El imponente Cerro de los Siete Colores en Purmamarca, Jujuy (Argentina)

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viernes, 30 de noviembre de 2012

HISTORIA DE LAS DOS ALEMANIAS (1945-1990)



LA ALEMANIA QUE JUZGO A LOS CRIMINALES DE GUERRA NAZIS

Origen de la división Alemana en 1949 y la caída de la Alemania Oriental en 1990

Por Sergio Daniel Aronas – 30 de noviembre de 2012[1]

"¡El orden reina en Berlín!", ¡esbirros estúpidos! Vuestro orden está edificado sobre arena. La revolución, mañana ya "se elevará de nuevo con estruendo hacia lo alto" y proclamará, para terror vuestro, entre sonido de trompetas: ¡Fui, soy y seré!” Rosa Luxemburgo, 14 de enero de 1919

Introducción

            No resulta nada fácil encarar un tema como el que se titula el presente artículo, debido a las implicancias políticas, históricas e ideológicas que conllevan, pues se trata de una cuestión que a muchos puede causar fastidio y hastío escribir sobre hechos que sucedieron hace más de setenta años. Sin embargo, todavía no está dicha la última palabra sobre las el origen, las causas y las consecuencias que provocó la Segunda Guerra Mundial.

            En las librerías vemos aparecer nuevas publicaciones sobre la gran guerra mundial especialmente muchas dedicadas a la Alemania nazi, biografías de sus principales y criminales figuras, a las características de la dictadura fascista, pero poco y nada acerca de los juicios, condenas y castigos a los responsables y culpables de desencadenar la más mortífera y destructiva  guerra de la historia de la humanidad

            Sabemos que una vez terminada la Segunda Guerra Mundial, las potencias vencedoras la Unión Soviética, Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia, resolvieron someter a un juicio internacional a los principales jerarcas nazis que fueron tomados prisioneros y/o que se rindieron a sus enemigos. Estos procesos judiciales abarcaban también a las organizaciones fascistas, instigadores y a todos aquellos que contribuyeron a desarrollar el aparato político, económico, ideológico, jurídico y militar de la Alemania hitleriana acusados de todos los crímenes cometidos entre 1933 y 1945. El Tribunal Internacional que sesionó en la ciudad de Nuremberg desde el 18 de octubre de 1945 hasta su culminación el 1º de octubre de 1946 todos los dirigentes nazis capturados y/o que se rindieron a los aliados, fueron acusados por los cargos de cometer crímenes contra la paz, crímenes contra la humanidad, por crímenes de guerra y por conspiración para cometer los primeros tres delitos desde su llegada al poder.

            Muchas veces se ha escuchado y leído que el Tribunal de Nuremberg no tenía validez legal porque quienes debieron juzgar a los criminales de guerra nazis debieron ser los propios alemanes derrotados en todos los frentes de guerra en Europa. Esta opinión puede ser cierta según  cual sea la Alemania se la mire. Así podemos ver que en Alemania Occidental no hubo ningún proceso de desnazificación, no hubo ninguna depuración de los organismos del estado, de las fuerzas armadas y de seguridad, ni de la justicia, ni de la policía ni tampoco de los servicios de inteligencia para limpiarlos de nazis y todos los que tuvieran relación directa e indirecta con el fascismo hitleriano. Sino no puede entenderse la cantidad ex militares, funcionarios, profesores y juristas de notorio pasado nazi que siguieron prestando servicios a la Alemania Occidental, fundada por la OTAN. Y lo más llamativo es que habiendo sido un hombre que varias veces  estuvo encarcelado durante los años de la dictadura nazi, el nuevo canciller Konrad Adenauer que fue presidente de gobierno entre 1949 y 1963 desde el inicio de la guerra fría pasando por situaciones muy complicadas como la construcción del Muro de Berlín, se haya rodeado de toda esa peste de criminales en muchos puestos de sus distintos gabinetes, a quienes dio protección jurídica y política para evitar que esos horrendos personajes no sean sometidos a juicio y castigo por sus crímenes durante la guerra. Esto no solo no debe ser olvidado sino que debe ser tenido muy cuenta cuando se analice cómo fueron juzgados los criminales de guerra nazis en las dos Alemanias.

Prólogo

            El propósito de este artículo es mostrar como se juzgaron a los principales responsables de desencadenar la Segunda Guerra Mundial, luego de los juicios de Nuremberg, con la existencia de dos estados alemanes diametralmente opuestos en el plano ideológico, político y económico.

            La metodología para encarar este desarrollo primero será analizar como se dieron los juicios en Alemania Occidental por ser la primera en constituirse después de la guerra y sobre la cual más se han escrito miles de libros. Y luego lo compararemos con los hechos que tuvieron lugar en la otra Alemania. Finalmente haremos unos comentarios sobre la demolición de la República Democrática Alemana entre 1989 y 1990 y las consecuencias de la reunificación. Por último, inserto una larga carta de Walter Ulbricht quien fuera Jefe de Estado de la Alemania Oriental dirigida a su par Occidental Konrad Adenauer donde analiza la historia de las relaciones entre los dos países, las dificultades que tuvieron para lograr un estado unificado y critica con dureza la política militarista y agresiva de su vecino,
           
            Los historiadores suelen afirmar sin ningún problema que la República Democrática Alemana fue solo un producto de la Unión Soviética creada a su imagen y semejanza. Siguiendo esta idea podemos aplicarla a la propia República Federal Alemana (RFA) y preguntarnos: ¿De dónde salió? ¿Quién la creó? ¿Cuál fue su modelo? No cabe duda que la RFA salió de la unión de las zonas de ocupación que las naciones occidentales Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia tenían bajo su control. Se creó por decisión de los altos mandos de los Estados Unidos y de la OTAN que ya  había sido fundada en abril de 1949, porque necesitaban restituir a Alemania como potencia para tenerla como fuerza aliada de choque para contener el “expansionismo comunista soviético”. ¿Y de qué forma? Desatar otra guerra sería una locura aunque en los objetivos antisoviéticos de Winston Churchill cuyo odio hacia el socialismo era ampliamente conocido, se elaboró el llamado “Plan Inimaginable” (documento de 29 páginas que permaneció más de cincuenta años oculto bajo cuatro llaves y aun sigue sin revelarse los propios archivos del ex premier británico) que consistía en  utilizar unas 12 divisiones intactas del ejército alemán que unidos a otras 47 de las fuerzas de Estados Unidos, Inglaterra y Francia se lanzaran a un ataque demoledor contra la Unión Soviética y barrerla del continente europeo. La dirección soviética sospechaba de que algo raro se estaba incubando en los altos mandos de sus supuestos aliados y una prueba de ello es la increíble pasividad con que se mantuvieron en Francia (luego de lograr la liberación en agosto de 1944) las tropas inglesas y norteamericanas muy empecinadas en defender el flanco occidental donde se concentraban las industrias y las regiones productivas alemanas que no sufrieron los rigores de la guerra y dejar solo al Ejército Soviético que se encargue de la conclusión del fascismo hitleriano y poner fin a la guerra. Su única incursión en la zona oriental fue el estúpido e inútil bombardeo que destruyó el 80% de la ciudad de Dresde que no tenía ningún valor estratégico ni militar, en una demostración de fuerza que no tuvo ningún efecto en la carrera para derrotar al nazismo. Y eso lo reconocen todos los autores tanto los norteamericanos como los ingleses, franceses y canadienses. La utilización de una Alemania aliada a los intereses estratégicos de los Estados Unidos era fundamental en el combate contra el comunismo ya que ningún otro país se había enfrentado de una manera tan directa, concreta y violenta con los soviéticos y esa experiencia de combate era necesaria asimilarla para encarar el futuro político de la post guerra. Por tal razón, el camino elegido por el imperialismo fue el de la guerra fría anunciado oficialmente por el propio Churchill en su discurso en la Universidad de Fulton en el estado de Missouri (Estados Unidos) el 5 de marzo de 1946 porque eran muy conscientes del poderío militar alcanzado por la Unión Soviética tras alcanzar la hazaña histórica de derrotar al fascismo prácticamente sola. Sabiendo de la imposibilidad de una guerra total contra la Union Soviética, las potencias occidentales plantearon el chantaje nuclear con la formulación de planes para la destrucción atómica de la URSS aprovechando la circunstancia de que entre 1945 y 1949 el imperialismo norteamericano gozaba del monopolio de esa arma terrorífica.[2]

            La República Federal Alemana también fue un estado creado a imagen y semejanza de otro estado y ese estado no fue ni más ni menos que el modelo norteamericano de economía capitalista con la necesidad imperiosa de tenerlo bajo su égida como instrumento de contención fundamental contra la Unión Soviética. El sistema económico implantado fue el de la “economía social de mercado” es decir, un eufemismo inventando por los economistas alemanes, derivado de la expresión “economía popular” divulgado en 1942 por el empresario norteamericano Eric Johnson, cuyos principales exponentes fundaron las bases teóricas del neoliberalismo, porque hablar en esos años de economía capitalista directamente no hubiese caído bien a su pueblo dada la mala fama que tenía el capitalismo por ser el sistema que llevó a Hitler al poder. Para ellos la señal de alarma se produjo en febrero de 1948 cuando el partido comunista llegó al poder en Checoslovaquia, un país limítrofe con Alemania. Ante esta situación, se apresuraron y decidieron crear en forma separada un estado alemán que se consideraba con derecho a ser el sucesor directo del Imperio y su único representante.  

            El imperialismo era perfectamente consciente del peligro que significaría un estado alemán único desde el Rhin hasta el Oder constituido sobre la base de los acuerdos de Postdam que postulaban una nación desnazificada, desmilitarizada y democratizada y que contaba con fuerzas antifascistas muy considerables, ya que hubiese implicado el desmantelamiento de toda la industria de guerra del fascismo, la disolución de los consorcios y grupos económicos que ayudaron al hitlerismo y un cambio substancial a favor de las clases populares para la formación de un nuevo gobierno. Este cuadro político tenía como consecuencia final, la modificación de la estructura de poder de una nación tan poderosa como Alemania que dos veces desencadenó las guerras mundiales, sacando del poder a los sectores militaristas y agresivos de la burguesía que provocó la catástrofe de 1933 a 1945. Como muy bien dice Juan Antonio González que cita al historiador canadiense Jacques R. Pauwels: “Asimismo al finalizar la guerra los EEUU que ocupaban Turingia y Sajonia (zona soviética), al abandonarla continúa Pauwels se llevarían consigo “al oeste unos10.000 vagones de FFCC con el material más nuevo y avanzado, patentes y demás de la empresa Carl Zeiss de Jena y de factorías locales de empresas como Siemens, Telefunken, IG Farben, Krupp, etc. El botín incluyó el saqueo de las factorías nazis de las V-2 en Nordhausen, cohetes y documentos técnicos de un valor de 400-500 millones de $, y unos 1.200 expertos alemanes en la tecnología de los cohetes. También se llevaron gran cantidad de oro, ese que los nazis robaron a los judíos pero no pudo ser trasladado a Suiza”. Como era lógico producía una auténtica “sangría” para la futura RDA y por supuesto aumentaba la asimetría entre las dos Alemanias. Esto iba a influir en el porvenir del conflicto"[3]. Quizás una Alemania Unificada desde la misma finalización de la guerra, concediéndole el status de país neutral a la manera de Austria o Suecia, el desarrollo político de Europa y las relaciones internacionales es posible que hubiese tenido un destino diferente al que tuvo al no ser un país central en la trama secreta de toda la guerra fría para convertirse en un miembro activo de la OTAN.

