El imponente Cerro de los Siete Colores en Purmamarca, Jujuy (Argentina)

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El imponente Cerro de los Siete Colores en Purmamarca, Jujuy (Argentina)

domingo, 30 de agosto de 2015

SALVADOR ALLENDE COMPAÑERO PRESIDENTE

Por Sergio Daniel Aronas – 30 de agosto de 2015

“La revolución no significa destruir, sino construir; no arrasar sino edificar” (Salvador Allende, Discurso pronunciado al asumir la presidencia de Chile, 6/11/1970)

El próximo 4 de septiembre se cumplirán 45 años de la gran victoria electoral de la Unidad Popular en Chile que llevó a la presidencia a su candidato por el Partido Socialista, el Dr. Salvador Allende, quien contaba con 62 años al ser electo. Este triunfo en las elecciones provocó un terremoto político nacional e internacional al proclamar al primer presidente marxista de Chile, cuya figura se agiganta años tras años y cuyos tres años de gobierno han dejado una huella imborrable en toda la historia del movimiento revolucionario latinoamericano y de todos los continentes.

Los resultados de los comicios arrojaron estos resultados:

La Unidad Popular ganó por escaso margen con el 36,33% de los votos frente al 35,29% de la derecha de la Democracia Radical, por lo que le correspondía al Congreso decidir quien sería el próximo presidente de Chile.

CANDIDATO
PARTIDO
ALIANZA
VOTOS
%
Salvador Allende
PS
Unidad Popular
1.075.606
36,33%
Jorge Alessandri
IND
PN-DR
1.036.278
35,29%
Rodomiro Tomic
PDC
PDC-PADENA
824.849
28.08%

Fuente: Elaboración propia sobre la base de la información proporcionada por:  https://es.wikipedia.org/wiki/Elecci%C3%B3n_presidencial_de_Chile_de_1970

Sabiendo que a la Unidad Popular la apoyaba el poderoso Partido Comunista cuyo secretario general era Luis Corvalán junto a otras fuerzas revolucionarias de la izquierda chilena, se le exigió a Salvador Allende el respeto por la Constitución y las leyes del país, hecho que aceptó y se comprometió a respetarlas. En el marco de las negociaciones para lograr los apoyos necesarios para que Allende sea proclamado presidente, la Unidad Popular logró un acuerdo con la Democracia Cristiana para que lo voten a Allende y aislar a la derecha y dejarla en minoría. El Congreso Pleno (diputados y senadores juntos) emitieron su voto en la que participaron 195 legisladores: 153 (78,5%) lo hicieron por Allende, 35 (17,9%) por Alessandri y 7 (3,5%) votaron en blanco. Con este resultado y con abrumadora mayoría, Salvador Allende fue designado presidente de la República de Chile.

De nada sirvieron los planes del imperialismo para impedir la proclamación de Allende como mandatario del país, ni los actos de sabotajes, ni las campañas de presión contra los legisladores, ni la propaganda anticomunista de los medios masivos de comunicación, ni el artero asesinado del General René Schneider, Comandante del Jefe del Ejército de Chile, quien había manifestado que apoyaría y respetaría quien fuera elegido ya sea por mayoría simple en los comicios o por el Congreso y que en cualquiera de los dos casos, el ejército será la garantía en el mantenimiento de la Constitución Política del Estado Chileno.
   
La noticia de la victoria de Salvador Allende dio la vuelta al mundo celebrándose en los países socialistas la transcendencia de este acontecimiento. El imperialismo con los Estados Unidos al frente, movilizó toda su diplomacia, a sus agencias de espionaje e inteligencia y a sus empresas radicadas en Chile para impedir por todos los medios posibles que el Dr. Allende sea nombrado presidente.

Para el gobierno de los Estados Unidos que en esos años tenía como presidente al republicano Richard Nixon y a Henry Kissinger como secretario de Estado, habían formado en junio de 1970 el Comité de los 40 para monitorear las operaciones encubiertas más complicadas contra Chile y el futuro presidente Allende, que lo tenían “fichado” como un marxista declarado”. La estrategia del imperialismo fue impedir que el Congreso quien designara a Salvador Allende como nuevo presidente del país, para lo cual utilizó a sus propias empresas, grandes y poderosos monopolios con altos intereses y participación en sectores claves de la economía chilena. Tales fueron los casos de la minera Annacondo Copper y la compañía de comunicaciones International Inter Telephone (ITT) con quienes la CIA a través de la Dirección de Servicios Clandestinos mantuvo muchas reuniones con los altos directivos de estas firma para elaborar y poner en práctica esos planes y también incluía que en caso de fracasar las maniobras que impedieran que Allenda sea convertido en presidente, preparar todos los escenarios para boicotear, sabotear, bloquear, entorpecer y destruir toda la política del gobierno de la Unidad Popular.

El inicio de las operaciones clandestinas contra Chile para impedir que Allende llegue a la presidencia vino con la orden de Richard Nixon del 15 de septiembre de 1970, durante una reunión de 15 minutos en la Casa Blanca a la que asistió Kissinger, al director de la CIA, Richard Helms, de que la elección de Allende era inaceptable. Fue entonces que ordenó a la agencia actuar con su ya conocida frase hay que hacer gritar a la economía para salvar a Chile, como lo registró Helms en sus apuntes.

La CIA lanzó una campaña masiva de operaciones encubiertas –primero para impedir que Allende asumiera el gobierno, y cuando esa estrategia fracasó, para minar su gobernabilidad. Nuestra principal preocupación en Chile es la posibilidad de que [Allende] se consolide, y que su imagen ante el mundo sea su éxito, dijo Nixon ante su Consejo de Seguridad Nacional el 6 de noviembre de 1970, dos días después de que Allende iniciara su gobierno.

Las transcripciones de estas conversaciones telefónicas, conocidas como telcons, fueron creadas originalmente por Kissinger, quien grababa secretamente las llamadas que hacía y recibía (y luego pedía a su secretaria transcribirlas) mientras estaba en el gobierno. Cuando Kissinger dejó la Casa Blanca en enero de 1977, se llevó más de 30 mil páginas de transcripciones, aduciendo que eran “documentos personales”, y los usó selectivamente para escribir sus memorias. (Ver http://ciperchile.cl/2008/09/10/desclasifican-nuevas-conversaciones-entre-nixon-y-kissinger-para-derrocar-a-allende/)

Ya en 1968 la junta de evaluaciones nacionales de la CIA que venía monitoreando la situación particular en Chile, donde el sentimiento antiestadounidense estaba muy arraigado, habían estudiado cuidadosamente los problemas socioeconómicos en América Latina y emitieron un informe sobre esta región destinado a las más altas esferas del gobierno de los Estados Unidos con el fin de tomar medidas tendientes a contrarrestar ese sentimiento antiimperialista. La conclusión a la que llegó era que las fuerzas a favor de un cambio que existían en los países latinoamericanos en vías de desarrollo eran tan poderosas que se encontraba fuera del alcance de manipulaciones exteriores. De modo que desaconsejaban tomar las medidas y el tipo de intervención que se estaban planificando en 1970 por el Comité de los 40 hacia Chile. Así y todo estas recomendaciones fueron dejadas de lado y el gobierno de Nixon con su asesor Kissinger hicieron todo lo posible para evitar la llegada de Allende a la presidencia. Este fracaso no impidió que el imperialismo continuara su guerra de agresión oculta con el gobierno legítimo de Salvador Allende hasta el fatídico 11 de septiembre de 1973.
Como homenaje a este hombre ejemplar, único que tuvo la América Latina por su valentía, temple y por querer cambiar a su país con una revolución popular e implantar el socialismo sin disparar un solo tiro y en el marco del derecho y la legalidad burguesa que intentó sustituir, presentamos su discurso que pronunció en la noche del 4/09/1970 cuando ganó las elecciones y ahí mismo proclamó la titánica tarea de construir una nueva sociedad, que la historia denominó “la variante chilena al socialismo”.


LA VICTORIA ALCANZADA POR USTEDES

Discurso de Salvador Allende al ganar las elecciones – 04/09/1970

Con profunda emoción les hablo desde esta tribuna por medio de estos deficientes amplificadores. !Qué significativa es -más que las palabras- la presencia del pueblo de Santiago que, interpretando a la inmensa mayoría de los chilenos, se congrega para reafirmar la victoria que alcanzamos limpiamente el día de hoy, victoria que abre un camino nuevo para la patria, y cuyo principal actor es el pueblo de Chile aquí congregado.
Qué extraordinariamente significativo es que pueda yo dirigirme al pueblo de Chile y al pueblo de Santiago desde la Federación de Estudiantes. Esto posee un valor y un significado muy altos. Nunca un candidato triunfante por la voluntad y el sacrificio del pueblo usó una tribuna que tuviera mayor trascendencia. Porque todos lo sabemos: la juventud de la patria fue vanguardia en esta gran batalla, que no fue la lucha de un hombre, sino la lucha de un pueblo; ella es la victoria de Chile, alcanzada limpiamente esta tarde.

Yo les pido a ustedes que comprendan que soy tan sólo un hombre, con todas las flaquezas y debilidades que tiene un hombre; y si pude soportar -porque cumplía una tarea- la derrota de ayer, hoy sin soberbia y sin espíritu de venganza, acepto este triunfo que nada tiene de personal y que se lo debo a la unidad de los partidos populares, a las fuerzas sociales que han estado junto a nosotros. Se lo debo a radicales, socialistas, comunistas, social demócratas, a gentes del MAPU y del API, y a miles de independientes. Se lo debo al hombre anónimo y sacrificado de la patria; se lo debo a la humilde mujer de nuestra tierra.
Le debo este triunfo al pueblo de Chile, que entrará conmigo a La Moneda el 4 de noviembre.
La victoria alcanzada por ustedes tiene una honda significación nacional. Desde aquí declaro, solemnemente, que respetaré los derechos de todos los chilenos. Pero también declaro, y quiero que lo sepan definitivamente, que al llegar a La Moneda, y siendo el pueblo gobierno, cumpliremos el compromiso histórico que hemos contraído, de convertir en realidad el programa de Unidad Popular.

Lo dije: no tenemos ni podríamos tener ningún propósito pequeño de venganza, tampoco, de ninguna manera, vamos a claudicar, a comerciar el programa de la Unidad Popular, que fue la bandera del primer gobierno auténticamente democrático, popular, nacional y revolucionario de la historia de Chile.

