrado del comercio internacional contribuyendo de ese modo
al fomento y mantenimiento de altos niveles de ocupación y de ingresos reales y
al desarrollo de la capacidad productiva", y que de acuerdo con la
decisión de su Consejo de Administración del 29 de abril de 1977 debería
vigilar que los Estados realicen una política financiera sana que les permita
un desarrollo sostenido y socialmente equitativo, cumpliendo al mismo tiempo
sus obligaciones internacionales, se abstuvo en esa época de alertar a los
gobiernos que se estaban endeudando improductiva y excesivamente.
La razón es que el
FMI respondió en ese momento - como lo hace siempre - a las estrategias de las
grandes potencias y del gran capital, que tenían interés en colocar el
excedente de dólares, aunque fuese en condiciones riesgosas.
Para determinar las
responsabilidades por ese crecimiento vertiginoso de la deuda que contó con la
complicidad por omisión del Fondo Monetario Internacional, como acabamos de
ver, en 1982 se presentó una denuncia ante los tribunales argentinos.
En julio del 2000 se
dictó sentencia en dicha causa y en las conclusiones el Juez dice: "Ha
quedado evidenciado en el trasuntar de la causa la manifiesta arbitrariedad con
que se conducían los máximos responsables políticos y económicos de la
Nación...
Así también se
comportaron directivos y gerentes de determinadas empresas y organismos
públicos y privados... Empresas de significativa importancia y bancos privados
endeudados con el exterior, socializando costos, comprometieron todavía más los
fondos públicos con el servicio de la deuda externa a través de la
instrumentación del régimen de los seguros de cambio...la existencia de un
vínculo explícito entre la deuda externa, la entrada de capital externo de
corto plazo y altas tasas de interés en el mercado interno y el sacrificio
correspondiente del presupuesto nacional desde el año 1976 no podían pasar
desapercibidos a las autoridades del Fondo Monetario Internacional que
supervisaban las negociaciones económicas...
El juez decidió el
archivo de las actuaciones porque el único procesado resultó sobreseído por
prescripción, pero remitió copia de la resolución al Congreso de la Nación a
fin de que éste adopte las medidas que estime conducentes en la negociación de
la deuda -que ha resultado groseramente incrementada a partir del año
1976"... (Causa Nº 14467, Olmos, Alejandro, s/denuncia, Juzgado Federal Nº
2 de Buenos Aires).
IV. LAS POLÍTICAS DE AJUSTE.
El Fondo Monetario
Internacional, impone a los países deudores, bajo distintos nombres, las
llamadas políticas de ajuste que son económicamente recesivas y socialmente
regresivas, pues el único objetivo real del Fondo es que los deudores paguen
los servicios de la deuda a los acreedores. Con tales políticas la espiral de
la deuda sigue creciendo porque la economía de los países deudores
permanece estancada o crece lentamente, con lo que se les hace aún más difícil
cumplir con los acreedores, y se deben contraer nuevos préstamos para pagar los
servicios de los préstamos anteriores. Así la deuda externa no deja de
crecer y se convierte en deuda eterna.
Las políticas de
ajuste están destinadas, por una parte, a asegurar que continúe la remisión de
los servicios de la deuda a los acreedores y, por otra, a imponer a los países
deudores su integración al sistema económico -financiero mundial dominante,
caracterizado por la concentración en pocas manos de las riquezas producidas a
escala planetaria .
Cuando la magnitud de
la deuda y el retraso en los servicios de la misma puso de manifiesto la
imposibilidad para los países del Tercer Mundo de pagarla en las condiciones
pactadas, el Fondo Monetario Internacional (que como vimos, se abstuvo de
intervenir para tratar de evitar un incremento irresponsable de la deuda)
propuso como solución las políticas de ajuste.
Estas políticas son
la condición que se impone a los países deudores que necesitan imperativamente
renegociar la deuda y seguir teniendo acceso a los mercados financieros
internacionales.
De modo que el Estado
que quiere tener acceso al crédito internacional debe ajustarse a los
"principios directores" del FMI que, de manera general, son los
siguientes:
1)..."apertura
de los sectores que han estado protegidos frente a la competencia del mercado y
la eliminación de subvenciones..."
2)..."reducir
las presiones inflacionarias, alentar la repatriación del capital y fomentar la
inversión extranjera directa..." (Comunicado del Comité Provisional de la
Junta de Gobernadores del FMI, Comunicado de Prensa Nº 89/44, del 25/9/89);
3)..."contener
la demanda global...";
4)..."saneamiento
de las empresas públicas...";
5)..."flexibilización
del control de precios y de las restricciones comerciales" (acuerdo con
Mauritania);
6)..."revisión
de la escala de derechos de importación y de los precios agrícolas..."
(acuerdo con Costa Rica, Bulletin du FMI, 5 juin 1989, p. 174).
Estos
"principios directores" se han incluido en los acuerdos celebrados
con numerosos países, en el marco de la llamada "estrategia reforzada de
la deuda" y de las "facilidades de ajuste estructural
reforzadas". Estas propuestas de ajuste estructural del FMI, difieren de
las "políticas de estabilización" precedentemente preconizadas por el
FMI, en que éstas se orientaban a presionar a los países deudores para que
realizaran una política financiera que asegurara el reembolso de la deuda,
mientras que la estrategia reforzada de la deuda implicó una ingerencia total
en las políticas financieras, económicas y sociales de los países deudores.
Desde diciembre de
1999, las políticas de intervención del FMI en los países del Tercer Mundo
tienen un nuevo nombre: Facilidades de crecimiento y de reducción de la
pobreza. Estas facilidades consisten en que los países pobres más endeudados
entrarán en la lista de los que podrán beneficiarse de una reducción de la
deuda siempre que los respectivos gobiernos adopten medidas de lucha contra la
pobreza. Dicho de otro modo, el FMI, que con sus políticas de ajuste contribuyó
ampliamente a sumir en la pobreza total a la mayoría de la población de los
países pobres muy endeudados, ahora le pide a los gobiernos de dichos países
que luchen contra la pobreza para poder beneficiarse eventualmente con una
reducción de la deuda.
Una lógica elemental
indica que el orden debería ser inverso: primero reducir o anular la deuda y
después (o en todo caso simultáneamente) exigir a los gobiernos beneficiados
que adopten medidas de lucha contra la pobreza.
