LA ALEMANIA QUE
JUZGO A LOS CRIMINALES DE GUERRA NAZIS
Origen de la división Alemana en 1949 y la
caída de la Alemania Oriental en 1990
Por Sergio Daniel
Aronas – 30 de noviembre de 2012[1]
"¡El orden reina en Berlín!", ¡esbirros
estúpidos! Vuestro orden está edificado sobre arena. La revolución, mañana ya
"se elevará de nuevo con estruendo hacia lo alto" y proclamará, para
terror vuestro, entre sonido de trompetas: ¡Fui, soy y seré!” Rosa Luxemburgo, 14 de enero de 1919
Introducción
No resulta nada fácil encarar
un tema como el que se titula el presente artículo, debido a las implicancias
políticas, históricas e ideológicas que conllevan, pues se trata de una
cuestión que a muchos puede causar fastidio y hastío escribir sobre hechos que
sucedieron hace más de setenta años. Sin embargo, todavía no está dicha la
última palabra sobre las el origen, las causas y las consecuencias que provocó
la Segunda Guerra Mundial.
En las librerías vemos
aparecer nuevas publicaciones sobre la gran guerra mundial especialmente muchas
dedicadas a la Alemania nazi, biografías de sus principales y criminales
figuras, a las características de la dictadura fascista, pero poco y nada
acerca de los juicios, condenas y castigos a los responsables y culpables de
desencadenar la más mortífera y destructiva
guerra de la historia de la humanidad
Sabemos que una vez terminada la
Segunda Guerra Mundial, las potencias vencedoras la Unión Soviética, Estados
Unidos, Gran Bretaña y Francia, resolvieron someter a un juicio internacional a
los principales jerarcas nazis que fueron tomados prisioneros y/o que se
rindieron a sus enemigos. Estos procesos judiciales abarcaban también a las
organizaciones fascistas, instigadores y a todos aquellos que contribuyeron a
desarrollar el aparato político, económico, ideológico, jurídico y militar de
la Alemania hitleriana acusados de todos los crímenes cometidos entre 1933 y
1945. El Tribunal Internacional que sesionó en la ciudad de Nuremberg desde el
18 de octubre de 1945 hasta su culminación el 1º de octubre de 1946 todos los dirigentes
nazis capturados y/o que se rindieron a los aliados, fueron acusados por los
cargos de cometer crímenes contra la paz, crímenes contra la humanidad, por
crímenes de guerra y por conspiración para cometer los primeros tres delitos
desde su llegada al poder.
Muchas veces se ha escuchado y leído
que el Tribunal de Nuremberg no tenía validez legal porque quienes debieron
juzgar a los criminales de guerra nazis debieron ser los propios alemanes
derrotados en todos los frentes de guerra en Europa. Esta opinión puede ser
cierta según cual sea la Alemania se la
mire. Así podemos ver que en Alemania Occidental no hubo ningún proceso de
desnazificación, no hubo ninguna depuración de los organismos del estado, de
las fuerzas armadas y de seguridad, ni de la justicia, ni de la policía ni
tampoco de los servicios de inteligencia para limpiarlos de nazis y todos los
que tuvieran relación directa e indirecta con el fascismo hitleriano. Sino no
puede entenderse la cantidad ex militares, funcionarios, profesores y juristas
de notorio pasado nazi que siguieron prestando servicios a la Alemania
Occidental, fundada por la OTAN. Y lo más llamativo es que habiendo sido un hombre
que varias veces estuvo encarcelado
durante los años de la dictadura nazi, el nuevo canciller Konrad Adenauer que fue
presidente de gobierno entre 1949 y 1963 desde el inicio de la guerra fría
pasando por situaciones muy complicadas como la construcción del Muro de
Berlín, se haya rodeado de toda esa peste de criminales en muchos puestos de sus
distintos gabinetes, a quienes dio protección jurídica y política para evitar
que esos horrendos personajes no sean sometidos a juicio y castigo por sus
crímenes durante la guerra. Esto no solo no debe ser olvidado sino que debe ser
tenido muy cuenta cuando se analice cómo fueron juzgados los criminales de
guerra nazis en las dos Alemanias.
Prólogo
El propósito de este artículo es
mostrar como se juzgaron a los principales responsables de desencadenar la
Segunda Guerra Mundial, luego de los juicios de Nuremberg, con la existencia de
dos estados alemanes diametralmente opuestos en el plano ideológico, político y
económico.
La metodología para encarar este
desarrollo primero será analizar como se dieron los juicios en Alemania
Occidental por ser la primera en constituirse después de la guerra y sobre la
cual más se han escrito miles de libros. Y luego lo compararemos con los hechos
que tuvieron lugar en la otra Alemania. Finalmente haremos unos comentarios
sobre la demolición de la República Democrática Alemana entre 1989 y 1990 y las
consecuencias de la reunificación. Por último, inserto una larga carta de
Walter Ulbricht quien fuera Jefe de Estado de la Alemania Oriental dirigida a
su par Occidental Konrad Adenauer donde analiza la historia de las relaciones
entre los dos países, las dificultades que tuvieron para lograr un estado
unificado y critica con dureza la política militarista y agresiva de su vecino,
Los historiadores suelen afirmar sin
ningún problema que la República Democrática Alemana fue solo un producto de la
Unión Soviética creada a su imagen y semejanza. Siguiendo esta idea podemos aplicarla
a la propia República Federal Alemana (RFA) y preguntarnos: ¿De dónde salió? ¿Quién
la creó? ¿Cuál fue su modelo? No cabe duda que la RFA salió de la unión de las
zonas de ocupación que las naciones occidentales Estados Unidos, Gran Bretaña y
Francia tenían bajo su control. Se creó por decisión de los altos mandos de los
Estados Unidos y de la OTAN que ya había
sido fundada en abril de 1949, porque necesitaban restituir a Alemania como
potencia para tenerla como fuerza aliada de choque para contener el
“expansionismo comunista soviético”. ¿Y de qué forma? Desatar otra guerra sería
una locura aunque en los objetivos antisoviéticos de Winston Churchill cuyo
odio hacia el socialismo era ampliamente conocido, se elaboró el llamado “Plan
Inimaginable” (documento de 29 páginas que permaneció más de cincuenta años
oculto bajo cuatro llaves y aun sigue sin revelarse los propios archivos del ex
premier británico) que consistía en
utilizar unas 12 divisiones intactas del ejército alemán que unidos a otras
47 de las fuerzas de Estados Unidos, Inglaterra y Francia se lanzaran a un
ataque demoledor contra la Unión Soviética y barrerla del continente europeo. La
dirección soviética sospechaba de que algo raro se estaba incubando en los
altos mandos de sus supuestos aliados y una prueba de ello es la increíble
pasividad con que se mantuvieron en Francia (luego de lograr la liberación en
agosto de 1944) las tropas inglesas y norteamericanas muy empecinadas en
defender el flanco occidental donde se concentraban las industrias y las
regiones productivas alemanas que no sufrieron los rigores de la guerra y dejar
solo al Ejército Soviético que se encargue de la conclusión del fascismo
hitleriano y poner fin a la guerra. Su única incursión en la zona oriental fue
el estúpido e inútil bombardeo que destruyó el 80% de la ciudad de Dresde que
no tenía ningún valor estratégico ni militar, en una demostración de fuerza que
no tuvo ningún efecto en la carrera para derrotar al nazismo. Y eso lo
reconocen todos los autores tanto los norteamericanos como los ingleses,
franceses y canadienses. La utilización de una Alemania aliada a los intereses
estratégicos de los Estados Unidos era fundamental en el combate contra el
comunismo ya que ningún otro país se había enfrentado de una manera tan
directa, concreta y violenta con los soviéticos y esa experiencia de combate
era necesaria asimilarla para encarar el futuro político de la post guerra. Por
tal razón, el camino elegido por el imperialismo fue el de la guerra fría
anunciado oficialmente por el propio Churchill en su discurso en la Universidad
de Fulton en el estado de Missouri (Estados Unidos) el 5 de marzo de 1946
porque eran muy conscientes del poderío militar alcanzado por la Unión
Soviética tras alcanzar la hazaña histórica de derrotar al fascismo
prácticamente sola. Sabiendo de la imposibilidad de una guerra total contra la
Union Soviética, las potencias occidentales plantearon el chantaje nuclear con
la formulación de planes para la destrucción atómica de la URSS aprovechando la
circunstancia de que entre 1945 y 1949 el imperialismo norteamericano gozaba
del monopolio de esa arma terrorífica.[2]
La República Federal Alemana también
fue un estado creado a imagen y semejanza de otro estado y ese estado no fue ni
más ni menos que el modelo norteamericano de economía capitalista con la
necesidad imperiosa de tenerlo bajo su égida como instrumento de contención
fundamental contra la Unión Soviética. El sistema económico implantado fue el de
la “economía social de mercado” es decir, un eufemismo inventando por los
economistas alemanes, derivado de la expresión “economía popular” divulgado en
1942 por el empresario norteamericano Eric Johnson, cuyos principales
exponentes fundaron las bases teóricas del neoliberalismo, porque hablar en
esos años de economía capitalista directamente no hubiese caído bien a su pueblo
dada la mala fama que tenía el capitalismo por ser el sistema que llevó a
Hitler al poder. Para ellos la señal de alarma se produjo en febrero de 1948
cuando el partido comunista llegó al poder en Checoslovaquia, un país limítrofe
con Alemania. Ante esta situación, se apresuraron y decidieron crear en forma
separada un estado alemán que se consideraba con derecho a ser el sucesor
directo del Imperio y su único representante.
El imperialismo era perfectamente
consciente del peligro que significaría un estado alemán único desde el Rhin
hasta el Oder constituido sobre la base de los acuerdos de Postdam que
postulaban una nación desnazificada, desmilitarizada y democratizada y que
contaba con fuerzas antifascistas muy considerables, ya que hubiese implicado
el desmantelamiento de toda la industria de guerra del fascismo, la disolución
de los consorcios y grupos económicos que ayudaron al hitlerismo y un cambio
substancial a favor de las clases populares para la formación de un nuevo gobierno.
Este cuadro político tenía como consecuencia final, la modificación de la
estructura de poder de una nación tan poderosa como Alemania que dos veces
desencadenó las guerras mundiales, sacando del poder a los sectores
militaristas y agresivos de la burguesía que provocó la catástrofe de 1933 a
1945. Como muy bien dice Juan Antonio González que cita al historiador
canadiense Jacques R. Pauwels: “Asimismo al finalizar la guerra los EEUU que ocupaban Turingia y Sajonia (zona
soviética), al abandonarla continúa Pauwels se llevarían consigo “al oeste
unos10.000 vagones de FFCC con el material más nuevo y avanzado, patentes y demás
de la empresa Carl Zeiss de Jena y de factorías locales de empresas como
Siemens, Telefunken, IG Farben, Krupp, etc. El botín incluyó el saqueo de las
factorías nazis de las V-2 en Nordhausen, cohetes y documentos técnicos de un
valor de 400-500 millones de $, y unos 1.200 expertos alemanes en la tecnología
de los cohetes. También se llevaron gran cantidad de oro, ese que los nazis
robaron a los judíos pero no pudo ser trasladado a Suiza”. Como era lógico
producía una auténtica “sangría” para la futura RDA y por supuesto aumentaba la
asimetría entre las dos Alemanias. Esto iba a influir en el porvenir del
conflicto"[3]. Quizás
una Alemania Unificada desde la misma finalización de la guerra, concediéndole
el status de país neutral a la manera de Austria o Suecia, el desarrollo
político de Europa y las relaciones internacionales es posible que hubiese
tenido un destino diferente al que tuvo al no ser un país central en la trama
secreta de toda la guerra fría para convertirse en un miembro activo de la
OTAN.
Hoy de estos temas ya nadie habla. Cada
nadie se acuerda o le importa o interesa saber sobre la división alemana entre
1949 y 1990. Si aparece algún comentario, en el marco de algún aniversario
importante, solo se preocupan por recordar lo que pasó en la zona de ocupación
soviética donde - según esos historiadores que divulgan la versión de los
“triunfadores” - se instauró una dictadura comunista, mientras que en la
Alemania Occidental, nació como una flor encantadora, la bella democracia
perfumada con libertades para todos. Al mismo tiempo, se suele decir que la RDA
fue la segunda dictadura en territorio alemán ya que la primera fue la de
Hitler. De manera que para estos historiadores e investigadores no hay
diferencias entre una y otra, lo cual es una falacia total y descarada. Esto se
comprueba leyendo el anuario sobre la actualidad alemana de 1995 donde dicen sin
ningún empacho “nada se pudo hacer contra las arbitrariedades soviéticas” (La
actualidad de Alemania, página 33 y siguientes). No se entiende de qué
arbitrariedades hablan estos señores, a no ser pretendieran de que los
soviéticos que perdieron 100 mil hombres en la batalla de Berlín, se quedara en
el molde y no exigiera ningún tipo de reparación o resarcimiento económico por
las destrucciones causada por la guerra. Recordemos como Stalin refutó a
Churchill en la conferencia de Yalta cuando el inglés pedía reparaciones
iguales a lo que el líder soviético le respondió: “A cada cual según sus
méritos”. Y si no tomemos la palabra del gran economista austríaco Joseph
Schumpeter quien decía: … “a menos que Stalin cometa el primer error de su
vida, no habrá guerra en los próximos años y Rusia quedará en paz para
desarrollar sus recursos, reconstruir su economía y construir la máquina de
guerra más grande con mucho, absoluta y relativamente, que el mundo haya visto
jamás”.[4]
1) Los juicios
en Alemania Occidental
Veamos como fue la verdadera
historia. En la entonces Alemania Occidental, después de finalizada la guerra,
genocidas y asesinos del fascismo hitleriano estuvieron encaramados en puestos
claves del gobierno, del ejército, de los servicios de inteligencia y muchos de
ellos promovidos a puestos elevados del comando militar de la Alianza Atlántica,
como fue el conocido caso del despiadado asesino el general nazi Adolf
Heusinger cuya extradición pidió la Unión Soviética por las matanzas ordenadas
por este siniestro criminal y nunca fue entregado por que los Estados Unidos lo
habían nombrado jefe del comando militar de la OTAN[5],
organización militar nacida para enfrentar a la victoriosa Unión Soviética y a los
demás países del este de Europa, quienes antes de crear una alianza militar,
fundaron la alianza económica y social (el Consejo de Ayuda Mutua Económica
–CAME-) para enfrentar los serios problemas que el imperialismo les impuso con
el Plan Marshall. Así podemos enumerar los siguientes datos:
Ø
Ya en 1952
el 66% de los funcionarios del Ministerio de Asuntos Exteriores del gabinete del
Canciller Konrad Adenauer habían sido miembros del partido nazi;
Ø
Hasta bien
entrados los años sesenta hubo 23.000 ex empleados de Hitler en las
instituciones de la República Federal Alemana (RFA);
Ø
También 9.000
fiscales venían de la siniestra época del nazismo;
Ø
Solamente
entre abril y octubre de 1950, fueron liberados 950 criminales de guerra.