Dije, y debo repetirlo: si la victoria no era fácil, difícil será consolidar nuestro triunfo y construir la nueva sociedad, la nueva convivencia social, la nueva moral y la nueva patria.

Pero yo sé que ustedes, que hicieron que el pueblo sea mañana gobierno, tendrán la responsabilidad histórica de realizar lo que Chile anhela para convertir a nuestra patria en un país señero en el progreso, en la justicia social, en los derechos de cada hombre, de cada mujer, de cada joven de nuestra tierra.

Hemos triunfado para derrotar definitivamente la explotación imperialista, para terminar con los monopolios, para hacer una seria y profunda reforma agraria, para controlar el comercio de importación y exportación, para nacionalizar, en fin, el crédito, pilares todos que harán factible el progreso de Chile, creando el capital social que impulsará nuestro desarrollo.

Por esto, esta noche, que pertenece a la Historia, en este momento de júbilo, yo expreso mi emocionado reconocimiento a los hombres y mujeres, a los militantes de los partidos populares e integrantes de las fuerzas sociales que hicieron posible esta victoria que tiene proyecciones más allá de la fronteras de la propia patria.

Para los que están en la pampa o en la estepa, para los que escuchan en el litoral, para los que laboran en la precordillera, para la simple dueña de casa, para el catedrático universitario, para el joven estudiante, el pequeño comerciante e industrial, para el hombre y la mujer de Chile, para el joven de la tierra nuestra, para todos ellos, el compromiso que yo contraigo ante mi conciencia y ante el pueblo -actor fundamental de esta victoria- es ser auténticamente leal en la tarea común y colectiva. Lo he dicho: mi único anhelo es ser para ustedes el compañero presidente.

Han sido el hombre anónimo y la ignorada mujer de Chile los que han hecho posible este hecho social trascendental. Miles y miles de chilenos sembraron su dolor y su esperanza en esta hora que al pueblo pertenece. Desde otras fronteras, desde otros países, se mira con satisfacción profunda la victoria alcanzada. Chile abre un camino que otros pueblos de América y del mundo podrán seguir. La fuerza vital de la unidad romperá los diques de las dictaduras y abrirá el cauce para que otros pueblos puedan ser libres y puedan construir su propio destino.

Somos lo suficientemente responsables para comprender que cada país y cada nación tienen sus propios problemas, su propia historia y su propia realidad. Frente a esa realidad serán los dirigentes políticos de esos pueblos los que adecuarán la táctica que deberá adoptarse. Nosotros sólo queremos tener las mejores relaciones políticas, culturales, económicas, con todos los países del mundo.

Sólo pedimos que respeten -tendrá que ser así- el derecho del pueblo de Chile de haberse dado el gobierno de la Unidad Popular.

Somos y seremos respetuosos de la autodeterminación y de la no intervención. Ello no significará acallar nuestra adhesión solidaria con los pueblos que luchan por su independencia económica y por dignificar la vida del hombre en los distintos continentes.

Sólo quiero realizar ante la historia el hecho trascendental que ustedes han realizado, derrotando la soberbia del dinero, la presión y la amenaza; la información deformada, la campaña de terror, de la insidia y la maldad. Cuando un pueblo ha sido capaz de esto, será capaz también de comprender que sólo trabajando más y produciendo más podremos hacer que Chile progrese y que el hombre y la mujer de nuestra tierra, la pareja humana, tengan derecho auténtico al trabajo, a la vivienda, a la salud, a la educación, al descanso, a la cultura y a la recreación.

Pondremos toda la fuerza creadora del pueblo en tensión, para hacer posible estas metas humanas que se ha trazado el programa de la Unidad Popular.
Juntos, con el esfuerzo de ustedes, vamos a realizar los cambios que Chile reclama y necesita. Vamos a hacer un gobierno revolucionario.

La revolución no implica destruir, sino construir; no implica arrasar, sino edificar; y el pueblo de Chile está preparado para esta gran tarea en esta hora trascendente de nuestra vida.

Compañeras y compañeros, amigas y amigos:
Cómo hubiera deseado que los medios materiales de comunicación me hubieran permitido hablar más largamente con ustedes, y que cada uno hubiera oído mis palabras, húmedas de emoción, pero al mismo tiempo firmes en la convicción de la gran responsabilidad que todos tenemos y que yo asumo plenamente. Yo les pido que esta manifestación sin precedentes se convierta en la demostración de la conciencia del pueblo.

Ustedes se retirarán a sus casas sin que haya el menor asomo de provocación y sin dejarse provocar.
El pueblo sabe que sus problemas no se solucionan rompiendo vidrios o golpeando un automóvil. Aquellos que dijeron que el día de mañana los disturbios iban a caracterizar nuestra victoria, se encontrarán con la conciencia y responsabilidad de ustedes. Irán a su trabajo mañana o el lunes, alegres y cantando; cantando la victoria tan legítimamente alcanzada, y cantando al futuro. Con las manos callosas del pueblo, las tiernas manos de la mujer y las risas del niño, haremos posible la gran tarea que sólo un pueblo conciente y disciplinado podrá realizar.
América Latina y más allá de la frontera de nuestro pueblo, miran el mañana nuestro.

Yo tengo plena fe en que seremos lo suficientemente fuertes, lo suficientemente serenos y fuertes, para abrir el camino venturoso hacia una vida distinta y mejor; para empezar a caminar por las esperanzadas alamedas del socialismo, que el pueblo de Chile con sus propias manos va a construir.

Reitero mi reconocimiento agradecido a los militantes de la Unidad Popular; a los que integran los partidos Radical, Comunista, Socialista, Social Demócrata, MAPU y API; y a los miles de independientes de izquierda que estuvieron con nosotros. Expreso mi afecto y también mi reconocimiento agradecido a los compañeros dirigentes de esos partidos, que por sobre las fronteras de sus propias colectividades hicieron posible la fortaleza de esa unidad que el pueblo hizo suya. Porque el pueblo la hizo suya ha sido posible la victoria, que es la victoria del pueblo.

El hecho de que estemos esperanzados y felices no significa que vayamos nosotros a descuidar la vigilancia: el pueblo, este fin de semana, tomará por el talle a la patria y bailaremos desde Arica a Magallanes, y desde la cordillera al mar, una gran cueca, como símbolo de la alegría sana de nuestra victoria.

Pero al mismo tiempo, mantendremos nuestros comités de acción popular, en actitud vigilante, en actitud responsable, para estar dispuestos a responder a un llamado -si es necesario- que haga el comando de la Unidad Popular. Llamado para que los comités de empresas, de fábricas, de hospitales, de las juntas de vecinos y en los barrios y en las poblaciones proletarias vayan estudiando los problemas y las soluciones; porque presurosamente tendremos que poner en marcha el país. Yo tengo fe, profunda fe, en la honradez, en la conducta heroica de cada hombre y de cada mujer que hizo posible esta victoria.

Vamos a trabajar más. Vamos a producir más.
Pero trabajaremos más para la familia chilena, para el pueblo y para Chile, con orgullo de chilenos y la convicción de que estamos realizando una grande y maravillosa tarea histórica. Cómo siento en lo íntimo de mi fibra de hombre, cómo siento en las profundidades humanas de mi condición de luchador, lo que cada uno de ustedes me entrega. Esto que hoy germina es una larga jornada. Yo sólo tomo en mis manos la antorcha que encendieron los que antes que nosotros lucharon junto al pueblo y por el pueblo.

Este triunfo debemos tributarlo en homenaje a los que cayeron en las luchas sociales y regaron con su sangre la fértil semilla de la revolución chilena que vamos a realizar.

Quiero, antes de terminar, y es honesto hacerlo así, reconocer que el gobierno entregó las cifras y los datos de acuerdo con los resultados electorales. Quiero reconocer que el jefe de plaza, general Camilo Valenzuela, autorizó este acto multitudinario, con la convicción y la certeza, dadas por mi, de que el pueblo se congregaría, como está aquí, en actitud responsable, sabiendo que ha conquistado el derecho a ser respetado; respetado en su vida y respetado en su victoria; el pueblo que sabe que entrará conmigo a La Moneda el 4 de noviembre de este año.

Quiero destacar que nuestros adversarios de la Democracia Cristiana han reconocido en una declaración la victoria popular. No le vamos a pedir a la derecha que lo haga. No lo necesitamos. No tenemos ningún ánimo pequeño en contra de ella. Pero ella no será capaz jamás de reconocer la grandeza que tiene el pueblo en sus luchas, nacida de su dolor y de su esperanza.

Nunca, como ahora, sentí el calor humano; y nunca, como ahora, la canción nacional tuvo para ustedes y para mí tanto y tan profundo significado. En nuestro discurso lo dijimos: somos los herederos legítimos de los padres de la patria, y juntos haremos la segunda independencia: la independencia económica de Chile.
Ciudadanas y ciudadanos de Santiago, trabajadores de la patria: ustedes y sólo ustedes son los triunfadores. Los partidos populares y las fuerzas sociales han dado esta gran lección, que se proyecta más allá, reitero, de nuestras fronteras materiales.

