El imponente Cerro de los Siete Colores en Purmamarca, Jujuy (Argentina)

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El imponente Cerro de los Siete Colores en Purmamarca, Jujuy (Argentina)

domingo, 31 de mayo de 2015


LA BATALLA DE CHACABUCO:
LA CONTRAOFENSIVA INDEPENDENTISTA

Por Sergio Daniel Aronas – 31 de mayo de 2015

ORDEN TEMÁTICO

1) Introducción
2) El cruce de la Cordillera de los Andes
3) La estructura de mandos del Ejército de Los Andes
4) Organización del Ejército Libertador a Chile
5) Estructura de las fuerzas realistasg
6) El desarrollo de la batalla
7) Anexo documental
8) Bibliografía consultada


1) Introducción

El 12 de febrero se cumplieron 198 años de la batalla de Chacabuco, el enfrentamiento militar que dio inicio al contraataque de las fuerzas libertadoras de la América del Sur y que no sólo significó la recuperación del territorio chileno sino que se puso en marcha la primera etapa del plan maestro continental del Gral. San Martín para terminar con el dominio colonialista del reino de España y cuya segunda etapa sería la liberación del Perú que se daría siete años más tarde en la batalla de Ayacucho el 9 de diciembre de 1824.

Chacabuco representó para la historia de Chile la revancha del desastre de Rancagua que permitió a los invasores españoles reconquista el país transandino entre octubre de 1814 y febrero de 1817 sembrando el terror, la represión y un baño de sangre contra toda la oposición patriótica. Para la historia argentina, Chacabuco fue el desquite de la durísima derrota de Sipe Sipe en noviembre de 1815 y que las monarquías de la vieja y podrida Europa fortalecida en la Santa Alianza, celebraron jubilosamente con sendos Te-deum en todas las Iglesias siguiendo el mensaje del Vaticano en su odio hacia los insurgentes americanos porque estaban contaminados de Revolución Francesa. Esta postura la hizo conocer la Iglesia Católica mediante la encíclica Etsi longissimo de Pio VII (su papado fue de 1800 a 1823) publicada el 13/04/1816. Este festejo tan masivo porque pensaron que con Sipe Sipe había llegado el fin de la utopía emancipadora del único país que los españoles no pudieron reconquistar. De ahí la formidable importancia que tuvo la batalla de Chacabuco en las fuerzas revolucionarias que hizo volar por los aires aquel documento papal y muy especialmente los sueños de recuperar las colonias perdidas. Políticamente fortaleció la alianza entre San Martín y O´Higgins, provocó una crisis en el sistema colonial español que a pesar de conservar poderosas unidades para resistir, el camino a la victoria de los ejércitos independentistas era irreversible.

El 12 de febrero de 1817 el Ejército de los Andes formado por unidades de las Provincias Unidas del Río de la Plata y de Chile, bajo la conducción del general José de San Martín se enfrentaron a las tropas españolas que defendían la causa de la monarquía borbónica en América en la cuesta de Chacabuco, en cuyo desarrollas las fuerzas independentistas obtuvieron una resonantes victoria en el campo de batalla, logrando la reconquista de Chile, el afianzamiento de la alianza entre ambos países y sobre todo porque marcó el principio del fin del colonialismo español en Sudamérica.

2) El cruce de la cordillera de los Andes

El 17 de enero de 1817 se inició la contraofensiva estratégica del Ejército Unidos con el cruce de la cordillera de Los Andes, en una operación en la que el General San Martín aplicó todas las formas de la labor de inteligencia, de zapa, de velo y engaño, de modo que el enemigo no pueda saber por dónde pasarían los principales contingentes libertadores hacia Chile. De ese modo, obligó al mando realista a dividir sus fuerzas para hacer frente a la invasión que se le venía encima. Y esa división jugó favorablemente para el Ejército Patriota quien logró llegar al inicio de la batalla con una superioridad numérica de fuerzas necesarias para el ataque.

El cruce de Los Andes fue realizado en total por seis pasos que de norte a sur la disposición de las fuerzas que traspasaron  la cordillera fueron las siguientes: 

1) Por el Paso de Comecaballos en la provincia de Catamarca a 4.460 metros de altura, marchó el Teniente Coronel Francisco Zelada con 130 hombres. Zelada partió de San Miguel de Tucumán llegando hasta Catamarca, luego siguió hasta Aimogasta para unirse a las fuerzas del Coronel Nicolás Dávila en Guandaco de la que partieron el 5 de enero de 1817. Por este paso el objetivo era llegar Copiapó hasta tomar Huasco en territorio chileno, donde sorprendieron a las avanzadas realistas y es tomadas por las fuerzas independentistas el 13 de febrero. Este destacamento fue el único que no partió del campamento base del Plumerillo en Mendoza. El coronel Nicolás Dávila que se une a Zelada, había partido del pueblo de Chilecito en la actual La Rioja. Este fue el aporte que hizo el Geneal Manuel Belgrano en su calidad de Jefe del Ejército del Norte al Ejército Libertador.

2) Por el Paso de Pismanta o la Guana, a 4.850 metros de altura, marchó el Teniente Coronel Juan Carlos Cabot con 65 hombres, de los cuales 20 eran Granaderos a Caballo. El recorrido de Cabot fue desde el Plumerillo hasta la ciudad de San Juan y desde ahí llegó hasta el río Jáchal en Talacasto girando hacia la izquierda hasta llegar al paso que fue el punto más alto de todas las  que atravesaron la cordillera para llegar a Chile. Su objetivo arribar a La Serena y Coquimbo, ciudad en la que entra triunfante el 15 de febrero.

3) Por el paso de las Yaretas a 3.361 metros de altura sobre el nivel del mar, yendo por el camino de Los Patos, en su calidad de columna principal, marcharon el General  Miguel Estanislao Soler, Jefe de la Vanguardia que era la Primera División, que incluía a los Escuadrones 3º y 4º de Granaderos a Caballo; el General Bernardo O´Higgins, Jefe del Grueso del Ejército y que en la batalla de Chacabuco fue la Segunda División; y el General San Martín, a la Retaguardia, con la Reserva que incluía al 1er y 2do Escuadrón de Granaderos a Caballo, cerraba el dispositivo. Además completaron esta fuerza: el Estado Mayor; el Escuadrón Escolta del General en Jefe integrado por 100 Granaderos a Caballo; los Batallones de Infantería Nº 1, 7 y 8; además de 9 piezas de Artillería; el Hospital Móvil de Campaña; el Parque y la Maestranza.

