LA REVOLUCION RUSA DE 1917 SIGUE VIVA
Por Sergio Daniel Aronas – 07 de noviembre de
2015
Hoy se cumplen 98 años del triunfo de la Gran
Revolución Socialista de Octubre de 1917 que marcó toda una época que se
caracterizó como la de la transición mundial del capitalismo hacia el
socialismo y el comunismo. Cada año que transcurre se pone manifiesto con gran
fuerza la grandeza de esta victoria, su influencia sobre el proceso
revolucionario mundial, sobre los destinos de los pueblos.
Fue el acontecimiento histórico más
importante, influyente y gravitante del Siglo XX porque una revolución de esas
características que si bien están en ebullición y efervescencia casi nadie
creía que podía llegar a realizarse en un inmenso territorio, con una población
campesina dispersa, analfabeta y pobre y con una clase obrera bien instruida
que en su mayoría sabía leer y escribir y con un aparato represivo de la
autocracia zarista de proporciones enormes.
La Revolución Rusa se dio en el país más
atrasado de Europa desde el punto de vista económico y social y si se dio no
solo fue la brillante estrategia y táctica del Partido Bolchevique dirigido por
Vladimir Lenin sino por la combinación de tres factores que aceleraron el
triunfo revolucionario. En primer lugar, el fin de la guerra mundial que además
de llevar a la paz a un país destruido por tantos de años de guerra, terminó
por liquidar ese aparato represivo feroz y todo el sistema político y militar
del zarismo, cuyos mandos militares no estuvieron a la altura de las circunstancias
para enfrentar esa guerra que causó millones de muertos al pueblo ruso. Esa
imposibilidad de dirigir el gobierno lo llevó a Nicolás II a abdicar el trono
poco tiempo después, poniendo fin a casi 300 años de la dinastía Romanov. En
segundo lugar, la crisis en la agricultura que implicaba la necesidad de llevar
a cabo profundas transformaciones en el campo para terminar con la propiedad de
los terratenientes. En tercer lugar, el problema nacional en un país donde
vivían casi un centenar entre naciones, etnias, pueblos y minorías que
significaba el derecho a la autodeterminación de todos esos grupos nacionales
que integraban el imperio ruso por cuyo sojuzgamiento, Lenin bien definió a su
país como “cárcel de pueblos”.
Todo el siglo XX estuvo determinado por esta
revolución que por primera vez en la historia llevó a los trabajadores al
gobierno y a la conquista del poder ya que a partir de ese momento todas las
fuerzas poderosas del imperialismo se lanzaron con denodados esfuerzos para
destruir el nuevo poder soviético. El gobierno de los Estados Unidos no
reconoció a la Unión Soviética, creada el 30 de diciembre de 1922, sin hasta
1939 cuando el peligro de la Segunda Guerra Mundial era inminente. Y desde ese
instante pergeñaron planes, operaciones, maniobras, provocaciones para aislar,
bloquear y demoler al gobierno soviético y también con la imposición de parte
de los Estados Unidos de pactos militares con los países cercanos a la URSS
como forma de rodearlos y lanzarse a nuevas y alocadas aventuras invasoras que
no lograron llevarse a cabo por el poder disuasivo soviético y a .a firmeza con
que defendieron su territorio, independencia y soberanía.
El reconocimiento hacia la Revolución de
Octubre por los países capitalistas fue declararle la guerra con la invasión de
14 ejércitos de potencias imperialistas, incluido un fuerte contingente de los
Estados Unidos, en la única guerra que enfrentó a soviéticos y estadounidenses,
de la que los primeros salieron vencedores, dejando un sabor a los
imperialistas por una derrota cuya historiografía nunca ha querido recordar,
por el hecho de que quizás haya sido esa y no la de Vietnam, la primera derrota
del imperialismo estadounidense en su historia.
El primer país en reconocer diplomáticamente a
la Unión Soviética fue Afganistán cuando en 1921 firmaron el Tratado de Amistad
y Cooperación entre los dos países.
Si la toma del poder fue tarea ciclópea,
defender la revolución de los invasores y de toda una coalición de países que
se unieron para atacar a la naciente Rusia Soviética por todos los flancos, fue
una tarea titánica, heroica y gloriosa que marcó la fortaleza del Partido
Bolchevique, de sus fuerzas armadas y de los trabajadores de los rincones del
país que fueron derrotando uno a uno a todos los ejércitos extranjeros y lo que
quedaba de las divisiones de los generales zaristas como Kornilov, Kolchak,
Denikin y Krasnov. Este último se refugió en Alemania y se integra a las
fuerzas armadas del nazismo durante la Segunda Guerra Mundial conduciendo una
división contra su país de origen. Luego de la guerra, los mandos occidentales
lo entregaron a sus pares soviéticos quienes lo juzgaron y lo condenaron a
muerte por alta traición
Y la guerra civil desatada por la burguesía
interna y externa fue de proporciones terribles p9)or pérdidas provocadas, por
la ferocidad con que se lanzaron al derrocamiento del gobiernos revolucionario,
por lo extensa que fue esa guerra que obligó a tomar medidas extremas para
asegurar el poder soviético.