            Hoy de estos temas ya nadie habla. Cada nadie se acuerda o le importa o interesa saber sobre la división alemana entre 1949 y 1990. Si aparece algún comentario, en el marco de algún aniversario importante, solo se preocupan por recordar lo que pasó en la zona de ocupación soviética donde - según esos historiadores que divulgan la versión de los “triunfadores” - se instauró una dictadura comunista, mientras que en la Alemania Occidental, nació como una flor encantadora, la bella democracia perfumada con libertades para todos. Al mismo tiempo, se suele decir que la RDA fue la segunda dictadura en territorio alemán ya que la primera fue la de Hitler. De manera que para estos historiadores e investigadores no hay diferencias entre una y otra, lo cual es una falacia total y descarada. Esto se comprueba leyendo el anuario sobre la actualidad alemana de 1995 donde dicen sin ningún empacho “nada se pudo hacer contra las arbitrariedades soviéticas” (La actualidad de Alemania, página 33 y siguientes). No se entiende de qué arbitrariedades hablan estos señores, a no ser pretendieran de que los soviéticos que perdieron 100 mil hombres en la batalla de Berlín, se quedara en el molde y no exigiera ningún tipo de reparación o resarcimiento económico por las destrucciones causada por la guerra. Recordemos como Stalin refutó a Churchill en la conferencia de Yalta cuando el inglés pedía reparaciones iguales a lo que el líder soviético le respondió: “A cada cual según sus méritos”. Y si no tomemos la palabra del gran economista austríaco Joseph Schumpeter quien decía: … “a menos que Stalin cometa el primer error de su vida, no habrá guerra en los próximos años y Rusia quedará en paz para desarrollar sus recursos, reconstruir su economía y construir la máquina de guerra más grande con mucho, absoluta y relativamente, que el mundo haya visto jamás”.[4]

1) Los juicios en Alemania Occidental

            Veamos como fue la verdadera historia. En la entonces Alemania Occidental, después de finalizada la guerra, genocidas y asesinos del fascismo hitleriano estuvieron encaramados en puestos claves del gobierno, del ejército, de los servicios de inteligencia y muchos de ellos promovidos a puestos elevados del comando militar de la Alianza Atlántica, como fue el conocido caso del despiadado asesino el general nazi Adolf Heusinger cuya extradición pidió la Unión Soviética por las matanzas ordenadas por este siniestro criminal y nunca fue entregado por que los Estados Unidos lo habían nombrado jefe del comando militar de la OTAN[5], organización militar nacida para enfrentar a la victoriosa Unión Soviética y a los demás países del este de Europa, quienes antes de crear una alianza militar, fundaron la alianza económica y social (el Consejo de Ayuda Mutua Económica –CAME-) para enfrentar los serios problemas que el imperialismo les impuso con el Plan Marshall. Así podemos enumerar los siguientes datos:

Ø  Ya en 1952 el 66% de los funcionarios del Ministerio de Asuntos Exteriores del gabinete del Canciller Konrad Adenauer habían sido miembros del partido nazi;

Ø  Hasta bien entrados los años sesenta hubo 23.000 ex empleados de Hitler en las instituciones de la República Federal Alemana (RFA);

Ø  También 9.000 fiscales venían de la siniestra época del nazismo;

Ø  Solamente entre abril y octubre de 1950, fueron liberados 950 criminales de  guerra.

Ø  Más del 90% de los miembros de las SS nunca fueron juzgados.

Ø  De los 5.000 nazis condenados por tribunales estadounidenses, británicos y franceses apenas 700 fueron condenados a muerte, es decir, sólo el 14%. El resto siguió vivito y coleando por muchos años inmerecidamente.

Ø  De 169 acusados nazis por crímenes de guerra en los juicios que siguieron al proceso de Nuremberg, solo fueron condenados a muerte 25 (casi el 15%) mientras que la gran mayoría de los condenados a cadena perpetua, les fue conmutada la pena y luego liberados (por razones de salud en la mayoría de los casos: Pobrecitos).

Ø  En las fuerzas armadas, de seguridad y en los servicios secretos fueron admitidos más de 12.000 ex antiguos oficiales nazis y otros 300 que pertenecieron a las SS donde muchos de ellos fundaron el nuevo ejército de la naciente República Federal Alemana.

            En este último grupo nos estamos refiriendo a los llamados juicios de IG Farben, Flicik, Krupp, de los Ministerios, de los Einsatzgruppen, al Alto Mando, a los defensores de la doctrina del espacio vital, rehenes y por los crímenes en Auschwitz. Ninguno de los 14 implicados en el juicios a los Altos Mandos de la Wehrmarcht fue condenado a muerte sino que sus condenas fueron conmutadas y puestos en libertad. En este proceso sobresalió el mariscal de campo de la Luftwaffe Hugo Sperrle (1895-1953) quien fue absuelto y en su foja de servicio estaba su participación en el monstruoso bombardeo a la ciudad española de Guernika en abril de 1937. En el juicio a los miembros de los grupos móviles de represión los “Eisantzgruppen” a Franz Six (1909-1975) quien fue culpable del asesinato de 50.000 prisioneros y judíos soviéticos su condena a cadena perpetua fue conmutada a 10 años prisión hasta ser liberado en septiembre de 1952. Por estos “destacados” servicios fue incorporado a la red de espías Gehlen y al servicio de inteligencia alemán.   
           
            Esa fue la base con la que se constituyó la Alemania Occidental nacida el 23 de mayo de 1949 y estas particularidades deben ser tenidas muy cuenta cuando estudia el origen de las causas que llevaron a la división alemana después de la Segunda Guerra Mundial puesto que su concreción fue el resultado de pasos progresivos y continuos dados por los países vencedores que ocuparon la zona occidental de Alemania (Estados Unidos, Inglaterra y Francia) sin importar en absoluto la situación en la otra zona de ocupación liderada por la Unión Soviética. El primer paso en el origen de la nación en la parte oeste fue la decisión conjunta de los Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia en septiembre de 1946 de unificar sus respectivas zonas de ocupación. Ahí conoció el plan norteamericano conocido como “Plan para la liquidación de las finanzas de guerra y para la recuperación económica de Alemania”, “Plan Colm-Dodge-Goldsmith" por ser éstos quienes lo diseñaron[6]. El segundo paso tuvo lugar en junio de 1948 cuando en la zona occidental impusieron una reforma monetaria basada en el fortalecimiento del marco alemán teniendo como punto de referencia el dólar norteamericano. Al mismo tiempo incorporaron al sector Occidental al plan Marshall de los Estados Unidos con el objetivo de reestablecer la economía alemana lo más pronto posible para utilizarla como fuerza de contención contra la Unión Soviética, ocupante de la zona oriental y como advertencia hacia todos los movimientos socialistas y revolucionarios que emergían en Europa. Esto provocó en la zona oriental un desbarajuste y una crisis financiera porque hizo caer el valor de la moneda, con subida de precios, desabastecimiento, situación que fue forzada para crear descontento y pánico en la población alemana que quedó bajo control soviético. Esta reforma terminó por imponer definitivamente en la zona de ocupación occidental de la economía capitalista en su versión liberal con la eliminación de todos los controles y regulaciones puestas en vigor durante el fascismo. Los acalorados debates sobre el nuevo orden económico que debía imperar en el sector occidental ubicaban de manera bien precisa la necesidad de establecer una economía socialista según el modelo del Partido Socialdemócrata Alemán. Los Sindicatos de las Cuatro zonas de ocupación también eran partidarios de una economía “dirigista” y planificada. En este mismo sentido se expresaba – quizás para sorpresa de muchos – el Partido Demócrata Cristiano al afirmar que el dirigismo y la planificación serán necesarios por un tiempo largo aunque igualmente mantenía sus reservas en cuanto a los peligros que pueda causar a la libertad de los individuos. El tercer y paso decisivo se dio en mayo de 1949 cuando directamente se funda la República Federal formándose un gobierno unilateral y separado en la zona occidental, encabezado por Konrad Adenauer del partido Unión Cristiana Democrática y que contó con todo el apoyo de las potencias imperialistas quienes ya estaban abroquelados desde el mes de abril en la Organización del Tratado del Atlántico Norte.

            Las necesidades y urgencias del imperialismo por detener el creciente poderío de la Unión Soviética por ser la principal vencedora en la guerra, tuvieron como uno de sus objetivos primordiales en reclutar la mayor cantidad de oficiales nazis para utilizarlos en sus planes estratégicos como fuerza de choque contra los soviéticos en el campo de la inteligencia y contrainteligencia interior y exterior como así también llevarse a la mayoría de los científicos e investigadores dotados de altos y amplios conocimientos científicos, con un gran formación técnica, preparación y capacitación en temas de arJumamentos, química, física, matemáticas y la incipiente tecnología de lanzamiento de cohetes (los que trabajaron en los proyectos de los vectores V-1 y V-8 lanzados sobre Londres).

            En cuanto a los juicios realizados por los tribunales alemanes occidentales luego fueron una farsa y una aberración jurídica de todo tipo porque bajo el estúpido argumento de la pacificación y reconciliación, el gobierno de Adenauer liberó a la gran mayoría de los criminales nazis que pertenecieron al gobierno y a las organizaciones terroristas y fascistas que provocaron la Segunda Guerra Mundial y el aniquilamiento de los pueblos de Europa donde las tropas nazis hicieron su entrada a sangre, muerte y fuego. La lista de los condenados liberados por el gobierno del bueno de Adenauer cuyas administraciones estuvieron repletas de miles de nazis criminales de guerra, miembros de la Gestapo y de las S.S. podemos nombrar a algunos de los más sanguinarios (entre paréntesis podemos nacimiento y muerte para que vean todos los años que vivieron estos esperpentos genocidas):

Ø  Albert Kesselring (1888-1960), mariscal de campo con una foja de crímenes cometidos en las invasiones a Polonia, Francia, Unión Soviética y en la ocupación de Italia. Fue indultado como en 1952 para que pueda vivir tranquilo semejante caníbal.

Ø  Erhard Milch (1892-1972), comandante de la Luftwaffe durante la invasión a Noruega. Fue condenado a cadena perpetua pero fue liberado en 1954.

Ø  Erich von Mainstein (1887-1973), Mariscal de Campo, asesino de 52.000 judíos de Kiev y 40.000 en Odesa. Condenado a 20 años de prisión, fue liberado en 1953, gracias a una fianza pagada por militares británicos que lo requerían para reestructurar la organización militar alemana. Por esa razón, el gobierno alemán lo nombró asesor de las Fuerzas Armadas Federales Alemanas con la misión de trabajar en la defensa de Europa Occidental de la “amenaza soviética”.

Ø  Hans Globke (1898-1973), funcionario del Ministerio del Interior del nazismo, fue uno de los inspiradores de las leyes raciales de Nuremberg sancionadas en 1935 y del programa del exterminio de los judíos europeos conocido como la “solución final”. Esta basura, porque no se le puede dar otro calificativo, fue durante 10 años Secretario de Estado del gobierno demócrata cristiano de Adenauer.

Ø  Hasso von Manteuffel (1897-1978), comandante del 3º Ejército de Panzer durante la batalla de Berlín con una foja de crímenes cometidos en territorio soviético que lo convirtió en un asesino de la peor calaña. Prefirió rendirse a los norteamericanos que a los soviéticos porque seguro que éstos lo fusilaban de inmediato. Solo estuvo en prisión dos años al ser liberado en 1947 y lo más indignante de su horrenda historia fue la de haber sido diputado al Bundestag entre 1953-1957 y la de ser recibido por el presidente de los Estados Unidos, Dwight Eisenhower para que brinde conferencias en el Pentágono y en la academia de West Point. Que mejor que un nazi para educar a los militares norteamericanos en el anticomunismo y antisovietismo en plena la guerra fría. Este nazi terrible fue diputado y uno de los fundadores del nuevo ejército alemán.

Ø  Karl Doenitz (1891-1980), Jefe de la Armada de Guerra y sucesor de Hitler, fue liberado el 1º de octubre de 1956, al cumplir 10 años de prisión impuesta por el tribunal de Nuremberg. Increíble que este genocida se haya salvado de la horca.

Ø  Konstantin von Neurath (1873-1956), Ministro de RREE y "Protector" de Bohemia y Moravia. Fue condenado a 15 años pero fue  liberado en 1954.

Ø  Reinhard Gehlen (1902-1979), siniestro nazi jefe de la contrainteligencia en el frente oriental durante la guerra. Luego fue promovido por presión de los Estados Unidos para ser el Jefe de la inteligencia de la nueva República Federal Alemana. Los norteamericanos lo reclutaron con velocidad relámpago a través de la operación Paperclik para llevarse vivos a los científicos alemanes especializados en armas de la más avanzada tecnología, gracias a la cual 1.200 se pasaron al bando norteamericano. Fue ascendido al rango de teniente general y primer jefe del servicio de espionaje alemán, el BND. Participante activo de red terrorista Gladio para combatir el comunismo cuyos miembros fueron nazis que protegidos por la OTAN escaparon el merecido castigo por haber sido criminales de guerra.

Ø  Walter Funk (1890-1960), Ministro de Economía. Fue condenado a cadena perpetua pero fue puesto en libertad en 1957.

Ø  Erich Raeder (1876-1960), Comandante en jefe de la Marina de Guerra (Kriegsmarine), condenado a cadena perpetua fue liberado en 1955.