4) Por el paso de Iglesias y Bermejo a 3.800 metros de altura y por el paso de Uspallata, marchó la división secundaria del grupo principal bajo la conducción del Coronel Juan Gregorio de Las Heras, en la que iban el Batallón de Infantería Nº 11; 30 Granaderos a Caballo y 2 piezas de Artillería. También cruzó la cordillera en esta columna secundaria como  escalón aparte: los Escuadrones de Milicianos y 9 piezas de Artillería.

5) Por el Paso del Portillo y el paso de los Piuquene, marcjhjó el Capitán José León Lemos con 55 hombres desde el campamento de El Plumerillo dirigiéndose hacia el sur hasta Tunuyán. Cruzando por los dos pasos indicados llegando directamente hacia Maipo del lado chileno. Le cupo a esta expedición una labor de distracción y de velo y engaño con el fin de hacer creer a Marcó del Pont que el grueso del Ejército cruzaría la cordillera por el paso de Portillo.

6) La última columna con la que San Martín organizó el cruce de Los Andes se realizó por el paso del Planchón, a unos 2.755 metros de altura, bajo el mando del Teniente Coronel Ramón Freire con 80 soldados de infantería y unos 30 Granaderos a Caballo. Partió de El Plumerillo hacia el sur pasando por Tunuyán hasta llegar a San Rafael, dirigiéndose hacia el Planchón entrando en Chile hasta tomar la ciudad de Talca.

Merece destacarse dentro de la planificación del cruce de la cordillera y como parte de las previsiones tomadas por el General San Martín, es el papel preponderante que desempeñaron en el trabajo del cuerpo de ingenieros a las columnas de la travesía. Ya en noviembre de 1816, San Martín había propuesto la organización de una compañía de zapadores, considerada imprescindible para esta operación por los obstáculos que implicaban las altas montaña con sus nieves, temperatura de bajo cero, pese a realizarse en pleno verano, angostos caminos y la presencia de los destacamentos realistas que podían desplegar. La propuesta fue rechazada, aunque sí se autorizó a dar de alta a plazas de gastadores (las necesarias por cada columna). Finalmente se creó un cuerpo de Barreteros de Minas. También contaban entre el material que portaban, con puentes colgantes.

Resulta muy importante recordar la misión que en solitario le encomendó el General San Martín a Álvarez Condarco para que atravesara la cordillera y trazara en su memoria todos los caminos, pasos, hondonadas, precipicio, ríos, lagunas y el clima riguroso para tener todo bien asegurado para el avance de todo el ejército, Cuando se analizan todos los elementos que participaron, no siempre se lo recuerda y realmente debe mencionarse porque el mapa topográfico que dibujó en el mapa gracias a su memoria prodigiosa, fue determinante a la hora de las decisiones finales sobre los pasos por donde iba a llevarse a cabo el cruce de las columnas principales.

El siguiente cuadro muestra la composición de las fuerzas militares libertadores que realizaron el cruce. Fue elaborado por el General Williams Miller en sus Memorias con datos que el propio General San Martín le proporcionó para su libro dedicado a las campañas sanmartinianas:

          Estado que manifiesta el número de hombres, caballos y mulas de sillas y de carga,  
             que llevaba el Ejército de Los Andes que salió de Mendoza para Chile en 1817
HOMBRES
CABALLOS
MULAS
Total
Descripción
De Silla
De Carga
2.800
Infantes a mula por hombre y una más de repuesto por cada cinco

3.360
150
200
Jefes y oficiales  de infantería, a razón de 3 mulas de silla para cada dos oficiales, una de carga cada dos oficiales  y dos de carga para cada jefe

300
140
900
Hombres de caballería y artillería a razón de tres mulas de silla para cada dos hombres, inclusas cinco mulas de carga  por compañía

1.350
60
60
Jefes y oficiales de caballería  y artillería en la misma proporción que la infanteria

90
40
Estado Mayor

71
46
Hospitales y sus encargados

47
75
Compañía de obreros con los útiles correspondientes

74
30
120
Trabajadores con las herramientas necesarias para hacer transitables los pasos  más difíciles de la montaña

180
10
1.200
Hombres de milicias encargados de las mulas de repuesto y el transporte de artillería

1.800

Provisiones para quince días para cinco mil doscientos hombres


510
113 Cargas de vino para suministrar a cada individuo una botella diaria


113
Un equipaje de puente de maromas con sus caballetes, agarraderos, etc


65
Un paquete de artillería de campaña  a razón de 120 disparos  por pieza, 900.000 cartuchos de fusil y 180 cargas de armas de repuestos

87
683
Caballos de repuestos para caballería
1.600


TOTAL
1.600
7.539
1.922

De los 1.600 caballos llegaron a Chile unos 500 (el 31%) y de las 9.821 mulas, arribaron alrededor de 4.600 (casi el 50%). También cargaron 700 bueyes como parte de la provisión para el cruce que se estimaba que iba a durar 15 días. Un detalle poco conocido del cruce es la precaución que tuvo el Gral. San Martín de dejar depósitos de provisiones cada 12 leguas, es decir casa 60 kilómetros en términos redondos, a cargo de una escolta de milicia en caso de sufrir una derrota durante la travesía. Es muy probable que si se consulta a otras fuentes los datos pueden variar, pero no en grado sumo porque San Martín era estrictamente meticuloso en la administración y organización del Ejército de los Andes y llevaba todo registrado y puntillosamente anotado y no se le escapaba el más pequño detalle. 

3) La estructura de mandos del Ejército de Los Andes

La dirección militar del Ejército de Los Andes comprendía dos niveles el cuartel general y el estado mayor de las fuerzas patriotas. Es interesante conocer los nombres de quienes tuvieron las mayores responsabilidades en la preparación y conducción del más formidable ejército de las guerras de la independencia americana. Además no es fácil encontrar estos datos porque no figuran en la mayoría de los libros de historia, salvo en trabajos muy especializados y con poco alcance para el público interesado. Ahora gracias a interne, tenemos la posibilidad de acceder a nuevas fuentes de información y llegar a esos trabajos que nos permiten tener muchos más conocimientos de este momento cumbre de nuestra historia. 

a) Constitución del Cuartel General

Comandante en jefe del ejército: General José de San Martín
Comandante del Cuartel General: General Bernardo O¨Higgins
Secretario de Guerra: Teniente Coronel José Zenteno
Secretario Particular: Capitán Salvador Iglesias
Auditor de Guerra: Dr. Bernardino de Vera
Capellán General Castrense: Dr. Lorenzo Güiraldes
Edecanes: Coronel Hilarión de la Quintana, Teniente Coronel Diego Paroissien y Sargento Mayor Álvarez Condarco.

