El imponente Cerro de los Siete Colores en Purmamarca, Jujuy (Argentina)

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lunes, 3 de febrero de 2014

LA SITUACION POLITICA EN UCRANIA

PARA ENTENDER LA SITUACION EN UCRANIA

G.Kriuchkov es miembro del CC del PCU y ha sido diputado de la Rada en la III y IV legislaturas.

http://www.gazeta-pravda.ru/index.php/component/k2/item/39-kakie-politicheskie-sily-stoyat-za-majdanom

Etiquetas: Josafat: una ventana a la nueva Unión Soviética
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Ucrania está sufriendo seguramente una de las etapas más complicadas y delicadas desde la proclamación de su independencia. Los continuados actos de protesta están sacudiendo el país. Ha habido días en los que Maidán ha congregado a cientos de miles de personas. Radicales exigencias en forma de ultimátum, todo tipo de excesos, amenazas, la ocupación de instituciones gubernamentales, paralización del trasporte, desorganización del trabajo de los órganos estatales, de los sistemas de mantenimiento de los servicios básicos, actos de vandalismo cavernario, cuyo principal exponente fue el derribo del monumento a Lenin en Kiev… En los enfrentamientos entre manifestantes y miembros de las Fuerzas de Seguridad, de los antidisturbios, se ha derramado sangre. Decenas de personas entre manifestantes y policías antidisturbios, han terminado en el hospital con heridas graves. Han volado las primeras cabezas: por abuso de sus atribuciones han sido apartados de su cargo el Jefe de la administración de Kiev, Popov y el vicesecretario del Consejo de Seguridad Nacional y Defensa de Ucrania, Sivkovich, entre otros.

En la superficie, podría parecer que estamos ante una protesta espontánea del pueblo ucraniano que unánimemente aspira a integrarse en Europa y que está indignado por la decisión del gobierno de detener el proceso de ratificación del acuerdo de asociación y de su inclusión en la zona de libre comercio con la Unión Europea. Pero de no haber surgido complicaciones a la hora de elegir el vector hacia el que debe orientarse la política exterior de integración, hubieran encontrado otra excusa. El agravamiento de la situación era inevitable. El trasfondo y sus causas son mucho más profundas.

La sociedad ucraniana, después de 20 años tras la proclamación de su independencia sigue estando profundamente fracturada. Es una división que se manifiesta en varias e importantes direcciones:

-Con relación al golpe de 1991 y la instauración del nuevo orden socioeconómico, o lo que es lo mismo la restauración del capitalismo;

-Con relación a los acontecimientos y protagonistas del pasado, especialmente a aquellos relacionados con la presencia de Ucrania como parte integrante del imperio ruso y de la URSS, con la Segunda Guerra Mundial y su componente central: la Gran Guerra Patria;

-Con relación a la orientación de la política exterior de Ucrania.

-Con relación a los valores de la civilización eslava oriental y de  la civilización occidental;

-Por motivos del uso de la lengua.

Y por supuesto, la fractura es fruto de la formación en nuestra sociedad tras el golpe antisocialista de 1991, de una estructura social fuertemente polarizada por ingresos y nivel de vida, una estratificación por nivel de ingresos, cada vez más profunda. Es cierto que no hay todavía un carácter de clase claramente definido en la conciencia popular de esta contradicción. Al mismo tiempo asistimos a una lucha encarnizada entre la burguesía y la nueva clase de terratenientes latifundistas nacida bajo el sol de aquel golpe y que se ha hecho con el poder político y económico en el país, que lucha por hacerse con con esas empresas y sectores todavía propiedad del Estado, por el reparto de la propiedad que ya ha sido privatizada y por el acceso a ese “comedero” estatal: a las palancas del poder que obran el que ese poder se transforme en propiedad. En cuanto a la relación social de clase, los grupos enfrentados son frutas del mismo árbol y las diferencias habría que buscarlas en el nivel de avaricia, agresividad y demagogia populista.