En la lista de países
candidatos a beneficiarse con una reducción de la deuda (la Iniciativa para
aliviar la deuda de los países pobres más endeudados) había al comienzo 41
países (dos tercios de ellos africanos), que luego se redujeron a 32 y de los
diez primeros seleccionados (ocho africanos, Bolivia y Honduras), todos, salvo
Uganda y Bolivia, continúan esperando. No obstante, se ha prometido que a los
diez primeros países seleccionados se sumarán otros diez. En este formidable
esfuerzo del mundo rico a favor de los países pobres, si se llevara a buen
término, representaría 30.000 millones de dólares en varios años. Una vez y
media la fortuna de la familia más rica de Francia.
Esta nueva política
de las instituciones de Bretton Woods (que consiste en haber sumado la
selectividad a la condicionalidad) se decidió en la reunión del G7 de 1995 en
Halifax, donde se dijo que teniendo en cuenta las dificultades presupuestarias
de los países donantes, los recursos debían orientarse prioritariamente a los
países más necesitados y que hubieran demostrado la capacidad de utilizarlos
eficazmente.
La reunión de
septiembre del 2000 en Praga del Banco Mundial y del FMI consagró las
orientaciones
propuestas en el Informe de abril del 2000 de la Comisión Meltzer del Congreso
de los Estados Unidos: que el FMI sea prestamista a corto plazo y a interés
elevado y que los préstamos se otorguen a los países donde haya una fuerte
presencia de la banca privada internacional, como garantía de su estabilidad
financiera.
El G8, reunido en
Génova a fin de julio del 2001, se limitó a ratificar la Iniciativa para
los países pobres más endeudados (Arnaud Zacharie, 2001). ¿Cuál es el balance
a mayo del 2001 de esta iniciativa a favor de los países pobres más
endeudados lanzada en Halifax en 1995?
En 1996 el
total de la deuda de los 41 países que figuraban en la lista era de 205 mil
millones de dólares y en 2001 es de 215 mil millones de dólares. Es
decir que la deuda aumentó, en lugar de disminuir (FMI, World economic
outlook, www.imf.org).
Ya hemos dicho que en
1998 los 41 países pobres más endeudados (PPME) transfirieron al norte 1.680
millones de dólares más de los que recibieron (World Bank, Global Development
Finance, 2000) y en 1999 el conjunto de los países del Tercer Mundo realizaron
una transferencia neta de recursos al norte de 114.600 millones de dólares.
En realidad, la
anunciada reducción o anulación parcial de la deuda de los países más
pobres es una pura superchería, como dice Eric Toussaint, un especialista
en la materia. Toussaint agrega que es igualmente útil precisar que las sumas
destinadas por los Estados industrializados al alivio de la deuda son
utilizadas para indemnizar empresas privadas alemanas, francesas, belgas…que
han participado en la realización de elefantes blancos en los países
actualmente aplastados por el peso de la deuda (Toussaint, junio 2001, págs.
206 y ss.).
El último informe de
la OCDE al respecto (Estadísticas de la deuda externa, 2001, citado por Eric
Toussaint, mayo 2001) no puede ser más claro: La iniciativa para los países
pobres más endeudados no se traducirá por una reducción nominal del valor
de la deuda porque las quitas consistirán en lo esencial en
condonación de intereses y donaciones destinadas a financiar el servicio
de la deuda y no en reducciones directas de la deuda.
La iniciativa
–dice Eric Toussaint- consiste en disminuir un poco el peso de la deuda sobre
las finanzas de los países más pobres a fin de que el sistema de la deuda
perdure.
Señala Toussaint que
las condiciones impuestas son tan insoportables que en el año 2000 Laos y
Ghana rechazaron formar parte de la lista de países supuestamente
beneficiarios de la iniciativa (Toussaint, mayo 2001).
Podrían resumirse las
políticas de las instituciones de Bretton Woods diciendo que la ayuda que
proporcionan a los países pobres pertenece al reino de la fantasía
pero que la ingerencia en las políticas financieras, económicas y
sociales de dichos Estados es bien real y sus consecuencias son económica y
socialmente catastróficas.
V. ¿CÓMO SE REFLEJAN LAS POLITICAS DE AJUSTE IMPUESTAS POR EL FMI
Y EL BANCO MUNDIAL EN LAS POLITICAS DE DISTRIBUCION DE LOS INGRESOS, DE EMPLEO,
DE SALUD, DE EDUCACION, DE SEGURIDAD SOCIAL, DE FISCALIDAD, DE PRESERVACION DEL
MEDIO AMBIENTE, DE VIVIENDA Y EN LA SITUACION DE LA MUJER ?
1. Distribución de los
ingresos
En el decenio de 1980, según un Informe del UNICEF,
el ingreso medio por habitante en muchos países de Africa y de América Latina
disminuyó entre el 10 % y el 25 % (UNICEF, 1989).
Pero los más afectados fueron los sectores más
vulnerables. Por ejemplo, en dicho decenio, en América Latina y el
Caribe, el consumo per cápita del sector empresarial aumentó el 16 % en tanto
que el del sector asalariado disminuyó el 25% (UNRISD, 1991, pág. 21).
La diferencia de ingresos entre el quinto más rico
y el quinto más pobre de la población mundial, tomada por bloques de países,
pasó de una proporción de 30 a 1 en 1960 a 59 a 1 en 1989 y tomando en cuenta
la distribución de ingresos en el interior de cada país, la diferencia entre
los más ricos y los más pobres a escala mundial se elevó a 140 a 1 (PNUD, 1992,
págs. 86 y ss.).
La cantidad de pobres, en cifras absolutas y
relativas, no cesa de crecer: por ejemplo en América Latina y el Caribe el
número de pobres aumentó de 136 millones en 1980 a 266 millones en 1992, o sea
del 41% al 62% de la población (Conferencia regional gubernamental de América
Latina sobre la pobreza, Quito, Ecuador, 1990).
Ante esta clara tendencia a la concentración de la
riqueza y a la expansión de la pobreza y cuando se plantea agudamente la
necesidad de emprender una política de redistribución de los ingresos, el Banco
Mundial dice que la redistribución de los ingresos "puede ser perjudicial
y, en todo caso, sucede con frecuencia que los beneficios los perciben los
menos necesitados" (Banco Mundial, 1991, pág. 11).
El ex Director del FMI, señor Michel Camdessus, expresó una
opinión similar en su alocución a la 78a. reunión de la Conferencia
Internacional del Trabajo, el 10 de junio de 1991.