b) Constitución del Estado Mayor:

Jefe del Estado Mayor: General Miguel Estanislao Soler
Segundo Jefe del Estado Mayor: Coronel Antonio Luis Berutti
Ayudantes: Sargento Mayor Santiago Arcos; Capitán José María Aguirre y Teniente Vicente Ramos.
Oficiales Ordenanzas: Alférez Manuel Mariño; Tenientes Manuel Saavedra y Francisco Meneses
Oficial de 1ª Comisaría: Valeriano García
Proveedor Principal: Domingo Pérez
Agregados al Estado Mayor: Tenientes Coroneles Antonio Martínez; Ramón Freire y José Samaniego y Sargentos Enrique Martínez y Lucio Mansilla (el mismo que fue el héroe de la Vuelta de Obligado del 20 de noviembre de 1845 con el grado de General y que emocionó y conmocionó a General San Martín desde su residencia en Francia).

4) Organización del Ejército Libertador a Chile

La fuerza expedicionaria libertador a Chile que cruzó la cordillera tuvo esta composición;

a) Unidades de Línea

Batallón Número 1 de Cazadores…………………   560 Hombres
Batallón Número 7 de Línea……………………….  769     
Batallón Número 8 de Línea………………………   783     
Batallón Número 11 de Línea……………………..   683     ·
Batallón de Artillería ………………………………  241
Regimiento de Granaderos a Caballo ……………… 747

                               Total ………………………….. 3.783

b) Servicios y tropas auxiliares

Cuerpo de Barretero de minas ………………………   120
Destacamentos de baqueanos ……………………….     25
Escuadrones de Milicianos (custodia de bagajes) …..  1.200
Sanidad (hospital volante) ……………………………    47

                               Total ………………………….. …1.392

Sumando los dos grupos da un total de 5.175 hombres, a los que debemos agregar 207 oficiales, 25 jefes, 3 generales (San Martn, O’Higgins y Soler) y 15 empleados civiles. Todo esto da un total de 5.425 hombres que iniciaron el cruce de Los Andes en la contraofensiva libertadora como parte del plan continental para terminar con el dominio español que ya llevaba más de tres siglos de conquista.

Los días previos a la batalla
  
Luego de una serie de derrotas en la zona cordillerana, el banco realista bajo la conducción del Gobernador del Reino de Chile, el Mariscal Francisco Marcó del Pont, reunió a su estado mayor para organizar la defensa ante la inminente batalla que se aproximaba. El coronel mayor español Miguel de Atero, que estaba al frente de sus  vanguardias se vio obligado a retroceder y armar un nuevo repliegue en el camino hacia Santiago en la cumbre de la cuesta de Chacabuco, pues pareció compenetrarse que la fuerza principal del Ejército de Los Andes vendría por esta dirección. De modo tal que dispuso desplegar a sus 400 hombres del Batallón de Talavera junto a 300 jinetes del Regimiento de carabineros y 2 piezas de artillería de campaña. Al norte de la bifurcación de caminos que se unen en el valle del Aconcagua. El camino de la derecha se llamaba “Cuesta Vieja” al este y hacia la izquierda con orientación oeste está la “Cuesta Nueva”.

Ese mismo 8 de febrero, las fuerzas libertadoras de las dos columnas principales, las que vinieron por los caminos de los Patos y de Uspallata se encontraron en San Felipe de Aconcagua a 85 Km al norte de Santiago). El Regimiento de Granaderos a Caballo reunió de inmediato a sus Escuadrones. Habían atravesado cuatro cordilleras, transpuesto alturas de 5.000 metros cuando atravesaron El Espinacito y recorrido entre 500 y 800 Km de marcha.

Los días 10 y 11 de febrero, loa ingenieros Arcos y Álvarez Condarco presentaron a San Martín un croquis del lugar con todas sus características para darle al General de Jefe la mayor y mejor información del lugar a presentar el combate decisivo. El día 11 convoca al estado mayor en junta de guerra con los jefes y oficiales del Ejército de Los Andes para decirles el plan para la batalla, la que pensaba dar el 14 de febrero. Sin embargo, decide adelantarla para el 12, pese a no contar con todo el parque de artillería, sino porque prefiere aprovechar la diferencia numérica a su favor, dado la dispersión de las fuerzas enemigas. El plan de San Martín consistía en organizar a su ejército en dos divisiones que debían atacar en forma simultánea y convergente por el frente y por el flanco para cortarles la retirada, rodeándolo por retaguardia y aniquilarlos al encerrarlos y no dejarles escapatoria.
Los servicios de inteligencia de San Martín penetraron hasta la secretaría de Marcó Del Pont por lo que estaban al tanto de la órdenes impartidas a los jefes españoles y ante la posibilidad de que nuevos refuerzos aumentaran la fuerza realista, es que adelantó el ataque. El Ejército marchó con este orden de batalla (presentamos unidades, jefes y hombres):

Segunda División – Ala Izquuerda: Jefe de la División: Brigadier Bernardo O’Higgins:

I) Infantería:
1) Batallón Nº 7 de Línea: Jefe: Teniente Coronel Pedro Conde: 663 hombres
2) Batallón Nº 8 de Línea: Jefe: Teniente Coronel Ambrosio Crámer: 683 hombres.

II) Caballería del Regimiento de Granaderos: Jefe Coronel: José Matías Zapiola
1er. Escuadrón de Granaderos: Jefe: Teniento Coronel José Melían: 85 hombres.
2do Escuadrón de Granaderos  Jefe: Teniente Coronel Manuel Medina: 85 hombres.
3er. Escuadrón de Granaderos: Jefe Nicasio Ramallo: 85 hombres
5) Sección de Artillería de Montaña: 2 piezas de a dos: Jefe: Oficial Fuentes, 25 hombres

Total de la División O´Higgins: 1.500 hombres.

Las órdenes para la columna al mando del Brigadier Bernardo O’Higgins consistían en atacaría frontalmente buscando de entretenerlo con combates simulados. Esta columna marcharía por el Camino de la Cuesta Vieja.

La otra columna que iría al mando del Brigadier Miguel Estanislao Soler, caería sobre el  flanco izquierdo y su retaguardia, buscando la destrucción del ejército realista. Sus efectivos y composición eran los siguientes::

Primera División – Ala Derecha: Jefe de División: Brigadier Miguel Estanislao Soler.

