ARGENTINA: A DIEZ AÑOS DEL DESEMBARCO DEL “COMITÉ DE
NOTABLES”
DEL FMI Y LA CONTINUIDAD DE LA CRISIS FINANCIERA
MUNDIAL
Por Sergio Daniel Aronas – 27 de noviembre de 2012
"En
interés de lo que le agrada denominar la riqueza de la nación busca artificios
para asegurar la pobreza del pueblo. A partir de ese momento, su coraza de
sofismas apologéticos se desprende fragmento por fragmento, como una madera
podrida"
Karl Marx, 1867. El Capital, Tomo I, Cap.
XXXIII, Ed. Cartago, Bs.As, México, 1983.
Hace diez años durante la crisis política,
económica, social y financiera que sacudió a la Argentina en el fatídico
diciembre de 2001 y continuó en los meses siguientes del año 2002, en el cual
nuestro país estuvo a punto de ser despedazado de acuerdo a los planes elaborados
por las instituciones monetarias y economistas de los Estados Unidos, se
produce el desembarco de una misión del Fondo Monetario Internacional, en
carácter de supervisora de la crisis argentina para monitorear las alternativas
de solución que se planteaban en esos años. Dicha misión invasora formada por auténticos
extraterrestres economistas fueron pomposamente llamados como el "comité
de notables" encabezados y dirigidos por esa organización mundial de la
miseria por antonomasia.
Llegaron a la Argentina con el propósito
de verificar el cumplimiento de los acuerdos firmados con ellos para el pago de
los negociados intereses de la deuda externa, ya que ésta había sido declarada
impagable en sesión plenaria del Congreso Nacional, suspendiéndose todo tipo de
transferencias al FMI, a los bancos y a los tenedores de los bonos soberanos. Los
antecedentes más inmediatos que justificaron esta decisión fueron los
horrorosos acuerdos denominados blindaje con José Luis Machinea y el megacanje
con Domingo Cavallo como los respectivos ministros de Economía que firmaron
estos planes supuestamente de salvataje con los que se pretendió darle una
solución definitiva al problema de la deuda externa argentina y cuyos
resultados provocaron la catástrofe de diciembre de 2001. A raíz de los
acontecimientos que estallaron en el país en la que sucesivos gobiernos de
emergencia frente al incendio generalizado que liquidaron todas las reservas
del Banco Central en una operación de vaciamiento financiero sin precedentes en
nuestra historia económica, tomó la decisión de declarar el “default”, que
muchos economistas y periodistas equivocadamente la denominaron como la mayor
suspensión de pagos de la historia económica mundial. A decir verdad, la mayor
estafa financiera la cometió el gobierno norteamericano de Richard Nixon en
agosto de 1971 cuando declaró la inconvertibilidad del dólar respecto del oro
provocando un desbarajuste en todas las divisas mundiales y un descalabro
financiero de proporciones gigantescas,. Y esto fue tan fuerte y decisivo que
por medio de una decisión presidencial unilateral y sin previa consulta, los
Estados Unidos se quedaron con 20 mil toneladas de oro que pertenecían a
diversos países (la mayoría sus socios de la OTAN) que tenían depositado en las
arcas financieras del imperio. En otro artículo hablaremos de este caso.
Aquel
comité de notables fantoches estuvo integrado por el gerente general del Banco
Internacional de pagos de Basilea (BIS), Andrew Crocket; y los ex presidentes
de los bancos centrales de Alemania, Hans Tietmeyer; de Canadá, John Crow; y de
España, Luis Ángel Rojo. Hoy ya nadie se acuerda de esta misión neocolonial que
fue una vergüenza para un estado soberano como la Argentina, que hicieron
recordar a los antiguos veedores que la monarquía española enviaba a sus
colonias para ver el estado en que se encontraban y como estaban siendo gobernadas.
Cuando
la Argentina entra en recesión en 1998 se profundizaron los debates tanto a
nivel académico, como periodístico, político, económico y social acerca de cuál
sería el futuro de la convertibilidad. Las acaloradas discusiones tenían como
eje si se continuaba con este plan y en caso contrario el gran problema
suscitado era cómo se salía del esquema convertible del uno a uno (un peso igual
a un dólar). Ahí surgió con fuerza la propuesta de dolarizar la economía
argentina proveniente de sectores ultraliberales de los Estados Unidos a través
de las Fundaciones Heritage y Cato. También estaban los que reclamaban una
devaluación del peso proveniente de los sectores agroindustriales vinculados al
comercio exterior para que el país recupere la competitividad sus mercancías en
los mercados.
Debería
ser recordada como la misión de la infamia porque en esos mismos años se dieron
a conocer profundos trabajos de los centros universitarios y las fundaciones de
poder del imperio que intentaron dar una solución a la crisis argentina desde
la visión de los Estados Unidos que nunca puede ser una solución para la
Argentina. En orden cronológico, el primer documento se llamó “Cómo dolarizar
la Argentina” de los economistas Steve Hanke y Kurt Schuler que ampliaron un
trabajo anterior de mayo de 1999 también sobre la forma de dolarizar la
economía argentina. Es un trabajo de 52 páginas que un apéndice con el título
de “Estaturo para un modelo de
dolarización”, plantea la supresión de la política monetaria argentina y someterla
a la órbita de la Reserva Federal de los Estados Unidos como forma de
extranjerizar toda la vida económica del país. Ahí podemos leer que “este
modelo de ley pretende sugerir las características principales que son
deseables para una ley sobre la dolarización. Un estatuto real puede necesitar
ser algo diferente para conformarse de acuerdo a tecnicidades legales”. Se
atrevieron a proponer una reforma de la Constitución nacional para permitir
dolarizar de acuerdo con el artículo 75. La propuesta de estos economistas fue
la siguiente:
“1.
El peso argentino se elimina como una unidad de cuenta y es substituido por
este medio por el dólar de Estados Unidos en un índice de 1 peso = 1 dólar. Los
billetes, monedas, y otros efectos monetarios del sistema de la reserva federal
de los Estados Unidos serán moneda de curso legal en la Argentina.
2.
El Banco Central de la República la Argentina (BCRA) convertirá todos sus
depósitos en pesos en depósitos de dólares en un índice de 1 peso = 1 dólar
cuando esta ley entre en vigencia. El BCRA volverá todos los depósitos de los
bancos o del público a sus tenedores dentro un mes después de que esta ley
entre en vigencia.
3.
El BCRA no puede reemitir billetes de peso. Retirará notas existentes de la
circulación lo más rápidamente posible y las intercambiará para los dólares en
un índice de 1 peso = 1 dólar. Un año después de que esta ley entre en
vigencia, los billetes en pesos dejarán de ser moneda de curso legal y el BCRA
no será más requerido para cambiarlos a dólares.
4.
El BCRA no emitirá ninguna moneda más allá de las que ya están en sus cámaras
cuando esta ley entre en vigencia. El máximo para las monedas del gobierno de
Argentina en circulación será de 700 millones de dólares. El gobierno no podrá
acuñar nuevas monedas para sustituir viejas monedas.
5.
Los bancos autorizados a operar en Argentina pueden emitir los billetes y
monedas nominadas en dólares de los Estados Unidos u otras unidades de cuenta.
Los billetes no estarán sujetos a impuestos de circulación o impuestos de valor
agregado. Los billetes emitidos por los bancos no serán de curso forzoso. Ni el
gobierno federal ni los gobiernos provinciales o locales emitirán billetes como
circulante de moneda.
6.
Todos los controles de divisas serán suprimidos dentro de los 60 días después
de que esta ley entre en vigencia. Las partes pueden utilizar cualquier moneda
que especifiquen, por cualquier cantidad que elijan.
7.
El Poder Ejecutivo Nacional puede designar a un comité de expertos sobre las
cuestiones técnicas vinculadas con esta ley.
8.
Se deroga la legislación previamente decretada que esté en conflicto con esta
ley.
9.
Esta ley entra en vigencia inmediatamente.”
Otro proyecto del
mismo tenor en el sentido de renunciar a nuestra condición de estado soberano e independiente fue el
formulado por los economistas Rudiger Dornbusch (alemán ya fallecido) y el chileno
Ricardo Caballero, quienes habían propuesto descaradamente que la Argentina sea
gobernada precisamente por un comité internacional, como si nuestro hubiera sido
invadido por una potencia de ocupación como lo hicieron los Estados Unidos
luego del derrocamiento de Sadam Hussein en Iraq desde abril de 2003. Este
asqueroso documento (ya que no merece otro calificativo) se titulaba
“Argentina: un plan de rescate que funcione” fue dado a conocer en marzo de
2002 donde puede leerse este terrorífico párrafo: “Dado que el sistema político está sobrepasado,
debe ceder transitoriamente su soberanía en el manejo de los asuntos
financieros. La seguridad financiera es la clave desde donde debe crearse la
estabilidad para empezar a pensar acerca de una sana finanzas públicas, el
ahorro e inversión”. El tercer documento fue
publicado en abril de 2002 por los miembros de la pro republicana
norteamericana Fundación Heritage, los economistas Ana Eiras (argentina) y el
norteamericano Brett Schaeffer. Lo substancial de este trabajo son sus
propuestas acerca de lo que la Argentina debería hacer: “adoptar el dólar como
moneda oficial, aumentar más las medidas desregulatorias, fomentar el libre
comercio, reducir el gasto público y los impuestos”, es decir, la conocida
receta de siempre. Y en cuanto a lo que entonces administración Bush debería hacer
con la Argentina, extraemos este párrafo: “La libertad económica no se puede
exportar, pero se puede importar. Con ese fin, la Administración Bush debería
ayudar a Argentina a adoptar las reformas necesarias, incluyendo la adopción
del dólar como moneda oficial, abriendo el libre comercio, desregularizando el
mercado laboral, y reduciendo la intervención del gobierno en la economía. La
Administración Bush debería también suministrar pericia técnica, como el envío
de expertos del FBI y del Departamento de Justicia de EE.UU. para asesorar al
gobierno argentino en relación con la reforma del sistema judicial. Además,
EE.UU. puede ayudar a Argentina con un acuerdo de libre comercio entre ambos
países.” Aquí están expuestas las principales ideas que las usinas del
imperialismo tenía preparado para la Argentina y en el caso de la Fundación
Heritage no se trata de cualquier institución, sino un tanque pensante con
mucha influencia en la estructura de poder en los Estados Unidos tanto en la
elaboración de la política exterior como así también en la formulación y
actualización de la teo-ideología que fundamenta y justifica el poder global
del imperio. Estas tres obras macabras del terror financiero podrán leerla
completas en el anexo documental.
A la par de este plan, hubo otros que
intentaron imponer a la Argentina que presentado en calidad de salvataje, solo
apuntaba a salvar a los bancos, dejar bien parado a sus instituciones y evitar
todo tipo de ruptura con los Estados Unidos, ya que la gravedad de la crisis y
la presión que tenían las autoridades argentinas para recuperar y sacar al país
de la crisis, evidenciaba la preocupación del imperio y las clases poderosas
argentina ante el claro temo que la salida de la crisis termine en un rumbo
indeseable para ellos. Estos buenos muchachos amparados por el FMI que si bien
solo estuvieron dos días, vinieron con una nutrida agenda de actividades
entrevistándose con los economistas neoliberales locales para ver las
posibilidades que tenía la Argentina de retomar el camino de seguir pagando los
intereses de la deuda declarada impagable (ese era el gran secreto de su
misión). También se reunieron con el entonces presidente designado por el
Congreso Nacional, Eduardo Duhalde y su ministro de economía Roberto Lavagna
para temas bilaterales y qué hacer con el corralito con el que atraparon a
miles de ahorristas prohibiéndoles disponer de sus dineros. A lo largo de su
permanencia en el país la desfachatez y la arrogancia agresiva de estos funcionarios
que nunca hicieron declaraciones a la prensa como si se tratara de una misión
ultrasecreta, fue de tal magnitud que le plantearon gobierno argentino la
necesidad de un nuevo ajuste, de modo tal que pueda el recuperar el crédito
internacional perdido y la "confianza de los "mercados". En
medio de la hecatombe que vivía la Argentina, eso significaba implantar un severo
ajuste que al estilo de los que planteaban estos grandes expertos, no era sino
que echar más nafta al incendio, y ese cuadro la economía hubiera terminado en
una situación incontrolable. El ajuste ya se demostró adónde se dirigía cuando
en las marchas de protestas en el Puente Avellaneda fueron asesinados dos
militantes populares muy conocidos por sus compañeros del barrio en los que desarrollaba
un profundo trabajo social y de solidaridad con los más necesitados. Al tiempo
que ocurría esta masacre, los banqueros se refregaban las manos bailando de
alegría por quedarse con los millones de pesos y de dólares que conformaron los
ahorros de muchos ciudadanos que los habían conseguido tras muchos años de
trabajo y sacrificio. El ajuste aplicado fue la devaluación del 300% y el
tratamiento preferencial dado a los principales grupos económicos para que los
salven de la bancarrota (en lo que se conoció como la pesificación asimétrica
con la que los grandes grupos endeudados en dólares lograron licuar sus pasivos
con la varita mágica del estado protector de los grandes intereses empresarios)
fueron temas de enconados debates y aun así exigieron más medidas de ajuste.
Es la misma política que ahora desde 2008 en
adelante le imponen a España, Grecia, Italia, Islandia y Portugal para sanear
sus economías: todos sabemos adónde apuntas estas políticas y como terminan.
Resulta ser que la experiencia de estos casi 30 años de ajustes estructurales
realizados en los países de América Latina, Asia y África no le han enseñado
nada ni al FMI ni al Banco Mundial que vuelcan sus conocimientos basado en lo
único que saben proponer: aplicar todo un arsenal de medidas basado en la misma
forma como lo vienen haciendo siempre: ajuste y más ajuste, de modo tal que los
países europeos en crisis puedan cumplir con las incumplibles pautas
establecidas por los acuerdos de Maastricht en cuanto a déficit fiscal,
endeudamiento y nivel de gasto público. En las condiciones actuales para esos
países del euro son objetivos imposibles de llevar a cabo y sus gobiernos bien
saben que no pueden hacerlo, pero siguen empeñándose en hacer buena letra ante
el mundo financiero de que cumplirán con sus compromisos.
Con todos los desastres que han causado
las políticas económicas del FMI entre 1976 y 2001 y con las sucesivas crisis
que se desencadenaron como si fuese provocado por un efecto dominó, hoy en
pleno siglo XXI todavía los gobiernos europeos en situaciones comprometidas le
piden su palabra para que opine de esta crisis y su respuesta es la misma que
todos los que de este lado del Atlántico conocemos. Siguen recomendando a estos
países europeos con problemas financieros y económicos gravísimos, los
tradicionales programas de austeridad, es decir, un conjunto de medidas
económicas para que sigan a atados a los requerimientos de los acuerdos que
rigen el funcionamiento de la Unión Europea y su banco central. Lo que se trata
de entender es que lo que América Latina pasó hasta el año 2001, ahora el FMI está
tratando de cuidar su imagen y no aparecer como el niño malo de la política económica
internacional. Este cuadro no solo es una manifestación de una crisis en el
sector financiero de la economía, sino que se derivó es una crisis general
provocada por el despilfarro de los recursos monetarios del estado aliado con
los bancos, y que se extendió a todos los sectores productivos con efectos
devastadores que se reflejan en la ardiente protesta social de los
trabajadores, empleados, jubilados, estudiantes, profesionales, porque nunca en
su vida vivieron un momento como el actual y están totalmente desamparados porque
sus gobiernos han resuelto eliminar toda ayuda a los más necesitados y esto no
es otro cosa que terrorismo económico. Han hecho recortes inconcebibles en
programas sociales como la atención a la mujer embarazada y todo lo referente a
los beneficios para las mujeres los han cortado de cuajo. Y no se trata de un
gasto estatal superlativo, sino de una cuestión de humanidad que se ellas se lo
ganaron con su lucha. Es que estos gobiernos sólo piensan en salvar a sus
banqueros, mientras tanto los pueblos deben pagar con una drástica reducción de
sus ingresos y la abolición de ayuda social de todo tipo para “ahorrar” gastos
estatales y así revitalizar las economías de sus países. Esto no es otra cosa
que la economía política del coloniaje.
Cuando arribó a la Argentina aquella “comisión
de notables” se presentaron haciendo reclamos al gobierno para llegar a algún
acuerdo que permitiera a la Argentina levantar el cese de los pagos y retomar sus
compromisos de deuda, a la vez que se propusieron elevar recomendaciones para
elaborar un plan monetario que ayude a recuperar las finanzas y el sistema
bancario que ellos contribuyeron de manera decisiva a destruir. En definitiva,
lo que hicieron los bancos argentinos durante el tiempo que duró el corralito fue
robarles el dinero a los ahorristas sin hacer distinciones de si era grande,
chico o mediano.
Hoy, diez años después del estallido de la
Argentina cuyas repercusiones siguen siendo tema de intensos debates, el FMI vuelve
a emerger frente a la crisis europea para seguir proponiendo las mismas políticas
económicas que ya fracasaron rotundamente como si nada hubiera ocurrido en los
últimos 25 años.
Durante los años del derrumbe argentino, el
espectáculo que brindaron los funcionarios del gobierno de la Alianza pidiendo
de rodillas que el FMI continúe bombeando de dólares a la economía argentina, evidenció
un grado sometimiento pocas veces visto en la historia del país. Como
consecuencias de los actos de gobiernos desde julio de 1989 hasta el crac de
diciembre de 2001, la Argentina que es una nación con una superficie en la que
caben catorce países europeos pudiendo albergar a más de 400 millones de
habitantes y con capacidad para alimentarlos a todos, tuvo que soportar el drama
del hambre en sos esos años terribles. Se trata de un tema crucial para nuestro
país decir que hay hambre en la Argentina es una cuestión completamente irracional,
incomprensible, inimaginable e incongruente. Sin embargo, en el capitalismo
todo es posible y nadie tiene la varita mágica como para predecir lo
impredecible aunque siempre es posible que sucesos "inesperados" modifiquen
notablemente la situación y hagan posible lo imposible. Pero esto, sin embargo,
pasó en la Argentina de la época de renta financiera (1976-2001).
