LAS CINCO LEYES DE LA ESTUPIDEZ HUMANA
Por Sergio Daniel Aronas – 20 de noviembre de 2013
El
gran historiador italiano Carlo Cipolla (1922-2000) fue el autor de obras
monumentales de la historia económica de Europa en varios tomos como así
también de libros sobre la historia del dinero, la tecnología, la revolución
industrial y la alfabetización. Por su libro “Entre la historia y la economía”
mi blog se llama así. Este es un libro magnífico sobre la naturaleza y el
método de la historia económica donde enseña cómo manejarse con las fuentes primarias
y los documentos para la investigación. Es una pena que este profesor, que es una
autoridad gigantesca y reconocida por sus colegas y Universidades, no sea
objeto de estudio, ni se organicen seminarios sobre su obra ni se conozcan sus
libros. Lo mismo pasa con la inglesa Joan Robinson (1903-1980), el
estadounidense Thorstein Veblen (1857-1929) y nuestro Manuel Belgrano
(1770-1820), cuya memoria sobre las matemáticas debería ser obra de lectura
obligatoria en todos los colegios y altas casas de estudio.
De Carlo Cipolla vamos
a poner en conocimiento de mis eruditos seguidores (aunque sé que algunos ya
las deben haber leído) las leyes fundamentales de la estupidez humana que enunció
en su libro de 1988 “Allegro ma non troppo”, leyes que harán reír y temblar a
más de uno:
ü Primera Ley Fundamental: Siempre e inevitablemente todos subestiman el
número de individuos estúpidos que circulan por el mundo.
ü Segunda Ley Fundamental: La probabilidad de que cierta persona sea
estúpida es independiente de cualquier otra característica de esa persona.
ü Tercera Ley Fundamental (o de Oro): una persona estúpida es aquella que
causa pérdidas a otra persona o grupo de personas sin obtener ninguna ganancia
para sí mismo e incluso incurriendo en pérdidas.
ü Cuarta Ley Fundamental: "Las personas no
estúpidas subestiman siempre el potencial nocivo de las personas estúpidas. Los
no estúpidos, en especial, olvidan constantemente que en cualquier momento y
lugar, y en cualquier circunstancia tratar y/o asociarse con individuos
estúpidos se manifiesta infaliblemente como un costosísimo error".
ü Quinta Ley Fundamental. "La
persona estúpida es el tipo de persona más peligroso que existe. El corolario de esta ley dice así: El estúpido es más peligroso que el
bandido.
1) Desgraciado:
aquel que se causa un perjuicio a sí mismo, beneficiando a los demás.
2) Inteligente:
aquel que se beneficia a sí mismo, beneficiando a los demás.
3) Bandido: aquel
que obtiene beneficios para sí mismo, perjudicando a los demás.
4) Estúpido: aquel
que causa pérdidas a otros, perjudicándose a la vez a sí mismo.
Su
crítica hacia los economistas ganadores de los premios Nobel no se hizo esperar
ya que para él, estos laureados confirmó el poder supremo de la naturaleza,
según la cual una proporción de estos afortunados por el Banco de Estocσlmo son
estúpidos. Y si no fijémonos en dos de los últimos ganadores con sus estúpidas ideas
de los mercados eficientes. Son tan eficientes que volaron por los aires,
arrastrando a miles de personas a la calle y ahí aparecen los otros estúpidos
del FMI dando recomendaciones.
Bajo
esta idea de la estupidez humana se pueden mostrar en detalle su aplicación en
la Argentina que desde la época de la sangrienta criminal dictadura desde 1976
hasta nuestro como nos ha afectado con las políticas económicas neoliberales
que destruyeron a la nación y la terrible crisis de diciembre de 2001 estuvo a
punto de desintegrarse.
