EL AJUSTE OCULTO DEL GOBIERNO ARGENTINO
Por Sergio Daniel Aronas – 29 de agosto de 2013
Un documento
elaborado por el Dr. Héctor Giuliano, uno de los más grandes especialistas
argentinos en materia de deuda externa y finanzas internacionales, muestra como
el gobierno de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner está aplicando un
plan de ajuste destinado a pagar la deuda pública de la Argentina. El carácter
oculto consiste en que la gran mayoría de la población no está sintiendo sus
efectos y como no está anunciado como se hacía en gobiernos anteriores cuando
se comunicaba un plan económico con acuerdo de las instituciones multilaterales
de crédito. Al estar presente en aquellos años la batuta del FMI y/o del Banco
Mundial o los dos juntos, se sabía claramente de qué se trataba la puesta en
marcha de aquellos llamados “planes de ajuste estructural” que abarcaron buena
parte de los últimos treinta años de historia económica argentina. El pueblo
conocía a las estrellas y a los protagonistas de estos actos de entrega del
patrimonio nacional y adónde conducían debido a la larga experiencia de lucha
acumulada en años anteriores. Se trataba en resumidas cuentas de planes basados
en reducir el gasto público del estado nacional en todas sus instancias y ya
vimos en los años noventa los efectos devastadores de trasladar gastos estatales a las provincias que no
estaban en condiciones de soportarlos. A esta reducción del gasto que apuntaba
a reducir el déficit fiscal, las medidas de ajuste tradicionales consistían en el
congelamiento o reducción de salarios de empleados públicos y a los jubilados, programas
para eliminar personal del Estado, aumento de las tarifas públicas, aumentos de
los precios, aumento de los impuestos ya sea por incremente de la tasa
impositiva o por reducción de la base imponible para ensanchar el número de
contribuyente y conseguir que más personas comiencen a tributar o por la
creación de nuevos tributos como fue el caso del impuesto al cheque, que
habiendo nacido por una emergencia, todos los gobiernos lo han sostenido y
jamás pensaron en derogarlo. Aquellos ajustes se acompañaban de fuertes aumento
a los combustibles y todo cerraba con la decisión de devaluar la moneda ya sea
por porcentaje fijo establecido por el gobierno o por el mecanismo periódico
que si bien el impacto teóricamente podía ser mitigado, a lo largo del tiempo
sus efectos eran tan destructivos como el primero. Las consecuencias era una
recesión con caída de ventas generalizada, paralización de la producción,
despidos masivos en las empresas y para evitar una medida tan extrema, esas
mismas empresas preferían adelantar las vacaciones y poder lograr que puedan
sostenerse en los mercados. La voracidad recaudadora de la autoridad fiscal
agravaba más la situación lo que termina en un efecto contrario ya que los que
no podían pagar, esperaban la oportunidad para inscribirse en las moratorias
que permitían a las empresas ponerse al día con los impuestos impagos con una
importante quita de intereses como atractivo para pagar en largas cuota esos
impuestos impagos (IVA, ganancias, ingresos brutos y otros).
Así fueron los
planes de ajuste diseñados por el FMI y el Banco Mundial que impulsaban las
exportaciones de productos primarios que los buenos del Primer Mundo nos
compraban esas mercancías y los pobre incumplidores del sur destinaban todos
los beneficios del comercio exterior para obtener los dólares para pagar la
deuda externa. Una deuda que nunca dejaba de crecer por el carácter de deuda
estructural basada en un sistema de progresión geométrica y que mecánicamente
se reproducía por la reprogramación de los intereses que aumentan el monto del
capital adeudado que nunca se pagaba. Y ahí estaba la clave y llave maestra de
este sistema siniestro. El deudor exigía el pago de los intereses pero nunca se
terminaba de pagar y está demostrado no solo por trabajos de economistas
defensores de esta trampa perversa sino como en su momento lo hizo el gran
Fidel Castro que cuanto más se pagaba más se debía y había llegado a la
conclusión en cuatro casos que por más que dejemos de pagar, el mecanismo
seguía reproduciéndose por sí mismo y la deuda externa se hacía de esa forma
eterna. En todos esos años, América Latina como el ejemplo más notable, se
convirtió en un exportador neto de capitales en el sentido de transferir a los
países capitalistas desarrollo miles de millones de dólares de deuda externa
cuyo origen había que remontarse a las dictaduras militares que asolaron
nuestra región.