Ø
Más del 90%
de los miembros de las SS nunca fueron juzgados.
Ø
De los
5.000 nazis condenados por tribunales estadounidenses, británicos y franceses
apenas 700 fueron condenados a muerte, es decir, sólo el 14%. El resto siguió
vivito y coleando por muchos años inmerecidamente.
Ø
De 169
acusados nazis por crímenes de guerra en los juicios que siguieron al proceso
de Nuremberg, solo fueron condenados a muerte 25 (casi el 15%) mientras que la
gran mayoría de los condenados a cadena perpetua, les fue conmutada la pena y
luego liberados (por razones de salud en la mayoría de los casos: Pobrecitos).
Ø
En las
fuerzas armadas, de seguridad y en los servicios secretos fueron admitidos más
de 12.000 ex antiguos oficiales nazis y otros 300 que pertenecieron a las SS
donde muchos de ellos fundaron el nuevo ejército de la naciente República
Federal Alemana.
En este último grupo nos estamos
refiriendo a los llamados juicios de IG Farben, Flicik, Krupp, de los Ministerios,
de los Einsatzgruppen, al Alto Mando, a los defensores de la doctrina del
espacio vital, rehenes y por los crímenes en Auschwitz. Ninguno de los 14
implicados en el juicios a los Altos Mandos de la Wehrmarcht fue condenado a
muerte sino que sus condenas fueron conmutadas y puestos en libertad. En este
proceso sobresalió el mariscal de campo de la Luftwaffe Hugo Sperrle
(1895-1953) quien fue absuelto y en su foja de servicio estaba su participación
en el monstruoso bombardeo a la ciudad española de Guernika en abril de 1937.
En el juicio a los miembros de los grupos móviles de represión los
“Eisantzgruppen” a Franz Six (1909-1975) quien fue culpable del asesinato de
50.000 prisioneros y judíos soviéticos su condena a cadena perpetua fue
conmutada a 10 años prisión hasta ser liberado en septiembre de 1952. Por estos
“destacados” servicios fue incorporado a la red de espías Gehlen y al servicio
de inteligencia alemán.
Esa fue la base con la que se
constituyó la Alemania Occidental nacida el 23 de mayo de 1949 y estas
particularidades deben ser tenidas muy cuenta cuando estudia el origen de las
causas que llevaron a la división alemana después de la Segunda Guerra Mundial puesto
que su concreción fue el resultado de pasos progresivos y continuos dados por los
países vencedores que ocuparon la zona occidental de Alemania (Estados Unidos,
Inglaterra y Francia) sin importar en absoluto la situación en la otra zona de
ocupación liderada por la Unión Soviética. El primer paso en el origen de la
nación en la parte oeste fue la decisión conjunta de los Estados Unidos, Gran
Bretaña y Francia en septiembre de 1946 de unificar sus respectivas zonas de
ocupación. Ahí conoció el plan
norteamericano conocido como “Plan para la liquidación de las finanzas de
guerra y para la recuperación económica de Alemania”, “Plan
Colm-Dodge-Goldsmith" por ser éstos quienes lo diseñaron[6]. El segundo paso tuvo lugar en junio de 1948 cuando en la
zona occidental impusieron una reforma monetaria basada en el fortalecimiento
del marco alemán teniendo como punto de referencia el dólar norteamericano. Al
mismo tiempo incorporaron al sector Occidental al plan Marshall de los Estados
Unidos con el objetivo de reestablecer la economía alemana lo más pronto
posible para utilizarla como fuerza de contención contra la Unión Soviética,
ocupante de la zona oriental y como advertencia hacia todos los movimientos
socialistas y revolucionarios que emergían en Europa. Esto provocó en la zona
oriental un desbarajuste y una crisis financiera porque hizo caer el valor de
la moneda, con subida de precios, desabastecimiento, situación que fue forzada
para crear descontento y pánico en la población alemana que quedó bajo control
soviético. Esta reforma terminó por imponer definitivamente en la zona de ocupación
occidental de la economía capitalista en su versión liberal con la eliminación
de todos los controles y regulaciones puestas en vigor durante el fascismo. Los
acalorados debates sobre el nuevo orden económico que debía imperar en el
sector occidental ubicaban de manera bien precisa la necesidad de establecer
una economía socialista según el modelo del Partido Socialdemócrata Alemán. Los
Sindicatos de las Cuatro zonas de ocupación también eran partidarios de una
economía “dirigista” y planificada. En este mismo sentido se expresaba – quizás
para sorpresa de muchos – el Partido Demócrata Cristiano al afirmar que el
dirigismo y la planificación serán necesarios por un tiempo largo aunque
igualmente mantenía sus reservas en cuanto a los peligros que pueda causar a la
libertad de los individuos. El tercer y paso decisivo se dio en mayo de 1949
cuando directamente se funda la República Federal formándose un gobierno unilateral
y separado en la zona occidental, encabezado por Konrad Adenauer del partido Unión
Cristiana Democrática y que contó con todo el apoyo de las potencias
imperialistas quienes ya estaban abroquelados desde el mes de abril en la
Organización del Tratado del Atlántico Norte.
Las necesidades y urgencias del
imperialismo por detener el creciente poderío de la Unión Soviética por ser la
principal vencedora en la guerra, tuvieron como uno de sus objetivos
primordiales en reclutar la mayor cantidad de oficiales nazis para utilizarlos
en sus planes estratégicos como fuerza de choque contra los soviéticos en el
campo de la inteligencia y contrainteligencia interior y exterior como así
también llevarse a la mayoría de los científicos e investigadores dotados de altos
y amplios conocimientos científicos, con un gran formación técnica, preparación
y capacitación en temas de arJumamentos, química, física, matemáticas y la incipiente
tecnología de lanzamiento de cohetes (los que trabajaron en los proyectos de
los vectores V-1 y V-8 lanzados sobre Londres).
En cuanto a los juicios realizados
por los tribunales alemanes occidentales luego fueron una farsa y una
aberración jurídica de todo tipo porque bajo el estúpido argumento de la
pacificación y reconciliación, el gobierno de Adenauer liberó a la gran mayoría
de los criminales nazis que pertenecieron al gobierno y a las organizaciones
terroristas y fascistas que provocaron la Segunda Guerra Mundial y el
aniquilamiento de los pueblos de Europa donde las tropas nazis hicieron su
entrada a sangre, muerte y fuego. La lista de los condenados liberados por el gobierno
del bueno de Adenauer cuyas administraciones estuvieron repletas de miles de
nazis criminales de guerra, miembros de la Gestapo y de las S.S. podemos
nombrar a algunos de los más sanguinarios (entre paréntesis podemos nacimiento
y muerte para que vean todos los años que vivieron estos esperpentos genocidas):
Ø Albert Kesselring (1888-1960), mariscal de campo con
una foja de crímenes cometidos en las invasiones a Polonia, Francia, Unión
Soviética y en la ocupación de Italia. Fue indultado como en 1952 para que
pueda vivir tranquilo semejante caníbal.
Ø Erhard Milch (1892-1972), comandante de la Luftwaffe
durante la invasión a Noruega. Fue condenado a cadena perpetua pero fue
liberado en 1954.
Ø Erich von Mainstein (1887-1973), Mariscal de Campo,
asesino de 52.000 judíos de Kiev y 40.000 en Odesa. Condenado a 20 años de
prisión, fue liberado en 1953, gracias a una fianza pagada por militares
británicos que lo requerían para reestructurar la organización militar alemana.
Por esa razón, el gobierno alemán lo nombró asesor de las Fuerzas Armadas
Federales Alemanas con la misión de trabajar en la defensa de Europa Occidental
de la “amenaza soviética”.
Ø Hans Globke (1898-1973), funcionario del Ministerio
del Interior del nazismo, fue uno de los inspiradores de las leyes raciales de Nuremberg
sancionadas en 1935 y del programa del exterminio de los judíos europeos
conocido como la “solución final”. Esta basura, porque no se le puede dar otro
calificativo, fue durante 10 años Secretario de Estado del gobierno demócrata
cristiano de Adenauer.
Ø Hasso von Manteuffel (1897-1978), comandante del 3º
Ejército de Panzer durante la batalla de Berlín con una foja de crímenes
cometidos en territorio soviético que lo convirtió en un asesino de la peor
calaña. Prefirió rendirse a los norteamericanos que a los soviéticos porque
seguro que éstos lo fusilaban de inmediato. Solo estuvo en prisión dos años al
ser liberado en 1947 y lo más indignante de su horrenda historia fue la de
haber sido diputado al Bundestag entre 1953-1957 y la de ser recibido por el
presidente de los Estados Unidos, Dwight Eisenhower para que brinde
conferencias en el Pentágono y en la academia de West Point. Que mejor que un
nazi para educar a los militares norteamericanos en el anticomunismo y
antisovietismo en plena la guerra fría. Este nazi terrible fue diputado y uno
de los fundadores del nuevo ejército alemán.
Ø Karl Doenitz (1891-1980), Jefe de la Armada de Guerra
y sucesor de Hitler, fue liberado el 1º de octubre de 1956, al cumplir 10 años
de prisión impuesta por el tribunal de Nuremberg. Increíble que este genocida
se haya salvado de la horca.
Ø Konstantin von Neurath (1873-1956), Ministro de RREE y
"Protector" de Bohemia y Moravia. Fue condenado a 15 años pero fue liberado en 1954.
Ø Reinhard Gehlen (1902-1979), siniestro nazi jefe de la
contrainteligencia en el frente oriental durante la guerra. Luego fue promovido
por presión de los Estados Unidos para ser el Jefe de la inteligencia de la
nueva República Federal Alemana. Los norteamericanos lo reclutaron con
velocidad relámpago a través de la operación Paperclik para llevarse vivos a
los científicos alemanes especializados en armas de la más avanzada tecnología,
gracias a la cual 1.200 se pasaron al bando norteamericano. Fue ascendido al
rango de teniente general y primer jefe del servicio de espionaje alemán, el
BND. Participante activo de red terrorista Gladio para combatir el comunismo
cuyos miembros fueron nazis que protegidos por la OTAN escaparon el merecido
castigo por haber sido criminales de guerra.
Ø Walter Funk (1890-1960), Ministro de Economía. Fue condenado
a cadena perpetua pero fue puesto en libertad en 1957.
Ø Erich Raeder (1876-1960), Comandante en jefe de la Marina
de Guerra (Kriegsmarine), condenado a cadena perpetua fue liberado en 1955.
Ø Walter Warlimont (1894-1976), general de artillería
del alto mando de las fuerzas armadas de la Alemania nazi. Amnistiado en 1957
aportó sus conocimientos para la lucha contra a los soviéticos dado que fue uno
de los redactadotes de la orden de represión a los comisarios políticos durante
la guerra contra la Unión Soviética en el marco del Plan Barbarroja.
Ø Wilhelm List (1880-1971), comandante durante la
agresión a la Unión Soviética, este pobrecito fue otro de los criminales
absueltos en 1952 por la política de Adenauer.
Ø Adolf Heusinger (1897-1982). Ya nombrado más arriba
quien además de haber sido ser sido jefe militar de la OTAN, fue consejero del
canciller Konrad Adenauer. Un criminal nazi dando consejos sobre política
militar. Una maravilla de gobierno y muchos que proclaman admiradores del
“milagro alemán” todavía se atreven a decir de que en la otra Alemania se
implantó una “dictadura comunista stalinista”. ´
Ø Gunther Blumentrit (1897-1967). General de ejército
que participó en las invasiones a Polonia, Francia y la Unión Soviética. Solo
estuvo detenido 3 años y hasta se dio el lujo de participar como actor en la
película “El día más largo del mundo” en 1962.
Ø Baldur von Schirah (1874-1966). Fue jefe desde 1940 de
las juventudes hitlerianas y del distrito de Viena
Por supuesto que la lista sigue. Con
solo nombrar a estos jerarcas que se salvaron de ser ajusticiados como
correspondía porque la nueva Constitución prohibía la pena de muerte, es un
claro ejemplo sobre el tipo de gobierno que la propaganda imperialista atribuye
a Adenauer como el artífice del famoso “milagro alemán”. El verdadero milagro
producido en Alemania Occidental fue que miles de criminales nazis nunca
pasaron por los tribunales, nunca fueron juzgados, nunca fueron encarcelados y
tuvieron la maldita suerte de poder seguir viviendo tranquilamente, otros
viajando con inmunidad diplomática y otros tantos fueron funcionarios en
puestos de alta responsabilidad en aquel gobierno y nunca extraditaron a esos
criminales impunes a los países que los reclamaban para hacer justicia por los
inenarrables brutalidades que cometieron durante los años de la dictadura
hitleriana.