En el caso argentino la situación de
crisis terminal que le tocó vivir fue el resultado de una política
ininterrumpida de veintiséis años de incesante pillaje y robo a mano armada del
estado, de liquidación del sistema económico estatal, provincial y municipal;
de destrucción de los centros industriales y agrario-industriales y ganaderos;
de brutal represión a los sindicatos, de despidos masivos, de privatizaciones
pésimamente realizadas que derivaron en servicios públicos carísimos de mala
calidad y a la elevación como categoría política del estado la entrega y el sometimiento
a los poderes imperiales sin contraprestación alguna. Recuerden la cara de
Cavallo quejándose lastimosamente del FMI porque le cortó el flujo de divisas.
El impacto que tuvieron en la Argentina
los llamados cambios estructurales en la organización económica y la mutación
política del estado como consecuencia de la implantación del programa
neoliberal y que modificó la forma de generar el producto bruto argentino y la
escandalosa y desigual distribución del ingreso, se sentirán por muchos años y
muchos años se necesitarán para reconstruirla. A pesar de todo, esto refleja el
poderío y la riqueza inagotable que posee nuestro país porque con los años de
ajuste, con la miseria que se ha generado todavía sigue vivo y también existe
un pueblo dispuesto a no dejarse pisotear más. Esta situación se decidirá en la
medida que las luchas sociales aisladas se transformen en verdaderas acciones
de masas que hagan saber a los gobernantes que no se puede gobernar más contra del
pueblo y que lo que se promete debe cumplirse inexorablemente.
Así estaba la Argentina y eso pasaba hace
diez años. Los gobiernos instalados desde 2003 comenzaron una política
económica y social que permitió recuperar el poder adquisitivo de los salarios
al reabrir las paritarias que los miserables de la década del noventa prohibieron
llevando a una situación de precariedad, pobreza, miseria y hambre nunca vista
en el país. Con fuertes medidas de apoyo a la industria y al agro, la Argentina
fue retomando el camino del crecimiento sobre su propia base y sin intervención
de poderes externos sorprendiendo al mundo por los logros alcanzados en materia
de crecimiento del PBI, de la inclusión social y de la salida de la crisis.
La visita de sos supuestos notables puso a
la orden del día en quienes nos tuvimos que apoyar para salvar al país de la
gran crisis del 2001. Esos ilustres caballeros de guante blanco supieron muy
bien que el pueblo argentino no los necesita ni ayer, ni hoy ni nunca, que no
nos interesan sus ideas, que no nos importa escuchar sus planes porque nada
resuelven, sino que las contradicciones crecen y la crisis se hubiera agravado
mucho más si hubiésemos seguidos por el camino que ellos trataron de imponer.
Puede ser que a los estados de la Europa del euro les importe pedir socorro o
conocer la opinión del FMI para sacarlos de la crisis, pero también deben estar
alertados acerca de lo que pasó en América Latina en general y con la Argentina
en particular hace diez año, porque debe ser una seria advertencia de los
peligros que encierra seguir la vía del FMI y la del Banco Mundial. Los
durísimos ajustes a la economía europeas no será fácil implantarlos porque como
se está demostrando, los pueblos vuelven a emerger con su lucha y resistencia
de que los imperios de las altas finanzas no podrá imponer sus pretensiones y hacer
prevalecer su arrogancia agresiva reprimiendo a los que protestan en todas las
ciudades europeas.
Lógicamente
este “comité de notables” tuvo toda la libertad para explayarse, desplazarse y
decir lo que quisieron. La Argentina ha sabido determinar qué es lo que le
conviene al país, y cuando se reclamaba que se vayan todos no era para que viniera
esos invasores en calidad de guardianes de un sistema que tanto daño hizo a
nuestro pueblo y hacia dónde debe ir la Argentina.
Aquella vez no había bancos que salvar
porque se habían robado todo y no estaban en condiciones de seguir operando y
como demostración de que fue así es que ninguna de esas instituciones bancarias
se fue a la quiebra, pero sí mandaron a la quiebra y al suicidio a muchos
argentinos.
Posiblemente Mariano Moreno si estuviese
vivo y hubiese presenciado semejante acto de bajeza político y moral,
seguramente los hubiera detenido y enviado de vuelta a sus países de origen.
De ahí que la decisión de terminar con las
relaciones económicas y financieras con el FMI y el Banco Mundial mediante la
política de “desendeudamiento”, fue una buena política pero peligrosa. No había
ninguna necesidad de pagar a esas instituciones por créditos que nunca entraron
sino que fueron simples asientos contable para reconocer la existencia de una
deuda absolutamente ilegal y fraudulenta, tal como lo reconoce la propia
presidenta en su discurso del 1º de noviembre. La Argentina continúa adherida
al FMI y al Banco Mundial porque no renunció a estas instituciones ni tampoco
denunció el mecanismo de se vale está última para resolver los conflictos entre
estados y empresas multinacionales y lo peor de todo es que no ha repudiado el
Plan Brady de 1992 por el cual la Argentina debe dirimir los problemas de la
deuda externa en tribunales extranjeros porque aceptó someterse a ellos
abjurando de su soberanía política y violando la doctrina del gran jurista que
fue Carlos Calvo.
Para que haya podido venir una comisión
con semejante nombre a vigilar rigurosamente la economía de nuestro país, solo
fue posible porque entre 1983 y 2001, en casi veinte años de democracia no se
haya sancionado ni una sola ley que haya favorecido en lo más mínimo, a los
trabajadores, a las pequeñas y medianas empresas, a la salud, a la educación, al
trabajo, a la producción de bienes que frene la voracidad hegemónica del
capital financiero. Todo lo que ha habido es legislación basura, terrorismo
financiero, confiscaciones, fanatismo neoliberal, usurpación, violación de la
legalidad republicana, abuso de poder y autoridad, delegación de poderes que
permitieron la venta a precios de remate de los bienes más preciosos de nuestro
país, coimas, cohechos, endeudamiento externo demencial, estafas reiteradas,
escándalos, fraudes y robo sistemático del estado bajo la forma de evasión y
elusión de impuestos, lavado de dinero, fuga de capitales y toda la progenie
del arte de la politiquería barata en nombre del maldito libre mercado que ha
corrompido toda la estructura social de la Argentina en la que se destaca como
elementos más determinantes de la tragedia nacional y símbolo de la podredumbre
del capitalismo: el juego, las drogas, el estado mafioso, el contrabando,
tráfico de influencias y el narcotráfico.
El FMI que nada ha reportado a la
Argentina debe ser repudiado y condenado a devolver todo el dinero transferido
demás no solo por nuestro país sino por el conjunto de los países del Tercer
Mundo.
¿Quién
se acuerda de los integrantes de ese comité de notables? ¿Quién sabe qué fue de
sus vidas? A nadie le importa ni interesa. Cuando se escriba la historia sobre
los nuevos héroes que construirán un mundo nuevo y sobre nuevas bases, en una
época en que la existencia de la República Argentina movilizando a millones y
emancipada de las instituciones financieras del imperio que nos ahorca, se
contará la historia del siglo XXI de la gran epopeya de la unidad de todos los
que luchan; se contará la historia de cómo nos dimos la forma de gobierno y de
justicia que el pueblo necesita sin tutelaje de ninguna especie, sin injerencia
de cualquier potencia extranjera para recuperar los derechos, deberes y
obligaciones que nos han sido despojados e investirnos en el alto carácter de
nación libre, soberana e independiente; se contará la historia de una república
que no necesitó más de un comité de "notables" ni misiones del FMI,
del Banco Mundial y ni aplicar más planes de ajustes y desarrollar nuestra
economía, nuestra ciencia y nuestra cultura con y por sus auténticos dueños
porque ya no tememos el azote de los viejos amos; se contará la historia acerca
de una República que junto a sus hermanos de América Latina, pudo con sus
ideas, fuerza, voluntad y valentía, transformar los sueños en realidades,
entonces ahí recién podremos decir que aquellos que forjaron la independencia
latinoamericana, fueron nuestra fuente eterna de inspiración y de razón para hacer
lo que tenían que hacer en los momentos decisivos. Y esto es así porque
conociéndolos bien lograremos superar nuestros prejuicios, nuestras
vacilaciones, nuestros temores para aprender a pensar y actuar como ellos en
términos de colectividad y en términos de solidaridad y hermandad por la que
tanto pelearon y murieron.
ANEXO DOCUMENTAL
Los documentos que presentamos en este escrito son los que
elaboraron conspicuos economistas neoliberales que se presentaron sus
propuestas como las que podían salvar a la Argentina. Sí, salvarla de que no se
vaya del sistema capitalista de dominación imperante porque la crisis del
diciembre de 2001 creó un vacío de poder tan grande que había que buscar por
todos los medios formas institucionales que garanticen la permanencia de la
Argentina dentro del orden político y económico vigente. La importancia de
estos documentos consiste en que desde el poder mundial se elaboraron planes
concretos para nuestro país por lo que nadie puede decir que es un invento de
los lunáticos de izquierda o cosas por el estilo. Dichos planes existieron y
están a la alcance de cualquier que quiera leerlos y quienes lo escribieron
fueron gente que estuvo muy vinculada a la Argentina durante mucho tiempo sobre
todo el alemán Rudiger Dornbusch y el norteamericano Steve Hanke (este último
fue el cerebro que inspiró a Domingo Cavallo implantar el plan de
convertibilidad en abril de 1991).
Los tres documentos que
publicamos son:
1) Una propuesta de dolarización para la
Argentina, de mayo de 1999. Se trata de un trabajo realizado por los
economistas norteamericanos Steve Hanke y Kurt Schuler.
2) La crisis de Argentina:
una “ausencia de capitalismo”. Es un análisis de los investigadores la
argentina Ana Eiras, Analista del Centro de Economía y Política Internacional
de la Fundación Heritage y por el estadounidense Brett Schaeffer, miembro del
Centro Internacionales sobre las Regulaciones Jay Kindgham. Fue publicado el 24
de abril de 2001.
3) Argentina: un plan de
rescate que funcione. Escrito por los economistas Rudiger Dornbusch y Ricardo
Caballero en marzo de 2002.
1) UNA PROPUESTA DE DOLARIZACION PARA ARGENTINA
Por Steve Hanke y Kurt Schuler
Steve
Hanke es Profesor de Economía Aplicada en la Universidad de Johns Hopkins y
académico titular del Cato Institute. Kurt Schuler es un consultor monetario
localizado en Arlington, Virginia. Este estudio apareció por primera vez en
“Friedberg's Commodity and Currency Comments Experts' Report,” 1 de febrero de
1999, y fue publicado por el Cato Institute como “A Dollarization Blueprint for
Argentina ” el 12 de marzo de 1999.
Introducción
En los meses anteriores a la
decisión del gobierno de Brasilia de devaluar y luego de permitir la flotación
del real en enero de 1999, el peso argentino también estuvo bajo un ataque
especulativo casi tan intenso como el que experimentó el real. Tras la
devaluación del real, se especuló que Argentina devaluaría el peso. De hecho, a pesar de los buenos resultados
del sistema monetario argentino, similar a una caja de conversión, desde que se
estableció en abril de 1991 (BCRA 1998 y Kiguel 1998), se ha especulado sobre
la devaluación de la moneda (Hanke 1999).
Los tipos de interés en pesos, consecuentemente, han sido
persistentemente más altos que los tipos de interés en dólares dentro de
Argentina.
Durante el año pasado (1998), el
margen entre los tipos de interés en Argentina para préstamos en pesos y en
dólares ha variado entre 50 y 440 puntos básicos. A fines de enero de 1999, el tipo promedio
para préstamos diarios interbancarios era alrededor de 7,5 por ciento anual en
pesos, comparado con alrededor de 6,5 por ciento en dólares. Para préstamos interbancarios de un año, los
tipos de interés a finales de enero de 1999 eran aproximadamente 19,75 por
ciento en pesos y 14,75 por ciento en dólares.
A fin de reducir y finalmente
eliminar la especulación sobre la devaluación, el gobierno de Carlos Menem
anunció el 21 de enero de 1999 que tenía la intención de dolarizar. El gobierno está ahora considerando la forma
precisa de dolarización y el calendario para dolarizar.
Argentina está ya dolarizada en una
forma no oficial o aun en un sentido semioficial. Las reservas en dólares de la banca argentina
exceden las reservas en pesos, se conceden préstamos en dólares, y tanto el
peso como el dólar son de curso legal.
Al hablar de dolarización en este estudio, se quiere decir dolarización
total y completa. Bajo la dolarización
oficial, se reemplazan todos los billetes y monedas por dólares y todos los
activos, pasivos y precios en pesos se convertirían a dólares al cambio actual
de un dólar por peso. El sistema
monetario de Argentina sería igual que el de Panamá (Moreno 1999), el sistema
dolarizado más conocido hoy día, y el de los otros 27 países y dependencias que
usan exclusivamente divisas extranjeras.
El presidente Menem podría
implementar la dolarización por decreto, algo que él ha amenazado con hacer
desde 1995. Sin embargo, su sucesor, que
será elegido a fines de año, podría así mismo terminar con la dolarización por
decreto. La dolarización sería más
durable si se instaura con una ley del Congreso argentino y si tuviera un
amplio apoyo popular. Para fomentar el
debate sobre la dolarización, ofrecemos un análisis de cómo ha funcionado hasta
ahora el sistema similar a la caja de conversión que tiene Argentina, porqué es
deseable la dolarización, y un plan detallado para implementar la mejor forma
de dolarización según nuestro juicio.
El Sistema Monetario de Argentina
Difiere de un Esquema Ortodoxo de Caja de Conversión
Argentina no posee un sistema puro,
ortodoxo de caja de conversión; más bien lo que tiene es un sistema no
convencional--la convertibilidad--que se parece a una caja de conversión
(Walters y Hanke 1992, y Hanke 1997).
Los argentinos denominan "convertibilidad" al sistema y a los
cambios económicos más amplios que ha traído consigo. "Convertibilidad" es un término
poco común para un sistema sui géneris, cuyas características peculiares a
menudo escapan al ojo del observador.
La Ley de Convertibilidad (Ley
23.928), que estableció el sistema, se introdujo como un proyecto de ley ante
el Congreso de la Nación el 20 de marzo de 1991. El Congreso aprobó la ley que el presidente
firmó el 27 de marzo de 1991. La ley
entró en vigor el 1 de abril de ese año.
La ley estableció un tasa de cambio de 10.000 australes por dólar. El 1 de enero de 1992, Argentina reintrodujo el peso a la paridad de
1 peso = 10.000 australes = 1 dólar (Decreto 2.128 de 1991). Se estableció también que el Banco Central
debería mantener una reserva de libre disponibilidad equivalente al cien por
cien de la base monetaria (dinero en circulación más depósitos a la vista de
las instituciones financieras en el Banco Central). Las reservas pueden ser en forma de
depósitos, otros instrumentos de deuda, y bonos del gobierno argentino o de
gobiernos extranjeros; la Ley de Convertibilidad no fijó límite a la cantidad
de bonos del gobierno. Las reservas
debían mantenerse en divisas, oro o metales preciosos. La Ley requiere además que se tasen las
reservas al valor de mercado e impidió que el respaldo de la base monetaria se
comprometiese o utilizara para otros propósitos. La Ley define la base monetaria como el
dinero en circulación (billetes y monedas) más los depósitos a la vista en
moneda nacional que las instituciones financieras mantienen en el Banco
Central.
El 23 de septiembre de 1992 se
promulgó la Ley 24.144 que reforma el Banco Central de la República
Argentina. Esta Ley, cuyo fin era
establecer los estatutos del Banco Central más en conformidad con la Ley de
Convertibilidad, señala que la misión primaria del Banco Central es preservar
el valor de la moneda, dejando la fiscalización de los mercados financieros
como una de sus misiones secundarias. La
Ley también estableció la autonomía del instituto emisor respecto del Ejecutivo
para fijar la política monetaria. Sin
embargo, los directores del Banco Central son designados por el Presidente en
consulta con el Congreso (4 de los 8 directores tienen períodos de 6 años que
expiran el 23 de septiembre de 2001, y los otros 4 tienen períodos de 6 años
que expiran el 23 de septiembre de 2004).
La Ley Orgánica prohíbe al Banco
Central conceder o garantizar préstamos al estado argentino o a organismos
estatales no financieros. Sin embargo,
el Banco Central puede mantener parte de sus reservas que respaldan la base
monetaria en bonos del estado. El 23 de
septiembre de 1995, el límite para esas reservas aumentó del 20 por ciento al
33 l/3 por ciento (esta medida se programó en 1992 y no tuvo nada que ver con
el Efecto Tequila). También se
estableció la obligación del Banco Central
de no incrementar sus reservas en bonos del estado en un mas de un 10
por ciento con respecto del promedio del año anterior. Por ejemplo, si el promedio de reservas es de
$1.000 millones, el promedio del próximo año no podrá superar los $1.100
millones. Sin embargo, notificando al
Congreso, los directores del Banco Central pueden, como una medida
extraordinaria, declarar un período temporal de no más de 90 días durante el
cual el exceso de 10 por ciento no se aplicaría. En ese caso, el Banco Central
puede mantener reservas en bonos del estado de hasta un máximo de 33 1/3 por
ciento por un período de 90 días.