El actual agravamiento de la situación política viene determinado por el hecho de que en las elecciones del 2012 al parlamento de Ucrania, ninguna de las partes enfrentadas alcanzarse su objetivo. Los regionales, que aspiraban a conseguir la mayoría constitucional en el parlamento (300 escaños), no pueden contar siquiera con la mayoría simple. La denominada “oposición”, tampoco conquistó la mayoría. Pero en las regiones occidentales de Ucrania (ante todo en el Lvov, Ternopil, Ivano-Frankovskaya) las fuerzas nacionalistas prácticamente han instaurado sus gobiernos, negándose a cumplir las decisiones que vienen del centro, con la aspiración de imponer su visión nacional-chovinista, rusófoba, a todo el país. El gobierno está claramente perdiendo la capital también.

La Rada de Ucrania se ve incapacitada para asumir las funciones que le otorga la Constitución. Sus sesiones plenarias a cada rato se ven interrumpidas por la “oposición”, boicoteadas, convirtiendo el parlamento en un organismo incapacitado para legislar. La situación se agrava más, por el hecho de que en el parlamento ha entrado una fuerza abiertamente neonazi como es el partido “Svoboda”, que hasta no hace mucho se autodenominaba social-nacionalista. A éste se le ha unido “Batkivschina” y el partido “UDAR” de Klichko, creando en la Rada una oposición unida nacionalista de derechas, cuyo núcleo ideológico representa Svoboda. Una figura conocida dentro de “Batkivschina”, como Tomenko, en un arranque de sinceridad calificó al grupo como “OMON (antidisturbios) de la oposición”. Ahora ya hemos podido ver todos qué clase de “OMON” era ese.

En Ucrania se ha creado una amenaza real de fascistización de la vida social. Tras las elecciones parlamentarias, la oposición demostró que no se detendría hasta lograr hacerse con todo el poder en el país. Tirándose por la máxima “cuanto peor mejor”, los opositores han elegido el curso que lleva a la provocación de la desestabilización de la situación y del descontento en la sociedad.

Cómo podría hablarse de espontaneidad en los actos de protesta, cuando todo estaba perfectamente organizado al detalle con anterioridad. De la periferia, sobre todo las regiones occidentales se trajeron a la capital a miles de personas, pronto empezaron a destacar los “comandantes de campo”, con galones y experiencia desde el Maidán del 2004. Tenían preparadas una gran cantidad de tiendas de campaña militares, resuelta la logística de la comida, de la calefacción, de los lugares donde pasar la noche. Todos los detalles estaban pensados incluso la creación de un servicio jurídico y la puesta en marcha de una milicia interna. En aquellos lugares donde surgían situaciones conflictivas, “en el momento necesario”, aparecían sin falta periodistas y cámaras de televisión… Se deja sentir claramente una mano experimentada en todo este guion de la provocación.

Pero sería imposible comprender en profundidad la esencia real de esta lucha de ahora, sin contar con el factor externo. Los acontecimientos en Ucrania se están desarrollando en unas condiciones de agudización de las contradicciones permanentes entre occidente y Rusia; una confrontación que no desapareció con la caída de la URSS, ni con la restauración del capitalismo en el espacio postsoviético. Los esfuerzos de occidente están encaminados a arrancar a Ucrania de Rusia a cualquier precio, a impedir su acercamiento. No ha faltado la consabida quinta columna, una parte de la cual fue ya cultivada en el subsuelo del PCUS. Los EE.UU. y sus aliados están llenos de determinación para impedir a toda costa el renacimiento, sea en la forma que sea, de la unión de antiguas repúblicas que componían la URSS, y el ingreso de Ucrania en esa unión. A Ucrania la están empujando claramente hacia la OTAN. Ya en noviembre de 1996 en una resolución acordada por ambas cámaras del Congreso norteamericano, la resolución nº 120, en respaldo a la independencia de Ucrania, había directrices muy claras sobre lo que debería hacer el presidente, el gobierno y el parlamento  de la Ucrania independiente.