Es sabido que durante la guerra en
cada país conquistado por Alemania, los nazis crearon la propia Gestapo y
dentro de ella el departamento para la represión del comunismo, como ocurrió en
Checoslovaquia donde en el cuatro piso del Palacio Pestchek, estaba la famosa
sección II-A1 para combatirlo[7].
De ahí que, al finalizar la guerra los Estados Unidos se apresuraron para
capturar sanos y salvos a todos esos nazis capaces de brindar sus conocimientos
y experiencias en asuntos soviéticos, ya que debido al peso cada vez más
influyente que la Unión Soviética tenía en la Europa devastada por la guerra y
al crecimiento cada vez más importante de muchos partidos comunistas que
lucharon en la resistencia al fascismo, los necesitaban de forma urgente para
crear el mecanismo de contención que impidiera su rápida expansión por el
continente y por ende, por todo el mundo. Así es como protegieron
a miles de esos execrables e inmundos criminales de guerra y no sólo se cuentan
a los que se llevaron a los Estados Unidos sino a los que ubicaron dentro de la
nueva Alemania Federal en importantísimos cargos en el aparato estatal y de la
OTAN.
Y del mismo modo que el gobierno
alemán impulsó muchas conmutaciones en los ´50, hasta que finalmente decretó la
amnistía general de 1957, los gobiernos de Inglaterra, Francia y los Estados
Unidos se negaron a entregar a los nazis acusados de crímenes de lesa humanidad
que los tenían bajo su protección. La autoridades de Polonia reclamaron en vano
para juzgarlos por criminales de guerra a varios espantos del género humano
como Hermann Hofle (1911-1962), coordinador de la operación Reinhard que tenía
como fin la deportación y exterminio de los judíos polacos; tampoco a asesinos
tales como Heinz Auerswald (1908-1970) el comisario del distrito residencial judío
de Varsovia entre abril de 1941 hasta noviembre de 1942; al general de las SS
Erich von dem Bach-Zalewki (1889-1972) que ordenó la destrucción total de
Varsovia entre julio y agosto de 1944 y autor de asesinatos masivos durante la
invasión a la Unión Soviética.
Así como la democracia occidental de la
Alemania de Adenauer, sostenida por la OTAN y los 300 mil soldados
norteamericanos armados hasta los dientes, dejaba libres a muchísimos nazis
acusados por crímenes de guerra, el 17 de agosto 1956 el Bundestag declaraba
ilegal al Partido Comunista Alemán prohibiendo todas sus actividades justamente
a quienes fueron los principales enemigos y firmes luchadores de la resistencia
antifascista contra el gobierno de Hitler en la propia Alemania ya que fueron
los comunistas alemanes los primeros que llenaron las cárceles nazis desde el
30 de enero de 1933.
Además del Juicio de Nuremberg donde
fueron condenados los principales miembros del gobierno y de las fuerzas
armadas del nazismo por el tribunal internacional encabezados por países que
derrotaron a la Alemania fascista, se realizaron otros 9 juicios saber:
1) Juicio a Flick:
por el trabajo esclavo con los prisioneros de guerra
2) Juicio a la IG
Farben: por trabajo esclavo y crímenes contra la humanidad
3) Juicio Krupp: a
los industriales promotores del trabajo esclavo, la preparación para la guerra.
4) Juicio a los
Rehenes: por las masacres y matanzas cometidas en la invasión a los Balcanes
5) Juicio Ruusha: a
los defensores de la pureza racial y la doctrina del “espacio vital”.
6) Juicio
Einsatzgruppen: a los criminales de los asesinatos masivos realizados por los
grupos de la muerte de las SS.
7) Juicio a los
Ministerios: Juicio a funcionarios del estado fascista implicados en
atrocidades comentidas dentro de Alemania como en los territorios ocupados.
8) Juicio al Alto
Mando: juicio contra militares del ejército, de la Armada y de la Fuerza Aérea
culpables de crímenes de guerra.
9) Juicio a los
Jueces: realizado contra 16 abogados acusados de implantar el régimen jurídico
y legal de la dictadura hitleriana.
10) Juicio a los
Doctores: realizado contra 24 médicos por los cargos de conspiración, crímenes
de guerra y contra la humanidad y por los atroces experimentos realizados con
los prisioneros que terminaron matando a más de 300.000 en los campos de
concentración.
11) Juicio a Erhard
Milch: contra este mariscal del Ejército nazi por crímenes de guerra
12) Juicio a Pohl: el
realizado a los que crearon el programa para el exterminio de los judíos en
Europa conocido con el nombre de “solución final”.
En todos estos procesos judiciales
fueron acusadas 169 personas por crímenes de guerra, de los cuales apenas 25 (15%)
fueron ejecutados a la pena capital; 20 fueron absueltos (12%) y los demás 124
(el 78%) fueron liberados en diferentes años.
A los magnates alemanes que
financiaron el fascismo, a los que crearon la industria bélica y toda la
maquinaria militar que las fuerzas armadas nazis emplearon en la Segunda Guerra
Mundial, quedaron libres de toda culpabilidad. Así es como poderosos señores
del poder económico alemán industriales y terratenientes Junkers de la talla de
Siemens, Krupp, Thyssen, Bosch, Bayer, Daimler Benz,
quedaron completamente impunes de toda pena por su participación en la
fabricación de los armamentos utilizados para el exterminio de los pueblos que
atacaron los nazis y del uso de mano de obra esclava con los prisioneros en los
campos de concentración. Con la misma impunidad con que actuó con el nazismo,
el gobierno de Adenauer igualmente le garantizó la propiedad de sus empresas
para que sigan trabajando y hacer millonarios negocios. Entre los nazis devenidos
en grandes empresarios que se salvaron de la horca podemos mencionar el caso de
Hans Martin Schleyer, ajusticiado en octubre de 1977 por la banda terrorista de
ultraizquierda Fracción del Ejército Rojo. Este buen señor, un nazi de toda
calaña, que fue el último jefe de las SS
en Praga, era en ese año presidente de la patronal alemana y directivo de la Mercedes
Benz.
De los industriales alemanes que financiaron y facilitaron
la llegada de Hitler al poder y que tuvieron una participación preponderante en
la provisión de los instrumentos y métodos de exterminio de los prisioneros de
guerra y la población civil encarcelada de los países conquistados en la que
los judíos se llevaron la peor parte en los monstruosos experimentos realizados
por “médicos”, muchos de ellos que fueron declarados criminales de guerra,
todos los presidentes y directores de las empresas que estaban ubicadas en
Renania y en la zona industrial del Ruhr fueron liberados por los diversos
indultos del gobierno de Adenauer. Entre ellos podemos mencionar a Friedrich
Flick (1883-1972) que en los años sesenta dirigía 38 empresas con un capital de
600 millones de marcos. Alfred Krupp von Bohlen (1907-1967) quien controlaba su
grupo empresarial valuado en 2.000 millones de marcos de aquellos años, fue
beneficiado no solo con la amnistía sino que le levantaron la confiscación de
sus bienes y le restablecieron sus títulos honoríficos. Los fabricantes y
criminales creadores del terrorífico gas Zyklon B usado en las cámaras de los
campos de concentración primero contra prisioneros soviéticos y luego para los
asesinatos masivos producido por la firma IG Farben AG como los “señores”
Heinrich Bütefisch (1894-1969) y Fritz Ter Meer (1884-1967), ambos afiliados al
partido nazi y responsables de la muerte de 25.000 prisioneros sometidos a
trabajos forzados, fueron condecorados en los años sesenta con la cruz del
mérito de la República Federal Alemana. Ter Meer quedó libre en 1950 por su
“buen comportamiento” en la prisión destinado a criminales de guerra. También
podemos incorporar a esta lista al ilustre caballero de la dictadura hitleriana
fue Heinrich Lübke (1892-1972) constructor de tres campos de concentración (Leau,
Neustassfurt y Wolmirsleben) y ministros de agricultura entre 1953 y 1959 para
terminar su curriculum como presidente de la Alemania Occidental entre 1959 y
1969. El creador de las cámaras Walter Rauff (1906-1984) confeso responsable de
la muerte de 500 mil prisioneros, fue un protegido de Adenauer que escapó a la
justicia internacional porque su país nunca emitió ninguna orden de extradición
para ser juzgado.
Podemos seguir recordando a otras figuras
estelares de los gabinetes del Hermano Konrad que se destacaron por su
fanatismo nazi e instinto asesino como Thedor Oberlander (1905-1998), nombrado
Ministro de desplazados, refugiados y víctimas de la guerra: un genocida
atendiendo sobre los problemas que provocan las guerras. Estuvo en el frente
oriental reclutando a nacionalistas rusos, ucranianos y de los países Bálticos
para luchar contra la Unión Soviética. Cuando
Alemania Occidental entra a la OTAN en 1955 se crea el Ministerio de Defensa
que antes no existía porque se lo prohibían las normas que impusieron los
países vencedores de la Segunda Guerra Mundial pues no le permitían la tener
sus propias fuerzas armadas. El entonces ministro de transportes Hans Christoph
Seebohm (1903-1967) proclamaba en 1946 sin ningún empacho que se respete la
svástica por los miles de alemanes caídos en la guerra. Fue director de las minas
de Silesia durante la ocupación nazi de Checoslovaquia y llevó a cabo el plan
de arianización de la región de Karlovy Vary. A ellos se une el criminal de
guerra general Hans Speidel (1897-1984) por cuya foja de servicios en la
invasión a Francia y a la Unión Soviética, fue consejero militar del Canciller
Adenauer y luego fue nombrado con el apoyo substancial del imperialismo
norteamericano en el primer alemán en ser comandante en jefe del ejército de
tierra de la OTAN en Europa Central entre 1957 y 1963. el jefe
de la policía secreta Ernest Lemmer
Para
terminar el caso de la República Federal Alemana, debemos decir que el tan
renombrado “milagro económico” con el que se ensalza tanto la historia alemana,
como ejemplo para otros países, en realidad, ese tan mentado milagro, solo pudo
dar por obra y gracia que tenían las potencias imperialistas de que Alemania
vuelva a ser la potencia económica que llegó a constituir y que fue destruida
por la guerra. Las reparaciones de guerra y de la deuda acumulada fue reducida
a la mitad por el acuerdo de firmado en Londres el 27 de febrero de 1953 con lo
cual Alemania pudo reiniciar su desarrollo económico que implicaba también su
rearme como potencia militar. Significó un gran alivio la eliminación de los
grandes compromisos de deuda con sus acreedores porque no solo beneficiaba a
Alemania Occidental, sino también a los países capitalistas como Estados
Unidos, Gran Bretaña y Francia interesados en la pronta recuperación alemana en
la competencia ideológica en el marco de la guerra fría contra la Alemania
socialista.
2) Los juicios
en la Alemania Oriental
Ahora vamos a compararla con la
extinta República Democrática Alemana, de gloriosa memoria, que implantó una
política totalmente distinta pues aplicó con vigor y sin vacilación de ninguna
índole las leyes contra los asesinos nazis. Los datos obtenidos son de fuente
oficial correspondiente a publicaciones oficiales del extinto país. Es
imposible hallar información en internet y creo que eso es como ya dije más
arriba: a nadie le importa o le interesa saber qué pasó con esta nación y
mientras no se den a conocer nuevos datos acerca de la forma en que se castigó
al fascismo durante los años de su existencia, debemos contentarnos con estas
cifras y que además de ser publicaciones mundialmente conocidas que yo sepa
nadie las refutó.
En la ex Alemania Oriental, en el
período que va de mayo de 1945 hasta febrero de 1971 fueron llevados a juicio y
condenados 12.825 personas acusadas de crímenes de guerra y genocidio, de los
cuales 118 fueron sentencias a muerte, 231 a cadena perpetua, 5.088 a penas de
reclusión de más de tres años. Entre los condenados se encontraban esta gama
siniestra de bestias:
Ø
3.115 eran
culpables de crímenes contra luchadores antifascistas en el año 1933, de
crímenes en los campos de concentración del nazismo entre 1933 y 1945, de
asesinatos masivos de prisioneros de guerra o contra la población civil en los
territorios ocupados por las tropas alemanas.
Ø
2.426
fueron declarados culpables por haber servido al régimen nazi como delatores o
espías.
Ø
901 fueron
culpables por ser miembros del Reischssicherheisthauptamt - RSHA, la Oficina
Central de Seguridad del Reich Germano, de la Gestapo (la policía secreta del
Estado), del servicio de inteligencia nazi (Abwher), de las jefaturas y otras
estructuras del poder del fascismo alemán.
Ø
147 fueron
condenados por ser jueces y fiscales de los tribunales especiales y militares
de Hitler, del tribunal del Reich y del Volksgerichtshof ("tribunal
popular").
Ø
424 fueron
sentenciados por haber desempeñado funciones dirigentes de la industria
armamentista y de guerra del estado nazi.
Ø
77
funcionarios dirigentes del aparato central del Estado fascista.
Con estos datos se ve bien que fue
Alemania Oriental la que juzgó y condenó a los fascistas hitlerianos, a su
aparato de poder y a toda la base económica que le dio sustento y apoyo. Y lo
hizo durante 25 años después de terminada la guerra cumpliendo con implacable
justicia la advertencia que los gobiernos de la Unión Soviética, Estados Unidos
y Gran Bretaña hicieran a los oficiales y soldados alemanes y a los miembros
del partido nazi el 2 de noviembre de 1943 que todos aquellos que fueran
declarados culpables de crímenes de guerra serían irremediablemente castigados.
Esta declaración llevaba las firmas de Iosif Stalin, Franklin D. Roosevelt y Winston
Churchill, respectivamente jefes de Estados de la coalición antihitleriana y de
las futuras potencias vencedoras. Muchos de los más famosos criminales de guerra
y que fueron funcionarios del gobierno de Hitler, se rindieron a las potencias
occidentales porque a medida que el Ejército rojo avanzaba hacia Berlín, caer
en sus manos implicaba ser ejecutados en el lugar donde se los encuentren.