I) Infantería de Línea:
1) Batallón Nº 11: Jefe: Coronel Juan Gregorio de Las Heras, con 683 hombres.
2) Batallón Nº 1 de Cazadores: Jefe: Teniente Coronel Rudecindo Alvarado: 560 hombres.
3) 4ta. Compañías de Granaderos y Cazadores de los Batallone: Nº 7 y 8: Jefe: Teniente Coronel Anacleto Martínez, 360 hombres aproximadamente.

II) Caballería del Regimiento de Granaderos
4) Escuadrón Escolta del Gral en Jefe: Comandante: Sargento Mayor Mariano Necochea.
5) 3er Escuadrón de Granaderos a Caballo: Comandante: Teniente Coronel José Melián.
6)  4to Escuadrón de Granaderos a Caballo: Comandante: Teniente Coronel Manuel Escalada.
7) Batería de Artillería de Montaña: 7 piezas de a cuatro): Jefe: Capitán Domingo Frutos: con 90 hombres aproximadamente.

Entre los tres escuadrones de los granaderos a caballería de esta división había alrededor de 570 hombres.

Total de la División Soler: 2.100 hombres.

Por la mañana del 11 de febrero, se organizaron las Divisiones de O’Higgins y Soler comenzando la aproximación hacia el campo de batalla. A las 18:00 Hs se ordenó que se reviste el abastecimiento y el equipo para la batalla. Antes de la medianoche se impartió la orden de avance y se adoptó el dispositivo para el ataque.
Se había apreciado erróneamente que se libraría la batalla en la cumbre de la serranía...

5) Estructura de las Fuerzas Realistas

El 5 de febrero de 1817, el Capitán General de Chile, Francisco Casimiro Marcó del Pont, ordenó la reunión de todas sus fuerzas en proximidades de Santiago. Esto obligó a que se abandonen las guarniciones de Colchagua, Talca y Curicó (2.000 hombres).
Marcó del Pont estaba convencido de que el ataque principal del Ejército de Los Andes se llevaría a cabo por la ruta más corta que une Mendoza con Santiago, ésta es la que cruza por el paso del Portillo, que a la sazón, venía siendo utilizada por las tropas a cargo del Capitán León Lemos. Sin duda, la estrategia de San Martín estaba produciendo sus frutos y sumía en la incertidumbre a la conducción enemiga.
Seguidamente cuando se le presentó el informe del Coronel Atero, terminó de comprender la maniobra patriota. Estratégicamente estaba derrotado. Ya no podía contar con el tiempo necesario para reunir más hombres en derredor de Santiago. La batalla era inminente. En la tarde del día 10, Marcó del Pont, nombró al Brigadier Rafael Maroto  (Jefe del Batallón “Talavera”), Comandante en Jefe de las Fuerzas Realistas, con órdenes precisas de tomar contacto con el Ejército del General San Martín. Esa misma noche del 10, Maroto marchó a la hacienda de Chacabuco con los batallones “Talavera” y “Chiloé”, más 50 húsares.

Al atardecer del día 11, Maroto arribó al sector de Chacabuco y encontró destacamentos (fracciones de distintas Unidades) de los Batallones “Concepción”, “Valdivia” y “Chiloé”, llegados de Coquimbo a órdenes del Coronel Idelfonso Elorreaga. También es probable que se hallaran tres Regimientos de Caballería (“Carabineros de Abascal”, “Dragones de la Frontera” y “Húsares de Abascal”) y 120 artilleros con 5 cañones, que ganaron protagonismo con sus certeros fuegos, al día siguiente durante la batalla…
El Coronel Maroto se adelantó a la Cuesta de Chacabuco para reconocerla. En la misma se hallaba el Coronel Atero, ahora, con 4 Compañías de infantería (Sargento Mayor Miguel Marqueli); 3 Compañías de Caballería y los dos cañones (530 hombres en total). Inferimos que Maroto y Atero intercambiaron opiniones sobre la próxima batalla que a no dudarlo, iba a ser defensiva. Se resolvió reforzar a este Destacamento con 200 hombres a órdenes del Capitán Mijares, los cuales ascendieron a la cumbre a última hora del mismo 11.
Antes de replegarse hacia la Hacienda, el Brigadier impartió órdenes al Jefe del Destacamento de que en caso de ser atacado, permanezca en la cima de la cuesta, indicándole que resista cualquier avance enemigo hasta perder la mitad de sus hombres.

La estructura de mandos del Ejército realista previo a la batalla era el siguiente:

Capitán JoséEjército Real de Chile - Regimientos Realistas
Comandante en Jefe: Coronel Rafael Maroto

Oficialidad
Teniente Coronel Ildefonso Elorreaga, Segundo Jefe
Capitán Vicente San Bruno, Cuartel Maestre
Unidades y Comandantes
    4 compañias del Real Regimiento de Talavera de la Reina, Coronel Rafael Maroto
    2 compañías del batallón Chiloé: Teniente Coronel José Piquero
    2 compañías del batallón Valdivia, Teniente Coronel José Arenas
   
Caballería
Carabineros de la Concordia, Teniente Coronel Antonio de Quintanilla
Húsares de Abascal, Teniente Coronel Manuel Barañao
Piezas de artillería: 2 cañones de montaña

A las dos de la mañana del 12 de febrero de 1817 el Ejército de los Andes marcha hacia su primera Batalla en territorio chileno. Llegados a Manantiales las fuerzas son divididas en dos columnas de ataque; a saber:

La del Oeste bajo el mando de Soler (1), la cual estaba integrada por los Batallones de Infantería Nº 1 “Cazadores de los Andes” y el Nº 11 (2), dos compañías de Granaderos y Volteadores de los Batallones Nº 7 y Nº 8, el Escuadrón Escolta, el 4º Escuadrón de Granaderos a Caballo de los Andes y siete piezas de montaña, fuerte de 2.100 hombres, fuerzas que avanzarían por el camino conocido como de la Cuesta Nueva. Estas fuerzas se ubicarían frente al Morro de Chingue, atacando la posición realista por el flanco y retaguardia.

La del Este bajo el mando de O´Higgins, integrada por el resto de los efectivos del Batallón Nº 7 y Nº 8, los Escuadrones 1º, 2º y 3º de Granaderos a Caballo de los Andes y dos piezas de artillería, fuerte de 1.500 hombres, fuerzas que avanzarían por el camino denominado de la Cuesta Vieja, siendo su misión amenazar con un ataque frontal a la posición enemiga, lo cual sólo debía producirse en el momento en que la columna de Soler terminara su maniobra.