Ø  Walter Warlimont (1894-1976), general de artillería del alto mando de las fuerzas armadas de la Alemania nazi. Amnistiado en 1957 aportó sus conocimientos para la lucha contra a los soviéticos dado que fue uno de los redactadotes de la orden de represión a los comisarios políticos durante la guerra contra la Unión Soviética en el marco del Plan Barbarroja.

Ø  Wilhelm List (1880-1971), comandante durante la agresión a la Unión Soviética, este pobrecito fue otro de los criminales absueltos en 1952 por la política de Adenauer.

Ø  Adolf Heusinger (1897-1982). Ya nombrado más arriba quien además de haber sido ser sido jefe militar de la OTAN, fue consejero del canciller Konrad Adenauer. Un criminal nazi dando consejos sobre política militar. Una maravilla de gobierno y muchos que proclaman admiradores del “milagro alemán” todavía se atreven a decir de que en la otra Alemania se implantó una “dictadura comunista stalinista”. ´

Ø  Gunther Blumentrit (1897-1967). General de ejército que participó en las invasiones a Polonia, Francia y la Unión Soviética. Solo estuvo detenido 3 años y hasta se dio el lujo de participar como actor en la película “El día más largo del mundo” en 1962.
Ø  Baldur von Schirah (1874-1966). Fue jefe desde 1940 de las juventudes hitlerianas y del distrito de Viena

            Por supuesto que la lista sigue. Con solo nombrar a estos jerarcas que se salvaron de ser ajusticiados como correspondía porque la nueva Constitución prohibía la pena de muerte, es un claro ejemplo sobre el tipo de gobierno que la propaganda imperialista atribuye a Adenauer como el artífice del famoso “milagro alemán”. El verdadero milagro producido en Alemania Occidental fue que miles de criminales nazis nunca pasaron por los tribunales, nunca fueron juzgados, nunca fueron encarcelados y tuvieron la maldita suerte de poder seguir viviendo tranquilamente, otros viajando con inmunidad diplomática y otros tantos fueron funcionarios en puestos de alta responsabilidad en aquel gobierno y nunca extraditaron a esos criminales impunes a los países que los reclamaban para hacer justicia por los inenarrables brutalidades que cometieron durante los años de la dictadura hitleriana.

            Es sabido que durante la guerra en cada país conquistado por Alemania, los nazis crearon la propia Gestapo y dentro de ella el departamento para la represión del comunismo, como ocurrió en Checoslovaquia donde en el cuatro piso del Palacio Pestchek, estaba la famosa sección II-A1 para combatirlo[7]. De ahí que, al finalizar la guerra los Estados Unidos se apresuraron para capturar sanos y salvos a todos esos nazis capaces de brindar sus conocimientos y experiencias en asuntos soviéticos, ya que debido al peso cada vez más influyente que la Unión Soviética tenía en la Europa devastada por la guerra y al crecimiento cada vez más importante de muchos partidos comunistas que lucharon en la resistencia al fascismo, los necesitaban de forma urgente para crear el mecanismo de contención que impidiera su rápida expansión por el continente y por ende, por todo el mundo. Así es como protegieron a miles de esos execrables e inmundos criminales de guerra y no sólo se cuentan a los que se llevaron a los Estados Unidos sino a los que ubicaron dentro de la nueva Alemania Federal en importantísimos cargos en el aparato estatal y de la OTAN.

            Y del mismo modo que el gobierno alemán impulsó muchas conmutaciones en los ´50, hasta que finalmente decretó la amnistía general de 1957, los gobiernos de Inglaterra, Francia y los Estados Unidos se negaron a entregar a los nazis acusados de crímenes de lesa humanidad que los tenían bajo su protección. La autoridades de Polonia reclamaron en vano para juzgarlos por criminales de guerra a varios espantos del género humano como Hermann Hofle (1911-1962), coordinador de la operación Reinhard que tenía como fin la deportación y exterminio de los judíos polacos; tampoco a asesinos tales como Heinz Auerswald (1908-1970) el comisario del distrito residencial judío de Varsovia entre abril de 1941 hasta noviembre de 1942; al general de las SS Erich von dem Bach-Zalewki (1889-1972) que ordenó la destrucción total de Varsovia entre julio y agosto de 1944 y autor de asesinatos masivos durante la invasión a la Unión Soviética.

             Así como la democracia occidental de la Alemania de Adenauer, sostenida por la OTAN y los 300 mil soldados norteamericanos armados hasta los dientes, dejaba libres a muchísimos nazis acusados por crímenes de guerra, el 17 de agosto 1956 el Bundestag declaraba ilegal al Partido Comunista Alemán prohibiendo todas sus actividades justamente a quienes fueron los principales enemigos y firmes luchadores de la resistencia antifascista contra el gobierno de Hitler en la propia Alemania ya que fueron los comunistas alemanes los primeros que llenaron las cárceles nazis desde el 30 de enero de 1933.
            Además del Juicio de Nuremberg donde fueron condenados los principales miembros del gobierno y de las fuerzas armadas del nazismo por el tribunal internacional encabezados por países que derrotaron a la Alemania fascista, se realizaron otros 9 juicios saber:

1) Juicio a Flick: por el trabajo esclavo con los prisioneros de guerra
2) Juicio a la IG Farben: por trabajo esclavo y crímenes contra la humanidad
3) Juicio Krupp: a los industriales promotores del trabajo esclavo, la preparación para la guerra.
4) Juicio a los Rehenes: por las masacres y matanzas cometidas en la invasión a los Balcanes
5) Juicio Ruusha: a los defensores de la pureza racial y la doctrina del “espacio vital”.
6) Juicio Einsatzgruppen: a los criminales de los asesinatos masivos realizados por los grupos de la muerte de las SS.
7) Juicio a los Ministerios: Juicio a funcionarios del estado fascista implicados en atrocidades comentidas dentro de Alemania como en los territorios ocupados.
8) Juicio al Alto Mando: juicio contra militares del ejército, de la Armada y de la Fuerza Aérea culpables de crímenes de guerra.
9) Juicio a los Jueces: realizado contra 16 abogados acusados de implantar el régimen jurídico y legal de la dictadura hitleriana.
10) Juicio a los Doctores: realizado contra 24 médicos por los cargos de conspiración, crímenes de guerra y contra la humanidad y por los atroces experimentos realizados con los prisioneros que terminaron matando a más de 300.000 en los campos de concentración.
11) Juicio a Erhard Milch: contra este mariscal del Ejército nazi por crímenes de guerra
12) Juicio a Pohl: el realizado a los que crearon el programa para el exterminio de los judíos en Europa conocido con el nombre de “solución final”.

            En todos estos procesos judiciales fueron acusadas 169 personas por crímenes de guerra, de los cuales apenas 25 (15%) fueron ejecutados a la pena capital; 20 fueron absueltos (12%) y los demás 124 (el 78%) fueron liberados en diferentes años.

            A los magnates alemanes que financiaron el fascismo, a los que crearon la industria bélica y toda la maquinaria militar que las fuerzas armadas nazis emplearon en la Segunda Guerra Mundial, quedaron libres de toda culpabilidad. Así es como poderosos señores del poder económico alemán industriales y terratenientes Junkers de la talla de Siemens, Krupp, Thyssen, Bosch, Bayer, Daimler Benz, quedaron completamente impunes de toda pena por su participación en la fabricación de los armamentos utilizados para el exterminio de los pueblos que atacaron los nazis y del uso de mano de obra esclava con los prisioneros en los campos de concentración. Con la misma impunidad con que actuó con el nazismo, el gobierno de Adenauer igualmente le garantizó la propiedad de sus empresas para que sigan trabajando y hacer millonarios negocios. Entre los nazis devenidos en grandes empresarios que se salvaron de la horca podemos mencionar el caso de Hans Martin Schleyer, ajusticiado en octubre de 1977 por la banda terrorista de ultraizquierda Fracción del Ejército Rojo. Este buen señor, un nazi de toda calaña,  que fue el último jefe de las SS en Praga, era en ese año presidente de la patronal alemana y directivo de la Mercedes Benz.

            De los industriales alemanes que financiaron y facilitaron la llegada de Hitler al poder y que tuvieron una participación preponderante en la provisión de los instrumentos y métodos de exterminio de los prisioneros de guerra y la población civil encarcelada de los países conquistados en la que los judíos se llevaron la peor parte en los monstruosos experimentos realizados por “médicos”, muchos de ellos que fueron declarados criminales de guerra, todos los presidentes y directores de las empresas que estaban ubicadas en Renania y en la zona industrial del Ruhr fueron liberados por los diversos indultos del gobierno de Adenauer. Entre ellos podemos mencionar a Friedrich Flick (1883-1972) que en los años sesenta dirigía 38 empresas con un capital de 600 millones de marcos. Alfred Krupp von Bohlen (1907-1967) quien controlaba su grupo empresarial valuado en 2.000 millones de marcos de aquellos años, fue beneficiado no solo con la amnistía sino que le levantaron la confiscación de sus bienes y le restablecieron sus títulos honoríficos. Los fabricantes y criminales creadores del terrorífico gas Zyklon B usado en las cámaras de los campos de concentración primero contra prisioneros soviéticos y luego para los asesinatos masivos producido por la firma IG Farben AG como los “señores” Heinrich Bütefisch (1894-1969) y Fritz Ter Meer (1884-1967), ambos afiliados al partido nazi y responsables de la muerte de 25.000 prisioneros sometidos a trabajos forzados, fueron condecorados en los años sesenta con la cruz del mérito de la República Federal Alemana. Ter Meer quedó libre en 1950 por su “buen comportamiento” en la prisión destinado a criminales de guerra. También podemos incorporar a esta lista al ilustre caballero de la dictadura hitleriana fue Heinrich Lübke (1892-1972) constructor de tres campos de concentración (Leau, Neustassfurt y Wolmirsleben) y ministros de agricultura entre 1953 y 1959 para terminar su curriculum como presidente de la Alemania Occidental entre 1959 y 1969. El creador de las cámaras Walter Rauff (1906-1984) confeso responsable de la muerte de 500 mil prisioneros, fue un protegido de Adenauer que escapó a la justicia internacional porque su país nunca emitió ninguna orden de extradición para ser juzgado.

            Podemos seguir recordando a otras figuras estelares de los gabinetes del Hermano Konrad que se destacaron por su fanatismo nazi e instinto asesino como Thedor Oberlander (1905-1998), nombrado Ministro de desplazados, refugiados y víctimas de la guerra: un genocida atendiendo sobre los problemas que provocan las guerras. Estuvo en el frente oriental reclutando a nacionalistas rusos, ucranianos y de los países Bálticos para luchar contra la Unión Soviética.  Cuando Alemania Occidental entra a la OTAN en 1955 se crea el Ministerio de Defensa que antes no existía porque se lo prohibían las normas que impusieron los países vencedores de la Segunda Guerra Mundial pues no le permitían la tener sus propias fuerzas armadas. El entonces ministro de transportes Hans Christoph Seebohm (1903-1967) proclamaba en 1946 sin ningún empacho que se respete la svástica por los miles de alemanes caídos en la guerra. Fue director de las minas de Silesia durante la ocupación nazi de Checoslovaquia y llevó a cabo el plan de arianización de la región de Karlovy Vary. A ellos se une el criminal de guerra general Hans Speidel (1897-1984) por cuya foja de servicios en la invasión a Francia y a la Unión Soviética, fue consejero militar del Canciller Adenauer y luego fue nombrado con el apoyo substancial del imperialismo norteamericano en el primer alemán en ser comandante en jefe del ejército de tierra de la OTAN en Europa Central entre 1957 y 1963.   el jefe de la policía secreta Ernest Lemmer

            Para terminar el caso de la República Federal Alemana, debemos decir que el tan renombrado “milagro económico” con el que se ensalza tanto la historia alemana, como ejemplo para otros países, en realidad, ese tan mentado milagro, solo pudo dar por obra y gracia que tenían las potencias imperialistas de que Alemania vuelva a ser la potencia económica que llegó a constituir y que fue destruida por la guerra. Las reparaciones de guerra y de la deuda acumulada fue reducida a la mitad por el acuerdo de firmado en Londres el 27 de febrero de 1953 con lo cual Alemania pudo reiniciar su desarrollo económico que implicaba también su rearme como potencia militar. Significó un gran alivio la eliminación de los grandes compromisos de deuda con sus acreedores porque no solo beneficiaba a Alemania Occidental, sino también a los países capitalistas como Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia interesados en la pronta recuperación alemana en la competencia ideológica en el marco de la guerra fría contra la Alemania socialista.