El estado que construyó la Alemania Democrática se
forjó con dirigentes que estuvieron y salieron de los campos de concentración
de Buchenwald, Dachau, Bergen Belzen, Bautzen y muchos otros y que fueron un
claro símbolo de la resistencia a la dictadura alemana. Porque quienes creen y
piensan que no hubo oposición al nazismo en la propia Alemania, podemos brindar
una pequeña cantidad de hombres que por el lugar que ocuparon y el papel que
desempeñaron son auténticos representantes de lo mejor del pueblo alemán que
cayó víctima del terror fascista, entre los que se destacan: los comunistas
Ernst Thälmann, John Schehr, Anton Saefkow y Theodor Neubauer; los
socialdemócratas Rudolf Breitscheid, Wilhelm Leuschner y Julius Leber; los
oficiales patriotas como el capitán general Ludwig Beck, el coronel Claus Graf
Schenk von Stauffemberg y el teniente Harro Schultze-Boysen; cristianos como el
prepósito capitular Bernhard Lichtenberg y el profesor de teología Dietrich
Bonhoeffer.
La antigua RDA no sólo juzgó, condenó y castigó con
dureza a los criminales nazis, sus socios y sus cómplices, sino que tomó
medidas terminantes que apuntaron a la destrucción de los fundamentos económicos
y políticos del capital monopolista que contribuyó a engendrar el nazismo.
Estas medidas que se tomaron resaltan principalmente en las grandes expropiaciones
a los criminales de guerra y a todos los nazis que habían creado la estructura
económica de la dictadura hitleriana con la ayuda de las potencias capitalistas,
especialmente de los Estados Unidos, Francia, Inglaterra y Suiza. Hacia el año
1948 las transformaciones en el área económica fue casi totalmente realizadas cuando
fueron expropiadas 9.281 empresas, de las cuales 3.843 eran industriales y de
ellas 38 fueron fábricas del consorcio Flick, 14 del consorcio Rütgers, 59 del
grupo de la industria eléctrica Siemens y AEG, 9 del consorcio Mannesmann y la
totalidad de las empresas del grupo petrolero Deutsche Erdöl-AG y de la minera
Mansfeld AG. Todas estas grandes empresas controlaban el 46,2% de la industria
básica, 42,6% de la elaboración de metales y el 37,5% de la industria liviana.
Junto a la modificación de la estructura de poder de las empresas industriales,
el nuevo gobierno de la Alemania Oriental realizó su propia reforma monetaria y
financiera como ser el cierre de los bancos capitalistas en julio de 1945 con
lo cual quedó liquidado el poder financiero del nazismo en la zona de ocupación
soviética. A modo de ejemplo podemos mencionar el plebiscito realizado en
Sajonia el 30 de junio de 1946 cuando se consultó al pueblo para que emita con
su voto si estaba de acuerdo o no que todos los bienes del partido nazi y de
sus organizaciones y las fábricas y empresas de los criminales de guerra,
dirigentes y defensores activos del partido nazi y del Estado nazi, como así
también las fábricas y empresas que
hayan servido para la perpetración de los crímenes de guerra y que fueron
entregados a la administración del land (estado) de Sajonia sean declarados sujetos
de expropiación y que pasen a ser propiedad del pueblo alemán. El resultado del
plebiscito fue contundente: el 77,6% votó favorablemente.
El sector oriental en donde se construyó la RDA fue
la zona más afectada y destruida por la Segunda Guerra Mundial en la que se
hallada la ciudad de Dresden horriblemente bombardeada por la aviación anglo
británico sin ningún objetivo militar que justificara semejante destrucción ya
que quedó en un 80% en ruinas y no era una ciudad que representara amenaza
alguna a las fuerzas armadas aliadas. Desde el punto de vista económico era la zona
menos desarrollada, con menos recursos energéticos y mineros y con puertos de
poco dragado.
En su corta,
pero riquísima historia, la RDA logró resolver numerosos problemas
fundamentales que ningún otro país capitalista logró jamás resolver: se</div> realizó la igualdad de derechos de los
ciudadanos, quedó garantizado el pleno empleo, la enseñanza y la medicina
gratuita, el acceso a la ciencia, la cultura y el deporte, a la habitación, a
los servicios sociales y al transporte público prácticamente gratuitos. Ningún
país capitalista ha otorgado la seguridad social que la RDA garantizaba a su
población bajo el socialismo, sin lujos, sin miserias, sin pobrezas y sin
explotar el trabajo de un solo obrero. La crítica que todos los enemigos le
hacían al gobierno de la Alemania Oriental era la de haber construido un estado
policíaco según el cual todos sus habitantes estaban bajo el estricto control
de los organismos de seguridad del estado y que por lo tanto la supuesta
libertad que proclamaban sus dirigentes era solo una fantasía, era una cuestión
ideológica para demostrar la superioridad política y moral del nuevo estado
socialista en tierra alemana. Estas críticas del campo imperialista que pueden
ser ciertas, olvidan como se controlaba y se sigue controlando a sus ciudadanos
el estado que se considera campeón mundial de las libertades y los derechos
humanos gracias al tremendo poder que tiene el FBI en los años donde la
persecución y represión a los “radicals” fue salvaje entre 1917 y 1972 hasta la
muerte de Edgar Hoover. Y ahora con la ley patriótica aprobada durante la
presidencia de George Bush (h) a raíz de los atentados del 11 de septiembre de
2001, los derechos y las enmiendas de la Constitución de los Estados Unidos que
garantizaban las libertades individuales como el más formidable ejemplo de país
libre en el mundo, han quedado totalmente sepultadas.
3) La demolición de la
República Democrática Alemana
El fin de la RDA
a partir del hecho simbólico marcado por el derrumbe del muro de Berlín el 9 de
noviembre de 1989, significó un acontecimiento de mucha mayor trascendencia
internacional no solo porque marcó el comienzo de la locomotora de la era de la
globalización capitalista en toda la línea, sino que se abrieron las puertas a
la contrarrevolución imperialista mundial que implicaron para el continente
europeo planes que engendros diabólicos como Bismarck y Hitler nunca hubiesen
imaginado. Esa globalización fue y sigue siendo en resumidas cuentas como lo
definió Henry Kissinger, un eufemismo para garantizar el dominio de los Estados
Unidos en el mundo. Con el proceso de reunificación que entró en vigencia el 3
de octubre de 1990, el imperialismo
alemán occidental se tragó a su vecina oriental, con lo cual dejó de existir en
el plano político, jurídico y geográfico, la décima potencia económica del
mundo cuya industria de alta calidad y tecnología estaba valuada en 650 mil
millones de marcos y dotada de excelentes cuadros profesionales en todas las
ciencias del saber. En la ex RDA, miles de
funcionarios, docentes, directores de empresas y científicos fueron barridos de
sus empleos, se instauró una feroz caza de brujas anticomunista y los antiguos
dirigentes del estado, del partido, de los servicios de seguridad y de las
fuerzas armadas fueron declarados enemigos públicos de la Alemania Unificada y
sometidos a juicios por espionaje contra su antigua enemiga. Lo peor de todo, fueron
los injustos procesos judiciales llevados contra los que efectuaron actos de
lucha y resistencia contra los nazis durante los años de la dictadura
hitleriana entre 1933 y 1945, y a los que, en su momento, juzgaron y condenaron
a los criminales de guerra a la hora de pagar su culpa por los horrendos
crímenes cometidos en la represión a la
oposición a Hitler y por los desastres que cometieron en la Segunda Guerra
Mundial.
En los territorios de la ex Alemania socialista, el
derrumbe de la economía fue total y los millones de marcos invertidos para la
reorganización estructural de la economía por la triunfante Alemania
capitalista no pudieron evitar ni el cierre de miles de empresas, ni el
desempleo masivo y lo más dramático fue la pérdida de todos los beneficios
sociales, económicos y políticos que el socialismo había otorgado a los
alemanes del este. Esto provocó que en la gran mayoría de ellos se apoderara el
abatimiento, la desolación, la desesperanza, la desesperación y el desaliento
por la falta de perspectivas presentes y futuras, cuadro servido en bandeja para
el resurgimiento de los grupos neofascistas con sus discursos y ataques
racistas y xenófobos.
El caso de la ex RDA, que nunca se toma en cuenta para
estudiar el impacto de la globalización en Europa, provocó los mismos
resultados desastrosos que en nuestros países de América Latina, donde la
privatización, la desregulación, la apertura, la nueva moneda y la corrupción
barrieron a las industrias, a las cooperativas agrícolas, a la educación
pública, a la ciencia y a los centros de investigación. Tampoco se la menciona
en informes de Naciones Unidas como si la reunificación hubiese sido un proceso
sin costos, sin sufrimientos, como algo normal y que a nadie hubiese afectado.
Se silencia por completo el brutal aniquilamiento de la ex RDA, que con todos
sus errores, fue un país que siempre brindó asilo político a los movimientos de
liberación nacional de América Latina, Asia y África y fue un firme bastión y
garantía de la paz en Europa gracias a sus poderosos misiles que tenían a raya
a los planes agresivos del imperialismo por medio de su brazo armado la OTAN.
Hoy muchos de los que en Latinoamérica son funcionarios de gobierno deben
agradecer a la RDA por brindarles ayuda y protección a sus vidas de las
dictaduras militares. Más de 5.000 ciudadanos chilenos perseguidos por la
dictadura de Pinochet encontraron su salvación gracias a la acción diplomática
de la RDA. Al mismo tiempo, muchos de sus hospitales atendieron a los
combatientes heridos en las guerras contra los países colonialistas por
independencia nacional. Esta ayuda internacionalista de la RDA era presentada
con toda desfachatez por los gobiernos de la OTAN y de los Estados Unidos como
acciones de fomento del terrorismo. Para el imperialismo internacional, la
destrucción de la RDA era el primer paso para promover la desaparición de los
países socialistas europeos y sus dos principales organizaciones
multinacionales: el Tratado de Varsovia, como expresión de su sistema defensivo
y el CAME, la estructura económica de cooperación y desarrollo.
La acción combinada de la República Federal Alemana
con Helmut Kohl a la cabeza, con ayuda de los Estados Unidos y toda la
diplomacia de Europa Occidental fueron creando el clima, que aprovechando los
sucesos de la caída del muro, la apertura de las fronteras, y de la propia
incapacidad de las autoridades de Alemania Oriental para controlar la situación,
a lo que suma la traición final de su más fiel aliada la ex Unión Soviética del
mayor traidor de la historia el señor Mijail Gorbachov (ahora devenido en
conferencista y predicador a sueldos de las fundaciones que en Occidente combatieron
con todo lo que tenían a la Unión Soviética), terminó por demolerla hasta que, el
último gobierno comunista alemán con lo poco que le quedaba, sin respuesta y
sin apoyo de ningún tipo, firmó la rendición y la capitulación definitiva. De
esa manera, los revanchistas alemanes pudieron aplicar sus planes
expansionistas en Europa que se pusieron en práctica con la destrucción de la
Federación Socialista yugoslava entre 1992 y 1999, donde los pueblos de este
país multiétnico y plurinacional se exterminaron entre sí y dividiéndose en
seis repúblicas separadas, incluyendo a Kosovo, que no es ni más ni menos que
una base militar de los Estados Unidos enclavada en el centro de Europa
siguiendo el modelo de la isla japonesa de Okinawa. A esto debemos agregar la
partición de Checoslovaquia en dos estados independientes a partir del 1º de
enero de 1993, cuando ya se había disuelto para siempre la Unión Soviética en
diciembre de 1991 cuyas 15 repúblicas pasaron a ser 15 países independientes.
Si Hitler soñaba con el corredor del Danzig allá en los años treinta, los
nuevos dirigentes alemanes pusieron su atención hacia los Balcanes en la
búsqueda de una salida al mar Mediterráneo, por lo cual, ellos fueron los
principales instigadores de la catastrófica guerra civil yugoslava al reconocer
al estado de Eslovenia e incitar a la guerra. No cabe duda que los viejos
criminales nazis derrotados en la Segunda Guerra Mundial y los grupos neonazis actuales
resurgidos disfrutaron como nunca de estos acontecimientos porque han logrado vengarse
de quienes los vencieron en mayo de 1945 y su júbilo ha sido tan grande porque
no se esperaban la desaparición tan rápida del socialismo europeo en 1989.
El revanchismo desatado en la Alemania capitalista
vencedora contra los principales dirigente de la antigua Alemania del Este sometiéndolos
a juicios indebidos, metiéndolos en las mismas cárceles en la que estuvieron
durante los años de resistencia al hitlerismo, el intento de juzgar a los ex
integrantes de los gobiernos de la RDA como criminales es una aberración jurídica
jamás vista y como no pudieron demostrarles nada, como no pudieron acusarlos de
nada a nadie, tuvieron que dejarlos en libertad, pese a soportar varios años de
encierro en esas cárceles fascistas.
Vale una reflexión más acerca de la historia de esta
nación. La historia siempre echó todas las culpas y toda la responsabilidad de
la construcción del muro de Berlín al gobierno comunista alemán que decidió
levantarlo tras consultar con las autoridades soviéticas. Todo el mundo puso el
grito en el cielo porque “Alemania quedó dividida” y a ese muro lo llamaron “el
muro de la vergüenza”, el “muro de la infamia”. Pero ¿cuál fue la verdadera
vergüenza? ¿Cuándo quedó dividida Alemania? Los culpables de toda esta división
política y geográfica la tienen quienes en mayo de 1949 impulsaron la división
del territorio alemán con la creación unilateral de la República Federal en la
parte Occidental que ocupaban Estados Unidos, Francia e Inglaterra, quienes de
esa manera borraron descaradamente sus compromisos firmados en Postdam (que
garantizaba la unidad territorial alemana) y sin consultar a la parte soviética
y así pasaron de ser aliados circunstanciales motivados por la guerra a
convertirse en temibles enemigos durante esos cuarenta y cinco años. Esa fue la
auténtica división, esa fue la verdadera y única vergüenza. Ahí tienen que
buscar el origen de todo lo que vino después por que al terminar la guerra y
consumada la fundación de la República Federal, las potencias imperialistas
rechazaron todas las propuestas de la parte oriental dominada por la Unión
Soviética, de volver a tener un estado unificado, renunciando Alemania Oriental
al pacto de Varsovia, manteniendo su neutralidad. Ni eso aceptó el gobierno de
Adenauer y lógicamente el de Estados Unidos y la OTAN en pleno. Claro como
ahora la RDA no existe, cualquiera puede salir a decir cualquier cosa y
prácticamente ya nadie se atreve a levantar el puño en defensa de esta nación
cuyos logros y éxitos son ocultados, silenciados, como si nunca hubiera
sucedido.