El Ejército realista, tenía la intención de ocupar la cumbre que domina el valle de Aconcagua, pero viendo imposibilitada esta acción, la única esperanza de equilibrar la superioridad de los patriotas, era la de ejercer una defensa extendiendo su línea de resistencia al norte de la hacienda de Chacabuco, entre el Cerro Guanaco y el Morro de Chingue, cubriendo perfectamente de esta forma el camino de la Cuesta Vieja, pero no así el otro camino, el de la Cuesta Nueva, por lo cual permitía el envolvimiento de su posición por este camino, justamente la acción que se proponía realizar la columna de Soler.

El Brigadier español10 había resuelto ocupar las alturas de la Cumbre de Chacabuco, con todo subejército durante la mañana del día siguiente. El 12 de febrero...
La composición y los efectivos del Ejército Realista habían quedado organizados para la batalla, así:

Comandante en Jefe de las Fuerzas Realistas: Brigadier Rafael Maroto.
Jefe de Estado Mayor: Coronel Manuel María Atero.

- Batallón “Valdivia” (560 hombres): Jefe: Teniente Coronel Piquero.
- Batallón “Veteranos de San Carlos de Chiloé” (560 hombres): Jefe: Teniente Coronel Arenas.
- Batallón “Talavera”11: (560 hombres): Jefe: Teniente Coronel Miguel Marquiegui.
- Regimiento de Caballería “Carabineros de Abascal” (370 hombres): Jefe: Teniente Coronel Quintanilla.
- Regimiento de Caballería “Húsares de Abascal” (320 hombres): Jefe: Teniente Coronel
Barañao.
- Regimiento de Caballería “Dragones de la Frontera” (600 hombres). Jefe: Teniente Coronel
Antonio Morgado.
- 512 Piezas de Artillería: Jefe: Teniente Moxó, con 200 hombres.
Con un total de 2.080 hombres se prepararon para recibir al Ejército de Los Andes-

6) El desarrollo de la batalla

Conforme al plan de ataque las dos columnas patriotas iniciaron su movimiento en busca de los enemigos. Como dijimos ya, el asalto de la posición realista debía ser al mismo tiempo y coordinada.

La mejor descripción de la batalla de Chacabuco la tomamos del excelente trabajo: “La batalla de Chacabuco: El Regimiento de Granaderos a Caballo en tiempos de la emancipación hispanoamericana 1812 – 1826”, del que extraemos el desarrollo de la gran batalla:

“Mientras la División Soler marchaba lenta y penosamente por los desfiladeros que bordeaban el Cerro de las Cabras, Almendro y Morillo, el avance de la División O´Higgins se efectuó con mayor rapidez, por ser mejor y más corto el camino de la Cuesta Vieja y ante el inexplicable abandono de las posiciones adelantadas realistas confiadas al capitán Mijares; de tal forma que al mediodía, O´Higgins y sus hombres habían alcanzado el Morro de las Tórtolas Cuyanas.

Al comprobarse la ausencia del enemigo en la Cuesta, San Martín modificó rápidamente sus planes:

- A la División O´Higgins, se le ordenó que persiga el repliegue realista por el camino de la
Cuesta Vieja, entreteniendo el frente enemigo sin sobrepasar el Morro de las Tórtolas Cuyanas;
una vez que se concretara el ataque de Soler por el flanco, continuaría el ataque sobre las posiciones enemigas. Complementariamente, el 3er Escuadrón de Granaderos se agregó a la División de O’Higgins.

- A la División Soler, se le ordenó que avance por el camino de la Cuesta Nueva, atacando por el flanco oeste a las tropas realistas posicionadas más al sur y con los Escuadrones de Granaderos y la Escolta, envolver por el flanco y la retaguardia el remanente del dispositivo  realista. Segregaría a la División O´Higgins, el 3er Escuadrón de Granaderos a Caballo.
Ambas Divisiones se dividieron en Manantiales, como estaba acordado.

Finalmente el Batallón Nro 8 conquistó la Cumbre de la Cuesta de Chacabuco. Luego de intercambiar unos disparos con los infantes patriotas, Marqueli alcanzó a retirarse precipitadamente por el sureste, por la Quebrada de las Raíces que conduce a la falda oeste del Cerro de Los Halcones, perseguido de cerca por el 3er Escuadrón de Granaderos del Teniente Coronel Melián.

Maroto recibió los desesperados mensajes de Marqueli sobre el avance del ejército patriota y le volvió a repetir la orden de mantenerse en la cuesta de Chacabuco. Sin embargo, cuando la vanguardia de Maroto alcanzó el Cerro Chingüe, ya pudo divisar como eran sobrepasadas las fracciones de Marqueli y perseguidas por la caballería independentista. De inmediato le ordenó al Teniente Coronel Quintanilla que con sus Carabineros, bloqueara la penetración patriota.

Mientras que Melián con su 3er Escuadrón de Granaderos perseguía a Marqueli y entraba en la Quebrada de la Nipa (retomando el Camino de la Cuesta Vieja), el Batallón Nro 8 lo seguía un poco más atrás. Los Granaderos debieron echar pie a tierra, dado lo abrupto del terreno, cuando se vieron bloqueados por la caballería realista de Quintanilla. Entonces recibieron fuego concentrado de los cerros Chingüe, Victoria, Quemado y Guanaco. Habían llegado hasta la 1ra línea del dispositivo real, por lo que rápidamente se replegaron hacia el norte, junto con el Batallón Nro 8.

Marqueli finalmente logró replegarse casi intacto y se posicionó sobre el cerro Chingüe,
comandando un Destacamento (fracciones del “Talavera” y todo el Batallón “Valdivia”). El
Coronel Elorreaga tomó el comando de la defensa de los cerros Victoria, Quemado y Guanaco con los Batallones “Chiloé” y el grueso del “Talavera” y fue el verdadero conductor de la tenaz  resistencia en este sector.