El líder del Partido de la Regiones, Yanukóvich, elegido Presidente en el 2009, recibió el apoyo de la mayoría de los electores principalmente por sus promesas de recuperar las relaciones de buena vecindad con Rusia, de restablecer el estatus de lengua oficial para el ruso, de enfrentar al agresivo nacional-chovinismo, y de impedir que Ucrania fuese arrastrada hacia la OTAN. Esos compromisos quedaron fijados en los acuerdos con el bloque de izquierdas, donde el papel principal le correspondía al Partido Comunista. En la práctica lo que ha ocurrido es que se ha asentado el régimen “yuschenkista sin Yuschenko”, cuando la integración europea pasó a convertirse en el eje principal de la política exterior e interior de Ucrania, pasando por la firma del acuerdo de asociación y la zona de libre comercio con la Unión Europea. Los lemas del gobierno “blanquiazul” pasaron a ser: “Europa es nuestra casa, Rusia nuestro vecino”. La Unión Económica Euroasiática no es nuestra elección. Se repetía insistentemente que no se puede hablar del ingreso de Ucrania en la Unión Aduanera. Se intensificó la cooperación con la OTAN.

El Partido Comunista desde el principio se mostró partidario, de que en una cuestión de tal relevancia como la elección de la orientación de integración exterior, fuese tenida en cuenta la opinión del pueblo, mediante la celebración de un referéndum nacional. El gobierno se mostró abiertamente contrario a estas propuestas, haciendo caso omiso a las advertencias de destacados especialistas, científicos, y expertos independientes. El gobierno violó descaradamente la Constitución y la ley sobre la convocatoria de un referéndum. A pesar de todos los obstáculos que se nos pusieron, los comunistas conseguimos reunir más de tres millones y medio de firmas en apoyo a la celebración del referéndum. El trabajo para recabar firmas iba acompañado de una activa explicación de las consecuencias catastróficas que tendría para nuestro país el ingreso de Ucrania en la Unión Europea.
A medida que se iban conociendo los detalles del proyecto de acuerdo de asociación y de la zona de libre comercio con la UE, iba quedando claro la amenaza frontal que representaba para la seguridad nacional de Ucrania. En la sociedad comenzó a crecer la preocupación. Se empezaron a oír voces discordantes, provenientes del mundo empresarial, directores de empresa que ven como la firma del acuerdo de asociación representaría una drástica caída de la producción, lo que supondría un notable aumento del desempleo en el país. Como resultado el gobierno se vio obligado -a falta de pocos días para la cumbre de Vilna en la que estaba previsto se ratificase el acuerdo-, a adoptar la decisión de detener el proceso de integración europea.

Occidente activó inmediatamente el escenario de desestabilización de la situación en Ucrania. En su realización tomaron parte activa senadores y altos funcionarios del Departamento de Estado de los EE.UU., ministros y fracasados presidentes de una serie de países europeos, con amplia experiencia en la ejecución de “revoluciones de colores”, y gente por el estilo. Estos comienzan a entrometerse descaradamente en los asuntos internos del país, llamando  abiertamente a luchar contra el gobierno legítimo. Sin embargo ni por parte del Presidente, ni del gobierno, ni del Ministerio de Relaciones Exteriores de Ucrania, no hubo ni una sola voz de condena ante tan evidente violación de las normas del derecho internacional.

No puede sorprendernos que el rasgo que mejor caracteriza la actual situación en el país, sea la pérdida de confianza hacia todos los órganos de gobierno y de la sociedad. Es algo que refleja convincentemente la investigación sociológica que anualmente realiza el Instituto de sociología de la Academia Nacional de Ciencias. La encuesta se celebró en julio de 2013, antes de los masivos actos de protesta.

En los tres últimos años el índice de confianza hacia el Presidente Yanukóvich ha descendido del 30,8%  al 10,9%, o lo que es lo mismo se ha reducido a casi la tercera parte. Nunca se había producido una caída así en la confianza hacia un Presidente a lo largo de su mandato.