Les pido que se vayan a sus casas con la alegría sana de la limpia victoria alcanzada. Esta noche, cuando acaricien a sus hijos, cuando busquen el descanso, piensen en el mañana duro que tendremos por delante, cuando tengamos que poner más pasión, más cariño, para hacer cada vez más grande a Chile, y cada vez más justa la vida en nuestra patria.
Gracias, gracias, compañeras. Gracias, gracias, compañeros. Ya lo dije un día:lo mejor que tengo me lo dio mi partido, la unidad de los trabajadores y la unidad popular.
A la lealtad de ustedes, responderé con la lealtad de un gobernante del pueblo; con la lealtad del compañero presidente.




jueves, 27 de agosto de 2015

EE.UU: CINCUENTA HECHOS SOBRE 
LAS ARMAS NUCLEARES (1940-1998)

Por Sergio Daniel Aronas – 27 de agosto de 2015

Hace varios unos años el Instituto Brookings de los Estados Unidos, considerado la Fundación de análisis político o “Think Tank” (tanques pensantes) más importante, influyente y respetable del mundo y que desde hace varios vienen ocupando el primer puesto en el ranking que elabora el Programa de Relaciones Internacionales de la Universidad de Pennsylvania, realizó en 1998 un meduloso, extenso y detallado trabajo titulado “Proyecto de estudio sobre los costos de las armas nucleares de los Estados Unidos” que, al publicarse en los inicios de la era de internet, no tuvo la difusión merecida ni la repercusión en los medios que les llamara la atención. En 1998 gobernaba en la presidencia el demócrata Bill Clinton cuya política exterior entrometió a su país en la guerra de Somalía, en los bombardeos permanentes a Sudán, Afganistán e Irán hasta que en marzo de 1999 dio la orden para intervenir en la guerra civil yugoeslava con el fin de derrocar al presidente serbio Slobodan Milosevic, en una operación para “liberar” la provincia de Kosovo y que terminó en un fracaso estrepitoso.
En ese marco sale a la luz esta publicación, que el instituto Brookings resumen en los cincuenta hechos más relevantes de la historia nuclear del imperialismo estadounidense que nosotros tradujimos pero dejamos en el idioma original la fuente de cada uno de los datos de esta investigación.
Cada una de los cincuenta puntos que se analizan en este resumen, pueden dar lugar a escribir un libro porque la contundencia de los datos son tan formidables que no hay forma de refutarlos y además por ser una historia de cincuenta años tiene mucho para recorrer y analizar.
Estos números puede agruparse en costos referentes al proyecto Manhattan, a la fabricación de misiles y armas nucleares de todo tipo; en números absolutos referidos a la cantidad de bombas atómicas disponibles en agosto de 1945, a la cantidad de cabezas nucleares fabricadas, a la cantidad de laboratorios construidos para investigar los procesos que dieron origen a los armamentos nucleares, a la cantidad de misiles en algunos estados del país, al material radioactivo utilizado; un tercer grupo pueden ser las demandas contra los Estados Unidos por daños y perjuicios ocasionados en los atolones del Pacífico y las reparaciones hechas por ciudadanos estadounidense contra el gobierno de los Estados Unidos por someter a familiares a exposición radiactiva sin saber de qué se trataban esos experimentos; otro grupo puede referirse a las medidas tomadas por el gobierno con el fin de salvar las reservas monetarias y los refugios presidenciales  
Desde 1945, los Estados Unidos ha fabricado y desplegado más de 70.000 armas nucleares en su loca carrera armamentista para dominar el mundo, para prepararse para una guerra nuclear especialmente en los cuatro años que tuvo el monopolio de la bomba atómica con la que diseño varios planes para la destrucción de la Unión Soviética mediante el lanzamiento de miles de bombas nucleares y así borrar del mapa a su enemigo fundamental. El problema para el imperialismo surgió cuando los soviéticos sorprendieron al mundo con su primera detonación en 1949 lo que provocó el inicio de una espiral de desafíos entre ambos países para ver quien tenía el o las armas más agresivas capaces de destruirse varias veces. Se equivocan muchos autores cuando dicen que la política nuclear de los Estados Unidos apuntaba a “disuadir” al bloque soviético y la ausencia de una tercera guerra mundial “confirma que estas armas eran una respuesta prudente y rentable a la incertidumbre y el miedo que rodea ambiciones militares y políticas de la Unión Soviética durante la guerra fría”. Esto es totalmente falso porque jamás los soviéticos desarrollaron planes para la desaparición de los Estados Unidos como éstos sí lo hicieron entre 1946 y 1957, cuando los espíritus militaristas y belicistas del imperialismo no vacilaban en utilizar sus armas atómicas contra objetivos de la Unión Soviética. En otro trabajo publicaremos porque los Estados Unidos nunca empleó el arma nuclear con la URSS.

Ya en 1950, las armas nucleares se consideraron parte integrante de ambas fuerzas armadas pero siempre le correspondió a los Estados Unidos la iniciativa en la creación de nuevos medios de destrucción masiva a los que la Unión Soviética respondía en breve tiempo para mantener una paridad estratégica aproximada.

Desde hace más de sesenta año se ha prestado escasa atención a los enormes costos de este esfuerzo bélico en más de $ 5000 mil millones hasta el año 1998 y sus consecuencias a corto y largo plazo para la nación.

El libro sobre la base de cuatro años de investigación, auditoría Atómica es el primer libro para documentar los costos completos de las armas nucleares, el montaje por primera vez en cualquier parte de los gastos reales y estimados para el programa desde su creación en 1940. Los autores proporcionan una perspectiva única sobre la política nuclear y las armas nucleares, el seguimiento de su desarrollo desde el Proyecto Manhattan de la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días y la evaluación de cada uno de los aspectos del programa, incluyendo la investigación, desarrollo, prueba y producción; despliegue; comando, control, comunicaciones e inteligencia; y medidas defensivas. También examinan los costos de desmantelamiento de armas nucleares, la gestión y la eliminación de grandes cantidades de desechos tóxicos y radiactivos que quedaron de su producción, la indemnización de las personas perjudicadas por las actividades de armas nucleares, el secreto nuclear, y las implicaciones económicas de la disuasión nuclear.

La utilización de documentos y datos del Gobierno de archivo y recién desclasificados, este libro ricamente documentado demuestra cómo una variedad de factores, la naturaleza abierta de la disuasión nuclear, hipótesis erróneas sobre la relación coste-eficacia de las armas nucleares, la tergiversación regular de y reacción exagerada a la “amenaza soviética”, el deseo de mantener la superioridad nuclear, las decisiones burocráticas y, a menudo arbitrarias, la política del barril de cerdo, y excesivo secretismo, todo condujo a la adquisición de un arsenal mucho mayor que lo que se consideren necesarios por muchos líderes civiles y militares contemporáneos. Estos factores también contribuyeron a la supervisión financiera de todo el esfuerzo por el Congreso y el Poder Ejecutivo. Auditoría Atómica concluye con recomendaciones para el fortalecimiento de la rendición de cuentas atómicas y fomentar una mayor comprensión pública de los programas y políticas de armas nucleares.

En otra entrada detallaremos los puntos elaborados por este enorme trabajo. En esta primera parte mostramos los cincuenta hechos y datos que marcaron la historia de las bombas nucleares de los Estados Unidos, el desarrollo atroz de la carrera armamentista y sus resultados.

Los cincuenta hechos en detalle (se mantiene la fuente en idioma original)

1) Costo total del proyecto Manhattan para la construcción de la bomba atómica de los Estados Unidos: U$S 20.000.000.000
SOURCES: Richard G. Hewlett and Oscar E. Anderson, Jr., The New World: A History of the United States Atomic Energy Commission, Volume 1, 1939/1946 (Oak Ridge, Tennessee: U.S. AEC Technical Information Center, 1972), pp. 723-724; Condensed AEC Annual Financial Report, FY 1953 (in Fifteenth Semiannual Report of the Atomic Energy Commission, January 1954, p. 73)

2) Número total de misiles nucleares construidos entre 1951 hasta 2005: 67.500

3) Costo estimado para la construcción de más de 1.000 ICBM desde rampas de lanzamiento y silos: 1957-1964: casi U$S 14.000.000.000

Maj. C.D. Hargreaves, U.S. Army Corps of Engineers Ballistic Missile Construction Office (CEBMCO), "Introduction to the CEBMCO Historical Report and History of the Command Section, 
Pre-CEBMCO Thru December 1962," p. 8; U.S. Army Corps of Engineers Ballistic Missile Construction Office, "U.S. Air Force ICBM Construction Program," undated chart (circa 1965)

4) Número total de bombarderos nucleares construidas desde 1951: 4.680

U.S. Nuclear Weapons Cost Study Project

5) Máximo número de cabezas nucleares y bombas guardadas en los arsenales desde 1945 y 1996: 32.193 (1966)

Natural Resources Defense Council, Nuclear Weapons Databook Project

6) Número total de tipos de cabezas nucleares 1945-1990: mares de 70.000 (65 tipos)

U.S. Department of Energy; Natural Resources Defense Council, Nuclear Weapons Databook Project

7) Número actual de cabezas en los arsenales (2002): 10.600 (7.982 despelegdas, 2.700 guardados en los arsenales como reserva y cobertura)
Natural Resources Defense Council, Nuclear Weapons Databook Project
8) Número de cabezas nucleares requeridas por el Ejército en 1956 and 1957: 151.000

History of the Custody and Deployment of Nuclear Weapons, July 1945 Through September 1977, Prepared by the Office of the Assistant Secretary of Defense (Atomic Energy), February 1978, p. 50 (formerly Top Secret)

9) Proyecciones estratégicas operaciones de las ojivas y bombas nucleares de los Estados Unidos después de la plena entrada del Tratado para la Reducción de los Armamentos Estratégicos en 2012: 1.700-2.200

U.S. Department of Defense; Natural Resources Defense Council, Nuclear Weapons Databook Project

10) Cabezas nucleares adicionales estratégicas y no estratégicas sin limitación por el tratado que los militares de los Estados Unidos quieren conservar como cobertura en un futuro contra amenazas imprevistas: 4.900

U..S. Department of Defense; Natural Resources Defense Council, Nuclear Weapons Databook Project

11) Las bombas nucleares más grandes y más pequeñas aun desplegadas de los siguientes tipos B17/B24 (~42.000 lbs., 10-15 megatones); W54 (51 lbs., 0.01 kilotones, 0.02 kilotons-1 kilotones)

Natural Resources Defense Council, Nuclear Weapons Databook Project

12) Número máximo de minas de uranio domésticas operativas (1955): 925

Nineteenth Semiannual Report of the Atomic Energy Commission, January 1956, p. 31

13) Material fisible producido: 104 toneladas métricas de plutonio and 994 toneladas méetricas de uranio altamente enriquecid.

