TARIFAZOS A LA ARGENTINA: AUMENTOS PARA COMBATIR LA INFLACIÓN
Por Sergio Daniel Aronas – 02 de
febrero de 2018
La República Argentina es, para
las personas, analistas, estudiosos o periodistas que viven fuera de sus
fronteras, un país indescifrable, inentendible e inextricable. Y la cantidad de
libros que se han escrito sobre nuestro país por autores de otros países no
alcanzan para entender el comportamiento tanto de su clase política, de su clase
empresaria y sobre todo del pueblo que lo habita ya que cuesta comprender las
causas que motivan la forma de votar que tiene el ciudadano argentino y que en
las condiciones actuales de la situación nacional e internacional tan
complicada, tan difícil, para que nos estaríamos suicidando.
La Argentina es una país que es
la excepción a la regla según la cual “los pueblos nunca se equivocan”. En la
Argentina sí. Estoy plenamente convencido que se viene equivocando hace muchos
años y cambiar la mentalidad del ciudadano de mi país requiere de una titánica
tarea ideológica, política, mental, sociológica para llegar a la raíz y la
esencia de su manera de pensar y ver las cosas.
Es una tarea largo alcance
porque se trata de modificar hábitos, costumbres, modalidades y una cultura que
nos viene impuesta desde hace mucho tiempo.
Vamos a plantear un tema de
candente actualidad en la Argentina y que viene desde hace setenta años, es
decir, desde que empezó a medirse estadísticamente y que es el tema de la
inflación.
Las políticas antiinflacionarias
han sido aplicadas por todos los gobiernos, en todas las épocas y con relativo
éxito, dependiendo de la etapa política en que se puso en marcha. Lo que tienen
todas en común es que luego de tomar medidas generales que la economía burguesa
llama “gradualismo” vino un violento ajuste fiscal y monetario y que en todos
los casos perjudicó a los trabajadores cuyos salarios no solo se congelaron
sino que fueron reducidos. La economía política del capitalismo que sostienen
los gobiernos de turno exige la defensa implacable de la propiedad privada, la
libertad de mercado y de empresa, la no injerencia del estado, menos cuando
tiene que socorrer las deudas externas de las grandes empresas que como son los
pilares del sistema capitalista, debe ser salvadas a costa del aumento de la
deuda pública que se hace cargo de la privada y los privados –librados de la
carga financiera de dicha deuda- no solo salen impunes de esos delitos sino que
vuelven a repetir el ciclo. Los procesos vividos en 1982 (estatización de la
deuda privada) y 2001/2002 (devaluación asimétrica e incautación de los
depósitos a los particulares y empresas) son claros ejemplos acerca de cómo funciona
en la Argentina este capitalismo de rapiña, depredador y expoliador.
Los economistas que defienden el
capitalismo solo ven la inflación como una manifestación de las medidas monetarias
que debe tomar el gobierno para contener el aumento de los precios. Nunca toman
en cuenta y les resulta oportuno analizar la estructura oligopólica de los
mercados donde las empresas dominantes de cada rama de la producción tienen el
poder de decisión de fijar los precios que necesiten. Y cuando van a analizar
las causas que motivan los constantes y permanentes aumento de los precios le
echan la culpa a las medidas que toma el gobierno porque emite demasiado dinero
con relación a la cantidad de productos que se venden y pueden comprarse. Es
cierto que los factores monetarios pueden incidir en el desarrollo de la
inflación pero no es el único ni el más importante.
Mientras no se combata a los
formadores de precios, mientras no se regule las tendencias monopólicas,
duopólicas y oligopólicas de los sectores tanto de producción como de
servicios, no podrá resolverse el problema inflacionario.