2) Los juicios en la Alemania Oriental      

            Ahora vamos a compararla con la extinta República Democrática Alemana, de gloriosa memoria, que implantó una política totalmente distinta pues aplicó con vigor y sin vacilación de ninguna índole las leyes contra los asesinos nazis. Los datos obtenidos son de fuente oficial correspondiente a publicaciones oficiales del extinto país. Es imposible hallar información en internet y creo que eso es como ya dije más arriba: a nadie le importa o le interesa saber qué pasó con esta nación y mientras no se den a conocer nuevos datos acerca de la forma en que se castigó al fascismo durante los años de su existencia, debemos contentarnos con estas cifras y que además de ser publicaciones mundialmente conocidas que yo sepa nadie las refutó.

            En la ex Alemania Oriental, en el período que va de mayo de 1945 hasta febrero de 1971 fueron llevados a juicio y condenados 12.825 personas acusadas de crímenes de guerra y genocidio, de los cuales 118 fueron sentencias a muerte, 231 a cadena perpetua, 5.088 a penas de reclusión de más de tres años. Entre los condenados se encontraban esta gama siniestra de bestias:

Ø  3.115 eran culpables de crímenes contra luchadores antifascistas en el año 1933, de crímenes en los campos de concentración del nazismo entre 1933 y 1945, de asesinatos masivos de prisioneros de guerra o contra la población civil en los territorios ocupados por las tropas alemanas.

Ø  2.426 fueron declarados culpables por haber servido al régimen nazi como delatores o espías.

Ø  901 fueron culpables por ser miembros del Reischssicherheisthauptamt - RSHA, la Oficina Central de Seguridad del Reich Germano, de la Gestapo (la policía secreta del Estado), del servicio de inteligencia nazi (Abwher), de las jefaturas y otras estructuras del poder del fascismo alemán.

Ø  147 fueron condenados por ser jueces y fiscales de los tribunales especiales y militares de Hitler, del tribunal del Reich y del Volksgerichtshof ("tribunal popular").

Ø  424 fueron sentenciados por haber desempeñado funciones dirigentes de la industria armamentista y de guerra del estado nazi.

Ø  77 funcionarios dirigentes del aparato central del Estado fascista.

            Con estos datos se ve bien que fue Alemania Oriental la que juzgó y condenó a los fascistas hitlerianos, a su aparato de poder y a toda la base económica que le dio sustento y apoyo. Y lo hizo durante 25 años después de terminada la guerra cumpliendo con implacable justicia la advertencia que los gobiernos de la Unión Soviética, Estados Unidos y Gran Bretaña hicieran a los oficiales y soldados alemanes y a los miembros del partido nazi el 2 de noviembre de 1943 que todos aquellos que fueran declarados culpables de crímenes de guerra serían irremediablemente castigados. Esta declaración llevaba las firmas de Iosif Stalin, Franklin D. Roosevelt y Winston Churchill, respectivamente jefes de Estados de la coalición antihitleriana y de las futuras potencias vencedoras. Muchos de los más famosos criminales de guerra y que fueron funcionarios del gobierno de Hitler, se rindieron a las potencias occidentales porque a medida que el Ejército rojo avanzaba hacia Berlín, caer en sus manos implicaba ser ejecutados en el lugar donde se los encuentren.

El estado que construyó la Alemania Democrática se forjó con dirigentes que estuvieron y salieron de los campos de concentración de Buchenwald, Dachau, Bergen Belzen, Bautzen y muchos otros y que fueron un claro símbolo de la resistencia a la dictadura alemana. Porque quienes creen y piensan que no hubo oposición al nazismo en la propia Alemania, podemos brindar una pequeña cantidad de hombres que por el lugar que ocuparon y el papel que desempeñaron son auténticos representantes de lo mejor del pueblo alemán que cayó víctima del terror fascista, entre los que se destacan: los comunistas Ernst Thälmann, John Schehr, Anton Saefkow y Theodor Neubauer; los socialdemócratas Rudolf Breitscheid, Wilhelm Leuschner y Julius Leber; los oficiales patriotas como el capitán general Ludwig Beck, el coronel Claus Graf Schenk von Stauffemberg y el teniente Harro Schultze-Boysen; cristianos como el prepósito capitular Bernhard Lichtenberg y el profesor de teología Dietrich Bonhoeffer.

La antigua RDA no sólo juzgó, condenó y castigó con dureza a los criminales nazis, sus socios y sus cómplices, sino que tomó medidas terminantes que apuntaron a la destrucción de los fundamentos económicos y políticos del capital monopolista que contribuyó a engendrar el nazismo. Estas medidas que se tomaron resaltan principalmente en las grandes expropiaciones a los criminales de guerra y a todos los nazis que habían creado la estructura económica de la dictadura hitleriana con la ayuda de las potencias capitalistas, especialmente de los Estados Unidos, Francia, Inglaterra y Suiza. Hacia el año 1948 las transformaciones en el área económica fue casi totalmente realizadas cuando fueron expropiadas 9.281 empresas, de las cuales 3.843 eran industriales y de ellas 38 fueron fábricas del consorcio Flick, 14 del consorcio Rütgers, 59 del grupo de la industria eléctrica Siemens y AEG, 9 del consorcio Mannesmann y la totalidad de las empresas del grupo petrolero Deutsche Erdöl-AG y de la minera Mansfeld AG. Todas estas grandes empresas controlaban el 46,2% de la industria básica, 42,6% de la elaboración de metales y el 37,5% de la industria liviana. Junto a la modificación de la estructura de poder de las empresas industriales, el nuevo gobierno de la Alemania Oriental realizó su propia reforma monetaria y financiera como ser el cierre de los bancos capitalistas en julio de 1945 con lo cual quedó liquidado el poder financiero del nazismo en la zona de ocupación soviética. A modo de ejemplo podemos mencionar el plebiscito realizado en Sajonia el 30 de junio de 1946 cuando se consultó al pueblo para que emita con su voto si estaba de acuerdo o no que todos los bienes del partido nazi y de sus organizaciones y las fábricas y empresas de los criminales de guerra, dirigentes y defensores activos del partido nazi y del Estado nazi, como así también las fábricas y  empresas que hayan servido para la perpetración de los crímenes de guerra y que fueron entregados a la administración del land (estado) de Sajonia sean declarados sujetos de expropiación y que pasen a ser propiedad del pueblo alemán. El resultado del plebiscito fue contundente: el 77,6% votó favorablemente.

El sector oriental en donde se construyó la RDA fue la zona más afectada y destruida por la Segunda Guerra Mundial en la que se hallada la ciudad de Dresden horriblemente bombardeada por la aviación anglo británico sin ningún objetivo militar que justificara semejante destrucción ya que quedó en un 80% en ruinas y no era una ciudad que representara amenaza alguna a las fuerzas armadas aliadas. Desde el punto de vista económico era la zona menos desarrollada, con menos recursos energéticos y mineros y con puertos de poco dragado.

En su corta, pero riquísima historia, la RDA logró resolver numerosos problemas fundamentales que ningún otro país capitalista logró jamás resolver: se</div> realizó la igualdad de derechos de los ciudadanos, quedó garantizado el pleno empleo, la enseñanza y la medicina gratuita, el acceso a la ciencia, la cultura y el deporte, a la habitación, a los servicios sociales y al transporte público prácticamente gratuitos. Ningún país capitalista ha otorgado la seguridad social que la RDA garantizaba a su población bajo el socialismo, sin lujos, sin miserias, sin pobrezas y sin explotar el trabajo de un solo obrero. La crítica que todos los enemigos le hacían al gobierno de la Alemania Oriental era la de haber construido un estado policíaco según el cual todos sus habitantes estaban bajo el estricto control de los organismos de seguridad del estado y que por lo tanto la supuesta libertad que proclamaban sus dirigentes era solo una fantasía, era una cuestión ideológica para demostrar la superioridad política y moral del nuevo estado socialista en tierra alemana. Estas críticas del campo imperialista que pueden ser ciertas, olvidan como se controlaba y se sigue controlando a sus ciudadanos el estado que se considera campeón mundial de las libertades y los derechos humanos gracias al tremendo poder que tiene el FBI en los años donde la persecución y represión a los “radicals” fue salvaje entre 1917 y 1972 hasta la muerte de Edgar Hoover. Y ahora con la ley patriótica aprobada durante la presidencia de George Bush (h) a raíz de los atentados del 11 de septiembre de 2001, los derechos y las enmiendas de la Constitución de los Estados Unidos que garantizaban las libertades individuales como el más formidable ejemplo de país libre en el mundo, han quedado totalmente sepultadas.

3) La demolición de la República Democrática Alemana

El fin de la RDA a partir del hecho simbólico marcado por el derrumbe del muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989, significó un acontecimiento de mucha mayor trascendencia internacional no solo porque marcó el comienzo de la locomotora de la era de la globalización capitalista en toda la línea, sino que se abrieron las puertas a la contrarrevolución imperialista mundial que implicaron para el continente europeo planes que engendros diabólicos como Bismarck y Hitler nunca hubiesen imaginado. Esa globalización fue y sigue siendo en resumidas cuentas como lo definió Henry Kissinger, un eufemismo para garantizar el dominio de los Estados Unidos en el mundo. Con el proceso de reunificación que entró en vigencia el 3 de octubre de 1990, el  imperialismo alemán occidental se tragó a su vecina oriental, con lo cual dejó de existir en el plano político, jurídico y geográfico, la décima potencia económica del mundo cuya industria de alta calidad y tecnología estaba valuada en 650 mil millones de marcos y dotada de excelentes cuadros profesionales en todas las ciencias del saber. En la ex RDA, miles de funcionarios, docentes, directores de empresas y científicos fueron barridos de sus empleos, se instauró una feroz caza de brujas anticomunista y los antiguos dirigentes del estado, del partido, de los servicios de seguridad y de las fuerzas armadas fueron declarados enemigos públicos de la Alemania Unificada y sometidos a juicios por espionaje contra su antigua enemiga. Lo peor de todo, fueron los injustos procesos judiciales llevados contra los que efectuaron actos de lucha y resistencia contra los nazis durante los años de la dictadura hitleriana entre 1933 y 1945, y a los que, en su momento, juzgaron y condenaron a los criminales de guerra a la hora de pagar su culpa por los horrendos crímenes cometidos en  la represión a la oposición a Hitler y por los desastres que cometieron en la Segunda Guerra Mundial.

En los territorios de la ex Alemania socialista, el derrumbe de la economía fue total y los millones de marcos invertidos para la reorganización estructural de la economía por la triunfante Alemania capitalista no pudieron evitar ni el cierre de miles de empresas, ni el desempleo masivo y lo más dramático fue la pérdida de todos los beneficios sociales, económicos y políticos que el socialismo había otorgado a los alemanes del este. Esto provocó que en la gran mayoría de ellos se apoderara el abatimiento, la desolación, la desesperanza, la desesperación y el desaliento por la falta de perspectivas presentes y futuras, cuadro servido en bandeja para el resurgimiento de los grupos neofascistas con sus discursos y ataques racistas y xenófobos.

El caso de la ex RDA, que nunca se toma en cuenta para estudiar el impacto de la globalización en Europa, provocó los mismos resultados desastrosos que en nuestros países de América Latina, donde la privatización, la desregulación, la apertura, la nueva moneda y la corrupción barrieron a las industrias, a las cooperativas agrícolas, a la educación pública, a la ciencia y a los centros de investigación. Tampoco se la menciona en informes de Naciones Unidas como si la reunificación hubiese sido un proceso sin costos, sin sufrimientos, como algo normal y que a nadie hubiese afectado. Se silencia por completo el brutal aniquilamiento de la ex RDA, que con todos sus errores, fue un país que siempre brindó asilo político a los movimientos de liberación nacional de América Latina, Asia y África y fue un firme bastión y garantía de la paz en Europa gracias a sus poderosos misiles que tenían a raya a los planes agresivos del imperialismo por medio de su brazo armado la OTAN. Hoy muchos de los que en Latinoamérica son funcionarios de gobierno deben agradecer a la RDA por brindarles ayuda y protección a sus vidas de las dictaduras militares. Más de 5.000 ciudadanos chilenos perseguidos por la dictadura de Pinochet encontraron su salvación gracias a la acción diplomática de la RDA. Al mismo tiempo, muchos de sus hospitales atendieron a los combatientes heridos en las guerras contra los países colonialistas por independencia nacional. Esta ayuda internacionalista de la RDA era presentada con toda desfachatez por los gobiernos de la OTAN y de los Estados Unidos como acciones de fomento del terrorismo. Para el imperialismo internacional, la destrucción de la RDA era el primer paso para promover la desaparición de los países socialistas europeos y sus dos principales organizaciones multinacionales: el Tratado de Varsovia, como expresión de su sistema defensivo y el CAME, la estructura económica de cooperación y desarrollo.