U.S. Department of Energy

14) Cantidad de plutonio que aun est’an en las armas: 43 toneladas métricas

Natural Resources Defense Council, Nuclear Weapons Databook Project

15) Number of thermometers which could be filled with mercury used to produce lithium-6 at the Oak Ridge Reservation: 11 billion

U.S. Department of Energy

16) Número de pozos de plutonio desmantelados en la Planta Pantex en Amarillo, Texas: 12.067 (hasta Mayo 6, 1999)

U.S. Department of Energy

17) Estados con el mayor número de armas nucleares en 1999: Nueva Mexico (2.450), Georgia (2.000), Washington (1.685), Nevada (1.350), and Dakota del Norte (1.140)
William M. Arkin, Robert S. Norris, and Joshua Handler, Taking Stock: Worldwide Nuclear Deployments 1998 (Washington, D.C.: Natural Resources Defense Council, March 1998)

nucleares de los Estados uniods: 15.654 millas cuadradas

U.S. Nuclear Weapons Cost Study Project

19) Área total del distrito de Columbia, Massachusetts y Nueva Jersey que ocupan las armas nucleares: 15.357 square miles

Rand McNally Road Atlas and Travel Guide, 1992

20). Honorarios pagaron por el Departamento de energía para luchar contra demandas de los trabajadores y los ciudadanos privados relativas a la producción de armas nucleares y pruebas de actividades, desde octubre de 1990 hasta marzo de 1995: 97.000.000

U.S. Department of Energy

21) Dinero pagado por el Departamento de estado a Japón después de las series de pruebas “Bravo” de 1954: $15.300.000

Barton C. Hacker, Elements of Controversy: The Atomic Energy Commission and Radiation Safety in Nuclear Weapons Testing, 1947 -1974, University of California Press, 1994, p. 158

22) Dinero y compensaciones no monetarias pagadas por los Estados Unidos a las Islas Marshall desde 1956 para reparar los daños causados por los test nucleares: por lo menos  $759.000.000

U.S. Nuclear Weapons Cost Study Project

23) Dinero pagado a los ciudadanos de los Estados Unidos que estuvieron sometidos a la esposición radiactiva por el Acta de Compesaciones de 1990 (hasta el 13 de enero de 1998): Aproximadamente $225.000.000 (donde 6.336 reclamos fueron aprobados y otros 3.156 fueron rechazados)

U.S. Department of Justice, Torts Branch, Civil Division

24) Total cost of the Aircraft Nuclear Propulsion (ANP) program, 1946-1961: $7.000.000.000

"Aircraft Nuclear Propulsion Program," Report of the Joint Committee on Atomic Energy, September 1959, pp. 11-12

25) Número total aviones a propulsion nuclear y hangars constridos para aviones: 0 and 1

Ibid; "American Portrait: ANP," WFAA-TV (Dallas), 1993. Between July 1955 and March 1957, a specially modified B-36 bomber made 47 flights with a three megawatt air-cooled operational test reactor (the reactor, however, did not power the plane).

26) Número de instalaciones secretas construidas para emergencia presidencial para uso durante y después de una Guerra nuclear: más de 75.

Bill Gulley with Mary Ellen Reese, Breaking Cover, Simon and Schuster, 1980, pp. 34- 36

27) Almacenamiento de dólares hasta 1988 por la Reserva Federal en las instalaciones de Mount Pony para uso después de una Guerra nuclear: más de $2.000.000.000 de dólares
Edward Zuckerman, The Day After World War III, The Viking Press, 1984, pp. 287-88

28) Monto de toneladas de plata usada en las plantas de Oak Ridge, TN, Y-12 para las bobinas de imanes eléctricos: 14.700

Vincent C. Jones, Manhattan: The Army and the Bomb, U.S. Army Center for Military History, 1985, pp. 66-7

29) Número total de test de armas nucleares realizados por los Estados Unidos entre 1945 y 1992: 1.030 (de los cuales 1.125 fueron dispositivos nucleares detonados y 24 fueron test adicionales juntos con Gran Bretaña)

U.S. Department of Energy

30) Primer y ultimo test nuclear:  Julio 16 de 1945 ("Trinity")  y Septiembre 23 de 1992 ("Divider")

U.S. Department of Energy

31) Monto estimado del gasto de los ensayos nucleares entre el 1º de octubre de 1992 y el 1º de octubre de 1995: $1.200.000.000 (0 tests)
U.S. Nuclear Weapons Cost Study Project

32) Costo de la Operación Crossroads para la detonación de las bombas atomicas "Able" y  "Baker" en el atolón Bikini en julio de 1946: $1.300.000.000 de dólares

Weisgall, Operation Crossroads, pp. 294, 371

33) La más grande explosion nuclear de los Estados Unidos: 15 Megatones/01/03/1954 ("Bravo")
U.S. Department of Energy

34) Número de islas vaporizadas en el atolón Enewetak el 1º de noviembre de 1952 por la explosión de la bomba de hidrógeno "Mike": 1

Chuck Hansen, U.S. Nuclear Weapons: The Secret History, Orion Books, 1988, pp. 58-59, 95

35) Número de pruebas nucleares en el Pacífico: 106
Natural Resources Defense Council, Nuclear Weapons Databook Project

36) Número de pruebas nucleares por los Estados Unidos en Nevada: 911

Natural Resources Defense Council, Nuclear Weapons Databook Project

37) Número de pruebas de armas nucleares in Alaska: [3], Colorado [2], Mississippi (2) and New México (3): 10

Natural Resources Defense Council, Nuclear Weapons Databook Project

38) Operaciones naval con reactors a propulsion nuclear vs. operaciones commercials con reactores convencionales (para 1999): 129 vs. 108

Adm. Bruce DeMars, Deputy Assistant Director for Naval Reactors, U.S. Navy; Nuclear Regulatory Commission

39) Número de misiles nucleares para ataque (SSN) y misiles balísticos lanzados desde le (SSBN) submarinos (2002): 53 SSNs y 18 SSBNs

Adm. Bruce DeMars, Deputy Assistant Director for Naval Reactors, U.S. Navy

40) Número de alto nivel de radiactivdad perdida en tanques en los estados de Washington, Idaho y Carolina del Sur: 239

U.S. Department of Energy

41) Volumen en metros cúbicos de radioactividad gastada y/o utilizada en la fabricación de las armas 
nucleares: 104.000.000

U.S. Department of Energy; Institute for Energy and Environmental Research

42) Número de objetivos elegidos por los Estados Unidos para usar sus armas en el Plan Únic Integrado de Operaciones (Single Integrated Operational Plan (SIOP) en 1976, 1986, y 1995: 25.000 
(1976), 16.000 (1986) and 2.500 (1995)

Bruce Blair, Senior Fellow, The Brookings Institution

43) Costo del accidente nuclear ocurrido el 17 de enero de 1966 en Palomares (España) incluyendo la pérdida de dos aviones, la extensa búsqueda y esfuerzos por recuperarlos y la eliminación de los residuos y desechos en los Estados Unidos junto con las demandas por reclamaciones: $182.000.000

Joint Committee on Atomic Energy Interoffice Memorandum, February 15, 1968; Center for Defense Information

44) Número de bombas nucleares perdidas or los Estados Unidos en accidentesy que nunca fueron recuperadas: 11

U.S. Department of Defense; Center for Defense Information; Greenpeace; "Lost Bombs," Atwood-Keeney Productions, Inc., 1997

45) Númrto de empleados federales del Departamento de Energía (in 1996): 18.608
U.S. Department of Energy, Office of Worker and Community Transition

46) Número de empleados contratatos por el Departamento de Energía (en 1996): 109.242
U.S. Department of Energy, Office of Worker and Community Transition

47) Número mínimo de páginas estimadas que se declasificaron que estaban en posesión del Departamento de Energí (1995): 280 millones.

A Review of the Department of Energy Classification Policy and Practice, Committee on Declassification of Information for the Department of Energy Environmental Remediation and Related Programs, National Research Council, 1995, pp. 7-8, 68.

48) Gastos comparados 1965 vs 1993 en misiles balísticos para la defensa: $2.00.000.000 vs. $2.600.00.000

U.S. Nuclear Weapons Cost Study Project

49) Costo promedio por cabeza nuclear e función de la ayuda de los Estados Unidos a Kazajstán para desmantelar 104 SS-18 ICBMs llevado a cabo entre más 1.000 cabezas nucleares: $70.000

U.S. Nuclear Weapons Cost Study Project; Arms Control Association

50) Gasto estimado en 1998 referido las armas nucleares y aquellas relacionadas en todo los programas de los Estados Unidos: $35.100.000.000

U.S. Nuclear Weapons Cost Study Project

http://www.brookings.edu/about/projects/archive/nucweapons/50

lunes, 24 de agosto de 2015

ALEXIS TSIPRAS RENUNCIA EN GRECIA

Por Sergio Daniel Aronas – 25 de agosto de 2015

Finalmente Alexis Tsipras, quien se creyó ser el Fidel de Grecia o el Che del Peloponeso del siglo XXI, terminó su espantoso gobierno presentando su renuncia al cargo de Primer Ministro, poniendo fin a siete meses de una historia de traiciones pocas veces vista. El KKE, al que nadie le presta atención, siempre tuvo razón que Syriza iba a pactar con la troika y la OTAN. Gracias a este pacto de rendición firmado en julio pasado, Alemania embolsó unos 110 mil millones de euros sin mover un solo dedo. ¡Qué maravillas hace el mercado!. ¿Van a ir a la fiesta de despedida los que festejaron alborozadamente su triunfo de enero? En medio del desastre, abandona el barco y el pueblo como siempre paga los platos rotos.

Este abrupto desenlace no puede sorprender a las fuerzas revolucionarias dentro y fuera de Grecia que venían criticando con dureza la rendición incondicional de la Coalición de Izquierda Radical, que como muchas veces dijimos en este blog, no era ni de izquierda, ni radical, ni mucho menos marxista, como pretendieron denominarse. Es una burla total al pueblo griego que confió en esta fuerza para sacarlos de la crisis, que prometió terminar con los programas de ajustes y de austeridad, que iban a aplicar impuestos progresivos a las grandes fortunas, que no iban a reconocer la deuda firmada por los partidos de la derecha que gobernaron el país durante los últimos 35 años y que llevaron a la nación a este estado catastrófico de crisis.