2. Política de empleo.
El FMI no cesa de recomendar la flexibilidad
laboral, es decir el
trabajo precario y el alto nivel de
semiocupación y desocupación que ello implica.
En mayo
de 1995, el FMI, a través de su director Michel Camdessus, se declaraba
satisfecho de la situación en México, felicitando a dicho país por haber
..."aceptado disminuir en un 10 por ciento el poder de compra de los
asalariados [en realidad el porcentaje es mucho mayor] y permitido que un
millón de personas pierdan su empleo"...[los empleos perdidos serían
"solo" medio millón], desde la crisis financiera de diciembre de 1994
(Bertrand La Grange, 1995).
En
general, las políticas preconizadas por el FMI y el Banco Mundial,
particularmente las privatizaciones y las economías en el sector público,
provocan un aumento de la desocupación (Anne Trebilcock, 1994).
En
Argentina, por ejemplo, que ha seguido al pie de la letra las directivas del
FMI y del Banco Mundial, la tasa de desocupación en 1995 ascendía al 18,6 por
ciento de su población activa, la más alta de su historia. Y en ese mismo país,
el salario real, tomando 1985 como base 100, en 1992 era solo 40,1 (OIT,
1994).
Esto no
impide que el FMI continúe imperturbable con sus orientaciones antisociales: en
su Informe Anual de 1995, publicado en setiembre de 1995, el FMI sugería a
Francia que rebajara el salario mínimo y las cargas sociales para
reducir el desempleo (FMI, 1995), es decir seguir el modelo de Estados Unidos,
donde los empleos que se crean son no calificados y mal remunerados
(CNUCED, 1995, cap. III).
3. Salud
El
informe del UNICEF "La situation des enfants dans le monde 1989"
señalaba que a la disminución de los ingresos familiares de los sectores más
desfavorecidos se suma el recorte, en el marco de las políticas de ajuste, de
los gastos estatales en materia social: en los últimos años, decía el informe,
en los 37 países más pobres los gastos en salud pública han disminuído en un
50%. Una de las consecuencias es que la tendencia a la disminución de la
tasa de mortalidad infantil se ha hecho más lenta en algunas regiones, en otras
se ha detenido o, peor aún, se ha invertido y la tasa de mortalidad infantil ha
vuelto a aumentar. "Se puede estimar en por lo menos 500.000 la cantidad
de niños muertos en los últimos doce meses como consecuencia de la
desaceleración o de la inversión del progreso económico en los países en
desarrollo" (UNICEF, 1989).
Cabe hacer una observación acerca de las
estadísticas sociales, que a veces dan una imagen distorsionada de la realidad,
tomando periodos largos, por ejemplo 1960-1990, haciendo aparecer así progresos
en materia de mortalidad infantil, alfabetización, etc. pero ocultando de ese
modo la tendencia inversa en el período 1980-1990, tendencia negativa que
continuó después.
Es lo que se hace en el Informe del UNICEF
"Estado mundial de la infancia 1995", donde por ejemplo en la Tabla
10, se comparan las cifras de mortalidad infantil de 1960 y de 1993,
apareciendo así una neta disminución entre ambas fechas pero ocultándose la
tendencia a la estabilización o al empeoramiento que se advierte desde
comienzos de 1980, como lo señalaba el mismo UNICEF en su informe de 1989.
El Banco Mundial, por su parte, en su informe
de 1993 (Banque Mondiale, 1993), preconizaba la privatización de los servicios
de salud, lo que tiene por resultado convertir a este derecho humano
fundamental en una fuente de lucro para unos pocos (como ya lo es en buena
parte a través de la industria farmacéutica) y en un lujo inalcanzable para los
más pobres.
Un informe de la Organización Mundial de la
Salud decía : "En el mundo en desarrollo mueren cada año 12,2 millones de
niños de menos de cinco años, la mayoría de ellos por causas en muchos casos
evitables por unos pocos centavos de dólar. La pobreza ha sido y seguirá siendo
el mayor obstáculo al desarrollo de la salud. La pobreza es quizás el principal
determinante, tomado aisladamente, de la salud individual, de la familia y de
la comunidad.
La cantidad de gente pobre se ha incrementado
substancialmente, tanto en el mundo en desarrollo como entre los grupos y
comunidades marginales del mundo desarrollado, especialmente en los barrios
pobres (bidonvilles) de las grandes ciudades" (OMS, 1995).
4. Educación
En 1990 había en el mundo 948 millones de adultos
analfabetos, encontrándose las tasas más altas de analfabetismo en los países
pobres y, dentro de cada país, entre los pobres, especialmente las mujeres y
las niñas (UNESCO, 1991).
La afirmación de que el analfabetismo en el mundo
tiende a decrecer es relativamente inexacta, pues si bien es cierto que
disminuye globalmente en porcentaje, no disminuye en cifras absolutas (Ali
Hamadache, 1990).
Además, la pobreza creciente de amplios sectores de
la población y el recorte de los gastos sociales en muchos países como consecuencia
de las políticas de ajuste, ha hecho aumentar la deserción escolar. El informe
del UNICEF "La situation des enfants dans le monde 1989", señalaba la
disminución en un 25% de los gastos en educación en los 37 países más pobres y
afirmaba que en ..."cerca de la mitad de los 103 países en desarrollo
sobre los que existen informaciones recientes, la tasa de inscripción en la
escuela primaria de los niños de 6 a 11 años está en neta regresión"
(Informe citado, pág. 1).
Y en los que se refiere a las niñas, "...la creciente tendencia en
muchas zonas a mantener a las niñas fuera de la escuela para que ayuden en las
tareas de sus madres, virtualmente asegura que otra generación de mujeres
crecerá con menores perspectivas que sus hermanos. En Africa por ejemplo,
"es cada vez mayor el número de niñas que abandonan la escuela tanto
primaria como secundaria o que no asisten a ella debido a la creciente
pobreza", según dice la señora Phoebe Asiyo, del Fondo de Desarrollo de
las Naciones Unidas para la Mujer"(Jodi Jacobson, 1992). ..."Las
políticas de ajuste están generalmente acompañadas de una disminución del gasto
público, de las tasas brutas de escolarización y de la calidad de la enseñanza,
especialmente en el primer nivel"... "En el sector de la educación
parece ser más fácil, durante el proceso de ajuste, reducir el gasto público en
el nivel primario que en el nivel superior"... "A largo plazo, todo
esto perjudicará gravemente la calidad de la educación"(Jandhyala Tilak,
1992).