Las restantes reservas del Banco
Central se llaman reservas de libre disponibilidad. Estas nunca han caído por debajo del 80 por
ciento de la base monetaria, y el Banco Central no ha tenido que declarar la
moratoria de sus reservas en bonos. De
hecho, a fines de enero de 1999, la base monetaria ascendía a casi $15.000
millones y las reservas líquidas excedían los $24.000 millones. (Cabe mencionar que del total de las reservas
líquidas, casi $8.000 millones corresponden a encajes de la banca comercial, o
lo que en Argentina se denomina "requisitos de liquidez del sistema
bancario" y que se mantienen en depósito en el extranjero.)
En principio, cualquier persona
puede canjear pesos por dólares en el Banco Central, pero en la práctica, sólo
la banca lo hace. La Ley de
Convertibilidad estableció un precio vendedor de 10.000 australes (= 1 peso)
por dólar, pero no así un precio comprador.
Inicialmente, el Banco Central fijó su precio comprador diario de
acuerdo a la tasa de mercado, a un cambio mínimo de 9.970 australes (= 0.9970
pesos) por dólar. Con el transcurso del
tiempo, el Banco Central gradualmente aumentó su precio comprador hasta que el
12 de enero de 1994 el margen entre los precios de compra y venta desapareció
(BCRA Comunicación "A" 2298).
Cuando la Ley de Convertibilidad
entró en vigor, el Banco Central se encontró con una gran cartera de activos
nacionales en su poder. Estos activos y
sus correspondientes pasivos se han mantenido separados de las reservas
establecidas por la Ley de Convertibilidad para respaldar la base monetaria, y
han disminuido a través de los años a medida que los préstamos se han ido
pagando.
Para complementar la Ley de
Convertibilidad, el gobierno ha liberalizado significativamente el sistema
financiero. Desde 1994, las
instituciones financieras extranjeras han sido capaces de competir en iguales
condiciones con las argentinas (Decreto 146, 31 de enero de 1994), produciendo
un importante proceso de internacionalización.
En diciembre de 1994, la banca extranjera operando en Argentina manejaba
el 16,5 por ciento del total de depósitos y el 25,6 por ciento de los depósitos
en la banca privada. A junio de 1998, la
banca extranjera manejaba el 40,9 por ciento de los depósitos del sistema y el
63,5 por ciento de los depósitos en la banca privada (BCRA 1998). Esto ha facilitado dramáticamente el acceso a
la liquidez que ofrecen los mercados de capital internacionales.
En 1995, el Efecto Tequila y la mala
administración causaron la privatización de la banca de propiedad de los
gobiernos provinciales, lo que a su vez produjo la consolidación del sistema
bancario. A junio de 1998, los 235
bancos existentes en diciembre de 1994 se habían reducido a 174.
La Ley de Convertibilidad, en
efecto, impide al Banco Central imprimir dinero para rescatar a la banca
estatal como se había hecho antes a menudo.
La Ley Orgánica del Banco Central le prohíbe conceder préstamos a
instituciones financieras excepto en casos de iliquidez temporal. Originalmente el Banco Central podía prestar
a una institución un monto equivalente al valor de su capital, por un máximo de
30 días. Estas estipulaciones se
flexibilizaron a principios de 1995 para facilitar préstamos de emergencia. Debido a que el Banco Central tiene poderes
limitados como prestamista de última instancia, las instituciones financieras
se han visto obligadas a mejorar su gestión y a recurrir a los mercados
financieros, en vez de evadir la disciplina del mercado a través de los
préstamos del Banco Central.
La Política de Liquidez del Banco
Central
Aunque el prestamista de última
instancia tenga facultades limitadas, su existencia ha originado ataques especulativos contra el
peso. En 1995, por ejemplo, los
especuladores aumentaron sus posiciones cortas en pesos cuando el Banco Central
se declaró a favor de extender liquidez a bancos solventes pero con problemas
de liquidez. Esto pone en duda los
supuestos beneficios y la justificación del rol del Banco Central como prestamista
de última instancia dentro del sistema de convertibilidad (Hanke 1999).
En un esfuerzo para evitar que se
repita la crisis de liquidez de 1995, el Banco Central adoptó formalmente una
"política de liquidez" en diciembre de 1996. La estipulación clave en esta política fue el
establecimiento de una Programa Contingente de Pases (BCRA 1998). Bajo este programa, el Banco Central tiene la
opción de vender ciertos activos domésticos por dólares a un grupo de bancos
sujetos a una cláusula de recompra.
Hasta octubre de 1998, 14 bancos internacionales estaban participando en
este programa. Los activos subyacentes
del Programa de Pases incluyen $6.200 millones en bonos argentinos denominados
en dólares y hasta $500 millones en letras hipotecarias argentinas también
denominadas en dólares. El promedio de
madurez del programa es de tres años, con una cláusula que extiende la vida del
mismo en períodos de tres meses. La
opción de recompra puede hacerse efectiva en cualquier momento, y la madurez de
la recompra puede empezar en esa fecha y vencer al final del programa. El convenio queda invalidado solamente si
Argentina se demora en el pago de cualquier compromiso de su deuda exterior.
El Programa Contingente de Pases
contiene varias estipulaciones para proteger a los bancos prestamistas. En primer lugar, el programa está
sobregarantizado. Los bonos del estado
argentinos deben declararse a un valor de mercado 25 por ciento mayor que los
fondos ingresados. Segundo, si los
precios de esos bonos bajan en más del 5 por ciento, bonos adicionales deben
depositarse como "margen" para mantener el mínimo de sobregarantía
del 25 por ciento.
Los costos de la protección que
presta el programa son modestos. La
prima de la opción es de 32 puntos básicos, y el costo de los fondos implícito
en el contrato de recompra es de aproximadamente LIBOR más 205 puntos básicos.
Lo importante es que el Programa
Contingente de Pases no es un arreglo similar al de un prestamista de última
instancia que descansa en su poder de inflación. Por el contrario, se trata de un acuerdo
entre el Banco Central y la banca privada.
Aunque el final de crisis argentina de 1995 se debió en su mayor parte
al rescate multilateral de $7.000 millones, los $6.700 millones del Programa
Contingente de Pases es un ejemplo de que el mismo tipo de financiamiento se
puede obtener sin recurrir a un prestamista de última instancia con la
capacidad de imprimir dinero.
En 1995, el estado ayudó a
establecer el Fondo de Garantía de los Depósitos, organismo voluntario y
financiado con fondos privados (la garantía estatal de depósitos se suprimió en
1992). El Fondo asegura los depósitos en
pesos y en moneda extranjera a 90 días hasta 10.000 pesos y los superiores a 90
días hasta 20.000 pesos. No están
cubiertos los depósitos que reciban un interés de dos puntos porcentuales por
encima de la tasa de interés que por igual plazo concede el Banco de la Nación
Argentina, que es un banco estatal (Decreto 540, 12 de abril de 1995). A los bancos miembros se les requiere hacer
aportes básicos mensuales de 0,03 por ciento de su promedio de depósitos
diarios y hasta un 0,03 por ciento más, que depende del grado de riesgo de sus
activos. El Banco Central puede permitir
a los bancos reducir o suspender los pagos cuando el Fondo alcanza los 2.000
millones de pesos ó 5 por ciento del total de los depósitos bancarios. El Fondo es administrado por Seguros de
Depósitos, S.A., una organización de propiedad de las instituciones miembros,
con una pequeña participación estatal.
Antes de la Ley de Convertibilidad,
el propósito del encaje (que no percibía interés) era cobrar un impuesto por
inflación a la banca y a los depositantes.
Hoy en día, en cambio, su propósito es proteger a los depositantes. Desde finales de 1995, el encaje o los
requisitos de liquidez son más uniformes que antes, y no discriminan entre
pesos y dólares ni contra las cuentas corrientes. Los requisitos de liquidez son actualmente un
20 por ciento de la base de depósitos.
La ley prohíbe al Banco Central pagar interés sobre el encaje. Pero como se han de mantener las reservas en
bancos extranjeros, éstas ganan interés a la tasa de mercado. En consecuencia, el encaje en Argentina no
sirve como un impuesto implícito a la banca y al depositante.
Debido a que el Banco Central tiene
poderes limitados para extender crédito a la banca comercial, el gobierno ha
enfatizado la necesidad de que el sistema bancario tenga una fuerte base de
capital. Los requisitos mínimos de
capital, que eran equivalentes al 3 por ciento a mediados de 1991, se han
incrementado paulatinamente hasta alcanzar el 11,5 por ciento, cumpliéndose con
creces el 8 por ciento que recomienda el Acuerdo de Basilea. El capital se
calcula según el grado de riesgo de los activos, aplicándose al cálculo
del capital mínimo normas más estrictas que las del Comité de Basilea.
Para generar confianza en el peso,
el gobierno ha otorgado curso legal al dólar, que se usaba previamente como una
moneda no oficial. De hecho, la banca
argentina está autorizada desde diciembre de 1989 a aceptar depósitos en
divisas extranjeras (Ley 23.578). Desde
entonces, el gobierno ha eliminado las restricciones sobre las divisas
extranjeras hasta tal punto que Argentina tiene hoy en día uno de los sistemas
más liberales del mundo. El dólar tiene
ahora curso legal junto al peso, y los contratos se pueden hacer con igual
libertad en cualquiera de las dos monedas.
En realidad, Argentina ha adoptado un sistema
"bimonetario." Los créditos se
pueden solicitar o extender en cualquiera de las dos monedas, y la banca
mantiene sus reservas exclusivamente en dólares (BCRA Comunicación
"A" 2.298, 12 de enero de 1995).
Desviaciones de la Ortodoxia
El sistema monetario de Argentina
difiere de una caja de conversión ortodoxa en varias maneras, al igual que los
sistemas aplicados en Estonia (establecido en 1992), Lituania (1994), Bulgaria
(1997), y Bosnia (1998) (Hanke 1997). Un
sistema de caja de conversión ortodoxo no tiene un banco central y no ofrece
oportunidades para aplicar una política monetaria discrecional. El sistema monetario de Argentina, al
contrario, tiene un banco central con un cierto margen para aplicar una
política monetaria discrecional, aunque mucho menos que la mayoría de los
bancos centrales.
Al Banco Central se le permite
mantener reservas en divisas equivalentes al 66,23 por ciento de la base
monetaria en lugar del 100 por ciento, como lo exigiría un sistema ortodoxo de
caja de conversión.
Aunque la Ley de Convertibilidad
define la base monetaria, ni la ley ni el Banco Central definen las categorías
"pasivos monetarios" o "pasivos financieros," entre los
cuales se podrían incluir activos domésticos.
Una caja de conversión ortodoxa no tendría pasivos financieros
diferentes a la base monetaria.
El Banco Central no tiene un tope
máximo de reservas (reserve ratio), de manera que puede acumular exceso de
reservas y usarlas en una forma discrecional.
Aunque muchas cajas de conversión ortodoxas han llegado a acumular
reservas adicionales que superan entre el 5 y el 15 por ciento el mínimo del
100 por ciento, estos "excedentes" tienen la función de proteger las
cajas de conversión en caso de que los títulos en su poder pierdan valor. Además, dichos excedentes están sujetos a
reglas que impiden que sean utilizados de manera discrecional.
La tasa de cambio del peso tiene un
piso pero no un techo. En principio, por
lo tanto, el gobierno puede revaluar el peso contra el dólar, aunque en la
práctica no es probable. Al contrario,
en una caja de conversión ortodoxa, el piso y el techo son el mismo, o casi el
mismo, permitiendo un margen de comisiones que usualmente no ha sido más de un
1 por ciento.
El Banco Central dispone de tres
instrumentos principales para aplicar su política monetaria discrecional:
encajes bancarios, recompras, y transacciones en divisas. Los encajes están directamente a discreción
del Banco Central, porque los reglamentos no establecen ni mínimos ni máximos.
Las recompras (repos) permiten al Banco Central prestar a los bancos
comerciales e influenciar así las tasas de interés a corto plazo. El Banco Central también puede efectuar
operaciones de recompra y comprar o vender divisas por iniciativa propia si sus
reservas sobrepasan el mínimo establecido por la Ley de Convertibilidad, como
ha ocurrido desde el comienzo. El Banco
Central ha usado repos y excedentes en divisas para suavizar a corto plazo las
fluctuaciones en la tasa de interés y para intervenir en el mercado de
divisas. No obstante, hasta antes del
Efecto Tequila, trató de lograr que las operaciones de recompra acabaran con un
resultado neto mensual de cero (Bennett 1994: 200). Una caja de conversión ortodoxa, al
contrario, no tiene instrumentos de política discrecional.
El inversionista extranjero puede
repatriar sus inversiones en cualquier momento (Decreto 1.853, 2 de septiembre de
1993). En 1993 se abolió por ley el
poder del ejecutivo de imponer controles
de capital decretando una emergencia de pagos (Ley 21.382, Artículo 14). Cuando la Ley de Convertibilidad entró en
vigor, los controles de capital existían nominalmente, pero en la práctica el
Banco Central autorizaba todas las solicitudes de movimientos de capital y
había dejado de aplicar la norma que obligaba a declarar tales movimientos de
capital, aun desde antes de 1993.
Solamente el Congreso argentino
puede modificar la Ley de Convertibilidad.
Si el Presidente está de acuerdo con los cambios, se necesitaría
únicamente una simple mayoría. Para
revocar el veto presidencial, no obstante, se necesitaría una mayoría de dos
tercios en ambas cámaras del Congreso.
Tanto el Presidente Menem como los miembros del Banco Central se han
aferrado al espíritu de la Ley de Convertibilidad--que es popular a través de
todo el espectro político--y no han explotado los resquicios que tiene la
presente ley. Sin embargo, nadie ni nada
puede garantizar que en el futuro otro presidente y otros directivos del Banco
Central vayan a seguir tan completamente el espíritu de la ley.
Debido a que el sistema de Argentina
no es un sistema de caja de conversión ortodoxa, Argentina ha experimentado algunos problemas que
generalmente no ocurren en un sistema de caja de conversión ortodoxa. Los problemas más serios ocurrieron en 1995
durante el Efecto Tequila, fenómeno que ya ha sido analizado en otro estudio (Hanke
1999). Por otra parte, los sistemas
ortodoxos de caja de conversión y los sistemas dolarizados han tenido el mismo
éxito que el sistema argentino en prevenir las devaluaciones, mantener la
convertibilidad total de la divisa, limitar la inflación y los déficits
fiscales, y estimular el desarrollo económico.
Los sistemas de banca central nunca tuvieron el mismo éxito ni en
Argentina ni en otros países en vías de desarrollo (Hanke 1999; Schuler
1996). El éxito del sistema de
convertibilidad de Argentina, por lo tanto, se debe atribuir fundamentalmente a
las características de su sistema monetario, mientras que sus problemas se
pueden atribuir a las características de banca central que permanecen aún
mezcladas en su sistema.
La Dolarización Es Aconsejable
Teniendo en cuenta que Argentina no
tiene un sistema ortodoxo de caja de conversión ni lo ha querido implementar,
tal como lo hemos propuesto (Hanke y Schuler 1991a, b; Hanke, Jonung, y Schuler
1993: 72-4, 77), la dolarización es deseable.
Un sistema monetario dolarizado funciona casi igual que un sistema
ortodoxo de caja de conversión. La
diferencia principal consiste en que bajo la dolarización un país entrega sus
derechos de señoreaje (margen de utilidad que arroja la emisión de moneda) a
los Estados Unidos, mientras que en un sistema ortodoxo de caja de conversión
mantiene ese beneficio. Consideremos a
continuación los costos y beneficios de la dolarización comparados con el
esquema de convertibilidad instaurado en Argentina.
El mayor costo de la dolarización
sería la pérdida de señoreaje.
Actualmente, Argentina gana unos 750 millones de pesos al año en
señoreaje. Considerando que el tamaño de
la economía argentina--medida por su producto interior bruto--es
aproximadamente 340.000 millones de pesos, el señoreaje apenas es un 0,22 por
ciento de su PIB anual. En otros países
de baja inflación, el señoreaje puede ser hasta un 1 por ciento. La larga historia de inflación de Argentina
antes de la Ley de Convertibilidad ha hecho que los argentinos tengan menos
ganas de mantener billetes y monedas locales que gente de otros países con baja
inflación, por eso el señoreaje en Argentina es más bajo que el promedio. Dado que la tasa de cambio del dólar y el
peso es 1 a 1, la conversión de programas computacionales y de máquinas
registradoras no originaría grandes costos.
En consecuencia, los costos administrativos de dolarizar la Argentina
serían muy pequeños.
El mayor beneficio de la
dolarización sería la reducción en los tipos de interés en Argentina. Al desaparecer la tasa de cambio entre el
peso y el dólar, desaparecería también el riesgo cambiario, con lo cual se
cierra la brecha existente entre los tipos de interés en dólares y en
pesos. Como hemos indicado, a finales de
enero de 1999, la tasa de interés para préstamos interbancarios diarios era
cerca de un punto porcentual mayor en pesos que en dólares, diferencia que
podía llegar a alcanzar 5 puntos porcentuales para préstamos interbancarios a
un año. Para los clientes no bancarios,
el margen es mayor. Es verdad que la
gente que desea pagar tipos de interés más bajos puede endeudarse en dólares,
pero eso les expone a un riesgo cambiario que pueden no desear tomar, dada la
larga historia de devaluaciones de la Argentina antes de la Ley de
Convertibilidad.