El Dr. Giuliani
plantea que ahora hay una mutación en la forma de aplicar ajustes a la economía
del país porque del método recesivo del FMI/Banco Mundial, ahora se lo lleva a
la práctica a través de la “maximización de los recursos”, esto es, sacar el
máximo provecho de la capacidad recaudatoria del Estado para que los ingresos
generados por la recaudación impositiva se destinen de plano al pago de los
compromisos de los intereses de la deuda externa. Y si bien no ha sido ese
gobierno el que generó esta crisis de deuda, nuestro país sigue
consecuentemente esa doctrina de la continuidad jurídica de los estados y se
cargo de una deuda absolutamente de origen ilegítimo e ilegal. El problema es
que muchos de los acuerdos que firmó la Argentina desde el plan Brady en
adelante ha determinado el reconocimiento total de esa deuda por nuestro país y
para colmo de males, significado la renuncia a la soberanía jurídica al aceptar
los tribunales extranjeros como el lugar para resolver los conflictos y
controversias y pagar los vencimientos de deuda. La confesión del Ministro de
Economía Hernán Lorenzino declarando que la Argentina desde el 2003 hasta la
fecha pagó a los acreedores externos un total de 173 mil millones, es una
prueba de este ajuste salvaje (Ver nota de la agencia de noticias Telam del
domingo 25/08/2013: http://www.telam.com.ar/notas/201308/30073-ratificamos-no-pagar-a-fondos-buitre-algo-distinto-al-93-que-entro-al-canje.html).
El autor muestra
como la combinación recaudatoria de diversos tributos contribuyen de manera
notable a disimular este ajuste que no se siente con los rigores de otros “más
ortodoxos” pero que a la larga afectarán a muchos ciudadanos. El hecho de que
persista aplicar ganancias a los salarios que superan el mínimo no imponible es
una aberración jurídica insostenible e indefendible. Pero es un claro ejemplo
de la voracidad impositiva que se traduce en la pérdida de poder adquisitivo
del salario al quitarle una parte de los ingresos de los trabajadores que por
más pequeño que resulte ser sigue siendo algo intolerable, inaceptable e
irritante para muchos. En sentido parece que el gobierno se despertó de su
largo letargo y ha enviado un proyecto de ley que eleva ese mínimo para los trabajadores
hasta $ 15.000 en una escala hasta los $ 25.000.
En resumidas
cuentas, la investigación del Dr. Giuliani se basa en plantear el ajuste oculto
y/o imperceptible para el conjunto de la población en dos planos de la
actividad estatal: por el lado de los ingresos, que se manifiesta en el aumento
de la presión tributaria y por el lado del gasto, a través de su reducción no
tanto por la vía tradicional de los ajustes típicos que se dieron en varios
momentos de la historia argentina, sino mediante la reducción de partidas
presupuestarias, por mantener que el nivel de gastos del estado sea menor al
incremento de los ingresos, por los topes a los aumentos salariales del
sector público (esto último conformó la
doctrina de “sintonía fina” con la que comenzaron las discrepancias y luego
ruptura con la CGT de Hugo Moyano cuando la Presidenta exigía “moderación” a
los sindicalistas en cuanto al aumento de salarios), por el adelantamiento de
impuestos vía anticipos como en el caso de ganancias, entras formas de esta
modalidad de ajuste. En ambos casos, el gobierno utiliza inteligentemente el efecto
que causa la inflación que al provocar un aumento generalizado de los precios,
se traslada a las empresas y a los particulares con un aumento de los impuestos
al momento de recaudar.