Con las primeras luces el General San Martín ocupó la cima de la cuesta, observando la retirada del Destacamento de Marqueli y el dispositivo del ejército (realista), apoyado sobre la meseta al norte de la Hacienda de Chacabuco.
Pasadas las 10:00 Hs la División O´Higgins alcanzó el pie del Morro de las Tórtolas Cuyanas.
Una hora después, el Comandante chileno ordenó desplegar a sus unidades (el Regimiento de Granaderos a Caballo, el Batallón Nro 7 y el Batallón Nro 8) por delante del Cerro Los Halcones, para ejecutar un ataque frontal sobre las posiciones reales de los Cerros Guanaco y Quemado. No se había podido reconocer previamente las posiciones realistas y además no se consideraba lo acordado por el plan de San Martín, o sea, no se iba a poder coordinar el ataque suyo con el de la División Soler...
El Regimiento de Granaderos (-) a órdenes del Coronel Zapiola, formó en línea con el regimiento y recibió órdenes de atacar el ala izquierda y el centro del Cerro Chingüe. Paralelamente lo hacían el Batallón Nro 7 (10) y a continuación el Batallón Nro 8 (11) dando frente éstos a los cerros Victoria y Quemado… Sin embargo toda la maniobra cayó en el vacío.
El Regimiento de Granaderos chocó con un zanjón al frente (Estero de las Margaritas) y quedó detenido, recibiendo fuegos de los Cerros Chingüe y Victoria. El Batallón Nro 8 fue el más castigado desde los cerros Guanaco y Quemado y momentos después se dispersó hacia retaguardia. Se ordenó la retirada y toda la División se replegó a cubierto detrás del morro de las Tórtolas Cuyanas.
El Coronel Zapiola logró retirar a los escuadrones del certero fuego realista, quedando el 1er Escuadrón a la izquierda del desemboque de la Cuesta Vieja (puede que cubriendo el repliegue de los Batallones 7 y 8) y los otros dos Escuadrones más atrás, a cubierto, detrás del Morro de Las Tórtolas Cuyanas (como organizando una Reserva). Asimismo destacó al Teniente D. Rufino Guido (Ayudante del Jefe del Regimiento de Granaderos) para que imponga al General San Martín de la crítica situación…
San Martín al unísono, destacó a Álvarez Condarco al galope16, para que le ordene al Brigadier Soler que acelere el ritmo de marcha, ante la situación desfavorable.
O´Higgins reagrupó y encolumnó a los Batallones de Infantería (que se habían refugiado también, detrás del Morro de Las Tórtolas Cuyanas) y los lanzó a un segundo ataque frontal. Esta vez atacó en línea de Batallones y columna de División. El Batallón Nro 7 a la cabeza y atrás el Nro 8.
Como en el ataque anterior a poco de aproximarse a la cadena de cerros (12) recibieron otro
nutrido fuego, siendo dispersados y obligados a retroceder. El Batallón Nro 8 fue el que mayores daños sufrió. Por su parte los realistas habiendo conquistado una segunda victoria, empezaron a configurar un contraataque por el flanco y el ala izquierda patriota.
San Martín resolvió intervenir personalmente en la batalla (la situación parecía irreversible si triunfaba el ataque realista). Empuñando la bandera de Los Ande, apareció al galope, por la retaguardia (seguramente escoltado por sus edecanes) mostrando la bandera a los granaderos y a los infantes de los batallones.
Este solo gesto bastó para que los granaderos a caballo, formaran con el Coronel Zapiola detrás de su antiguo Jefe de Regimiento... San Martín entregó la bandera nuevamente al
Portaestandarte del Ejército y desenvainó su sable corvo (15) mostrando el dispositivo enemigo; el trompa de granaderos tocó a la carga…
Faltando 200 m para chocar con el enemigo, el fuego realista disminuyó y se incrementó la lucha hacia el oeste. San Martín continuó el avance con el 1er y 2do Escuadrón, y el 3ro cargó sobre un claro sableando a los artilleros realistas en sus piezas.
Siendo las 13:30 Hs se observó que sobre el oeste había progresado la vanguardia de la División Soler y que las Compañías del Batallón Nro 1 de Cazadores patriotas asaltaban a la bayoneta al enemigo sobre el Morro del Chingüe. El Comandante de la Escolta del General San Martín, Mariano Necochea y el 4to Escuadrón de Granaderos, se lanzaron a la carga por el flanco izquierdo y la retaguardia del dispositivo realista buscando a la caballería enemiga que trató de escapar del campo de batalla. Ahora, todo enemigo que trataba de huir era interceptado por la caballería de Necochea…
Luego de esto, el General San Martín entregó el mando del Regimiento de Granaderos al Coronel Zapiola. Tras la conquista de todas las alturas, el ejército patriota inició la persecución de los restos de la fuerza real hasta la Hacienda de Chacabuco, donde los realistas formaron un cuadro17 (de cerca de 500 hombres) para resistir la última embestida patriota. Este combate apenas duró unos quince minutos, produciéndose severas bajas, ocasionando que el mismo se disperse. Otros realistas, se rindieron a discreción.
Los Granaderos a Caballo, persiguieron a los restos realistas hasta el Portezuelo de la Colina Km de Chacabuco) y regresaron al campo de combate”.

El desastre de Rancagua en 1814, lo que produjo el aplastamiento de la Revolución Chilena surgida en 1810 y el éxodo al que se vieron obligados a realizar los patriotas trasandinos, seguramente influyó y mucho en la decisión que tomó O´Higgins. Muchos dicen que él se propuso ganar solo la batalla de Chacabuco, sin la ayuda de ninguna otra fuerza, pero esta decisión errada estuvo a punto de desestabilizar todo el plan concebido con tanta maestría por San Martín. El Jefe chileno avanzó con su columna de ataque hasta la distancia de tiro y luego de hacer fuego contra el enemigo por cerca de una hora, dio la orden de pasar a la bayoneta. Así lo puso de manifiesto el propio O´Higgins con su arenga a los soldados para iniciar el ataque, saliéndose de las órdenes impartidas por el General San Martín de no entrar en combate cuando todo el ejército esté formación y así no comprometer el plan delineado que aseguraba la victoria. “Soldados: ¡Vivir con honor o morir con gloria! El valiente siga: ¡Columnas a la carga!”  

Las mismas palabras enunciadas en la Batalla de Rancagua, sin lugar a duda, buscaba venganza por esa derrota.

“El atrevido movimiento de O´Higgins fue una verdadera insubordinación, y aunque en sus apuntes pretende hacer ver, que cuando divisó al enemigo volvió hasta donde estaba San Martín para pedirle hiciera avanzar toda la caballería a fin de continuarlo... O´Higgins ataca por su cuenta y riesgo con gran denuedo, pero faltando abiertamente al plan de batalla. Se adelanta en dos columnas por el camino real hasta pasar una acequia, luego de lo cual, los cañones del enemigo, jugando ya sobre sus columnas, lo pusieron durante un momento en crítico desorden.”