5. Seguridad social y redes
de seguridad social
El FMI impulsa la privatización de la seguridad
social, lo que se está haciendo en muchos países del mundo en detrimento de los
sectores de más bajos ingresos. La seguridad social presenta en los países de
bajo nivel de ingresos diversos problemas de naturaleza estructural:
a) abarca sólo a una parte de la población, en
particular a los que trabajan en el sector estructurado, quedando generalmente
al margen los trabajadores del sector no estructurado o informal;
b) las cotizaciones de los trabajadores del sector
estructurado son pocas y bajas a causa de los bajos salarios, lo que no permite
cubrir con ellas a los otros sectores, etc.
A estos problemas se ha agregado el de la
privatización de los servicios de seguridad social, que margina a los trabajadores
con más bajos ingresos y por lo tanto los más necesitados, a causa de que las
cotizaciones son muy elevadas. Además, el porvenir de los sistemas privados es
incierto y los trabajadores que pertenecen a ellos corren el riesgo de
encontrarse en el futuro sin protección.
Muchos especialistas en seguridad social han dado
su opinión contraria a la privatización de los sistemas de seguridad
social y ya se pueden comprobar las consecuencias negativas para los
trabajadores con más bajos ingresos en los países donde se ha puesto en
práctica.
En el párrafo 44 del documento de la OIT
"Protección social y redes de seguridad" de la Comisión sobre el
empleo del Consejo de Administración de la Oficina Internacional del Trabajo,
refiriéndose a la experiencia de Chile en materia de privatización de los
sistemas de seguridad social, se dice: "Los datos sobre los costos
operacionales de las cajas de pensiones del sector privado (AFP) en este país
son fragmentarios pero se informa que en 1989 dichos costos representaron el 25
por ciento de los ingresos procedentes de las cotizaciones; de esta suma, una
proporción considerable consistió en costos de comercialización y ventas.
(Colin Gillion y Alejandro Bonilla, 1992).
Las cajas privadas tampoco parecen ser muy capaces
de asegurar el cumplimiento de la legislación: la proporción de afiliados que
paga regularmente las cotizaciones como lo requiere la ley, fue en 1990 de un
53 por ciento. Esto sin embargo no constituye un gran problema para las cajas
de pensiones, ya que las cotizaciones no pagadas no confieren derecho a
la prestación; pero puede crear problemas importantes en el futuro para el
Estado, que tendrá que pagar a los trabajadores jubilados una prestación mínima
garantizada."(OIT, 1992).
El FMI, por el contrario considera que "Chile
muestra el camino"(G.A. Mackenzie, 1995).Con la privatización de los
sistemas de seguridad social (que es una forma de acumulación de capital y de
concentración de beneficios en pocas manos privadas) se está repitiendo de
alguna manera el proceso que llevó a la acumulación de la enorme deuda externa
de los países del Tercer Mundo: los préstamos que dieron origen a la deuda
sirvieron para que unos pocos acumularan capital y ahora la deuda es una pesada
carga que agobia a la gran mayoría de la población de los países deudores.
Podría llegar a ocurrir más adelante que la Cajas privadas quiebren o
desaparezcan y que el pago de las jubilaciones de sus afiliados deba
asumirlo el Estado, es decir los contribuyentes.
Estas privatizaciones de los sistemas de seguridad
social forman parte de las políticas de ajuste recomendadas por el Fondo
Monetario Internacional.
El FMI, refiriéndose a las reformas al
sistema de la seguridad social en Argentina (que incluye la privatización)
dice: "esta reforma se imponía"(FMI, 1994). Para compensar los
efectos sociales negativos del ajuste estructural el FMI y el Banco Mundial
proponen establecer "redes de seguridad social".
La reducción del gasto público recomendada por el
FMI como parte de las políticas de ajuste, limita seriamente el alcance y la
eficacia de tales redes de seguridad destinadas a la protección de los sectores
más vulnerables (entrega directa de alimentos, precios subvencionados para
algunos artículos de primera necesidad, etc.).
A título de ejemplo: el 22 de octubre de 1992 se dictó en
Perú el decreto ley 25572, modificando la ley de presupuesto de 1992, aprobada
por el Parlamento antes del golpe de Estado de Fujimori. Entre las
modificaciones figuraba la reducción de los gastos sociales en un 42 por
ciento, o sea 217 millones de soles, lo que afectó programas del vaso de leche,
de apoyo alimentario de emergencia y de lucha contra las epidemias. Por otro
lado, la modificación del presupuesto incrementó los fondos destinados al pago
de la deuda externa en 316 millones de soles. Eso en un país donde el número de
personas en situación de pobreza crítica pasó de 7 a 12 millones de personas en
el solo año 1991, sobre una población total de 18 millones.
6. Preservación del medio
ambiente
En 1974, se publicó el Modelo Mundial
Latinoamericano, un informe preparado por un grupo de sociólogos y
economistas latinoamericanos, con un enfoque crítico y diferente del informe
preparado por Dennis Meadows para el Club de Roma, que se había publicado en
1972 con el título de "Los límites del crecimiento".
Aludiendo a este último informe, en el Modelo
Mundial Latinoamericano se decía que la catástrofe ecológica prevista en otros
modelos para un futuro más o menos lejano, era una realidad actual para buena
parte de la humanidad (Herrera, 1977).
En efecto, hace ya tiempo que la deforestación está
produciendo daños incalculables, que industrias contaminantes (muchas de ellas
desplazadas de los países desarrollados a los países del Tercer Mundo)
envenenan la atmósfera, el agua y la tierra y que enormes cantidades de
desechos tóxicos son también exportados de los países industrializados a los
países menos avanzados (Ouhachi-Vesely, 2001).
Por ejemplo en América Central, desde 1960 se han
reducido las áreas boscosas del 60 al 30 por ciento del total del territorio.
Se estima que actualmente se pierden en esa región 350.000 hectáreas de bosques
por año, lo que significa una tasa anual de deforestación del 1,5 por ciento,
una de las más elevadas del mundo, con graves consecuencias ecológicas, como
por ejemplo la escasez de agua para el riego y para el consumo de las
poblaciones urbanas. Esto es la consecuencia de un proceso así llamado de
modernización por un lado y de estrategias de supervivencia por el otro.