La contradicción
más flagrante del gobierno de Cristina Kirchner es el tratamiento que le da a
la deuda externa que tiene encierra una lógica perversa que aun no ha sido
desmontada que cuanto más se paga más debe. En consecuencia, hablar de
desendeudamiento es un sin sentido y el gobierno sigue metido en esta trampa
que no se resuelve pagando, sino realizar una profunda auditoría de todos los
contratos y documentos relacionados con la deuda para saber cuánto se debe y
porqué.
Además el mercado
cambiario con un dólar artificialmente retrasado crea fuertes problemas en el
comercio exterior porque abarata las importaciones, perjudicando la producción nacional
restringiendo las exportaciones. Por lo tanto, aumenta el déficit comercial y
el superávit gemelo (fiscal y comercial) como sostén de la política económica
del gobierno llega a su fin con consecuencias muy negativas para la Argentina.
Por otro lado y como la historia viene demostrando, cada vez que un gobierno se
mete con el tema cambiario no hay política que pueda resistir y la que está
aplicando la conducción económica es tan desacertada que lo único que hace es
echar más nafta al fuego. En este tema hay una cuestión que merece analizarse y
es la siguiente: si el Banco Central ahorra en dólares para aumentar sus
reservas ¿porqué prohíbe a las empresas y a los particulares a hacer lo mismo?
Lo puede hacer por el poder de monopolio que posee en el manejo de la política
cambiaria. Otro factor que agrava la crisis es el hecho de tener una Secretaria
de Comercio que se mete en el comercio exterior encargándose de aprobar los
permisos de embarque que es un documento estrictamente aduanero, retrasando por
meses las exportaciones de nuestras empresas como si las ventas al exterior
fueran de una facilidad al alcance de todos, cuando en realidad para entrar a
los mercados internacionales deben hacer esfuerzos titánicos.
Los problemas económicos
y financieros que enfrenta la Argentina, especialmente en el sector externo,
son de una gravedad que hasta el momento no está a la orden del día en la gran mayoría
de los ciudadanos de nuestro país.
Presentamos este
importante documento que revela la cara oculta y desconocida del ajuste
argentino en la “década ganada”.
EL AJUSTE PARA EL PAGO DE LA DEUDA
Héctor
Giuliano – Rebelión – 26 de agosto de 2013
El objeto de este
trabajo es demostrar sintéticamente cómo la administración Kirchner está
aplicando hoy un plan de ajuste fiscal encubierto para sostener el pago de los
servicios de la deuda pública argentina.
Encubrir significa
ocultar una cosa o no manifestarla: impedir que algo llegue a saberse. Es
sinónimo de esconder.
Se trata de un tema
al que ya nos hemos referido en diversos escritos anteriores pero que motiva
algunas precisiones adicionales. [1]
La palabra síndrome
identifica el conjunto de síntomas característicos de una enfermedad: por
extensión, es el conjunto de fenómenos o acciones que caracterizan una
situación determinada.
La aplicación de la
idea de síndrome a la actual política económico-financiera argentina puede
ayudar a la comprensión del título de la presente nota.
Los nuevos planes de ajuste
Las tradicionales
políticas de ajuste fiscal aplicadas en nuestro país – cuya formulación típica
estaba dada por las recetas recesivas del Fondo Monetario Internacional (FMI) –
ponían más énfasis en la reducción del gasto público que en el aumento de los
ingresos.
Este planteo parece
haber ido mutando en los tiempos recientes y ahora el ajuste se estaría
aplicando más por el lado de la maximización de recursos que por la reducción
del gasto, cosa que ayuda a enmascarar el síndrome de las nuevas políticas de
ajuste ya que las exacciones se dan en términos reales.
Para comprender
esta variante hay que tener presente que la inflación juega un papel funcional
en esta nueva forma de ajuste a favor del Estado porque atenúa los efectos del
aumento del gasto público –el aumento de los gastos reales es menor que el de
los ingresos reales– y porque, a la vez, la inflación mejora los niveles de
recaudación fiscal efectiva aún descontando la incidencia inflacionaria. (ver
Apéndice)
Además, bajo
relativa estabilidad o contención cambiaria –ritmo devaluatorio más bajo que la
tasa de inflación– el peso obtiene una apreciación fáctica, lo que ayuda al
pago de los servicios económicos y financieros de la cuenta corriente de la
Balanza de Pagos, especialmente los inherentes a la Deuda Externa.