Confían en la Rada únicamente el 4,6% de los encuestados, frente al 14,2 % de hace tres años. En el Consejo de ministros de Ucrania confía un 8,1% (era del 19,6%), en los órganos locales del poder un 13,8% (era 17,9%). En los últimos 10-15 años los órganos de gobierno no habían tenido un nivel tan bajo de confianza entre la población. En la policía, en julio, antes de los incidentes, mostraban su confianza absoluta solo un 0,8% de los encuestados, en la Fiscalía y la Inspección fiscal, un 0,9%. En estos más de diez años no había habido nunca un nivel tan bajo de confianza en los partidos políticos (6,6%), sindicatos (15%), bancos, compañías de seguro, directores de empresa estatales, empresarios privados.

Nunca había habido un total descreimiento y desconfianza como ahora en la sociedad ucraniana. Pero motivos para que esto sea así hay más que suficientes. El empeoramiento de la situación en la economía y en la esfera financiera, el crecimiento del desempleo, la pobreza generalizada, una estratificación social cada vez más profunda, le imposibilidad de miles de personas de satisfacer sus necesidades vitales más acuciantes, la práctica liquidación de la sanidad y educación gratuitas, la imposibilidad en muchos casos de obtener en los organismos de gobierno la defensa de los derechos legales, unos niveles de corrupción sin precedentes que inexorablemente provocan un absoluto descontento de la mayor parte de la ciudadanía con el estado de las cosas, con su vida misma. Todo esto unido se ha convertido en premisa objetiva para la participación masiva de ciudadanos en los recientes actos de protesta. Pero quien se ha aprovechado de ello, ha sido la oposición nacionalista de derechas, prooccidental y agresiva.

Sobre el estado de ánimo que prevalece en la sociedad, hablan bien a las claras los datos de los estudios sociológicos. El 82,7% de los encuestados, consideran que el gobierno no resuelve o toma únicamente medidas de maquillaje de los problemas relacionados con la subida del nivel de bienestar de la población y el descenso de la desigualdad social. Más del 68% están convencidos de que el gobierno no defiende los intereses nacionales, ni refuerza la unidad y la concordia en la sociedad. El 42,5% de los encuestados están convencidos de que la Fiscalía ucraniana está al servicio de aquel que lo pueda pagar. Un 49,1% opina lo mismo de la policía, y un 55,5% de los jueces. En opinión de casi una quinta parte de los participantes del estudio, los Cuerpos de Seguridad sirven al Presidente, a otros dirigentes de los órganos de poder, pero no el pueblo.

Tres cuartas partes de los ciudadanos encuestados consideran imposible el control de la sociedad sobre la actuación de los órganos de gobierno. Se ha multiplicado por dos en comparación con el año 2010 el porcentaje de aquellos que consideran que en Ucrania la gente no puede expresar libremente sus opiniones políticas (era un 12,2%, ahora un 28%). Como en años anteriores, un 44% considera que Ucrania no necesita un sistema pluripartidista. Un 45,1% de los encuestados no ve entre los actuales partidos políticos existentes en el país y movimientos, ninguno al que se le pueda confiar el gobierno de la nación. Un 48,7% considera que en el país no hay líderes políticos capaces de dirigir con eficacia el Estado (en el 2010 era el 30,3%), mientras que un 28,3% no pudo o no quiso responder a esa pregunta.

Un 50,5% de los participantes en el estudio califican como insatisfactoria su actual situación en la sociedad, mientras que casi una tercera parte no supo qué responder. Uno de cada cuatro se situaba en los dos escalones más bajos de la escala social (de siete escalones), se considera desecho social. Según los datos del estudio, la gente no sólo se queja de que no pueda adaptarse a las nuevas realidades de la vida, también se quejan de no poder alimentarse tal y como les gustaría, de que no tienen una vivienda en condiciones, de que no pueden disfrutar de su tiempo libre, de la imposibilidad de poder tener unas vacaciones, etc. Eso piensa entre una tercera parte y la mitad de los encuestados.

