A 240 AÑOS DEL NACIMIENTO
DEL LIBERTADOR
JOSE DE SAN MARTÍN
Por Sergio Daniel Aronas – 25 de febrero de 2018
Al cumplirse este 25 de febrero los 240 años del nacimiento del futuro Libertador Jose de San Martín, una de las biografías más conocidas sobre el General José de San Martín es
el libro de importante escritor argentino Ricardo Rojas que lo tituló “El Santo
de la Espada” (Vida de San Martín), obra publicada en 1931 y a partir del cual,
la historiografía oficial aprobó esa calificación, denominación o
caracterización y así presentarlo como un hombre inmaculado, impoluto, puro,
sin vicios, y sobre todo, un hombre muy creyente, sumamente religioso, devoto
de su santísima majestad del Vaticano, algo que no es cierto en absoluto en
ninguna de esas menciones.
Debemos decir que este libro con todos los defectos que tiene en cuanto a
la forma de presentar la personalidad de San Martín tiene aspectos interesantes
poco conocidos en otras biografías. Entre ellas podemos mencionar:
) Su aprendizaje y campañas militares en España
2) El Juramento que debían pronunciar los miembros de la Logia Lautaro
3) Su labor como gobernador intendente de Cuyo
4) Sus problemas de salud y el uso desmedido del opio como medicación para
sus úlceras y otras dolencias.
5) El capítulo dedicado a la batalla de Maipú
6) La tercera parte referida a su exilio en Francia que es la más
interesante de este libro.
7) Una breve referencia al árbol genealógico de San Martín cuya extinción
se produce en 1924.
Estos aspectos invalorables del libro no le quitan que la expresión de “Santo
de la Espada” no coincide con la vida y actividad de nuestro Libertador.
¿Quién puede creer que San Martín haya sido el “Santo de la Espada” para
lanzarse a la campaña libertadora en la América del Sud? No fue ningún santo ni
las batallas, ni cuando tuvo fusilar a criminales que peleaban por la defensa
del colonialismo español, ni en sus bandos y proclamas y ni en su vida privada.
Con la espada, mejor dicho, con el sable, San Martín fue un eximio maestro en
el arte del uso de esta arma de ataque. Para comprobarlo, leamos las
instrucciones que les dio a sus granaderos en los momentos previos del combate
de San Lorenzo:
“Que nadie dispare un solo tiro: carrera, sable y lanza; fuerte el golpe
sobre las cabezas; fuerza para abrir enemigos de arriba abajo; duro el hachazo
contra cualquier forma humana que no vista nuestro uniforme, y sable arriba, al
medio y a los costados”.
Así se combatía en aquellos tiempos con terrible y sangrienta ferocidad en la
lucha cuerpo a cuerpo contra los ejércitos realistas y que -como puede leerse- esta
forma de combatir no tiene nada de santo.
Si habría que darle un nombre, mejor sería llamarlo “Guerrero de la
Espada”..