Como muy bien informa la página web de noticia de Telesurtv, la renuncia del Primer Ministro se da en un contexto donde se aprobaron el programa de reformas que pedía la banca acreedora, que traducido al lenguaje común y corriente no es más que un violento plan de ajuste que implica la venta de 1.200 islas para pagar la deuda externa. Vender territorio por deuda no es nada nuevo puesto que la historia argentina registra este tipo de medidas como fue en su momento en el siglo XIX durante la segunda gobernación de Juan Manuel de Rosas, se evaluó seriamente entregar las Islas Malvinas a cambio de pagar la deuda con la Baring Brothers Británica. Telesurtiv informar detalladamente lo siguiente:

“Pese a esto, el Parlamento griego dio el visto bueno al acuerdo en julio y el pasado miércoles 11 de agosto, tras una sesión plenaria, aprobó con 222 votos a favor, 64 en contra y un total de 11 abstenciones, el proyecto de ley titulado "La ratificación del proyecto de acuerdo relativo a la ayuda financiera por parte del Mecanismo Europeo de Estabilidad Financiera (MEEF) y medidas para ponerlo en práctica", que contempla alrededor de 40 reformas aplicadas al país heleno.

Así lo hizo también el Eurogrupo, este viernes 14 de agosto, cuando avalaron el tercer “rescate”. Al respecto, el presidente de la Comisión Europea (CE), Jean-Claude Juncker, dijo en un comunicado que "los seis últimos meses fueron difíciles. Pusieron a prueba la paciencia de los políticos que deciden y todavía más la de nuestros ciudadanos. Juntos hemos estado al borde del precipicio". (Ver el informe en la siguiente dirección:
http://www.telesurtv.net/news/Tsipras-renuncia-y-convoca-a-elecciones-anticipadas-en-recia-20150713-0029.html

Muchos hablan que en Grecia gobernaba solamente Syriza. No es así. En Grecia gobernaba una estrafalaria coalición entre el partido del renunciante Tsipras en alianza con el partido de derecha nacionalista ANEL con el cual se repartieron los diferente cargos en la conducción de los ministerios del gabinete. La trayectoria política de Tsipras al frente del gobierno de Grecia lo comenzó con un fuerte discurso de izquierda y terminó rindiéndose a la plataforma neoliberal de los fascistas del mercado que están llevando al país a la bancarrota y firmó su acta de rendición incondicional con un paquete de ajuste demencial que no se condice con su programa político, con su ideología y especialmente con las propuestas electorales que lo llevaron a la victoria el 25 de enero de 2015.

Su renuncia ha provocado un cataclismo en el seno de Syriza cuya imagen en el pueblo está profundamente desacreditada porque no se le puede mentir de esa manera tan flagrante de borrar con el codo lo que se escribe con la mano y un millones de trabajadores que le dieron su apoyo confiando en ese programa de cambios. Han arruinado un capital político enorme y mucho más grande es el daño que le han hecho a la izquierda en general y a la griega en particular, aunque los pueblos saben quien es quien en política, quien está de su lado, quien traiciona y quien se convierte en verdugo y enemigo del pueblo.
Aun así existen personas que lo defienden como el señor Rafael Hernández Bolívar para quien Alexis Tsipras fue víctima de las circunstancias y lo dice de esta manera:

“La transparencia en las negociaciones, el sentido de responsabilidad de los dirigentes y la incuestionable fe en el pueblo han sido valores que caracterizan la acción política de Syriza y de Alexis Tsipras, su máximo líder. En otras palabras, valores de la democracia como orientación en una crisis económica y política de terribles efectos para la sociedad griega.
Transparencia para informar al pueblo de manera oportuna de las dificultades que confronta y de las consecuencias que implica la toma de decisiones en un sentido o en otro. Sentido de responsabilidad expresado en resoluciones que obedecen al nivel de conciencia y de compromiso de la gente y no a las expectativas y las exigencias de los dirigentes. Fe en el pueblo para decidir en los asuntos clave sometidos a su consideración; para presentarse en las elecciones de enero de este año y obtener el apoyo que le hizo mayoría; para someter a un referendo la decisión de negociar con la troika en términos de denuncia y exigencia -no de resignación silenciosa- y, una vez más, fe en el pueblo para que juzgue si la acción de Syriza está en consonancia con las luchas del pueblo griego por su soberanía y la democracia.
Los griegos han demostrado con su respaldo el aprecio que tienen por esos valores. Sólo así se comprende cómo Alexis Tsipras y Syriza tienen hoy mayor apoyo que cuando ganaron las elecciones de enero, aún firmando un acuerdo leonino, infame y humillante como el que obligaron a firmar los alemanes. En las elecciones de septiembre, aun siendo otro el primer ministro, el pueblo griego sabrá escoger nuevos caminos para su liberación, su soberanía y su democracia. Esta lucha no se detiene.”
 (Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=202451

En la última parte de su artículo, Hernández Bolívar defiende lo actuado por Tsipras por haber acudido al pueblo y felicita a Syriza por su “incuestionable fe en el pueblo”. ¿De dónde sacó eso? Si el plebiscito convocado donde el pueblo rechazó el plan de ajuste, Tsipras y su partido hizo todo lo contrario. ¿De qué fe habla? Y de la responsabilidad es para cumplir el programa de gobierno y no para arrojarlo al canasto de la basura y tomar como propio el programa de los enemigos a los que se deben combatir.

Cuando habla de “transparencia” comete otro error imperdonable porque el voto del pueblo fue claro y contundente para luchar y enfrentar a la troika pero Syriza tiró la toalla y firmó el pacto de rendición capitulando vergonzosamente. El pueblo griego es un pueblo combativo, aguerrido y que resistió y derrotó al fascismo alemán expulsando a los invasores de su país en cuatro años de guerra heroica y gloriosa. Ese pasado no lo va enterrar Syriza ni la banca acreedora ni la OTAN ni ninguna fuerza imperialista que hoy pretende tomar a Grecia por asalto y convertirla en un protectorado de la Unión Europea. El pueblo tiene aprecio por los valores de la soberanía, la patria, el honor y el respeto a las tradiciones que Tsipras y Syriza traicionaron.

En septiembre puede suceder el resultado menos esperado. De nuestra parte deseamos el fortalecimiento del Partido Comunista Griego, único partido que habló con total claridad al pueblo que Syriza iba a claudicar, iba a pactar con los imperialistas e imponer el plan de ajuste antiobrero y antipopular. Quien no lo crea, lo invitamos a que lean las declaraciones de los dirigentes del Partido Comunista en todo el período desde octubre de 2014 hasta julio de 2015 donde explicar las razones por las que no los apoyaban ni siquiera como aliados en una hipotética coalición de gobierno.

Para la memoria de los lectores entregamos la Plataforma Electoral de Syriza así pueden tener una idea precisa de lo que prometieron y lo que verdaderamente hicieron-

PROGRAMA DE SYRIZA

1. Realizar una auditoría sobre la deuda pública. Renegociar su devolución y suspender los pagos hasta que se haya recuperado la economía y vuelva el crecimiento y el empleo.

2. Exigir a la UE un cambio en el papel del BCE para que financie directamente a los Estados y a los programas de inversión pública.

3. Subir el impuesto de la renta al 75% para todos los ingresos por encima del medio millón de euros anuales.

4. Cambiar la ley electoral para que la representación parlamentaria sea verdaderamente proporcional.

5. Subir el impuesto de sociedades para las grandes empresas al menos hasta la media europea.

6. Adoptar un impuesto a las transacciones financieras y también un impuesto especial para los productos de lujo.

7. Prohibir los derivados financieros especulativos, como los swaps y los CDS.

8. Abolir los privilegios fiscales de los que disfruta la iglesia y los armadores de barcos.

9. Combatir el secreto bancario y la evasión de capitales al extranjero.

10. Rebajar drásticamente el gasto militar.

11. Subir el salario mínimo hasta su nivel  previo a las recortes (751 euros brutos
mensuales).

12. Utilizar los edificios del Gobierno, la banca y la iglesia para alojar a las personas sin hogar.

13. Poner en marcha comedores en los colegios públicos para ofrecer desayuno y almuerzo gratuito a los niños.

14. Ofrecer sanidad pública gratuita para las personas desempleadas, sin hogar o sin ingresos suficientes.
15. Ayudas de hasta el 30% de sus ingresos para las familias que no pueden afrontar sus hipotecas.

16. Subir las prestaciones de desempleo para los parados. Aumentar la protección social
para las familias monoparentales, los anci
anos, los discapacitados y los hogares sin
ingresos.
17. Rebajas fiscales para los productos de primera necesidad.
18. Nacionalización de los bancos.
19. Nacionalizar las antiguas empresas públicas de sectores estratégicos para el
crecimiento del país (ferrocarrile
s, aeropuertos, correos, agua...).
20. Apostar por las energías renovables y por la protección del medio ambiente.

21. Igualdad salarial para hombres y mujeres.

22. Limitar el encadenamiento de contratos temporales y apostar por los contratos indefinidos.

23. Ampliar la protección laboral y salarial de los trabajadores a tiempo parciales.

24. Recuperar los convenios colectivos.

25. Aumentar las inspecciones de trabajo y los requisitos laborales para empresas que  accedan a concursos públicos.

26. Reformar la constitución para garantizar la separación iglesia-Estado y la protección del derecho a la educación, la salud y la protección del medio ambiente.

27. Someter a referéndum vinculante los tratados euro peos y otros acuerdos de importancia.  

28. Abolición de todos los privilegios de los parlamentarios. Eliminar la especial protección legal de los ministros y permitir a los tribunales ordinarios procesar a los miembros del gobierno.

29. Desmilitarizar la guardia costera y disolver las fuerzas especiales antidisturbios. Prohibir la presencia de policías encubiertos o con armas de fuego en las manifestaciones y mítines. Cambiar los planes de estudio de los policías para poner énfasis en los temas sociales, como la inmigración, las drogas o la exclusión social.

30. Garantizar los derechos humanos en los centros de detención de inmigrantes.

31. Facilitar a los inmigrantes la reagrupación familiar. Permitir que los inmigrantes, incluso los indocumentados, tengan acceso pleno a la sanidad y la educación.

32. Despenalizar el consumo de drogas, combatiendo solo el tráfico. Aumentar los fondos para los centros de desintoxicación.

33. Regular el derecho a la objeción deconciencia en el servicio militar.

34. Aumentar los fondos para la sanidad pública hasta los niveles del resto de la UE (la media europea es del 6% del PIB y Grecia gasta el 3%).

35. Eliminar el copago en los servicios sanitarios.

36. Nacionalizar los hospitales privatizados. Eliminar toda participación privada en el sistema público de salud.

37. Retirada de las tropas griegas de Afganistán y los Balcanes: ningún soldado fuera de las fronteras de Grecia.

38. Romper los acuerdos de cooperación militar con Israel. Apoyar la creación de un estado Palestino dentro de las fronteras de 1967.