La acción combinada de la República Federal Alemana con Helmut Kohl a la cabeza, con ayuda de los Estados Unidos y toda la diplomacia de Europa Occidental fueron creando el clima, que aprovechando los sucesos de la caída del muro, la apertura de las fronteras, y de la propia incapacidad de las autoridades de Alemania Oriental para controlar la situación, a lo que suma la traición final de su más fiel aliada la ex Unión Soviética del mayor traidor de la historia el señor Mijail Gorbachov (ahora devenido en conferencista y predicador a sueldos de las fundaciones que en Occidente combatieron con todo lo que tenían a la Unión Soviética), terminó por demolerla hasta que, el último gobierno comunista alemán con lo poco que le quedaba, sin respuesta y sin apoyo de ningún tipo, firmó la rendición y la capitulación definitiva. De esa manera, los revanchistas alemanes pudieron aplicar sus planes expansionistas en Europa que se pusieron en práctica con la destrucción de la Federación Socialista yugoslava entre 1992 y 1999, donde los pueblos de este país multiétnico y plurinacional se exterminaron entre sí y dividiéndose en seis repúblicas separadas, incluyendo a Kosovo, que no es ni más ni menos que una base militar de los Estados Unidos enclavada en el centro de Europa siguiendo el modelo de la isla japonesa de Okinawa. A esto debemos agregar la partición de Checoslovaquia en dos estados independientes a partir del 1º de enero de 1993, cuando ya se había disuelto para siempre la Unión Soviética en diciembre de 1991 cuyas 15 repúblicas pasaron a ser 15 países independientes. Si Hitler soñaba con el corredor del Danzig allá en los años treinta, los nuevos dirigentes alemanes pusieron su atención hacia los Balcanes en la búsqueda de una salida al mar Mediterráneo, por lo cual, ellos fueron los principales instigadores de la catastrófica guerra civil yugoslava al reconocer al estado de Eslovenia e incitar a la guerra. No cabe duda que los viejos criminales nazis derrotados en la Segunda Guerra Mundial y los grupos neonazis actuales resurgidos disfrutaron como nunca de estos acontecimientos porque han logrado vengarse de quienes los vencieron en mayo de 1945 y su júbilo ha sido tan grande porque no se esperaban la desaparición tan rápida del socialismo europeo en 1989.

El revanchismo desatado en la Alemania capitalista vencedora contra los principales dirigente de la antigua Alemania del Este sometiéndolos a juicios indebidos, metiéndolos en las mismas cárceles en la que estuvieron durante los años de resistencia al hitlerismo, el intento de juzgar a los ex integrantes de los gobiernos de la RDA como criminales es una aberración jurídica jamás vista y como no pudieron demostrarles nada, como no pudieron acusarlos de nada a nadie, tuvieron que dejarlos en libertad, pese a soportar varios años de encierro en esas cárceles fascistas.

Vale una reflexión más acerca de la historia de esta nación. La historia siempre echó todas las culpas y toda la responsabilidad de la construcción del muro de Berlín al gobierno comunista alemán que decidió levantarlo tras consultar con las autoridades soviéticas. Todo el mundo puso el grito en el cielo porque “Alemania quedó dividida” y a ese muro lo llamaron “el muro de la vergüenza”, el “muro de la infamia”. Pero ¿cuál fue la verdadera vergüenza? ¿Cuándo quedó dividida Alemania? Los culpables de toda esta división política y geográfica la tienen quienes en mayo de 1949 impulsaron la división del territorio alemán con la creación unilateral de la República Federal en la parte Occidental que ocupaban Estados Unidos, Francia e Inglaterra, quienes de esa manera borraron descaradamente sus compromisos firmados en Postdam (que garantizaba la unidad territorial alemana) y sin consultar a la parte soviética y así pasaron de ser aliados circunstanciales motivados por la guerra a convertirse en temibles enemigos durante esos cuarenta y cinco años. Esa fue la auténtica división, esa fue la verdadera y única vergüenza. Ahí tienen que buscar el origen de todo lo que vino después por que al terminar la guerra y consumada la fundación de la República Federal, las potencias imperialistas rechazaron todas las propuestas de la parte oriental dominada por la Unión Soviética, de volver a tener un estado unificado, renunciando Alemania Oriental al pacto de Varsovia, manteniendo su neutralidad. Ni eso aceptó el gobierno de Adenauer y lógicamente el de Estados Unidos y la OTAN en pleno. Claro como ahora la RDA no existe, cualquiera puede salir a decir cualquier cosa y prácticamente ya nadie se atreve a levantar el puño en defensa de esta nación cuyos logros y éxitos son ocultados, silenciados, como si nunca hubiera sucedido.

Los planes para la demolición de la RDA existieron siempre y en agosto de 1961 se puso en marcha el plan X destinado a derrocar el poder popular cuyo gobierno se había atrevido a extirpar las bases políticas, económicas, sociales e ideológicas del fascismo, mandando a la tumba a centenares de criminales nazis, expropiando a los terratenientes, Junkers, banqueros, financieras y a los poderosos industriales que facilitaron la llegada al poder de Hitler y su posterior máquina de guerra militarista. El gobierno de la Alemania Occidental y sus aliados de la OTAN no podías permitir semejantes actos de independencia y soberanía en el país de los “Herrvolks”. Sería muy interesante que desclasifiquen los documentos de las potencias que deseaban ansiosamente demoler a la RDA y que motivaron la contundente respuesta del gobierno comunista de construir dicho muro. Además de los problemas internos propios de la construcción de una sociedad sobre nuevas bases con los errores graves que esto acarrea, los imperialistas no se pueden hacer los desentendidos y los sorprendidos por la decisión tomada por la RDA de defenderse, frente al bloqueo económico impuesto por Occidente y el drenaje de ciudadanos del este al oeste. Sin embargo, en todos los libros de historia el análisis de las causas que motivaron el surgimiento del muro de Berlín siempre recaerá en el gobierno comunista de la Alemania Oriental y nunca en la política de la OTAN que buscó la destrucción de la RDA.

Del basurero de la historia aparecen los revanchistas que vuelven a cuestionar las fronteras occidentales de Polonia, los acuerdos de Yalta y de Postdam, alientan a grupos neonazis y neofascistas, que como ocurre en Francia con el Frente Nacional de Le Pen, en Grecia con los nuevos neonazis legalmente autorizados para desarrollar sus actividades racistas, en Holanda donde existe un excecrable neonazi y xenófobo el señor Beert Wilders que vomita un odio exasperente contra todos lo que son inmigrantes y contra aquellos que profesan la religión musulmana cuyo discurso tiene la amplia simpatía del gobierno de Israel por sus constantes ataques a las personas que profesan el islam; o en la República Checa, donde se le da participación plena en el gobierno a los dirigentes neonazis como ocurrió en Austria, se proclaman los nuevos campeones y defensores de los valores democráticos. Así está la vieja y podrida Europa en medio de una espantosa crisis económica, política y social sin antecedentes en su historia como lo reflejan voces autorizadas de la Unión Europea. Ahora todos al unísono rechazan los resultados y los alcances de la victoria de los aliados en la Segunda Guerra Mundial sobre el fascismo hitleriano, siguen negando el exterminio judío y de todos los pueblos invadidos sobre todo del pueblo soviético y sus 27 millones de muertos, los campos de concentración y reivindican a quienes perpetraron la mayor masacre de la historia. En este marco, el día que se escriba la nueva historia deberá ser recordada y nunca olvidada la RDA que hizo auténtica justicia con los asesinos nazis y sus cómplices.

También se debe reconocer que la desaparición geográfica, política y jurídica de la RDA y las causas internas de su fracaso como el abuso de poder, la falta de libertades y de pensamiento, la creación de un especie de estado policíaco que vigilaba la vida y la acción de sus ciudadanos, es completamente incompatible con los ideales de libertad, fraternidad e igualdad que sus principales dirigentes proclamaban en sus discursos, poniendo el acento en todos sus discursos las ventajas y la superioridad material y técnica del socialismo sobre el capitalismo, y sin embargo, no pudieron demostrarlo. Aún así no estamos caminando el último camino porque los pueblos tienen el derecho de seguir aspirando a transformar el mundo tarde o temprano. Y seguir defendiendo a una pequeña nación que intentó cambiar el curso de la historia, con todos esos errores marcados, debe sostenerse en alto la lucha por un mundo mejor. El fracaso de la RDA debe servir como una enseñanza aleccionadora para las fuerzas revolucionarias que aspiran a construir otro mundo de vida en el que se haga realidad el paso de la sociedad del reino de la necesidad al verdadero reino de la libertad del que Karl Marx hablaba en el tercer tomo de El Capital. Claro que ahora los revanchistas pro imperialistas alemanes pueden proclamar llenos de alegría que el orden rige en Berlín.

Los cuarenta años de existencia de la RDA, y los demás estados socialistas de Europa, incluyendo por supuesto a la Unión Soviética, como así también los años del Chile de Salvador Allende, la Nicaragua Sandinista y la demolición de la Jamarhiya Libia (última obra macabra del imperialismo), son una muestra irrefutable de que todas estas experiencias deberán ser tenidas muy en cuenta por todo tipo de organizaciones, partidos y frentes que, por la vía electoral o por la vía armada, quieran plantar seriamente una alternativa definitiva al capitalismo salvaje porque el poderío del imperialismo sigue siendo una fuerza temible para las nuevas naciones que proclamen triunfantes sus revoluciones si es que llegan a la conquista del poder político ya que las fuerzas imperialistas no vacilarán en utilizar todas sus reservas para aplastarlas. En el caso del nacimiento, desarrollo y desaparición de la República Democrática Alemania y que fue el motivo principal de este escrito, el veredicto final que le dará la historia es que seguramente será absuelta de culpa y cargo.  

AnexoI: Carta abierta a Konrad Adenauer

Berlín, 23 de enero de 1960
Al Presidente del CDU/CSU Sr. Dr. Konrad Adenauer, Bonn
                        