La modernización ha consistido en la tala
indiscriminada para vender la madera, extender las tierras de pastoreo para
producir carne destinada a la exportación (lo que se ha llamado la
"hamburger connection") producir bananas, café y algodón también destinados
a la exportación, explotar minas, etc. (Utting, 1991). Las consecuencias
sociales han sido el desplazamiento de sus tierras de los campesinos pobres y
de los pueblos indígenas quienes, al ocupar nuevas tierras más alejadas,
practican estrategias de supervivencia, talando árboles para usar la
madera como combustible y también para venderla.
Cuando los campesinos pobres y los indígenas
quieren resistir el despojo de sus tierras, la represión y las matanzas no se
hacen esperar. El Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo
financian estos procesos de "modernización", cuyo resultado es la
concentración de la propiedad de la tierra en pocas manos, el enriquecimiento
de las elites locales incluidos los jefes militares, enormes beneficios para empresas
transnacionales y el empobrecimiento y la degradación de las condiciones de
vida de grandes sectores de la población, en un marco de deterioro acelerado
del medio ambiente.
No ha sido ni es muy diferente la situación en
Africa, donde a primera vista se pueden atribuir las hambrunas a las
condiciones meteorológicas y a las guerras, pero un análisis más profundizado
pone de manifiesto el papel funesto desempeñado por la colonización europea,
que devastó enormes extensiones de bosques para apropiarse de las maderas y
fomentó los cultivos de exportación, como el café, el cacao y el maní. Con el
agravante que este último reseca fuertemente la tierra donde se cultiva. Se
marginaron los cultivos de subsistencia y se modificaron los hábitos agrícolas
de los pueblos africanos, tales como el desplazamiento de los cultivos, la
rotación y la acumulación de reservas, aptos para afrontar sin hambrunas los
períodos de sequía, etc.
En Asia la situación tampoco es diferente y por
ejemplo Nepal, que tiene maderas muy cotizadas en sus bosques, tiene
además el triste privilegio de exhibir la tasa de deforestación más elevada del
mundo, el cuatro por ciento anual (Solon Barraclough y Krishna Guimire, 1990).
El Banco Mundial manifiesta preocupaciones
ecológicas y financia reforestaciones con eucaliptus, que tiene alto y rápido
rendimiento económico pero que deseca las tierras, haciéndolas inutilizables
para los cultivos de subsistencia (Vandana Shiva, 1990).
En ciertos aspectos, la problemática ecológica de las
naciones del Este europeo es comparable a la de los países en desarrollo. En
setiembre de 1990 se efectuó una conferencia en Stuttgart que reunió a
empresarios eurooccidentales con científicos euroorientales. En esa ocasión, un
especialista de la Academia de Ciencias Económicas de Poznan dijo que,
desde el colapso del régimen anterior, lo que estaba de moda en Polonia no era
la protección del ambiente, sino más bien las latas de cerveza, las bolsas de
plástico, los plaguicidas y las usinas para incinerar basuras. En esa situación,
precisó, muchas empresas euroocidentales desempeñan un papel muy distinto del
que proclaman. La exportación a Polonia de desechos industriales, la venta de
productos contaminantes y el traslado a ese país de industrias problemáticas,
agregó, experimentaban en ese momento un auge extraordinario (Leopoldo Mármora,
1992).
7. Política fiscal
Siguiendo los consejos del FMI y del Banco Mundial,
muchos países han introducido reformas a sus políticas fiscales, que han tenido
por consecuencia' el aumento de los impuestos al consumo, que paga por igual
toda la población y afecta especialmente a los más pobres, y la disminución de
los impuestos al patrimonio, a la fortuna y a las transacciones financieras.
El FMI se congratula de lo que llama "un
enfoque radical de la reforma fiscal en la Argentina" a la que califica de
"una de las más revolucionarias de América Latina", que ha
consistido, según se explica, en suprimir impuestos a las transacciones
financieras y a la exportación y en concentrarse en la TVA (impuesto al
consumo), convirtiendo a éste en un impuesto sumamente remunerador
(Parthasarati Shome, 1995).
En el mismo artículo figura un cuadro donde se
puede ver la evolución de la composición de la recaudación fiscal en Argentina,
Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, México,
Nicaragua, Panamá, Paraguay, Uruguay y Venezuela, tomados en conjunto, entre
1980-85 y 1992.
Allí se muestra que en el total de la recaudación fiscal, los impuestos al
consumo aumentaron del 34,4% al 43,5% y los impuestos al patrimonio y a la
fortuna disminuyeron del 19,1% al 12,2%.
Es decir que el FMI promueve una política fiscal que
en lugar de contrarrestar, contribuye a acentuar la tendencia generalizada a la
concentración de la riqueza en pocas manos por un lado y a la extensión de la
pobreza, por el otro, política que incluye la desgravación de la
especulación financiera.
8. Derecho a la vivienda
Son bien conocidos los efectos sobre el derecho a
la vivienda de megaproyectos financiados por el Banco Mundial que tienen por
resultado el desplazamiento masivo de poblaciones. Pero en un contexto más
general, las políticas de ajuste recortan o eliminan todos los gastos sociales,
entre ellos los destinados a la construcción de viviendas populares. Además, la
inversión del dinero de la droga en la propiedad urbana con fines de blanqueo y
la especulación inmobiliaria encarecen la vivienda y la hacen aún más
inaccesible para la gente de escasos recursos.
Por su parte, Estados Unidos sostuvo en la
Conferencia Internacional Habitat II que no existe un derecho a la vivienda.
Ello, pese a que el artículo 25 de la Declaración Universal de Derechos Humanos
y el artículo 11, inciso 1 del Pacto de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales reconocen expresamente el derecho a la vivienda.
9. Situación de la mujer.
Cabe decir que la mujer ocupa, junto con los niños,
el primer rango entre las víctimas de la política antisocial. En ningún
país del mundo la mujer cobra el mismo salario que el hombre por un trabajo
igual, lo que constituye una discriminación manifiesta.
Y en los esfuerzos encarnizados por abaratar la
mano de obra para lograr una mayor competitividad, se ha acentuado la
explotación de la mujer trabajadora, junto con la explotación del trabajo
infantil.
"Hoy todavía, el 70% de los pobres y las dos
terceras partes de los analfabetos en el mundo son mujeres. Las mujeres solo
ocupan el 14 % de los puestos de responsabilidad y administrativos, el 10% por
ciento de las bancas parlamentarias y el 6% de los cargos de ministros...
