A 162 AÑOS DEL FALLECIMIENTO DEL
LIBERTADOR GRAL. SAN MARTIN
“Los hombres en general
juzgan de lo pasado según
su verdadera justicia y
de lo presente según sus intereses”
Carta a Tomás Guido,
Bruselas, 18 de diciembre de 1826
El nombre del Libertador Gral. José de San
Martín está indisolublemente ligado a la lucha por la independencia americana
porque hizo un aporte sustancial para terminar con trescientos años del dominio
colonialista de la decadente monarquía del Reino de España. Cada nuevo aniversario
de su muerte surgen nuevos temas relacionados con su vida, su personalidad que
desatan polémicas sin sentido. Una de ellas es la vieja cuestión acerca de si
era espía inglés, agente francés o enviado de la corona española. Este problema
comenzó desde que llegó a Buenos Aires en marzo de 1812 por la desconfianza y los
temores que encendió Bernardino Rivadavia en su calidad de Ministro de Guerra
del Primer Triunvirato y lo siguió hasta su deceso en 1850. Con Rivadavia tuvo
peligrosas relaciones y de enemistad manifiesta ya que San Martín encabezó el
movimiento que derrocó al Primer Triunvirato en octubre de 1812 provocando su
salida del gobierno. En 1819 se niega a obedecer al gobierno para que baje con
el Ejército de los Andes para reprimir a los caudillos provinciales, hecho que
la historia denomina a este suceso como la desobediencia de San Martín y en
1824 cuando Juan Gutiérrez de la Fuente intenta realizar una gestión para
solicitar ayuda a la campaña del Perú, Rivadavia le niega todo tipo de apoyo,
siendo el único que vota favorablemente por San Martín es Esteban Agustín
Gascón. Con todos estos antecedentes Rivadavia juró vengarse y cuando El
Libertador regresa a Mendoza luego de retirarse de la campaña libertadora del
Perú, comienza sus operaciones contra San Martín enviándoles espías para
conocer sus movimientos, interceptando su correspondencia y con toda esa
información disponible, pode organizar un acto criminal que termine con su
vida. Las fuerzas de Estanislao López le advierten que su vida corre peligro y
que es necesario que tome recaudos y cuidados imprescindibles para impedir
algún atentado en ciernes. En una carta escrita a Bernardo O´Higgins del 20 de
octubre de 1827, le dice que “Rivadavia me ha hecho la guerra de zapa sin oro
motivo que minar mi opinión suponiendo que mi viaje a Europa no tenido otro
objeto que el establecer gobiernos en América” y termina diciendo que
depreciaba sus “groseras imposturas como su innoble persona”. Este es el motivo
fundamental por el cual el General San Martín abandona las Provincias Unidas
del Río de la Plata y decide instalarse en Europa en un exilio de veintiséis
años y del que jamás renunció a su condición de argentino y americano. Y aún
así estando que estando los dos en Londres tiene lugar un encuentro el 22 de
marzo de 1825 donde parece ser que Rivadavia trató muy mal a San Martín y éste a
través del médico Diego Paroissien le lleva una carta a Rivadavia desafiándolo
para resolver las controversias y castigarlo por su trato descortés para con
San Martín.
De
ahí que volviendo al debate inicial acerca de las causas que motivaron el
regreso de San Martín a su país natal, es una polémica que nunca cesó y que
quizás nunca deje de debatirse. Esta cuestión fomentó grandes polémicas en todo
el siglo XX y vuelve a plantearse con nuevos bríos en pleno siglo XXI, gracias
a las nuevas investigaciones históricas que profundizan el interés y el estudio
de la figura más emblemática y también más enigmática de la historia argentina
por que todavía la vida de general San Martín todavía sigue rodeada de un gran
halo de misterio.
En
estos poco más de 160 años que han pasado son suficientes como para que las
academias de historia de los países donde El Libertador José de San Martín
vivió, revelen toda la documentación desconocida – si es que la hay - sobre sus
actividades en España, Inglaterra, Bélgica y Francia para terminar con todas
las dudas.