39. Negociar un acuerdo estable con Turquía.

40. Cerrar todas las bases extranjeras en Grecia y salir de la OTAN.
  













jueves, 20 de agosto de 2015

HIROSHIMA Y NAGASAKI: 70 AÑOS
DE LOS BOMBARDEOS NUCLEARES

Por Sergio Daniel Aronas – 19 de agosto de 2015
  
"¿Has caminado por la tierra últimamente? Yo lo he hecho: y he examinado los maravillosos inventos del hombre. Y te digo que en las artes de la vida el Hombre no inventa nada, pero en las artes de la muerte supera a la Naturaleza misma, y produce por la química y la maquinaria toda la destrucción que son capaces la plaga, la peste y el hambre"
.
George Bernard Shaw, Hombre y Superhombre, 1903

El lanzamiento de las bombas nucleares sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, el 6 y 9 de agosto de 1945 hace 70 años en el marco de la Segunda Guerra Mundial y en el enfrentamiento particular en los Estados Unidos y el Japón, fue sin lugar a de los más aberrantes crímenes de guerra y un acto de genocidio que el gobierno estadounidense  ordenó como forma de obtener la rendición del Japón, argumento usado como excusa.

La realidad y los objetivos políticos y criminales que se buscaron con las bombas atómicas no fueron evitar nuevas víctimas de la guerra ni lograr la rápida terminación de la guerra. En primer lugar, con el argumento de impedir que sigan muriendo soldados en la guerra, el Alto Mando Militar de los Estados Unidos solo se preocupó del estado de su propia fuerza y no la de su enemigo. Estaba muy claro para los generales estadounidenses que tras las victorias sangrientas y terribles de las batallas de las islas de Okinawa e Iwo Jima, derrotar al Japón en sus islas principales requería de una movilización de equipamiento, pertrechos, tanques, barcos y aviones en una magnitud nunca vista ni probada. Además la cantidad de efectivos y soldados necesarios para una invasión terrestre era tan descomunal que no tenía medíos suficientes para lograrlos porque eran conscientes de que una operación tipo Normandía contra el Japón era imposible. El dato de Iwo Jima es interesante para conocer la envergadura de la guerra pues 50.000 estadounidenses chocaron un 10.000 fanáticos japoneses y si peleaban así por esa isla, lo que sería una batalla global para la toma de Tokyo.

Es importante realizar un breve repaso de la guerra de los Estados Unidos contra el Japón en un ejercicio que sea lo más entendible posible para analizar la decisión del gobierno de Harry Truman de arrojar las bombas atómicas. La única batalla con alta movilización y participación de tropas estadounidenses en contra los japoneses fue en las islas Filipinas en la batalla de Luzón, donde los Estados Unidos pusieron en combate a más 250.000 hombre contra unos 200.000 defensores japoneses. Una vez que los estadounidenses conquistaron estas islas a un costo elevadísimo de muertos y heridos, quedaba la última etapa de la campaña para conquistar Japón que era la invasión a las islas principales donde se encontraba la capital Tokyo y las otras grandes ciudades portuarias e industriales.
  

El grueso del ejército japonés estuvo dislocado ocupando un inmenso territorio en Asia que abarcaba China, en el sector oriental que denominaron Machukuo, toda la península de Corea, las islas Kuriles y Sajalin y que era una zona muy complicada y difícil de atacar porque se necesitaba de una enorme cantidad de transporte de material de guerra y soldados para enfrentar al ejército imperial Kuantung que tenía un total de 2 millones de hombres, organizados en 56 divisiones y 36 brigadas y el resto estaba distribuido en las islas principales de con 2.350.000 en 64 divisiones y 25 brigadas.  Esta era la situación militar a la que se enfrentaban los Estados Unidos en la primera semana de agosto de 1945 al momento de elaborar el plan estratégico para derrotar al Japón: 2 millones de hombres en territorios conquistados y otros 2.350.0000 para la defensa de las islas mayores.

La Unión Soviética había derrotado el ejército japonés de Kuangtung, la más poderosa agrupación de tropas enemigas emplazada en la zona de Asia-Pacífico: contaba con dos millones de efectivos, 1.155 tanques, 5.360 piezas de artillería, 1.800 aviones y 25 buques de guerra. A lo largo de las fronteras tenía sofisticadas fortificaciones de hormigón que se comunicaban mediante túneles. Las reservas de comida y agua permitían hacer guerra durante varios meses sin tregua.

De acuerdo a lo firmado en Yalta, el 11 de febrero de 1945, a los tres meses de terminada la guerra en Europa, la Unión Soviética se comprometía a intervenir en la guerra contra el Japón y es así como del 6 de agosto hasta el 2 de septiembre se inicia la campaña ofensiva en el Lejano Oriente a cuyo mando fue puesto el mariscal Andrei Meretskov y que entró en la historia como un ade las proezas más extraordinarias de la historia de la Segunda Guerra Mundial y una brillante operación en el arte de la estrategia militar como una de sus páginas más brillantes. La ofensiva había sido lanzada en un frente de 5 mil kilómetros de extensión y de 200 a 800 kilómetros de profundidad. El teatro de operaciones era extremadamente complicado: desiertos, estepas, montañas, pantanos y bosques atravesados por ríos tan grandes como el Amur, Argún y Sungari.

El Ejército Rojo aniquiló a 84 mil soldados y oficiales del enemigo e hizo prisioneros a otros 700 mil. A su vez, perdió sólo a 12 mil efectivos, o sea, menos del uno por ciento del número de participantes en los combates. En ninguna otra operación de la segunda conflagración mundial se había alcanzado tales resultados, ni por parte de la Wehrmacht ni por parte de las tropas anglonorteamericanas.

Los historiadores militares saben perfectamente por qué Washington insistía tanto en que Moscú participara de en la guerra contra Tokio. En agosto de 1945, las tropas japonesas contaban en la zona de Asia-Pacífico con 7 millones de efectivos, 10 mil aviones y 500 buques de guerra. El ejército de los aliados, a su vez, sólo tenía 1,8 millones de soldados y 5 mil aviones. Si la Unión Soviética no hubiera entrado en la guerra, las principales fuerzas del ejército de Kuangtung habrían atacado a los estadounidenses, y entonces la guerra habría durado no un mes más, sino un año o dos. Como consecuencia, las pérdidas de los Estados Unidos superarían un millón de personas. Los generales del Pentágono se lo habían explicado bien claro al presidente Truman y finalmente lograron convencerlo. Pero al principio, y es un hecho histórico probado, el dirigente estadounidense tampoco le veía sentido a que la Unión Soviética participara en la guerra contra Japón.

En esta guerra contra Japón, también era de interés del gobierno soviético aplastar el ejército de Kuangtung, liberar la parte nordeste de China (Manchuria) y de Corea del Norte, privar a Tokio de sus bases logísticas en el continente asiático (punto de lanza de los ataques nipones contra la URSS y Mongolia) y ayudar a los patriotas chinos a liberar su patria.

Además, la Unión Soviética anhelaba desquitarse por la estrepitosa derrota sufrida en la guerra ruso-japonesa de 1905 y recuperar Sajalín del Sur y las islas Kuriles, anexionadas ilegítimamente por los japoneses.
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Por otro lado, las tropas soviéticas tenían la tarea de resguardar la seguridad de las fronteras del país en el Lejano Oriente. Durante los 1.415 días que había durado la Gran Guerra Patria, la Unión Soviética tenía que mantener en aquella zona 40 divisiones, tan necesarias en el frente soviético-alemán. Sobre todo, aquellos refuerzos habrían venido muy a propósito cuando se decidía el destino de las batallas de Moscú, Stalingrado y Kursk, o sea, el destino de la Victoria final sobre la Alemania nazi y solo pudieron enviar aquellos grandes refuerzos de tropas frescas cuando la inteligencia soviética comprobó que el Japón no atacaría a la URSS.

Ahí está el gran secreto de que la derrota del ejército del Kuantung no sea obra de la Unión Soviética, sino que habría que buscar una resolución drástica para mostrar el poderío contundente de los Estados Unidos y que se lo vea como la nación victoriosa y triunfante, ya que sería demasiado que vuelva a ser la Unión Soviética también la vencedora de la guerra en Asia, después de su glorioso triunfo en Europa.

Los mitos de las bombas atómicas

Hay tres mitos que son necesarios destruir porque los libros de historia y los nuevos trabajos que aparecen siguen justificando lo injustificable: Primero, que las bombas se arrojaron sobre objetivos militares; segundo, que las bombas evitaron gran cantidad de muertos y tercero, que las bombas pusieron fin a la Segunda Guerra Mundial y gracias a éstas el Japón imperial firmó su rendición incondicional

En primer lugar ni Hiroshima ni Nagasaki eran objetivos militares porque no tenían industria bélica, no era un puerto de buques y/o navíos de guerra ni era una base de submarinos o que fuese un aeropuerto para aviones y helicópteros de combate. La prueba más demostrativa de que no era ninguna base militar era el hecho de que no tenía ninguna clase de baterías o cañones antiaéreos que la protegiera. La verdadera razón de su elección fue que estas ciudades que contaban con un población considerable, no habían sido violentamente bombardeadas en el curso de los criminales ataques aéreos a más de 100 ciudades japonesas, matando a miles de civiles en una cifra que supera los 500 mil muertos y  que nada tenían que ver con la fuerza combatiente del imperio japonés con la cual debía dirigirse los bombardeos. Eso es crimen de lesa humanidad.

Para el imperialismo estadounidense, cuya doctrina militar se basa en el poderío aéreo, ya habían bombardeado unas 130 ciudades alemanes dejando como saldo unos 600 mil muertos, en los ataques a Dresde (el más terrible de todos) y que al igual que los realizados a Japón, no revistieron ningún resultado estratégico en el sentido de proclamar la victoria sobre su enemigo porque ahí no estaban el gruesos de las fuerzas militares destruidas. Solo fue un acto sin justificación para ablandar y obligar a los gobiernos a rendirse,, cosa que efectivamente no hicieron.  