Trabajan a menudo más horas que los hombres, su trabajo es sin embargo en gran
parte ignorado, no reconocido y desvalorizado"...(PNUD, 1995).
VI.
ÁFRICA, EL CONTINENTE MÁS AFECTADO.
Diversas razones han hecho que África sea el
continente que más ha sufrido las consecuencias de los cambios en la economía
mundial de los últimos decenios y particularmente, de las políticas de ajuste.
África entró en la fase de crisis siendo el
continente menos industrializado tanto en términos de producción industrial
como de estructura. Este bajo nivel de industrialización es la herencia más
visible del colonialismo. Las políticas coloniales impidieron que África
iniciara el proceso de sustitución de importaciones tanto durante el período de
la depresión como durante la Segunda Guerra Mundial, como pudo llevarse a cabo
en otras regiones del Tercer Mundo, por ejemplo en América Latina. Así
África ha continuado siendo extremadamente vulnerable a los factores externos.
Hasta fines del decenio del 70 muchos países africanos
realizaron progresos de orden económico y social. Pero la subordinación de las
elites dominantes de la mayoría de los países africanos a las potencias
neocoloniales, dio lugar al progresivo deterioro económico-social de buena
parte del continente, deterioro que se agravó en el decenio del 80 con las
políticas de ajuste estructural impuestas por el FMI.
Por ejemplo, en Uganda, tomando como base 100 el
salario mínimo real en 1972, en 1984 era solo 9, es decir más de diez veces
inferior y si en 1972 hacía falta el 60 por ciento del salario real para
comprar los alimentos para la familia, en 1984 hacía falta el 450 por ciento de
dicho salario para ese mismo fin, lo que en términos no estadísticos quiere
decir hambre. En un trabajo del UNRISD (Thandika Mkandawire, 1991)
se dan varios ejemplos de industrias ugandesas totalmente dependientes de
materias primas, sistemas de fabricación, maquinarias y hasta envases
extranjeros, de los cuales tomaremos uno solo.
Mukisa Biscuits, reconstruida en 1982 con fondos del
PNUD y con el asesoramiento técnico de UNIDO, había funcionado en los años 50
utilizando materias primas locales. Una vez reconstruída con la ayuda de los
dos organismos de las Naciones Unidas citados, Mukisa Biscuits utiliza solo el
agua local para cocinar materias primas importadas, corta el producto en moldes
extranjeros y los envasa en papeles y cajas importadas también del extranjero.
Uganda, como la mayor parte de los países
africanos, debe pagar al exterior mucho más de lo que recibe en calidad de
préstamos o por sus exportaciones.
Así es como en 1992 la deuda externa representaba
el 100,1% del PNB en Africa en general y el 108,1% en Africa subsahariana. En
diez años se duplicó en Africa la relación deuda-PNB (Naciones Unidas,
Estudio económico mundial, 1993). Mientras en el periodo 1965-1980, la tasa
media de crecimiento del PIB en Africa subsahariana fue del 5,6%, en el periodo
1980-1986 fue cero
(Mkandawire).
En "L'Afrique vers la reprise économique"
del UNICEF, se dice: "Al fin del decenio, el FMI y el Banco Mundial se
convirtieron en beneficiarios netos de los recursos provenientes de Africa,
encontrándose en la situación anormal de socavar la viabilidad financiera de
sus propias políticas de ajuste estructural" (UNICEF, 1992). El mismo
documento del UNICEF dice que Africa "necesita urgentemente otra
estrategia de desarrollo" (pág.9).
La 7a. Conferencia de la CNUCED, celebrada en 1987,
previó situaciones trágicas como las de Ruanda, si no se cambiaban rápidamente
las orientaciones en materia económico-social en los países agobiados por la
deuda y las políticas de ajuste.
Otro factor que empobreció a los países africanos
fue la caída de los precios de sus productos de exportación. Por ejemplo el
precio del café, que constituye el 77% de las exportaciones de Ruanda,
disminuyó casi en un 50% en pocos años.
Uno de los golpes asestados al nivel de vida de
varios pueblos africanos fue la devaluación del franco CFA. Esa devaluación,
impuesta por el FMI y aceptada por los respectivos gobiernos, afectó gravemente
los consumos básicos de la población, pues muchos de esos países son
importadores de alimentos, como consecuencia de la liquidación de sus
estructuras productivas tradicionales. Por cierto que las víctimas de la
devaluación no fueron consultados.
La Octava Conferencia Regional Africana de la OIT
(Mauricio, 19-26 de enero de 1994) se declaró "Alarmada por los efectos
dramáticos que ha tenido la devaluación en el nivel de vida de la población y
especialmente de millones de trabajadores y sus familias, muchos de los cuales
han sufrido ya una fuerte caída del ingreso real y una pérdida del poder
adquisitivo"... (OIT, 1994).
El FMI, por el contrario, se declaró satisfecho de
los primeros resultados de la devaluación del franco CFA: "Durante los
nueve primeros meses de 1994 el franco CFA se desvalorizó alrededor del 33% en
valor efectivo real, grosso modo como estaba previsto. Los costos salariales
expresados en dólares -otro barómetro de la competitividad- bajaron alrededor
del 40 por ciento".
Para "consolidar los progresos logrados",
el FMI recomienda a los gobiernos "un control más estricto de los gastos
públicos"..."una política salarial prudente" y "liberalizar
el sistema de precios, el mercado de trabajo y el comercio exterior" (Jean
Clément, 1995). Es decir que el FMI aprobó que el salario real de los
trabajadores de Africa de habla francesa hubiera caído en pocos meses un
40 por ciento y aconsejó a los respectivos gobiernos "consolidar los
progresos logrados".
Según el Estudio Económico Mundial de las Naciones
Unidas, el conjunto de Africa tuvo en 1992 una transferencia negativa de
recursos de 1600 millones de dólares. Este resultado no impidió al
subsecretario del Tesoro de los EEUU del Presidente Clinton, señor Lawrence
Summers, declarar refiriéndose a África que "la comunidad
internacional no puede mantener de manera permanente el nivel de ayuda
actual" (Africa Relance, 1993).