Los planes para la demolición de la RDA existieron
siempre y en agosto de 1961 se puso en marcha el plan X destinado a derrocar el
poder popular cuyo gobierno se había atrevido a extirpar las bases políticas,
económicas, sociales e ideológicas del fascismo, mandando a la tumba a
centenares de criminales nazis, expropiando a los terratenientes, Junkers,
banqueros, financieras y a los poderosos industriales que facilitaron la
llegada al poder de Hitler y su posterior máquina de guerra militarista. El
gobierno de la Alemania Occidental y sus aliados de la OTAN no podías permitir
semejantes actos de independencia y soberanía en el país de los “Herrvolks”. Sería
muy interesante que desclasifiquen los documentos de las potencias que deseaban
ansiosamente demoler a la RDA y que motivaron la contundente respuesta del
gobierno comunista de construir dicho muro. Además de los problemas internos
propios de la construcción de una sociedad sobre nuevas bases con los errores
graves que esto acarrea, los imperialistas no se pueden hacer los desentendidos
y los sorprendidos por la decisión tomada por la RDA de defenderse, frente al
bloqueo económico impuesto por Occidente y el drenaje de ciudadanos del este al
oeste. Sin embargo, en todos los libros de historia el análisis de las causas
que motivaron el surgimiento del muro de Berlín siempre recaerá en el gobierno
comunista de la Alemania Oriental y nunca en la política de la OTAN que buscó
la destrucción de la RDA.
Del basurero de la historia aparecen los revanchistas
que vuelven a cuestionar las fronteras occidentales de Polonia, los acuerdos de
Yalta y de Postdam, alientan a grupos neonazis y neofascistas, que como ocurre
en Francia con el Frente Nacional de Le Pen, en Grecia con los nuevos neonazis
legalmente autorizados para desarrollar sus actividades racistas, en Holanda
donde existe un excecrable neonazi y xenófobo el señor Beert Wilders que vomita
un odio exasperente contra todos lo que son inmigrantes y contra aquellos que
profesan la religión musulmana cuyo discurso tiene la amplia simpatía del gobierno
de Israel por sus constantes ataques a las personas que profesan el islam; o en
la República Checa, donde se le da participación plena en el gobierno a los
dirigentes neonazis como ocurrió en Austria, se proclaman los nuevos campeones
y defensores de los valores democráticos. Así está la vieja y podrida Europa en
medio de una espantosa crisis económica, política y social sin antecedentes en
su historia como lo reflejan voces autorizadas de la Unión Europea. Ahora todos
al unísono rechazan los resultados y los alcances de la victoria de los aliados
en la Segunda Guerra Mundial sobre el fascismo hitleriano, siguen negando el exterminio
judío y de todos los pueblos invadidos sobre todo del pueblo soviético y sus 27
millones de muertos, los campos de concentración y reivindican a quienes
perpetraron la mayor masacre de la historia. En este marco, el día que se
escriba la nueva historia deberá ser recordada y nunca olvidada la RDA que hizo
auténtica justicia con los asesinos nazis y sus cómplices.
También se debe reconocer que la desaparición
geográfica, política y jurídica de la RDA y las causas internas de su fracaso
como el abuso de poder, la falta de libertades y de pensamiento, la creación de
un especie de estado policíaco que vigilaba la vida y la acción de sus
ciudadanos, es completamente incompatible con los ideales de libertad,
fraternidad e igualdad que sus principales dirigentes proclamaban en sus
discursos, poniendo el acento en todos sus discursos las ventajas y la
superioridad material y técnica del socialismo sobre el capitalismo, y sin
embargo, no pudieron demostrarlo. Aún así no estamos caminando el último camino
porque los pueblos tienen el derecho de seguir aspirando a transformar el mundo
tarde o temprano. Y seguir defendiendo a una pequeña nación que intentó cambiar
el curso de la historia, con todos esos errores marcados, debe sostenerse en
alto la lucha por un mundo mejor. El fracaso de la RDA debe servir como una
enseñanza aleccionadora para las fuerzas revolucionarias que aspiran a construir
otro mundo de vida en el que se haga realidad el paso de la sociedad del reino
de la necesidad al verdadero reino de la libertad del que Karl Marx hablaba en
el tercer tomo de El Capital. Claro que ahora los revanchistas pro
imperialistas alemanes pueden proclamar llenos de alegría que el orden rige en
Berlín.
Los cuarenta
años de existencia de la RDA, y los demás estados socialistas de Europa,
incluyendo por supuesto a la Unión Soviética, como así también los años del
Chile de Salvador Allende, la Nicaragua Sandinista y la demolición de la
Jamarhiya Libia (última obra macabra del imperialismo), son una muestra
irrefutable de que todas estas experiencias deberán ser tenidas muy en cuenta
por todo tipo de organizaciones, partidos y frentes que, por la vía electoral o
por la vía armada, quieran plantar seriamente una alternativa definitiva al
capitalismo salvaje porque el poderío del imperialismo sigue siendo una fuerza temible
para las nuevas naciones que proclamen triunfantes sus revoluciones si es que
llegan a la conquista del poder político ya que las fuerzas imperialistas no
vacilarán en utilizar todas sus reservas para aplastarlas. En el caso del
nacimiento, desarrollo y desaparición de la República Democrática Alemania y
que fue el motivo principal de este escrito, el veredicto final que le dará la
historia es que seguramente será absuelta de culpa y cargo.
AnexoI: Carta
abierta a Konrad Adenauer
Berlín,
23 de enero de 1960
Al
Presidente del CDU/CSU Sr. Dr. Konrad Adenauer, Bonn
El paso de la guerra fría a la coexistencia pacífica, que ha empezado a entreverse en la política mundial, y la necesidad de que precisamente nosotros, los alemanes, aportemos una contribución a la disminución de la tensión internacional, me inducen a escribirle.
Nunca
me hice ilusiones —lo reconozco sinceramente— en cuanto a su política y a los
objetivos del Gobierno que usted dirige. Desde que las fuerzas políticas
gobernantes de Alemania occidental, dirigidas por usted, crearon el sistema
monetario independiente, fundaron el Estado de las zonas occidentales e
iniciaron el rearme, las nubes de una desgracia nacional se ciernen sobre
Alemania.
Ya en el año 1950, nosotros le propusimos crear un consejo alemán y elaborar un tratado de paz, porque este es el único camino para la reunificación. Lamentablemente, ya entonces usted rechazó la preparación conjunta de elecciones libres y democráticas para toda Alemania, porque creía poder anexionar a la República Democrática Alemana mediante el rearme y una política de presión militar.
A nuestras proposiciones para la solución pacífica del problema alemán, usted contestó con un golpe de Estado, firmando arbitrariamente los Tratados de París, con los cuales incorporó a Alemania occidental a la OTAN y dividió Alemania.
Ya en el año 1950, nosotros le propusimos crear un consejo alemán y elaborar un tratado de paz, porque este es el único camino para la reunificación. Lamentablemente, ya entonces usted rechazó la preparación conjunta de elecciones libres y democráticas para toda Alemania, porque creía poder anexionar a la República Democrática Alemana mediante el rearme y una política de presión militar.
A nuestras proposiciones para la solución pacífica del problema alemán, usted contestó con un golpe de Estado, firmando arbitrariamente los Tratados de París, con los cuales incorporó a Alemania occidental a la OTAN y dividió Alemania.
En
los últimos años, y particularmente en el año pasado, los dirigentes del
CDU/CSU (Unión Cristiano-demócrata/Unión Cristiano-social. Nota del traductor)
han sacrificado todas las posibilidades para la reunificación de Alemania y
para la disminución de la tensión internacional, a su política miope —permítame
decírselo— de revancha y rearme. Usted ha rechazado todo lo que podía
contribuir a la salvaguarda de la paz. Para usted no habrá pasado inadvertido,
que esta política ha conducido a un creciente aislamiento de Alemania occidental.
Naturalmente,
yo no le escribo, porque me preocupe el aislamiento internacional de su
régimen. Usted tampoco lo espera de mí. Pero como usted y la dirección de su
Partido ejercen hoy todavía el poder en Alemania occidental, tengo que dirigirme
a usted. Lo hago porque quiero aprovechar todas las oportunidades para
inducirles a usted y a los miembros de su Partido a apartarse del camino que
han emprendido, un camino extremadamente peligroso para los intereses nacionales
del pueblo alemán y para la paz de Europa.
El
discurso de su ministro Strauss en la OTAN, me incitó a escribir esta carta.
Ese discurso coincide plenamente con el concepto político, expuesto por usted
en su introducción al informe sobre las actividades de su Gobierno, en el año
1959. Apenas ha logrado nuestro pueblo sobreponerse a la catástrofe de la
guerra hitleriana, cuando el Gobierno de la República Federal conduce de nuevo
al Estado germano-occidental por el viejo camino. En el fondo, su Gobierno
plantea al Ejército germanooccidental las mismas tareas, que en sus tiempos
fueron planteadas a la Wehrrnacht. ¿Es tan difícil llegar a la conclusión de
que la política de los círculos gobernantes militaristas, que fracasó en dos
guerras mundiales, en el período actual puede terminar sólo con una catástrofe
aún más terrible?
Sería
verdaderamente inútil que tratáramos de convencernos mutuamente sobre la
justeza de nuestros fines políticos. Pero yo quisiera creer, que no es del todo
imposible conseguir un determinado acercamiento, por lo menos en algunos
problemas fundamentales que atañen a todos los alemanes. Me refiero, por ejemplo, a la existencia actual y
futura de la nación alemana, que, debido a su política, se encuentra en
peligro. Y, ante todo, me refiero a la cuestión de una guerra nuclear en suelo
alemán, que todos los alemanes sensatos deben estar interesados en impedir,
independientemente de sus ideas políticas o del partido a que pertenezcan. Me
resisto todavía a creer, que usted —como lo hacen algunos de sus más íntimos
colaboradores— haya incluido conscientemente en su política la guerra nuclear
en suelo alemán, lo cual significa, entre otras cosas, el exterminio físico de
una gran parte de la población germanooccidental; ello sería obrar como Hitler,
quien lo había «calculado todo», incluido, como usted sabe, el ocaso del
pueblo alemán.
Considero que se debe hacer todo lo posible, para evitar que Alemania sea, por tercera vez, el punto de partida de una guerra mundial.
Considero que se debe hacer todo lo posible, para evitar que Alemania sea, por tercera vez, el punto de partida de una guerra mundial.
Usted
me contestará que no desea la guerra. Es posible. Anteriormente muchos
dirigentes políticos afirmaron lo mismo. Hasta Hitler sostenía la opinión de
que, paso a paso y sin guerra, podría someter al dominio del militarismo y el
fascismo alemanes a un país tras otro.
Es una contradicción, hablar de paz y acelerar el armamento atómico en Alemania occidental. Las experiencias del pueblo alemán enseñan que un rearme, que se lleva a cabo con fines revanchistas, conduce a conflictos cada vez más graves y a la guerra. Pero esta vez no se trata de una guerra, que pueda ser comparada con las anteriores.
Es una contradicción, hablar de paz y acelerar el armamento atómico en Alemania occidental. Las experiencias del pueblo alemán enseñan que un rearme, que se lleva a cabo con fines revanchistas, conduce a conflictos cada vez más graves y a la guerra. Pero esta vez no se trata de una guerra, que pueda ser comparada con las anteriores.
El
rearme de Alemania occidental y —como consecuencia de la política revanchista—
las inevitables provocaciones bélicas desde el territorio germanooccidental,
significan, que ese país, al igual que un imán, atraería hacia sí un inevitable
contragolpe. Esto equivaldría al aniquilamiento de una gran parte del pueblo
alemán. Lo que su ministro de la Guerra,
Sr. Strauss, dijo, el 16 de diciembre de 1959, en la Conferencia de Ministros
de la OTAN, con respecto a esta cuestión decisiva, confirma los temores más
graves. El Sr. Strauss declaró en París, al exigir armas atómicas para el
Ejército de la OTAN germanooccidental y el almacenamiento de artefactos
explosivos nucleares en el territorio del país: «Nosotros estamos dispuestos,
pese a la gran densidad de población de la República Federal... a llevar la
carga que esto representa y a responder ante nuestro propio pueblo por los
riesgos que resulten de ello.» Siguiendo
las indicaciones del Sr. Strauss, el Estado Mayor del Ejército
germanooccidental elabora ya planes para la evacuación de millones de
ciudadanos germanooccidentales. Esto es una locura, pero caracteriza los
métodos, Sr. Adenauer.
¿Puede
creerse que ésta sea también su concepción, Sr. Adenauer?
¿Está
usted realmente dispuesto a asumir, ante el pueblo alemán, la responsabilidad
por el exterminio de una gran parte de la población germanooccidental, en una
guerra nuclear, que se desarrollaría sobre suelo alemán? ¿Ha calculado usted todo en sus planes políticos, como
su señor ministro de la Guerra?
Me
gustaría recibir una respuesta clara a esta pregunta, y considero que todos los
alemanes del Este y el Oeste, tienen el derecho de exigirle a usted una
contestación precisa e inequívoca.