Este retraso
cambiario, sin embargo, paradójicamente complica en forma paralela la situación
del Sector Externo porque –entre otras cosas- abarata las importaciones y los
servicios relacionados con el Comercio Exterior (caso de los gastos de
transporte), induce los viajes de turismo de argentinos al extranjero y
estimula la contratación de deuda externa privada.
El denominado
Modelo K -más allá del eslogan de “crecimiento con inclusión social”-
descansaba en un esquema de superávits gemelos, fiscal y externo, pero hoy el
gobierno ya no cuenta con ninguno de los dos: el Sector Público presenta un
Déficit Fiscal creciente y el resultado de la Balanza de Pagos es negativo.
a) El Déficit
Fiscal fue de 55.600 M$ [2] en 2012 y
había sido de 30.700 M$ en 2011.
Para el corriente
año no hay cifras confiables todavía pero se estima que el Resultado Financiero
será mayor que el ejercicio pasado.
b) La Balanza de
Pagos dio una variación de reservas negativa de 3.300 MD en 2012 y había tenido
una variación también negativa de 6.100 MD en 2011 según la estimación del
INDEC y el Balance Cambiario del BCRA.
Cabe destacar que
los resultados del año pasado se obtuvieron limitando casi totalmente el giro
de Utilidades y Dividendos al exterior, que hubiera sido de 8.200 MD neto
negativo y en cambio –por las restricciones oficiales– se materializó en sólo
225 MD.
La contrapartida de
estas retenciones transitorias de transferencias está dada por el fortísimo
aumento de la Deuda Externa Privada exigible, que a fin de 2012 acumulaba
21.700 MD y cuyas divisas debe proveerlas el BCRA (al tipo de cambio oficial).
Frente a este doble
problema del fin de los superávits gemelos la administración Kirchner estaría
ensayando –con la aquiescencia, el monitoreo y el apoyo fáctico de organismos y
entidades financieras internacionales– ese nuevo tipo de política de ajuste por
la vía predominante de los ingresos.
En realidad, el
mecanismo no elude el uso de determinados componentes de la reducción de gastos
públicos pero no los aplica en forma directa, dejando que la inflación los
contenga y/o reduzca en términos reales, como es el caso de los salarios del
Estado, los gastos en general y los servicios de deuda pública indexada por
CER.
La variante de lo
que llamamos “ajuste por el lado de los ingresos” constituye un mecanismo
relativamente novedoso –si bien ha estado siempre presente en los planes de
ajuste tradicionales– y es menos comprensible, perceptible e irritativo para la
población.
Operatoria del ajuste
La clave del funcionamiento del ajuste por vía
de los recursos reside en que la depreciación producida sobre los ingresos
fiscales sea menor que la que se produce sobre los gastos, ponderados siempre
en términos reales, es decir, despejando los efectos de la inflación monetaria.
Esto influye sobre los recursos, sobre los
gastos y sobre las necesidades de financiamiento del Estado.
1. Ajuste sobre los recursos
Básicamente, la
maximización relativa de los ingresos se logra por el menor Efecto Olivera-Tanzi,
esto es, por un desfasaje más reducido hoy entre el momento del devengamiento y
el de la percepción de los impuestos.
Este logro oficial
se obtiene por combinación entre el proceso inflacionario y el sistema
tributario argentino:
a) porque los impuestos
al consumo –que son regresivos– constituyen una parte muy importante de la
recaudación (esencialmente, el IVA).
b) porque se
mantienen indefinidamente gravámenes transitorios y de discutible equidad
tributaria, como el caso del Impuesto al Cheque. [3]
c) porque se aplica
el Impuesto a las Ganancias sobre el Salario y se mantiene desactualizado el
Mínimo no Imponible del gravamen.
d) porque, además,
el Estado se cubre de los efectos de la inflación sobre este impuesto por el
paso del tiempo a través del procedimiento compensatorio de los anticipos sobre
Ganancias.
e) porque, en la
práctica, se ajustan por inflación los revalúos de inmuebles y vehículos, que
inciden en impuestos y tasas a nivel nacional, provincial y municipal.
