LA HIPOCRESIA DEL IMPERIALISMO
Por Sergio Daniel Aronas – 12 de diciembre de 2013
En el artículo
anterior decíamos que los actuales presidentes de los imperios criminales de
Occidente deberían pedirle perdón a todo el pueblo sudafricano por el apoyo que
tanto estos gobiernos como sus empresas, le dieron al régimen racista,
fascista, terrorista y criminal del apartheid de Sudáfrica, gracias a los
cuales pudieron mantenerse más de cuarenta años en el poder.
Para el
imperialismo cualquier fin (combatir el comunismo en el mundo) justifica los
medios (dictaduras militares, represión, genocidio, asesinatos, secuestros,
torturas, exilio obligado de miles de personas, oscurantismo cultural y
educativo, etc.) y más en el caso de Sudáfrica que fue colocado como el principal
dique de contención de los movimientos de liberación nacional en el continente
africano con el fin de derrocar las revoluciones triunfantes en Angola,
Mozambique, Namibia, Zimbabue, Bostwana y Zambia.
La propaganda
imperialista que se quiere apropiar de la fuerza del héroe nacional
sudafricano, Nelson Mandela, como lo hicieron con el Che Guevara en el sentido
de utilizar su figura como propaganda, publicidad y marketing político, trata
de presentar una imagen completamente distorsionada de la realidad, amputándole
su condición de revolucionario, de combatiente guerrillero al frente de “La
Lanza de la Nación”, de militante comunista y miembro de su Comité Central de
ese gran partido de masas que es el Partido Comunista Sudafricano, que no
cambió su nombre como muchos otros que se vendieron al capitalismo,
traicionando sus ideología, historia y sus mártires. Un partido aguerrido que
supo estar siempre a la altura de la historia sobre todo en la época que estuvo
conducido por Joe Slovo y Chris Hani (ya escribiremos una nota de estos dos
formidables dirigentes). Quieren presentar a Mandela como un ser inmaculado,
insípido y puramente pacifista, cuando la realidad de su vida, lo mostró como
el último en convencerse de establecer algún tipo de diálogo con el gobierno
sudafricana para llegar a un acuerdo político que termine con ese régimen
horrendo porque siempre defendió el derecho del pueblo a tomar el camino de las
armas para derribar el sangriento sistema de segregación racial y construir un
nuevo país sobre nuevas bases.
Acá presentaremos
las “conmovedoras” palabras de estos mandatarios que se creen más papistas que
el Papa. Barack Obama al igual que su antecesor demócrata Bill Clinton, se la
pasa bombardeando países sin ton ni son y que de ninguna manera pueden
representar alguna amenaza a la seguridad nacional de los Estados Unidos. La
prueba contundente de esta política criminal del imperio, son los ataques
reiterados con los aviones no tripulados (llamados drones) en la aldeas de
Afganistán, Irán, Siria, en una escalada de violencia que pretenden, como en el
caso de Siria, adjudicársela a su legítimo gobierno quien lo único que hace es
defenderse de una agresión extranjera bien orquestada y sobre todo, bien
disimulada como “Ejército de Liberación Sirio”. El ejemplo más abyecto que
forma parte del acta de acusación al imperialismo fue la demolición de la
Jamahiriya Libia, el país más avanzado, más igualitario, más próspero y moderno
de África, que en sus cuarenta años de gloriosa existencia dio un gran apoyo
económico, financiero y militar a los movimientos anticolonialistas y a las
organizaciones de resistencia como el Congreso Nacional Africano,
reconocimiento que Mandela siempre le agradeció a Kaddhafi por este aporte
incalculable a su lucha contra el apartheid. Y aquí viene esta hipocresía
imperialista, mientras ellos se creer autorizados para bombardear, invadir y
destruir países, y exterminar hasta la clase de los revolucionarios (como decía
el Libertador Gral. José de San Martín en 1814) mientras los imperialistas se
creen autorizados para vender armar a gobiernos genocidas para que repriman a
sus pueblos y le hagan la guerra a sus vecinos, estos mismos imperialistas
acusan y condenan a esos gobiernos que procuran defenderse porque piden ayuda militar
a países y gobiernos amigos, como hizo Cuba con los pueblos de África entre
1975 y 1990 que permitieron, el derrocamiento del apartheid en Sudáfrica y el
desmoronamiento definitivo del colonialismo de la vieja estirpe en el
continente. Esta es la memoria histórica que en la prensa de los países
occidentales se lee en estos días con relación al fallecimiento de Mandela, en
el papel que jugó como líder y el lugar que ocupó en la lucha por la liberación
de África y de los pueblos oprimidos en el mundo.
Veamos pues, las
lindas palabritas de Obama:
"No vamos a
ver probablemente otro hombre de la talla de Nelson Mandela de nuevo... Sus
actos de reconciliación... un ejemplo que toda la humanidad debe aspirar, ya
sea en la vida de las naciones o de nuestras propias vidas personales”.
Estudié sus
palabras y sus escritos... al igual que muchos en todo el mundo, no puedo
imaginar totalmente mi propia vida sin el ejemplo de ese conjunto que fue Nelson
Mandela, mientras viva voy a hacer lo
que pueda aprender de él... cae a nosotros... para reenviar el ejemplo que
puso: para tomar decisiones guiadas no por odio, sino por el amor...".