El paso de la guerra fría a la coexistencia pacífica, que ha empezado a entreverse en la política mundial, y la necesidad de que precisa­mente nosotros, los alemanes, aportemos una contribución a la disminución de la tensión internacional, me inducen a escribirle.
Nunca me hice ilusiones —lo reconozco sinceramente— en cuanto a su política y a los objetivos del Gobierno que usted dirige. Desde que las fuerzas políticas gobernantes de Alemania occidental, dirigi­das por usted, crearon el sistema monetario independiente, fundaron el Estado de las zonas occidentales e iniciaron el rearme, las nubes de una desgracia nacional se ciernen sobre Alemania.
Ya en el año 1950, nosotros le propusimos crear un consejo alemán y elaborar un tratado de paz, porque este es el único camino para la reunificación. Lamentablemente, ya entonces usted rechazó la prepa­ración conjunta de elecciones libres y democráticas para toda Alemania, porque creía poder anexionar a la República Democrática Alemana mediante el rearme y una política de presión militar.
A nuestras proposiciones para la solución pacífica del problema alemán, usted contestó con un golpe de Estado, firmando arbitrariamente los Tratados de París, con los cuales incorporó a Alemania occidental a la OTAN y dividió Alemania.
En los últimos años, y particularmente en el año pasado, los dirigentes del CDU/CSU (Unión Cristiano-demócrata/Unión Cristiano-social. Nota del traductor) han sacrificado todas las posibilidades para la reunificación de Alemania y para la disminución de la tensión internacional, a su política miope —permítame decírselo— de revancha y rearme. Usted ha rechazado todo lo que podía contribuir a la salvaguarda de la paz. Para usted no habrá pasado inadvertido, que esta política ha conducido a un creciente aislamiento de Alemania occi­dental.
Naturalmente, yo no le escribo, porque me preocupe el aislamiento internacional de su régimen. Usted tampoco lo espera de mí. Pero como usted y la dirección de su Partido ejercen hoy todavía el poder en Alemania occidental, tengo que dirigirme a usted. Lo hago porque quiero aprovechar todas las oportunidades para inducirles a usted y a los miembros de su Partido a apartarse del camino que han empren­dido, un camino extremadamente peligroso para los intereses nacio­nales del pueblo alemán y para la paz de Europa.
El discurso de su ministro Strauss en la OTAN, me incitó a escribir esta carta. Ese discurso coincide plenamente con el concepto político, expuesto por usted en su introducción al informe sobre las actividades de su Gobierno, en el año 1959. Apenas ha logrado nuestro pueblo sobreponerse a la catástrofe de la guerra hitleriana, cuando el Go­bierno de la República Federal conduce de nuevo al Estado germano-occidental por el viejo camino. En el fondo, su Gobierno plantea al Ejército germanooccidental las mismas tareas, que en sus tiempos fueron planteadas a la Wehrrnacht. ¿Es tan difícil llegar a la conclu­sión de que la política de los círculos gobernantes militaristas, que fracasó en dos guerras mundiales, en el período actual puede ter­minar sólo con una catástrofe aún más terrible?
Sería verdaderamente inútil que tratáramos de convencernos mutuamente sobre la justeza de nuestros fines políticos. Pero yo quisiera creer, que no es del todo imposible conseguir un determinado acercamiento, por lo menos en algunos problemas fundamentales que atañen a todos los alemanes. Me refiero, por ejemplo, a la existencia actual y futura de la nación alemana, que, debido a su política, se encuentra en peligro. Y, ante todo, me refiero a la cuestión de una guerra nuclear en suelo alemán, que todos los alemanes sensatos deben estar interesados en impedir, independientemente de sus ideas políticas o del partido a que perte­nezcan. Me resisto todavía a creer, que usted —como lo hacen algunos de sus más íntimos colaboradores— haya incluido conscientemente en su política la guerra nuclear en suelo alemán, lo cual significa, entre otras cosas, el exterminio físico de una gran parte de la población germanooccidental; ello sería obrar como Hitler, quien lo había «cal­culado todo», incluido, como usted sabe, el ocaso del pueblo alemán.
Considero que se debe hacer todo lo posible, para evitar que Ale­mania sea, por tercera vez, el punto de partida de una guerra mundial.
Usted me contestará que no desea la guerra. Es posible. Anterior­mente muchos dirigentes políticos afirmaron lo mismo. Hasta Hitler sostenía la opinión de que, paso a paso y sin guerra, podría someter al dominio del militarismo y el fascismo alemanes a un país tras otro.
Es una contradicción, hablar de paz y acelerar el armamento ató­mico en Alemania occidental. Las experiencias del pueblo alemán enseñan que un rearme, que se lleva a cabo con fines revanchistas, conduce a conflictos cada vez más graves y a la guerra. Pero esta vez no se trata de una guerra, que pueda ser comparada con las anteriores.
El rearme de Alemania occidental y —como consecuencia de la política revanchista— las inevitables provocaciones bélicas desde el territorio germanooccidental, significan, que ese país, al igual que un imán, atraería hacia sí un inevitable contragolpe. Esto equivaldría al aniquilamiento de una gran parte del pueblo alemán. Lo que su ministro de la Guerra, Sr. Strauss, dijo, el 16 de diciem­bre de 1959, en la Conferencia de Ministros de la OTAN, con respecto a esta cuestión decisiva, confirma los temores más graves. El Sr. Strauss declaró en París, al exigir armas atómicas para el Ejército de la OTAN germanooccidental y el almacenamiento de arte­factos explosivos nucleares en el territorio del país: «Nosotros estamos dispuestos, pese a la gran densidad de población de la República Federal... a llevar la carga que esto representa y a responder ante nuestro propio pueblo por los riesgos que resulten de ello.» Siguiendo las indicaciones del Sr. Strauss, el Estado Mayor del Ejército germanooccidental elabora ya planes para la evacuación de millones de ciudadanos germanooccidentales. Esto es una locura, pero caracteriza los métodos, Sr. Adenauer.
¿Puede creerse que ésta sea también su concepción, Sr. Adenauer?
¿Está usted realmente dispuesto a asumir, ante el pueblo alemán, la responsabilidad por el exterminio de una gran parte de la población germanooccidental, en una guerra nuclear, que se desarrollaría sobre suelo alemán? ¿Ha calculado usted todo en sus planes políticos, como su señor ministro de la Guerra?
Me gustaría recibir una respuesta clara a esta pregunta, y considero que todos los alemanes del Este y el Oeste, tienen el derecho de exi­girle a usted una contestación precisa e inequívoca.
Pero no venga usted una vez más con argumentos tan absurdos, como, por ejemplo, que Alemania occidental necesita el rearme atómico, porque está amenazada, porque quiere evitar una guerra ató­mica, con ayuda de bombas atómicas. Nadie amenaza a Alemania occidental. Y nadie en el mundo cree, que se halle amenazada por la Unión Soviética o la RDA. Si usted mismo lo creyera, entonces podría aprovechar la posibilidad y apoyar los planes de desarme general y completo, que el Primer Ministro N. S. Jruschov expuso en la Asam­blea general de las Naciones Unidas. Además, a través de su parti­cipación en la elaboración de un tratado de paz con Alemania, podría proponer que se crearan garantías internacionales para el futuro paci­fico del país. Pero, lejos de ello, usted es el único Primer Ministro de Europa que presenta exigencias revanchistas y fronterizas.
Ni la Unión Soviética ni la República Democrática Alemana, ni ningún otro país de democracia popular han presentado exigencia alguna con relación a las fronteras o al régimen político de Alemania occidental, mediante ataques desde el exterior. Es un asunto interno de la población germanooccidental, y ella misma deberá determinar su sistema económico y estatal.
Pero como el CDU/CSU, dirigido por usted, lucha por demandas revanchistas y exige que sean anuladas las decisiones de los Acuerdos de Potsdam, Alemania occidental se ha convertido en la principal per­turbadora de la paz en Europa y en el mundo. Al presentar exigencias revanchistas, hablar de la «liberación de los países del este» y, al mismo tiempo, llevar a cabo el rearme acelerado, usted nos hace recordar los métodos empleados por los círculos gobernantes de Alemania de 1933 a 1939.