Los
que todavía no creen en los objetivos y propósitos que se trazó San Martín son los que
aun no le perdonan haber vencido e intentan minimizar el papel que desempeñó y
el lugar que ocupó en toda la emancipación americana. Sin embargo, cada año que
transcurre se pone de manifiesto con mayor fuerza la grandeza de la victoria
libertadora, su influencia sobre la evolución de todo el proceso revolucionario
que terminó con el colonialismo español, sobre los destinos de los pueblos
liberados. Y para entender firmemente la envergadura de la hazaña lograda a
sangre y fuego, la magnitud del poderío de las fuerzas derrotadas y todo el
sistema político y jurídico que lo sostenía, es imperioso leer el casi
desconocido documento “Manifiesto que hace a las Naciones el Congreso General
Constituyente de las Provincias de Sud América, sobre el tratamiento y
crueldades que han sufrido de los españoles y motivado la declaración de la
independencia”, del 22 de octubre de 1817 en el cual se “detallan los
gravísimos fundamentos impulsivos de esta solemne declaración”, tal como lo
exigía el Acta de la
Independencia del 9 de julio de 1816 in fine.
A
la idea de no ver a San Martín como ídolo, ícono, Dios u hombre iluminado
debemos verlo como actuaba: en los campos de batalla: marchando con valor y
bravura al frente de sus granaderos como en San Lorenzo; como jefe militar:
enseñando y entrenando a sus soldados en los cuarteles; lo vemos preparando el
ejército de Los Andes, dirigiendo el cruce de la cordillera, organizando la
defensa de la ciudad de Santiago de Chile después de la derrota de Cancha
Rayada y para vencer concluyentemente en la batalla de Maipú, quizás el
enfrentamiento militar más violento, más sangriento y más terrible de la guerra
libertadora de la América
del Sur. Lo vemos conduciendo la campaña libertadora al Perú en medio de
circunstancias nacionales e internacionales difíciles y complicadas por la
falta de apoyo del gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata metido en graves
conflictos internos; en la actividad política: ahí está vemos fomentando la industria y el comercio,
fundando escuelas y bibliotecas, como lo hizo en el Protectorado del Perú,
promoviendo una movilización económica buscando recursos desde lo imposible; en
la acción de gobierno: renunciando al lujo y a las comodidades, garantizando la
salud del pueblo al obligar a aplicarse la vacuna antivariólica cuando fue
gobernador intendente de Cuyo (Bando del 17 de diciembre de 1814); en la prensa
escrita: publicando bandos y proclamas convocando al pueblo a la construcción
del “nuevo sistema de libertad e independencia”, como decían los
revolucionarios de Mayo de 1810; en la acción diplomática: defendiendo a la América desde el exilio obligado
contra las injustas pretensiones invasoras de las potencias extranjeras
encabezadas por Francia e Inglaterra tanto en 1839 como en 1845. Por eso el
gran cubano José Martí (1853-1895) decía que “donde estaba San Martín siguió
siendo libre la América”.
El chileno Francisco Bilbao (1823-1865) así definió la importancia de la
emancipación americana: “Es la revolución a la que debemos el orgullo del
hombre dueño de sí misma; es a ella a la que debemos no vivir ni haber vivido
bajo castas, bajo reyes, bajo aristocracias del terruño, bajo señores de horca
y cuchillo, de pendón y caldera; es a ella a la que debemos la conciencia de la
igualdad, el bautismo de la soberanía, el entusiasmo por lo heroico, el amor a
las virtudes patrias y sociales...” (El Evangelio Americano, 1864). Nuestro Álvaro
Yunque (1890-1982) escribió en el segundo tomo de su Historia de los Argentino:
“Feliz la tierra que da un hombre de semejante tamaño moral! Su ejemplo se
extiende por ella como el Sol. Podrán nubes efímeras ocultarlo a la vista de
los descendientes, pero a él volverán sus ojos, ansiosos, a buscar la luz y el
calor que solo brinda la libertad, imprescindible del ser humano. “Los hombres
actuales que luchan por la independencia económica de América, complemento
indispensable de su libertad política, son los únicos herederos de San Martín.”