Algunas estupideces económicas de la dictadura militar
argentina
Hablamos
de la estupidez de la dictadura cívico-militar desde el punto de vista de las
ideas que su propaganfa salvaje impuso en la mentalidad del pueblo y que
seguimos pagando por la forma en que vota y elige a los candidatos,
especialmente en las vacilantes y titubeantes capas medias que tienen un fuerte
peso en la estructura social de la Argentina y cuyo humor puede determinar
acontecimientos de importancia. Fue este sector social el que miró para el otro
lado cuando la dictadura secuestraba, torturaba, fusilaba, mataba en operativos
perfectamente planificados para hacerlos pasar como ataques de las “bandas de
delincuentes subversivos marxistas”. Eran ese sector de la pequeña burguesía que se deleitaba con su viajes al exterior, con los artículos importados, con la tablita y el dólar barato. Un sector que se despertó del letargo conociendo los crímenes de la dictadura por una peliculita ganadora del Oscar en 1984, cuando la represión estuvo frente a sus narices. Es este sector social que sale a cacerolear, entre alguna de sus más estrafalarias razones, porque el gobierno brinda ayuda a los más necesitados a través de la Asignación Universal por hijo, medida que consideran inoportuna porque representa un gasto público excesivo del gobierno. Nada dicen de sus propios gastos, de sus despilfarros y su consumismo exacerbado. Es un sector tan pendular que no tendría ningún problema en vota a un fascista declarado como tal si se le garantirazan sus deseos e intereses de clase para su propio beneficio. Es
a) Achicar el estado es agrandar a la nación
Fue
junto al llamado principio de la “subsidiariedad del estado” (palabra
complicada para pronunciar, por cierto), las bases ideológicas de la política
genocida de la dictadura no solo por la represión desatada contra el pueblo
sino por la destrucción que causó en la industrias en los tres niveles grandes,
medianas y pequeñas, que llevaron a la desaparición de muchas de ellas tanto
por cierre definitivo, por fusión o por abandono del país como algunas
nacionales como la Chrysler y Chevrolet.
Con
idea siniestra de achicar el estado para agrandar a la nación llevaron a la
Argentina a la mayor miseria que nuestra haya conocido con pérdida de la
participación de los asalariados en el ingreso nacional, lo cual implicó una
transferencia de fondos a la burguesía dominante de los sectores económicos más
poderosos que apoyaron con entusiasmo el plan de Martínez y sus lacayos
funcionarios. No es casual que en la distribución de los cargos de la
conducción de la nación, el Ministerio de Economía haya sido entregado a
empresarios comprometidos con los intereses más imperialistas y más financieros
del capitalismo argentino y fueron los que llevaron la voz cantante en todas
las políticas económicas implantadas cuyos resultados fue un completo
desquicio, corrupción por todos los costados. Desde el mismo Ministro hasta los secretarios,
subsecretarios, el jefe de la Dirección General Impositivo (el ente responsable
de la recaudación de impuestos) fueron abogados y economistas civiles que
trabajaron para la dictadura sin ningún tipo de arrepentimiento.
La
dictadura terrorista no pasó en vano sino que se implantó a pedido de las
empresas que venía el crecimiento de la consciencia de las luchas de los
trabajadores y campesinos desde el glorioso Cordobazo de mayo de 1969, como una
seria amenaza a sus intereses de clase. Este ajuste salvaje no podía llevarse a
cabo sin la aplicación de los métodos represivos al más puro estilo fascista, interviniendo
los sindicatos, disolviendo la CGT, prohibiendo toda actividad sindical,
secuestrando y torturando hasta la muerte a miles de delegados de las fábricas.
Es conocido como los funcionarios civiles como el ex Secretario de Haciendo se
jactaban por haber contriubido a la destrucción de 500.000 obreros industriales
a lo largo de toda la gestión.
b) “El que apuesta al dólar pierde”
Quizás el más conocido de los estúpidos de la
historia económica argentina haya sido Lorenzo Sigaut, nombrado Ministro de
Economía por el dictador Roberto Viola para reemplazar a José Martínez de Hoz
en marzo de 1981. Frente al gravedad de la crisis sobre todo por la falta de
divisas provocada por la fuga de capitales y por la deuda externa que comenzaba a ser intolerable para el
estado argentino, es cuando en junio de 1981 decide devaluar el peso en un 30%
y bramó contra los especuladores financieros que quien apuesta al dólar pierde.
En tres días, el dulce encanto del amado verde se disparó hasta las nubes. Por
eso es que en materia económica, las leyes de la estupidez humana se aplican
perfectamente en la Argentina. Su gestión al frente del Ministerio de Economía
duró ocho meses e impulsó la cotización del dólar mediante la división de dos
mercados cambiarios: uno comercial y otro financiero que terminó en un
estrepitoso fracaso.
El
ejemplo de actual de las estupideces en materia económica lo representó el
renunciante Guillermo Moreno, Secretario de Comercio Interior del gobierno de
la Presidente Cristina Fernández, quien fuera fiel ejecutor de medidas que
llevaron a la destrucción de una institución de glorioso pasado como el
Instituto de Estadísticas y Censos (INDEC) el modelo que muchos países hermanos
de América Latina tomaron como ejemplo para contar con su propia organización
de ese tipo. El fracaso de este funcionario se verificó con sus trabas a las
exportaciones como si fuese tan fácil vender en el exterior por el infundado
temor de que las grandes empresas vendan todo al exterior y provoquen un
desabastecimiento en el mercado interno como es el caso del azúcar, donde la
aprobación de las operaciones de exportaciones estaban a su cargo y podían
dilatarse meses. Quizás su mayor fracaso haya sido no poder controlar la
inflación desde sus raíces.