LOS MARTIRES DEL ASALTO AL
CUARTEL MONCADA EN CUBA
Por Sergio Daniel Aronas – 31 de julio de 2013
“¿A qué ir de aliados en lo mejor de la juventud, a la
batalla que los Estados Unidos se preparan a librar con el resto del mundo?
¿Porqué han de pelear sobre las Repúblicas de América sus batallas con Europa y
ensayar en pueblos libres sus sistemas de colonización?”
José Martí. Congreso Internacional de Washington.
Corresponsal del diario La Nación, Buenos Aires, 19 y 20 de diciembre de 1889.
El ataque al
cuartel militar Guillermo Moncada el domingo de carnaval del 26 de julio de 1953
marcó el inicio de la revolución más auténtica y popular realizada en la
historia de América Latina y del mundo porque rompió con todos los moldes,
esquemas y modelos que se discutían y proclamaban en el movimiento
revolucionario mundial en el tema crucial y fundamental de todas las cuestiones
teóricas y que es el debate acerca de las vías para la toma del poder político,
derrocar el régimen imperante y construir una sociedad bajo nuevas bases.
Es interesante en
este artículo hablar un poco acerca de quién fue Guillermo Moncada. El mayor
general Moncada fue un destacado militar cubano que participó en las guerras de
la independencia contra el dominio colonial español en 1868 en la guerra de los
Diez Años bajo la conducción de Carlos Manuel de Céspedes, destacándose por su
valentía, heroísmo y coraje en casi 40 combates. Al finalizar esta guerra había
alcanzado el grado de General de Brigada. Estas cualidades lo convirtieron en
uno de los jefes militares más populares, conocidos y queridos por el pueblo
cubano y por su enorme envergadura física lo llamaban “Guillermón”. Uno podría
pensar que el nombre de un cuartel recuerda a un militar de oscuro pasado. Pero
no es este el caso de Moncada que rechazó la tregua se 1878, se unió al General
Antonio Maceo para participar en la llamada “Guerra Chiquita” terminando su
campaña militar en la insurrección de 1895 encabezada por José Martín pero en
abril de ese año fallece en su
campamente militar, víctima de la tuberculosis, seguramente contraída en sus
años de prisión justamente en la fortaleza que el asalto del 26 de julio de
1953 hizo famoso su nombre. Había nacido en 1841 muriendo a los 54 años.
Quizás nunca en los
anales de la lucha de un pueblo, un intento fallido de la toma del cuartel se
convirtió en una fuerza victoriosa y movilizadora. El asalto fue reflejado en
la prensa de todo el mundo y se pudo conocer en rigor la situación política,
económica y social de Cuba y lo q ue
representaba el dominio del imperialismo norteamericano en la vida de los
ciudadanos de la isla. Si bien el hecho militar no logró cumplirse, lo que sí
lograron Fidel y sus compañeros de armas es que el planeta supiera que había en
un lugar del mar Caribe y a solamente 90 millas del arrogante y coloso imperio,
un hermoso país llamado Cuba.
Y en ese debate,
sorprende al mundo la acción de un grupo de 125 cubanos muchos de ellos
estudiantes, obreros, campesinos, profesionales que toman el camino de las
armas para terminar con la dictadura terrorista y represiva de Fulgencio
Batista, apoyado y armado hasta los dientes por los Estados Unidos, tanto por
la administración de Harry Truman, durante la cual comandó el golpe de estado
del 10 de marzo de 1952, como por el gobierno de Dwight Eisenhower que lo apoyó
hasta los días de diciembre de 1958 cuando las fuerzas guerrilleras del
Ejército Rebelde estaba a punto de derrocarlo. Fue una acción que tomaron
porque ningún partido u organización no hacía nada para restablecer un gobierno
legal y democrático basado en la Constitución de 1940.