Al eliminar el riesgo cambiario, la
dolarización reduciría los tipos de interés. Por consecuencia, la tendencia al
alza del crecimiento económico se intensificaría y la variabilidad de éste
disminuiría. De hecho, un memorando del
gobierno estima que la disminución de los tipos de interés añadirían 2 puntos
porcentuales a la tasa de crecimiento económico
(Warn 1999). Este beneficio es
mayor que el costo de señoreaje perdido (0,22 por ciento de PIB).
Incluso al utilizar un análisis de
costos y beneficios convencional como el anterior, la conclusión es la
misma: para Argentina, los beneficios de
la dolarización superan con creces los costos.
Sin embargo, al evaluar regímenes monetarios alternativos, el análisis
convencional de costos y beneficios no capta otros costos y beneficios de igual
importancia; a saber, los deseos de los consumidores. Los "consumidores" del dinero son
sus usuarios; es decir, todo el mundo excepto los niños pequeños. En lugar de usar como punto de partida en sus
análisis la determinación de cuáles son las características que el consumidor
desea en el dinero, los economistas simplemente asumen que un banco central
bienintencionado, competente, y políticamente independiente produce los mejores
resultados, y desde allí proyectan sus cálculos. En el caso de Argentina ello está tan alejado
de la realidad como suponer que un monopolio telefónico estatal puede
proporcionar un servicio eficiente y de bajo costo.
Los argentinos han demostrado que
las características que ellos desean en una moneda son las que tiene el dólar:
baja inflación, convertibilidad total, buenas perspectivas a futuro, y
aceptabilidad internacional. La Ley de
Convertibilidad tuvo éxito donde otras reformas monetarias fracasaron
precisamente porque convirtió al peso en un pariente cercano del dólar. Sin embargo, el consumidor todavía percibe
que el dólar es superior al peso. La
dolarización permitiría al consumidor aprovecharse totalmente de la percibida
superioridad del dólar. Las autoridades
del gobierno han dicho en numerosas ocasiones que las reservas que respaldan al
peso son propiedad de los titulares de la base monetaria, y que el Banco
Central solamente las mantiene en depósito por cuenta de ellos. Esta es una actitud encomendable, pero que el
consumidor todavía no termina de creer. La
dolarización privatizaría las reservas al distribuirlas entre los argentinos
que hoy tienen pesos en la mano. Así se
eliminaría cualquier duda que tenga el consumidor sobre sus derechos de
propiedad en pesos, o sobre la duración de la paridad peso-dólar.
La Mayoría de las Críticas Que Se
Hacen a la Dolarización Son Incorrectas
Argentina no es el único lugar donde
se ha debatido la dolarización. Esto
también ha ocurrido en Hong Kong (Schuler 1998). Desde distintos sectores de la sociedad
argentina se están escuchando críticas a la dolarización, de tal manera que es
posible que el debate que tuvo lugar en Hong Kong se repita próximamente en
Argentina. La mayor parte de estas
críticas son equivocadas. Examinaremos
aquí las más importantes.
La crítica más fuerte en contra de
la dolarización no es económica sino política, lo que no nos debe
sorprender. El proceso de elección entre
regímenes monetarios alternativos siempre contiene aspectos políticos. Estos aspectos políticos se dan a nivel
internacional de manera frecuente, como ocurrió en 1998 en Indonesia, después
que el Presidente Suharto decidiera adoptar la idea de una caja de
conversión. En efecto, el debate sobre
la caja de conversión en Indonesia tuvo, en gran medida, fundamentos políticos
y no se basó ni en los hechos ni en un análisis económico (Culp, Hanke y Miller
1999; Hanke 1998).
Algunos argentinos consideran que el
peso es un símbolo esencial de Argentina y piensan que la dolarización atenta
contra la soberanía nacional. Sin embargo, los varios países dolarizados no
consideran que la dolarización limite su independencia, o que una moneda
emitida nacionalmente sea esencial para preservar su soberanía o su orgullo
nacional. Esto tampoco ocurriría en
Argentina. La dolarización no se debe
considerar como un golpe al orgullo nacional; más bien es una extensión lógica
de los principios que inspiraron la Ley de Convertibilidad.
En un sistema de caja de conversión
(o en una unión monetaria), el país renuncia a una política monetaria soberana,
al igual que con la dolarización.
Comparada con una unión monetaria, sin embargo, la gran ventaja de una
caja de conversión o de la dolarización es que la soberanía política no se
pierde, dado que se entra y se sale de tales sistemas de manera voluntaria. En la práctica, eso no ocurre con una unión
monetaria: una vez que un país ingresa a una unión monetaria, se entrega la
soberanía, porque es extremadamente difícil salirse unilateralmente de la
misma.
Afirmar que una moneda nacional es
un símbolo de soberanía es confundir conceptos políticos con conceptos
económicos. La soberanía es la habilidad
de un gobierno nacional de tener libertad de acción en política extranjera y en
otros asuntos de política internacional sin verse coartado por países extranjeros;
no es la facultad de coartar las libertades políticas o económicas de la
ciudadanía. En una economía de mercado,
el concepto fundamental no es la soberanía, sino la libertad individual de
elegir. El economista W. H. Hutt acuñó
la frase "soberanía del consumidor" en 1934 para expresar esta idea.
Al introducir un sistema monetario
semejante a la caja de conversión, Argentina fortaleció la soberanía del
consumidor y transformó a su economía en una de las más libres y de mayor
crecimiento del mundo en los años 90. De
hecho, como resultado directo de la convertibilidad, el índice de libertad
económica de Argentina pasó del 59° lugar en 1990 al 7° en 1997 (Gwartney y
Lawson 1998). Actualmente sólo Hong
Kong, Singapur, Nueva Zelanda, los Estados Unidos, el Reino Unido y Canadá
superan a Argentina. La dolarización
solidificaría y realzaría aún más la soberanía del consumidor en Argentina.
La crítica económica más frecuente
contra la dolarización es que privaría a Argentina de flexibilidad en su
política monetaria, incluso de la flexibilidad limitada que ofrece el sistema
similar a una caja de conversión que ahora tiene. Los detractores afirman que la dolarización
le quitaría a Argentina los medios para hacer frente a shocks externos, porque
las autoridades monetarias carecerían de la flexibilidad y de la
discrecionalidad necesarias para poder implementar sus políticas. Aunque esta objeción sea correcta en teoría,
la realidad la desmiente. Las tasas de
crecimiento de los países en desarrollo sin flexibilidad monetaria--aquellos
con cajas de conversión o con sistemas dolarizados--fueron un 50 por ciento
mayores que las de los países con bancos centrales y flexibilidad monetaria
entre 1950 y 1993. Además, la variabilidad
de esas tasas de crecimiento, medidas por su desviación estándar, era
virtualmente idéntica, indicando que la falta de flexibilidad monetaria no
resultó necesariamente en una mayor incidencia o vulnerabilidad ante los
choques externos (Hanke 1999 y Schuler 1996).
Una crítica relacionada es que
Argentina se vería perjudicada si el dólar llegara algún día a ser una moneda
inestable con alta inflación. La
solución a este problema potencial es extender la libertad considerable que ya
existe en Argentina para usar cualquier moneda.
Aunque inicialmente el dólar sería la moneda más usada, la gente sería
libre de usar cualquier moneda que ellos quisieran. Si la gente desea hacer contratos
especificando pagos de salarios, gastos de negocios o préstamos en euros, yen,
o incluso reales brasileños, deberían disfrutar de esa libertad. De esta forma, la gente sería capaz de
utilizar las monedas con mayor estabilidad del mundo.
Algunos economistas señalan que
Argentina no forma parte de un "área monetaria óptima" con los
Estados Unidos, porque las fuerzas económicas que afectan a los dos países son
diferentes. Según ellos, la dolarización
de Argentina sería contraproducente porque impediría al gobierno usar la tasa
de cambio como un instrumento de política monetaria. Nuestra respuesta es que la teoría de áreas
monetarias óptimas, tal cual la entienden generalmente los economistas, es
incorrecta. Ningún gobierno, ni banco
central, ni economista sentado en su oficina puede determinar lo que constituye
un área monetaria óptima, como tampoco puede determinar qué tipo de servicio
telefónico es óptimo para un país. La
única forma de determinar un área monetaria óptima es dando a la gente la
libertad de elegir, y observar los resultados (White 1989). Al demostrar su preferencia por el dólar y
por un tipo de cambio fijo, los argentinos están demostrando que, en lo que a
ellos concierne, el área monetaria que conforman con los Estados Unidos es
óptima.
Otra crítica en contra de la
dolarización es que ésta es una base inapropiada para la unificación monetaria
del Mercosur, porque otros países, especialmente Brasil, no se
dolarizarían. Ante esto reiteramos que
la meta para Argentina debe ser retener su soberanía política y fortalecer la
soberanía del consumidor. Una unión
monetaria en el Mercosur no lograría esto en principio, mientras que la
dolarización lo haría en principio y en la práctica.
La Dolarización y la Sofisticación
Financiera
La dolarización no es
"demasiado simple" para Argentina.
Por el contrario, mientras más se desarrolle el ámbito financiero en
Argentina, mayor es el valor de un sistema monetario simple y
transparente. La banca central realiza
una planificación central del dinero, y la planificación central funciona tan
mal en el manejo del dinero como en la agricultura o en el industria. Es por esto que históricamente el
funcionamiento de la banca central ha
sido peor que el funcionamiento de los sistemas monetarios de mercado, en
especial los de dolarización y las cajas de conversión. En estos sistemas han estado ausente los
procesos inflacionarios, las devaluaciones, los controles de cambio, los
grandes déficits fiscales, y las confiscaciones monetarias.
Debido a que el sistema parecido a
una caja de conversión retiene rasgos característicos de la banca central, el
peso argentino ha estado expuesto a ataques especulativos periódicos. Especialmente durante estos ataques
especulativos, los tipos de interés en pesos han sido más elevados que los
tipos en dólares. Creemos que la
dolarización eliminaría la racionalidad de tales ataques especulativos. Sin embargo, en un discurso realizado en
noviembre de 1998, Alan Greenspan, el Presidente de la Reserva Federal, dijo
con respecto a Argentina: "Dudo mucho que una nación soberana que en
general se inclina por políticas económicas esotéricas vaya a recuperar la
sobriedad por el mero hecho de dolarizarse" (Greenspan 1998: 6).
Las palabras de Greenspan han
recibido amplia cobertura en la prensa argentina. Lawrence Summers, Subsecretario del Tesoro de
los Estados Unidos, recientemente ha formulado unas declaraciones
similares. Se trata de variaciones sobre
el tema de que para instaurar una moneda sana primero hay que sanear la
política fiscal, como si el sistema monetario no ejerciera influencia alguna
sobre las finanzas gubernamentales.
Los argentinos saben por propia
experiencia, sin embargo, que el sistema monetario si ejerce considerable
influencia. Reconocen en general que sin la Ley de Convertibilidad, las
reformas económicas en Argentina no habrían ido tan lejos ni con tanta rapidez.
Otros países han tenido experiencias
similares. En un estudio de 98 países en
desarrollo durante el período 1950-93, Hanke (1999) encontró que los déficits
fiscales fueron, en promedio, 65 por ciento más grandes y 1,4 veces más
variables en los países con banca central que en aquellos con una caja de
conversión o con sistemas dolarizados.
La dolarización no garantiza
absolutamente políticas económicas correctas, pero ningún sistema lo hace. Lo importante es que la dolarización crearía
las condiciones para que Argentina continúe implementando una política
económica correcta, así como la Ley de Convertibilidad creó las primeras condiciones para que
Argentina pudiera retomar su política económica.
En el caso de Hong Kong, los
detractores de la dolarización han afirmado que para convertir la base
monetaria a dólares se necesitarían cantidades formidables de divisas, incluso
más allá de lo necesario. Se
equivocan. La dolarización requiere
únicamente divisas suficientes para cubrir la base monetaria (M0), no reservas
para cubrir las medidas más amplias de la masa monetaria, tales como los
depósitos M1, M2, o M3 en la banca comercial.
Al igual que en un sistema ortodoxo de caja de conversión, o en un
sistema de banco central en tiempos normales, la responsabilidad de los bancos
es mantener reservas suficientes para satisfacer las demandas de sus clientes
para convertir depósitos a billetes.
En todos los sistemas--caja de
conversión, dolarización, o banca central--las reservas que los bancos
mantienen en exceso del mínimo legal constituyen ordinariamente sólo un
porcentaje ínfimo del total de sus pasivos.
Bajo la dolarización, los depósitos en pesos se convierten en depósitos
en dólares al cambio de 1 por 1, pero no se transforman en billete dólar
propiamente tal. Aparentemente, ningún
país que se haya dolarizado lo ha hecho
convirtiendo todos su depósitos bancarios en moneda nacional en billetes dólar,
de manera que es un tanto insólito decir que la dolarización requiere ese tipo
de operación. Los depositantes no
tendrían ninguna razón especial para hacer conversiones masivas de depósitos en
dólares a billetes, de la misma forma en que actualmente no tienen ninguna
razón especial para convertir masivamente depósitos en pesos a pesos en
billetes. Los depositantes tampoco
tendrían ninguna razón para cambiar sus depósitos de un banco a otro bajo la
dolarización. Los activos y los pasivos
de los bancos serían los mismos de ahora; lo único que cambiaría es la unidad
monetaria. Expresado en términos de
dólares, no habría cambio alguno. Las
carteras de inversión de los bancos, y por tanto su valor crediticio, no
sufrirían modificación alguna.
Quienes se oponen a la dolarización
sin duda encontraran nuevas objeciones, pero ello no es motivo para
desestimarla. Es posible hacer
objeciones contra cualquier sistema monetario, pero la verdadera prueba de
fuego está en la práctica. Respecto de la dolarización oficial y extraoficial,
existe una vasta experiencia histórica tanto empírica como actual; no hacen
falta conjeturas extravagantes. Si uno
quiere saber cómo opera la dolarización no hay más que mirar a Panamá o a
Puerto Rico. La dolarización funciona bien allí y en otras partes, sin los
problemas que los críticos aseguran que se producirían. Las objeciones puramente
hipotéticas no son suficiente peso contrarrestar el éxito en la práctica de la
dolarización.
La Dolarización Debe Ser Liberal
El gobierno de Argentina está
considerando por lo menos dos formas distintas de dolarización: unilateral--que
puede ocurrir sin un acuerdo--y un acuerdo limitado bajo el cual Argentina
podría recobrar algo del señoreaje que perdería por la dolarización y que, como
alternativa de liquidez, otorgue a la banca argentina acceso a préstamos
preferenciales de la Reserva Federal.
Preferimos la dolarización
unilateral, y cuanto antes mejor. Lo más
pronto que el gobierno elimine la incertidumbre aún presente en la
convertibilidad, lo más pronto que las tasas de interés comenzarán a bajar y lo
más pronto que se beneficiará la economía argentina. La dolarización unilateral no requiere la
aprobación del gobierno de los Estados Unidos ni la participación de la Reserva
Federal.
Argentina necesitaría
aproximadamente $15.000 millones para reemplazar la base monetaria. Este canje de monedas es factible dado que,
como resultado directo de la Ley de Convertibilidad, las reservas líquidas del
Banco Central alcanzan los $24.000 millones. El canje generaría utilidades por
señoreaje para el gobierno de los Estados Unidos, de manera que es difícil
entender porqué los Estados Unidos se opondría a la dolarización en Argentina.
Y aun si fuera así, cabe recordar que entre el 50 por ciento y el 70 por ciento
de la masa monetaria en dólares--aproximadamente unos 470.000 millones--está
fuera de los Estados Unidos. Sólo una cantidad ínfima ha salido del país a
instancia del gobierno de los Estados Unidos o de los países que hoy mantienen
esos dólares. Los rusos, por ejemplo, han adquirido más de $40.000 millones en
billetes a través de canales normales de comercio, a pesar de los esfuerzos del
gobierno ruso por impedir la tenencia y uso de dólares. Argentina podría
adquirir dólares de manera similar. Sería conveniente tener la aprobación del
gobierno de los Estados Unidos, pero no es esencial. Aún si el gobierno de los
Estados Unidos se opone vigorosamente, Argentina podría dolarizarse. Es posible
que deba trasladar el pago de préstamos interbancarios de Nueva York a alguna
parte fuera de los Estados Unidos, pero eso no crearía grandes problemas. En diferentes épocas, Panamá ha tenido que
hacer lo mismo.
La dolarización necesitaría cambios
menores en las regulaciones financieras, las reglas contables, etc. El gobierno, en consulta con el sector
financiero, podría nombrar un comité de expertos para examinar estos asuntos y
realizar recomendaciones. Desde el punto
de vista legal, la dolarización no crearía mayores problemas, dado que al tipo
de cambio actual no habría variación alguna en los contratos. La dolarización tampoco crearía desfases en
los mercados financieros ni en las tasas de referencia bancaria. Por el contrario, el mercado en dólares es
muchísimo mayor que el mercado en pesos, de manera que sería fácil encontrar
una analogía en dólares para cualquier obligación contractual en pesos.
De optar por la dolarización
unilateral, Argentina podría negociar un convenio mediante el cual Argentina
reciba parte del señoreaje que perdería.
Aun sin un acuerdo, la pérdida de señoreaje sería mucho menor que las
ganancias potenciales de eliminar el riesgo cambiario, reducir las tasas de
interés, y estimular el crecimiento de la economía.
En nuestra opinión, un acuerdo
limitado entre Argentina y los Estados Unidos que otorgue a la banca argentina
acceso a los préstamos preferenciales de la Reserva Federal no sería
aconsejable. Una razón es que, al
contrario de lo que piensan muchos economistas, no es aconsejable tener un
banco central como prestamista de última instancia (Selgin 1996: capítulos
9-12). La experiencia demuestra que cada
vez que un banco central ha tenido que rescatar a la banca de la insolvencia,
los costos han sido enormes.