En aquellas febriles jornadas del mismo día de
la insurrección y esos diez días que conmocionaron al mundo, el nuevo gobierno
revolucionario dio a conocer tres decretos con lo que liquidó para siempre el
poder del régimen zarista: el decreto sobre la paz, el decreto sobre la tierra
y el decreto de las nacionalizaciones. Fue sumamente importante y definitorio
en la ruptura con el dominio imperialista en el manejo de las finanzas, el
decreto del 10 de febrero de 1918 por el cual, el gobierno soviético declara el
repudio de la deuda del imperio de los zares y lo dejaron justificado de la
siguiente manera:
a) Todos los préstamos estatales contraídos por
los gobiernos los terratenientes y de la burguesía rusa (…) son declarados en
este acto nulos a partir de diciembre de 1917. Los cupones de estos préstamos
correspondientes a diciembre no serán pagados.
b) Las garantías dadas por dichos gobiernos
respecto de préstamos concertados por distintas empresas e instituciones serán
igualmente nulas.
c) Todos los empréstitos externos sin
excepción son anulados incondicionalmente.
La declaración del gobierno revolucionario de
la Rusia Soviética encabezada por Lenin, no significó la ruptura de relaciones
comerciales entre los países capitalistas, incluido por supuesto, los Estados
Unidos, cuyo secretario de comercio Herbert Hoover promovió continuar con las
relaciones con la naciente Rusia Soviética, pese al estado de guerra entre
ambas naciones a punto tal que a finales de los años veinte del siglo XX, los
soviéticos tenían a los Estados Unidos como su principal socio comercial y al
cual se dirigían para obtener conocimientos técnicos en los métodos de
producción de bienes para la industria y el agro que imperiosamente necesitaban
desarrollar. Los Estados Unidos eran los principales exportadores a la Unión
Soviética y segundo por el nivel de inversiones
La Revolución de Octubre puso en el orden del
día no solo este problema de la deuda que implicó un golpe demoledor al capital
financiero y bancario internacional la Declaración de los derechos de las
clases trabajadoras y explotadas del 16 de enero de 1918, sino con los decretos
de nacionalización de los bancos del 27 de diciembre de 1917; sobre las
empresas industriales y comerciales del 20 de julio de 1918 y de las compañías
de seguros del 28 de noviembre de 1918.
Todo lo demás es historia y con la
construcción de la sociedad socialista, con la formación de la Unión Soviética
en 1922, con creación de las Fuerzas Armadas Soviéticas por obra de Vladimir
Lenin y la posterior Constitución de 1936 y la solución del grave problema de
las nacionalidades, se creó una potencia mundial de primer orden y que alcanzó
su máximo desarrollo con la victoria colosal sobre la Alemania Nazi, la
recuperación rapidísima de su economía, la obtención del arma nuclear y la
puesta en órbita del primer satélite artificial inaugurando la era
astronáutica, mucho antes de lo pensado, asestándole a los imperialistas un
derrota en el campo tecnológico porque no supieron ni pudieron ser ellos, los
Estados Unidos, en ser los primeros.
Sobre las causas del derrumbamiento soviético
no hay aun respuestas ciertas y contundentes de porque se tomó esa decisión
cuando meses antes del fatídico 25 de diciembre de 1991, una encuesta de
opinión entre los ciudadanos soviéticos, casi el 80% se manifestó a favor de
seguir manteniendo la Unión Soviética. Sin embargo, la dirección que asumió en
marzo de 1985 encabezada por Mijail Gorbachov, el más grande traidor del siglo
XX, prefirió arrojar la toalla y dar término a la experiencia más asombrosa de
la historia de la humanidad.
Algún día se sabrá si Gorbachov y buena parte
de su equipo que lo acompañó, no fueron agentes del imperialismo, agentes de
los servicios clandestino de la CIA ya que la agencia estadounidense en los
años setenta ideó un plan denominado “Operación Solo” con el fin de infiltrarse
en el departamento de Política Internacional del Partido Comunista de la Unión Soviética
que dirigía Boris Ponomariov. Esta temeraria acción de la CIA fue realizada con
la participación ex miembros del Partido Comunista de los Estados Unidos
quienes estaban desencantados con la política de su Secretario General y como
había sido expulsado o renunciado, deseaban tomarse venganza porque el agente
de la CIA penetró hasta el Politburó del PCUS. Parecerá temerario este cuadro
de situación. Pero no lo es el hecho de que Margaret Thatcher haya dicho que
Gorbachov era “nuestro hombre” y además que Gorbachov dijera años más tarde que
la bestia de la Thatcher haya sido una gran amiga, es una declaración salvaje y
encima sintió pena por su muerte. Ambas confesiones tremendas, explosivas y
terrible pueden arrojar luz acerca de quien fue en realidad Mijail Gorbachov
quien en su discurso sobre el 70º Aniversario de la Revolución de Octubre
afirmaba la continuidad indestructible del proceso iniciado en 1917.
Lamentablemente contribuyó definitivamente a su destrucción.
Aun así con todas las traiciones y amarguras
por la pérdida de tan poderosa nación, los pueblos de Rusia siguen añorando y
justificando la hazaña inmortal de los bolcheviques en ser los primeros en
romper con las cadenas del capitalismo y llevar al gobierno y al poder a la
clase obrera e intentar edificar la sociedad socialista y comunista.