Muchas
organizaciones revolucionarias de América Latina fueron sacudidas por esta
acción temeraria y a su vez valiente en lo más elevado del término, llevada a
cabo en un situación internacional marcada por la Guerra Fría, el maccartysmo y
la represión indiscriminada. No comprendían como podían emprender la lucha
armada en una época donde los grandes teóricos y documentos de los partidos
comunistas de muchos países que seguían las orientaciones soviéticas,
recomendaban la vía pacífica para la conquista del poder.
Al cumplirse estos
primeros sesenta años del inicio de la epopeya del pueblo cubano que fue el protagonista
de su revolución victoriosa, va este pequeño homenaje recordando a los caídos
que participaron del ataque, tanto a los que murieron en la acción como los que
fueron asesinados por la salvaje represión de la dictaduras y los que
sobrevivieron al Moncada, cayeron en los combates por la segunda y definitiva
independencia de la isla. Para nosotros, en América Latina, la Revolución
Cubana tiene una importancia, un significado y una validez imperecedera por ser
una revolución socialista en nuestro idioma que no apeló a la ayuda ni a la
intervención de ejércitos extranjeros, sino que fue obra de los propios cubanos
e inspirada en las ideas de sus máximos héroes nacionales a los que nunca dejan
de mencionar y destacar.
El asalto al
Moncada dejó una serie de documentos históricos que reflejan (no decimos
reflejaron) la crisis del capitalismo en nuestro continente porque si se los
lee cuidadosa y detenidamente, se puede apreciar en toda su dimensión que lo
que pasaba hace sesenta años aun permanece en muchas sociedades de nuestra
América y cuando Fidel Castro describe a los políticos de los partidos
gobernantes de la época de la dictadura de Batista, el parecido con los
actuales que tienen sueños presidencialistas como en la Argentina y demás
países del continente, no ha cambiado nada.
Esos documentos
vitales para entender el origen de las causas que llevaron al pueblo de Cuba
realizar su Revolución Gloriosa son el alegato de Fidel Castro en su defensa en
el juicio que la dictadura le iniciara por la osadía de atacar el cuarte
militar, vaca sagrada del sistema represivo instalado desde marzo de 1952 que
se conoce como “La historia me
absolverá” que sobre el párrafo anterior encontramos este análisis:
“Cuando vosotros juzgáis a un acusado por robo, señores magistrados, no
le preguntáis cuánto tiempo lleva sin trabajo, cuántos hijos tiene, qué días de
la semana comió y qué días no comió, no os preocupáis en absoluto por las
condiciones sociales del medio donde vive: lo enviáis a la cárcel sin más
contemplaciones. Allí no van los ricos que queman almacenes y tiendas para
cobrar las pólizas de seguro, aunque se quemen también algunos seres humanos,
porque tienen dinero de sobra para pagar abogados y sobornar magistrados.
Enviáis a la cárcel al infeliz que roba por hambre, pero ninguno de los cientos
de ladrones que han robado millones al Estado durmió nunca una noche tras las
rejas: cenáis con ellos a fin de año en algún lugar aristocrático y tienen
vuestro respeto”
Luego de plantear las cuatro tareas del
gobiernos revolucionario (limpieza de las administración pública de la
corrupción y negociados; implantar la reforma agraria, rebajar un 50% los
alquileres solucionando el problema de la vivienda y una reforma integral de la
enseñanza) se pregunta de dónde saldrán los fondos para aplicar este programa y
el futuro líder de la revolución responde: “Cuando no se lo roben, cuando no haya funcionarios venales que se dejen
sobornar por las grandes empresas con detrimento del fisco, cuando los inmensos
recursos de la nación estén movilizados y se dejen de comprar tanques,
bombarderos y cañones en este país sin fronteras, sólo para guerrear contra el
pueblo, y se le quiera educar en vez de matar, entonces habrá dinero de sobra”.