Pero no venga usted una vez más con argumentos tan absurdos, como, por ejemplo, que Alemania occidental necesita el rearme atómico, porque está amenazada, porque quiere evitar una guerra atómica, con ayuda de bombas atómicas. Nadie amenaza a Alemania occidental. Y nadie en el mundo cree, que se halle amenazada por la Unión Soviética o la RDA. Si usted mismo lo creyera, entonces podría aprovechar la posibilidad y apoyar los planes de desarme general y completo, que el Primer Ministro N. S. Jruschov expuso en la Asamblea general de las Naciones Unidas. Además, a través de su participación en la elaboración de un tratado de paz con Alemania, podría proponer que se crearan garantías internacionales para el futuro pacifico del país. Pero, lejos de ello, usted es el único Primer Ministro de Europa que presenta exigencias revanchistas y fronterizas.
Pero no venga usted una vez más con argumentos tan absurdos, como, por ejemplo, que Alemania occidental necesita el rearme atómico, porque está amenazada, porque quiere evitar una guerra atómica, con ayuda de bombas atómicas. Nadie amenaza a Alemania occidental. Y nadie en el mundo cree, que se halle amenazada por la Unión Soviética o la RDA. Si usted mismo lo creyera, entonces podría aprovechar la posibilidad y apoyar los planes de desarme general y completo, que el Primer Ministro N. S. Jruschov expuso en la Asamblea general de las Naciones Unidas. Además, a través de su participación en la elaboración de un tratado de paz con Alemania, podría proponer que se crearan garantías internacionales para el futuro pacifico del país. Pero, lejos de ello, usted es el único Primer Ministro de Europa que presenta exigencias revanchistas y fronterizas.
Ni
la Unión Soviética ni la República Democrática Alemana, ni ningún otro país de
democracia popular han presentado exigencia alguna con relación a las fronteras
o al régimen político de Alemania occidental, mediante ataques desde el
exterior. Es un asunto interno de la población germanooccidental, y ella misma
deberá determinar su sistema económico y estatal.
Pero como el CDU/CSU, dirigido por usted, lucha por demandas revanchistas y exige que sean anuladas las decisiones de los Acuerdos de Potsdam, Alemania occidental se ha convertido en la principal perturbadora de la paz en Europa y en el mundo. Al presentar exigencias revanchistas, hablar de la «liberación de los países del este» y, al mismo tiempo, llevar a cabo el rearme acelerado, usted nos hace recordar los métodos empleados por los círculos gobernantes de Alemania de 1933 a 1939.
Pero como el CDU/CSU, dirigido por usted, lucha por demandas revanchistas y exige que sean anuladas las decisiones de los Acuerdos de Potsdam, Alemania occidental se ha convertido en la principal perturbadora de la paz en Europa y en el mundo. Al presentar exigencias revanchistas, hablar de la «liberación de los países del este» y, al mismo tiempo, llevar a cabo el rearme acelerado, usted nos hace recordar los métodos empleados por los círculos gobernantes de Alemania de 1933 a 1939.
Sr.
Dr. Adenauer, usted ha declarado muchas veces, que está por el desarme. Yo le
tomo la palabra.
Usted sabe, que el Gobierno soviético, por intermedio del Primer Ministro Jruschov, presentó en la Asamblea general de las Naciones Unidas una proposición sobre el desarme general y completo. En consonancia con esta proposición, la Unión Soviética dio el ejemplo, disminuyendo unilateralmente en una tercera parte sus fuerzas armadas. En un momento, en que los estadistas dirigentes analizan la cuestión del desarme general y completo y dan importantes pasos para llevar a cabo el desarme y eliminar las bases militares extranjeras ¿no sería oportuno que precisamente Alemania tomara la iniciativa en la cuestión del desarme? ¿No sería una dicha para nuestro pueblo, el que ambos Estados alemanes acordaran llevar a cabo el desarme? ¿Cuál sería el resultado? El pueblo alemán viviría en paz. Gracias a sus capacidades, lograría grandes progresos en el trabajo pacífico y por lo tanto, un nivel de vida más alto. Cuando, de esta manera, acabáramos con el pasado, desarrollaríamos las relaciones amistosas con todos los pueblos y Estados. Para nuestros dos Estados alemanes, situados en el centro de Europa occidental, el camino más corto para la reunificación, es el del desarme y la conclusión de un tratado de paz.
Usted sabe, que el Gobierno soviético, por intermedio del Primer Ministro Jruschov, presentó en la Asamblea general de las Naciones Unidas una proposición sobre el desarme general y completo. En consonancia con esta proposición, la Unión Soviética dio el ejemplo, disminuyendo unilateralmente en una tercera parte sus fuerzas armadas. En un momento, en que los estadistas dirigentes analizan la cuestión del desarme general y completo y dan importantes pasos para llevar a cabo el desarme y eliminar las bases militares extranjeras ¿no sería oportuno que precisamente Alemania tomara la iniciativa en la cuestión del desarme? ¿No sería una dicha para nuestro pueblo, el que ambos Estados alemanes acordaran llevar a cabo el desarme? ¿Cuál sería el resultado? El pueblo alemán viviría en paz. Gracias a sus capacidades, lograría grandes progresos en el trabajo pacífico y por lo tanto, un nivel de vida más alto. Cuando, de esta manera, acabáramos con el pasado, desarrollaríamos las relaciones amistosas con todos los pueblos y Estados. Para nuestros dos Estados alemanes, situados en el centro de Europa occidental, el camino más corto para la reunificación, es el del desarme y la conclusión de un tratado de paz.
¿Qué
le parece, si ambos Estados alemanes celebraran un plebiscito sobre el desarme
general y completo y la conclusión de un tratado de paz, sobre la base de la
Carta de las Naciones Unidas?
Lamentamos profundamente, que usted, Sr. Adenauer, emplee tantas energías en llevar a cabo el rearme, declarando al mismo tiempo que está por el desarme.
Lamentamos profundamente, que usted, Sr. Adenauer, emplee tantas energías en llevar a cabo el rearme, declarando al mismo tiempo que está por el desarme.
¿Por
qué acelera entonces el rearme y obstruye las negociaciones entre las grandes
potencias, para la preparación de una Conferencia en la cumbre? ¿Por qué no está usted dispuesto a renunciar al
armamento atómico en Alemania occidental? ¿Por
qué no respeta usted el derecho democrático del pueblo de pronunciarse en un
plebiscito libre en contra del rearme atómico? ¿Por qué se opone usted al cese
de la carrera armamentista? ¿Por qué no está usted dispuesto a concluir un
acuerdo entre ambos Estados alemanes, sobre los efectivos militares, el
armamento y lugar de estacionamiento de las fuerzas armadas? Usted invoca su fe cristiana. Pero ¿acaso no
corresponde a la doctrina cristiana la renuncia al empleo de la fuerza y la
conclusión de un acuerdo entre ambos Estados alemanes, que garantizara esa
renuncia? Para nosotros es muy grave el
hecho, de que usted no se muestre en absoluto dispuesto a colaborar en una
aportación alemana para el mantenimiento de la paz y para el mejoramiento de
las relaciones internacionales en Europa. Si
usted quiere la paz, como dice, entonces es absurdo preparar a las tropas
germanooccidentales para una guerra contra el este e instalar armas nucleares
en territorio germanooccidental. Si usted no desea realmente una guerra nuclear
en territorio alemán, demuéstrelo con hechos y haga lo posible para que sean
retiradas de él toda clase de armas atómicas y de hidrógeno. En este caso no se
puede creer en palabras piadosas, lo único que vale son los hechos.
Desde
hace diez años, usted practica la guerra fría y, a través de un trabajo de zapa
en la RDA y de la preparación de una guerra civil en Alemania, espera que se le
presente la ocasión para iniciar, mediante un ataque por sorpresa, un avance
militar hacia el este. Usted no puede negar, que no ha alcanzado los objetivos
de la guerra fría. Porque éstos no se pueden alcanzar. La población de la República
Democrática Alemana está orgullosa del trabajo realizado en diez años y
defiende firmemente su obra, el primer Estado obrero y campesino de Alemania.
De la lucha histórica entre las fuerzas
reaccionarias y las fuerzas progresistas de Alemania, han surgido dos Estados.
Uno de los Estados representa las tradiciones del militarismo alemán y la política revanchista.
El otro representa las mejores tradiciones humanistas del pueblo alemán y la realización de los objetivos del movimiento obrero alemán, que fue fundado bajo la dirección de Marx, Engels, Bebel y Liebknecht.
Uno de los Estados representa las tradiciones del militarismo alemán y la política revanchista.
El otro representa las mejores tradiciones humanistas del pueblo alemán y la realización de los objetivos del movimiento obrero alemán, que fue fundado bajo la dirección de Marx, Engels, Bebel y Liebknecht.
En
la dirección de su Partido, el CUU/CSU, deciden las fuerzas del capital
financiero alemán, mientras el Partido Socialista Unificado de Alemania es el
Partido de la clase obrera y, en alianza con el campesinado, los
intelectuales, los artesanos y los comerciantes, ha llevado a cabo la unión de
todas las fuerzas pacíficas y progresistas dentro del Frente Nacional de la
Alemania Democrática.
No quiero discutir con usted sobre cuál es el Estado alemán legítimo, es decir el Estado que representa los verdaderos intereses nacionales del pueblo alemán. El Estado alemán legítimo puede ser sólo el que, en el espíritu de la coalición antihitleriarna, lucha contra el renacimiento del militarismo y fascismo alemanes y hace posible la reunificación de nuestra patria, mediante la conclusión de un tratado de paz.
No quiero discutir con usted sobre cuál es el Estado alemán legítimo, es decir el Estado que representa los verdaderos intereses nacionales del pueblo alemán. El Estado alemán legítimo puede ser sólo el que, en el espíritu de la coalición antihitleriarna, lucha contra el renacimiento del militarismo y fascismo alemanes y hace posible la reunificación de nuestra patria, mediante la conclusión de un tratado de paz.
Comprendo
perfectamente su deseo, de que no exista la RDA. Pues el hecho de su existencia
es para usted y sus correligionarios el mayor obstáculo para continuar la vieja
política de conquistas y rapiña del imperialismo alemán, como usted lo hubiera
querido. Pero también usted debería
saber, que no tiene ningún sentido negar los hechos que todos pueden ver y de
cuya existencia puede convencerse cualquiera. No creo que usted sea tan
insensato como para afirmar, que una roca, contra la que usted acaba de darse
de narices, no existe. Para existir, esa roca tampoco necesita ser reconocida
por usted. Su Gobierno emplea millones de marcos para enviar bandas de espías y
criminales a la RDA y para organizar en ella actos criminales. Por lo visto eso
no pesa sobre su conciencia cristiana.
Su
afirmación de que usted no puede negociar con la RDA, porque de esta forma
apoyaría una «teoría inadmisible de la existencia de dos Estados» carece de
fundamento. No se trata de ésta o la otra teoría, sino del hecho de que, como
resultado de la guerra hitleriana y de la lucha por la liquidación del
militarismo y el fascismo, en Alemania han surgido dos Estados. Si usted rechaza las negociaciones con la RDA, es sólo
porque quiere tener las manos libres para una agresión militar, o sea para una
guerra. Conocemos los planes de su ministro de la Guerra de acelerar el
armamento atómico e iniciar una guerra relámpago contra la RDA. Usted sabe tan bien como yo, que en las maniobras, que
en 1959 tuvieron lugar en Alemania occidental, los ejercicios se realizaron con
este objetivo. Los dirigentes de los partidos políticos de Alemania occidental
conocen también esta concepción militar, si bien por temor a usted, sólo hablan
de ello en círculos íntimos. Estos planes de guerra son ¡os que le han inducido
a usted a dirigir el fuego de sus ataques contra la preparación de la
conferencia en la cumbre.
Usted
no puede esperar que, en este estado de cesas, podamos creerle en lo más
mínimo, cuando habla de paz en sus discursos y declaraciones, mientras que sus
hechos dicen lo contrario.
De ese empleo abusivo de la palabra paz, el pueblo alemán, muy a pesar suyo, tiene ricas experiencias. Usted recordará todavía, que también el régimen de Hitler, cuanto más aceleraba el rearme y más se acercaba el día de la invasión a otros países, tanto más hablaba del amor a la paz. Cuando creyó hallarse en la cumbre ce sus éxitos, Hitler renunció a su receta. Estoy seguro de que usted la conoce. La receta hitleriana decía lo siguiente:
De ese empleo abusivo de la palabra paz, el pueblo alemán, muy a pesar suyo, tiene ricas experiencias. Usted recordará todavía, que también el régimen de Hitler, cuanto más aceleraba el rearme y más se acercaba el día de la invasión a otros países, tanto más hablaba del amor a la paz. Cuando creyó hallarse en la cumbre ce sus éxitos, Hitler renunció a su receta. Estoy seguro de que usted la conoce. La receta hitleriana decía lo siguiente:
Primero
hablar sólo de paz, para imponer el rearme; perseguir a la oposición o
debilitarla, de tal forma que no pueda jugar ningún papel; desarrollar la idea
de revancha, propagar los objetivos inmediatos de g conquista, unidos a las
afirmaciones, de que estos objetivos deben ser alcanzados por vía pacífica;
finalmente, cuando el rearme haya sido casi concluido, preparación sicológica
para el empleo de la fuerza y para la guerra.¿No considera usted también, Sr.
Dr. Adenauer, que su régimen ha adoptado esta receta sin ningún pudor?
Primero
hablaba usted de paz, y hasta expresaba el deseo de que se le paralizara el
brazo a aquel que empuñara de nuevo un arma. Después inició febrilmente el rearme, acompañado de discursos de paz;
no obstante, al principio rechazaba indignado la idea del pertrechamiento atómico
del Ejército de la OTAN germanooccidental. Después
siguió la política del armamento atómico, unida a la prohibición del Partido
Comunista Alemán y a la prohibición y persecución de numerosas organizaciones
democráticas.