No
debemos olvidar que la monarquía española, con el apoyo y sostén de las
potencias europeas encolumnadas en la tristemente célebre Santa Alianza, envió
16 expediciones con 100.000 hombres armados hasta los dientes dirigidos por
avezados generales fogueados y con gran experiencia de combate por su
participación en las guerras napoleónicas para reprimir la insurrección
sudamericana, "exterminar hasta la raza de los revolucionarios" y
purificar a sus colonias rebeldes a las que consideraban infestadas de
revolución francesa y porque aun soñaban que podían reconquistar los
territorios perdidos.
El
Libertador San Martín no entraba ni en agachadas ni en andaba en pequeñeces cuando
el objetivo supremo - la independencia de los pueblos de América - exigía el
mayor de los esfuerzos y todo tipo de sacrificios. El Gral. San Martín no sólo
descolló como un gran militar profesional, sino como un hombre de elevadas
virtudes políticas y morales que muchos de nuestros actuales gobernantes
deberían aprender como el ser y tener patriotismo sin máculas, responsabilidad,
disciplina, austeridad, espíritu de sacrificio, amor a la familia, elevado
culto a la amistad y un alto concepto del honor y por sobre estas cualidades
fue un revolucionario con todas las letras, y ese carácter es el quieren
ocultar los supuestos dueños de su figura y los escribas de la historia oficial
porque las guerras de la independencia formó parte integrante de las luchas
anticolonialistas que dejaron como saldo la muerte de 900.000 personas entre
1810 y 1826.
El
Libertador sabía perfectamente a qué clase de guerra se enfrentaba como lo
demuestra su carta al gobierno de abril de 1814 donde justifica el fusilamiento
del coronel español Antonio Landívar, y todos los que publicó en su calidad de
gobernador intendente de Cuyo. Como pueden llamar espía a San Martín que
proclamaba “libres o muertos jamás esclavos” y que exigía a sus compañeros del
ejército de Los Andes a “no dejar las armas de la mano hasta ver el país
enteramente libre, o morir con ellas como hombres de coraje”. Con que derecho
pueden llamar al Libertador agente cuando su único objetivo fue la lucha por la
independencia sudamericana.
El
interés por conocer la vida y obra del Libertador José de San Martín lo
demuestra las nuevas biografías que se editan como así también sendos
artículos, comentarios, análisis, ensayos y todo tipo de publicaciones que
desde distintos enfoques políticos e ideológicos enriquecen el debate para
terminar con la figura del bronce que durante décadas se le ha dado y no creo
que el propio San Martín hubiera aceptado una caracterización de ese tipo.
Si
hubo una época en la que la historia la escribían los que ganan, ha llegado la
hora de poner bien en claro que la cuestión es precisamente al revés: la
historia la ganan los que la escriben. Y San Martín escribió su historia y
salió vencedor por que no necesita de un tribunal que lo defienda sino que él
se defiende así mismo.
Para
terminar, aquí van algunos de sus pensamientos más importantes, algunos
conocidos y otros no tanto que conforman el cuerpo de ideas por las que luchó
toda su vida.
“En
fin, a nombre de vuestros propios intereses os ruego que aprendáis a distinguir
los que trabajan por vuestra salud de los que meditan vuestra ruina; no os
expongáis a que los hombres de bien os abandonen al consejo de los ambiciosos:
la primera de las almas virtuosas no llega hasta el extremo de sufrir que los
malvados sean puestos al nivel de ellas: y desgraciado del pueblo donde se
forman impunemente tan escandaloso paralelo”. Proclama a los Pueblos de las
Provincias Unidas del Río de la Plata, Valparaíso, 22 de julio de 1820.
“Yo
no aprobaré jamás que ningún hijo del país se una a una nación extranjera para
humillar a su patria”. Carta a Gregorio Gómez, 1839.
