LA SEMANA TRÁGICA DE 1919
Por Sergio Daniel Aronas – 19 de enero de 2016
Ente el 7 y 17 de enero de 1919 tuvo lugar en
Buenos Aires la “Semana Trágica” una de las represiones más salvajes de la
historia política contra los trabajadores de la Argentina. En aquella semana
2.500 obreros de los talleres Pedro Vasena e Hijos se declararon en huelga para
exigir el reconocimiento de su sindicato que pertenecía a la FORA del V
Congreso de tendencia anarquista, el aumento de salarios, la jornada de ocho
horas, el pago de una bonificación mayor por las horas extras y la abolición
del trabajo a destajo. Esta represión dejó un saldo terrible de 800 muertos,
5.000 heridos y 2.000 presos provocado por la furia de las fuerzas punitivas y
paramilitares como la Asociación Nacional del Trabajo y la Liga Patriótica
Argentina quienes tuvieron su bautismo de fuego en esa semana de violencia
extrema a la caza de obreros a quienes venían como conspiradores e impulsores de
la triunfante revolución bolchevique de 1917 y había que exterminarlos a todos.
Esa fue la esencia de la matanza de obreros en aquellos días de enero. No sólo
el orden reinaba en Berlín como decía la gran Rosa Luxemburgo; ahora también
reinaba el orden en Buenos Aires y todas las organizaciones que apoyaron este
crimen entregaron $5.000 a aquellos que participaron en la liquidación de la
huelga. La clase capitalista agradeció de ese modo a sus fuerzas salvadoras de
no permitir que el país entrara “en la anarquía”. El presidente Hipólito
Yrigoyen nombra al General J. Dellepiane para dirigir la represión, quien
agradeció así a sus bandas asesinas: “Quiero llevar al digno y valiente
personal que ha cooperado con las fuerzas del ejército y armada en la
sofocación del brutal e inicuo estallido, mi palabra más sentida de
agradecimiento, al mismo tiempo que el deseo de que los componentes de toda
jerarquía de tan nobles instituciones, encargadas de salvaguardar los más
sagrados intereses de esta gran metrópoli, sientan palpitar sus pechos
únicamente por el impulso de nobles ideales, presentándolos como coraza
invulnerable a la incitación malsana con que se quiere disfrazar propósitos
inconfesables y cobardes apetitos”. Qué belleza y qué nobles ideales llenar de
balazos los pechos de los trabajadores y gente de pueblo.
No podemos dejar de mencionar que este hecho
sanguinario contra el pueblo trabajador, especialmente dirigido contra los
inmigrantes, ocurrió bajo la primera presidencia del gobierno de Hipólito
Yrigoyen, perteneciente a la Unión Cívica Radical (UCR) con cuya elección no
sólo se entrenó la ley del voto de Roque Sáenz Peña de 1912, sino que puso fin
a los gobiernos del Partido Autonomista que venía dirigiendo a la Argentina
desde 1880 con la presidencia de Julio Argentino Roca, el general “vencedor” de
la guerra contra los pueblos indígenas de la Patagonia. Hipólito Yrigoyen llega
a ser presidente con un gran apoyo de sectores populares que a la larga los
terminaría traicionando la avalar la salvaje represión en aquella semana
terrible de enero.
Pero su historial sanguinario no quedaría ahí,
debido a que en 1921 empieza otra ola represiva más violenta cuando ordena el
envío de contingentes del ejército argentino al mando del Teniente Coronel
Varela para reprimir a los huelguistas de las estancias de la podorosa
oligarquía de la Patagonia, sobre todo en la provincia de Santa Cruz. Esta
represión dejó 3.000 obreros asesinados sin respetar condición ni nacionalidad
porque cayeron argentinos, chilenos y obreros venidos de Europa.