Todo esto hace que
el Fisco mantenga una elevada presión tributaria y que esa recaudación nominal
no sufra el deterioro inflacionario; aparte del hecho que la Inflación en sí
misma se comporta ya como un impuesto (un impuesto regresivo).
El Presupuesto 2013
conlleva un aumento de los Recursos del orden del 24.2% respecto del año
anterior – 629.200 M$ contra 506.400 M$ - un porcentaje de aumento nominal que
en la práctica con la inflación real estimada (Índice Congreso).
La inflación
también aumenta los ingresos fiscales con el incremento de precios y tarifas de
servicios públicos tanto por vía directa (la percepción) como por vía indirecta
(su componente impositivo).
De esta forma, la
emisión monetaria deviene una herramienta rentable para el Estado: directa,
cuando el producido va a las arcas fiscales por actualización de tarifas
públicas e indirecta cuando se deriva de la tributación.
El Banco Central
(BCRA), a su vez, contribuye a la presión inflacionaria en forma lineal con la
emisión monetaria sin respaldo para la compra de reservas internacionales
(divisas que luego presta al Gobierno para el pago de la Deuda Externa) y con
la emisión para el otorgamiento de Adelantos Transitorios al Tesoro (anticipos
que se aplican tanto al pago de la Deuda Pública como al Gasto Público en
general).
Ésta es,
básicamente, la forma en que las finanzas del Estado - por la vía de los
ingresos - no sólo no se perjudican sino que se favorecen con el proceso
inflacionario.
2. Ajuste sobre los gastos
La primacía de la
maximización de los recursos no excluye obviamente el ajuste tradicional por
vía del gasto público, aunque la inflación también juega un papel muy
importante en este campo.
En primer lugar,
por medio de las reducciones relativas de los montos de partidas presupuestarias
medidas en términos constantes, porque los aumentos nominales son compensados
con la inflación real (Índice Congreso).
Así el aumento del
Gasto Público previsto según el Presupuesto 2013 -16.3%, producto de 628.600 M$
contra 540.700 M$ en 2012- es inferior al aumento estimado de los Recursos
(24.2 %).
En segundo término,
el ajuste vía gastos se da tratando de establecer topes de incrementos
salariales en el Sector Público y en la Economía en general igualmente en línea
con la inflación real, que sólo resultan compensatorios de la pérdida de poder
adquisitivo.
En tercer término,
el ajuste de gastos se da licuando parcialmente por sub-indexación la deuda
pública en pesos que se ajusta por CER (Coeficiente de Estabilización de
Referencia, que replica la inflación minorista del IPC INDEC), y que al
31.12.2012 equivale a unos 35.100 MD (sobre un total oficial de deuda de
209.000 MD).
En este último
caso, por lógica, el ahorro de gastos que logra el Tesoro a través de este
medio perjudica a los tenedores de bonos, que en la actualidad son los
jubilados ya que prácticamente la totalidad de esta deuda en pesos indexada se
encuentra en manos del Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) de la ANSES.
De todo lo dicho
surge entonces que la variante tradicional de reducción de gastos públicos como
parte de los programas de ajuste fiscal tampoco está ausente –pese a las
apariencias- en la política del gobierno Kirchner.
3. Financiamiento del estado
La clave de todos los planes de ajuste
relacionados con el Sistema de la Deuda Pública –esto es, el mecanismo de Deuda
Perpetua por refinanciamiento permanente de los vencimientos de capital y toma
de nueva deuda– radica en que tales programas se llevan a cabo no para dejar de
asumir obligaciones financieras sino, por el contrario, para poder exhibir una
supuesta solvencia fiscal (tan ficticia como indemostrable) para poder tomar
deuda adicional.