En los países en vías de desarrollo,
el desenlace de tales rescates no ha sido precisamente óptimo. De hecho, Argentina mantiene el récord por el
rescate bancario más oneroso en proporción al tamaño de su economía: La crisis
bancaria de 1980-82 costó 55 por ciento del PIB. El sistema bancario experimentó otra crisis
en 1989-90, y otra durante el Efecto Tequila en 1995 (Caprio y Klingebiel 1996:
15, 26-7). Fue solamente después de la
última crisis que el gobierno implementó reformas duraderas, liquidando la
banca estatal (de reconocida mala administración). Sin la Ley de Convertibilidad, la cual limitó
la capacidad del Banco Central para actuar como prestamista de última instancia,
es muy dudoso que se hubieran efectuado estas reformas.
Argentina ya cuenta con un fondo de
garantía estatal a los depósitos y un Programa Contingente de Pases de $6.700
millones, como hemos mencionado anteriormente. La extensa internacionalización
del sistema bancario argentino facilita que las oficinas centrales de los
bancos actúen en efecto como prestamistas de última instancia cuando sea
necesario, de tal manera que las disposiciones actuales para casos de
emergencia son adecuadas para un país dolarizado. La experiencia de Panamá,
país con un sistema bancario altamente internacionalizado, es que el tener
acceso a grandes proveedores mundiales de liquidez de divisas evita las crisis
bancarias sistémicas. Además, la
dolarización no le impediría al gobierno ser un prestamista de última
instancia. Las autoridades fiscales del gobierno podrían conceder préstamos a
la banca directamente en vez de tener un banco central que haga esa función. Es
más, es muy probable que ello sea más transparente que si los préstamos fueran
concedidos por el Banco Central.
Finalmente, no favorecemos un
acuerdo formal porque a pesar del buen récord del dólar durante mucho tiempo,
no hay razón para obligar a los argentinos a usar el dólar, como implicaría un
tratado. El dólar puede ser de curso legal en Argentina sin necesidad de que su
uso sea obligatorio. "Curso legal" simplemente significa que las
partes de un contrato pueden utilizar el dólar como moneda de cambio si están
de acuerdo, y tal vez, si es aceptable, si no se especifica una moneda en el
contrato o acuerdo. Es posible que muchas monedas sean de curso legal
simultáneamente. Todas las principales divisas internacionales deberían tener
curso legal en Argentina, y el gobierno debería considerar aceptar el pago de
impuestos en euros o tal vez yen, así como en dólares (al tipo de cambio de
mercado).
A medida que se abaratan los
ordenadores y las comunicaciones, las transacciones electrónicas son cada día
más comunes. Es posible que en el futuro
la banca desarrolle monedas basadas, por ejemplo, en canastas de bienes que
pueden ser superiores a las monedas emitidas por los estados. Al pueblo argentino no debería prohibírsele
utilizar divisas de este tipo si así lo desean.
Bajo la forma de dolarización que nosotros proponemos, el dólar sería la
moneda predominante en Argentina por algunos años, pero si los argentinos
quisieran reemplazarla por cualquier otra, deben tener completa libertad para
hacerlo.
Al terminar esta sección, parece
apropiado comentar la propuesta de establecer una unión monetaria en el
Mercosur. Aun si se estableciese una
unión monetaria en el Mercosur, dudamos que fuera a producir una moneda estable
de una calidad igual a la del dólar. La
dolarización hoy es inmensamente superior a una unión monetaria del
Mercosur. En verdad, el dólar es el rey
de las monedas y permanecerá así en el futuro venidero. Cerca del 90 por ciento de todas las
transacciones entre los bancos es en dólares, y cerca del 90 por ciento del
comercio de bienes de todo el mundo es en dólares.
La facturación de los productos
manufacturados es un poco más heterogénea, pero virtualmente todas las
exportaciones de los Estados Unidos y un sorprendente 88 por ciento de las
importaciones son en dólares. En Japón,
la segunda economía más grande del mundo, el 36 por ciento de sus exportaciones
y el 70 por ciento de sus importaciones se efectúan en dólares. Finalmente, aparte del oro, cerca del 70 por
ciento de las reservas oficiales de divisas que mantienen los gobiernos no europeos
está denominada en dólares (McKinnon 1998).
Cuando los países de Mercosur puedan
unilateralmente unificar sus monedas con el dólar, ya sea vía un sistema de
caja de conversión o vía la dolarización oficial, es difícil comprender porqué
considerarían establecer una unión monetaria, con un banco central, y una nueva
moneda, el "latino".
Un Programa Específico para la
Dolarización Argentina
La dolarización oficial haría
necesario convertir la base monetaria (billetes y monedas, más depósitos a la
vista en pesos de las instituciones financieras con el Banco Central) a activos
en dólares--billetes, depósitos en los bancos de los Estados Unidos, activos
que se puedan intercambiar fácilmente tales como los bonos del tesoro, o todos
en combinación. Si se siguen los pasos
detallados a continuación, la dolarización rápida que proponemos puede empezar
inmediatamente y quedar virtualmente completada en 30 días. Un calendario de 30 días es realista, aunque
otros países han hecho reformas monetarias más complejas en menos tiempo. Para
dolarizar Argentina, se deben seguir los siguientes pasos:
1.
Asegurarse que las reservas líquidas del Banco Central sean cuando menos
equivalentes a la base monetaria. Las reservas líquidas--reiteramos--son las
divisas que respaldan a la base monetaria menos los bonos de deuda pública.
Como hemos mencionado, a finales de enero de 1999, estas reservas excedían la base monetaria.
2.
Anunciar que a partir de ese momento, todos los salarios, precios, activos y
pasivos en pesos son ahora precios, salarios, activos y pasivos en dólares a
una tasa de cambio de 1 dólar = 1 peso. No se permitirá el cobro de comisiones
por convertir pesos en dólares.
Expresado en dólares americanos, la dolarización no producirá cambio
alguno.
Los
depósitos bancarios y los préstamos con tasas fijas de interés continuarán con
la misma tasa de interés hasta su vencimiento, excepto que ahora el capital
principal y el interés se pagarán en dólares. Las tasas de interés en dólares
serán probablemente más bajas que las tasas de interés en pesos antes de la
dolarización. Los deudores se beneficiarían de las tasas de interés más bajas
si logran refinanciar sus deudas; si no, no van a estar peor que como lo
estuvieron bajo la convertibilidad, porque, en términos de dólares, estarían
pagando montos equivalentes a la misma tasa de interés.
La
dolarización causará una leve redistribución del ingreso: en general, aquellos
que se endeuden en dólares pagarán menos y quienes presten en dólares recibirán
menos de lo que reciben ahora porque no podrán hacer préstamos en pesos. Pero los acreedores disfrutarán de otro tipo
de beneficio, dado que la dolarización elimina las devaluaciones del tipo que
han llevado a la quiebra a los bancos en Asia.
En general, la baja de las tasas de interés beneficiará a la economía
argentina, al permitir al sector empresarial y a los consumidores asumir deudas
que de otra forma no habrían considerado factibles.
3.
Reemplazar inmediatamente el peso por el dólar como unidad de cuenta. No se
necesita un período de transición debido a que la paridad es de 1 por 1. No
habrá necesidad de modificar los métodos contables, ni los sistemas de
computación, ni los precios de los productos en los estantes de las tiendas.
4.
Reemplazar inmediatamente los depósitos en pesos del Banco Central por su
equivalente en dólares. En 1995, Argentina ya tomó un paso en esa dirección al
trasladar sus pagos desde una cuenta en pesos del Banco Central a una cuenta en
dólares en Nueva York. Este paso simplemente finalizaría este proceso.
5.
Retirar billetes y monedas en circulación, preferentemente durante el período
de transición. El tiempo que lleve dependerá de lo que tarde el Banco Central
en obtener dólares. Lo deseable es reemplazar la mayor parte de los pesos
durante el período de transición. Una vez que el retiro de pesos se haya
iniciado, no se permitirá a la banca cobrar comisiones por canjear pesos por
dólares. Terminado el retiro de la mayor parte de los pesos en circulación, la
banca y el estado continuarán por un plazo que puede ser de cinco años
aceptando pesos, de manera que los que tienen esos billetes tengan tiempo para
canjearlos. Sin embargo, no se permitirá el uso de billetes viejos para el pago
de transacciones personales. Transcurrido el plazo, el Presidente de Argentina
podrá hacer uso de sus facultades para desmonetizar el peso.
Nosotros favorecemos reemplazar
tanto los billetes como las monedas por su equivalente en dólares, pero la
Argentina podría mantener monedas metálicas de emisión nacional, como lo hace
Panamá.
6.
Reestructurar el Banco Central tomando en consideración que ya no es una
institución emisora. El Banco Central perderá la facultad de fijar la política
monetaria. Sin embargo, puede continuar
teniendo una función en el sistema financiero regulando las instituciones
financieras y reuniendo estadísticas financieras.
Algunos sectores podrán estimar que
la dolarización, de ser adoptada, debería ser una medida transitoria. Al
contrario, la experiencia histórica indica que la dolarización, en la forma que
la proponemos, debe ser permanente.
Proponemos que se le permita a los argentinos que usen cualquier moneda
y que se le impida al estado volver a emitir una moneda nacional de nuevo. Para
Argentina, la moneda emitida por el estado siempre ha sido una maldición. La
Ley de Convertibilidad ha hecho que el peso sea casi tan bueno como el dólar,
pero todavía no ha logrado igualarlo. La
dolarización que proponemos aseguraría que los argentinos tengan la libertad de
usar la mejor moneda del mundo, y haría más difícil regresar a los viejos
tiempos de una moneda nacional de mala calidad.
Apéndice: Un Modelo de Ley de
Dolarización
Este modelo de anteproyecto de ley
tiene por objeto dejar sentadas las principales características con que debe
contar una Ley de Dolarización. La redacción definitiva podrá variar según lo
requiera el cumplimiento de la norma legal.
El Banco Central de la República
Argentina (BCRA) dejará de emitir pesos y retira de la circulación toda la base
monetaria argentina, reemplazándola con su equivalente en dólares al cambio de
1 dólar = 1 peso. De preferencia, el BCRA efectuará dicho retiro en el lapso de
30 días de la entrada en vigor de la presente ley. El BCRA y el estado
argentino recibirán pesos para canje a dólares a partir de la entrada en vigor
de la ley y por un período máximo de cinco años, al cabo del cual el Ejecutivo
decretará la desmonetización de los pesos circulantes.
Los sueldos, precios, activos y
pasivos en pesos se convertirán a dólares al cambio de 1 dólar = 1 peso.
Transcurridos 30 días de la entrada en vigor de la presente ley, los sueldos y
precios no podrán cotizarse en pesos.
Las tasas de interés y demás
referentes financieros mantendrán en dólares su valor en pesos. Se mantendrá
sin alteración la fecha de vencimiento de los créditos y demás obligaciones
financieras.
1.
El Ejecutivo designará a un comité de expertos a fin de someter a estudio los
aspectos técnicos relacionados con la presente ley y formular las
recomendaciones que estime pertinente.
2.
Lo dispuesto en la presente ley no impedirá a las partes que concurran a una
transacción el uso de cualquier moneda de cambio que puedan convenir de mutuo
acuerdo. Donde ésta no se especifique,
se entenderá por defecto el dólar de los Estados Unidos.
3.
Quedan sin efecto todas las disposiciones que no se ajusten a lo dispuesto en
la presente ley.
4.
La presente ley tendrá efecto inmediato.
Referencias
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Argentina
dolarización Kurt Schuler Steve Hanke Ensayos, Estudios y Entrevistas Moneda y
banca Desarrollo económico Estudios de caso
Fuente:
http://www.elcato.org/publicaciones/ensayos/edc-fpb-52.html
2)
LA CRISIS EN ARGENTINA: UNA "AUSENCIA DE CAPITALISMO”
By Ana I. Eiras and Brett D. Schaefer - April 24, 2001
En
una entrevista con el The Financial Times, el Secretario del Tesoro de
EE.UU., Paul O'Neill, manifestó su visión acerca de la razón fundamental de las
recientes crisis financieras: que éstas no tienen nada que ver con un defecto
del capitalismo, sino con una "ausencia de capitalismo".2
Argentina es un trágico ejemplo de cómo la falta de libertad económica (el
entorno necesario para que el capitalismo funcione de manera efectiva) condujo
al declive económico y, eventualmente, a la crisis financiera de Noviembre de
2000.
La
deficiente política económica y la inestabilidad política originaron décadas de
declive económico en Argentina. El país ha pasado de estar en el décimo lugar
entre las naciones más ricas del mundo en 1913 a ocupar el puesto 36 en 1998.3
Como resultado, Argentina tiene la dudosa distinción de ser el único país
"rico" que se transformó en "pobre" durante la historia
reciente. Lamentablemente, la intervención del Fondo Monetario Internacional
(FMI) en Argentina a través de los años ha agravado, no aliviado, los problemas
del país. Luego de más de 9 rescates financieros desde el año 1983, Argentina
se encuentra, una vez más, al borde de una crisis financiera y con difíciles
perspectivas de crecimiento.
La
Administración Bush debería incentivar a la Argentina para que implemente una
reforma que aumente la libertad económica. Para ayudar a países como Argentina
para que puedan reducir la gravedad y frecuencia de las futuras crisis, la
Administración debería promover tambien reformas en la práctica de otorgamiento
de préstamos y consejo del FMI y otras instituciones financieras
internacionales para que las mismas fomenten economías más abiertas y menos
dependientes de los préstamos.
LA HISTORIA DE ARGENTINA: LAS POLITICAS ECONOMICAS SON MUY IMPORTANTES
Argentina
ha recorrido un largo camino desde que el gobierno militar dio paso a la
democracia en 1983. El Presidente Raúl Alfonsín logró consolidar la democracia,
lo que permitió que volvieran al debate público temas como los derechos humanos
y que la liberalización del comercio, la desregulación y la privatización se
expusieran a la consideración pública. Desgraciadamente y en perjuicio de
Argentina, Alfonsín careció del liderazgo necesario para poder llevar a cabo
las reformas propuestas en su retórica. Por ejemplo, en 1984 el gobierno
argentino propuso el Plan Austral, que contaba con el respaldo del FMI, destinado
a imponer disciplina fiscal y a controlar la inflación (que en ese año era del
627 por ciento).4
Estos
objetivos no se alcanzaron: la inflación subió al 672 por ciento en 1985 y los
gastos del gobierno aumentaron del 11 por ciento del PIB en 1984 al 18 por
ciento del PIB en 1985.5>
El Plan Primavera, el siguiente programa también patrocinado por el FMI, tuvo
sólo un éxito mínimo: el gasto gubernamental bajó del 16 por ciento del PIB en
1986 al 11 por ciento en 1988 y la inflación se redujo, sólo por poco tiempo,
al 90 por ciento en 1986 para subir rápidamente al 343 por ciento en 1988.6>
La
incapacidad del gobierno argentino para encarar sus problemas económicos
condujo a una erosión de la confianza en los inversores, a la fuga masiva de
capitales, a la devaluación del peso y a una hiperinflación del 3080 por ciento
en 1989 y del 2314 por ciento en 1990.7>
Alfonsín renunció cinco meses antes de terminar su mandato, en 1989, y entregó
el poder al nuevo presidente electo Carlos Menem. Éste, quien había sido
elegido sobre la base de una plataforma Peronista proteccionista, sorprendió al
país al anunciar planes para una importante apertura de la economía. Las
reformas de la primera Administración Menem (detalladas mas abajo) dieron un
empuje inmediato a la economía, trayendo prosperidad y una promesa de cambio.
No
obstante, durante el segundo mandato del Presidente, Argentina entró en un
declive que evidenció el fracaso de las reformas de Menem para abrir por
completo el mercado argentino. Como resultado, el país ahora enfrenta una
profunda recesión y las perspectivas de mejoras todavía son inciertas.
Comienzo del proceso de reforma. Durante
el primer mandato de su presidencia, Menem implementó las siguientes reformas:
·
Establecimiento de un sistema de
convertibilidad. En 1991, el Congreso aprobó la Ley de Convertibilidad, por
la cual "…el peso era totalmente convertible con el dólar a una tasa de
cambio nominal fija, y la base monetaria interna se encontraba respaldada en su
totalidad por las reservas en moneda extranjera del Banco Central".8>
En esencia, un sistema de convertibilidad restringe la capacidad del gobierno
para emitir billetes y monedas sin un respaldo total de reservas extranjeras.
Los billetes y monedas locales son totalmente convertibles a la moneda de
reserva a una tasa fija. Según esta ley, los pasivos del gobierno no podían ser
financiados mediante la impresión de moneda. Esta política clave ayudó, de esta
manera, a detener inmediatamente el problema de la hiperinflación en Argentina.
·
Privatización agresiva de las empresas
estatales. Entre 1990 y 1994, el gobierno de Menem privatizó las
aerolíneas, el transporte y la distribución de combustible, los trenes de carga
y de pasajeros, la generación y la distribución de energía eléctrica, las
telecomunicaciones, el servicio postal y los sistemas de agua y de cloacas.9
También vendió instalaciones de extracción de combustible y petróleo, minas de
carbón, plantas petroquímicas, fábricas de acero y la mayoría de los bancos
públicos.10>
Esta privatización redujo el consumo del gobierno sobre industrias ineficaces
que operaban en pérdida, disminuyó las oportunidades para que el gobierno
subsidiara los servicios e incrementó la eficiencia al transferir las
ineficaces industrias estatales al más eficiente sector privado.