Mientras todo esto ocurría en el campo, Soler todavía estaba a medio camino. San Martín al ver comprometido a O´Higgins, manda a su Ayudante Alvarez Condarco a que inste a Soler a que cargue cuanto antes el flanco realista. Soler puesto a la cabeza de su división no cesaba de repetir ¡Al fuego muchachos! ¡Al fuego!, avanzando al trote de su caballo, seguido de los batallones que, a toda prisa, corrían también en la misma dirección por entre barrancos y precipicios.
A la cabeza de la División Soler iban los integrantes del Batallón de “Cazadores de los Andes” y, en el momento en que el Jefe de la División observa la situación en el campo de batalla, manda al capitán de la primera compañía, don Lucas Salvadores, para que se descuelgue sobre el flanco enemigo. En el acto, esta fuerza es seguida por los demás cuerpos de infantería de la columna.

Acompañando esta acción están las fuerzas del 4º Escuadrón de Granaderos de los Andes y el Escuadrón Escolta, los cuales al mando del coronel don Mariano Necochea se lanzaron sobre el enemigo para apoyar la acción de los infantes.

Al frente de los Granaderos iba la sección del Teniente Eugenio Necochea, hermano del coronel, el cual ataca con suma decisión a la caballería enemiga:

“... los sables de los granaderos caen y vuelven a levantarse cada vez más rojos, pero un bravo soldado español derriba a Eugenio de un bayonetazo en la tetilla izquierda. Mariano presencia el episodio, sus ojos se enturbian y su voz suena a salvaje alarido: “!Adelante, Granaderos!”, es el grito que electriza a aquellos criollos, que ven a su jefe lanzarse a la carrera barranca abajo, sin apenas darles tiempo a seguirlo. Espolean los granaderos y con una lluvia de piedras desprendidas, se precipitan sobre la caballería realista cuatro veces superior, que les sale al encuentro. Ya el sable del Comandante les está señalando el camino con su sangrienta carnicería. La furia de Necochea se contagia a sus hombres y el ímpetu de los argentinos doblega a los del Rey. Sigue un espantoso entrevero en que sólo se escuchan golpes, ayes y maldiciones, y finalmente cede el enemigo que es duramente perseguido. Mariano Necochea aumentados sus bríos por lo que creía la muerte de su hermano, causó personalmente estragos en las filas adversarias...”

El flanco derecho del enemigo es abierto por la turbación que sufría en el izquierdo por la acción de los Granaderos de Necochea y la infantería de los cazadores. Entonces el coronel Zapiola con el resto de los Escuadrones penetra por esta posición acuchillando a toda la caballería realista que se le interpone. El Escuadrón al mando de Medina, por orden de Zapiola, pasa por un claro de la línea de la infantería y cae sobre la izquierda del centro realista, acuchillando a los artilleros sobre sus cañones, mientras que Zapiola con los otros escuadrones penetra por el costado derecho.

En este momento, los negros del 7 y el 8 al mando de O´Higgins recién pueden tomar la posición a la bayoneta, gracias a la brillante carga de los Granaderos, mientras que Necochea penetrando por la retaguardia, continuaba destrozando a la caballería realista por la izquierda y Zapiola, en idéntica maniobra lo hacía por la derecha.

“El empuje de los Granaderos mandados por Zapiola y el concurso oportuno de Necochea, pusieron en completo desorden al enemigo y lo obligaron a huir...” (Juan María Gutiérrez)

En unos pocos minutos, gracias a la bravura de los Granaderos la batalla estaba decidía a favor del Ejército de los Andes...

“La carga de los granaderos fue muy eficaz, y esos sables de lata, como decían los españoles, les hicieron terribles estragos. Los Granaderos de Zapiola, después que dieron la primera carga, volvieron a rehacerse y dieron la segunda que fue definitiva. Todo cedió al empuje de estas cargas y el enemigo se pronunció en derrota después de haber hecho una resistencia extraordinaria. Los granaderos habían hecho heroicidades en el campo, los infantes concluirían la obra”. (Alfredo G. Villegas- “Memorias Inéditas del Coronel don Manuel Alejandro Pueyrredón”)

“Los españoles, más numerosos, sostuvieron bravamente el choque y rechazaron la primera carga. La lucha duraba desde hacía una hora, cuando una segunda división aparece en el fondo de la infantería de Maroto. La caballería – los escuadrones 1, 2 y 3 de granaderos -, aprovechando un instante de indecisión y conducida por sus hábiles jefes Zapiola y Necochea, cargan con impetuosidad. Desde ese momento no hubo más resistencia, los realistas desbandados emprenden la fuga sobre Santiago y son vivamente perseguidos. Y aquella persecución, como ocurre siempre en las guerras de América sobre todo, fue más mortífera que la batalla misma ...” (Santiago Arcos, “La Plata”, Pág. 352)-

“... su maniobra tan feliz como atrevida, fue realizada como lo dice San Martín, del modo más bravo y distinguido. Esta admirable carga de Zapiola a la cabeza de sus escuadrones, fue de indiscutible peso para pronunciar la derrota enemiga...” (Vicuña Mackena)

“El asombrado General realista Rafael Maroto, había concentrado una parte de sus esparcidas fuerza y esperaba ansiosamente en ataque de los independientes.

- Granaderos: ¡flanco derecho, carguen!, es la voz de mando vibrante del valeroso Zapiola, que arremete a la cabeza de sus centauros, destruyendo cuanto se opone a su paso...” (General Juan Gregorio de Las Heras)




7) Los resultados de la batalla

El éxito del Ejército de los Andes fue total. Las pérdidas realistas se estimaron en 600 prisioneros, con 32 oficiales, entre ellos muchos de graduación; igual o mayor número de muertos; su artillería, un parque y almacenes considerables y la bandera del Regimiento “Dragones de Chile” y la del Regimiento “Talaveras”.

Las pérdidas patriotas fueron de 132 muertos y 174 heridos, los realistas sufrieron 600 muertos y 550 prisioneros, 32 oficiales, todos los Jefes (el Coronel Elorreaga y el Sargento Mayor Marqueli fueron muertos) alcanzando a huir el Brigadier Maroto y el Teniente Coronel Quintanilla.
Se capturó todo el parque, 2.000 fusiles y la bandera del Batallón Veterano de San Carlos de Chiloé. Quinientos hombres huyeron dispersos rumbo a Santiago y cerca de 1.000 a Valparaíso.