Si bien hoy no se gastan millones en defensa, la sustracción de los millones de
dólares que se pagan por los intereses de la deuda externa de la que nadie
habla y sobre la cual hay un silencio atroz terrible, es una nueva forma de
robarle al pueblo como sucede con el gobierno argentino que es una máquina
imparable de pagar al sistema imperialista de la deuda, tema el cual Fidel
Castro durante muchos años habló con detalle durante los años ochenta del siglo
pasado, demostrando política, social, económica, financiera y matemáticamente
la imposibilidad de pagar como de
cobrar. Sus trabajos tuvieron amplia repercusión en los medios latinoamericanos
y en la prensa capitalista, a partir de la cual los acreedores empezaron a
crear otras vías de sostener este mecanismo infernal por el peligro que
representaba una ruptura declarando el repudio de las deudas externas..
También está
el documento fundacional titulado “A la nación” que se lo conoce como
“Manifiesto del Moncada” escrito por orden y en acuerdo con Fidel Castro por
Raúl Gómez García, quien también escribió el poema “Ya estamos en combate”
leído antes del asalto que con fecha 23 de julio de 1953. Un párrafo vibrante
es el siguiente: “En nombre de las luchas incansables que han marcado cumbres
de glorias en la historia de Cuba, viene la Revolución nueva, rica en hombres
sin tachas para renovar de una vez y para siempre la situación insoportable en
que han hundido al país los ambiciosos y los imprevisores y, agarrada a las
raíces del sentimiento nacional cubano, a la prédica de sus más grandes hombres
y abrazada a la bandera gloriosa de la estrella solitaria, viene a declarar
ante el honor y la vergüenza del pueblo cubano”. En el siguiente párrafo
considera que “en la vergüenza de los hombres de Cuba está el triunfo de la
Revolución Cubana” y nombrando a los Héroes Nacionales de su historia, como
fuente de inspiración para la lucha que se iba de desarrollar, concluyen que si
bien la revolución aún no triunfado, terminan afirmando: “Por la dignidad y el
decoro de los hombres de Cuba, esta Revolución triunfará”. Y la victoria muy
dura llegó el 1º de enero de 1959 y seguirá triunfando porque ha sido una
Revolución que caló profundamente con sus aciertos y errores, en los
sentimientos y esperanzas más deseadas de todo el pueblo cubano. Y el pueblo
cubano si no hubiera convalidado la revolución sino estaría de acuerdo con la
política de su gobierno, hace largos años que ya lo hubieran derribado. Sin
embargo, esto no se dio, porque precisamente la Revolución Cubana fue hecha por
los sectores más pobres, más desprotegidos y explotados de la nación y porque
sabe que significa vivir bajo el dominio del imperialismo y adónde conduce.
Un tercer
documento de esta época que si bien no tiene fecha exacta sino que fue escrito
en marzo de 1952, es un duro pronunciamiento contra el golpe de estado de
Batista del día 10 de ese mismo año y que lleva por nombre “Revolución sin
juventud”. En ese documento se hace un vibrante llamado a la juventud para que
se comprometa en los destinos de Cuba “ante un golpe traidor y sin conciencia,
que hunde 20 años en la historia de nuestra Cuba, hay que sentir el pecho
entusiasmado en la empresa de joven y de bueno; que es seguir pensando
libremente. Porque si se suspende el derecho a ser feliz, el pleno goce de la
libertad, el deseo de reunión y la fuerza y voluntad de hacer y de decir,
estamos siendo esclavos”. La idea central es que no puede haber revolución sin
juventud destacando el lugar que ha ocupado y el papel que ha desempeñado en la
historia de la humanidad desde la época de Grecia y Roma hasta las Revolución
Francesa. Y fueron jóvenes entre 22 y 30 años procedentes de diversas ciudades
de Cuba, con ocupaciones y oficios de los más variados y a los que muchos renunciaron
para unirse a la causa, los que realizaron este ataque. Y así como en América
Latina sucedieron gritos de libertad e independencia con Tupac Amarú en 1780, los
gritos de 1809 en La Paz y Chuquisaca en la actual Bolivia, el grito de Dolores
en de México en 1810 encabezado por el cura Miguel Hidalgo, el grito de Asencio
que la Banda Oriental proclamó para adherirse a la Revolución de Mayo de 1810,
llegamos al grito que el 26 de julio de 1953 conmovió al mundo y que la
historia la denomina como el inicio de la Revolución Cubana.