- Desregulación de la economía. El gobierno liberalizó el código de inversión extranjera, eliminó los controles sobre las tasas de cambio y los precios y quitó los impuestos a la exportación y los cupos de importación.11> La desregulación redujo el costo de hacer negocios y fomentó la inversión, lo cual dio origen a un mayor rendimiento económico.
El plan económico recompensó de
inmediato tanto al Presidente como a su país al facilitar una inflación más
baja, la confianza renovada de los inversores, expansión económica y un aumento
en la calidad de vida. Entre 1991 y 1994, Argentina registró la cuarta tasa de
crecimiento del PIB más alta del mundo, la cual alcanzó un promedio del 7.9 por
ciento anual durante ese período de cuatro años.12
La inversión fija bruta creció más de un 120 por ciento.13>
El porcentaje de familias viviendo por debajo de la línea de pobreza bajó del
38 por ciento en 1989 al 13 por ciento en 1994.14>
Desafortunadamente, el crecimiento no se sostuvo.
Proceso de reforma incompleto. El éxito
inmediato de las reformas era obvio, pero la falta de un compromiso del
gobierno argentino con la liberalización económica se hizo evidente en el
declive económico que sufrió el país los últimos 5 años y en los 33 meses de
una recesión que aún persiste.15>
Los problemas específicos que reflejan la ausencia de libertad económica
incluyen:
- Carga de endeudamiento cada vez mayor. El gasto gubernamental como porcentaje del PIB del país aumentó del 9,4 por ciento en 1989 al 21 por ciento en el año 2000.16> Al mismo tiempo, el crecimiento del PIB disminuyó de un promedio del 9 por ciento registrado entre 1991 y 1994 a un crecimiento negativo o insignificante a partir de mediados del año 1998.17> La falta de crecimiento económico, junto con un incremento en el gasto del gobierno, generó un déficit fiscal que creció del 0,15 por ciento del PIB en 1994 al 2,4 por ciento del PIB en el año 2000. (ver gráfico 1). Para lograr el equilibrio fiscal sin distorsionar la economía, el gobierno pudo haber optado por reducir el gasto. En su lugar, prefirió financiar el déficit aumentando los impuestos y endeudándose con los mercados financieros y el FMI. El aumento de los impuestos fue una táctica errada ya que originó más evasión impositiva y sofocó a un sector privado ya perjudicado.
Durante
los últimos 7 años, el gobierno de Argentina impuso un endeudamiento cada vez
más grande sobre su pueblo. (ver gráfico 2) En 1998, la deuda per cápita de
Argentina fue más alta que la de Corea durante la Crisis Asiática. La deuda
pública total de Argentina se incrementó del 34 por ciento en 1991 a alrededor
del 52 por ciento del PIB (ver gráfico 3) y actualmente representa el 23 por
ciento de toda la deuda de mercados emergentes.18
La elevada deuda acrecienta la percepción del riesgo del país y aumenta el
costo de tomar préstamos de los mercados de capitales.
Pronto
se hará imposible sostener ese nivel de deuda. A menos que se genere un fuerte
crecimiento económico lo antes posible, Argentina no podrá pagar los intereses
de su deuda sin apoyo externo bilateral o multilateral, condonación o
reestructuración de deuda por parte de los acreedores o una combinación de
estas dos condiciones.
Es
improbable que el recientemente anunciado plan del gobierno de De la Rua para
sacar a la Argentina de la actual recesión impulse la actividad económica, ya
que la carga impositiva no se reducirá sino que será trasladada de una
actividad comercial a otra. El Ministro de Economía argentino, Domingo
Cavallo, anunció que "...creará un impuesto al cheque...para apoyar las
reducciones impositivas en los sectores comerciables, el sector más afectado
por la sobrevaluación real del peso argentino (ARS)".19>
Por otra parte, los recortes en el gasto previstos en el plan no son
suficientemente agresivos. Las dudas de los inversores acerca de la Argentina
se reflejan en la baja calificación financiera otorgada al país por Moody's
Investors Service, Standard & Poor y Fitch en la última semana de marzo de
2001.20
·
Incertidumbre por el sistema monetario.
Argentina adoptó la Ley de Convertibilidad para encarar sus problemas crónicos
de inflación elevada. Aunque esta idea es errónea, algunos han culpado de los
problemas económicos de la Argentina al alto valor del peso que permanece atado
a un dólar estadounidense fuerte. De hecho, los problemas del país derivan
principalmente de la falta de implementación de reformas económicas que abran
los mercados argentinos y traigan estabilidad política y económica.
Es precisamente la ausencia de
esas reformas la que ha generado la especulación acerca de la capacidad de
sostenimiento del sistema de convertibilidad. No obstante, en lugar de defender
esas reformas, ahora Cavallo ha declarado que la Argentina comenzará a hacer la
conversión del peso 50 por ciento al euro y cincuenta por ciento al dólar.21>
Aún cuando Cavallo anunció que el cambio se concretará una vez que el euro
equivalga al dolar22,
los mercados temen que esta política sea una devaluación disfrazada. Después de
todo, el peso se estaría atando tambien a una moneda que se ha estado
devaluando desde su creación, hace 2 años.
Más aún, ligar el peso al euro
socavará aún más la confianza en el sistema de convertibilidad e invitará a la
especulación y al arbitraje. Aún si algun dia el dolar y el euro tuvieran la
misma paridad, la posibilidad de que dicha paridad se mantenga es casi nula. Si
esa paridad uno a uno no se mantiene, la gente no usará indistintamente
dolares, pesos o euros, sino que cambiará prefiriendo una moneda sobre otra,
segun cual sea la mas fuerte. Este ir y venir socava una de las razones mismas
por las cuales la ley de convertibilidad se creo en primer lugar: eliminar la
especulación. Teniendo en cuenta que el 70 por ciento de la deuda total pública
es en dólares, y que la deuda en moneda extranjera equivale a un 95 por ciento
del total de la deuda externa, una posible devaluación, si el euro se deprecia
frente al dolar, encarecería la deuda de muchos bancos, comercios y personas
comunes, mientras que también incrementaría la posibilidad de un incumplimiento
de pago de la deuda por parte del gobierno.23>
- Regulación excesiva. La privatización debería ser el medio para crear un ámbito competitivo en el cual los productores estén motivados a mejorar sus productos al mismo tiempo que los consumidores se benefician con una mayor cantidad de opciones y precios más bajos. En Argentina, lamentablemente, gran parte de la privatización no promovió la competencia, sino que simplemente transfirió los monopolios del sector público al privado.
Consideremos lo que sucedió en
la industria de las telecomunicaciones. Por ejemplo, en 1990, el gobierno otorgó
a Telecom de Francia un monopolio de 7 años para prestar el servicio de
telefonía básica en el norte de Argentina y a Telefónica de España para hacerlo
en el sur; la línea divisoria pasaba por el medio de Buenos Aires. Al final del
período, los derechos del monopolio fueron extendidos por 3 años más. Si bien
Telefónica y Telecom invirtieron capitales considerables para modernizar la
infraestructura y aumentar el número de líneas disponibles, el servicio
telefónico siguió siendo costoso. Los precios para las llamadas locales y de
larga distancia bajaron recién en el año 2000. No fue una mera coincidencia que
esta reducción en los precios haya ocurrido poco después de la liberalización
del cada vez más grande y competitivo mercado de teléfonos celulares, el cual
ofrece una alternativa al servicio de telefonía tradicional.24>
En las industrias de la energía y del agua se presentó un problema similar.
El sistema laboral de la
Argentina también se encuentra agobiado por las excesivas regulaciones que
restringen la capacidad que tienen las empresas de regular sus contrataciones
para adaptarse a los cambios del mercado. Esta situación ha obligado a gran
cantidad de empresas y trabajadores a ignorar las leyes laborales al contratar
empleados fuera del sistema legal mediante pagos en efectivo.25>
El Presidente de la Rúa, quien
asumió su mandato en 1999, logró la aprobación de la reforma laboral por parte
del Senado y la cámara baja en Mayo de 2000. Esta nueva ley de trabajo dio fin
a una medida que exigía que los contratos de trabajo colectivos fueran
prorrogados ante la imposibilidad de negociar un contrato nuevo (algunos habían
sido prorrogados a partir de 1975).26>
Esta ley también permitió a las compañías individuales negociar contratos (en
lugar de estar obligados a respetar acuerdos nacionales), prolongó el período
dentro del cual los nuevos empleados pueden ser despedidos sin indemnización y
redujo los impuestos sobre las remuneraciones para los trabajadores contratados
bajo nuevos contratos de empleo. Lamentablemente, el proyecto de reforma
laboral no afectará al tercio de la mano de obra empleada en el sector público.
Tampoco afectaría a los trabajadores cubiertos por leyes laborales distintas,
como las que rigen para las compañías recientemente privatizadas.27>
Si bien la nueva ley
representa una mejora significativa, todavía queda mucho por hacer. Lo más
imperioso es reducir las remuneraciones y el número de empleados del sector
público, especialmente en las provincias, ya que muchos de ellos no contribuyen
a la producción y sólo sirven para aumentar el gasto público. Por ejemplo, en
la provincia de Formosa aproximadamente la mitad de la fuerza laboral
contratada formalmente está empleada por el gobierno. Según algunas versiones,
muchos de estos trabajadores sólo se presentan una vez al mes para cobrar sus
cheques.28>
- Barreras al libre comercio. Argentina comenzó la reducción de aranceles durante la década del 80. La política comercial principal en los noventa era la participación del país en la creación del Mercado Común del Sur (Mercosur), que entró en vigencia en el año 1991. El Mercosur prohibe las barreras comerciales entre las naciones miembros sobre aproximadamente el 85 por ciento de las líneas arancelarias y mantiene aranceles comunes y barreras comerciales contra los que no son miembros.29 El bloque, que incluye a Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, ha alterado de manera significativa las relaciones comerciales de la Argentina. Antes del Mercosur, el comercio de Argentina con Brasil alcanzaba un promedio de aproximadamente el 11 por ciento del comercio total.30 Un año después del inicio del acuerdo de comercio preferencial en 199131, Brasil se convirtió en el socio comercial más importante de la Argentina. El año pasado, el comercio con Brasil abarcó el 26 por ciento de la actividad comercial total de la Argentina. (ver Tabla 1)
- Si la Argentina realmente quiso abrir sus mercados hacia el libre comercio, el Mercosur no fue la estrategia correcta a seguir. Los miembros del Mercosur mantienen un alto arancel externo común (AEC) del 14 por ciento que inhibe el comercio con los países no miembros.32> Además, la adopción del AEC redujo la discreción del gobierno sobre la política comercial. Asimismo, debilitó la capacidad de los consumidores para elegir entre los productos mejores y más baratos disponibles en todo el mundo y eliminó los incentivos para que los productores locales introdujeran innovaciones y mejoras para poder seguir siendo competitivos. Por otra parte, la interdependencia comercial entre los miembros del bloque33> hizo que cada uno de los países se volviera altamente vulnerable a los problemas económicos del otro.34> Argentina, por ejemplo, experimentó una disminución del 24 por ciento en sus exportaciones al Mercosur en 1999, en gran parte debido a la devaluación del real contra el dólar que se produjo durante la crisis económica de Brasil en 1999.35> Esa interdependencia también resulta perjudicial cuando, en circunstancias adversas, los miembros se niegan a cumplir íntegramente con sus compromisos tomados bajo el régimen del bloque.36> En suma, para Argentina Mercosur funciona como una prisión que limita el potencial del país para mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos.
Los problemas del Mercosur se
agravaron aún más este año cuando sus miembros perdieron la capacidad de
negociar en forma individual los acuerdos de libre comercio. El próximo año,
los miembros del Mercosur deberán abandonar los acuerdos de libre comercio que
hayan sido celebrados con países que no pertenecen al bloque y que hayan sido
negociados antes de la creación de este último.37>
Esto refleja una hostilidad hacia el libre comercio que es, ironicamente, la
base del Mercosur. Por ejemplo, el Ministro de Desarrollo, Industria y Comercio
de Brasil, Alcides Tapias, criticó el abierto apoyo brindado por el ex Ministro
López Murphy a la reducción de las barreras al comercio y al aumento de los
vínculos económicos a través de las negociaciones directas con EE.UU.
argumentando que los países individualmente carecen de poder cuando se negocia
con este país.38>
Al seguir en el Mercosur, los miembros se están alejando cada vez más del libre
comercio global y abandonando su autonomía para establecer las políticas económicas
más convenientes para sus respectivos ciudadanos.
- Un estado de derecho débil. Hubo una época, hace tiempo, en que el sistema judicial de Argentina era sólido y protegía vigorosamente los derechos de propiedad. En aquel entonces, también, Argentina se encontraba en el décimo lugar entre los países más ricos del mundo y la inversión extranjera impulsaba el crecimiento económico. Para algunos expertos en la historia del derecho, el Poder Judicial de la Argentina se debilitó luego de la Revolución de 1930, cuando la Corte Suprema reconoció como legítimo al primer golpe de estado militar inconstitucional.39> Era la primera vez que la Argentina violaba su Constitución, sentando un precedente de debilidad que continúa hasta el día de hoy.
La debilidad en el estado de
derecho, junto con una enorme burocracia, ha fomentado una cultura de
corrupción que va desde los funcionarios públicos en los más altos cargos hasta
el argentino común que debe manejarse a través de una amplia red burocrática.
La gravedad de este problema se evidencia en el hecho de que el 82 por ciento
de los habitantes de Argentina no confían en la efectividad del sistema
judicial y, por lo tanto, no lo utilizan.40>
Esta desconfianza tiene consecuencias desastrosas sobre la capacidad del país
para generar un crecimiento económico sostenido. Un sistema de justicia débil y
sin transparencia aumenta el costo de hacer negocios en Argentina, socavando
así un importante motor de crecimiento: la inversión local y extranjera. Al
aumentar el riesgo, un estado de derecho débil socava por igual la confianza de
los ciudadanos y de los inversores extranjeros para emprender actividades
comerciales, ahorrar y hacer inversiones a largo plazo. El riesgo se incrementa
debido a que la capacidad para buscar compensación o justicia para las acciones
ilegales se ve obstaculizada cuando el sistema judicial no es confiable o se
encuentra sujeto a la manipulación política.
Al imponer una excesiva carga
impositiva, Argentina también promueve la actividad ilegal. Según un informe de
la Fundación para la Investigación Económica de Latinoamérica (FIEL), la
economía informal de Argentina alcanza un total estimado de $64.000 millones
por año (lo que equivale a más del 23 por ciento del PIB),41
de los cuales aproximadamente $15.000 millones provienen de la evasión
impositiva. La crítica a los esfuerzos por combatir la evasión impositiva, como
los recientes comentarios hechos por el presidente del Frepaso Carlos Alvárez,
ignoran el hecho de que la evasión es en primer lugar una reacción a los
gravosos niveles impositivos que el gobierno impone para financiar el gasto
público cada vez más oneroso.42>
El medio más efectivo para reducir la evasión fiscal es eliminar los alicientes
para no declarar debidamente los ingresos, eliminación que se puede lograr
mediante una reducción en la carga impositiva.43>
A juzgar por las exigencias del FMI para que Argentina aumente la recaudación
fiscal a través de un aumento de los impuestos y de una lucha enérgica contra
la evasión, el Fondo parece desconocer este hecho tanto como lo hace Alvárez.
La cantidad de problemas descritos
anteriormente indican una clara falta de libertad económica en Argentina, lo
que llevó a la falta del tan necesitado crecimiento económico. La peor
consecuencia de los más de diez años de protección económica es la recesión de
33 meses que todavía enfrenta la Argentina, el alarmante aumento del delito, el
alto nivel de desempleo y la baja en la calidad de vida de los argentinos.44
EL PAPEL DEL FMI EN LA CRISIS ARGENTINA
El
Fondo Monetario Internacional comparte la responsabilidad por la difícil
situación en la que se encuentra inmersa la Argentina. El historial de
préstamos del FMI a la Argentina (detallados en el Apéndice 1) muestra un casi
continuo apoyo financiero acompañado de recomendaciones acerca de políticas a
implementar. Si bien algunas de estas politicas hubieran ayudado a liberalizar
la economía, la mayoría de ellas entorpeció el crecimiento económico y fomentó
el riesgo moral (o lo que se conoce como "moral hazard".) Luego de
casi dos décadas de erróneas recomendaciones sobre las políticas y de un
financiamiento casi continuo, el Fondo ha fortalecido el poder de los intereses
políticos en perjuicio del crecimiento económico. Consideremos los siguientes
hechos relacionados con el apoyo del FMI a la Argentina:
·
Desde el año1983, Argentina ha firmado siete
acuerdos de tipo "stand by", dos acuerdos de la Unidad de Extensión
de Fondos del FMI y dos renegociaciones de los préstamos del FMI que alcanzan
un monto de 24.117 millones de DEG (derechos especiales de giro) o casi $30.600
millones de dólares.45
·
Acuerdos de préstamos entre Argentina y el FMI
han tenido lugar continuamente en los 18 años comprendidos entre 1983 y 2001,
salvo en dos años, entre 1986-1987 y 1988-1989. Todos los préstamos estuvieron
a disposición del país ininterrumpidamente, ya sea que el país estuviera
atravesando una crisis o no.
·
En cada programa, el FMI aconsejaba seguir
políticas que retardaban la estabilidad económica y el crecimiento a largo
plazo. Cada acuerdo con el FMI, por ejemplo, exigía a la Argentina equilibrar
su presupuesto fiscal mediante el aumento de impuestos. El incremento en los
impuestos entorpecía la actividad económica y alentaba la evasión impositiva,
agravando cada vez más el desequilibrio fiscal que las recomendaciones
supuestamente debían tratar.