Solo un 11,1% piensa que en el país “no está todo tan mal” y que “se puede vivir”. Mientras que casi la tercera parte de los encuestados manifiesta que es imposible seguir soportando una situación tan dura. Según datos del estudio la gente teme ante todo una subida los precios (79,6%), el desempleo (78,1%), el no poder cobrar los salarios, las jubilaciones, los subsidios (75,4%), el crecimiento de la delincuencia (49,3%), la propagación de infecciones peligrosas para la vida (36,6%), el cierre de empresas (36,4%), el hambre (29,8%), la falta de calefacción en las viviendas (28,4%), los desórdenes callejeros (18,6%), la instauración de una dictadura en el país (18,3%).

Ucrania no se ha convertido ni en un Estado social, ni democrático ni de derecho. Eso es al menos lo que opina, entre la mitad y las dos terceras partes de los participantes del estudio. Al señalar que hoy día ya no existen esos valores morales que se inculcaban en la época soviética (igualdad social, colectivismo, ayuda mutua y otros) el 48% de los encuestados declaran que no acepta el sistema de valores, que se ha estado tratando de imponer en Ucrania tras el golpe de 1991 (el predominio de la propiedad privada, el ansia de enriquecimiento personal, el individualismo, etc.).

Al valorar la situación política en el país, un 57,8% de los encuestados la definieron como tensa, y uno de cada cinco como explosiva. Un 42,5% declararon que es imprescindible protestar activamente contra el empeoramiento  de las condiciones de vida. Sin embargo el gobierno no se muestra intranquilo ante el incremento  de estas alarmantes tendencias en el estado de ánimo de la sociedad. La naturaleza de esa conducta habría que buscarla en  el carácter mismo del régimen gobernante. Todos los presidentes y miembros de los gobiernos que han dirigido la riendas de Ucrania a lo largo de las dos últimas décadas, lo han hecho expresando los intereses del capital oligárquico-criminal y vendepatrias. No deja de ser significativo el hecho de que los principales multimillonarios ucranianos, después de que los representantes de los círculos occidentales hayan llevado con ellos un “trabajo educativo”, mostrasen públicamente a toda prisa su respaldo a las “aspiraciones europeas de Ucrania”. A la memoria te viene la advertencia de Lenin, sobre que “la burguesía traicionará a la patria y estará dispuesta a cualquier crimen, con tal de imponer su poder sobre el pueblo y preservar sus beneficios”. Parece que nada han aprendido de los resultados de ese coqueteo con las fuerzas ultranacionalistas de derecha, incluidos los neofascistas de Svoboda.

La presidencia de Yanukóvich ha venido marcada por una “interpretación libre” de la Constitución y las leyes, por la concentración en manos del Jefe del Estado de enormes prerrogativas y la instauración prácticamente en el país de un régimen autoritario, que expresa los intereses de un limitadísimo círculo de oligarcas a los que se ha venido calificando como  “la familia”.

La política de nombramientos del régimen mostró también un carácter destructivo. Durante la época de Yúschenko, se promocionaba a los “queridos amigos” para los altos cargos, mientras que con el gobierno actual se promociona a los suyos (principalmente de Donetsk). Esto ha derivado en unos niveles de corrupción sin precedentes a todos los niveles de los organismos estatales. Se ha puesto de moda un fenómeno tan vergonzoso, como el pago por la lealtad y el sometimiento ante aquellos que reparten cargos, condecoraciones estatales o galones de General. En los Servicios de Seguridad de Ucrania, durante estos años de independencia se han sucedido doce directores. La mitad de ellos no estuvieron siquiera ni dos años en el puesto, aunque a cinco les dio tiempo a alcanzar el rango de General. Por el Ministerio del Interior han pasado diez ministros, seis de los cuales no llegaron a estar un año en el cargo. El Ministerio de Desarrollo Económico y Comercio (su denominación ha sufrido innumerables cambios) lo dirige hoy el ministro número 21. Y el Ministerio de Finanzas el ministro número 11.

En el gobierno prácticamente no hay figuras con autoridad respetadas y conocidas por la sociedad, capaces de tener su propia postura y defender sus principios consecuentemente. En lo que respecta al entorno del Presidente, a veces uno tiene la impresión de que en el mismo aparte de los obedientes “veletas” de turno, hay también “topos” mal disimulados, gente que está trabajando a conciencia para desacreditar al Jefe del Estado.