El señor Summers adquirió cierta notoriedad cuando
siendo economista jefe del Banco Mundial, en un memorándum interno expresó que
el Banco debía estimular la exportación de industrias contaminantes al Tercer
Mundo y agregó que descargar los desechos tóxicos en los países de más bajos
ingresos era de una lógica económica impecable, porque la vida de un habitante
del Tercer Mundo, en términos de esperanza de vida y de ingreso per cápita,
vale mucho menos que la de un habitante de un país desarrollado (The Economist,
15-21 de febrero 1992).
Los objetivos del capital transnacional en Africa
fueron expresados claramente por el señor George Moose, ex subsecretario de
Estado para asuntos africanos de los Estados Unidos en un discurso
ante el Senado de su país: "Nosotros debemos asegurar nuestro
acceso a los inmensos recursos naturales de Africa" (Le Monde Diplomatique,
julio 1993).
Los tremendos dramas que se producen en Africa:
guerras civiles, luchas interétnicas, desplazamientos masivos de población,
hambrunas, se pueden explicar en buena parte por estas políticas de las grandes
potencias, las empresas transnacionales y los organismos de Bretton Woods.
Por ejemplo en Ruanda, el crecimiento medio económico en el período 1980-1991
fue negativo (-2,4), la tasa de mortalidad infantil es de más de
110 por mil y la proporción de médicos era en 1990 la más baja del mundo:
un médico cada 72990 habitantes, más desfavorable aún que en 1970 (Banco
Mundial, Rapport 1993). Entre 1980 y 1991 la deuda externa de Ruanda creció del
103 al 591 por ciento de sus exportaciones (Banco Mundial, rapport sur le
développement dans le monde,1993, cuadro 24). Y la tasa anual de deforestación
en Ruanda entre 1981 y 1985 fue del 2,3 por ciento, una de las más elevadas del
mundo.
En Africa en general, los bosques fueron arrasados
para proveer de maderas exóticas a los mercados de los países llamados civilizados.
Entre 1930 y 1970 se estima que fueron destruidos entre el 25 y el 30 por
ciento de los bosques húmedos de Africa. Sobre todo en los últimos decenios,
esta elevada tasa de deforestación con consecuencias ecológicas catastróficas
(sequía y erosión) obedece en buena parte a la transformación de los bosques en
tierras de cultivos de exportación, en un intento desesperado de obtener
divisas para pagar los servicios de la deuda (Barraclough y Guimire).
Las "ideas" del señor Summers y las
políticas del FMI, del Banco Mundial, de las empresas transnacionales y de las
grandes potencias en Africa, se llamarían en lenguaje hitleriano "la
solución final del problema africano".
VII. ¿QUÉ
HACER CON LA DEUDA?
Para analizar las posibles soluciones al problema
de la deuda, hay que remitirse en primer lugar a los ejemplos de la
historia, que demuestran que, sobre todo las grandes potencias, nunca o casi
nunca han pagado sus deudas.
Decía Keynes: "...los incumplimientos por gobiernos extranjeros de su
deuda externa son tan numerosos y ciertamente tan cercanos a ser universales
que es más fácil tratar sobre ellos nombrando a aquellos que no han incurrido
en incumplimiento, que aquellos que lo han hecho. Además de aquellos países que
incurrieron técnicamente en incumplimiento, existen algunos otros que pidieron
prestado en el exterior en su propia moneda y permitieron que esa moneda se
depreciara hasta menos de la mitad de su valor nominal y en algunos casos a una
fracción infinitesimal. Entre los países que actuaron así cabe citar a Bélgica,
Francia, Italia y Alemania." (Keynes, 1924). John Kenneth Galbraith (1995)
cita varios ejemplos de deudas externas (sobre todo de los países
llamados desarrollados) que nunca fueron pagadas.
Sergio Bitar, en el prólogo a un libro de Gonzalo
Biggs (Biggs, 1987) cita a Andrew Mellon, que fué Secretario del Tesoro de los
Estados Unidos a fines de los años 1920, quien dijo: "La insistencia en el
cumplimiento de un convenio que supere la capacidad de pago de una nación
le serviría de justificación para negarse a cualquier arreglo. Nadie
puede hacer lo imposible quienes insisten en cláusulas imposibles están
propiciando en última instancia el repudio completo de la deuda. Esto lo decía
Mellon para justificar la firma de 15 convenios para reprogramar las deudas de
guerra de los países europeos con Estados Unidos. Pese a esta reprogramación,
Alemania y otros países europeos suspendieron más adelante el pago de las
deudas de guerra con Estados Unidos.
En su libro, Biggs cita numerosos precedentes
históricos de países que no han pagado sus deudas externas, entre ellos
los Estados Confederados del Sur después de la Guerra de Secesión.
Dicha deuda fue anulada mediante la Enmienda XIV de la Constitución de
los Estados Unidos, del 16 de junio de 1866, que dice : ni los Estados Unidos,
ni ninguno de los Estados reconocerán o pagarán deuda u obligación alguna que
se haya contraído para ayudar a una insurrección o rebelión contra los Estados
Unidos; estas deudas, obligaciones y reclamaciones serán consideradas ilegales
y nulas. (Biggs, págs. 101 y 102).
Dice Biggs que si los países latinoamericanos
recibieran un trato similar al de Alemania y otros países europeos después de
la primera guerra mundial (que finalmente no pagaron sus deudas) la deuda
latinoamericana debería reducirse en más del 50 por ciento y prorrogar
los plazos de vencimiento de la misma hasta después del año 2050
(Biggs, pág. 171).
El profesor José Antonio Alonso, en un artículo
publicado en el diario español El País del 17 de abril de 2001,
después de indicar el elevado costo económico y social de la deuda de los
países en desarrollo, señala que después de la Segunda Guerra
Mundial se fijó como cuota máxima para el pago de la deuda alemana el 4,6% de sus
exportaciones, con el objeto de no dislocar la economía y no drenar
indebidamente sus recursos. Es decir que Alemania, después de haber provocado
la hecatombe humana más grande de la historia, recibió mejor trato que el
que reciben actualmente los países deudores pobres.
Biggs dice que la experiencia histórica muestra que
en todas las crisis financieras internacionales, los acreedores o sus gobiernos
debieron asumir una parte importante de las pérdidas resultantes de sus
préstamos o inversiones y que la única excepción a esta regla ha sido la
latinoamericana (pág. 28). Podría agregarse que actualmente la excepción
alcanza no sólo a los países latinoamericanos sino a todos los países deudores
pobres.