Esto se refleja en
que el mayor aumento de los Recursos del Estado y el menor incremento del Gasto
no implican una reducción sino, al revés, un aumento de la Deuda Pública, cosa
que se verifica empíricamente: según el Presupuesto 2013 este año vencen deudas
por 36.500 MD y está previsto refinanciarlas en su totalidad y tomar más deuda
por 48.600 MD, o sea 12.100 MD más. [4]
El año pasado
(2012) la Deuda Pública –según los datos oficiales del Ministerio de Economía
(MECON)- aumentó 18.800 MD; en 2011 había aumentado en 14.600 MD y la asunción
de más deuda está prevista en forma creciente también para el bienio 2014-2015.
Por ende, no es
cierto que el país se esté des-endeudando.
La lógica del
Megacanje Kirchner-Lavagna de 2005-2010 –cuyo fracaso condujo a la actual nueva
crisis de deuda [5]- fue precisamente la de reestructurar la deuda en default
desde 2001 (sin investigar la legitimidad de las acreencias contra el Estado
Argentino y sin quitas reales sobre los montos así reconocidos [6] ) para poder
volver cuanto antes al Mercado Internacional de Capitales, para tomar más
deuda.
Esta política sigue
siendo la de la administración Kirchner en función de la Hoja de Ruta definida
oportunamente por el entonces ministro de Economía Boudou: 1. Solución del
problema de los Holdouts (tenedores de bonos que no entraron en el Megacanje);
2. Arreglo de la Deuda Externa con los países del Club de París; y 3. Vuelta al
Mercado Externo de Capitales... para tomar nueva deuda.
Hasta aquí los
rasgos centrales o síndrome demostrativo del plan de ajuste encubierto que
lleva a cabo el gobierno Kirchner para poder atender los servicios de la deuda
pública frente a la crisis de deuda por insolvencia fiscal que arrastra
indefinidamente el Estado Argentino.
El rol de la deuda intra-estado
Tanto el gobierno
Kirchner como el establishment financiero –oficialista y opositor– ponderan un
falso des-endeudamiento público sobre la base de soslayar la naturaleza, peso y
alcance de la Deuda intra-Sector Público, es decir, la deuda que el Tesoro
Nacional contrae y sigue contrayendo en gran escala con Agencias de la
Administración Pública.
Este tema –al que
ya nos hemos referido en múltiples oportunidades– no sólo es muy grave sino que
subvierte la lógica de las Finanzas Públicas.
Primero y
principal, porque el gobierno actual –como todos los que lo precedieron desde
el Proceso Militar hasta los gobiernos civiles sucesores a la fecha– tomó y
sigue tomando deuda sin demostrar su capacidad de repago, con lo que consagra
el principio de irresponsabilidad fiscal frente a las obligaciones del Estado y
consiguientemente el esquema de Deuda Perpetua.
En segundo término,
porque la deuda intra-Estado se está contrayendo fundamentalmente con el Banco
Central, el FGS de la ANSES, el Banco Nación (BNA) y toda una serie de
Entidades Públicas, con lo que se está empapelando al Estado Central con títulos
sin garantía alguna de cumplimiento; y esto significa descapitalización del
BCRA (que tiene préstamos al Tesoro por 66.400 MD: el 58% de su Activo) [7],
desfinanciamiento del Sistema Previsional (que tiene el 60% de los fondos de
jubilados prestados al gobierno), desafectación de créditos oficiales del
sector productivo por parte del BNA (que tiene la mitad de su cartera prestada
al Tesoro) y virtual desvío de fondos de las agencias oficiales que sostienen
el reciclado permanente de los préstamos a corto y mediano plazo del Fisco.
La deuda
intra-Sector Público se ha transformado así en una suerte de vaciamiento
financiero potencial del Estado porque el gobierno no tiene fondos para pagar
esa deuda.
Tal extraordinario
stock de obligaciones ha ido aumentando como un préstamo-puente interno a la
espera presumible de formalizar el tercer paso de la Hoja de Ruta Boudou: la
vuelta al mercado externo de capitales.