El gobierno prácticamente ha cedido a la “oposición” el espacio informativo. Incluso los medios de información del Estado (canales de televisión, emisoras de radio, publicaciones escritas) en esta situación, parece que trabajan más para favorecer un golpe de estado. En algo sí que coincide el gobierno y la oposición: en desatar la histeria anticomunista, en esa aspiración por descalificar el pasado soviético. Pero al mismo tiempo el gobierno se queda claramente atrás con respecto a la “oposición”, en ese empuje, en esa actividad, en ese saber influir en el estado de ánimo de la gente, en la capacidad para organizar actos de masas. El actual gobierno parece no querer escuchar en absoluto la voz del pueblo, ni tener en cuenta las conclusiones y propuestas de los expertos.

Hoy nuestro pueblo tiene que pagar por la fracasada política económica y social del actual gobierno y de los gobiernos precedentes, por el incumplimiento  de las promesas preelectorales, por ese incapacidad y negativa a querer tener en cuenta en la actividad práctica, los más y los menos, los riesgos de las decisiones adoptadas y los acuerdos alcanzados (especialmente los que tienen relevancia estratégica). “Maidán dos”, no es más que un producto  de unas reformas que no fueron meditadas (reforma de las pensiones, de la sanidad, etc.) y que han supuesto  el empeoramiento  de la situación de millones de personas. Es el precio por adoptar un estilo de gobierno autoritario, y una actitud desdeñosa con la legalidad. “Maidán dos” es la consecuencia de la pérdida de confianza del gobierno entre el pueblo.

La situación en el país es muy complicada. Al gobierno se enfrenta un adversario agresivo, organizado y respaldado abiertamente por occidente. Esa “oposición”, está encabezada por gente que en absoluto encaja en el papel de líder nacional. Pero sin embargo están peligrosamente cargados de ese ansia de poder que les hace no detenerse ante nada, con tal de lograr sus objetivos. Su llegada al poder significaría el establecimiento en el país de un régimen de tipo fascista. Sus primeros pasos serían la prohibición del Partido Comunista, la eliminación de la ley que sienta las bases de la política interior y exterior y el carácter del curso de política exterior de neutralidad, de no pertenencia a ningún bloque; la inclusión de Ucrania en la OTAN, la denuncia de los acuerdos de Járkov, la expulsión de la flota de la Federación de Rusia del mar negro de territorio ucraniano, el establecimiento  de una ideología nacional chovinista como ideología del Estado, con todas las consecuencias que de ello se derivan.

La tarea principal ahora es explicar a la gente todos los peligros que encierra esa amenaza del desarrollo de los acontecimientos.
Los estudios sociológicos demuestran, que una parte significativa de la población de Ucrania se encuentra en la oposición con respeto al actual orden socioeconómico, es decir al capitalismo. La gente comienza a plantearse todo aquello que se ha perdido con la liquidación del socialismo, y que es lo que les ha traído ese capitalismo tan alabado. La mayoría de nuestros conciudadanos no terminan de aceptar un modelo económico en el que domine la propiedad privada. Los ciudadanos de Ucrania se muestran reticentes a privatizar la tierra, apuestan por el reforzamiento del papel del Estado en la regulación de las relaciones socio-económicas. Un 41,3% de los encuestados se mostró partidario de complementar el sector estatal con el privado, y un 27,2% apuesta por la vuelta a la planificación de la economía sobre la base del control estatal absoluto.

La mayoría de la población percibe la situación en el país, y los procesos que se están produciendo en él, desde unas posiciones cercanas a las del Partido Comunista. De lo que se trata ahora es de poder utilizar de un modo más eficaz todas esas premisas objetivas, para atraer a los trabajadores hacia las posiciones del partido.


Hay que reforzar la organización de las estructuras partidistas, se necesita un notable incremento de savia joven en nuestras filas, un mayor empuje en nuestro actuar. Esas son las principales tareas que tenemos por delante a día de hoy y que quedaron reflejadas en el último pleno del Comité Central del PCU, celebrado recientemente.