“Habrá muchos que no nos perdonarán haber vencido”. San Martín al Coronel Las Heras en la preparación del
informe sobre la batalla de Maipú, 05 de abril de 1818.
“Es preferible una muerte honrosa en
el campo del honor que a sufrirla en manos de nuestros verdugos”. De las instrucción a los jefes y oficiales para la
batalla de Maipú, Abril de 1818.
“Así que basta de ser egoístas para empeñar el último esfuerzo en este momento único que para siempre fijará nuestra suerte. A la idea del bien común y de nuestra existencia, todo debe sacrificarse. Desde este instante el lujo y las comodidades deberán avergonzarnos como un crimen de traición a la patria y contra nosotros mismos. Los jefes somos responsables de nuestras operaciones con especialidad en el presente conflicto. la pobreza de la caja de esta provincia no alcanza a sus primeras atenciones al paso que ellas deben multiplicarse. Desde hoy quedan nuestros sueldos reducidos a la mitad”. Bando para la suscripción de donativos al Ejército de Los Andes, Mendoza, 5 de junio de 1815
“Lo que no puedo concebir es que
haya americanos que por un indigno espíritu de partido se una al extranjero
para humillar a su patria y reducirla a una condición peor que la que sufríamos
en tiempos de la dominación española. Una tal felonía ni el sepulcro la podrá
hacer desaparecer” Carta a Juan
Manuel de Rosas, 10 de Junio de 1839.
El
tiempo de la fuerza y de la opresión ha pasado: yo vengo a poner término a esta
época de humillación. Yo soy un instrumento de la justicia, y la causa que
defiendo es la causa del género humano" (Proclama al Ejército Expedicionario del
Perú, 1821)
"La
patria no hace al soldado para que la deshonre con sus crímenes, ni le da armas
para que cometa la bajeza de abusar de esas ventajas, ofendiendo a los
ciudadanos con cuyo sacrificio se sostiene". Del Reglamento sobre
Deberes Militares y sus Penas, Provincia de Mendoza, 4 de septiembre de 1816.
“Para defender la libertad y sus
derechos se necesitan ciudadanos, no de café, sino de instrucción, de elevación
de alma y por consiguiente, capaces de sentir el intrínseco y no el arbitrario
valor de los bienes que proporciona un gobierno representativo.” Carta a Tomás Guido, 1827.
“Es inconcebible que las dos más
grandes naciones del universo, se hayan unido para cometer la mayor y más
injusta agresión que pueda cometerse contra un estado independiente” (…) Ud.
sabe que yo no pertenezco a ningún partido; me equivoco: yo soy del partido
Americano; así que no puedo mirar sin el menor sentimiento los insultos que se
hacen a la América”. Carta al
Brigadier Gral. Tomás Guido, París, 20 de septiembre de 1845.
“Aseguro a V.S. que a pesar del
horror que tengo a derramar la sangre de mis semejantes, estoy altamente convencido
de que ya es absoluta necesidad el hacer un castigo ejemplar de esta clase.
Los enemigos se creen autorizados para exterminar hasta la raza de los
revolucionarios, sin otro crimen que reclamar éstos los derechos que ellos les
tienen usurpados. Nos hacen la guerra sin respetar en nosotros el sagrado
derecho de las gentes y no se embarazan en derramar a torrentes la sangre de
los infelices americanos. Al ver que nosotros tratábamos con indulgencia a un
hombre tan criminal como Landívar, que después de los asesinatos cometidos aún
gozaba de impunidad bajo las armas de la patria, y en fin, que sorprendido en
un transfugato y habiendo hecho resistencia, volvía a ser confinado a otro
punto en que pudiese fomentar, como lo hacen sus paisanos, el espíritu de oposición
al sistema de nuestra libertad, creerían, como creen, que esto más que
moderación era debilidad, y que aún tememos el azote de nuestros antiguos
amos". Carta al Gobierno justificando el fusilamiento
del coronel español Antonio Landívar, 16 de abril de 1814.
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