Pero estas deudas
intra-Estado hacen que las cuentas fiscales no cierren: no cierren a menos que
el gobierno dé por sentado que tales deudas no se pagarán nunca.
En conclusión
En medio de la
nueva Crisis de Deuda que arrastra la administración Kirchner, el gobierno está
aplicando un plan de ajuste fiscal encubierto para sostener el pago de los
servicios financieros de la deuda y contener el aumento del déficit fiscal
derivado de la misma.
La Deuda Pública es
impagable y, por ende, estamos frente a un problema de Deuda Perpetua por
refinanciación permanente de las obligaciones que vencen y por contracción de
nuevas deudas.
La deuda
intra-Estado actúa como préstamo puente para sostener la situación de pagos
hasta que el país pueda definir en forma manejable el pago a los holdouts y
llegue a un nuevo arreglo con el Club de París que le permita volver al mercado
internacional de capitales para tomar más deuda externa.
La cada vez más
debilitada posición del gobierno Kirchner – sobre todo con la proximidad de las
elecciones parlamentarias de Octubre – hace prever que las concesiones y
claudicaciones ante los poderes económico-financieros serán cada vez mayores,
de lo cual el contrato secreto YPF-Chevron es un ejemplo manifiesto.
__________
APÉNDICE: UNA REFLEXIÓN SOBRE LA ACTUAL INFLACIÓN
ARGENTINA.
Aunque éste es un
subtema que amerita un tratamiento específico por separado, cabe efectuar aquí
algunas breves consideraciones sobre un problema más de fondo que está
implícito en la relación entre Inflación y Política Económica del gobierno K.
Dado que el Banco
Central emite dinero en gran escala que no va destinado a la actividad
productiva sino a sostener los servicios de la deuda pública y otros gastos
improductivos del Estado, el mismo gobierno queda luego prisionero de sus
consecuencias.
Así, frente al
aumento generalizado de precios y la distorsión de los precios relativos que lo
acompaña y determina, el propio gobierno tiene que actuar errática, incoherente
y contradictoriamente frente a un mercado que se envilece y corrompe por la
propia política financiera oficial:
a) El gobierno no
aplica una política racional y efectiva de Control de Precios – a través de la
Secretaría de Comercio Interior – sino una política inoperante y sin resultados
fácticos contra la inflación que dice combatir.
b) Admite la burla
de los aumentos generalizados de precios en el Mercado que se produjo y se
sigue produciendo a través de la liberación formal de precios por productos,
consintiendo aumentos preventivos anteriores a los acuerdos de precios firmados
con las empresas y tolerando los que se siguen dando pese a las medidas de
“congelamiento”, aceptando los cambios de marcas y/o presentaciones de
productos, etc.
c) Paradójicamente,
esta falencia de fondo lleva a las autoridades a tolerar y hasta inducir la
proliferación abierta del mercado negro – manifiesta en el aumento masivo de la
venta callejera, de las ferias tipo “saladitas” que compiten por evasión
tributaria, etc. – para tratar de contener los efectos de la inflación sobre la
población.
d) El fogoneo del
consumo por parte del gobierno también contribuye en forma determinante al
aumento de los precios por presión de demanda sobre ramas o segmentos de
mercado con oferta limitada.
e) Simultáneamente,
la administración K trata de contener el dólar paralelo con métodos tan
inoperantes como los aplicados al control de precios, atacando las
consecuencias y no las causas ya que el problema no es el aumento del dólar
sino la desvalorización del peso.
f) La presión
inflacionaria por traslado de la devaluación fáctica al sistema de precios
internos es inevitable – cualquiera sea la magnitud real del mercado negro –
cuando las cotizaciones de ese mercado informal reflejan un cambio en la
paridad monetaria real.
g) El gobierno
mantiene un retraso cambiario relativo por un doble motivo: usar el tipo de
cambio como “ancla” o freno inflacionario y permitir el pago de servicios
crecientes de la deuda externa, ya que si se produjera una macro-devaluación la
Argentina caería en un nuevo default.