Sr. Dr. Adenauer, usted ha declarado muchas veces, que está por el desarme. Yo le tomo la palabra.
Usted sabe, que el Gobierno soviético, por intermedio del Primer Ministro Jruschov, presentó en la Asamblea general de las Naciones Unidas una proposición sobre el desarme general y completo. En con­sonancia con esta proposición, la Unión Soviética dio el ejemplo, dis­minuyendo unilateralmente en una tercera parte sus fuerzas armadas.
En un momento, en que los estadistas dirigentes analizan la cuestión del desarme general y completo y dan importantes pasos para llevar a cabo el desarme y eliminar las bases militares extranjeras ¿no sería oportuno que precisamente Alemania tomara la iniciativa en la cuestión del desarme? ¿No sería una dicha para nuestro pueblo, el que ambos Estados alemanes acordaran llevar a cabo el desarme? ¿Cuál sería el resultado? El pueblo alemán viviría en paz. Gracias a sus capacidades, lograría grandes progresos en el trabajo pacífico y por lo tanto, un nivel de vida más alto. Cuando, de esta manera, acabáramos con el pasado,  desarrollaríamos las relaciones amistosas con todos los pueblos y Estados. Para nuestros dos Estados alemanes, situados en el centro de Europa occidental, el camino más corto para la reunificación, es el del desarme y la conclusión de un tratado de paz.
¿Qué le parece, si ambos Estados alemanes celebraran un plebiscito sobre el desarme general y completo y la conclusión de un tratado de paz, sobre la base de la Carta de las Naciones Unidas?
Lamentamos profundamente, que usted, Sr. Adenauer, emplee tan­tas energías en llevar a cabo el rearme, declarando al mismo tiempo que está por el desarme.
¿Por qué acelera entonces el rearme y obstruye las negociaciones entre las grandes potencias, para la preparación de una Conferencia en la cumbre? ¿Por qué no está usted dispuesto a renunciar al armamento atómico en Alemania occidental? ¿Por qué no respeta usted el derecho democrático del pueblo de pronunciarse en un plebiscito libre en contra del rearme atómico? ¿Por qué se opone usted al cese de la carrera armamentista? ¿Por qué no está usted dispuesto a concluir un acuerdo entre ambos Estados alemanes, sobre los efectivos militares, el armamento y lugar de estacionamiento de las fuerzas armadas? Usted invoca su fe cristiana. Pero ¿acaso no corresponde a la doc­trina cristiana la renuncia al empleo de la fuerza y la conclusión de un acuerdo entre ambos Estados alemanes, que garantizara esa renuncia? Para nosotros es muy grave el hecho, de que usted no se muestre en absoluto dispuesto a colaborar en una aportación alemana para el mantenimiento de la paz y para el mejoramiento de las relaciones internacionales en Europa. Si usted quiere la paz, como dice, entonces es absurdo preparar a las tropas germanooccidentales para una guerra contra el este e insta­lar armas nucleares en territorio germanooccidental. Si usted no desea realmente una guerra nuclear en territorio alemán, demuéstrelo con hechos y haga lo posible para que sean retiradas de él toda clase de armas atómicas y de hidrógeno. En este caso no se puede creer en palabras piadosas, lo único que vale son los hechos.
Desde hace diez años, usted practica la guerra fría y, a través de un trabajo de zapa en la RDA y de la preparación de una guerra civil en Alemania, espera que se le presente la ocasión para iniciar, mediante un ataque por sorpresa, un avance militar hacia el este. Usted no puede negar, que no ha alcanzado los objetivos de la guerra fría. Porque éstos no se pueden alcanzar. La población de la Repú­blica Democrática Alemana está orgullosa del trabajo realizado en diez años y defiende firmemente su obra, el primer Estado obrero y campesino de Alemania. De la lucha histórica entre las fuerzas reaccionarias y las fuerzas progresistas de Alemania, han surgido dos Estados.
Uno de los Estados representa las tradiciones del militarismo ale­mán y la política revanchista.
El otro representa las mejores tradiciones humanistas del pueblo alemán y la realización de los objetivos del movimiento obrero ale­mán, que fue fundado bajo la dirección de Marx, Engels, Bebel y Liebknecht.
En la dirección de su Partido, el CUU/CSU, deciden las fuerzas del capital financiero alemán, mientras el Partido Socialista Unificado de Alemania es el Partido de la clase obrera y, en alianza con el cam­pesinado, los intelectuales, los artesanos y los comerciantes, ha llevado a cabo la unión de todas las fuerzas pacíficas y progresistas dentro del Frente Nacional de la Alemania Democrática.
No quiero discutir con usted sobre cuál es el Estado alemán legí­timo, es decir el Estado que representa los verdaderos intereses nacio­nales del pueblo alemán.
El Estado alemán legítimo puede ser sólo el que, en el espíritu de la coalición antihitleriarna, lucha contra el renacimiento del militarismo y fascismo alemanes y hace posible la reunificación de nuestra patria, mediante la conclusión de un tratado de paz.
Comprendo perfectamente su deseo, de que no exista la RDA. Pues el hecho de su existencia es para usted y sus correligionarios el mayor obstáculo para continuar la vieja política de conquistas y rapiña del imperialismo alemán, como usted lo hubiera querido. Pero también usted debería saber, que no tiene ningún sentido negar los hechos que todos pueden ver y de cuya existencia puede con­vencerse cualquiera. No creo que usted sea tan insensato como para afirmar, que una roca, contra la que usted acaba de darse de narices, no existe. Para existir, esa roca tampoco necesita ser reconocida por usted. Su Gobierno emplea millones de marcos para enviar bandas de espías y criminales a la RDA y para organizar en ella actos criminales. Por lo visto eso no pesa sobre su conciencia cristiana.
Su afirmación de que usted no puede negociar con la RDA, porque de esta forma apoyaría una «teoría inadmisible de la existencia de dos Estados» carece de fundamento. No se trata de ésta o la otra teoría, sino del hecho de que, como resultado de la guerra hitleriana y de la lucha por la liquidación del militarismo y el fascismo, en Alemania han surgido dos Estados. Si usted rechaza las negociaciones con la RDA, es sólo porque quiere tener las manos libres para una agresión militar, o sea para una guerra. Conocemos los planes de su ministro de la Guerra de acelerar el armamento atómico e iniciar una guerra relámpago contra la RDA. Usted sabe tan bien como yo, que en las maniobras, que en 1959 tuvieron lugar en Alemania occidental, los ejercicios se realizaron con este objetivo. Los dirigentes de los partidos políticos de Alemania occidental conocen también esta concepción militar, si bien por temor a usted, sólo hablan de ello en círculos íntimos. Estos planes de guerra son ¡os que le han inducido a usted a dirigir el fuego de sus ataques contra la preparación de la conferencia en la cumbre.
Usted no puede esperar que, en este estado de cesas, podamos creerle en lo más mínimo, cuando habla de paz en sus discursos y declaraciones, mientras que sus hechos dicen lo contrario.
De ese empleo abusivo de la palabra paz, el pueblo alemán, muy a pesar suyo, tiene ricas experiencias. Usted recordará todavía, que también el régimen de Hitler, cuanto más aceleraba el rearme y más se acercaba el día de la invasión a otros países, tanto más hablaba del amor a la paz. Cuando creyó hallarse en la cumbre ce sus éxitos, Hitler renunció a su receta. Estoy seguro de que usted la conoce. La receta hitleriana decía lo siguiente:
Primero hablar sólo de paz, para imponer el rearme; perseguir a la oposición o debilitarla, de tal forma que no pueda jugar ningún papel; desarrollar la idea de revancha, propagar los objetivos inmediatos de g conquista, unidos a las afirmaciones, de que estos objetivos deben ser alcanzados por vía pacífica; finalmente, cuando el rearme haya sido casi concluido, preparación sicológica para el empleo de la fuerza y para la guerra.¿No considera usted también, Sr. Dr. Adenauer, que su régimen ha adoptado esta receta sin ningún pudor?
Primero hablaba usted de paz, y hasta expresaba el deseo de que se le paralizara el brazo a aquel que empuñara de nuevo un arma. Después inició febrilmente el rearme, acompañado de discursos de paz; no obstante, al principio rechazaba indignado la idea del pertre­chamiento atómico del Ejército de la OTAN germanooccidental. Después siguió la política del armamento atómico, unida a la pro­hibición del Partido Comunista Alemán y a la prohibición y persecu­ción de numerosas organizaciones democráticas.
A la par con esto se desarrollaban las ideas revanchistas y se propagaban fines de conquista, acompañados de la aseveración solemne de que éstos pensaban lograrse sólo con medios pacíficos. ¿Quién puede tomar en serio sus promesas? Y cuanto más cerca está la terminación de su programa armamentista —prevista para finales de 1961 o para 1962— tanto más se recrudece en Alemania occidental, bajo su régimen y con su participa­ción personal, el terror político contra todos los partidarios de la paz y contra los enemigos de la guerra atómica, y se intensifica la prepa­ración sicológica de la población germanooccidental, para pasar abiertamente al empleo de la fuerza, es decir, a la guerra de revancha, preparada sistemáticamente. Es lógico, que su política revanchista vaya unida al desarrollo de la ideología fascista de odio racial y antisemitismo. Sé que usted está en contra de la cruz gamada. También están en contra de ella los anti­guos oficiales de Hitler, porque bajo este símbolo Alemania fue con­ducida a la derrota. Naturalmente, que usted prefiere otro símbolo, que no esté tan desacreditado. Pero no es esto lo esencial. Es inevitable, que muchas gentes en Alemania occidental, que no han sabido entender las suti­lezas de su táctica, alentadas por su política de revancha muestren ya ahora sin disimulo el verdadero rostro del militarismo alemán y su odio racial. Si tomamos en consideración que esa política suya es llevada en gran parte por personas, que ya la practicaron una vez dirigidas por Hitler, entonces no debe extrañarle, que no sólo los ciudadanos de la RDA, sino también muchos otros pueblos y sus Gobiernos, sigan con desconfianza cada uno de sus pasos y tomen las precauciones nece­sarias para sofocan en su origen un-a nueva agresión del imperialismo alemán, o —si se trata de Gobiernos simpatizantes— no dejarse arrastrar por usted a una aventura suicida.
Usted, Sr. Dr. Adenauer, rechaza con indignación toda compara­ción de su política con la política del Gobierno de Hitler. Subraya siempre que no era partidario de Hitler y que hasta tuvo determinados conflictos con el régimen nazi. Yo no quiero negarlo. Pero el hecho de que no haya sido partidario declarado de Hitler, no le impide, por lo visto, continuar la política de revancha y de conquistas hitleriana, con métodos un tanto modificados y teniendo en cuenta los cambios que se han verificado en la situación internacional.
Sobre el terreno de su régimen clerical-militarista, florecen la res­tauración fascista y el antisemitismo. Esa restauración ha sido llevada a cabo en casi todos los sectores de su aparato estatal, incluidas la policía y la justicia, así como las escuelas primarias y superiores, la literatura, etc. El que su Gobierno no se declare actualmente por el antisemitismo, no es, realmente, ningún mérito. El antisemitismo ha desacreditado a Alemania de tal forma, que, actualmente, sólo los fascistas obstinados pueden jugar esa carta. Pero las cruces gamadas en las sinagogas, los cementerios y los monumentos a las víctimas del régimen hitleriano profanados demuestran claramente, con cuánta exhuberancia crece esta mala hierba en su jardín de rosas, tan democrático y pacífico. ¿Tiene usted plena conciencia de lo que hace? Usted es cultivador de rosas. ¿No le extraña que de las plantas que cuida con tanto esmero broten flores pardas, con cascos de acero, con el buitre y, a menudo, también con una cruz gamada?
Tengo que decirle abiertamente que los planes agresivos, imperia­listas y militaristas, elaborados por usted, por su Gobierno y su Estado Mayor, amenazan el futuro nacional del pueblo alemán.
No comprendo, cómo puede usted creer, que sea posible lograr algún éxito con esa política agresiva. Los círculos gobernantes de Ale­mania han arrastrado a nuestro pueblo a dos guerras catastróficas. ¿No es evidente, que Alemania no podrá jamás salir adelante, por el camino de la guerra y de la violencia?
Ya le he dicho, que conocemos perfectamente sus planes y que no sólo la RDA, sino también nuestros aliados, toman las medidas de seguridad necesarias. Pero como, por lo visto, usted no quiere escuchar ¡as advertencias del Gobierno soviético y del Gobierno de la Repú­blica Democrática Alemana, quiero decirle lo siguiente: Si el Gobierno de la República Federal germanooccidental no pone fin, en corto plazo, al armamento atómico y no cesa la carrera arma­mentista, entonces el Gobierno de la República Democrática Alemana se verá obligado a tomar las medidas de defensa correspondientes y a solicitar de sus aliados que pongan cohetes a su disposición. Con su política de armamento atómico y de revancha, usted nos obliga a tomar medidas de protección. Después del discurso del ministro de la Guerra de Bonn, Strauss, en la OTAN y de las preparaciones de su Estado Mayor, usted espe­cula con que, debido a las negociaciones internacionales, los aliados de la RDA, en caso de una provocación militar del Gobierno de Bonn, no podrán cumplir rápidamente sus compromisos frente a ella. Si a usted no lo convencen otros argumentos, esperamos que la presencia de modernos cohetes en el territorio de la República Democrática Alemana le ayude a comprender que todos sus planes revanchistas están condenados definitivamente al fracaso.
Ninguna persona razonable, que esté en condiciones de apreciar sensatamente la correlación de fuerzas en el mundo, puede dudar de que, pocos minutos después de un ataque militar contra la República Democrática Alemana, Bonn y otros centros militares de su Estado germanooccidental habrían dejado de existir. ¿Qué es lo que, realmente, quiere usted con su política agresiva?
¿Quiere acelerar radicalmente el fin del dominio capitalista en Ale­mania occidental?
Nosotros no tenemos ningún motivo para prolongar el dominio del capital monopolista en esa parte del país, ni para lamentar su fin.
No luchamos por la paz para prolongar este dominio. Pero no queremos la guerra. Queremos proteger a nuestro pueblo de la des­gracia de una guerra atómica en territorio alemán. Por eso discutimos hasta con usted, a pesar de que conocemos el verdadero objetivo de sus planes. Por eso tratamos de inducirle a cambiar de rumbo. Y si las razones del humanismo no le tocan, espe­ramos que por lo menos no haya perdido la capacidad de apreciar realmente la correlación de fuerzas.
Quisiera darle un consejo: arroje al cesto de los papeles sus planes para la conquista del Este. Reflexione una vez seriamente sobre el infierno atómico que depararía usted a la población germanooccidental y también a sus hijos y nietos, si llegara a practicarse su política.
No juegue con la guerra nuclear, renuncie al armamento atómico del Ejército germanooccidental de la OTAN
. Conceda a la población de Alemania occidental el derecho de deci­dir sobre el rearme atómico y sobre el tratado de paz. Usted mismo dijo una vez, que el pueblo debía vivir libre de una pesadilla. ¿Pero cómo puede un ciudadano germanooccidental vivir «libre de una pesadilla», bajo la espada de Damocles del rearme atómico?
El pueblo alemán sólo podrá vivir tranquilo, cuando en Alemania occidental se renuncie al rearme atómico y se refrene a los políticos revanchistas y militaristas. Sea usted razonable y renuncie a hacer el papel de eterno pertur­bador de la paz en la preparación y celebración de la conferencia en la cumbre y en las eventuales conferencias internacionales siguientes, dedicadas al relajamiento de la tensión y al entendimiento. Si los representantes de los EE.UU., comprenden, que la continuación de una política, encaminada hacia la guerra, significa el suicidio nacional y que es necesario orientarse hacia la competencia pacífica entre los países con diferentes regímenes sociales, entonces debería ser también posible que usted y sus correligionarios entraran en razón. ¿Teme usted tanto una competencia pacífica entre ambos Estados alemanes, que prefiere arrastrar a nuestro pueblo a una catástrofe?
Usted afirma que queremos introducir el comunismo en Alemania occidental, con ayuda de proposiciones de paz. Ha mandado pegar en Alemania occidental grandes carteles, para difundir esta opinión entre la población. Evidentemente, usted quiere con esto desviar la atención de sus planes agresivos. Aquí, ha causado gran sorpresa, el que en un momento en que también el pueblo alemán tiene puestas sus esperanzas en el relaja­miento de la tensión, usted haya aprovechado su discurso de Navidad para amargar la fiesta con un mensaje de hipocresía y odio y con amenazas de agresión. Si usted -—contra su propia convicción— da un falso testimonio contra la RDA y habla de que en ella reinan la pobreza, la miseria y la esclavitud y se prohíbe el servicio religioso, para, al final, volver a repetir su absurda pretensión de «liberarla», esto significa emprender el camino de la guerra.
Permítame decirle con toda sinceridad: yo no le considero tan mal informado, como para explicar sus declaraciones sobre la RDA con falta de conocimientos; ni tan inexperto como para no darse cuenta de a qué fin tan terrible conduce su política. Podemos sacar sólo la conclusión, de que usted, mediante la propagación de mentiras contra la RDA y otros países socialistas, siembra conscientemente el odio, con el fin de preparar a la población germanooccidental para la guerra fratricida en Alemania y para una guerra de revancha. A sus discursos llenos de odio quiero contestar con toda tranquilidad y objetividad lo siguiente: usted vive todavía en el pasado y toma como ejemplo a las fuerzas reaccionarias de la antigua Alemania. Usted sueña con el Imperio Carolingio, con los Caballeros Teutónicos y con el clericalismo medieval. Une estas ideas muertas del pasado a los planes para una comunidad económica y armamentista en Europa occidental.
Nos es difícil comprender, que usted y su ministro de la Guerra, Strauss se pronuncien contra un Estado nacional alemán. Evidente­mente usted se deja guiar por los intereses de los 25 grupos de consorcios de Alemania occidental, que, bajo la exigencia de una unión extranacional, aspiran a obtener zonas de explotación extran­jeras. ¿De qué le sirven al pueblo alemán sus relaciones con los grupos capitalistas de los países occidentales? ¿Qué otra cosa le ha traído al pueblo la incorporación de Alemania occidental a la OTAN, que el ahondamiento de la división de Alemania?
Piense una vez en Alemania. Aquí en Alemania, y no en la OTAN en París, arraiga la fuerza de la futura Alemania pacífica y demo­crática.
Escuche la voz de la población germanooccidental, que ansia la solución pacífica del problema alemán. Su orientación hacia la «Pequeña Europa» y su renuncia a la reunificación de Alemania, están en contradicción con las aspiraciones nacionales del pueblo alemán. ¿De qué le sirve al pueblo alemán una supremacía del Gobierno de Bonn en Europa occidental, edificada sobre arena? La solución pacífica del problema alemán es la tarea nacional más importante que se plantea ante el pueblo alemán. Piense en Alemania, ayude a aprovechar la gran oportunidad que le brinda al pueblo alemán la conferencia en la cumbre y las confe­rencias internacionales que seguramente se celebrarán después. Los preparativos para el desarme, para la elaboración de un tratado de paz con Alemania y la solución pacífica del problema de Berlín occidental, llevados a cabo en la Conferencia de Ginebra y en las conversaciones entre el Primer Ministro Jruschov y el Presidente Eisenhower, muestran que es posible avanzar poco a poco por el camino de la comprensión. La proposición de la Unión Soviética de, mediante un tratado de paz, sentar las bases para que el pueblo ale­mán pueda llegar a una reunificación pacífica y democrática, corres­ponde a los intereses nacionales de nuestro pueblo y hace posible el futuro pacífico de nuestra nación.
El Presidente Eisenhower dijo en su discurso en Nueva Delhi, que las guerras son hechas por personas influidas por un complejo del pasado, del pasado muerto; por personas, que creen que es posible solucionar por la fuerza los problemas de la Humanidad. Los dirigen­tes políticos de Alemania occidental se deben liberar del pasado muerto. Deben, como dijo el Presidente Eisenhower, olvidar lo pasado y marchar juntos hacia el futuro. Su Gobierno es considerado por los otros pueblos como pertur­bador de la paz, precisamente porque su política de fuerza, que busca una salida a la situación mediante la aplicación de la violencia, se halla en contradicción con la correlación de fuerzas en el mundo. Deje caer en el olvido las malas tradiciones de la política revanchista y del odio hacia otros pueblos, y dedíquese a las buenas tradiciones de nuestro pueblo, a las ideas del humanismo y de la amistad entre los pueblos. Ayude a poner fin al círculo vicioso —crisis-coyuntura armamentista-guerra-coyuntura de posguerra-rearme-guerra— en el que todavía hoy está encerrada Alemania occidental.
La tarea nacional consiste en superar las contradicciones entre los intereses pacíficos de nuestro pueblo y los planes agresivos militares de determinados círculos gobernantes de Alemania occidental. Para solucionarla hay que practicar una política de relajamiento, de aproximación y comprensión entre ambos Estados alemanes y hay que participar en la elaboración de un tratado de paz.
El objetivo del Partido Socialista Unificado de Alemania y del Frente Nacional de la Alemania Democrática consiste, precisamente en demostrar al pueblo alemán, mediante una política de paz, democracia y progreso, que podría vivir en una Alemania unida gozando de paz, bienestar y felicidad, si logra impedir que los círculos gobernantes de Alemania occidental, con su política militarista y revan­chista, conduzcan al renacimiento del fascismo.
Fiel a sus principios, la RDA se ha esforzado también en el año pasado por aportar una contribución alemana a la paz. Nos hemos esforzado y nos esforzamos ante todo por conseguir que, mediante la conclusión de un tratado de paz con Alemania, 15 años después de la II Guerra Mundial, se ponga un punto final a la guerra y con ello se elimine el peligroso barril de pólvora que, al explotar, podría conducir a una nueva catástrofe. Exigimos que se seque el pantano de agentes y espías de Berlín occidental y que ese foco potencial de guerra se convierta en una ciudad libre y pacífica, cuyos habitantes decidan  por  sí  solos   sobre  su  régimen  social.  Este  objetivo  será logrado tarde o temprano, en interés de la seguridad y la libertad de los berlineses occidentales, así como en interés de la paz en Europa.
A pesar de que usted ha rechazado todas las proposiciones, nos hemos esforzado permanentemente por establecer la colaboración entre ambos Estados alemanes. Hasta le hemos invitado a usted a visitar la República Democrática Alemana, esperando que el presi­dente del Consejo de Ministros de la República Democrática Ale­mana, Otto Grotewohl, podría corresponder con otra visita a Ale­mania occidental. Pero usted ha rechazado todas estas proposiciones. Usted afirma que nosotros nos inmiscuimos en los asuntos internos de Alemania occidental y tratamos de implantar allí la democracia socialista. No tenemos esas intenciones. Somos una parte de nuestro pueblo amante de la paz y no aspiramos a más que a un futuro pací­fico para Alemania, que sólo es posible en una Alemania sin militarismo y fascismo. Mientras en Alemania occidental se lleve a cabo el pertrechamiento atómico y se prepare una guerra de revancha, nos veremos obligados, naturalmente, a propagar allí nuestras ideas para evitar una guerra. En relación con un tratado sobre la renuncia al empleo de la fuerza y la creación de un consejo para toda Alemania, estamos dispuestos a concluir un acuerdo sobre la no intervención mutua. Esto sería útil para llegar a un acercamiento entre los dos Estados alemanes. Supongo que usted comprende muy bien que, desde que la técnica de cohetes ha alcanzado un nivel tan alto, el problema planteado es: paz o guerra. Usted sabe muy bien que, después del discurso de su ministro de la Guerra, Strauss, y teniendo en cuenta la política revan­chista que se desarrolla en Alemania occidental, no puede decir que no es responsable de las provocaciones militares, como ahora dice que el Gobierno de Bonn no tiene nada que ver con los excesos antisemitas de los que dibujan cruces gamadas. Tenga en cuenta la nueva situación y piense en nuestro pueblo, que sólo puede vivir en paz. Piense en nuestra patria, cuya reunifica­ción sólo es posible en forma de un Estado pacífico. Como hasta ahora, en el futuro seguiremos haciendo todo lo posible para estimular la distensión en Alemania y combatir la política revanchista y militarista, y por fundamentar ante las grandes potencias la necesidad de concluir un tratado de paz con Alemania. De este modo podrá allanarse el camino para la reunificación pacífica y libre de nuestra patria. Piénselo bien y decida si no corresponde también a sus intereses el que representantes de ambos Estados alemanes tengan pronto la oportunidad de deliberar en un consejo paritario alemán sobre cómo puede ser asegurada la paz en Alemania, elaborado un tratado de paz y superada paulatinamente la división alemana. Con la esperanza, de que esta carta le incite a reflexionar seria­mente y estimule un diálogo sincero y objetivo sobre «paz o guerra» y sobre la reunificación de nuestra patria alemana en un Estado pací­fico, democrático y progresista, quedo de usted,