Estos bombardeos con explosivos incendiarios había arrasado habían arrasado no solo las 5 ciudades más importantes, si no también otras 67 ciudades (23 ciudades de entre 100.000 y 400.000 habitantes y otras 41 ciudades de unos 100.000 habitantes) destruyendo casi toda la capacidad industrial japonesa. En el bombardeo de Tokio en la noche del 23 de marzo de 1945 una invasión de 520 bombarderos arrojaron unas 4 mil toneladas de bombas incendiarias en un área de 18 kilómetros cuadrados (casi el tamaño de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires) que provocó un fenómeno llamado “tormenta de fuego” donde las llamas creaban esos vientos que intensificaban la masacre matando entre 85.000 y 100.000 personas. Y es aquí donde aparece la idea bestial de la “eficacia” de la bomba atómica, en la que un solo artefacto provoca el mismo número de muertos y de destrucciones. Este fue el cálculo siniestro que analizó el gobierno de los Estados Unidos para decidir el lanzamiento de estas bombas.

Si comparamos todos estos bombardeos incendiarios tanto en Alemania como en Japón y los ataques nucleares de Hiroshima y Nagasaki, murieron mucho más civiles en el sitio de Leningrado y sin embargo, para los historiadores occidentales este hecho no reviste ninguna importancia. Solo el hecho de comparar la eficacia en la forma de matar y esto forma parte del pensamiento militar de los Estados Unidos, de modo que cuando se plantea el llamado “problema ético” para los militares encargados de realizar el trabajo sucio de arrojar la bomba atómica, la moralidad la plantean en términos de la victoria, es decir, cuáles son los medios más eficaces para alcanzar una victoria más rápida con el menor número de bajas propias y eso debe lograrse a cualquier costo. Esa es la moralidad “más elevada” con la que el gobierno de los Estados Unidos ha defendido el criminal lanzamiento de las bombas atómicas sobre el Japón. (Esta expresión “más elevada” puede encontrarla en el libro de Bernardo Brodie, Guerra y Política, página 58, FCE).

En el caso de Nagasaki fue una ciudad con un importante puerto comercial y fluvial en la que se destacaba sus industrias navales como principal actividad y desde el punto de vista social era la que albergaba la comunidad católica más importante del país. Nagasaki tampoco había sufrido los bombardeos incendiarios que destruyeron a otras ciudades. No era tampoco un objetivo militar y no representaba ninguna amenaza a las fuerzas de los Estados Unidos.  

El gobierno de los Estados Unidos y sobre todo su presidente, Harry Truman no solo cometió un acto de crímenes contra la humanidad sino que violó explícitamente tres tratados que había firmado: el primero fue la Conferencia de la Haya de 1899 y 1907 que establecieron la prohibición de usar armas venenosas en los conflictos bélicos y había aceptado una resolución de la Sociedad de las Naciones que en 1938 había declarado la prohibición de ataques intencionales contra la población civil. Por lo tanto, el gobierno de los Estados Unidos que son tan legalistas cuando les conviene, se “olvidaron” de estos acuerdos y arrasaron con una impunidad terrible a estas dos ciudades de una manera insensata, innecesaria y inútil.
El segundo mito que se debe destruir es el que dice que estos ataques nucleares evitaron un mayor número de muertos de los aliados. No se puede mentir tanto porque con el estallido de la bomba murieron en forma instantánea 140.000 personas en Hiroshima y 70.000 en Nagasaki, es decir, 210.000 hombres, mujeres y niños, casi todos civiles y en ambas ciudades y como consecuencia de los efectos devastadores de la exposición a la radiación murieron respectivamente 180.000 y 140.000 en los años siguientes con lo cual unas 530.000 perecieron como consecuencia de las explosiones atómicas.

Estas atrocidades que en nada se diferencia en crueldad y sadismo a las cometidas por los nazis, fue calificado como crimen de guerra durante los Juicios de Nuremberg, con la substancial diferencia que a ningún juez se le ocurrió sentar en el banquillo de los acusados al gobierno y a los militares de los Estados Unidos que decidieron lanzar la bomba. Aquí también pueden establecerse niveles de responsabilidad entre los que tomaron la decisión de fabricarla, los que la construyeron, los que dieron la orden de arrojarse y los que ejecutaron los siniestros bombardeos.

Las bombas fueron lanzadas en ciudades ubicadas en el extremo sur del Japón y es una invención y una colosal mentira que la destrucción atómica de Hiroshima y Nagasaki hubieran ahorrado casi un millón y medio de vidas estadounidenses porque ya en las semanas previas a los ataques, el gobierno imperial del Japón había comunicado su deseo de rendirse en condiciones que le garanticen la vida y el respeto al emperador, deseos que fueron concedidos cuando los estadounidenses obligaron a la capitulación japonesa el 2 de septiembre de 1945 en el acorazado Misouri.

Durante la conferencia de Postdam, el Japón envió varios telegramas a los efectos de iniciar conversaciones para poner fin a la guerra sin llegar una rendición incondicional. El primer país que los recibió fue la Unión Soviética que se lo comunica a su par estadounidense. El presidente Truman no hizo nada porque esperaba ansiosamente el informe secreto con relación a la prueba de la bomba en el desierto de Alamogordo y sus resultados. A partir de conocer el éxito de la explosión que se lo dice a Stalin, el comportamiento de la delegación de los Estados Unidos se basará en el cálculo de cuándo estará lista la bomba atómica para ser lanzada contra los japoneses.   

La última gran batalla librada por los Estados Unidos contra Japón terminó el 21 de junio de 1945 con la sangrienta conquista de la isla de Okinawa y el paso siguiente era tomar las islas principales, en una invasión que sería desastrosa para el ejército de los Estados Unidos.

Para el 25 de julio de 1945 el Ministro Soviético de Asuntos Exteriores, Viacheslav Molotov, recibe una comunicación del gobierno del Japón en el que le manifiestan el deseo de terminar la guerra. Estados Unidos, Inglaterra y China acordaron una declaración de rendición incondicional al Japón al que la Unión Soviética firmó como cuarto adherente en virtud de su próxima entrada en la guerra contra los japoneses sobre la cual dieron detalles a sus aliados en dicha Conferencia.

El lanzamiento de la bomba atómica fue una demostración criminal de fuerzas bestial innecesaria ya que los bombardeos incendiarios sobre el Japón, las victorias soviéticas sobre el ejército imperial del Kuantung fueron acontecimientos que unidos a las intenciones japonesas de rendirse justificaban no realizar un ataque de esta naturaleza, ya que estaba suficientemente derrotado.

El tercer mito relacionado con las bombas atómicas lanzadas contra Hiroshima y Nagasaki es el que dice que aceleró el fin de la Segunda Guerra Mundial con la rendición del imperio japonés. Desde que los Estados Unidos tomaron el control de la isla de Okinawa sus operaciones militares se centraron en los bombardeos masivos a las ciudades japonesas, que provocó una enorme matanza de civiles como un intento de someterlos a la voluntad del imperialismo estadounidense que buscaba escarmentar por cualquier vía la guerra iniciada contra ellos.

En esos dos meses, fueron las fuerzas armadas soviéticas las que movilización sus unidades del oeste al Lejano Oriente para cumplir con su compromiso y lealtad de aliado de participar en la guerra contra el Japón y aquí está la clave y el secreto de todo. Fue la magistral campaña soviética y sus formidables operaciones ofensivas las que derrotaron al gran ejército japonés del Kuangtung. Esta ofensiva soviética tomó absolutamente por sorpresa a los ejércitos imperiales del Japón porque no creían que pudieran ser atacados por lugares de tan difícil acceso como tuvo lugar en Primorie. Esto lo pudo hacer la Unión Soviética gracias a su experiencia en la guerra contra Alemania de atacar en el punto donde el enemigo menos se lo espera contribuyendo también el hecho de que no hayan preparado suficientemente bien sus fortificaciones defensivas. Y dado el empuje de los soviéticos que en menos de diez días aplastó a los japoneses, rindiéndose todos sus generales, lo que obligó al gobierno japonés a solicitar conversaciones para poner fin a la guerra.

El presidente de los Estados Unidos seguía atentamente tanto la entrada soviética en la guerra contra el Japón como los preparativos para lanzar la bomba y fue precisamente que el momento que los soviéticos desatan su vasta ofensiva en todo el frente, la aviación estadounidense descarga la segunda bomba sobre Nagasaki para hacer creer al mundo que fueron los Estados Unidos los que derrotaron al Japón y no los soviéticos, cuya guerra victoria sobre el militarismo japonés no es reconocido por la historiografía occidental y ocultan el papel de la Unión Soviética en la derrota de los ejércitos japoneses.

La propaganda imperialista quiere presentar los lanzamientos de las bombas atómicas como el hecho decisivo que marcó el fin de la Segunda Guerra Mundial en detrimento de que la verdadera causa de la rendición japonesa en los términos de la Declaración de Postdam fue la arrolladora victoria del ejército soviético sobre el Kuangtung y nunca las bombas atómicas.

Los altos mandos de los Estados Unidos que se oponen a la bomba atómica

Estas tres cuestiones fundamentales sobre la historia de la bomba atómica está avalada en el sentido de que los jefes militares más importantes de la época y que tuvieron la gran responsabilidad de conducir la victoria de los Ejércitos de los Estados Unidos, se negaron rotundamente al empleo de este artefacto diabólico por innecesario pues consideraban con pleno fundamento y conocimiento de causa que el Japón Imperial estaba prácticamente vencido y no hacía falta un exterminio semejante. Esto fue sostenido por Dwight Eisenhower, comandante de las tropas aliadas. Douglas McArthur, jefe de las tropas estadounidenses en el Pacífico, los almirantes Chester Nimitz y William D. Leahy fueron también fervientes opositores a su empleo argumentando cada uno sus puntos de vista porque estaban convencidos que no eran razones militares las que se basaba la decisión de arrojar las bombas, sino que eran fundamentalmente diplomáticas, razones superiores de la política del Estado donde debía quedar claramente determinado, el nuevo poderío absoluto de los Estados Unidos en el monopolio de la nueva arma de destrucción masiva y de esa forma enviar un mensaje contundente a los victoriosos ejércitos soviéticos y su gobierno de quien es el dueño del mundo. Mantener a raya a los soviéticos fue el objetivo de lanzar la bomba.