A
la par con esto se desarrollaban las ideas revanchistas y se propagaban fines
de conquista, acompañados de la aseveración solemne de que éstos pensaban
lograrse sólo con medios pacíficos. ¿Quién puede tomar en serio sus promesas?
Y cuanto más cerca está la terminación de su
programa armamentista —prevista para finales de 1961 o para 1962— tanto más se
recrudece en Alemania occidental, bajo su régimen y con su participación
personal, el terror político contra todos los partidarios de la paz y contra
los enemigos de la guerra atómica, y se intensifica la preparación sicológica
de la población germanooccidental, para pasar abiertamente al empleo de la
fuerza, es decir, a la guerra de revancha, preparada sistemáticamente. Es lógico, que su política revanchista vaya unida al
desarrollo de la ideología fascista de odio racial y antisemitismo. Sé que
usted está en contra de la cruz gamada. También están en contra de ella los
antiguos oficiales de Hitler, porque bajo este símbolo Alemania fue conducida
a la derrota. Naturalmente, que usted
prefiere otro símbolo, que no esté tan desacreditado. Pero no es esto lo
esencial. Es inevitable, que muchas gentes en Alemania occidental, que no han
sabido entender las sutilezas de su táctica, alentadas por su política de
revancha muestren ya ahora sin disimulo el verdadero rostro del militarismo
alemán y su odio racial. Si tomamos en consideración que esa política suya es
llevada en gran parte por personas, que ya la practicaron una vez dirigidas por
Hitler, entonces no debe extrañarle, que no sólo los ciudadanos de la RDA, sino
también muchos otros pueblos y sus Gobiernos, sigan con desconfianza cada uno
de sus pasos y tomen las precauciones necesarias para sofocan en su origen
un-a nueva agresión del imperialismo alemán, o —si se trata de Gobiernos
simpatizantes— no dejarse arrastrar por usted a una aventura suicida.
Usted,
Sr. Dr. Adenauer, rechaza con indignación toda comparación de su política con
la política del Gobierno de Hitler. Subraya siempre que no era partidario de
Hitler y que hasta tuvo determinados conflictos con el régimen nazi. Yo no
quiero negarlo. Pero el hecho de que no haya sido partidario declarado de
Hitler, no le impide, por lo visto, continuar la política de revancha y de
conquistas hitleriana, con métodos un tanto modificados y teniendo en cuenta
los cambios que se han verificado en la situación internacional.
Sobre
el terreno de su régimen clerical-militarista, florecen la restauración
fascista y el antisemitismo. Esa restauración ha sido llevada a cabo en casi
todos los sectores de su aparato estatal, incluidas la policía y la justicia,
así como las escuelas primarias y superiores, la literatura, etc. El que su Gobierno no se declare actualmente por el
antisemitismo, no es, realmente, ningún mérito. El antisemitismo ha desacreditado
a Alemania de tal forma, que, actualmente, sólo los fascistas obstinados pueden
jugar esa carta. Pero las cruces gamadas en las sinagogas, los cementerios y
los monumentos a las víctimas del régimen hitleriano profanados demuestran
claramente, con cuánta exhuberancia crece esta mala hierba en su jardín de
rosas, tan democrático y pacífico. ¿Tiene usted plena conciencia de lo que
hace? Usted es cultivador de rosas. ¿No le extraña que de las plantas que cuida
con tanto esmero broten flores pardas, con cascos de acero, con el buitre y, a
menudo, también con una cruz gamada?
Tengo
que decirle abiertamente que los planes agresivos, imperialistas y
militaristas, elaborados por usted, por su Gobierno y su Estado Mayor, amenazan
el futuro nacional del pueblo alemán.
No comprendo, cómo puede usted creer, que sea posible lograr algún éxito con esa política agresiva. Los círculos gobernantes de Alemania han arrastrado a nuestro pueblo a dos guerras catastróficas. ¿No es evidente, que Alemania no podrá jamás salir adelante, por el camino de la guerra y de la violencia?
No comprendo, cómo puede usted creer, que sea posible lograr algún éxito con esa política agresiva. Los círculos gobernantes de Alemania han arrastrado a nuestro pueblo a dos guerras catastróficas. ¿No es evidente, que Alemania no podrá jamás salir adelante, por el camino de la guerra y de la violencia?
Ya
le he dicho, que conocemos perfectamente sus planes y que no sólo la RDA, sino
también nuestros aliados, toman las medidas de seguridad necesarias. Pero como,
por lo visto, usted no quiere escuchar ¡as advertencias del Gobierno soviético
y del Gobierno de la República Democrática Alemana, quiero decirle lo
siguiente: Si el Gobierno de la República
Federal germanooccidental no pone fin, en corto plazo, al armamento atómico y
no cesa la carrera armamentista, entonces el Gobierno de la República
Democrática Alemana se verá obligado a tomar las medidas de defensa
correspondientes y a solicitar de sus aliados que pongan cohetes a su
disposición. Con su política de armamento atómico y de revancha, usted nos
obliga a tomar medidas de protección. Después
del discurso del ministro de la Guerra de Bonn, Strauss, en la OTAN y de las
preparaciones de su Estado Mayor, usted especula con que, debido a las
negociaciones internacionales, los aliados de la RDA, en caso de una
provocación militar del Gobierno de Bonn, no podrán cumplir rápidamente sus
compromisos frente a ella. Si a usted no
lo convencen otros argumentos, esperamos que la presencia de modernos cohetes
en el territorio de la República Democrática Alemana le ayude a comprender que
todos sus planes revanchistas están condenados definitivamente al fracaso.
Ninguna
persona razonable, que esté en condiciones de apreciar sensatamente la
correlación de fuerzas en el mundo, puede dudar de que, pocos minutos después
de un ataque militar contra la República Democrática Alemana, Bonn y otros
centros militares de su Estado germanooccidental habrían dejado de existir.
¿Qué es lo que, realmente, quiere usted con su
política agresiva?
¿Quiere acelerar radicalmente el fin del dominio capitalista en Alemania occidental?
Nosotros no tenemos ningún motivo para prolongar el dominio del capital monopolista en esa parte del país, ni para lamentar su fin. No luchamos por la paz para prolongar este dominio. Pero no queremos la guerra. Queremos proteger a nuestro pueblo de la desgracia de una guerra atómica en territorio alemán. Por eso discutimos hasta con usted, a pesar de que conocemos el verdadero objetivo de sus planes. Por eso tratamos de inducirle a cambiar de rumbo. Y si las razones del humanismo no le tocan, esperamos que por lo menos no haya perdido la capacidad de apreciar realmente la correlación de fuerzas.
¿Quiere acelerar radicalmente el fin del dominio capitalista en Alemania occidental?
Nosotros no tenemos ningún motivo para prolongar el dominio del capital monopolista en esa parte del país, ni para lamentar su fin. No luchamos por la paz para prolongar este dominio. Pero no queremos la guerra. Queremos proteger a nuestro pueblo de la desgracia de una guerra atómica en territorio alemán. Por eso discutimos hasta con usted, a pesar de que conocemos el verdadero objetivo de sus planes. Por eso tratamos de inducirle a cambiar de rumbo. Y si las razones del humanismo no le tocan, esperamos que por lo menos no haya perdido la capacidad de apreciar realmente la correlación de fuerzas.
Quisiera
darle un consejo: arroje al cesto de los papeles sus planes para la conquista
del Este. Reflexione una vez seriamente sobre el infierno atómico que depararía
usted a la población germanooccidental y también a sus hijos y nietos, si
llegara a practicarse su política.
No juegue con la guerra nuclear, renuncie al armamento atómico del Ejército germanooccidental de la OTAN. Conceda a la población de Alemania occidental el derecho de decidir sobre el rearme atómico y sobre el tratado de paz. Usted mismo dijo una vez, que el pueblo debía vivir libre de una pesadilla. ¿Pero cómo puede un ciudadano germanooccidental vivir «libre de una pesadilla», bajo la espada de Damocles del rearme atómico?
No juegue con la guerra nuclear, renuncie al armamento atómico del Ejército germanooccidental de la OTAN. Conceda a la población de Alemania occidental el derecho de decidir sobre el rearme atómico y sobre el tratado de paz. Usted mismo dijo una vez, que el pueblo debía vivir libre de una pesadilla. ¿Pero cómo puede un ciudadano germanooccidental vivir «libre de una pesadilla», bajo la espada de Damocles del rearme atómico?
El
pueblo alemán sólo podrá vivir tranquilo, cuando en Alemania occidental se
renuncie al rearme atómico y se refrene a los políticos revanchistas y
militaristas. Sea usted razonable y
renuncie a hacer el papel de eterno perturbador de la paz en la preparación y
celebración de la conferencia en la cumbre y en las eventuales conferencias
internacionales siguientes, dedicadas al relajamiento de la tensión y al
entendimiento. Si los representantes de los EE.UU., comprenden, que la
continuación de una política, encaminada hacia la guerra, significa el suicidio
nacional y que es necesario orientarse hacia la competencia pacífica entre los
países con diferentes regímenes sociales, entonces debería ser también posible
que usted y sus correligionarios entraran en razón. ¿Teme usted tanto una
competencia pacífica entre ambos Estados alemanes, que prefiere arrastrar a
nuestro pueblo a una catástrofe?
Usted
afirma que queremos introducir el comunismo en Alemania occidental, con ayuda
de proposiciones de paz. Ha mandado pegar en Alemania occidental grandes
carteles, para difundir esta opinión entre la población. Evidentemente, usted
quiere con esto desviar la atención de sus planes agresivos. Aquí, ha causado gran sorpresa, el que en un momento
en que también el pueblo alemán tiene puestas sus esperanzas en el relajamiento
de la tensión, usted haya aprovechado su discurso de Navidad para amargar la
fiesta con un mensaje de hipocresía y odio y con amenazas de agresión. Si usted
-—contra su propia convicción— da un falso testimonio contra la RDA y habla de
que en ella reinan la pobreza, la miseria y la esclavitud y se prohíbe el
servicio religioso, para, al final, volver a repetir su absurda pretensión de
«liberarla», esto significa emprender el camino de la guerra.
Permítame
decirle con toda sinceridad: yo no le considero tan mal informado, como para
explicar sus declaraciones sobre la RDA con falta de conocimientos; ni tan
inexperto como para no darse cuenta de a qué fin tan terrible conduce su
política. Podemos sacar sólo la conclusión, de que usted, mediante la
propagación de mentiras contra la RDA y otros países socialistas, siembra
conscientemente el odio, con el fin de preparar a la población
germanooccidental para la guerra fratricida en Alemania y para una guerra de
revancha. A sus discursos llenos de odio
quiero contestar con toda tranquilidad y objetividad lo siguiente: usted vive
todavía en el pasado y toma como ejemplo a las fuerzas reaccionarias de la
antigua Alemania. Usted sueña con el Imperio Carolingio, con los Caballeros
Teutónicos y con el clericalismo medieval. Une estas ideas muertas del pasado a
los planes para una comunidad económica y armamentista en Europa occidental.
Nos es difícil comprender, que usted y su ministro de la Guerra, Strauss se pronuncien contra un Estado nacional alemán. Evidentemente usted se deja guiar por los intereses de los 25 grupos de consorcios de Alemania occidental, que, bajo la exigencia de una unión extranacional, aspiran a obtener zonas de explotación extranjeras. ¿De qué le sirven al pueblo alemán sus relaciones con los grupos capitalistas de los países occidentales? ¿Qué otra cosa le ha traído al pueblo la incorporación de Alemania occidental a la OTAN, que el ahondamiento de la división de Alemania?
Piense una vez en Alemania. Aquí en Alemania, y no en la OTAN en París, arraiga la fuerza de la futura Alemania pacífica y democrática. Escuche la voz de la población germanooccidental, que ansia la solución pacífica del problema alemán. Su orientación hacia la «Pequeña Europa» y su renuncia a la reunificación de Alemania, están en contradicción con las aspiraciones nacionales del pueblo alemán. ¿De qué le sirve al pueblo alemán una supremacía del Gobierno de Bonn en Europa occidental, edificada sobre arena? La solución pacífica del problema alemán es la tarea nacional más importante que se plantea ante el pueblo alemán. Piense en Alemania, ayude a aprovechar la gran oportunidad que le brinda al pueblo alemán la conferencia en la cumbre y las conferencias internacionales que seguramente se celebrarán después. Los preparativos para el desarme, para la elaboración de un tratado de paz con Alemania y la solución pacífica del problema de Berlín occidental, llevados a cabo en la Conferencia de Ginebra y en las conversaciones entre el Primer Ministro Jruschov y el Presidente Eisenhower, muestran que es posible avanzar poco a poco por el camino de la comprensión. La proposición de la Unión Soviética de, mediante un tratado de paz, sentar las bases para que el pueblo alemán pueda llegar a una reunificación pacífica y democrática, corresponde a los intereses nacionales de nuestro pueblo y hace posible el futuro pacífico de nuestra nación.
Nos es difícil comprender, que usted y su ministro de la Guerra, Strauss se pronuncien contra un Estado nacional alemán. Evidentemente usted se deja guiar por los intereses de los 25 grupos de consorcios de Alemania occidental, que, bajo la exigencia de una unión extranacional, aspiran a obtener zonas de explotación extranjeras. ¿De qué le sirven al pueblo alemán sus relaciones con los grupos capitalistas de los países occidentales? ¿Qué otra cosa le ha traído al pueblo la incorporación de Alemania occidental a la OTAN, que el ahondamiento de la división de Alemania?