h) El retraso
cambiario estimula las importaciones de bienes, el aumento de los servicios
económicos y financieros que pesan dentro de la Cuenta Corriente de la Balanza
de Pagos y la toma de más deuda externa privada, lo cual debilita más aún la
posición de reservas netas del BCRA y desvaloriza consecuentemente el peso.
i) La utilización
del BCRA como proveedor de divisas para el pago de deuda externa pública y
privada – dentro de su función general de atención de todos los movimientos de
la balanza de pagos - se logra con la emisión en gran escala y sin respaldo de
dinero para comprar esas divisas, que luego se prestan en su mayoría al Tesoro;
lo mismo que los pesos que se imprimen para suministrarle Adelantos
Transitorios.
j) La sobre-emisión
de dinero deriva entonces en un aumento de la Base Monetaria que el propio BCRA
esteriliza luego colocando deuda cuasi-fiscal (Lebac y Nobac) por la que paga
hoy entre el 17 y 18 % de interés anual.
k) Estas altas
tasas de interés fijan el piso elevado de las tasas de mercado y son uno de los
principales factores determinantes de la inflación que, por la vía financiera,
inciden en los costos de las empresas y se trasladan al sistema de precios.
En consecuencia, es
el propio gobierno K el que genera y retroalimenta – en un círculo vicioso - el
actual proceso inflacionario argentino; y lo hace en función de un
desequilibrio estructural provocado por el problema de la Deuda Pública que no
soluciona sino que complica y agrava.
Decididamente,
estamos frente a una administración que tiene un problema para cada solución.
NOTAS:
[1] A este respecto pueden verse varios
artículos recientes del autor, particularmente: Efectos financieros de la Deuda
Pública (2.4.2013), Deuda Pública y Ajuste Fiscal (23.2.2013) y Deuda Pública y
Déficit Fiscal (18.2.2013).
[2] Las
siglas M$/MD significan respectivamente Millones de Pesos/Dólares y están
expresadas siempre con redondeo.
[3] El
Impuesto a los Débitos y Créditos Bancarios – vulgarmente denominado Impuesto
al Cheque – está en línea con la inflación y además presenta una inequidad de
base porque tanto el librador como el beneficiario no aumentan su capacidad
contributiva con la operación, mientras que los bancos – que sí obtienen un
incremento de fondos con esas disponibilidades - no tributan por este gravamen.
[4]
Estos vencimientos corresponden sólo a Capital o Principal de la Deuda,
no al pago de los Intereses, que se abonan dentro del Gasto Corriente, que para
el corriente año (2013) suman unos 10.800 MD y que son fuertemente crecientes
para los ejercicios venideros.
[5]
Hablamos de una nueva crisis de deuda porque el gobierno argentino no
tiene capacidad de repago suficiente para atender con recursos genuinos los
servicios de esa deuda y tiene que apelar sistemáticamente a las reservas
internacionales del BCRA, a la emisión inflacionaria de pesos y a la deuda
intra-Estado en gran escala para pagar a los acreedores privados y a los
organismos multilaterales de crédito, sin reducción del monto total de la deuda
pública y, por el contrario, incrementándola a un ritmo de más de 10-12.000 MD
por año.
[6]
Decimos sin quitas reales porque la reducción de valor de los bonos
canjeados fue compensada con la entrega de cupones ligados al PBI – VLPBI – de
modo que quienes ingresaban en el canje lo hacían con importes incluso mayores
al valor nominal.
[7] Al
31.7.2013 el Balance del BCRA muestra que el banco tiene Títulos Públicos en
cartera por 38.500 MD y Adelantos Transitorios al Tesoro por el equivalente de
otros 27.900 MD: en total 66.400 MD. Sobre un Activo Total de 115.000 MD esto
es el 57.7%.
Las Reservas Internacionales, a la misma
fecha, son de 37.050 MD: el 32.2% del Activo y cerca de la mitad % del valor de
los créditos contra el Tesoro (un 55.8%).