Así tenemos la opinión del Comandante de la Fuerza Aérea Estratégica del Ejército de EE.UU., general Carl Spaats comprendía la separación entre el mando civil y el militar. Él dijo: “El lanzamiento de la bomba atómica fue obra de un militar bajo órdenes militares. Se supone que debemos llevar a cabo esas órdenes y no cuestionarlas. Pero esa fue una decisión puramente política. No fue una decisión militar”

Por su parte, el almirante William D. Leahy, quien era jefe del Estado Mayor Presidencial, dijo que “El uso de este arma bárbara en Hiroshima y Nagasaki no significó una ayuda material en nuestra guerra contra Japón. Los japoneses ya estaban derrotados y listos para rendirse.”


Un jefe de alto nivel como el almirante Chester W. Nimitz, que ocupaba el cargo comandante en jefe de la Flota del Pacífico, dio su parecer de esta manera: “Los japoneses, de hecho, ya habían pedido la paz… La bomba atómica no jugó ningún papel decisivo desde un punto de vista puramente militar en la derrota de Japón.”

 
El general Douglas MacArthur lo entendió de esta manera. “La guerra podría haber terminado semanas antes, dijo, si Estados Unidos hubiese llegado a un acuerdo, como hizo más tarde de todos modos, sobre el mantenimiento de la institución del emperador”.

Quien fuera considerado uno de los máximos héroes de las fuerzas armadas de los Estados Unidos, el General Dwight Eisenhower en una conversación con Henry Stimson, el Secretario de Defensa del gabinete de Harry Truman, le dijo al secretario lo siguiente: "Japón esta derrotado ya y tirar la bomba es totalmente innecesario... “Pensé que nuestro país debe evitar la opinión impactante del mundo por su uso de un arma innecesariamente como medida de ahorrar vidas americanas. Era mi creencia que Japón, en ese mismo momento, buscaba una cierta manera de rendirse salvando mínimamente su honor. Mi actitud perturbó al secretario profundamente, refutando casi airadamente las razones que di." Como se puede ver a los políticos del gobierno no le importaba la opinión de los generales profesionales que sabían mucho más de la guerra que el mismo Stimson y por esa razón tenían motivos fundamentados para oponerse al empleo del arma atómica.

Hemos reseñado a los más importantes jefes militares estadounidenses opositores a la bomba nuclear y lo hicieron desde sus puestos de comandantes de tropas y con años de experiencia en la guerra, en el manejo de armas y en la conducción táctica y estratégica.

Los objetivos de lanzar las bombas

Un proyecto de investigación y desarrollo como fue el proyecto Manhattan que implicó la movilización y participación de 150 mil personas, significó una inversión multimillonaria en dólares y el producto derivado de este secreto no iba a quedar guardado en un arsenal sin conocer sus resultados y que podía derivarse de él.

Ninguno de los mitos descriptos (acortar la guerra, obtener la rendición del Japón y salvar vidas) están relacionados con los objetivos de lanzar la bomba porque no fueron los factores militares los causantes de su utilización monstruosa, sino la política y la diplomacia del poder imperial de los Estados Unidos. ¿Y para qué? En primer lugar, para emitir una clara señal a la Unión Soviética del poderío de esta bomba y lo que es capaz de hacer el gobierno de los Estados Unidos si tratan de meterse en sus asuntos. En segundo lugar, la explosión atómica que siendo la última acción militar en la guerra, da comienzo a la guerra fría, a la guerra de confrontación política, económica, bélica, diplomática e ideológica entre los Estados Unidos y la Unión Soviética por sus espacios de influencia y más de ellos, porque el fin de la Segunda Guerra Mundial que provocó el hundimiento definitivo del imperio colonial británico, surge todo un movimiento de liberación anticolonial donde la Unión Soviética apoya a los países que se independizan optando por vías no capitalistas de desarrollo y los Estados Unidos que sostienen y financian a los gobiernos colonialistas en todos los continentes. En tercer lugar, los bombazos atómicos, es la gran oportunidad para el capitalismo para el desarrollo de nuevos negocios y que se traduce en el plano político-militar como el nacimiento de la carrera armamentista a escala global.

El intento de acorralar a la Unión Soviética cuando los Estados Unidos tuvo el monopolio nuclear se basó cálculos temerarios y en planes ya desclasificados sobre la destrucción atómica del país soviético, cuya dirigencia comandada por Josef Stalin, era un rival difícil de asustar y mucho menos de intimidar. Está claro que al término de la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética estaba destruida con su economía devastada entre un 30-40%, mientras que la de los Estados Unidos estaba intacta, sin haber sufrido un solo ataque, ni una sola destrucción en su territorio y con sus grandes monopolios vinculados a la guerra es un estado óptimo de esplendor con ganancias siderales.

La afirmación más precisa de que la Unión Soviética no deseaba la guerra contra los Estados Unidos la brindó el economista austríaco Joseph Schumpeter quien en su obra Capitalismo, Socialismo y Democracia decía al respecto: “… a menos que Stalin cometa el primer error de su vida, no habrá guerra  en los próximos años y Rusia quedará en paz para desarrollar sus recursos, reconstruir su economía y construir la máquina de guerra más grande con mucho, absoluta y relativamente, que el mundo haya visto jamás” (Ediciones Folio, Tomo II, página 500). La Unión Soviética terminó la guerra con un ejército de 11 millones de hombres que desmovilizó y redujo a solo 3 millones de soldados, al tiempo que los Estados Unidos dueños y únicos productores del arma atómica comenzaron a planificar todo tipos de operaciones tendientes a la destrucción de la Unión Soviética mediante el uso masivo de bombardeos nucleares.  

En su análisis acerca de la actitud del presidente Harry Truman respecto a la Unión Soviética, el politólogo Bernard Brodie comete un increíble error garrafal de apreciación al interpretar groseramente que la entrada de la Unión Soviética en la guerra contra el Japón fue una “circunstancia más bien fortuita” y pone en el mismo nivel la victoria del Ejército Soviético contra el Kuangtung y el lanzamiento estadounidense de las bombas, pues estos dos hechos tuvieron “el efecto máximo sobre la moral del gobierno japonés” (Ver Bernard Brodie, “Guerra y Política, página 60).

También en el libro “Sinopsis de la historia de los Estados Unidos (Editorial Fraterna, Buenos Aires, 1992), en el capítulo 27 “Guerra por el mundo 1941-1945, cometen una doble equivocación extrema al afirmar que Truman había decidido emplear la nueva arma contra el enemigo para “lograr un efecto máximo, antes que lanzada primero sobre territorio deshabitado como advertencia” (página 594) y la página siguiente comete el segundo error tremendo cuando dice desfachatadamente que la Unión Soviética “entró en la guerra precipitadamente, antes de la fecha prevista” (página 595).

Tanto Brodie como el grupo de autores de la Sinopsis de historia estadounidense parece que nunca leyeron los acuerdos de Yalta referidos a la participación soviética en la guerra contra el Japón. Está perfectamente claro lo dicho en Yalta que a los tres meses de terminada la guerra en Europa los soviéticos declararían la guerra al Japón y así lo hicieron en la fecha exacta sin ninguna “precipitación” ni “por hecho fortuito”. Como la guerra en Eruipa terminó el 8 de mayo correspondía iniciar la guerra contra el imperio japonés el 8 de agosto de 1945  eso fue exactamente lo que hizo la Unión soviética: cumplir con los hechos el compromiso asumido y firmado. Quien actuó violenta y precipitadamente fue el gobierno de Truman al decidir arrojar las bombas atómicas a un país prácticamente derrota como lo reconocieron sus más altos jefes militares. También llamada la atención afirmar que lanzarían las bombas sobre “territorio deshabitado como advertencia”. No se puede mentir tanto en la historia-

El segundo aspecto que permitieron los ataques atómicos fue la oportunidad de un fantástico, fabuloso y megamillonario negocio para la venta de armas que dio inicio a la carrera armamentista con la creación de la industria de guerra a través del poderoso complejo militar industrial científico con los cuales las grandes empresas contratistas del gobierno estadounidense pusieron en marcha la creación de nuevos medios de destrucción masivo.

Entre los principales monopolios que se beneficiaron con dicho contratos y lograros increíbles ganancias para sus madrigueras podemos nombrar a la Lockheed Martin,  la gigante aeroespacial Boeing, Northrop Grumman, contratista de la Fuerza Aérea, Raytheon, y General Dynamics. Así tenemos que la Boeing, fabricó los bombarderos que transportaron las bombas de Hiroshima y Nagasaki, e integró  el "lobby militar" que promovió e impulsó el proyecto compuesto entre otros por, Carnegie, Dupont, uWestinghouse, Union Carbide, Tenesee Eastman, y Monsanto (este último aportó sus laboratorios para las pruebas y análisis de los componentes de la bomba)

A partir de la creación de la bomba atómica se desarrollaron nuevos tipos de armas como los misiles, los aviones de combate estratégicos, las rampas de lanzamiento de misiles con base en tierra, los misiles nucleares lanzados desde submarinos y desde silos subterráneos, las ojivas y las ojivas con reentrada múltiple, las bombas termonucleares y la neutrónica. La participación de los monopolios estadounidenses en los contratos para la fabricación de esas armas terribles de destrucción global, fue el más extraordinario y rentable negocio por muchos años.

En pleno siglo XXI los libros que se publican sobre la Segunda Guerra Mundial son terribles porque la gran mayoría están dedicados a Hitler y su dictadura nazi-fascista y terrorista. Y en cuanto al tema de las bombas atómicas el lavado de cerebro de muchos pueblos ha sido tan grande y la intoxicación de la propaganda imperialista ha sido tan devastadora como las bombas que arrasaron Hiroshima y Nagasaki porque todavía se cree que sirvieron para salvar al mundo, poner fin a la guerra y obligar a la rendición del imperio japonés.

Bibliografía

Bernard Brodie. Guerra y Política. Fondo de Cultura Económica, México, 1973

Sellers Charles, Henry May y Neil R. McMillen. Sinopsis de la historia de los Estados Unidos- Ediciones Fraterna. Buenos Aires, 1992.

Peter Scowen. El libro negro de América. El antiamericanismo y la política exterior de los Estados Unidos. Ediciones B, Buenos Aires, 2003.

Joseph Schumpeter. Capitalismo, Socialismo y Democracia. Ediciones Folio, Barcelona. 1996. Segunda Edición publicada en 1946 (primera versión es de 1942)-