Piense una vez en Alemania. Aquí en Alemania, y no en la OTAN en París, arraiga la fuerza de la futura Alemania pacífica y democrática. Escuche la voz de la población germanooccidental, que ansia la solución pacífica del problema alemán. Su orientación hacia la «Pequeña Europa» y su renuncia a la reunificación de Alemania, están en contradicción con las aspiraciones nacionales del pueblo alemán. ¿De qué le sirve al pueblo alemán una supremacía del Gobierno de Bonn en Europa occidental, edificada sobre arena? La solución pacífica del problema alemán es la tarea nacional más importante que se plantea ante el pueblo alemán. Piense en Alemania, ayude a aprovechar la gran oportunidad que le brinda al pueblo alemán la conferencia en la cumbre y las conferencias internacionales que seguramente se celebrarán después. Los preparativos para el desarme, para la elaboración de un tratado de paz con Alemania y la solución pacífica del problema de Berlín occidental, llevados a cabo en la Conferencia de Ginebra y en las conversaciones entre el Primer Ministro Jruschov y el Presidente Eisenhower, muestran que es posible avanzar poco a poco por el camino de la comprensión. La proposición de la Unión Soviética de, mediante un tratado de paz, sentar las bases para que el pueblo alemán pueda llegar a una reunificación pacífica y democrática, corresponde a los intereses nacionales de nuestro pueblo y hace posible el futuro pacífico de nuestra nación.
El
Presidente Eisenhower dijo en su discurso en Nueva Delhi, que las guerras son
hechas por personas influidas por un complejo del pasado, del pasado muerto;
por personas, que creen que es posible solucionar por la fuerza los problemas
de la Humanidad. Los dirigentes políticos de Alemania occidental se deben
liberar del pasado muerto. Deben, como dijo el Presidente Eisenhower, olvidar
lo pasado y marchar juntos hacia el futuro. Su
Gobierno es considerado por los otros pueblos como perturbador de la paz,
precisamente porque su política de fuerza, que busca una salida a la situación
mediante la aplicación de la violencia, se halla en contradicción con la
correlación de fuerzas en el mundo. Deje caer en el olvido las malas
tradiciones de la política revanchista y del odio hacia otros pueblos, y
dedíquese a las buenas tradiciones de nuestro pueblo, a las ideas del humanismo
y de la amistad entre los pueblos. Ayude a poner fin al círculo vicioso
—crisis-coyuntura armamentista-guerra-coyuntura de posguerra-rearme-guerra— en
el que todavía hoy está encerrada Alemania occidental.
La
tarea nacional consiste en superar las contradicciones entre los intereses
pacíficos de nuestro pueblo y los planes agresivos militares de determinados
círculos gobernantes de Alemania occidental. Para solucionarla hay que
practicar una política de relajamiento, de aproximación y comprensión entre
ambos Estados alemanes y hay que participar en la elaboración de un tratado de
paz.
El objetivo del Partido Socialista Unificado de Alemania y del Frente Nacional de la Alemania Democrática consiste, precisamente en demostrar al pueblo alemán, mediante una política de paz, democracia y progreso, que podría vivir en una Alemania unida gozando de paz, bienestar y felicidad, si logra impedir que los círculos gobernantes de Alemania occidental, con su política militarista y revanchista, conduzcan al renacimiento del fascismo. Fiel a sus principios, la RDA se ha esforzado también en el año pasado por aportar una contribución alemana a la paz. Nos hemos esforzado y nos esforzamos ante todo por conseguir que, mediante la conclusión de un tratado de paz con Alemania, 15 años después de la II Guerra Mundial, se ponga un punto final a la guerra y con ello se elimine el peligroso barril de pólvora que, al explotar, podría conducir a una nueva catástrofe. Exigimos que se seque el pantano de agentes y espías de Berlín occidental y que ese foco potencial de guerra se convierta en una ciudad libre y pacífica, cuyos habitantes decidan por sí solos sobre su régimen social. Este objetivo será logrado tarde o temprano, en interés de la seguridad y la libertad de los berlineses occidentales, así como en interés de la paz en Europa.
El objetivo del Partido Socialista Unificado de Alemania y del Frente Nacional de la Alemania Democrática consiste, precisamente en demostrar al pueblo alemán, mediante una política de paz, democracia y progreso, que podría vivir en una Alemania unida gozando de paz, bienestar y felicidad, si logra impedir que los círculos gobernantes de Alemania occidental, con su política militarista y revanchista, conduzcan al renacimiento del fascismo. Fiel a sus principios, la RDA se ha esforzado también en el año pasado por aportar una contribución alemana a la paz. Nos hemos esforzado y nos esforzamos ante todo por conseguir que, mediante la conclusión de un tratado de paz con Alemania, 15 años después de la II Guerra Mundial, se ponga un punto final a la guerra y con ello se elimine el peligroso barril de pólvora que, al explotar, podría conducir a una nueva catástrofe. Exigimos que se seque el pantano de agentes y espías de Berlín occidental y que ese foco potencial de guerra se convierta en una ciudad libre y pacífica, cuyos habitantes decidan por sí solos sobre su régimen social. Este objetivo será logrado tarde o temprano, en interés de la seguridad y la libertad de los berlineses occidentales, así como en interés de la paz en Europa.
A
pesar de que usted ha rechazado todas las proposiciones, nos hemos esforzado
permanentemente por establecer la colaboración entre ambos Estados alemanes.
Hasta le hemos invitado a usted a visitar la República Democrática Alemana,
esperando que el presidente del Consejo de Ministros de la República
Democrática Alemana, Otto Grotewohl, podría corresponder con otra visita a Alemania
occidental. Pero usted ha rechazado todas estas proposiciones. Usted afirma que
nosotros nos inmiscuimos en los asuntos internos de Alemania occidental y
tratamos de implantar allí la democracia socialista. No tenemos esas
intenciones. Somos una parte de nuestro pueblo amante de la paz y no aspiramos
a más que a un futuro pacífico para Alemania, que sólo es posible en una
Alemania sin militarismo y fascismo. Mientras en Alemania occidental se lleve a
cabo el pertrechamiento atómico y se prepare una guerra de revancha, nos
veremos obligados, naturalmente, a propagar allí nuestras ideas para evitar una
guerra. En relación con un tratado sobre
la renuncia al empleo de la fuerza y la creación de un consejo para toda
Alemania, estamos dispuestos a concluir un acuerdo sobre la no intervención
mutua. Esto sería útil para llegar a un acercamiento entre los dos Estados
alemanes. Supongo que usted comprende muy
bien que, desde que la técnica de cohetes ha alcanzado un nivel tan alto, el
problema planteado es: paz o guerra. Usted sabe muy bien que, después del
discurso de su ministro de la Guerra, Strauss, y teniendo en cuenta la política
revanchista que se desarrolla en Alemania occidental, no puede decir que no es
responsable de las provocaciones militares, como ahora dice que el Gobierno de
Bonn no tiene nada que ver con los excesos antisemitas de los que dibujan
cruces gamadas. Tenga en cuenta la nueva
situación y piense en nuestro pueblo, que sólo puede vivir en paz. Piense en
nuestra patria, cuya reunificación sólo es posible en forma de un Estado
pacífico. Como hasta ahora, en el futuro
seguiremos haciendo todo lo posible para estimular la distensión en Alemania y
combatir la política revanchista y militarista, y por fundamentar ante las
grandes potencias la necesidad de concluir un tratado de paz con Alemania. De
este modo podrá allanarse el camino para la reunificación pacífica y libre de
nuestra patria. Piénselo bien y decida si
no corresponde también a sus intereses el que representantes de ambos Estados
alemanes tengan pronto la oportunidad de deliberar en un consejo paritario
alemán sobre cómo puede ser asegurada la paz en Alemania, elaborado un tratado
de paz y superada paulatinamente la división alemana. Con la esperanza, de que esta carta le incite a
reflexionar seriamente y estimule un diálogo sincero y objetivo sobre «paz o
guerra» y sobre la reunificación de nuestra patria alemana en un Estado pacífico,
democrático y progresista, quedo de usted,
Walter Ulbricht
Walter Ulbricht
Primer
Secretario del CC del Partido Socialista Unificado de Alemania
Primer
Vicepresidente del Consejo de Ministros de la RDA
anexo ii; Dirigentes de la antigua ALEMANIA
ORIENTAL
procesados por los imperialistas
alemanes occidentales
1) Erich Honecker (1913-1994),
Jefe de Estado de la RDA entre 1971 y 1989.
2) Egon Krenz, Jefe de
Estado de la RDA entre 1989 y 1990. Sucesor de Honecker
3) Herman Axen (1916-1992).
Director del diario del Neues Deutschland
4) Heinz Kessler. Ex
Combatiente por la República Española. Comandante militar del Comité Nacional
Alemania Libre
5) Otto Winzer.
Secretario de Estado de la RDA en los años cincuenta.
6) Kurt Hager. Miembro
del politburó del PSUA (partido comunista en el poder en la RDA) de 1963 a
1989, fue encerrado por los nazis en un campo de concentración en 1933-34 y
luchó en las Brigadas Internacionales en la Guerra Antifascista de España en
1937 y 38.
7) Markus Wolff. Jefe
del Servicio de Contraespionaje de la RDA
8) Willi Stoph. Ex
presidente de la RDA.
9) Erich Mielke.
Ministro de Seguridad
10) General Fritz
Streletz. Jefe del Estado Mayor del Ejército Nacional del Pueblo.
11) Heinz Albrecht, Miembro
del consejo de defensa de la RDA;
12) Dr. Kurt Heymann.
Juez que condenó a los espías de Alemania Occidenteal, miembros de la red del
nazi Gehlen.
13) Günther Guillaume
(1927-1995): Miembro de los servicios de Seguridad.
14) Gunther Kleiber
(1920): Miembro del Comité Central del PSUA.
15) Werner Krokilowski.
Miembro del Buró Político del CC del PSUA
16) Gunther Shabowski
(1929). Miembro del Buró Político del PSUA. Anunció la apertura del Muro de
Berlin.
17) Harry Tisch (1927):
dirigente de la FDGB (Unión de Sindicatos Libres Alemanes), miembro del BP del
CC del SED.
BIBLIOGRAFIA CONSULTADA
Logrado en años de duro trabajo. Nacimiento y
desarrollo de la República Democrática Alemana, Editorial Verlag zeit im bild
Dresden, 1974.
Así es la RDA. Panorama de la
RDA. Editorial Zeit im bild, Dresden, Mayo de
1986.
Mark Ber. La sublevación
del Ghetto de Varsovia. Ediciones Aporte, Buenos Aires, 1956.
Suárez Jesús. Las pequeñas y
medianas empresas industriales en la transición al socialismo. República
Democrática Alemana (1945-1972). Ediciones Estudio, Buenos Aires, 1983.
Galkin Alejandro. Fascismo,
nazismo y falangismo. Enciclopedia Popular Nº 12. Editorial Cartago, Buenos
Aires, 1965.
La actualidad de Alemania. Anuario del
Gobierno Federal Alemán. Societats-Verlag,
Frankfurt. del Meno, 1996.
Cuzza Agustín y Bauer Alfredo. Milagro al
Este. Editorial Cicero, Buenos Aires, 1967.
Schumpeter Joseph. Capitalismo, socialismo y democracia. Ediciones Folio, Barcelona, 1996.
Tsuru Shigeto. ¿Adónde va el
capitalismo? Simposio Internacional. Oikos Tau Ediciones, Barcelona 1961.
Tercera Edición 1970.
Wolf Markus. El hombre sin rostro. La
autobiografía del gran maestro del espionaje comunista. Javier Vergara Editor,
Buenos Aires, 1997.
Fucik Julius. Reportaje al pie
de la horca (publicada originalmente en 1945 meses después de la guerra).
Editorial Cartago, Buenos Aires, 1983.
González Juan Carlos. La RDA:
un estado de obreros y campesinos. Ver en internet completo el texto: http://archivo.juventudes.org/textos/Documentos%20Historicos/Un%20Estado%20de%20obreros%20y%20campesinos.pdf
Wikipedia. Los juicios de
Nurenberg. Y los otros juicios en Alemania.
[1] Escrito originalmente el 16 de febrero de 2001 y
publicado en el diario electrónico www.rebelion.org el 25 de
febrero de 2001 (http://www.rebelion.org/hemeroteca/ddhh/alemania_juzgo250201.htm).
Buscando información en internet descubrí que el sitio Palante publicó mi
artículo amputándole la introducción y la reflexión final que aludían a temas
argentinos y lo peor de todo es que no pusieron ni mi nombre ni la fuente
original donde salió. Un autor español Juan Antonio González que escribió un muy
buen trabajo sobre la historia de la RDA
(La RDA: un estado de obreros y campesinos) puso entre su bibliografía mi
artículo, pero tomando la fuente como la publicó el indicado sitio Palante
(aquí pueden verlo http://www.45-rpm.net/antiguo/palante/rda.htm).
[2] Quien
quiera conocer porque los Estados Unidos no emplearon el arma nuclear contra la
Unión Soviética, puede consultar el libro EE.UU, 1945-1985: Economía política y
militarización de la economía, de M.A. Cabrera, P. Calderón y M.P, Colchero,
Ediciones Iepala, Madrid 1985, páginas 48 a 68.
[3] González Juan Antonia. La
RDA: un estado de obreros y campesinos.
[4] Schumpeter Joseph.
Capitalismo, socialismo y democracia. Tomo II, página 500, Ediciones Folio,
Barcelona, 1996
[5] Ver Galkin
Alejandro. Fascismo, nazismo y falangismo. Enciclopedia Popular Nº 12, Ed.
Cartago, Buenos Aires, página 113 y Allen Charles Jr. Heusinger´s Nazi record.
Consultar en
http://jewishcurrents.org/wp-content/uploads/2010/02/jcarchive119.pdf
[6] Ver Omiste Cerdá Enrique.
La reforma económica alemana de 1948. Revista Libertas IV: 6 (Mayo 1987).
Instituto Universitario ESEADE. www.eseade.edu.ar.
http://www.eseade.edu.ar/servicios/Libertas/44_7_Omiste.pdf
[7] Ver Fucik Julius. Reportaje al pie de la horca (publicada
originalmente en 1945 meses después de la guerra). Editorial Cartago, Buenos
Aires, 1983, página 25.