Walter Ulbricht
Primer Secretario del CC del Partido Socialista Unificado de Alemania
Primer Vicepresidente del Consejo de Ministros de la RDA

anexo ii; Dirigentes de la antigua ALEMANIA ORIENTAL
procesados por los imperialistas alemanes occidentales

1) Erich Honecker (1913-1994), Jefe de Estado de la RDA entre 1971 y 1989.

2) Egon Krenz, Jefe de Estado de la RDA entre 1989 y 1990. Sucesor de Honecker

3) Herman Axen (1916-1992). Director del diario del Neues Deutschland

4) Heinz Kessler. Ex Combatiente por la República Española. Comandante militar del Comité Nacional Alemania Libre

5) Otto Winzer. Secretario de Estado de la RDA en los años cincuenta.

6) Kurt Hager. Miembro del politburó del PSUA (partido comunista en el poder en la RDA) de 1963 a 1989, fue encerrado por los nazis en un campo de concentración en 1933-34 y luchó en las Brigadas Internacionales en la Guerra Antifascista de España en 1937 y 38.

7) Markus Wolff. Jefe del Servicio de Contraespionaje de la RDA

8) Willi Stoph. Ex presidente de la RDA.

9) Erich Mielke. Ministro de Seguridad

10) General Fritz Streletz. Jefe del Estado Mayor del Ejército Nacional del Pueblo.

11) Heinz Albrecht, Miembro del consejo de defensa de la RDA;

12) Dr. Kurt Heymann. Juez que condenó a los espías de Alemania Occidenteal, miembros de la red del nazi Gehlen.

13) Günther Guillaume (1927-1995): Miembro de los servicios de Seguridad.

14) Gunther Kleiber (1920): Miembro del Comité Central del PSUA.

15) Werner Krokilowski. Miembro del Buró Político del CC del PSUA

16) Gunther Shabowski (1929). Miembro del Buró Político del PSUA. Anunció la apertura del Muro de Berlin.

17) Harry Tisch (1927): dirigente de la FDGB (Unión de Sindicatos Libres Alemanes), miembro del BP del CC del SED.  

BIBLIOGRAFIA CONSULTADA

Logrado en años de duro trabajo. Nacimiento y desarrollo de la República Democrática Alemana, Editorial Verlag zeit im bild Dresden, 1974.

Así es la RDA. Panorama de la RDA. Editorial Zeit im bild, Dresden, Mayo de 1986.

Mark Ber. La sublevación del Ghetto de Varsovia. Ediciones Aporte, Buenos Aires, 1956.

Suárez Jesús. Las pequeñas y medianas empresas industriales en la transición al socialismo. República Democrática Alemana (1945-1972). Ediciones Estudio, Buenos Aires, 1983.

Galkin Alejandro. Fascismo, nazismo y falangismo. Enciclopedia Popular Nº 12. Editorial Cartago, Buenos Aires, 1965.

La actualidad de Alemania. Anuario del Gobierno Federal Alemán. Societats-Verlag, Frankfurt.  del Meno, 1996.

Cuzza Agustín y Bauer Alfredo. Milagro al Este. Editorial Cicero, Buenos Aires, 1967.

Schumpeter Joseph. Capitalismo, socialismo y democracia. Ediciones Folio, Barcelona, 1996.

Tsuru Shigeto. ¿Adónde va el capitalismo? Simposio Internacional. Oikos Tau Ediciones, Barcelona 1961. Tercera Edición 1970.

Wolf Markus. El hombre sin rostro. La autobiografía del gran maestro del espionaje comunista. Javier Vergara Editor, Buenos Aires, 1997.

Fucik Julius. Reportaje al pie de la horca (publicada originalmente en 1945 meses después de la guerra). Editorial Cartago, Buenos Aires, 1983.

González Juan Carlos. La RDA: un estado de obreros y campesinos. Ver en internet completo el texto: http://archivo.juventudes.org/textos/Documentos%20Historicos/Un%20Estado%20de%20obreros%20y%20campesinos.pdf

Wikipedia. Los juicios de Nurenberg. Y los otros juicios en Alemania.


[1] Escrito originalmente el 16 de febrero de 2001 y publicado en el diario electrónico www.rebelion.org el 25 de febrero de 2001 (http://www.rebelion.org/hemeroteca/ddhh/alemania_juzgo250201.htm). Buscando información en internet descubrí que el sitio Palante publicó mi artículo amputándole la introducción y la reflexión final que aludían a temas argentinos y lo peor de todo es que no pusieron ni mi nombre ni la fuente original donde salió. Un autor español Juan Antonio González que escribió un muy buen trabajo  sobre la historia de la RDA (La RDA: un estado de obreros y campesinos) puso entre su bibliografía mi artículo, pero tomando la fuente como la publicó el indicado sitio Palante (aquí pueden verlo http://www.45-rpm.net/antiguo/palante/rda.htm).
[2] Quien quiera conocer porque los Estados Unidos no emplearon el arma nuclear contra la Unión Soviética, puede consultar el libro EE.UU, 1945-1985: Economía política y militarización de la economía, de M.A. Cabrera, P. Calderón y M.P, Colchero, Ediciones Iepala, Madrid 1985, páginas 48 a 68.
[3] González Juan Antonia. La RDA: un estado de obreros y campesinos.
[4] Schumpeter Joseph. Capitalismo, socialismo y democracia. Tomo II, página 500, Ediciones Folio, Barcelona, 1996
[5] Ver Galkin Alejandro. Fascismo, nazismo y falangismo. Enciclopedia Popular Nº 12, Ed. Cartago, Buenos Aires, página 113 y Allen Charles Jr. Heusinger´s Nazi record. Consultar en  http://jewishcurrents.org/wp-content/uploads/2010/02/jcarchive119.pdf
[6] Ver Omiste Cerdá Enrique. La reforma económica alemana de 1948. Revista Libertas IV: 6 (Mayo 1987). Instituto Universitario ESEADE. www.eseade.edu.ar. http://www.eseade.edu.ar/servicios/Libertas/44_7_Omiste.pdf
[7] Ver Fucik Julius. Reportaje al pie de la horca (publicada originalmente en 1945 meses después de la guerra). Editorial Cartago, Buenos Aires, 1983, página 25.