En varios libros de historia argentina y en biografías de San Martín se lee el dato donde el Ejército de los andes tuvo apenas 12 muertos y 120 heridos, lo cual es absurdo, si tenemos en cuenta que la división de O´Higgins sufrió fuertes estragos de la artillería española en sus tres intentos de derrotar las divisiones realistas. Por lo tanto, una cifra entre 132 y 200 muertos es la más acertada o cercana a la violencia del combate disputado.

Entretanto, las fuerzas realistas que no habían alcanzado a entrar en acción se retiraban aprisa por los caminos que van al sur, al mando de Sánchez, de Quintanilla, de Barañao y Morgado; Elorreaga y Marqueli quedaban muertos en el campo de batalla con muchos oficiales subalternos.

Los cuerpos que habían tomado parte en la batalla estaban deshechos; los “Talaveras” casi todos prisioneros, y de sus oficiales sólo escapó su jefe, el cual sería luego capturado. El feroz capitán San Bruno y su cómplice el capitán Villalobos del mencionado Regimiento fueron encausados como facinerosos; y, destituidos de la calidad de militares, en razón de la notoriedad de sus crímenes, fueron fusilados y colgados en la horca, sin que el virrey ni los realistas hubiesen reclamado jamás, ni ejercido represalia. Tal era el conocimiento que todos tenían de sus infames atentados y de la justicia de la sentencia.

El parte de la batalla que el Gral. San Martín dirigió al gobierno dice lo siguiente:

“Excelentísimo Señor

Una división de mil ochocientos hombres del Ejército de Chile acaba de ser destrozado en los llanos de Chacabuco por el Ejército de mi mando en la tarde de hoy. Seiscientos prisioneros entre ellos treinta Oficiales; cuatrocientos cincuenta muertos y una bandera que tengo el honor de dirigir, es el resultado de esta jornada feliz con más de mil fusiles y dos cañones.
La premura del tiempo no me permite extenderme en detalles, que remitiré lo más breve que me sea posible: en el entretanto debo decir a Vuestra Excelencia que no hay expresiones como ponderar la bravura de estas tropas: nuestra pérdida no alcanza a cien hombres.
Estoy sumamente reconocido a la brillante conducta, valor y conocimientos de los Señores Brigadieres Don Miguel Soler y Don Bernardo O’Higgins.
Dios guarde a Vuestra Excelencia muchos años. Cuartel General de Chacabuco en el campo de batalla, Febrero 12 de 1817.
Excelentísimo Señor

José de San Martín”

8) Conclusiones

Chacabuco puede ser considerada como una batalla de aniquilamiento, la cual fue lograda con un mínimo de bajas, al estilo sanmartiniano. Si se hubiese contado con la caballada en mejores condiciones, sin lugar a dudas la persecución hubiera dado más frutos. Pero también hay que tener en cuenta que los informes llegados a San Martín, hablaban de fuertes efectivos realistas al mando del coronel Barañao, los cuales en una acción arriesgada pero no por ello descabellada, podían sorprender al Ejército patriota dislocado en plena persecución de los fugitivos.

Sin embargo, al día siguiente el teniente Aldao del Regimiento, tomó prisionero a Marcó del Pont, con el auditor de Guerra Lazcano, el comandante general de la Artillería coronel Fernando Cacho y otros personajes de renombre. Acto seguido se procedió a ajusticiar al jefe del Regimiento de “Talaveras”, teniente coronel don Vicente San Bruno, por los crímenes cometidos contra los civiles en Chile luego de la batalla de Rancagua.

Las consecuencias de Chacabuco fueron trascendentes para el éxito final de la revolución americana. Desde el punto de vista militar se había logrado infligir una severa derrota a los efectivos realistas, dejándolos en manifiesta inferioridad para poder intentas recuperar de forma inmediata el territorio perdido. Políticamente, las Provincias Unidas se veían afirmadas y por primera vez parecía realmente amenazado el poderío español arraigado en el Perú. Pero no cabe la menor duda, que lo más importante fue el espíritu de sacrificio y de combate que se desprendió de esa máquina de guerra y que desde entonces hasta Ayacucho se irradiara a los patriotas del continente para luchar por su libertad y poner fin 300 años de opresión.

El triunfo de Chacabuco había demostrado la razón del genial pensamiento de San Martín sobre la factibilidad del cruce de los Andes para liberar a Chile como primer jalón de la gran epopeya. Lo diría con espartanas palabras en el parte de la victoria, que eleva el 22 de febrero desde su Cuartel General en Santiago al director supremo. En el último párrafo dice:

“Finalmente, el comandante Cabot sobre Coquimbo, Rodríguez sobre San Fernando y el teniente coronel Freire sobre Talca tienen iguales sucesos; en una palabra, el eco del patriotismo resuena en todas partes a un mismo tiempo y al Ejército de los Andes queda para siempre la gloria de decir: en veinticuatro días hemos hecho la campaña, pasamos las cordilleras más elevadas del globo, concluimos con los tiranos y dimos la libertad a Chile...” General don José de San Martín

Chacabuco fue el inicio de la contraofensiva de las fuerzas independentistas que fortaleció alianza entre las Provincias Unidas del Río de la Plata con Chile, en la que San Martín siguió al frente del Ejército de los Andes y Ô`Higgins se hizocargo del gobierno político de su país. Pero no todo fueron rosas tras la batalla. Las diferencias, discordias, rencillas y problemas personales entre los generales Estanislao Soler y Bernardo O´Higgins por las impetuosas cargas del jefe chileno que pusieron en peligro la victoria de las fuerzas dorasa, significó el retiro del General Soler del Ejército de los Andes.




Anexo Documental

1) Mapa de los puntos del Cruce de la Cordillera de Los Andes


2) Croquis de la batalla de Chacabuco


3) Parte de la batalla








BIBLIOGRAFIA CONSULTADA

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Furlong Guillermo. El paso de Los Andes. Instituo Nacional Sanmartiniano, Buenos Aires, 1996.

Lynch John. San Martín: Soldado Argentina, Héroe Americano. Crítica Barcelona, 2010.
Lynch John. Las revoluciones hisponoamericanas 1808-1826. Ariel. Barcelona, 1998

Galasso Norberto. Seamos libres y los demás no importa nada. Vida de San Martín. Ediciones Colihue. Buenos Aires, 2000.

Pasquali Patricia. San Martín: La fuerza de la misión y la soledad de la gloria. Planeta. Buenos Aires, 1999.

Galván Moreno Carlos. Bandos y proclamas del General San Martín. Editorial Claridad, Buenos Aires, 1947.

 Rojas Ricardo. El santo de la espada. Vida de San Martín. Editorial Eudeba, Buenos Aires, 1970.