En la Argentina, las empresas de
prestación de los servicios esenciales beneficiadas con el bestial aumento de
tarifas, son compañías que no tienen competencia, brindan servicios muy malos,
de pésima calidad, que nunca invierten en infraestructura básica ni en
mantenimiento ni mucho menos en tecnología y bajo la idea del “atraso cambiario
y tarifario”, vienen recibiendo grandes aumentos y no ellos no ponen un dólar
para mejorar la calidad
En la República de Macri este
caballero que ahora es presidente, se le ocurre combatir a la inflación
decretando un brutal aumento en todos los servicios esenciales (que en la
Argentina llamamos “tarifazo”), con lo cual está echando combustible al
incendio que intenta reducir y pretende que los reclamos salariales no sean
“excesivos” en las discusiones paritarias entre los sindicatos y las cámaras
empresarias.
Los grandes empresarios hoy
cuentan con un gobierno a su imagen y semejanza; que tiene su total apoyo y
satisface plenamente sus demandas como se ha visto en la aprobación de las
leyes de contrarreforma previsional e impositiva, reclamos que fueron hechos
cada vez que se reúnen en el denominado “Coloquio de IDEA”, es decir, la convocatoria
empresarial (de los Ejecutivos) más importante del país.
Desde que la alianza PRO Cambiemos-Unión Cívica Radical (UCR) están gobernando la situación socioeconómica de
la población en la Argentina ha empeorado abruptamente en todos los niveles, en
todas las instancias y en todos los estratos sociales y cada medida que toma el
gobierno empresarial apunta a seguir destruyendo el nivel de vida del pueblo.
Solo la cúpula privilegiada de la plutocracia de los dueños del poder económico
de la Argentina, una casta que nunca va a la cárcel por sus delitos, pueden considerarse
que su situación mejoró notablemente gracias a la increíble transferencia de
recursos que obtuvieron de los trabajadores hacia la aristocracia terrateniente
y financiera que son los únicos que están gozando de las supremas maravillas de
este gobierno de evasores, delincuentes y estafadores.
Han convertido a nuestro país en
un casino gigantesco donde el negocio financiero avanza a pasos incontrolables
y que están desplazando a las actividades productivas, las que a su vez, por el
impacto de las importaciones y sobre todo, por la caída en consumo por los
salarios cada día más bajos, van provocando el cierre de empresas y los
despidos en masa como hace largo tiempo que no se veía en el país.
Claro que hay otros motivos: como
sucede en el sector azucarero de las provincias norteñas de Salta y Jujuy donde
los jerarcas de los ingenios se las ingenian meticulosamente para provocar
autocierres (lock out patronales), reducir personal, presionar a los
gobernadores que acepten sus condiciones que son otros que tolerar nuevos
despidos, cuestión que a estas empresas les importa muy poco, ya que los
propietarios son capitalistas de otros países y no les causa ningún
inconveniente abandonar la conducción de estas firmas, que el personal quede
sin trabajo y las ciudades donde están radicadas se conviertan en pueblos
fantasmas.
Mientras tanto, Marioneta Macri ni
se da por enterado de esta crisis; continúa viviendo en su nube tóxica que lo
lleva a firmar acuerdos monstruosos juntos con sus pares del Mercosur con la
Unión Europea que ni el sepulcro lo podrá hacer desaparecer como decía San
Martín por el grado de bajeza de que es capaz de llegar un “presidente” que
mendiga inversiones del capital extranjero.
Así como combate la inflación
activando la bomba del aumento de los precios, impidiendo que los salarios se
negocien por paritarias confrontando duramente contra el movimiento obrero y
sindical, contra todos los trabajadores que cada día ve como el salario se va
escurriendo y terminando más rápido que antes.
Jamás entenderán que la razón última
de todas las crisis tiene por causa la disminución del poder de consumo del
pueblo como lo enseña el Dr. Karl Marx en su famosa explicación del tercer tomo
de “El Capital”. No pretendemos que alguien que nunca leyó nada como Macri se
ponga a leer el formidable libro de Marx. Sin embargo, la historia económica
revela que cuando se atacan impunemente los derechos de los pueblos, puede caer
hasta el gobierno más represivo y salvaje.