- Argentina rara vez implementó las reformas de políticas exigidas por el FMI a cambio de los acuerdos de crédito. Por ejemplo, cada acuerdo con el FMI requería que el gobierno argentino recortara el gasto gubernamental para ayudar a equilibrar el presupuesto fiscal. Desde 1989, sin embargo, el gasto de Argentina creció del 9,5 por ciento al 22,3 por ciento del PIB. (ver gráfico 4) Solamente con los ingresos masivos de capital provenientes de la privatización el gobierno pudo lograr un superávit fiscal. (ver gráfico 1) Luego de finalizada la privatización, nuevamente se produjo un déficit fiscal. A pesar de la amplia evidencia del incumplimiento de la Argentina con respecto a las exigencias de reformas, el FMI le siguió otorgando préstamos cada vez mayores. (ver gráfico 4)
El financiamiento del FMI a la
Argentina se ha invalidado a sí mismo y ha sido un fracaso en sus propios
términos. El último paquete del Fondo para la Argentina es un ejemplo puntual:
una vez más, el gobierno argentino había intentado terminar la recesión
aplicando la política equivocada: el aumento de los impuestos. Los esfuerzos
del gobierno han resultado infructuosos e incrementaron el escepticismo entre
los inversores acerca del compromiso o capacidad del presidente de la Rúa para
llevar a cabo las reformas y restablecer el crecimiento. En combinación con las
dudas acerca de la capacidad de la Argentina para cumplir con los inminentes
pagos de la deuda, este escepticismo precipitó la crisis financiera ocurrida en
noviembre y diciembre del año 2000. El FMI negoció, en diciembre 2000, una
línea de crédito de $39.700 millones (disponible en enero de 2001) que, si bien
estabilizó la crisis inmediata, no ha resuelto los problemas que causaron la
crisis ni generó la reactivación económica.
Si
bien el FMI exigió a la Argentina adoptar una reforma de las leyes de trabajo y
de seguridad social, promover la competencia en los monopolizados sectores de
las telecomunicaciones y la energía y ampliar los programas de asistencia
social, la condición principal para el más reciente acuerdo con el FMI era, una
vez más, reducir el déficit fiscal mediante la disminución de los gastos y el
aumento de la recaudación fiscal. El nivel de déficit acordado se flexibilizó
otra vez. Para el 2000, nivel de déficit se elevó de $4300 millones a $5300
millones,46>
para el 2001 se amplió a $6700 millones, y la fecha límite para lograr un
presupuesto equilibrado se extendió hasta el año 2005.47
A
excepción de la exigencia equivocada de que Argentina aumente la recaudación
fiscal y la recomendación contradictoria de incrementar los programas de
asistencia social reduciendo al mismo tiempo el gasto gubernamental, las
reformas requeridas por el FMI son razonables y convenientes. En todo caso,
según los antecedentes de reformas en Argentina, es improbable que el gobierno
implemente las reformas establecidas en su último acuerdo.
La
resistencia local a la implementación de reformas es fuerte. Las propuestas
para recortar el gasto, por ejemplo, forzaron la renuncia de dos Ministros de
Economía con una diferencia de semanas entre una y otra. El Ministro José Luis Machinea
perdió credibilidad y renunció el 2 de marzo de 2001, cuando se hizo obvio que
el rescate de $39.700 millones del FMI no había podido restablecer el
crecimiento económico. Su sucedáneo, Ricardo López Murphy, se vio obligado a
renunciar cuando los recortes propuestos (diseñados para que la Argentina
pudiera cumplir con los objetivos fiscales del FMI) de $2000 millones para el
año 2001 y $2500 millones para el año 200248
provocaron la renuncia de tres miembros del gabinete y seis funcionarios del
gobierno, principalmente del Frepaso, partido de izquierda que forma la
coalición gobernante, así como también huelgas y protestas generalizadas por
parte de los sindicatos y grupos estudiantiles.49
También
han encontrado una fuerte oposición los recortes de $3000 millones en el gasto
gubernamental que propuso Cavallo50,
lo que forzó al Ministro a ser cauteloso en la adopción de reformas que son
cruciales para restablecer el crecimiento económico. El plan de Cavallo ahora
establece amplios diferenciales arancelarios entre las importaciones de bienes
de capital y del consumidor y crea un impuesto "hostil al mercado"
sobre las transacciones financieras, que distorsionará aún más la economía.51
La
política del FMI, que consiste en la financiación continua a Argentina más allá
del riesgo de una crisis ó del cumplimiento de las exigencias del Fondo, tuvo
dos consecuencias negativas: la asistencia predecible del FMI indicó a los
mercados que el riesgo de inversión es mitigado por los rescates del Fondo,
alentando de esta manera las decisiones imprudentes de inversión (moral
hazard); en segundo lugar, el gobierno argentino no ha tenido incentivo alguno
para reformar su economía debido a que el FMI proveía fondos sin considerar la
reforma.52>
Estas dos consecuencias crearon un espiral descendiente que llevó a una tercera
consecuencia, aún más perjudicial. Si el FMI toma una postura definida y deja
de financiar a la Argentina porque ésta no implementa reformas ni reestructura
la deuda, el país experimentará otra crisis y es probable que incurra en
incumplimiento de pago. Esto podría ser una situación deseable si incentivase a
Argentina a emprender la reforma necesaria para alcanzar el crecimiento y la
estabilidad económica a largo plazo, pero también podría estimular la fuga de
capital y restringir la financiación en otros mercados emergentes del mundo.
UN PLAN DE REFORMA MEJOR PARA ARGENTINA
Los
economistas coinciden en que la línea de crédito de $39.700 millones que el FMI
emitió en enero de 2001 con el objeto de detener la última crisis ocurrida en
Argentina a fines del año 2000, brindará una prórroga limitada de un mes a un
año a dicho país. Consideran que el paquete de emergencia del FMI sólo
permitirá a Argentina obtener un respiro máximo de seis meses a un año. La
deuda argentina, de $124.000 millones, representa más del 350 por ciento de la
base de exportaciones del país y los intereses de la deuda consumen cerca de
dos tercios de los ingresos de divisas.53
A menos que se reanude el crecimiento económico de Argentina, las obligaciones
de la deuda, que suman $124.000 millones, y las necesidades de financiación
externa, que se calcula que alcanzará los $50.000 millones en 2001, agotarán
rápidamente la línea de crédito del FMI.54>
Charles Calomiris, Profesor de la Universidad de Columbia y experto en finanzas
argentinas, pronostica que la siguiente crisis de endeudamiento tendrá lugar
dentro de los próximos 4 meses, a menos que la deuda se reestructure.55
Lo que Argentina debería hacer. A fin de
evitar la inminente crisis, Argentina debe tomar medidas urgentes para
incrementar la libertad económica. La implementación de políticas para
liberalizar la economía no sólo logrará aumentar la confianza de los
inversores, sino que además constituirá el primer paso del país hacia el
crecimiento económico y la estabilidad a largo plazo. Específicamente,
Argentina debería:
·
Adoptar el dólar estadounidense como moneda
oficial argentina. La especulación sobre la capacidad de sostenimiento del
sistema de convertibilidad ha provocado un aumento gradual de las primas de las
tasas de interés de la deuda argentina, que han superado el margen normal
existente entre la deuda en pesos y en dólares. En estas circunstancias, la
mejor solución para que Argentina logre reducir las primas de las tasas de
interés, producidas por el riesgo de la moneda, consiste en la adopción del
dólar estadounidense como moneda oficial. De este modo, se eliminaría el riesgo
resultante de la tasa de cambio de peso a dólar y se obtendrían tasas de
interés más bajas sobre la deuda argentina, tal como ocurrió en El Salvador56
y en Panamá desde que adoptaron el dólar.57
·
Reducir el gasto gubernamental y los
impuestos. A fin de impulsar el crecimiento económico, Argentina debe
estimular la productividad mediante la reducción de impuestos con el objeto de
incrementar los incentivos para trabajar, ahorrar e invertir.58>
Para reducir las tasas impositivas sin que se produzca un desastre económico,
Argentina debe reducir inmediatamente el gasto público. Si bien el plan de
Cavallo incluye una modesta reducción del gasto, en lugar de reducir los
impuestos, la carga impositiva fue trasladada de las empresas a los inversores
internacionales, con lo cual se imponen nuevos costos sin el estímulo
beneficioso que implica la reducción general de los impuestos. El
restablecimiento del crecimiento requerirá la implementación de reducciones
mucho más importantes y abarcadoras del gasto gubernamental y de las tasas
impositivas.
·
Aplicación de mayores medidas
desregulatorias. El Presidente de la Rúa logró la aprobación del proyecto
de reforma laboral por parte del Senado y la cámara baja. Argentina debería, a
partir de este logro, continuar con la gradual eliminación de las regulaciones
vigentes, como, por ejemplo, la capacidad de los empleadores para despedir a
sus empleados. Cuando el mercado laboral es flexible con la misma facilidad con
que se despide se toman nuevos empleados, lo cual motiva a la fuerza laboral a
aumentar su productividad continuamente. Este país además necesita reducir las
remuneraciones y la cantidad de empleados del sector público, ya que los altos
salarios de este sector obstaculizan el ajuste de las remuneraciones del sector
privado. Tal es el caso de las provincias, muchas de las cuales no contribuyen
al incremento de la producción y sólo facilitan el aumento del gasto público.
·
Fomento del libre comercio. Argentina
debería expandir sus mercados de exportación y diversificar su base de exportaciones
mediante la celebración de acuerdos con otras naciones que también estuvieran
abiertas al comercio irrestricto. Teniendo en cuenta el estrecho vínculo que
las economías de Estados Unidos y Argentina mantienen a través del sistema de
convertibilidad que liga al peso con el dólar, un tratado de libre comercio
entre ambos países resultaría particularmente ventajoso, ya que ofrecería una
mayor estabilidad a los exportadores argentinos. Estados Unidos ya es el
segundo socio comercial de Argentina y la reducción de las barreras comerciales
promete estrechar esa relación para beneficio de ambos países. Argentina, sin
embargo, debe abrir su mercado unilateralmente para facilitar las negociaciones
con Estados Unidos. De ser necesario, el primero debería renunciar al Mercosur
como zona económica exclusiva y permanecer, si lo desea, como aliado político
al igual que lo ha hecho Chile.
- Fortalecimiento del estado de derecho. La vulnerabilidad del poder judicial a los sobornos y a la influencia política ha socavado la confianza pública hasta el extremo de que los ciudadanos comunes de Argentina no utilicen el sistema judicial y de que las empresas restrinjan sus inversiones. El gobierno argentino debe aplicar castigos más severos a los casos de corrupción, hacer que el poder judicial resulte impermeable a las presiones políticas a través de la aplicación de "protecciones a los informantes" y mejorar la calidad laboral para quienes trabajan en relación con el cumplimiento de la ley.
Argentina
no debería considerar a esta serie de reformas como opciones. A menos que se
reanude rápida y sólidamente el crecimiento económico del país, es muy probable
que no cumpla con el pago de su deuda y no pueda acceder a los mercados de
capitales internacionales.
LO QUE LA ADMINISTRACIÓN BUSH DEBERÍA HACER
La
libertad económica no se puede exportar, pero se puede importar. Con ese fín,
la Administración Bush debería ayudar a Argentina a adoptar las reformas
necesarias, incluyendo la adopción del dólar como moneda oficial, abriendo el libre
comercio, desregularizando el mercado laboral, y reduciendo la intervanción del
gobierno en la economía. La Administración Bush debería tambien suministrar
pericia técnica, como el envío de expertos del FBI y del Departamento de
Justicia de EE.UU. para asesorar al gobierno argentino en relación con la
reforma del sistema judicial. Además, EE.UU. puede ayudar a Argentina con un
acuerdo de libre comercio entre ambos países.
La
Administración Bush debería encarar la "ausencia de capitalismo" en
el sistema financiero internacional adoptando la política no intervencionista
del Secretario O'Neill para resolver las crisis financieras internacionales.59
Sin embargo, para que esta política resulte eficaz la Administración debe
restringir el poder de intervención de las instituciones financieras
internacionales en la economía internacional, particularmente el modo de
emisión de préstamos del FMI.
Las
crisis financieras en el mundo tuvieron lugar con mayor frecuencia durante la
última década, aun cuando el FMI y el Banco Mundial destinaban la mayor
cantidad de recursos disponibles para combatirlas. En la mayoría de los casos,
los países que recibieron préstamos del FMI y del Banco Mundial se encuentran
actualmente en peores condiciones -luego de décadas de recibir asistencia
internacional- que antes de obtener los préstamos. El motivo: los paquetes de
rescate han reducido el riesgo de que se tomen decisiones económicas erradas y
muchas veces perjudican a sus destinatarios, al contribuir con el aumento de la
deuda y del porcentaje de desempleo y con la reducción de la calidad de vida y
del volumen de ahorro.60>
La Administración Bush debería utilizar el
análisis provisto por la Comisión de Asesoramiento para las Instituciones
Financieras Internacionales (IFIAC), dirigida por Allan H. Meltzer de la
Universidad Carnegie Mellon y designada por el Congreso de EE.UU., a fin de
establecer un marco sólido para la reforma del FMI y del Banco Mundial.61
Estas reformas permitiran maximizar la efectividad de ambas instituciones,
incrementar su responsabilidad en las
autorizaciones de los préstamos y limitar su influencia nociva en el mercado
global. En el futuro, las crisis serán menos frecuentes en un entorno que
promueve las eficiencias y beneficios de los mercados abiertos.
CONCLUSIÓN
El
restablecimiento de la estabilidad y el crecimiento económico en Argentina es
conveniente para Estados Unidos. Argentina no sólo representa la segunda
economía más importante de América del Sur, sino que, además, una crisis
financiera en gran escala podría obstaculizar significativamente las
perspectivas de crecimiento de diversos países en vías de desarrollo. El
incumplimiento del pago de la deuda contraída por Argentina puede hacer que los
inversores eviten los mercados emergentes, que dependen del capital extranjero
para desarrollarse, con lo cual se reducirían las perspectivas de crecimiento
de los países en desarrollo al mismo tiempo que la economía mundial se vería
perjudicada por la reducción del crecimiento económico de los EE.UU.
A
fin de evitar una crisis en Argentina, la Administración Bush debería estimular
al país a que acabe con el círculo de dependencia de los préstamos del FMI.
Para lograrlo, el gobierno de EE.UU. debería alentar a Argentina a crear una
estrategia destinada a promover el crecimiento económico, que incluya la
adopción del dólar estadounidense como moneda oficial, la liberalización del
comercio, la desregulación del mercado laboral y la reducción de la injerencia
del gobierno en la economía del país. El crecimiento económico permitirá al
país pagar los intereses de su deuda y, siempre y cuando se recorte el gasto,
independizarse de los préstamos del FMI.
Es
igualmente imperativo que se restrinja la intervención de las instituciones
financieras internacionales en la economía global. A menos que la
Administración logre resolver la "ausencia de capitalismo" que
padecen muchos países y que es afianzada por los rescates financieros
internacionales, no sólo se garantiza la generación de futuras crisis sino que
las mismas serán más graves y más frecuentes.
-Ana I. Eiras es
Analista de Políticas Económicas para Latinoamérica y Brett D.
Schaefer es Fellow Jay Kingham en Asuntos de Regulación Internacional del
Centro para el Comercio Internacional y la Economía de The Heritage Foundation.
Apéndice
Notas al pie
1. Los autores desean agradecer a Anthony Kim y Eddie Colindres por la colaboración prestada en la investigación para este informe.
2. Gerard Baker and Stephen Fidler,
"O'Neill's World", The Financial Times, 15 de febrero de 2001,
http://www.FT.com, página no
disponible en línea.
3. Martin Wolf, "Argentina's
Riches to Rags Tale", The Financial Times, 21 de marzo de 2001,
pág. no disponible en línea.
12. La tasa de crecimiento
acumulada se calculó usando PBI a precios constantes de 1995 en U$S. Banco
Mundial, World Development Indicators 2000 en CD-Rom.
15. Gerald P. O'Driscoll, Jr., Kim R. Holmes, y Melanie Kirkpatrick,
eds., 2001 Index of Economic Freedom (Washington, D.C.: The Heritage
Foundation and Dow Jones & Company, Inc., 2001), pag. 73.
17. La tasa de crecimiento
acumulada se calculó usando PBI a precios constantes de 1995 en U$S. Banco
Mundial, World Development Indicators 2000 en CD-Rom.
21. "Cavallo decidió abrir la
economía al euro", Diario La Nación. 5 de abril de 2001, pág. no
disponible en línea.
22. Thomas Catán, "Argentine
Minister Eyes Link To Euro." The Financial Times, 16 de abril de
2001. p. 3
23. Ministerio de Economía
Argentino, Subsecretaría de Finanzas, datos disponibles en el sitio internet http://www.mecon.gov.ar/financing/doc2.htm;
Charles W. Calomiris, "Argentina Can't Pay What It Owes," The Wall
Street Journal, 13 de abril de 2001, p. A11.
24. La cantidad de teléfonos
celulares en la Argentina aumentó más de 10 veces en 4 años (de 341.000 que
había en 1995 a 3,8 millones en 1999), mientras que los costos bajaron
estrepitosamente. EIU Country Profile 2000, pág. 20.
25. El economista argentino,
Alfredo Monza, del Instituto Nacional de Estadísticas estima que tanto como el
13 por ciento de la mano de obra de Argentina está empleada fuera del sistema
legal, "Belaboured: Reforming Argentina's Labour Laws," The
Economist, 25 de marzo de 2001.
28. Pamela Druckerman, "Buenos Aires must Justify Bailout, but
localities Tend to Spend", The Wall Street Journal, 2 de marzo de
2001, pág. A9.