Desde el punto de vista jurídico, se ha reconocido
el derecho de un gobierno constitucional a desconocer las deudas contraídas por
un gobierno dictatorial anterior, con fundamento en la mala fe del acreedor
(que prestó sabiendo el destino ajeno al interés público del préstamo) y en la
falta de representatividad del deudor. El general Tinoco había asumido el poder
mediante un golpe de Estado en Costa Rica en 1917 y su gobierno contrajo una
deuda con el Royal Bank of Canada. Dicha deuda fue desconocida por el gobierno
constitucional posterior.
En 1923, el juez Taft de la Corte Suprema de los
Estados Unidos, que actuó como juez-árbitro entre el Royal Bank y el
Gobierno de Costa Rica, rechazó la demanda de reembolso de la deuda, con los
fundamentos mencionados (Patricia Adams, 2000).
Ya hemos visto que se contrajeron deudas simuladas
y que durante largos periodos los intereses cobrados fueron usurarios, hechos
que entran en la esfera delictiva. Además, los intereses no cobrados se
incorporaron al capital adeudado, de manera que se devengaron intereses sobre
los intereses (anatocismo), lo que está prohibido en las legislaciones de
muchos países. Es decir que, jurídicamente se puede considerar que la deuda es
globalmente ilegítima y su pago no exigible.
También en el plano jurídico cabe hacer valer el
principio rebus sic stantibus, es decir el derecho a no cumplir una obligación
cuando las condiciones de la misma han cambiado de manera tal que su
cumplimiento resulta de una onerosidad extrema (Borges, Serrano) e
invocar el enriquecimiento sin causa de los acreedores (derecho de
reclamar la devolución y obligación de devolver lo que se ha percibido sin
derecho, por ejemplo arts. 784 y siguientes del Código civil argentino, 1895 y
siguientes del Código civil español y 1376 y siguientes del Código civil
francés) (Marín López).
Dice Biggs: La iniciativa para exigir la revisión
sustancial de las Negociaciones corresponde a los países deudores y no
puede suponerse que, para ello, éstos habrán de contar necesariamente con el
apoyo o comprensión de las demás partes. Pero el temor a la antagonización no
puede justificar la prolongación e intensificación de un gravamen irreversible
sobre la seguridad y el bienestar de las actuales y futuras generaciones
latinoamericanas (págs. 33 y 34).
Bitar, en el prólogo al libro de Biggs, señala que:
-Una extracción de recursos tan cuantiosos de las naciones pobres por las
naciones ricas, obedece en definitiva a las condiciones de poder. Pero al final
tiene un límite: la capacidad de pago del deudor. Y este concepto depende de
una decisión nacional: lo que es esencial para el pueblo y para invertir no
está disponible para transferirlo al exterior (pág. 18).
Pero la capacidad de negociación con los acreedores
de los gobiernos de los países deudores en defensa de los intereses
de sus propios pueblos parece ser nula, pues se comportan como meros
ejecutores de las políticas dictadas desde los centros del poder mundial.
Cuando las autoridades de un Estado, sin tener en
cuenta los precedentes históricos prácticamente invariables, la ilegitimidad de
la deuda actual y que lo que -es esencial para el pueblo y para invertir
no está disponible para transferirlo al exterior, no sólo no negocian
firmemente con los acreedores amenazándolos con repudiar totalmente la deuda,
sino que acatan sumisamente sus exigencias, pueden ser imputados del crimen de
traición, tanto los funcionarios gubernamentales que así actúen como los
parlamentarios que consientan, por acción u omisión, tal actuación. Las bases
jurídicas para tal imputación existen en general en las legislaciones nacionales.
Por ejemplo, según el Código Penal argentino,
comete traición quien ejecutare un hecho dirigido a someter total o
parcialmente la nación al dominio extranjero o a menoscabar su independencia
o integridad (artículo 215, inc.1º) y la Constitución argentina califica
de infames traidores a la patria a quienes formulen, consienten o
firmen actos por los que la vida, el honor o las fortunas de los argentinos
queden a merced de gobiernos o persona alguna" (artículo 29). Pero
mientras los pueblos afectados no impongan la negociación con actos
masivos de rebeldía contra los sucesivos ajustes y sacrificios, esta situación
no tiene miras de cambiar.
Esto también lo saben los acreedores, pues
estiman que pueden seguir expoliando a los pueblos de los países deudores
mientras la paciencia de dichos pueblos no se haya agotado. En
efecto, la Heritage Foundation, en el caso de México, afirmó en junio de 1987
que la circunstancia de que el gobierno de ese país hubiera
eliminado los subsidios al consumo, aumentado drásticamente los impuestos y
reducido en un 50 por ciento los salarios reales, sin una rebelión masiva de su
población, indicaría que el gobierno aún tendría espacio para profundizar esa
política y realizar, también sin obstáculos, la reforma y privatización
completa del aparato económico del Estado (The Heritage Foundation. Deja vu on Policy
Failure: The new $ 14 billion Mexican debt bailout", Backgrounder,
Nº 588, p. 11, 25 de junio de 1987. Washington,
D.C., citada por Biggs, págs. 31 y 32).
Desde el punto de vista económico-financiero, si se
hiciera un estudio actuarial descontando las deudas ficticias, los
intereses usurarios, los intereses de los intereses, los gastos y
comisiones desproporcionados y la fuga de capitales, se llegaría a la conclusión
de que la deuda ha sido totalmente pagada y
probablemente se vería que los presuntos deudores son en realidad acreedores.
Un documento del 25 de junio de 2001 de
Jubileo Sur, una red internacional por la anulación de la deuda, dice que
en 1980 los países del sur debían 567 mil millones de dólares, que desde
entonces se han pagado 3 billones 450 mil millones, es decir seis veces el
monto de la deuda de 1980 y que sin embargo se deben actualmente algo más
de dos billones, es decir tres veces y media más que en 1980.
Finalmente desde un punto de vista ético habría que
poner la presunta deuda en un platillo de la balanza y en el otro platillo la
deuda social, ecológica e histórica que los acreedores tienen con los presuntos
deudores. G
Puede afirmarse que la deuda externa de los países del tercer mundo es
jurídica, económica y financieramente inexistente y éticamente insostenible y
que su subsistencia forma parte del sistema mundial dominante caracterizado por
la hegemonía del capital financiero parasitario que funciona como una
bomba aspirante del trabajo y el ahorro de los pueblos de todo el mundo,
siendo los más afectados los países pobres y dentro de ellos, los sectores más
desfavorecidos de la población.