I) Combatientes caídos en el asalto (7)
Pedro
Marrero Aizpurúa, René Renato
Guitart Rosell, Flores Betancourt Rodríguez, Gildo Fleites
López, Carmelo Noa Gil, José de Jesús Maderas Fernández, Guillermo Granados
Lara
II) Combatientes muertos por la represión y las
torturas (54)
Abel
Santamaría Cuadrado, Armando Valle López, Alfredo Corcho Cinta, Andrés Valdés, Asunción Manuel María Rojo Pérez, Antonio
Betancourt Flores, Ángel Guerra Díaz, Boris Luis Santa Coloma, Emilio Hernández
Cruz, Elpidio Casimiro Sosa González. Fernando Chenard Piña, Félix Rivero
Vasallo, Gerardo Antonio Álvarez Álvarez, Gregorio Careaga Medina, Giraldo
Córdova Cardín, Gilberto Varón García, Hugo Camejo Valdés, Horacio Matheu
Orihuela, Ismael Ricondo Fernández, José Antonio Labrador Díaz, José Francisco
Costa Velázquez, José Francisco Labrador Díaz, Juan Manuel Ameijeiras Delgado, José
Luis Tasende de las Muñecas, Julio Trigo López, Juan Domínguez Díaz, Jacinto
García Espinosa, José Wilfredo Matheu Orihuela, Julio Máximo Reyes Cairo, Lázaro
Hernández Arroyo, Luciano González Camejo, Mario Muñoz Monroy, Marcos Martí
Rodríguez, Miguel Ángel Oramas Alfonso, Manuel Gómez Reyes,Manuel Saíz Sánchez,
Manuel Enrique Isla Pérez, Mario Martínez Ararás, Osvaldo Socarrás Martínez, Oscar
Alberto Ortega Lora (Nito), Pablo Cartas Rodríguez, Pedro Véliz Hernández, Pablo
Agüero Guedes, Rigoberto Corcho López, Raúl Gómez García, Roberto Mederos
Rodríguez, Raúl de Aguiar Fernández, Ramón Ricardo Méndez Cabezón, Rolando San
Román y de las Llamas. Rafael Freyre Torres, Remberto Abad Alemán Rodríguez, Tomás
Alvarez Breto, Victor Escalona Benirez, Virginio Gómez Reyes,
III) Muertos de la población civil (9)
Manuel
Cala Reyes (El Niño Cala), Miguel Antonio Ravelo Ravel, Pedro Romero Fonseca, Eduardo
Ambrosio Hernández Rosseu, Francisco Vieras Milián, Raúl Villareal, Rolando del
Valle, Rubén Cordero Sánchez, Armando Miranda Montes de Oca (Posteriormente se
mencionó a otro fallecido, accidentalmente, por tiroteos)
IV) Combatientes del Moncada caídos en el desembarco
del Granma (4)
Antonio (Ñico)
López Fernández, Armando Mestre Martínez, René Bedia Morales
José
Ramón Martínez Álvarez.
V) Combatientes del Moncada caídos en el Uvero (Sierra
Maestra) (1).
Julio
Díaz González
VI) Combatiente del moncada caído en Mar Verde (Sierra
Maestra) (1)
Ciro
Redondo García
VII) Combatientes del Moncada caídos en la
clandestinidad (3)
Humberto
Valdés Casañas, Vicente Chávez Fernández y Reynaldo Castro.
Esta
muestra que el total de caídos en combate por los que asaltaron el Moncada en
julio de 1953 las víctimas de la población civil sumaron 79.
Fuentes consultadas
Fidel
Castro. La historia me absolverá. Ediciones Políticas. Editorial de las
Ciencias Sociales, La Habana, 1985.
Mario
Mencia. El grito del Moncada. Tomos I y II. Editora Política, La Habana, 1986.
Nydia Sarabia. Moncada: Biografía de un cuartel. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1983.
Mártires del Moncada. Ver Granma: http://www.granma.cubaweb.cu/marti-moncada/gm10.html