Entonces Sr. Obama porque no aplica lo que supuestamente aprendió de sus
lecturas liberando a los prisioneros cubanos injustamente detenidos, juzgados y
encarcelados con condenas muy superiores a los que recibió Mandela. ¿Cuál es la
razón de Estado que le impide abolir el bloqueo económico, comercial y
financiero contra la República de Cuba? ¿No es acaso una nueva forma de
apartheid la existencia de leyes de extraterritorialidad, las leyes
Helms-Burton?
También afirmó que:
“Logró más de lo que puede esperarse de cualquier hombre (…) y nosotros
perdimos a uno de los seres humanos más influyentes, valientes y profundamente
y buenos que cualquier de nosotros haya estado en este mundo” (La Nación,
06/12/2013, página 4).
En otra parte de su
discurso se atrevió a citar el final del famoso alegato que Mandela pronunció
ante el tribunal que lo condenó a la cárcel en 1964 justamente el año de su
nacimiento: "He luchado contra la dominación blanca y he luchado contra la
dominación negra. He abrigado el ideal de una sociedad democrática y libre en
la que todas las personas vivan juntas en armonía y con igualdad de
oportunidades. Es un ideal que espero vivir y lograr. Pero si es necesario, es
un ideal por el cual estoy preparado para morir", recitó Obama. La gran
diferencia a la luz de los hechos, es que Obama no está preparado para morir,
sino que, como lo viene demostrando en sus años de presidente, está preparado
para matar con su maquinaria de guerra infernal. ¿A quién liberó Obama? Absolutamente
a nadie. En su campaña electoral prometió cerrar esa prisión monstruosa
establecida en la base militar de Guantánamo, territorio cubano, usurpado ilegalmente
por el imperio en 1898. Esta cárcel no solo sigue abierta sino que continúan
encerrados prisioneros fuera de toda norma legal, sin derechos, sin jueces ni
juicios. ¿Cómo se atreve a tomar a Mandela
como su bandera? ¿De qué bandera puede esgrimir cuando ordena el
bombardeo masivo con los que destruyeron a Libia? ¿De qué lucha puede hablar
este presidente que tiene las manos manchadas de sangre? Ahora se va a
presentar en sus funerales como el príncipe de la concordia, de la paz y de la
democracia. ¡Qué maravilla! Se acordaron un poco tarde de presionar a la
dictadura sudafricana para que el apartheid sea abolido mucho tiempo antes,
mediante la acción combinada de la diplomacia desde el exterior con la lucha
poderosa de su pueblo. La diplomacia occidental realizaba grandes negocios con
los sudafricanos, mientras que el pueblo luchaba contando únicamente con la
solidaridad verdadera de Cuba, la URSS y los países no alineados.
En la época del
Presidente Jimmy Carter en colaboración con el gobierno de Israel, pretendieron
incorporar a la Sudáfrica racista a un viejo proyecto imperialista de crear una
OTAN, bajo el nombre de Organización del Tratado del Atlántico Sur (OTAS) junto
con algunos países sudamericanos, proyecto que cobró fuerza entre 1978 y 1979.
Jamás en toda la
historia de las relaciones las potencias imperialistas manifestaron una señal
de arrepentimiento, de autocrítica y mucho menos de perdón por el apoyo que
brindaron al apartheid desde su implantación en 1948 hasta su abolición durante
la presidencia de Mandela.
Otro presidente
estadounidense especializado en bombardear a países subdesarrollados como
Afganistán, Sudán e Irak y que empezó a realizarlo al otro día de asumir su
mandato, también habló sobre Mandela de esta forma, como si hubiera sido un
amigo de todos los días: “Todos estamos viviendo en un mundo mejor por la vida
que vivió Madiba. Demostró que hay libertad en el perdón, que un gran corazón
es mejor que una mente cerrada y que las verdaderas victorias de la vida deben
ser compartidas” (La Nación, 06/12/2013, página 4). Así que “estamos viviendo
en un mundo mejor” y no se preguntó Sr. Clinton como dejó Somalía cuando
decidió invadirla y destruirla. De qué mundo mejor está hablando.
El primer ministro
británico David Cameron fue otro de los que cantó loas brillantes a la memoria al
ex presidente de Sudáfrica: “El mundo ha perdido una gran luz. Nelson Mandela
fue un héroe de nuestro tiempo. Una gran luz de apagó en el mundo.” Una desgracia que no le apagaron la luz a las
multinacionales británicas que realizaron millonarios negocios con el apartheid
y la Sra. Thatcher jamás se arrepintió de apoyar al gobierno racista
sudafricano; jamás se arrepintió de enviar armar para combatir las guerrillas
del Congreso Nacional Africano y las guerras de agresión de los aventureros
gobernantes de Sudáfrica que sostuvieron con todo lo que tenías a la
contrarrevolución de sus países limítrofes que venían de derrotar al
colonialismo portugués y se enfrentaban a esas bandas mercenarias.
Los verdaderos
amigos de Mandela fueron los que el mismo declaró, visitó y reconoció por su
ayuda invalorable porque dieron el puntapié inicial y final al régimen racista.
No fueron las armas del imperialismo las que triunfaron en la lucha contra el
apartheid. Vencieron las armas empuñadas por los oficiales y soldados cubanos y
hoy son recordados y venerados como héroes y jamás invasores, sino auténticos
libertadores e internacionalistas en el más alto nivel que se puede expresar
esta condición de auténticos revolucionarios.