29. Fundacion Invertir Argentina, "Argentina Business: The Complete
Guide to Business with Argentina," at http://www.invertir.com/argentina/trade.html.
32. Ver "Primero,
mercados abiertos", de Mary Anastasia O'Grady, en el Índice de
libertad económica 2001, de Gerald P. O'Driscoll, Kim R. Holmes y Melanie
Kirkpatrick, editores (Washington, D.C.: The Heritage Foundation and Dow Jones
& Company, Inc., 2001), pág. 29
34. El año pasado, la combinación
de un real devaluado y un peso fuerte tensó las relaciones comerciales
entre Argentina y Brasil. Según lo informara el diario argentino La Nación,
"No ha habido un progreso en el comercio del azúcar, las discusiones sobre
el régimen automotor regional continúan y, ahora, surge un nuevo conflicto que
tiene graves consecuencias para la industria lechera". Diario La Nación.
12 de noviembre de 2000, página no disponible en línea.
35. Unidad de Inteligencia de
"El Economista". EIU Country Report for Argentina, junio de
2000, pág. 33.
36. El año pasado, Brasil amenazó
con elevar unilateralmente el arancel para la leche argentina al 46%, alegando
que Argentina estaba exportando leche a precios inferiores a los precios de
mercado. Argentina, por otra parte, adujo que la reacción de Brasil fue una
represalia por el establecimiento por parte de la Argentina del precio mínimo
para importaciones de productos avícolas. "Dura reacción por trabas de
Brasil a la leche argentina", Diario La Nación. 12 de noviembre de
2000, pág. no disponible en línea. En respuesta a la recesión económica actual,
El Ministro de Economía Domingo Cavallo anunció que ajustaría, los aranceles
elevandolos al 35% para las importaciones de bienes de consumo y reduciendo
aranceles en los bienes de capital, sin consultar con los socios del Mercosur.
Ver Thomas Catán y Geoff Dyer, "Argentine Emergency Hastens the Decline of
Mercosur," The Financial Times, 3 de abril de 2001.
38. Marcela Valente,
"Argentina: Naming of New Economy Minister Boosts Markets," Inter
Press Service, 6 de marzo de 2000, página no disponible en línea.
39. Ricardo Rojas, juez y profesor
de derecho en la Universidad de Buenos Aires, cree que la Revolución de 1930
sentó un precedente de una violación constitucional, debilitando así el estado
de derecho. A partir de entonces, esta debilidad sólo empeoró.
40. "Sólo el 18 por ciento de
los argentinos confía en la justicia", Diario La Nación, 23 de
enero de 2001, página no disponible en línea.
41. "Argentine black economy
currently generates $64bn turnover", extracto del World Reporter de
un artículo de Ámbito Financiero, 26 de febrero de 2001, página no
disponible en línea.
42. Marcela Valente,
"Argentina: Naming of New Economy Minister Boosts Markets", Inter
Press Service, 6 de marzo de 2000, pág. no disponible en línea.
43. Niveles más bajos de impuestos
pueden hacer que se reduzca la posibilidad de que la recaudación fiscal
incrementada actúe como incentivo para no declarar debidamente los ingresos.
Las reducciones en la tasa de impuestos también aumentan el crecimiento
económico y el empleo, lo que origina una mayor base impositiva. Por ejemplo,
las tasas impositivas reducidas en las administraciones de los Presidentes
Kennedy y Reagan diron lugar a un aumento en la actividad económica y las
recaudaciones fiscales. Ver Daniel
J. Mitchell, Ph.D. y William W. Beach, "Taxes: Reforming the System to Make
It Simple and Fair,"
Issues 2000: The Candidate's Briefing Book, The Heritage Foundation, at http://www.heritage.org/issues/chap2.html.
44. El desempleo en la Argentina
fue aproximadamente del 14 por ciento en el año 2000. Unidad de Inteligencia de
"El Economista". Country Report for Argentina. Marzo de 2001,
pág. 11.
45. Dos de estos acuerdos fueron
renegociados, lo que totaliza 11 acuerdos entre el FMI y Argentina para 9
acuerdos de crédito desde 1983 hasta 2000. La conversión de DEG a dólares
estadounidenses hecha a la tasa de cambio del 28 de marzo de 2001 de 1 dólar
estadounidense =.788617 DEG. Las tasas de cambio actuales están disponibles en http://www.imf.org/external/np/tre/sdr/basket.htm.
46. Unidad de Inteligencia de
"El Economista". Country Report for Argentina, diciembre de
2000, págs. 16-17.
48. Los recortes incluían una
reducción de $970 millones en las transferencias a las provincias para el año
2001, eliminando subsidios al tabaco y al combustible, una reducción de $360
millones en el presupuesto para las universidades, eliminando el fraude y
derroche en la agencia de seguridad social y también los fondos que los
Congresistas erogaban a discreción. Thomas Catán, "Argentina cuts budget by $2bn to keep to IMF
target", The Financial Times, 17 y 18 de marzo de 2001, pág. 1.
49. Thomas Catán y Richard Lapper, "De la Rúa taken by surprise
over 'panic attack' in Argentina", The Financial Times, 20 de marzo
de 2001, pág. 8.
50. Thomas Catán y Richard Lapper, "Argentina Unveils Radical
Competitiveness Drive," The Financial Times, 22 de marzo de 2001.
51. David Malpass, "Argentine Markets Give Cavallo Redux a Bad
Review", The Wall Street Journal, 23 de marzo de 2001, pág. A15.
52. El ejemplo más reciente de este
tipo de política es el anuncio del FMI de que en mayo desembolsaría, según lo
programado, la siguiente porción de $1300 millones del paquete de financiación
para la Argentina pese a que este país tenía, en enero, un déficit fiscal de
$940 millones, un nivel muy superior a los objetivos impuestos por el Fondo.
[Ver "IMF to pay next 1.3 bln usd tranche of Argentina aid in May;
welcomes Cavallo", AFX News, 20 de marzo de 2001, pág. no disponible en
línea.] Claudio Loser, director del hemisferio occidental del FMI, expresó que
el Fondo sería flexible en cuanto al cumplimiento por parte de Argentina de las
condiciones del crédito y observó que "Es evidente que el objetivo fiscal
para el primer trimestre no ha sido cumplido, pero es posible que se alcancen
los objetivos para todo el año". Ver "IMF to pay next 1.3 bln usd
tranche of Argentina aid in May; welcomes Cavallo", AFX News, 20 de
marzo de 2001, pág. no disponible en línea.
53. Ver Adam Lerrick, "When is a Haircut Not a Haircut? When the
IMF is the Barber", The Wall Street Journal, 23 de febrero de 2000,
página no disponible en línea.
56. "El Salvador Adopts Dollarization Scheme to Boost the
Economy", Latin American Database, Gale Group Inc., 14 de diciembre de
2000, pág. no disponible en línea.
57. Para obtener una explicación
detallada de los beneficios y los costos de la adopción de una moneda
extranjera, especialmente en el caso del dólar estadounidense, ver "Basics
of Dollarization", Comité de Asuntos Económicos del Congreso de Estados
Unidos, Oficina del Presidente del Comité, Senador Connie Mack (R-FL),
actualizado en enero de 2000, disponible en http://jec.senate.gov.
58. David Malpass, "Argentine Markets Give Cavallo Redux a Bad
Review", The Wall Street Journal, 23 de marzo de 2001, pág. A15.
59. Gerard Baker and Stephen Fidler, "O'Neill's World", The
Financial Times, 15 de febrero de 2001, http://www.FT.com, página no disponible en línea.
60. Brett D. Schaefer, "The Bretton Woods Institutions:
History and Reform Proposals," Heritage Foundation Informe Proyecto Libertad Económica
No. 00-01, March 2000, pág. 56-65.
61. El informe completo en español
de la Comision de Asesoramiente para las Instituciones Financieras
Internacionales (IFIAC) está disponible en ingles en el sitio de internet http://www.house.gov/jec/imf/meltzer.htm,
y en español en http://www.heritage.org/library/efp/efp00-04.html.
Fuente: http://www.heritage.org/research/reports/2001/04/la-crisis-en-argentina-una-ausencia-de-capitalismo
3)
ARGENTINA: UN PLAN DE RESCATE QUE FUNCIONE
Rudi
Dornbusch es Licenciado en Ciencias Políticas de la Universidad de Génova, Ph.D
(Economics), de la Universidad deChicago. Ricardo Caballero es Economista y
profesor de la Universidad de Harvard.
Argentina está a la espera del
próximo rescate, un nuevo envío del FMI que no contribuirá a resolver sus
innumerables problemas económicos, políticos y sociales. Por supuesto, todos
saben que esa no es la solución pero es más fácil que tomar el camino no
convencional de una reforma radical. La verdad es que la Argentina está
quebrada. Está quebrada económica, política y socialmente. Las instituciones no
funcionan, el gobierno no es respetable, su cohesión social ha colapsado. Con
rupturas de esta naturaleza no es sorprendente que la respuesta sea la
reconstrucción más que la vía rápida de un apoyo financiero. Argentina se
parece a las economías europeas del inicio de los 20´, no a un país con
problemas de liquidez que necesita sólo de un año duro para volver a levantarse
como Corea, México o Brasil.
Es el momento de ser radicales.
Cualquier programa de reconstrucción plausible deberá ser diseñado sobre tres
pilares:
1) El
reconocimiento que será el esfuerzo de una década, no de unos pocos años. El
sistema productivo argentino, su crédito y sus instituciones han sido
destruídos. Tanto su capital político como moral deberán reconstruirse y eso
llevará mucho tiempo.
2) Dado que
el sistema político está sobrepasado, debe ceder transitoriamente su soberanía
en el manejo de los asuntos financieros. La seguridad financiera es la clave
desde donde debe crearse la estabilidad para empezar a pensar acerca de una
sana finanzas públicas, el ahorro e inversión.
3) El resto
del mundo debe proveer ayuda financiera a la Argentina. Empero, ésta debe
efectivizarse sólo cuando Argentina acepte una reforma radical y el control y
la supervisión extranjera del gasto, la emisión y de la administración de
impuestos. Cualquier crédito externo debe ser encarado como puente que una la
brecha entre las necesidades fiscales inmediatas y el inicio de un ciclo, en
uno o dos años, en el cual las reformas radicales creen finanzas sustentables.
Actualmente, la Argentina está
quebrada y adormecida. Si el curso de los hechos continúa como hasta ahora, la
emisión de dinero, lejos de resolver los problemas pendientes del caos
financiero y del sector público, destruiría aún más las bases de la
reconstrucción.
Una batalla por la distribución has
sido abierta entre los trabajadores y los ricos, entre quienes han quedado
atrapados en el corralito y quiénes tienen su dinero en Miami, entre las
provincias y Buenos Aires, entre los sindicatos y los empresarios, entre los
acreedores e inversores extranjeros y una nación empeñada en olvidar sus
obligaciones en un vano intento por mantener alguna impresión de normalidad. La
Argentina está siendo canibalizada por esas disputas. El dinero del FMI, sin una
profunda intervención externa en el cambio de las reglas de juego, no serviría
para prevenir la autodestrucción. Argentina deberá reconocer humildemente que
sin una masiva ayuda e intervención externa no podrá salir del desastre. ¿Qué clase de ayuda externa? Se deberá ir un
poco más lejos del financiamiento. En el corazón de la crisis argentina hay un
problema de falta de confianza como sociedad y en el futuro de la economía.
Ningún grupo desea ceder a otro el poder para resolver los reclamos y arreglar
el país. Alguien debe empuñar el poder con fuerza. Una dictadura no es probable
ni deseable. Pero mientras todos piensen - a menudo con acierto- que todos son
egoístas y corruptos, ningún pacto social podrá alcanzarse. Sin dicho pacto
social la destrucción del capital social y económico proseguirá día a día. Hay
más resultados espantosos en el horizonte.
Argentina debe abandonar buena parte
del control soberano de su sistema monetario, fiscal, de regulación y activos
por un período extenso, digamos cinco años. Después de la primera guerra
mundial, la Liga de las Naciones reconoció el problema fundamental de una
disfuncionalidad social en Austria. Esto fue resuelto, además de con apoyo
financiero, designando – con el consentimiento del parlamento - un Comisionado
General residente y responsable ante la Liga de las Naciones. El Comisionado
General debía autorizar cada gasto, supervisar al Banco Central y monitorear
las reformas. Aquí se transcribe el duro lenguaje del informe de la Liga. “Pero
el éxito del programa de reformas, en el que la prosperidad y el valor de los
activos de Austria depende, deberá ser, necesariamente una tarea difícil y
dolorosa. El esquema, por lo tanto, incluye el asentamiento de un Comisionado
General , cuya tarea era asegurar, en colaboración con el gobierno de Austria,
que el programa de reformas se llevara a cabo y supervisar su ejecución.”
Y eso funcionó! Y esto es lo que
Argentina debería hacer a cambio de nuevos préstamos. Los Comisionados deberían
provenir de pequeños países distantes y desinteresados (Finlandia, Los Países
Bajo, Irlanda, por ejemplo) donde la gente entendió que las instituciones
económicas salvaguardan la estabilidad y son las bases de la prosperidad.
Específicamente, un consejo de
banqueros centrales experimentados debería tomar el control de la política
monetaria argentina. Esta solución aportaría mucha de la reputación y
credibilidad de la convertibilidad sin cargar con los costos de adoptar una
política monetaria hecha a la medida de otro país -estos es, de la
dolarización. Los nuevos pesos no deberían ser impresos en suelo argentino.
Otro agente extranjero es necesario
para verificar el desempeño fiscal y firmar los cheques de la nación a las
provincias. Gran parte del problema fiscal tiene que ver con el federalismo
fiscal, con el diseño y la aplicación de un pacto fiscal que lleve a compartir
responsabilidades y recursos de una forma financieramente sostenible.
La evasión de impuestos y la
corrupción -y la tolerancia gubernamental con ellas deben ser suprimidos de
forma radical. La micro gestión extranjera no es factible, pero sí lo son los
mecanismos acordados de incentivos y el compartir las experiencias.
Argentina no es el primer país que
tiene problemas de recaudación tributaria. Hay soluciones efectivas disponibles
y deben ser impuestas. Un servicio civil más profesional y reformado será
particularmente útil. Comprometer a las provincias en el esfuerzo, con un
mínimo básico de coparticipación de alrededor del 30%, pero con fuertes
incentivos para la recaudación local de los impuestos y la mejora de sus
ingresos, es parte de la respuesta. La proporcionalidad en la coparticipación
no es suficiente. Quizás debería darse a las provincias, más de un peso por
cada peso extra de recaudación acordada por encima de cierto umbral. Además, dadas las ventajas que una
estructura impositiva simple tiene para fiscalizarla, aquí no hay espacio para
elaborar un nuevo código tributario complejo. Debe simplificarse a un sistema
conciso y elemental – uniforme, uniforme, uniforme.
La economía argentina se ha venido
precipitando; ahora necesita un inmediato incremento de la productividad de la
mano de la tan postergada inversión y la erradicación de la corrupción como una
manera de vivir. El mecanismo de incentivo en el nuevo sistema tributario
debería contribuir a controlar la corrupción a nivel provincial. Los
trabajadores deberían convertirse en accionarios de las empresas, participando
en la distribución de ganancias. Además de las ventajas de la flexibilidad de dicho
sistema, agregaría, un mecanismo adicional de monitoreo de los beneficios y de
la evasión fiscal.
Una masiva campaña de privatización
de puertos, aduanas, y otras medidas claves para la productividad deberían ser
adoptadas. Las medidas de desregulación en los sectores de comercio mayorista y
de distribución son esenciales. Otros agentes externos experimentados deberían
controlar estos procesos así como también asegurarse que ellos acaben bien para
que luego los beneficios puedan ser compartidos por todos los argentinos,
presentes y futuros.
Comprometiéndose con un plan claro y
radical, Argentina ofrecería un nueva apariencia, fresca y alentadora. Un
escenario oscuro de corto plazo podría repentinamente tener la chance razonable
de un final exitoso. Al mismo tiempo que el comité de conducción monetario se
establezca se podría acelerar el paso a un nuevo plan de convertibilidad
temporal, digamos a dos pesos por dólar, sólo porque es el próximo número
después de el uno a uno.
Flexibilizar el
"corralito" y dejar que el Fondo Monetario y otras instituciones
financieras internacionales decidan a qué bancos ayudar y cómo - después de
todo es su dinero. El capital extranjero es rápido para cambiar de opinión;
habría esperanza nuevamente. Pero esto no sucederá si no se produce un cambio
fundamental en lugar de seguir haciendo más promesas no cumplidas.
Vale la pena recordar lo que la Liga
dijo al comienzo del programa austríaco: “En el mejor de los casos, las
condiciones de vida en Austria serán peores el próximo año cuando esté
dolorosamente reestableciendo su posición, en relación con el último año cuando
estaba destinando los préstamos para ese fin, al consumo corriente. La
alternativa no es entre continuar con las condiciones de vida del último año o
mejorarlas. Es entre encarar un período de, probablemente, mayor dureza ..(
pero con la perspectiva de una mejora real como consecuencia- la mejor
alternativa) o colapsar en un caos de extrema pobreza y hambruna para el cuál
no hay analogía en el mundo moderno fuera de Rusia. No hay esperanzas para
Austria al menos que esté preparada para apoyar una autoridad que deberá
encarar reformas que implicarán condiciones más duras que las prevalecientes en
la actualidad....”
Sin dudas, esta es la situación de
Argentina hoy; sin dudas, más dinero del FMI sería un dramático error.
Fuente: http://eco.unne.edu.ar/economia/revista/48/06.pdf